Bioética recobrada

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Este modo de proceder responde al código de ética de los buenos profesionales de la salud, actitud que no implica falta de misericordia o de humanidad ante el paciente que sufre sino —paradójicamente— un respeto sagrado hacia la vida humana que se está extinguiendo. Y es que la vida humana tiene un fin natural que no hay que acelerar mediante acciones suicidas. La vida humana tiene un enorme valor, nunca precio, como nos lo recuerda Kant. Eso indica que, desde la práctica del buen profesional de la salud, el respeto y derecho a la vida y la contribución a la recuperación del enfermo merece toda la atención, infraestructura médica, investigación y sacrificios que sean posibles. Aquí destaca el gobierno y su apoyo a este rubro de interés capital. Los enfermos son personas cuya fragilidad o disminución física, emocional, psicológica y frecuentemente espiritual claman a gritos o en silencio que se les atienda con dignidad, competencia, solicitud y respeto.

Originantes: las mujeres y los hombres son creadores innatos, potencialidad activa que se manifiesta en los diversísimos ámbitos de la vida: pueden engendrar a otros seres humanos si así lo desean; también son artífices de su vida en el presente y futuro en diversa medida, vía los recuerdos, la tradición, el arte, la ciencia, la tecnología, el emprendimiento e iniciativas diversas en el inmenso campo de acción humana, por ejemplo, en el hospital, la familia, las amistades, el manejo de la economía personal, etc., así como en la visión prospectiva y estratégica que se tenga en referencia a su proyecto de vida, individual o comunitario.

Tal creatividad puede apreciarse en los diversos avances e inventos de la raza humana a lo largo de la historia. El espíritu emprendedor (o iniciativas con rumbo) ha llevado al ser humano a la realización de hazañas increíbles pero también de otras que pueden quedar enmarcadas en la frase “no repetir por favor” por el daño causado que, en diversas ocasiones, ha sido irreversible, como lo es, por ejemplo, el problema del cambio climático y calentamiento global, la extinción de ecosistemas enteros, la contaminación del aire y del agua, que a nivel geopolítico empobrece aún más a las naciones y al planeta en general.

Para terminar este apartado recojo un texto profundo y significativo de Hannah Arendt, la gran filósofa alemana, que refleja la originalidad y el milagro que representa la vida de cada ser humano:

Lo nuevo aparece en forma de milagro. Del hombre capaz de acción cabe esperar lo inesperado, lo infinitamente improbable. Y una vez más, esto es posible porque cada hombre es único, de modo que, con cada nacimiento, algo singularmente nuevo entra en el mundo. Con respecto a este alguien, que es único, cabe decir verdaderamente que nadie estuvo allí antes que él […] [de modo que] la pregunta planteada a cada recién llegado es… ¿Quién eres tú?41

3.3. Concretos, no abstractos

Como personas somos individuales, pero siempre abiertas a la comunicación por la sociabilidad inherente a nuestro propio ser. Eso indica que tenemos la capacidad de relacionarnos con familiares, amigos, colegas o desconocidos, como acontece en el primer contacto del médico o la enfermera con sus pacientes, que a priori desean recibir un buen trato y los cuidados médicos y de atención que les permita recuperar la salud.

Si así sucede, ese buen trato es personalizado, empático, concreto, dedicado, amistoso, amoroso, plasmado de servicio al otro. Si no acontece así, el profesional de la salud puede manifestar cualquiera de los dos siguientes perfiles:

a) Atender al enfermo por obligación: realiza lo que tiene que hacer por sentido del deber y eventualmente puede teñirlo de compasión, que podría ser un paso muy importante para la aceptación y apertura al otro, al paciente, y tratarle de modo amable y cordial.

b) Ignorar las necesidades del enfermo y caer en un cumplimiento del deber frío y distante que ante el menor pretexto puede convertirse en indiferencia, olvido del paciente, maltrato físico, emocional y psicológico, al no atenderle de acuerdo con los requerimientos clínicos que el caso amerite, porque al fin al cabo —es la autojustificación— es un desconocido con quien se tiene un trato circunstancial o casual. Se da una evidente pérdida del sentido humanitario, que es esencial en la buena práctica médica y atención a los enfermos.

No hay que olvidar, sin embargo, que el derecho a la salud es uno de los derechos básicos consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (dudh), y no es suprimible ni negociable ni intercambiable por bienes menores.

En síntesis, los seres humanos somos personas con una serie de características, entre las que se encuentran:

 Su alta dignidad antropológica, que se proyecta en la unicidad e irrepetibilidad de cada ser humano como fin y nunca medio,42 contando con su fragilidad y fortalezas, en un ámbito de libertad creativa.

 Racionalidad y relacionalidad, es decir, somos abiertos al conocimiento de lo que existe y a su cultivo amoroso, así como a la constitución de comunidades básicas (la familia), intermedias (la escuela, la empresa), nacionales (el Estado) o globales (la comunidad internacional), con quienes el diálogo y la comunicación abierta y sin prejuicios son siempre deseables.

 Complementarios por la diferencia de sexos, complementariedad que se aprecia en el mundo doméstico, laboral, económico, financiero mercantil, político y social, por la necesidad que tenemos unos de otros, trátese de la familia, la fábrica, la empresa, un hospital, la escuela, las comunidades nacionales o más allá de las fronteras.A nivel internacional, ¿acaso no se habla, una y otra vez de “la casa común”, “la aldea global” donde habitamos mujeres y hombres, y la cooperación global requerida para garantizar la sustentabilidad del planeta?

 Libres, porque nacemos con la capacidad de autodeterminarnos y ejercer nuestra libertad en el campo de los derechos y las obligaciones, pero también de soñar y buscar un proyecto personal de vida que dé rumbo a nuestra existencia, por ejemplo, con la elección de estado civil y profesión, sitio de residencia, amistades o búsqueda de mejores oportunidades laborales, asociaciones profesionales, etcétera.Asunto distinto es dirimir sobre los obstáculos que existen en el ejercicio de la libertad humana, como pueden ser —entre otros— la violencia, los arrebatos pasionales, los trastornos mentales profundos o las leyes injustas en una determinada región, que de facto toleran diversas formas de esclavitud o atropello a la dignidad humana, como son la prostitución infantil, la trata de personas o el narcotráfico.

 Ciudadanos responsables con una actitud activa en la construcción y desarrollo de una sociedad, gobierno, cultura y civilización que enriquezca a las mujeres y hombres singulares. Muchos de los problemas que existen se deben a la pasividad y falta de compromiso en esta tarea. Es insoslayable que se tenga conciencia del papel de la sociedad civil en el mundo actual y del ejercicio de una ciudadanía activa y democrática que no esté dirigida a unos pocos sino a todos, en la búsqueda y cultivo del bien común.

4. Otras interpretaciones en torno a quién es el ser humano

Al preguntarnos quiénes somos, encontramos en la historia del pensamiento filosófico diversas tradiciones y respuestas. Mencionamos unas mínimas ideas de cinco posturas antropológicas que impactan fuertemente a la sociedad de nuestros días en sus valores y decisiones éticas; la última de ellas se vincula con el realismo clásico que defendemos.

4.1. Descartes y su cogito ergo sum (pienso, luego existo)

René Descartes priorizó la idea de lo que somos por sobre la realidad, y ello le condujo a la ruptura de la unidad de la persona, al sostener que estamos integrados por dos sustancias separadas: la res extensa (materia) y la res cogitans (pensamiento), que abrió el camino en los siglos xvii-xviii a los racionalismos (pura razón) y empirismos (pura materia); idealismos y materialismos de diverso cuño, en donde la verdad correspondiente a la unidad de la persona humana y su naturaleza propia, ya no eran relevantes, perdiéndose la articulación unitaria en el ser humano entre lo somático y lo espiritual: entre lo orgánico, lo sensible y lo racional.

4.2. La filosofía de Kant en sus obras cumbre

En la Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785) y su Crítica de la razón práctica (1788) el filósofo alemán sostiene que los seres humanos somos seres racionales y fines en sí mismos, nunca solamente medios. Este es un texto fundamental:

Los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad sino en la naturaleza, tienen, empero, si son seres irracionales, un valor meramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio, los seres racionales llámense personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado meramente como medio y, por tanto, limita en ese sentido todo capricho (y es un objeto del respeto).43

Eso indica que los seres humanos no estamos sujetos al arbitrio de cualquier deseo o capricho y mucho menos a cualquier tipo de manipulación, porque eso sería “cosificarnos”, “instrumentalizarnos” en detrimento “del valor y nunca precio” que poseemos como personas. Otra conclusión que se deriva de lo anterior es que la investigación científica, sus avances y aplicaciones tecnológicas deben estar al servicio de la humanidad y de un futuro sostenible, como recomienda la onu y nunca por encima de él.

4.3. La interpretación materialista y biologicista de la condición humana

Esta visión reduce lo humano al campo científico experimental, puro cuerpo utilizable y manipulable de acuerdo con una libertad sin límites; en ese sentido, a nivel bioquímico el ser humano es un conjunto de sustancias químicas y elementos que interactúan en una complejidad y equilibrio increíbles, o material genético que puede ser manipulado sin reparo alguno para conseguir mejoras en la raza humana a costa de lo que sea, si el avance de la ciencia lo requiere.

 

Este planteamiento nos obliga a pensar en la dimensión normativa que el respeto y cuidado a la vida humana exige, entre ellos, los debidos al cuerpo. Habermas, por cierto, desde su ética de la acción comunicativa realiza una acre crítica a la eugenesia liberal, que “es insensible a los fundamentos normativos y naturales de la vida humana, pues atiende sólo a las propias preferencias”.

4.4. La ética del consenso de Habermas

El filósofo alemán, en su libro, El futuro de la naturaleza humana (2002), hace una defensa de la persona desde su enclave kantiano, otorgándole, como Kant, un estatuto de finalidad moral —nunca meramente medio— derivado de su dignidad inviolable. Sin embargo, ante los embates neopositivistas44 en torno al estatuto del embrión humano, Habermas se repliega al concederle al embrión una “vida pre-personal”, que opone a “la vida personal” que —en su planteamiento— se obtiene con el nacimiento.

Ese matiz no es menor. En su planteamiento, Habermas opta por la primera opción: la vida del ser humano en el vientre materno es pre-personal,45 con lo cual no es sujeto de derechos ni de ningún tipo de moralidad, justo por encontrase en proceso de gestación biológica y anatómica, omitiendo el perfil y riqueza que como ser humano posee desde el momento de la concepción: el óvulo fecundado o embrión es humano y no pertenece, atendiendo a su naturaleza específica, a ningún otro animal, entre ellos los primates.

Con ello, Habermas hace una concesión ideológica derivada de su propia filosofía por querer entablar un diálogo intercomunicativo entre todos aquellos que se plantean si el ser humano desde su concepción es una persona (que lo hace sujeto de una dignidad y derechos inviolables), o si ese estatuto se adquiere con el nacimiento y la socialización intercomunicativa con sus progenitores, familiares y el mundo que le rodea. Indudablemente la educación y socialización de las personas son factores que influyen, pero el asunto es más radical porque el estatuto de los seres humanos como personas es ontológico y no contractual o por consenso.


Imagen 2.5. La postura que propone Habermas de que tanto el embrión como el feto son pre-humanos, contradice la misma biología de las especies y abre la puerta a cualquier tipo de permisivismo y manipulación en el embrión; una posición así es altamente discutible porque no corresponde a la verdad del ser humano.

El enfoque habermasiano es consecuencia de la incapacidad ideológica del filósofo alemán de sobrepasar lo fenoménico e indagar qué está más allá; es decir, lo que sustenta desde su origen la noción de persona, que es su ser humano recibido en el momento mismo de la concepción, aun cuando, por el grado de desarrollo biológico en el que se encuentra ese embrión, ante el microscopio se vea como un conjunto amorfo de células vivas, pero cuya genética e identidad es humana —en otras palabras, su naturaleza esencial es humana—, ya que se trata de una persona en sus primeros días de gestación.

El hecho de preferir el consenso y el diálogo en una cuestión tan relevante y compleja a la apertura analítica de una antropología que no es la suya, trae graves consecuencias en el conocimiento de lo que somos e influye en legislaciones altamente liberales, donde la manipulación del embrión humano es casi cuestión de rutina. Sin embargo —recordémoslo—, cualquier planteamiento filosófico, para ser verdadero, requiere de la certificación de la realidad libre de prejuicios ideológicos, políticos y sociales, y no solamente atender a las “propias creencias” ajenas a la verdad, o compromisos adquiridos, aun cuando no respondan a lo que verdaderamente se es.

4.5. El realismo contemporáneo

Esta posición implica reconocer el valor de la persona y el respeto a su dignidad y derechos, y se encuentra vinculada a la concepción clásica de corte greco-cristiano. Entre sus antecesores ideológicos se encuentran —como sabemos— Sócrates, Platón, Aristóteles, Agustín, Boecio, Tomás de Aquino, Kant, Kierkegaard, Gabriel Marcel, Max Scheler, y pensadores actuales como Martín Buber, E. Mounier, J. Maritain, Karol Wojtyla, X. Zubiri, Charles Taylor, Leonardo Polo, Hans Jonas, Alejandro y Carlos Llano Cifuentes, Hannah Arendt, entre otros. En todos ellos encontramos una línea de continuidad en lo esencial, pero matizada por sus aportaciones particulares, al gran tema de “¿quién es el hombre?”, que conlleva a la necesaria respuesta: “¡Es una persona desde el momento de su concepción hasta su muerte!” Los presupuestos doctrinarios de estos pensadores tratan de recoger la verdad esencial sobre el ser humano a nivel ontológico y/o moral.46

Lo relevante es que, reconociendo la unicidad e identidad propia de todo ser humano desde su concepción (el hijo no es la madre, aun cuando se albergue en su seno durante la gestación), no dejan de lado el carácter sustantivo, dinámico y abierto que le corresponde, y que se manifiesta en su interrelación con otros seres humanos, incluyendo a la familia, la escuela, los amigos, el trabajo, la vida de relación político-social y económica y su vinculación con el ambiente y la naturaleza física.

De este modo se subraya su carácter comunitario y social, su libertad creativa, su vida ética y su sentido de trascendencia, al no encerrarse en sí mismo como una isla ajena a las demás, sino como un sujeto activo, libre y responsable, cuyo origen está en el momento de ser concebido y su historia discurre en el tiempo que le ha tocado vivir para fraguar su propio destino, en lo personal y comunitario. Pero no solamente eso, sino que —con Tomás de Aquino, Kant, Buber, Scheler, Jonas y cualquier otro humanista que explore y defienda a la persona— se admitirá su alto valor y dignidad, y una serie de derechos y principios universales, que no son negociables ni pueden suprimirse por una racionalidad tecnocrática, posmoderna y poshumana,47 que suele olvidar con frecuencia que somos personas.

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1 Doctora en Filosofía por la Universidad de Navarra, España. Académica del Tecnológico de Monterrey (campus Ciudad de México) en la Escuela de Humanidades y Educación. Investigadora huésped de la Hubei University (China). Miembro de distintas asociaciones científico-filosóficas.

2 Troyer J. Bentham, James Mill, The Classical Utilitarians, Indianapolis/Cambridge, Hackett Publishing Company, 2003.

3 J. Stuart Mill, El utilitarismo, España, Alianza Editorial, 2014.

4 E. Anscombe, “La filosofía moral moderna”, en La filosofía analítica y la espiritualidad del hombre, Pamplona, eunsa, 2005, pp. 95-122.

5 J. Pereira Pérez, J. Enríquez Sordo. Las concepciones morales de la ética utilitarista y su influencia en la Bioética. Ámbito Jurídico [en línea], disponible en <http://www.ambito-juridico.com.br/site/index.php?n_link=revista_artigos_leitura&artigo_id=8682>.

6 G. Gutiérrez, La estructura utilitarista del consecuencialismo, Revista de Filosofía, III(1990): 141-174.

7 S. Scheffler Consecuentialism and its Critics, 1. Citado por José María Torralba en Consecuencialismo, p. 207 [en línea], disponible en <www.unav.es/filosofia/.../consecuencialismo.pdf>. Consultado el 9 de marzo de 2018.

8 J. M. Torralba, Consecuencialismo, p. 208 [en línea], disponible en <www.unav.es/filosofia/.../consecuencialismo.pdf>. Consultado el 9 de marzo de 2018.

 

9 L. F. Valdés, Bioética y opinión pública. Cuestiones debatidas sobre la vida en México y en el mundo, México, Minos III Milenio, 2014, pp. 77-89.

10 Cfr. “Talidomida: una historia inacabada. Anales de pediatría” (editorial), Asociación Española de Pediatría [en línea], disponible en <https://analesdepediatria.org/es-talidomida-una-historia-inacabada-articulo-S1695403312005383>.

11 Cfr. “El experimento Tuskegee: ¿ciencia o empecinamiento cínico?” [en línea], disponible en <https://medium.com/opini%C3%B3n-con-foro/el-experimento-tuskegee-ciencia-o-empecinamiento-c%C3%ADnico-f157ba7ba9f2->.

12 I. Kant, Crítica de la razón práctica, México, Porrúa, 1992; Metafísica de las costumbres, México, Porrúa, 2003.

13 A. García Fernández, Ética y deontología, p. 72 [en línea], disponible en <http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/119365/1/EB19_N159_P67-75.pdf>. Consultado el 9 de marzo de 2018.

14 J. Frenk, “Medicina liberal y medicina institucional”, Salud pública de México, V época, Vol. XVIII, número 3, mayo-junio de 1976, p. 482 [en línea], disponible en <https://www.google.com/search?client=firefox-b-d&q=liberalismo+moral+en+medicina>.

15 C. Gilligan, In a Different Voice: Psychological Theory and Women´s Development, Cambridge, Harvard University Press, 1982.

16 M. Medina-Vicent, “La ética del cuidado y Carol Gilligan. Una crítica al desarrollo moral de Kohlberg para la definición de un nivel moral posconvencional contextualista”, Daimon. Revista Internacional de Filosofía núm. 67, 2016 [en línea], disponible en <http://revistas.um.es/daimon/article/viewFile/199701/190981>. Consultado el 10 de marzo de 2018.

17 La privación de la propia vida con ayuda de otros se practica en diversas clínicas suizas contiene permiso gubernamental. Aquí encontramos un claro ejemplo de que lo legalmente aceptado no siempre es lo moralmente plausible, aun cuando sus defensores invoquen razones humanitarias o de “elección de morir y no esperar a la muerte natural”. El derecho fundamental a la vida se ve aquí suplantado por “el derecho libremente tomado de morir por mi propia mano”. La Asociación Médica Mundial condenan ese tipo de prácticas. Cfr. “La Asociación Médica Mundial se opone al suicidio asistido y a la eutanasia”, Laboratorio de Bioética, Instituto Ciencias de la Vida. Universidad de Valencia [en línea], disponible en <https://www.observatoriobioetica.org/2018/01/la-asociacion-medica-mundial-se-opone-al-suicidio-asistido-y-la-eutanasia/21607>. Consultado el 25 de marzo de 2018.

18 L. F. Valdés, op. cit.

19 M. F. Chávez Ascencio, La persona humana [en línea]. disponible en <http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/revdpriv/cont/11/dtr/dtr1.pdf>. Consultada el 31 de marzo de 2018.

20 J. Fernández López, Hispanoteca. Lengua y cultura [en línea], disponible en <http://www.hispanoteca.eu/Foro-preguntas/ARCHIVO-Foro/Persona.htm>. Consultado el 31 de marzo de 2018.

21 Este fenómeno de exclusión de otros seres humanos como personas no es una novedad, como lo muestra la historia; por ejemplo, conocemos que entre los romanos únicamente quienes tenían la ciudadanía eran personas; en Nueva España es célebre la polémica entre fray Bartolomé de las Casas y su rabioso opositor Ginés de Sepúlveda en torno a la condición humana o la bestial condición de los indígenas (Cfr. Fray Bartolomé de las Casas, Apología contra Ginés de Sepúlveda). La misma interpretación se encuentra –con cambio de circunstancias– en el siglo xx, con la incomprensión y el choque de culturas entre los defensores de los derechos civiles y quienes apoyan la segregación racial, que consideran a las personas negras como seres inferiores. La lucha de Martin Luther King en Estados Unidos y la de Nelson Mandela en Sudáfrica así lo demuestran.

22 F. Carpintero, La noción cristiana de persona en la creación de Europa [en línea], disponible en <http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/arsiu/cont/47/trj/trj9.pdf>. Consultado el 26 de febrero de 2018.

23 Tomás de Aquino, Suma teológica, I, q. 29, a 3.

24 G. Pico della Mirándola, Discurso sobre la dignidad del hombre, Barcelona, ppu, 2002.

25 Tomás de Aquino, Suma teológica, I, q.29, a 3: “Persona significat id quod est perfectísssimi in tota natura”.

26 I. Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Trad. M. García Morente, Madrid, Encuentro (1785), 2003.

27 No al modo del dualismo cartesiano sino en la unidad clásica que hunde sus raíces en el ser y la esencia de cada persona singular y concreta. Cfr. H. Cuéllar Pérez, Persona. Núcleo del tejido social, México, Instituto de Enlaces Educativos, 2011.

28 Jérôme Lejeune Foundation, EUA [en línea], disponible en <https://lejeuneusa.org/>. Consultada el 21 de abril de 2018.

29 Y esto lo sostengo a pesar de la polémica que han desatado diversas tesis provocadas por el transhumanismo que, en su afán evolutivo, futurista y de mejora (enhacement) permanente de la especie humana a través de la biotecnología, quiere suprimir la naturaleza del hombre con la finalidad de dar origen a otras nuevas especies transhumanas, como los Silorgs, Symborgs, Orgobogs y todos los “borg” (organismos biónicos) en expresión de Paul Widman, que puedan ir creando en los años por venir.

30 Cuando se habla de tradición no estamos hablando de valores del pasado, que conviene dejar atrás, sino de la savia viva que procede de quienes nos antecedieron (hombres, culturas y civilizaciones) e impacta con su riqueza el tiempo que nos ha tocado vivir. No es algo muerto, sino el pensamiento, la cultura, la ciencia, el arte, la sabiduría moral, que forman parte del legado de la humanidad y que cuando es aprovechado contribuye a la configuración de la cultura y civilización presente y su proyección al futuro, que es su sustentabilidad. Estamos hablando del discurrir vivo de la historia, la cultura y la civilización humanas, en su constante devenir sin olvidar lo cultural y axiológicamente plausible de lo anterior.

31 Boecio, “Sobre la persona y las dos naturalezas”, en Clemente Fernández (ed.), Los filósofos medievales, Cap. III, Madrid, bac, 1979.

32 J. Ballesteros, El estatuto del embrión [en línea], disponible en <http://www.mercaba.org/Filosofia/Etica/BIO/estatuto_del_embrion.htm>. También D. García Fernández, “El embrión humano o nasciturus como sujeto de derecho”, Revista uscs, año X, núm. 17, julio 2009 [en línea], disponible en <seer.uscs.edu.br/index.php/revista_direito/article/viewFile/886/738>.

33 J. Corominas, Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid, Gredos, 2001.

34 Boecio, “Sobre la persona y las dos naturalezas”, en Los filósofos medievales, Cap. III, C. Fernández (ed.), Madrid, bac, 1979.

35 J. A. Corbin, Los nueve tipos de maltrato y sus características [en línea], disponible en <https://psicologiaymente.net/forense/tipos-de-maltrato>. Consultado en mayo de 2018.

36 Séneca, Cartas morales a Lucilio, Vol. II, Epístola XCV, Barcelona, Orbis, 1984, p. 97.

37 Cfr. Pronombres indefinidos. La guía de la lengua [en línea], disponible en <http://lengua.laguia2000.com/gramatica/pronombres-indefinidos>. Consultado el 19 de febrero de 2018.

38 Dejo de lado la discusión en torno a la fecundación artificial de los seres humanos, que de suyo trae consigo múltiples implicaciones científico-tecnológicas y jurídico-morales, que serán tratadas más adelante.

39 Doctor Muerte: la historia de Jack Kevorkian [en línea], disponible en <https://www.aciprensa.com/recursos/doctor-muerte-la-historia-de-jack-kevorkian-156/>. Consultado el 20 mayo de 2018.

40 En un célebre pasaje de La fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785), Kant escribe: “En el reino de los fines todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene dignidad. Lo que se refiere a las inclinaciones y necesidades del hombre tiene un precio […], pero aquello que constituye la condición para que algo sea fin en sí mismo, eso no tiene meramente valor relativo o precio sino un valor interno, esto es, dignidad”, Kant, op. cit., p. 74. En la edición de Akk, la referencia es gms, 434.

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