Tengo en este lado una penita,
a ver si me la quitas.
Tengo en el otro esperanzas,
déjamela si te vas.
He visto ubres:
por resignación de chico,
por histerismo de joven,
por satisfacción de adulto,
por obligación veré de viejo.
Me quiero desgobernar.
Guerra tras guerra, ¿y qué se ganó?
Por los ojos han comido
y ven con la boca abierta.
Se te da tan mal agradecer
que llevas intentándolo todo el día.
Te propongo dos cosas,
comenzando
por una sonrisa
y terminando
porque me propongas.
Me da miedo verte y que digas:
«el tiempo lo cura todo
y aquí no pintas nada».
Me elevaste tan lejos aquella noche
que te vi ajustando mi reloj,
para que cayéramos los dos
al mismo tiempo.
Si dices mucho,
correrás el riesgo de estropearlo todo.
Si dices poco,
correrás el riesgo de no haber dicho lo suficiente.
Si no dices nada,
no correrás riesgo alguno.
Si no corres riesgo,
no disfrutas.
Bésala,
y si está enfadada,
bésala enfadada.
Los exitosos buscan siempre soluciones.
Los victimistas se preguntan:
«¿Por qué me pasa esto a mí?».
Si pasado un año sientes
que aún recorres tu camino,
tienes una fortuna.
Si pasado un año sientes
que aún estás en el mismo sitio,
tienes un problema.
Intentemos desligarnos
de la autocomplacencia
y del orgullo excesivo.
Al final, tú existías sin mí
y yo existía sin ti.
No se trata de competencia,
sino de superarnos.
No se trata de desafiarnos,
sino de coexistir.
Mi parlamento siempre pide
clemencia, que este ciudadano
deambula más solo que un uno
y se me escapa de las manos.
De cara a tu partida
sentí que no me daba la vida
y que se me iba el santo al cielo.