Neoliberalismo vs. Neopopulismo

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Dillard (1980) resalta que “el punto de partida lógico de la teoría de empleo de Keynes es el principio de la demanda efectiva. El empleo total depende de la demanda total y el paro es el resultado de una falta de demanda total”.115

La demanda efectiva se manifiesta en el gasto del ingreso, así cuando aumenta el empleo se incrementa el ingreso. Si aumenta el ingreso sube el consumo pero en menor proporción, por tanto, para que haya una demanda suficiente para mantener un aumento del empleo tiene que haber un aumento de la inversión equivalente a la diferencia entre el ingreso y la demanda en consumo. Así, el nivel de empleo no puede incrementarse si no se aumenta el nivel de inversión, por lo que el empleo depende de la inversión y, en consecuencia, el desempleo o paro es originado por una insuficiencia de la inversión.

Es en este contexto que critica el argumento de los clásicos sobre el efecto de la reducción de los salarios en la demanda agregada y en el nivel del empleo, al señalar:

El argumento consiste sencillamente en que una reducción en los salarios nominales estimulará, ceteris paribus, la demanda al hacer bajar el precio de los productos acabados, y aumentará, por tanto, la producción y la ocupación…En su forma más cruda, esto equivale a suponer que la reducción en los salarios nominales, no afectará la demanda.116

Keynes demuestra que cuando es insuficiente la demanda efectiva existe un desempleo involuntario, hace que se detenga el ritmo de crecimiento del empleo antes de llegar al pleno empleo y, en consecuencia, cuando aumenta la demanda efectiva incrementa el empleo y el producto. Así, el efecto de la baja de los salarios nominales en el nivel del empleo no es directo sino a través de sus determinantes, es decir de su impacto en la propensión a consumir, la eficacia del capital y la tasa de interés:

De este modo, la baja de los salarios nominales no tenderá a aumentar la ocupación durante mucho tiempo, excepto en virtud de sus repercusiones, ya sea sobre la propensión a consumir de la comunidad en conjunto, sobre la curva de la eficiencia marginal del capital, o sobre la tasa de interés.117

Debemos basar cualquier esperanza de resultados favorables de una baja en los salarios nominales sobre la ocupación, principalmente en una mejoría de la inversión debida a un aumento en la eficiencia marginal del capital…o a una tasa menor de interés.118

4.La Teoría monetaria

Una de las teorías más influyente en economía y especialmente en la escuela monetarista y en el pensamiento neoliberal es la famosa Teoría Cuantitativa del Dinero, que incluso se utiliza en la Programación Financiera del FMI y en las metas de sus programas de ajuste.

Su origen se remonta a España cuando en el siglo XVI, como producto del descubrimiento de América, empezaron a llegar ingentes cantidades de oro y plata provocando un aumento de los precios en un sistema bimonetarista, basado en el patrón oro y plata que circulaban a nivel mundial. La percepción básica fue si aumenta la cantidad de dinero en circulación sin que haya un aumento equivalente de mercancías, los precios tenderían a subir. Fue David Hume (1752) quien formalizó que los precios dependen de la proporción que exista entre las mercancías y el dinero. Su análisis se basó en la balanza comercial, donde un saldo positivo implicaría un aumento de la cantidad de dinero en el mercado interno y, por lo tanto, haría subir los precios internos lo cual incentivaría las importaciones hasta que se restaure el equilibrio en la balanza comercial, dándose así un ajuste automático.

La formulación matemática inicial se debe a Irving Fisher en su libro The Purchasing Power of Money (1911):

M*V = P *T (1)

Donde M es la masa monetaria (originalmente solo consideraba los medios de pago o el Circulante), V, la velocidad de circulación del dinero, P, el nivel de precios y T son las transacciones realizadas.

Posteriormente, la teoría cuantitativa fue desarrollada formalmente por otros economistas119 como Angell, que introdujo el concepto de Ingreso (Y), Pigou y Marshall, sustituyeron las Transacciones por el Producto de un país (Y):

M*V = P *Y (2)

Fisher supone que V, velocidad de circulación del dinero, a corto plazo es constante pues se trata de una variable que depende de factores como la tecnología bancaria o los hábitos de pago, ambos considerados como estables. También el Producto (Y) se supone constante en la ecuación, dado que la escuela neoclásica considera que es el que corresponde al nivel de pleno empleo, supuesto que generalmente no se advierte.

En los clásicos, al suponer que los salarios y los precios se ajustan rápidamente, implica que el dinero es neutral, lo que significa que un aumento o una reducción de la oferta monetaria alteran el nivel de precios en la misma proporción, pero no afecta a las variables reales, como la producción, el empleo o el tipo de interés real. Para Keynes el dinero no es neutral, por lo menos en el corto plazo, y que la ausencia de neutralidad del dinero está relacionada al hecho de que los precios son rígidos, es decir, no se ajustan rápidamente para contrarrestar las variaciones de la oferta monetaria que tendrán efectos en la demanda real, en las variables macroeconómicas reales como la producción, por lo que el dinero no es neutral. Así, se denomina como “dicotomía clásica” a la idea que las variables “nominales “y “reales” pueden ser analizadas independientemente.120

Keynes justamente llamó la atención que mientras la economía se concentre en la firma o la industria y suponga que la cantidad de recursos empleados es constante, no se estará concentrando en las características importantes del dinero. En cambio, si se pasa al problema de la determinación de la producción y la ocupación en conjunto, se necesita la “teoría completa de una economía monetaria”, porque “la importancia del dinero surge esencialmente de que es un eslabón entre el presente y el futuro”. Así, reformula la teoría cuantitativa del dinero de esta forma:

… la teoría cuantitativa del dinero puede enunciarse como sigue: Mientras haya desocupación, la ocupación cambiará proporcionalmente a la cantidad de dinero; y cuando se llegue a la ocupación plena, los precios variarán en la misma proporción que la cantidad de dinero.121

La proporción entre el volumen de demanda efectiva y la cantidad de dinero (en la que incluye circulante más depósitos) corresponde a la “velocidad-ingreso del dinero.

La observación sobre los precios no va por el lado de la oferta, donde a nivel de la firma o la economía en su conjunto está dada por los costos marginales de los factores, sino por el lado de la demanda, que es diferente cuando se trata a nivel micro, que sería la demanda de la firma, que a nivel macro que corresponde a la demanda agregada. Introduce además el concepto de “inflación auténtica” que ha sido olvidada por los estructuralistas y poskeynesianos y que pone un límite a la expansión de la demanda efectiva:

Cuando un nuevo crecimiento en el volumen de demanda efectiva no produce ya un aumento más en la producción y se traduce sólo en un alza de la unidad de costos, en proporción exacta al fortalecimiento de la demanda efectiva, hemos alcanzado un estado que podría designarse apropiadamente como de inflación auténtica.122

Keynes define tres motivos por los cuales los agentes económicos demandan dinero, es decir demandan liquidez: transacción, precaución y especulación. La demanda de dinero dependería según el motivo de transacción y precaución del nivel de ingresos en una proporción más o menos constante de estos, pero la demanda de dinero por motivos especulativos estaría en función inversa del comportamiento de la tasa de interés. La teoría clásica no dio importancia al motivo especulación y desechó la incertidumbre, la gran falla de la teoría cuantitativa del dinero:

Para los propósitos del mundo real, es una gran falla en la teoría cuantitativa el que no distingue entre los cambios en los precios que son función de los ocurridos en la producción y los que dependen de las modificaciones en la unidad de salarios. La explicación de esta falla quizá se encuentre en los supuestos de que no hay propensión a atesorar y de que siempre existe ocupación plena.123

La relación a largo plazo entre el ingreso nacional y la cantidad de dinero dependerá de la preferencia por la liquidez, así la teoría cuantitativa puede verse como una generalización de la teoría de la preferencia por la liquidez.

La tasa de interés juega un papel peculiar en la fijación de un límite al volumen de ocupación desde el momento que marca el nivel que debe alcanzar la eficiencia marginal del capital. Ya no es posible un aumento más de la inversión cuando la tasa de interés se equilibra con la eficiencia marginal del capital, requisito que se satisface en ocupación plena. Para Keynes la tasa de interés “neutral” u óptima es la tasa que es compatible con la ocupación plena. Su teoría del interés reintegra al dinero a la teoría de la producción y del empleo del conjunto de la economía. La regulación de la tasa de interés se realiza vía regulación de la cantidad de dinero por parte de la autoridad monetaria. Así, según Dillard (1980), “la regulación de la oferta de dinero es uno de los métodos más eficaces y menos censurables para la regulación del producto y del empleo”.124 La relación era sencilla: si hay escasez de dinero se contribuye al paro y si hay exceso se contribuye a la inflación.

La tasa de interés depende tanto de la preferencia por la liquidez como de la cantidad de dinero. Keynes va en contra de la tendencia al alza de la tasa de interés ante las señales de una fase de auge en el ciclo económico para refrenar en sus primeras etapas y que si bien una tasa alta puede desanimar las inversiones también podría, por el contrario, alentar las inversiones especulativas:

 

Así ¡el remedio del auge no es una tasa más alta de interés sino una más baja!; porque ésta puede hacer que perdure el llamado auge. El remedio correcto para el ciclo económico no puede encontrarse en evitar los auges y conservarnos así en semi depresiones permanentes, sino en evitar las depresiones y conservarnos de este modo en un cuasi-auge continuo.125

La corriente monetarista de los años setenta ridiculizará el pensamiento keynesiano de descuidar la cantidad de dinero y la inflación. Keynes siempre habló de utilizar la política monetaria y la expansión de demanda vía gasto fiscal solo en una fase particular o especial del ciclo económico, no en forma per se y hasta que se alcance la ocupación plena.

Se deduce de esto que un aumento en la cantidad de dinero no tendrá el menor efecto sobre los precios mientras haya alguna desocupación, y que la ocupación subirá exactamente en proporción a cualquier aumento de la demanda efectiva producida por la elevación de la cantidad de dinero; mientras que, tan pronto como se alcance la ocupación plena, la unidad de salarios y los precios serán los que crecerán en proporción exacta al aumento de la demanda efectiva.126

Este criterio tiene vigencia puesto que actualmente por los impulsos monetarios en el contexto de la pandemia se observa importantes incrementos de la emisión a nivel mundial sin impactos en los precios precisamente porque la economía mundial se encuentra en una fase recesiva del ciclo y con alta desocupación.

Lo paradójico de la crítica del monetarismo, como se verá más adelante, se dio cuando la inflación de los setenta no fue provocada por el lado de la demanda, sino por dos shocks de oferta resultantes del incremento de los precios del petróleo en dos oportunidades.

5.El Mercantilismo en consideración de Keynes

Se ha tratado de explicar el surgimiento del proteccionismo con el pensamiento keynesiano en América Latina, ya que en Europa el padre del proteccionismo fue Friederich List (1789-1846) y en América del Norte fue Alexander Hamilton (1757-1804), Secretario del Tesoro de EE. UU. Sin embargo, la posición de Keynes fue crítica al libre comercio como al proteccionismo y es un ejemplo metodológico de la forma de abordar la política comercial y de comparar la inflexibilidad de los librecambistas con algunas religiones.

El tema del mercantilismo esta extensamente tratado en sus Notas Finales de su Teoría General, donde su principal crítica a los economistas de la escuela clásica es que no han hecho una valoración adecuada del pensamiento mercantilista, al que han tendido a ridiculizar, al igual que el neoliberalismo con el estructuralismo, encontrando una analogía entre “el imán de la escuela clásica de teoría económica y el de ciertas religiones”.127

Keynes reconoce que en 1923, como discípulo fiel y convencido de la escuela clásica sostuvo que: “Si hay algo que el proteccionismo no puede hacer, es curar la desocupación”. En cambio, en 1936 muestra su preocupación sobre la divergencia de opinión entre los teóricos de la economía y los hombres prácticos y estadistas. Señala que no recuerda que los economistas hayan hecho concesión alguna al principio de que la protección podría aumentar la ocupación nacional.128

Valoriza al mercantilismo desde el punto de vista de sus planteamientos sobre la inversión, la tasa de interés y la relación de intercambio. Así, reconoce el aporte del mercantilismo “al arte práctico de gobernar”, que es un arte que olvidan los economistas neoclásicos, de la siguiente manera:

1)El pensamiento mercantilista nunca se imaginó que había una tendencia al ajuste automático por medio del cual la tasa de interés se estableciera en el nivel adecuado. Los mercantilistas se daban cuenta incluso de que la tasa de interés dependía de la preferencia por la liquidez y de la cantidad de dinero.

2)Los mercantilistas advirtieron la falacia de la baratura y el peligro de que una competencia excesiva pudiera hacer que la relación de intercambio se volviera en contra de un país.

3)Los mercantilistas fueron los creadores del “miedo a los bienes” y la escasez de dinero, como causas de la desocupación, que los neoclásicos habían de denunciar dos centurias más tarde como un absurdo.

4)Era la ventaja nacional y la fuerza relativa la que ambicionaban abiertamente. Las autoridades no disponen de medios ortodoxos para combatir la desocupación en casa, excepto por un exceso de exportación y una importación del metal monetario a expensas de sus vecinos.

Destaca que el progreso puede interrumpirse en condiciones de laissez-faire por insuficiencia de estímulos para nuevas inversiones, los cuales pueden encontrarse, ya sea en la inversión doméstica o en la exterior (incluyendo en ésta la acumulación de metales preciosos), que juntos forman la inversión total. La inversión interna, la obtención de ganancia estará en función de la tasa de interés mientras que la externa por la balanza comercial, “por lo que es razonable que se preocupe por ambas el Gobierno”.129

Las medidas para aumentar la balanza comercial favorable eran el único medio directo de que disponían para reforzar la inversión extranjera y el único medio indirecto era reducir la tasa de interés doméstica y aumentar así el aliciente para invertir dentro del país. Por tanto es lógico que:

… las autoridades presten mucha atención al estado de la balanza comercial porque una balanza favorable será extremadamente alentadora a condición de que no sea demasiado grande; mientras una desfavorable puede producir pronto un estado de depresión persistente.130

Aclara que las ventajas que se le atribuyen al mercantilismo son declaradamente de carácter nacional y no es probable que beneficien al mundo en su conjunto. Critica las restricciones comerciales excepto las que pueden argumentarse en forma específica y reconoce, pero sin exagerar, las ventajas del libre comercio:

Hay fuertes presunciones de carácter general contra las restricciones comerciales, a menos que puedan justificarse por argumentos especiales. Las ventajas de la división internacional del trabajo son reales y sustanciales, aun cuando la escuela clásica las haya exagerado grandemente.131

Por último, alerta que el interés privado y la incompetencia administrativa terminen desviando una política de restricciones comerciales hasta producir resultados perversos, directamente contrarios a los propuestos.

6.El rol del Estado

En un contexto de grave crisis Keynes plantea la importancia de la intervención del Estado y su función orientadora pero en el marco de una economía de mercado, preferiblemente vía inversión pública y no a través de la propiedad de los medios de producción. Postula, aunque no es de su preferencia, el aumento del consumo y la redistribución del ingreso. En sus Notas Finales Keynes parte con su conclusión básica:

Los principales inconvenientes de la sociedad económica en que vivimos son su incapacidad para procurar la ocupación plena y su arbitraria y desigual distribución de la riqueza y los ingresos.

El Estado tendrá que ejercer una influencia orientadora sobre la propensión a consumir, a través de su sistema de impuestos, fijando la tasa de interés y, quizá, por otros medios.132

Su preocupación es por entender el ciclo económico y las políticas anticíclicas, ya que no se restituía automáticamente el equilibrio global. Por eso su Teoría General tenía que explicar el fenómeno del ciclo económico, el cual se debe a un cambio cíclico de la eficacia marginal del capital, aunque agravado y junto a otras variables. A su vez, debe poder explicar en especial el fenómeno de la crisis, así plantea que:

Cualquier fluctuación en las inversiones que no esté equilibrada por un cambio correspondiente en la propensión a consumir, se traducirá, por supuesto, en una fluctuación de la ocupación.133

Para Keynes la causa de la crisis no es principalmente un alza en la tasa de interés, sino un colapso repentino de la eficiencia marginal del capital. Otra cosa es que un “derrumbamiento de la eficiencia marginal del capital” tienda a ir acompañado por un alza en la tasa de interés, lo cual puede agravar mucho más el descenso en la inversión. La preferencia por la liquidez no sube sino después del derrumbamiento de la eficiencia marginal del capital. Sin embargo, el colapso en la eficiencia marginal del capital puede ser tan completo que no baste ninguna reducción factible en la tasa de interés. Si una baja de la tasa de interés “fuera capaz de proveer un remedio efectivo por sí misma” la recuperación de la crisis ya se habría alcanzado en un corto intervalo de tiempo por medios bajo el control de la autoridad monetaria. Pero no es tan fácil resucitar la eficiencia marginal del capital, “el que los economistas que han puesto su fe en un remedio “puramente monetario han subestimado”.134 En la Crisis Financiera de 2007-2008, 70 años después, la tasa de interés llegó a niveles cercanos a cero y se tuvo que apelar a medidas cuantitativas y medidas fiscales para remediar la crisis.

Adicionalmente, una baja importante en la eficiencia marginal del capital también tiende a afectar en forma adversa la propensión a consumir y que a su vez los movimientos en la bolsa de valores tienden a deprimirla aún más, así concluye respecto al laissez-faire:

Por tanto, en condiciones de laissez-faire, quizá sea imposible evitar las fluctuaciones amplias en la ocupación sin un cambio trascendental en la psicología de los mercados de inversión, cambio que no hay razón para esperar que ocurra. En conclusión, afirmo que el deber de ordenar el volumen actual de inversión no puede dejarse con garantías de seguridad en manos de los particulares.135

La economía no tiende por si sola al pleno empleo y el equilibrio puede darse con menores niveles de ocupación, es decir bajo condiciones inferiores al pleno empleo. En ese caso no existe ninguna fuerza en el equilibrio que pueda elevar el nivel de empleo hasta el pleno empleo. Esto puede realizar externamente, a través de “aquellas variables que la autoridad central puede controlar o dirigir deliberadamente en el sistema particular en el que realmente vivimos”.136

El instrumental fiscal keynesiano fue tanto de utilizar el gasto fiscal como los impuestos. El gasto fiscal debería ser nuevo, es decir no debería ser como se tiende en la práctica a recomponer el gasto fiscal quitando una partida para darle a otra. También habló de subir y bajar los impuestos. El aumento de los tributos para financiar el aumento del gasto y la rebaja impositiva para estimular la economía pero junto con el aumento proporcional del gasto. El presupuesto solo se podrá equilibrar si aumenta el ingreso nacional, pero además una cosa es el equilibrio del presupuesto y otra, muy distinta, el nivel de entradas totales del país, es decir la demanda agregada.137

En el Gráfico 10 se observa como al inicio de la recesión en 1930 y 1931 el presupuesto fiscal era superavitario y equilibrado y después al agravarse la caída en 1932 el Estado inicia una política de gasto fiscal con déficit hasta lograr la recuperación de la economía de EE. UU. Aquí se podría decir qué habría pasado si se hubiera aumentado el gasto fiscal ya en 1930, de manera similar con el aumento fiscal con la crisis del COVID-19.

Los ofertistas de los ochenta hubieran recomendado bajar los impuestos pero al mismo tiempo los gastos, especialmente de educación y salud.

7.Keynes: el segundo viraje de la economía

Como el mercado no corregía automáticamente la crisis, para mantener un nivel adecuado de las inversiones era necesario expandir la demanda por medio del Gasto Público, para que aumente el nivel del producto y del empleo, con su respectivo efecto multiplicador. La producción, al depender de la demanda efectiva, un aumento de ella va a implicar un aumento de la utilización de la capacidad productiva y del nivel de empleo. De esta forma, el papel corrector del Estado sería a través de una política de déficit presupuestario.

En su Teoría General de 1936 plantea que al depender las inversiones de las expectativas a futuro, deberá intervenir el Estado bajando las tasas de interés y expandiendo la inversión para acercarse al pleno empleo.

 

Keynes estaba de acuerdo con políticas para promover la inversión y, al mismo tiempo, el consumo y que podría avanzarse en ambos frentes a la vez, aunque prefería aumentar la existencia de capital.

El remedio estaría en varias medidas destinadas a fortalecer la propensión a consumir, redistribuyendo los ingresos, o de otro modo, de manera que un nivel dado de ocupación requiera un volumen menor de inversión corriente para sustentarlo.

… que las medidas tendientes a redistribuir los ingresos de una forma que tenga probabilidades de elevar la propensión a consumir pueden ser positivamente favorables al crecimiento del capital.138

El Estado deberá endeudarse sujeto a que deberá reducir sus deudas cuando supere la coyuntura recesiva. Su objetivo principal era eliminar “la maldición del desempleo”. Increíblemente tanto en la crisis financiera de 2007 como en la actual crisis COVID-19 volvió aplicarse la receta keynesiana del déficit spending o del gasto deficitario.

Empero hay que acotar la crítica de Keynes al laissez-faire y como el mismo lo dijo directamente:

De este modo, dirijo el peso de mi crítica contra lo inadecuado de los fundamentos teóricos de la doctrina del laissez-faire en la que fui educado y que enseñé durante muchos años —contra la idea de que la tasa de interés y el volumen de inversiones se ajustan automáticamente al nivel óptimo.

Considerada como la teoría de la empresa individual y de la distribución del producto resultante de la ocupación de una cantidad dada de recursos, la teoría clásica ha hecho una aportación al pensamiento económico que no puede impugnarse.139

Su crítica se ha centrado en los supuestos y no en reemplazar al mecanismo del mercado:

… los supuestos en que se basa se satisfacen rara vez o nunca, con la consecuencia de que no puede resolver los problemas económicos del mundo real.

Si damos por sentado el volumen de la producción, es decir, que está determinado por fuerzas exteriores al esquema clásico de pensamiento, no hay objeción……… en que el interés personal determinará lo que se produce, en qué proporciones se combinarán los factores de la producción con tal fin y cómo se distribuirá entre ellos el valor del producto final.140

En sus notas finales de su Teoría General señala la prioridad de las inversiones públicas pero no de la propiedad estatal de los medios de producción, a diferencia de muchos populistas y los Socialistas del siglo XXI:

Creo, por tanto, que una socialización bastante completa de las inversiones será el único medio de aproximarse a la ocupación plena; aunque esto no necesita excluir cualquier forma, transacción o medio por los cuales la autoridad pública coopere con la iniciativa privada.

De este modo, fuera de la necesidad de controles centrales para lograr el ajuste entre la propensión a consumir y el aliciente para invertir no hay más razón para socializar la vida económica que la que existía antes.141

Keynes propugna los controles centrales necesarios para alcanzar la ocupación plena que llevan consigo el ensanchamiento de las funciones del Gobierno, que tiene la tarea de ajustar la propensión a consumir con el aliciente para invertir justamente para evitar el derrumbe del capitalismo y por ser la condición para que funcione la iniciativa privada.

Este mayor peso del Estado no conducirá a un Estado totalitario, como profetizaba Hayek, si se da dentro del contexto de las sociedades liberales de democracia y libertad:

Los sistemas de los estados totalitarios de la actualidad parecen resolver el problema de la desocupación a expensas de la eficacia y la libertad…..La facultad de elección, cuya pérdida es la mayor de las desgracias del estado homogéneo o totalitario…. la eficacia está asociada a los sistemas descentralizados de toma de decisiones y el juego del interés personal.142

Los planteamientos de Keynes sobre el rol del Estado se han tratado de relacionar en el pasado con el pensamiento de Marx con el cual no tenía nada en común; primero, porque ni siquiera lo había leído bien, así es famosa su única frase que menciona a Marx: “Creo que el porvenir aprenderá más de Gesell (?) que de Marx”.143 Segundo, la idea de que intervenga el Estado era para evitar el derrumbe del capitalismo que profetizaba Marx. Tercero, que aunque Marx no escribió cómo era el socialismo, propugnaba la propiedad social de los medios de producción mientras que Keynes no propugnaba un socialismo de Estado ni estatizar los medios de producción directamente sino a través de la política económica:

Pero fuera de esto, no se aboga francamente por un sistema de socialismo de Estado que abarque la mayor parte de la vida económica de la comunidad. No es la propiedad de los medios de producción la que conviene al Estado asumir. Si éste es capaz de determinar el monto global de los recursos destinados a aumentar esos medios y la tasa básica de remuneración de quienes los poseen, habrá realizado todo lo que le corresponde.144

Se dice que con Keynes, “la economía se convirtió, de nuevo, en política económica”, se produce una ruptura teórica, no hay Política Económica sin Política y pone a la economía de nuevo en contacto con la realidad.145

Sin embargo, todavía se discute si Keynes recibió la influencia o no de la Escuela de Estocolmo, creado en un artículo de Bertil Ohlin146 en respuesta a la Teoría general del empleo, el interés y el dinero en 1936, con el fin de llamar la atención del aporte en Suecia a la Macroeconomía, incluso antes de Keynes, como la idea básica de ajustar los presupuestos nacionales para desacelerar o acelerar una economía según Gunnar Myrdal. Lo cierto es que ambos economistas pudieron ver plasmada en la realidad sus aportes con el estado de bienestar en los países nórdicos.

Se puede concluir que con Keynes se dio el segundo viraje en la ciencia económica ampliando la visión de la economía incorporando una dimensión macroeconómica y combinando el funcionamiento del mercado con la ampliación de los roles del Estado en la economía. Por tanto, hay una fuerte crítica a la teoría clásica y al laissez-faire pero no hay una ruptura teórica total sino una ampliación del enfoque y el uso de los instrumentos de la política económica para enfrentar las crisis y tender a una economía de pleno empleo.

8.El reduccionismo o amputación de Keynes

En los años cuarenta, mediante los famosos Fundamentos del Análisis Económico de Samuelson147 (1947), surge la síntesis neoclásica-keynesiana, que parte de tres teorías: la demanda agregada keynesiana, el modelo neoclásico de oferta agregada y la teoría de ajuste de precios. La síntesis era keynesiana en el corto plazo y neoclásica en el largo plazo. El equilibrio se alcanzaría en el corto plazo con políticas fiscales, en lugar de las monetarias, y en el largo plazo sin necesidad de la intervención del Estado. La macroeconomía keynesiana se sintetiza con las suposiciones microeconómicas neoclásicas tradicionales.

Adopta el esquema macroeconómico IS-LM de Hicks de tipo keynesiano para luego ser complementado con ecuaciones derivadas del comportamiento de maximización de los agentes, es decir, el esquema microeconómico neoclásico. El modelo IS-LM muestra la interacción entre el mercado ahorro-inversión (curva IS) y el mercado monetario (curva LM). Ambos mercados interactúan y se influyen mutuamente, ya que el nivel de ingreso determinará la demanda de dinero y el tipo de interés influirá en la demanda de inversión y, por tanto, en el nivel de ingreso y el nivel del producto.

Es un esquema muy útil para analizar los efectos de la Política Fiscal (aumento del gasto o reducción de impuestos) y la Política Monetaria (aumento de la cantidad de dinero o disminución de la tasa de interés) en el nivel del producto y el empleo.