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Curiosidades antiguas sevillanas

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Las amplias escaleras ofrecían así mismo ricos techos semiesféricos ó de artesón, ricamente pintados y dorados y zócalos de azulejería, la cual empleábase también en las tabicas de los pirlanes y en los asientos labrados de material que ocupaban en los descansos, los gruesos de muros.

Para comprobación de cuanto dejamos dicho poseemos en Sevilla en primer lugar nuestro regio Alcázar, en cuyas techumbres, yeserías, zócalos de azulejos, portages etc. verá el lector estrechamente unidos los elementos sarracenos con los cristianos, siguiendo luego en importancia las Casas de «Pilato» y de Alba con las demás que antes enumeramos, en alguna de las cuales predominan los motivos platerescos sobre los mudéjares, como en la de los Pinelos, y en otras como las citadas, entran estos en segundo lugar.

Fuera de Sevilla sí podemos citar un tipo de casa esencialmente plateresco, bellísimo por cierto, y acreedor á una monografía, que por lo menos nos conserve su memoria, pues, dado el relativo abandono en que se encuentra, sinó desaparece, sufrirá las consecuencias de restauraciones que la priven de su carácter primitivo adulterando sus preciosos ornatos. Nos referimos á la casita del Sr. Capellán de la iglesia del Santo Sepulcro, que forma parte de la monumental Colegiata de Osuna.

Puede decirse que es una casa en miniatura, un pequeño modelo de vivienda construido por un artista enamorado del estilo de renacimiento, que bien merecía ser copiado por el inteligente y entusiasta arquitecto de esta ciudad don Aníbal González, restaurador de las buenas tradiciones del genuino arte sevillano.

Dicha construcción, data próximamente, de los primeros años de la segunda mitad del siglo XVI.

¿Qué diremos por último del moblaje? No uno, sino muchos capítulos serían precisos para dar una idea de los tesoros acumulados en las casas sevillanas por sus opulentos dueños, de los cuales nos dan razón muy minuciosa los inventarios de la época. Ya dijimos que pinturas, tapices y guadameciles adornaban los muros; aplicándose también los unos y los otros para los reposteros con que se cabrían las sillas, bancos y camas: las antepuertas (cortinas) cojines y frontales de altar hacíanse también de guadamecí.

Alfombras de Persia, del Cairo y de fábricas españolas, cubrían los suelos, pescantes de hierro ó lámparas repujado con el mismo primor de la plata, y también de este preciado metal, sostenían los cirios ó vasos de cristal para aceite que daban luz á las estancias, y los arcones hábilmente esculpidos en Flandes, en Italia ó de taracea española y los retablos y oratorios (trípticos) debidos á los pinceles de insignes maestros extranjeros ó nacionales ó de inapreciables esmaltes, y los aparadores atestados de plata repujada y esmaltada y los vidrios de Venecia y la loza dorada de Málaga, Valencia, Granada ó Sevilla y los bufetes y escritorios italianos con maravillosas incrustaciones, ó los de labor morisca y las talladas sillas con sus asientos y espaldares de dorado cuero ó de terciopelo con sobrepuestos adornos de seda, y las riquísimas armas y los retratos de tamaño natural obras de celebrados pintores y las talladas estanterías destinadas á custodiar libros «escritos de mano» ó impresos ú objetos raros y de gran valor artístico, (monedas, camafeos, etc.) procedentes de las regiones más apartadas, y las mesas ricamente esculpidas y cubiertas de tela de brocado, de Florencia, de terciopelo, con pasamanos de oro ó de guadamecí, ostentando los escudos de la Casa, que asimismo se veían en ricos cofres de cuero con calados herrajes, y otros innumerables objetos de tan singular valor intrínseco como artístico, contribuían poderosamente al esplendor de aquellas artísticas moradas, en los siglos XV y XVI.

Basta, pues, lo dicho para que aproximadamente se pueda formar juicio de la riqueza que atesoraron las casas sevillanas en el siglo XVI, bien distinta, ciertamente, de las contemporáneas. El espíritu de destrucción, hijo de la ignorancia que ha dominado en todas las clases sociales, y el ridículo culto rendido á las novedades extranjeras, trajo consigo el menosprecio, por estos inapreciables objetos del moblaje que eran vendidos ó trocados miserablemente. En cuanto á las casas, de una parte la desvinculación, de otra el afán de modernizarlo todo que ha dominado durante el siglo XIX, y que por desgracia sigue enseñoreándose de las más importantes poblaciones andaluzas, ha producido, como era natural, los más funestos resultados, al punto que nuestras casas perdieron ya los originales y artísticos rasgos que las distinguían de las del resto de Europa, y que hoy se consideren como raros los ejemplares que nos restan de aquellas hermosas mansiones. Se ha destruido por destruir, en muchos casos sin necesidad, por una salvaje complacencia; se ha declarado implacable guerra á todo «lo viejo», a título de supuestas necesidades, invocando mezquinos intereses, sin reparar que lo que desaparecía era tan peculiar de nosotros, que no lo había en parte ninguna, y que lo edificado, modernamente, entra de lleno en el concepto de lo vulgarísimo, de lo insignificante. He aquí lo conseguido, destruyóse lo inapreciable y en cambio ¿qué vale lo que se ha creado? Casas para vecinos con trazas de cuarteles, viviendas de tres ó cuatro pisos, sin patios, sin luz, sin aire, con proporciones de castillejos, vanos distribuidos con infantil simetria, pobres adornos de yeso de muy dudoso gusto, herrajes de tiritaña, muros y paramentos lisos, y algunos mármoles blancos, azules ó rojos, aplicados á solerías y zócalos.

En cuanto al interior, más antiartístico es, aun, el aspecto que ofrecen nuestras casas modernas. Lisas paredes pintadas con medias tintas, cielos rasos en los techos, sencillísimos portajes de pino, solerías de cemento, de barros de colores ó de mármol y … nada más. Con esto se contentan las gentes y prefieren estas vulgaridades al señorial y bello aspecto de las casas antiguas, que sin escrúpulo derriban, para construir sobre ellas los menguados engendros del modernismo. Se ha extraviado el gusto hasta lo inverosímil, precisamente hoy que tanto se alardea de cultura, que la facilidad de comunicaciones con todos los pueblos debía contribuir á que supiéramos apreciar el valor de lo que nos legaron nuestros abuelos para estimarlo y conservarlo con el mayor cariño …

Justo es consignar, que, en los últimos años del siglo XIX comenzó á realizarse un espléndido renacimiento del gusto antiguo, labrándose opulentas mansiones, algunas de las cuales supera en riqueza decorativa á las más famosas del siglo XVI; quede por consiguiente para el mañana la mención de ellas, y tributemos un entusiasta aplauso á los señores don Miguel y don Javier Sánchez Dalp, Marqués de la Motilla y de Víllamarta, Condes de Aguiar y de Torralva, Sres. don Eduardo de Ibarra y doña Regla Manjon, como restauradores de las gloriosas tradiciones constructoras sevillanas, sin olvidarnos del señor don Pedro Zubiría, que aun cuando ha preferido emplear en su casa el gusto francés moderno, lo ha hecho tan suntuosamente, que dejando aparte exagerados exclusivismos, debémosle reconocimiento los sevillanos por haber contribuido al esplendor de esta ciudad, rompiendo los estrechos moldes de rutinarios constructores.

Yantares

Ha sido achaque de todos los pueblos, de todas las personas en particular y en todos los tiempos, ejercer los deberes de la hospitalidad con la mayor bizarría y esplendidez, llegando á veces hasta el sacrificio, y cuando la estrechez y la falta de recursos no han permitido agasajar dignamente al huesped, lo mismo los pueblos que los individuos, hasta han empeñado sus rentas, prefiriendo tales quebrantos antes de no cumplir generosamente con las exigencias de tan noble costumbre.

La historia de nuestra ciudad ofrece innumerables testimonios de su esplendidez; ya cuando se trataba de recibir monarcas y personas reales, ya en los convites que celebraba para solemnizar acontecimientos gloriosos, ya al cumplir con los preceptos ineludibles de la hospitalidad, si se trataba de extranjeros. En todos estos casos puede decirse que no se paraba en barras y que fácilmente tiraba la casa por la ventana, pues, fué siempre característico de la tierra el rumbo, hasta llegar al derroche, al despilfarro que conduce á la ruina.

Sin embargo, las costumbres de todos los tiempos no han sido siempre las mismas, y como aquéllas son las que dan la páuta á los hombres para todos sus actos, hay que tener muy en cuenta cuáles fueron aquéllas, si se ha de juzgar con acierto lo que nuestros pasados hicieron.

La sociedad española, en general, de los siglos XIV y XV fué una mezcla de moderación y sobriedad por una parte y de esplendor y lujo en otras, que no se compadecen, fácilmente, ambas tendencias.

Mientras que en las personas el vestir era ostentoso y cuanto al traje y militares arreos se refería, llegaba á un grado de riqueza singular, en cambio, contentábanse con una mesa sencilla, frugal, sin los arrequives introducidos por el moderno refinamiento. Carnes, volatería y pescados sazonados como hoy decimos, muy al natural, sin los mil compuestos condimentos de la cocina moderna, legumbres y bastos, aunque apetitosos dulces, vinos puros y generosos, frutas etc., eran los fundamentos por decirlo, así de los yantares de aquellos sóbrios varones; y á medida que los tiempos avanzaron fueron quilatándose los placeres de la mesa con las finuras del paladar hasta los venturosos tiempos presentes en que la «química» ha sustituido muchas principales sustancias alimenticias por exquisitas drogas, falsificando aquellas con una sorprendente habilidad en sus relaciones con la vista y con el paladar.

Refiriéndonos á tiempos, ya muy viejos, veamos como el espléndido Concejo sevillano cumplió con los deberes de la hospitalidad y proveyó al sustento de algunos calificados huéspedes.

En la noche del viernes 21 de Julio de 1402 entró en esta ciudad el moro Helile mensajero del rey de Granada, acompañado de otros tres, pasando en ella siete días mientras esperaba la respuesta que el corregidor alguacil y regidores habían de darle de las cartas que trajo del dicho rey granadino, que serían probablemente relativas á treguas. En su virtud, la Ciudad disputo que su Mayordomo Juan Martínez, se hiciese cargo de les gastos del hospedaje y éste dió la siguiente relación de ellos á los Contadores del Concejo en esta forma:

 

«Viernes, en la noche 21 días de Julio año del nasçimiento de nro. saluador ihu. xpo. de 1402, llegó á Seuilla dicho mensajero.

En este día les envié una fanega de cebada que costó 15 mrs.

Envieles dos pares de gallinas que costaron 24 mrs.

Envieles más pan e fruta e vino que costó 10 mrs.

Sábado 22 días del dho. mes de Julio les envié dos pares de gallinas que costaron 24 mrs.

En este día les envié pan e melones, e fruta e vino que costó 15 mrs.

Domingo 23, les envié un par de gallinas que costaron 12 mrs.

En este día les envié pan, vino e fruta e melones que costaron 18 mrs. y 5 dineros.

............

Los restantes días fueron agasajados con las mismas vituallas. En los días 25 y 26 de Julio se les dió además un cuarto de carnero, sin olvidarse de la cebada para las cabalgaduras.

Según la cuenta del Mayordomo, todos los gastos del hospedaje montaron á 278 mrs. y 5 dineros, corta suma en verdad, que solo podemos esplicarnos por la sobriedad de costumbres de la época, más bien que por exigencia de la religión de los huéspedes, que, como se ha visto, no tenían escrúpulos en «empinar el codo» á pesar de la prohibición coránica.

En este mismo año, de 1402, el lunes 18 de Septiembre, llegó á Sevilla un embajador del rey de benamarquín (¿Benimarín?) llamado Hadael melque aben locay alcaide de Marruecos, que iba de paso para la corte acompañado de otros cinco moros y tres cristianos, más un león que de presente llevaban á los reyes. Cinco días posaron en Sevilla y durante ellos las partidas de mantenimientos, son análogas á las del documento anterior, aumentadas con las ollas que les enviaron para cocinar, y además especias, carbon, ciruelas, paja y carne de vaca para el león.

Diez y ocho años después, del 1420, tenemos noticia de una comilona cívico-religiosa que se relata bajo el epígrafe siguiente: «Estos son los mrs. que yo pero ruyz (¿escribano?) del rey di e despendi por mandado de Ruy peres desquivel e alfon fernández del marmolejo en la yantar que ovieron los señores de sevilla en la cofradía que ordenaron a onrra e rreuerencia de las virgenes santa yusta e santta rrofina en la qual mandaron guisar de comer para quarenta personas». Veamos lo que comieron y bebieron aquellos buenos señores:

80 pares de pollos á 4 mrs. el par.

21 par de pollas á 7 mrs. el par.

20 pares de gallinas á 8 mrs. el par.

............ .111

2 terneras 150 mrs.

40 piezas de vacas dos libras cada pieza.

40 mrs.

1 arroba de vino de villarreal que bebieron los señores cuando salieron de las biesperas 15 mrs.

3 arrobas de vino de la sierra que bebieron todos «los otros»112 que y (allí) estaban 23 mrs.

Peras e cermenas (cermeñas) porque comieron quando salieron de las dichas biesperas 17 mrs.

Costaron endrinas113 para la yantar 3 mrs.

Costaron figos 20 mrs.

Costaron 200 peras para la yantar las 100 á 4 dineros cada una, 30 mrs. las otras 100 a dos dineros cada una que son todas 50 mrs.

Costaron 150 limones 7 mrs.

Costo agraz e perejil e cebollas e ajos e oregano e vinagre para las ollas e para echar la ternera en adobo 15 mrs.

Costo un ¿derraso? de manteca 3 mrs.

Costo arrope para las gallinas menudas 2 mrs.

Costo sal blanca para las masas para lo que fué menester 1 maravedís.

Costo arroz para el manjar blanco 6 mrs.114

Dos onças de açafrán, 24 maravedís.

Una onça de gengibre ¿6 dineros?

Dos onças de canela, 5 mrs.

Quatro onças de pimienta, 4 mrs.

Matalauua, ¿6 dineros?

Seis açumbres de leche, 6 mrs.

Mostaza, un mrs.

Vino blanco e bermejo de villarreal e de la sierra para la yantar 210 mrs.

Melones, 20 mrs.

Pan, 45 mrs.

Tocino para los pollos, 25 mrs.

Carbón para el manjar blanco, 6 maravedís.

Costaron de alquiler, 60 tajadores de madera115 30 mrs.

Costaron de alquiler de cuatro barras de fierro para asar la ternera 10 mrs.

Costaron de alquiler dos calderas de cofradía para asar la vaca e la ternera con sus aparejos 10 mrs.

Costaron 60 haltamices blancos de barro 20 mrs.

Quarenta salseretas blancas 8 mrs.

Veyntiquatro picheles verdes para vino 13 mrs.

Veinte jarrillos para dar agua 4 mrs.

Dos jarras grandes bermejas para enfriar el vino 4 mrs.

Seis ollas grandes de tanjar 30 mrs.

Tres esteras de enea en que estendiesen la vianda.116

Costó agua dulce (¿hidromiel?) para cocinar e para el vino 6 mrs.

Costaron traer «dos cargas de enea para echar donde comieron»(2). 6 mrs.

Dí á los cocineros e a los once que ayudaron a esto 40 mrs.

Dí á los juglares 30 mrs.

Costaron las candelas blancas en que ovo 63 libras a 6 mrs. la libra «e la quarentena con la maría» 6 mrs. y un dinero.»117

Lib. del Mayordomazgo mayor de 1420.

Conociendo un poco las costumbres de la época, puédese fácilmente reconstituir el cuadro que formaron los Sres. del Concejo sevillano, fundadores de la cofradía de Stas. Justa y Rufina, con los demás cofrades invitados al yantar con que se festejaban y festejaban á las Patronas de la Ciudad, que pecaba de sobrio, si lo comparamos con los refinamientos y exquisiteces de la cocina moderna, pues, ya vemos que los comensales se contentaron con pollos y gallinas, vaca, ternera, manjar blanco, frutas, vinillo de villarreal y de la sierra, suprimiendo, quizá por cara, la nieve, que ya entonces estaba muy en uso, no obstante que esta comilona tuvo que efectuarse en un mes de los estivales, á juzgar por las frutas que se sirvieron. Y sin embargo, no tuvieron empacho en dar 30 maravedises á los juglares que amenizaron la reunión con sus músicas y cantigas.

Parcos anduvieron también en materia de dulces, pues aparte del «arrope para las gallinas» combinación verdaderamente diabólica, digestible solo para aquellos estómagos, y del manjar blanco, ni siquiera endulzaron sus paladares con alguna frutilla de sarten, bien enmelada, ó con finos alfeñiques ó piezas de alaju.

Uno de los pormenores más curiosos de esta cuenta, es, sin duda, el de las esteras de eneas que hicieron veces de manteles y las dos cargas del mismo vegetal que debió servir de asiento á los comensales; costumbre poco extraña á partir de los días de D. Alonso X, que siguieron monarcas y particulares, tomándola de los sarracenos, y de la cual podrían citarse muchos ejemplos.

*
* *

Con ocasión de las bodas de Enrique IV, á 20 de Mayo de 1455 dió Sevilla un mandamiento á su Mayordomo, en el cual leemos: «que por quanto el rey nro. señor nos enbio mandar que sy plasiese e seruiçio le deseauamos faserle enbiasemos para las bodas que su señoria agora auía de celebrar en la çibdad de cordoua algunos perfumes e agua de azahar e pescado e asymismo algunas enpanadillas de açucar e asymesmo enbiasemos ciertas cargas de pescado». El Cabildo acordó en la fecha citada enviarlo todo, ordenando que las empanadillas «fuesen las más nobles que se pudieran.»

He aquí la lista de todas las vituallas y demás cosas con que la Ciudad agasajó á sus Reyes, aquellas más selectas y escogidas que las del Yantar de los cofrades de Stas. Justa y Rufina.

«Seys tortas de açucar a 225 mrs. cada una 1350.

Diez caxas de diacitrón118 a 110 mrs.

Cinco arrobas de dátiles a 200 mrs. 1000.

Mil e doscientas enpanadillas de açucar e doradas a 4 mrs y ½ 5400.

Ocho mil panecillos con ciertos juegos de axedrez de perfumes 1200 mrs.

Dos arrouas de agua de azahar e otras dos arrouas de agua de rosada con algalia e almisque 1000 mrs.

 

(Siguen dos partidas con el gasto de la hechura de unas cáxas).

Mil ostras 350 mrs.

Veynte dosenas de langostinos 80 mrs.

Seys berrugantes e tres coruinas 500 mrs.

Una banasta de sardinas 300 mrs.

Ochenta salmonetes 360 mrs. e más otros treynta que se pusieron en pan.

Una banasta de acedías 600 mrs.

Media palometa 50 mrs.

............

El costo total de lo servido montó á 16.065 mrs.

Fiestas y regocijos públicos

Dedicamos algunas páginas anteriores á la gran fiesta religiosa del «Corpus Christi» y ahora vamos á tratar de otras profanas de que nos dan noticia los documentos de nuestros Archivos, en los cuales se reflejan las costumbres de los tiempos, viéndose por las notas que vamos á consignar cómo se fueron modificando, hasta cambiar por completo, los gustos, aficiones y tendencias populares.

Procesiones religiosas en muchos casos, juegos de cañas, justas y torneos, corridas de toros y de sortijas, cucañas, fueron los principales regocijos que despertaban el interés de todas las clases en los siglos XV y XVI y con ellos se solemnizaban las visitas de Personas Reales á la Ciudad, y sus natalicios, las buenas nuevas traidas por los mensajeros, de nuestros triunfos obtenidos contra los sarracenos, así como por las proclamaciones y bodas de los Reyes, por los días de Santas Justa y Rufina, de Santiago, San Clemente, Santa María de Agosto, (que así llamaban entonces á la Virgen de los Reyes), por las canonizaciones ó beatificaciones de Santos, tomas de posesión de Asistentes y Regentes, recibimiento de Prelados etc. Durante la guerra de Granada fué también motivo de público regocijo, la entrada del Pendon Real de la Ciudad, victorioso de las muchas gloriosas jornadas en que tomó parte, como se juzgará por los datos que adelante consignamos.

Para las alegrías que en esta ciudad se hicieron por las bodas de Don Juan II con Doña María de Aragón, en 1420 se lidiaron toros se hizo un palenque para justar «ante la puerta del alcaçar do fasen el audiencia» ó sea en el espacio que ocupa actualmente la Plaza del Triunfo, pues, el lugar de las audiencias hallábase junto al arco de entrada al Patio de Banderas.

Con gran júbilo recibió Sevilla la nueva del nacimiento de la infanta Doña Catalina, hija de aquellos monarcas, y siguiendo la costumbre de entonces, el Concejo dió 10000 mrs. de albricias á Doña Mencia Tellez criada de la reina, acordando celebrar públicos regocijos, cuyo gasto se especifica en la forma siguiente:

«por dos tablados que se pusieron el vno delante de las gradas (las de la Catedral) y el otro a la puerta del Alcáçar 910 mrs.

por quatro arrobas de vino para los señores a 64 mrs. la arroba 256.

por otras quatro arrobas de vino blanco para la otra gente a 25 mrs. 100.

(suprimimos las partidas referentes á conducción de materiales).

por cincuenta libras de peros para los jugadores de las cañas e el domingo en la tarde a 2 mrs. la libra 100.

por veinte libras de peros para los señores a dos mrs. la libra e otras cuarenta libras para la otra gente a un maravedí 80.

por seis celemines de castañas a cinco mrs. el celemín 30 mrs. e por las tortas 20 mrs. que son 50.

a cuatro carpinteros que fisieron las barreras a 30 mrs. cada vno e que se gouernasen e más a 4 moros a 15 mrs. cada vno 180.

a sancho rruys carpintero119 que fizo la barrera de los señores 20.

por la madera que se furtó de la barrera de los toros con alguna que se tomó para adobar la puerta do estaban los toros etc. 216.

por seis toros que se lidiaron a la puerta del alcaçar 3000.

fecha del libramiento 22 noviembre de 1423».

Análogas fiestas de justas, toros y cañas se celebraron en 1425 por el nacimiento de Enrique IV y de las cuentas del Mayordomazgo Mayor constan los particulares siguientes:

«costaron 30 varas de justar120 a 40 mrs. la vara 1200.

costaron 10 rroquetes e goçetes para las dhas. varas a 100 mrs. cada un roquete e goçete que son 1000.

costaron 10 arandelas para las dichas varas a 60 mrs. cada vna que son 600.

costaron 10 agujas para las dichas varas 60 mrs».

que dió al ome que puso la tabla para la justa 100 mrs.

Siguen partidas de vino y de peras y termina con la siguiente, bien extraña por cierto.

«costó vna libra de matahalua (sic) ¿matalahuga?».

También celebró justas esta ciudad para solemnizar el nacimiento del infante Don Alonso, expidiéndose libramiento al mayordomo del Cabildo, en 24 de Febrero de 1454 en que se mandó á Pedro Fernández Marmolejo Veinticuatro y Procurador mayor de la Ciudad y al Jurado Antón González de Almonte fiel ejecutor, «que fiziese tomar e tomase el paño que entendiesen que fuese menester para la tela en que se auían de faser las dhas. justas las quales tomaron de pero de xerez trapero e de ferrando martinez tondidor dos pieças e media de paño azul e pardillo de que se puso la dha. tela el qual dho. paño monto segund lo ellos igualaron 4250 mrs. a raçón de 1700 mrs. cada pieça.»

Tuvo lugar la justa en las Gradas y hubo procesiones, se corrieron sortijas y se lidiaron diez toros delante de las puertas del Alcázar, por acuerdo de 3 de Diciembre de 1453.

En cabildo de 12 de Agosto de 1455 se acordaron los gastos con que habia de festejarse la visita del Rey Don Enrique IV y de su mujer Doña Juana de Portugal, que montaron la suma de 500.000 mrs. citándose entre ellos el costo de la justa con la joya que se dió de premio á los caballeros que en ella tomaron parte, que fué el de 39.400 mrs. así como el de 25.000 tuvieron los veinte toros que se lidiaron.

Curiosos son los pormenores de la cuenta de otros gastos, no solo por el conocimiento de lo que la Ciudad hizo, sino por el del séquito palatino que acompañó á los monarcas en aquella ocasión.

Cien mil mrs. á la Reyna como obsequio ó dádiva de la Ciudad.

Cincuenta mil á los oficiales de las Casas Reales en esta forma.

«A barrasa cauallerizo e aposentador de nro. señor el rey121, 2000.

A rodrigo de vera e a samaniego et a garcia lebrón et a francisco, aposentadores 8000.

A los reposteros de camas 4000.

A los porteros 3500.

A los reposteros de estrados 1500.

A la cobigera 2000.

A los reposteros de plata 1500.

A los reyes de armas los quales son seuilla y toledo 4000.

A los trompetas 3000.

A fernando de torres 1700.

A juan de lara e juan martinez ballesteros de cauallo 1500.

A los coperos 1500.

A los monteros despinosa 2000.

A los monteros de la guarda de ventura 1500.

Al aguadero 300.

A gonzalo deslaua portero del consejo 500.

A gutier fernandez de alcala en cuenta de 6000 mrs. que la dha. cibdad le mando dar 4000.

A los aposentadores e oficiales de la señora reyna 5000.

Además pagó la Ciudad:

Al comendador Alfonso Ortiz 77200 mrs. por el paño de brocado (paño) que dió el día del recibimiento de la Reyna con los flecos, borlas, varas y «otros aparejos» y para las antorchas que se dieron á los regidores caballeros que venian con ella.

Al Rey como obsequio de la Ciudad 223000 mrs. distribuidos en esta forma:

«el paño de brocado que a su alteza se ovo a dar el día de su recibimiento 70000 mrs. e mas que le fizo seruiçio la dha. çibdad de mill doblas de oro castellanas que montaron a raçon de 153 mrs. cada una 153000 mrs.

En dinero contado que se dió á las personas nombradas en vna copia firmada de Don Pedro de Guzmán y de Martín Fernández Alcaldes mayores y de Antón Díaz Quintero Veinticuatro y de los contadores de esta Ciudad 40700 mrs. que montó el gasto que se hizo por la justa … «con la seda que se puso (por premio) para dar a los caballeros que mejor lo fasiesen».

A Juan Sánchez Calderón vecino de Sevilla 12000 mrs. por 24 varas de tapete de terciopelo que vendió para darlo al Doctor Fernando Díaz de Toledo «oydor y refrendario de nro. señor el rey e su relator cuando la primera vez veno a esta çibdad la cual dha. seda fue dada al dho. relator para vna ropa, por ciertos rejidores de esta çibdad por nuestro mandado que la leuasen en enmienda de algunos trabajos quel dho. relator por seruiçio de la dha. çibdad ha pasado.»

Al mismo Calderón 5500 mrs. por las telas, una de paño y otra de lienzo, que por mandato del Rey se pusieron (en el palenque) para justar, «los gentiles homes de su corte el día de santa maría de agosto y el siguiente.»

A Ruiz Sánchez de Huete 1360 mrs. por 17 varas de lanzas «que dió con que justasen ciertos caballeros desta çibdad …» y a Iñigo López astero 1860 mrs. «por adereçar las lanzas ¿para dha. justa?»

Creemos, puede afirmarse, que el más solemne recibimiento de monarcas y que los más ostentosos festejos que celebró Sevilla durante el siglo XV, fueron con ocasión de la visita de los Reyes Católicos, en 1477, durante la cual tuvo lugar el nacimiento del Principe Don Juan, cuyo bautizo se verificó con la mayor pompa, porque la nación entera cifró en aquel todas sus esperanzas, sus más vehementes anhelos de prosperidad y de venturas.

Las dádivas que Sevilla hizo á sus Reyes y á las personas de su numeroso séquito, capellanes aposentadores, reposteros de camas, trompetas, mozos de espuelas, reyes de armas, ballesteros de maza, cetreros, reposteros de capilla, monteros de espinosa, reposteros de plata, mozos de cámara y coperos; los enormes dispendios causados para la compra de las telas de brocados, sedas, terciopelos con que fueron ataviados los señores del Concejo, las que se invirtieron en el riquisimo palio que había de cobijar á los monarcas, y por último, lo que se gastó en lidiar toros y en las justas, montó más de 200000 maravedises y de todo, al por menor, dimos noticia en nuestro folleto «Los Reyes Católicos en Sevilla,» por lo cual omitimos su repetición, pues, nos proponemos consignar en este artículo solamente datos inéditos.

Veamos ahora como recibió Sevilla la gratísima nueva de la rendición de Málaga, por boca de los señores del Concejo sevillano.

«viernes 24 de Agosto de 1487 años, estando ayuntados dentro en el cabildo desta dha. çibdad ques en el corral de los olmos el bachiller lorenço fernandez teniente de asistente y el licenciado francisco santillan comendador de merida y fernandarias de sayavedra e pedro mexia e melchor maldonado y diego de guzmán veynte e quatros de la dha. çibdad y el alguacil fernando de morillo y çiertos jurados de la dha. çibdad el dho. teniente lorenço fernandez presento la carta que su alteza enbio a la dha. çibdad en que le face saber de la toma de la çibdad de malaga e de la vitoria que dios le dio en ella e leida mandaron que se apregonase publicamente con trompetas e atabales y mandaron apregonar lo siguiente:

manda la dha. çibdad con acuerdo del señor asistente que todos los veçinos y moradores de la dha. çibdad guarden mañana sabado fasta medio día como el día santo del domingo y cesen de sus ofiçios y labores asymismo que todas las cofradías con sus priostes e cofrades con sus candelas y sus cirios de las cofradías y con los pendones que sacan el día de corpus xpi. y con las danças de espada vayan todos mañana sabado a las seys oras del día a la yglesia mayor para que de allí todos en procesión vayan delante de la procesión general con las cruzes e el señor arçobispo que va en la dicha procesión a santiago el nuevo122 desta dha. çibdad la qual dha. procesión a de yr por cal de genoua a san françisco e cal de la syerpe e cal de las armas y la calle ancha de san viceynte que va a dar fasta la dha. iglesia de santiago.

Et «que barran esta tarde las dhas. calles por donde ha de yr la dha. procesión e cuelguen paños e paramentos por ellas.

asymismo mandaron questa noche e mañana sabado en la noche todos los que pudieren fagan fogueras y pongan fachones encendidos por sus açoteas y ventanas y candelas encendidas a sus puertas e fagan grandes alegrías por manera que se muestre el plazer de la vitoria que dios a dado al Rey nro. señor y a toda la xpitiandad lo qual todo fagan e cumplan sopena de dos mill mrs. a cada vno que lo contrario fiziere lo qual todo con la dha. carta de su alteza en presençia de los dhos. señores e demas … se apregono en las gradas desta çibdad y en la plaza de sant francisco y en el alfalfa» (Actas Capitulares).

Otras veces cuando el acontecimiento que se celebraba no era tan importante, limitábase la procesión á los alrededores de la Iglesia Mayor, como ocurrió con las tomas de Baza, Guadix y Almería.

Desde muy antiguo solemnizábase la fiesta de Nra. Sra. de los Reyes, y tenemos una nota del año de 1496 en la cual consta que el 14 de Agosto de dicho año el Alguacil mayor de Sevilla Dn. Alfon de Guzman «fizo fiesta en la plaza de San Francisco de juegos de cañas y de toros asistiendo en ellas el sr. duque de medina sidonia el alcaide de los donceles y otros muy nobles caballeros.»

111Suprimimos las partidas referentes á transportes de las vituallas y otros gastos de diversas índole por no juzgarlos interesantes.
112¿Serían los convidados?
113Ciruelas negras.
114Dice Covarrubias: «Manjar blanco por ser de leche açúcar y pechugas de gallinas, plato de Españoles, antiguamente se guisaban en las casas de los Príncipes ó Señores, agora se vende públicamente con la tablilla á la puerta que dize «aquí se venden tortas y manjar blanco. Eguilaz en su Glosario dice que es «Especie de soladura pavimento ó revestimiento de un edificio con piedras labradas. También, techo. El famoso Martinez Montiño en su receta para hacer el manjar blanco dice, también, que se hacía con pechugas de gallinas, azúcar, leche y harina de arroz. Muy aficionados debieron ser los sevillanos al «manjar blanco» pues vendiase por las calles ya entrado el siglo XVI, dando lugar á excesos por parte del público; que trató de remediar, el chapinero Alonso Gomez dirigíendo al Concejo un memorial en el cual se decía que: «handan muchas moças por las calles vendiendo pasteles de manjar blanco y estas tales moças por no servir á nadie se andan perdidas y á esta causa muchas beses se rebuelben muchas questyo es que á llegado á quererse matar vnas personas con otras y sy necesario es yo estoy presto de dar ynformación dello. pydo y suplico á V. S. sea seruido mandar que las tales moças no vendan los otros pasteles de manjar blanco ny fruta de sarten y pues no es mantenimiento forçoso V. S. deve mandar que ya que lo quieren hazer y vender, que lo vendan en sus casas porque de andar estas por las calles se siguen muy grandes escándalos por traer tras sy veynte moçuelos que en hablando alguno alguna cosa, luego son con el con una da (sic) (¿daga?) ó puñal en la mano por V. S. lo mande remediar con justicia. Colec. de Varios antiguos. Arch. Mun.
115«Plato redondo de palo sobre el qual se corta la carne.» Covarrubias
116¿Comerían sentados en el suelo? Asi nos inclinamos á suponerlo, y que lo harían sobre las dos cargas de eneas de que se habla después.
117La frase entrecomada repítese en la cuenta con las variantes de que otras veces dice: «la veyntena con la maría» ignoramos su significación.
118Dulce de cidra.
119Padre de Diego Royz, cuyo nombre se halló en 1843 en un rosetón de la media naranja del salón de Embajadores, y al cual se atribuye tan hermosa obra de carpintería.
120En las telas ó palenques que se instalaban para justar, poníase el Pendon real en la parte destinada a los mantenedores y en la de los aventureros, el de la Ciudad, así consta en el Lib. del Mayordomazgo mayor de 1425.
121Todos los oficios que se citan en esta lista van seguidos de la frase «de ntro. señor el rey», que suprimimos para evitar enojosas repeticiones.
122Santiago de la Espada. Iglesia y convento de los freires y caballeros de dha. advocación, fundado en 1409 por el maestre Don Lorenzo Suárez de Figueroa. Véase Sevilla monumental y artística. Tomo III, págs. 5 y 518.