No más excusas

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Descubre lo más prioritario

En muchas ocasiones me encuentro con personas que o bien sienten que no saben lo que quieren (no tienen objetivos concretos o creen que no tienen metas de ningún tipo), o bien no son capaces de discernir por dónde empezar de entre toda la amalgama de objetivos que les ronda la cabeza. Muchas veces esa sensación de «no saber» por dónde empezar viene dada por la incapacidad temporal para ordenar los pensamientos (y sentimientos) de forma que podamos transformarlos en objetivos concretos.

No te preocupes si te has sentido identificado: estás a punto de poner orden en tu vida; tan solo tienes que seguir leyendo.

Te voy a dar mi definición de objetivo más prioritario: es aquel que, de entre todas las opciones de crecimiento, te proporciona con un menor gasto de energía un mayor bienestar en más aspectos de tu vida.

Me explico. Imagina que alguien está pensando en los objetivos: «Viajar por placer al menos dos veces al año» y «Aumentar el número de activos en mi empresa»; también imagina que para esta persona uno de los requisitos para viajar es conseguir dinero para tal fin. Bien, el objetivo más prioritario en este caso sería: «Aumentar el número de activos» ya que, consiguiéndolo, también tendría la posibilidad de tener más poder adquisitivo y ayudar de forma inequívoca a conseguir el otro objetivo: «Viajar al menos dos veces al año». Así, consiguiendo: «Aumentar activos», que a priori no tiene nada que ver con «Viajar al menos dos veces al año», nos acercamos a este segundo objetivo (diferente aunque relacionado) que también es importante para nosotros.

Es decir, necesitamos ordenar y relacionar lo que nos importa en este momento para empezar por aquello que nos puede dar más satisfacción personal de un solo golpe. Si ya tienes muy claro tu objetivo podrías saltarte esta herramienta, por supuesto, aunque mi recomendación es que pases por ella para confirmar que efectivamente ese objetivo es el más prioritario en estos momentos.

El fin de este capítulo será que averigües qué puede elevar más tu vida desde una perspectiva global; es decir, qué meta te puede dar más con menos. Nuestro tiempo es finito así que debemos honrarlo dedicándolo a aquellas cosas que nos reportan un mayor beneficio vital con la menor inversión posible (tiempo, energía). Para ello tendrás que hacer un poquito de introspección y averiguar dónde tiene sentido poner el foco en tu vida en estos momentos. Si quieres ver la herramienta en funcionamiento antes de aplicarla en ti mismo te invito a que leas «La rueda de la vida» en el caso práctico de este libro, estoy convencido de que te ayudará.

¿Listo?

¿Ya tienes un objetivo en mente?

Si ya tienes muy claro tu objetivo puedes saltarte la herramienta que viene a continuación e ir al siguiente capítulo «Aprende a plantear tu objetivo». No obstante, te recomiendo que pases por ella para confirmar que efectivamente eso que quieres es lo más importante en tu vida en estos momentos.

HERRAMIENTA

La rueda de la vida

 Tras aplicar la herramienta conocerás el objetivo más prioritario en tu vida

 Tiempo que necesitarás: 30 minutos

Te paso a explicar la herramienta más potente que conozco para elevar tu existencia a otro nivel, a ese lugar donde te sentirás más satisfecho, más «tú mismo»: La rueda de la vida.

Este ejercicio práctico te ayudará a saber dónde poner el foco en tu vida. Primero descubrirás qué grado de satisfacción personal tienes en los distintos aspectos de tu vida (como salud, relaciones personales, trabajo, etc.); después trataremos de encontrar relaciones entre tus diferentes contextos vitales y descubrir así dónde tienes que actuar para conseguir más beneficios con el menor tiempo y esfuerzo (es lo que llamaremos tu punto de apoyo vital en estos momentos). Una vez tengamos esa área de tu vida bien identificada, tan solo tendremos que escribir un objetivo que eleve tu grado de satisfacción en dicha área.

¿Tal vez es el aspecto económico? ¿Salud? ¿Relaciones personales?

Sigue conmigo: estás a punto de descubrirlo.

PASO 0: Las áreas de tu vida

A continuación paso a describirte los contextos vitales que suelen ser más relevantes para la mayoría de las personas y que en algún momento acaban siendo el centro de sus objetivos:

 Posesiones/entorno físico: se trata de todo aquello que te rodea en tu mundo físico y que utilizas en tu día a día: casa, automóvil, bicicleta, herramientas del tipo que sean, ordenador, ropa, tecnología, etc. A veces tenemos cosas por el mero placer de tenerlas (una colección de sellos), otras veces las tenemos para que nos ayuden a conseguir otras (un teléfono móvil para poder trabajar); en ocasiones son una mezcla de las dos anteriores (te compras un teléfono móvil más moderno cuando todavía te funciona perfectamente el que tienes).

 Ocio/tiempo libre: son todas aquellas actividades que haces por pura diversión y que te conectan con el placer de estar aquí y ahora, de estar vivo. Disfrutas como un niño cuando las haces. No esperas nada a cambio mientras realizas estas actividades salvo disfrutar simplemente haciéndolas.

 Dinero: no hay demasiado que explicar aquí. Si vives en el siglo XXI entonces el dinero es algo necesario en tu día a día. En este sentido, te invito a que no tengas miedo a querer atraer abundancia económica a tu vida (siempre que sea a través de medios éticos, claro); es más, personalmente veo el dinero como un instrumento, un medio para acelerar todo lo bueno que quiero tanto para mí como para los ámbitos en los que aporto valor al mundo. Así, tener el dinero suficiente para tener una vida plena y abundante para ti y las personas que dependen de ti es profundamente legítimo y deseable.

 Desarrollo personal: se trata de esa área de tu vida donde sientes que creces a nivel personal adquiriendo o cultivando distintos conocimientos y destrezas: historia, conocimientos generales, idiomas, música, cultivar un arte en particular, desarrollar alguna faceta que te interesa especialmente (retórica, hablar en público o política), etc. Todo lo que haces que de algún modo te enriquece y hace que te sientas bien entraría dentro de esta categoría.

 Relaciones humanas: somos seres sociables. Incluso si crees que no lo eres, prueba esto: imagínate que eres el último ser humano sobre la faz de la Tierra; imagina que tienes todo lo que necesitas para seguir vivo (comida, agua, etc.) pero sin poder entrar en contacto con otras personas. ¿Cómo sería esa vida? Hay una serie de TV muy divertida llamada The last man on Earth (El último hombre en la Tierra) que de una manera disparatada se imagina cómo sería la vida de esta persona; te insto a que veas los primeros capítulos para que puedas reflexionar sobre este aspecto.

Las personas necesitamos de otras personas desde que nacemos: aprendemos por imitación y por estar en contacto los unos con los otros, desde nuestra capacidad motriz pasando por el habla, hasta los pensamientos y actividades más complejos. Es más, muchas de las neuronas de nuestro cerebro están diseñadas para este efecto (neuronas espejo), ayudándonos a copiar, entender y empatizar con los demás. Si estás leyendo estas líneas, las relaciones humanas son importantes para ti.

 Amor/pareja: ¿sabes?, la monogamia nos va bien como especie. Aunque los orígenes de este comportamiento no están claros, qué duda cabe de que nos ha ido bien en los tiempos modernos. No es algo necesario desde un punto de vista técnico de la supervivencia, por supuesto, aunque tendemos a que nuestras relaciones sentimentales con la misma persona, siempre que sintamos que «van bien», perduren en el tiempo.

 Salud: ¿qué sucede cuando nos falta salud? La salud es una herramienta para salir ahí fuera y hacer lo que tenemos que hacer para realizarnos. Sin salud la vida se para hasta que la recuperamos, centrando toda nuestra atención y energía en volver a estar sanos y así poder retomarla. Personalmente entiendo la salud como algo global: salud física y salud mental (incluyendo el bienestar emocional y espiritual). Por lo tanto, no concibo «salud» si no me cuido a nivel físico; tampoco concibo encontrarme «bien» si me perturbo con facilidad o si estoy enfadado con algo o alguien. Salud en mi caso también es sinónimo de paz interior.

 Trabajo/desarrollo profesional: es ese ámbito de tu vida donde lo que haces es recompensado con bienes de distinto tipo (dinero o especie). A veces también nos da otras recompensas intangibles (disfrute, satisfacción, etc.) aunque una de las recompensas principales es que nos proporciona bienes o dinero que necesitamos para sobrevivir.

 Contribución: Teresa de Calcuta dijo una vez: «Quien no vive para servir no sirve para vivir». Nuestra vida de algún modo tiene que tener sentido más allá de nuestro propio devenir individual; nos gusta saber que lo que hacemos tiene un impacto positivo ahí fuera, nos gusta saber que eso en lo que estamos poniendo nuestro tiempo y energía está sirviendo para algo. Es nuestro para qué vital. Cuando este aspecto está bien cubierto en nuestra vida es cuando tenemos más accesibles los sentimientos de realización y plenitud.

 Espiritualidad: la espiritualidad es ese aspecto místico en el que de algún modo nos sentimos parte de algo más grande que nosotros mismos. Así, todo pensamiento del que forman parte una entidad superior (universo, naturaleza, idea de Dios, etc.), nuestra vida (sentimientos de propósito, realización, etc.), nuestros ancestros (pasado), nuestro legado (futuro) y nuestra muerte física en un mismo pack; podría llamarse espiritualidad. Puede que no sea algo que te quite el sueño en estos momentos: genial; en cualquier caso podría ser una puerta que tarde o temprano quieras abrir.

 

PASO 1: Escribe las áreas de tu vida que consideras relevantes

Basándote en la lista del paso anterior, escribe tu propia lista de áreas vitales importantes. No tienen por qué coincidir exactamente con las que yo te he expuesto; tal vez alguna no sea de tu interés en estos momentos: perfecto. Tal vez eches de menos algún contexto que no ves reflejado en ninguna de las áreas expuestas; sin problema. Escríbelo para que lo puedas tener en cuenta en los siguientes pasos del ejercicio.

A tener en cuenta

Siéntete libre de subdividir las áreas que te propongo si lo consideras necesario. Por ejemplo, tal vez consideres que dentro de tus relaciones con otras personas quieres tratar la relación con un familiar concreto por un lado (padre, madre, hermanos) y el resto de familiares por otro. También muchas personas dividen «salud» en «salud física» por un lado y «salud mental/emocional» por otro. No hay reglas. La única regla es que te tienes que sentir identificado con las áreas que decidas escribir y que todas en su conjunto representen de algún modo todo lo que ahora mismo es relevante en tu vida.

Antes de seguir querría aclarar un aspecto: no hay manera posible de que hagas este ejercicio MAL. No existe esa posibilidad. Ni en este ni en ninguno de los ejercicios que te propondré a lo largo de este libro: simplemente apela a tu intuición y a tu sabiduría interna; no puedes estar equivocado si eres tú quien toma la decisión.

Tómatelo con el compromiso que requiere, aunque tampoco te lo tomes demasiado en serio; vamos a sacar a la luz aspectos vitales y personales que tal vez ni siquiera sabías que estaban ahí, así que lo mejor es que estés tranquilo y con espíritu de juego. Tú eres mucho, mucho más que una herramienta o un libro; nada de esto te define como persona. Mi empeño es destapar tu curiosidad y que salgas ahí fuera con ganas de comerte el mundo.

No te preocupes, estoy contigo, acompañándote. Sigue conmigo.

PASO 2: Puntúa cada área

Por cada área que hayas identificado, puntúa en una escala del 1 al 10 el grado de satisfacción que tengas en cada una de ellas de manera que el 1 significaría profunda insatisfacción y el 10 plena satisfacción.

¡¡Ojo!! No se trata de que hagas juicios sobre si tienes mucho o poco de cada cosa; se trata de que te preguntes: «¿Cómo me siento respecto a esta área de mi vida?» Piensa que una persona puede cobrar 800 al mes y puntuar el área «dinero» con un 9; a su vez podemos encontrarnos con personas que se sienten insatisfechas facturando 5.000 al mes y podrían puntuar esta área con un 5.

Total: puntúa tu grado de satisfacción puro; nada de juicios sobre si lo que tienes es mucho o poco en comparación a otras realidades que conoces. No lo pienses demasiado; simplemente siéntelo.

PASO 3: Echa un vistazo al resultado

¿Ya has puntuado cada área? Genial. Ahora, separa un poco más la vista del papel y permítete echarle un vistazo global a lo que has escrito: ¿qué opinas del resultado? ¿Hay algo que te haya sorprendido? No sé, ¿tal vez hay algo que crees que podrías hacer diferente en tu vida tras ver la puntuación?

En este punto suelo encontrarme con personas que se puntuaron mucho mejor de lo que esperaban, y viceversa; otras personas se percatan de que están «peor» de lo que creían. También puede ser que nada te haya sorprendido y que la puntuación sea un reflejo fiel del punto vital en el que te encontrabas antes de hacer el ejercicio. Sea cual sea tu caso: estás bien. ¿Sabes por qué? Porque estás empezando a conocerte y eso, lo mires por donde lo mires, es siempre bueno.

PASO 4: Busca relaciones entre las áreas

Una vez hayas terminado con la puntuación deberás hacerte la siguiente pregunta: ¿qué áreas tienen relación entre sí? ¿Qué áreas dependen de otras áreas? Por ejemplo, es habitual encontrarme con personas que relacionan su carrera profesional con el dinero (más satisfecho con su trabajo, más dinero que obtienen en un medio plazo); del mismo modo también relacionan el dinero con el ocio (si es que una parte importante de su ocio requiere un desembolso económico), por lo que si tienen más dinero aumentarán también sus niveles de disfrute en su tiempo libre.

Otro caso habitual es el de aquellos que están pasando por un momento delicado desde un punto de vista anímico; para estas personas normalmente mejorar su área «salud» (salud emocional o estado de ánimo en este caso) estaría íntimamente relacionado con el resto de áreas ya que con más alegría e ilusión mejorarían sus relaciones humanas, rendirían más en sus trabajos, tendrían más ganas de disfrutar del tiempo libre, etc.

Recuerdo aquella persona que durante uno de mis talleres y justo en este punto levantó la mano y me dijo: «Iván, creo que estoy haciendo el ejercicio mal, no encuentro ninguna relación entre mis áreas vitales». No es obligatorio encontrar relaciones entre las distintas áreas de tu vida; recuerda que no hay manera posible de que hagas este ejercicio mal.

PASO 5: Descubre el área punto de apoyo dentro de la rueda de tu vida

Un punto de apoyo es un medio, un utensilio que, usándolo conjuntamente con una palanca, nos permite conseguir mucho con poco (recuerda la frase de Arquímedes sobre la ley de la palanca: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo»).

A continuación te propongo que descubras tu punto de apoyo vital, es decir, el área de tu vida que, haciendo lo que tienes que hacer para mejorarla (planteándote y consiguiendo objetivos que te aporten más bienestar), hace que aumente también tu nivel de satisfacción en otros aspectos de tu vida. Es una forma de ahorro de energía de modo que consigamos más con menos, más satisfacción general con una acción focalizada en solo alguno de los aspectos de tu vida. Parece magia, ¿verdad?

Recuerda, tómate esto como un juego y trata de encontrar esa área con el corazón. Cuanto menos pienses la respuesta (y más sientas), mejor.

Truco

Si no consigues saber cuál es tu punto de apoyo, prueba esta estrategia:

1 Elige una de tus áreas e imagínate cómo sería tu vida si elevases la satisfacción de la misma hasta un 10; ahora, piensa: ¿qué impacto tiene en el resto de áreas?

2 Anota qué nueva puntuación tendría el resto de áreas (con una de ellas elevada hasta 10)

3 Repite los dos puntos anteriores con el resto de áreas

4 Tu área «punto de apoyo» es aquella que, elevando su puntuación a un 10, mejora en un mayor grado el resto de áreas de tu vida

Importante: tu punto de apoyo no necesariamente tiene que coincidir con el aspecto de tu vida en el que te sientas menos satisfecho. Por ejemplo, imagina que has puntuado con un 7 tu vida social (familia y amigos), es decir, te sientes razonablemente satisfecho; al mismo tiempo imagina que todavía sientes que puedes elevar esa puntuación y que dicha mejora impactará de manera positiva en muchos otros aspectos de tu vida. Es decir, podría ser sin ninguna duda una buena candidata a ser punto de apoyo aunque se haya puntuado con una nota relativamente alta (un 7).

Recuerda: tu intuición acerca de lo que es importante para ti vale más que cualquier herramienta de autoconocimiento. Esta herramienta está ideada para destapar esa intuición; permite que emerja. Ya tienes las respuestas, solo deja que salgan a la luz.

PASO 6: Escribe un objetivo que consiga aumentar los niveles de satisfacción de tu área punto de apoyo

Llegó la hora de la verdad. Escribe un objetivo que eleve lo máximo posible el área definida como tu punto de apoyo y, por extensión, eleve también el resto de áreas relacionadas. Escribe lo que sientas con tus palabras, no te preocupes de momento por cómo formulas el objetivo. Vamos: ¿cuál es tu meta más prioritaria? Es de suma importancia que escribas un objetivo antes de seguir leyendo.

¿Lo tienes? Fantástico. Lo que veremos en el siguiente capítulo será un método para pulir dicho objetivo, darle forma, color, sabor y textura. Ahora mismo lo que tienes tal vez se parezca más a un deseo que a otra cosa, pero ese es mi trabajo: convertirlo en algo factible para que puedas empezar desde ya a caminar en la dirección vital marcada por tu objetivo.

Para aumentar el impacto y eficacia del resto del libro te invito a que leas los siguientes capítulos siempre con este objetivo (u otro) en mente; así trabajarás las ideas y herramientas que te proponga siempre con algo real para ti.


Esta herramienta está ideada para utilizarse cada cierto tiempo (semanas, meses) de modo que en cada momento puedas ir analizando dónde te encuentras a nivel vital. El grado de satisfacción es algo tremendamente subjetivo y lo que probablemente te suceda al elevar un área a través de un objetivo (o varios) es que al cabo de un tiempo vuelvas a sentirte de algún modo «insatisfecho» en dicha área. ¡Es normal! Las personas tenemos siempre afán de crecimiento; aunque consigas algo deseable en tu vida, eso mismo te llevará a anhelar más objetivos para seguir elevándote como ser humano.

Mi recomendación es que utilices esta herramienta cada tres o cuatro meses para reordenar la prioridad de tus objetivos y a la vez seas consciente de las áreas de tu vida que necesitan más atención en cada momento.

Aprende a plantear tu objetivo

Como decíamos, tener objetivos forma parte de nuestro ADN: a lo largo de nuestras vidas nos hemos planteado centenares de objetivos (¡y los que quedan!) Ahora bien, ¿te has preguntado por qué en ocasiones, aún queriendo conseguir algo, no te pones manos a la obra? ¿Has tenido alguna vez esa rara sensación de no sentirte satisfecho del todo tras conseguir un objetivo? ¿Te ha pasado que empezaste con mucha energía y entusiasmo pero luego abandonaste a mitad de camino?

Lo que sucede en estos casos es que nos planteamos objetivos que en realidad no lo son. En ocasiones formulamos objetivos para huir de nuestra situación, por ejemplo: «Quiero dejar mi empleo». Otras veces nos planteamos objetivos que ni siquiera sabemos concretamente lo que significan como «Quiero estar mejor»; he tropezado con personas que incluso han delegado la consecución de sus metas a terceras personas planteándose objetivos del tipo «Quiero que mi jefe deje de ignorarme».

Con todo mi cariño, lo que acabas de leer no son objetivos. Son otra cosa. Son deseos al aire, frases sin dirección. Un objetivo tiene que ser algo claro, firme y conciso. Un objetivo tiene que motivarte y empujarte a conseguirlo, si no no es un objetivo; no caigas en la trampa de confundir metas con deseos o, peor aún, con obligaciones autoimpuestas.

Para que un objetivo cumpla su función (es decir, servir como medio para elevar nuestra vida en algún aspecto), tiene que cumplir unas características determinadas. Esas características asegurarán que te hagas dueño de tu objetivo y que entiendas a la perfección todo lo que lo rodea: qué significa para ti, qué impacto va a tener en tu vida o cuándo tendría sentido que estuviese cumplido. Solo a través del análisis de tu objetivo serás capaz de responsabilizarte del mismo.

Te cuento a continuación las cualidades que tiene que cumplir tu objetivo haciendo uso del acrónimo E.M.Po.Dé.R.A.T.E.®

Objetivos E.M.Po.Dé.R.A.T.E.®

Características de los objetivos E.M.Po.Dé.R.A.T.E.®:

 Equilibrado: el objetivo no debe desequilibrar ningún aspecto de tu vida

 Medible: tienes que tener referencias para saber si has conseguido tu objetivo (y si estás haciendo lo correcto para conseguirlo)

 Positivo: tienes que saber lo que quieres, la dirección vital en la que quieres ir

 Deseable: tienes que amar tu objetivo. Tu objetivo ha de ser tuyo

 Realista: tienes que creerte que puedes alcanzar tu objetivo asumiendo que encontrarás retos y desafíos por el camino

 Acción: tienes que ser capaz de iniciar y mantener acciones que te acerquen a tu objetivo

 

 Tiempo: tu objetivo tiene que tener una fecha tentativa de consecución

 Específico: tienes que definir muy bien tu objetivo

Esto es lo que llamamos en metodología coaching «objetivos bien formados». Si nuestro objetivo cumple estas características ya habremos recorrido la mitad del camino, créeme. Pasamos ahora a analizar y desarrollar cada una de estas cualidades para que comprendas la importancia de cada una de ellas; y es que todas son críticas, todas son importantísimas. Si nuestro objetivo no cumple alguna de ellas es muy probable que nos cause problemas en el camino…, incluso que lleguemos a abandonar. O peor aún, que lo consigamos a través de desatendernos en algún aspecto y que encima al conseguirlo nos encontremos igual (o peor) que antes.

«Un objetivo tiene que motivarte y empujarte a conseguirlo, si no no es un objetivo».

No es necesario trabajar estas cualidades en un orden determinado; es más, puede que según vayas trabajando un aspecto determinado de tu objetivo quieras volver atrás y revisar una cualidad que supuestamente ya habías contemplado. Es normal. Cada capítulo de este libro te irá proporcionando más y más información, y probablemente quieras de vez en cuando volver a revisar algún apartado de nuevo. El orden en el que te las voy a mostrar es el que mejor resultado da en mis talleres aunque recuerda: todas son igualmente importantes.

Por lo tanto, sigue conmigo. Lo que estás a punto de leer fue tremendamente revelador para mí y espero de todo corazón que te ayude de ahora en adelante a la hora de plantearte objetivos.

Ten muy presente el objetivo que trabajaste en el apartado anterior (u otro que tengas en mente); así conseguirás que todo lo que leas tenga un cariz real de forma inmediata ya que estarás poniendo en práctica todo lo que te iré proponiendo. Al final de cada capítulo encontrarás una herramienta para garantizar que tu objetivo cumple todas y cada una de las cualidades que te propongo.

¿Listo para pulir tu objetivo?

EMPoDéRATE - PLANTEADO EN POSITIVO

Lo que no quieres NO es tu objetivo

¿Sabes? En general las personas solemos tener claro lo que no queremos. «No quiero seguir en este trabajo», «No quiero tener miedo a hablar en público», «No quiero seguir preocupándome», «No quiero estar triste», etc.

¿Te suenan estos «objetivos»?

Echando un vistazo atrás en mi vida me he dado cuenta de que personalmente me había puesto muchos objetivos de este estilo; del mismo modo, muchas personas con las que trabajo profesionalmente acuden a mí con este tipo de metas para que las acompañe en su viaje.

Bien, aquí llega el mensaje revelador: esto no son objetivos. Ni de lejos se parecen a un objetivo. Te explico: un objetivo tiene que ser capaz de llevarnos a ese lugar vital en el cual sabemos que vamos a estar mejor (estado deseado); este tipo de objetivos planteados con lo que «no queremos» realmente no están marcando un destino en nuestras vidas; solo ponen el foco en que no estamos bien donde estamos.

Mira, plantearse un objetivo es lo mismo que entrar en un taxi. Imagina que subes a un taxi y el conductor te pregunta: «¿A dónde quiere ir usted?», y tú vas y le respondes: «Mire, no quiero ir al centro de la ciudad»; el taxista, extrañado, te volverá a preguntar: «Muy bien, centro de la ciudad tachado de mi GPS, ¿a dónde quiere ir?»; luego vas y le respondes: «Verá, no quiero ir al aeropuerto más cercano». A estas altura el taxista ya solo tiene dos opciones: echarte del taxi (improperio incluido) o, desesperado, obligarte a que le digas a dónde quieres ir en lugar de a dónde «no» quieres ir.

¿Se entiende la idea? Si no decimos al taxista a dónde queremos ir jamás podrá llevarnos a ningún sitio. Lo mismo pasa con nuestro cerebro: si no le damos una dirección vital (un verdadero objetivo), jamás haremos lo que tenemos que hacer para caminar en esa dirección; jamás haremos lo que tenemos que hacer para conseguirlo.

¿Sabes? En el pasado cada vez que me encontraba incómodo en un trabajo terminaba en otro similar y siempre al cabo de unos tres o cuatro meses (si no antes), volvía a tener esos sentimientos de «algo no va bien». He confirmado esto con la inmensa mayoría de compañeros que se iban a otras empresas; cuando charlaba con ellos al cabo de unas semanas resulta que estaban quejándose por las mismas cosas que los empujaron a cambiar de trabajo: horarios, jefes, carga de trabajo, organización, etc.

Claro, amigos. Es que cambiar de empleo no garantiza que estarás bien allá donde vayas. Ni de lejos. Cuando tu objetivo es cambiar de empleo te aseguras un cambio, es cierto, pero al no estar gestionando el lugar al que quieres ir de verdad solo hacen falta unos pocos meses para volver a encontrarte en una situación similar. Sería una cuestión pura de azar el que estuvieses bien en ese otro trabajo; mi pregunta aquí es: ¿dejarías en manos del azar tu propia realización y tu felicidad?

Respira. Es tremendamente humano creer que lo que no queremos es un objetivo, claro; y es que los sentimientos son súper útiles: son una herramienta fantástica que nos ha sido otorgada para saber que «esto, no». Los sentimientos negativos del tipo que sean son una guía interna fantástica para ser conscientes de que hay algo que tenemos que hacer de forma diferente para estar bien. Pero ojo, esos sentimientos de malestar son solo una señal de alerta. Estar «mal» no aporta luz a priori de qué es lo que tenemos que hacer para estar «bien».

Atraes a tu vida todo aquello en lo que piensas, lo desees o no

Existe una regla universal que dice que todo aquello en lo que piensas, en lo que vibras (los pensamientos generan sentimientos), es lo que atraes a tu vida. Es decir, cuanto más piensas en algo (vibras y sientes), más de eso tienes en tu vida. Además, los pensamientos (sobre todo los negativos) son adictivos, y si nos descuidamos podemos caer en situaciones crónicas de malestar, apatía o depresión.

Imagina que tu objetivo es «No quiero tener miedo». Te levantas por la mañana y repites tu objetivo cinco veces. Haz la prueba, repite conmigo:

 «¡No quiero tener miedo!»

 «¡No quiero tener miedo!»

 «¡No quiero tener miedo!»

 «¡No quiero tener miedo!»

 «¡No quiero tener miedo!»


¿En qué estás pensando realmente? Eso es: en miedo. Estás vibrando con el miedo. Y más de eso tendrás en tu vida.

Mira, el cerebro no entiende la palabra «no». En serio. Repite cualquier frase con la palabra «no» y dime qué es lo que sientes. Te doy ejemplos: «No me gusta la violencia», «No me gusta ver animales encerrados», «No quiero fumar». Ahora, dime: ¿en qué piensas cuando repites estas palabras? Exactamente: piensas en violencia, animales encerrados, fumar. Piensas justo en todo menos en el «no». Y es que claro, para saber en lo que no tienes que pensar, tienes que pensar en ello. Parece una perogrullada, pero quiero que entiendas la tremenda importancia de esto.

Te propongo un ejercicio: durante los próximos cinco segundos trata de no pensar en un elefante de color azul.

¿Ya?

¿Qué ha pasado? Pues que tienes que pensar en el elefante azul para tratar de no pensar en el elefante azul.

Así funciona tu cerebro: elimina el «no» y se queda con la otra parte de la frase. Cuando planteamos objetivos con lo que no queremos nos anclamos al estado que queremos abandonar aumentando las sensaciones de insatisfacción y, peor aún, no nos dan ningún tipo de información sobre a dónde tenemos que ir ni qué tenemos que hacer para estar mejor.

A este tipo de objetivos yo los llamo directamente «antiobjetivos»: no solo no nos llevan a ningún lugar sino que perpetúan el sentimiento de malestar. ¿Tu objetivo contiene la palabra «no»? A continuación te propongo una herramienta para que transformes tu «antiobjetivo» en un verdadero objetivo.

HERRAMIENTA

Formula tu objetivo sin la palabra «no»

 Tras aplicar la herramienta serás capaz de formular tu objetivo en positivo (sin la palabra «no»)

 Tiempo que necesitarás: 20 minutos

Te voy a dar una serie de estrategias para que puedas transformar tu objetivo, expresado en términos de lo que no quieres, en un objetivo bien formado expresado como lo que quieres (en positivo). Para facilitar la comprensión, imaginemos que quiero transformar el objetivo «No quiero seguir teniendo pensamientos negativos».

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