La pragma-dialéctica como teoría de la argumentación

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Las diferencias entre las clases de intercambios argumentativos que se desarrollan o es probable se desarrollen en los diversos tipos de actividad comunicativa no son causadas solamente por las diferencias entre tal o cual clase de opinión a la que responden, a los tipos de puntos de vista que están en disputa y a los puntos de vista procedimentales y materiales que se usan. Son causadas también por los requerimientos específicos propios de tal o cual dominio comunicativo, requerimientos que atañen a la manera en que ha de tener lugar el intercambio entre argumentación y crítica, así como a las clases de resultados que han de alcanzarse. Dependiendo de las preguntas críticas propias de cada tipo de esquema argumental empleado en la argumentación principal en apoyo del punto de vista en disputa, es necesario anticipar y responder a clases específicas de reacciones críticas dentro de los intercambios argumentativos que tienen lugar en tal o cual tipo de actividad comunicativa.

Al conducir un intercambio argumentativo, se supone que los argumentadores tomarán en cuenta las precondiciones institucionales del tipo comunicativo y las reacciones críticas que son pertinentes cuando se usa tal o cual esquema argumental. Hacerlo resultará en la creación de lo que he llamado un patrón argumentativo específico en el discurso (Van Eemeren, 2015). Tal patrón argumentativo se caracteriza por una constelación de jugadas argumentativas en las que, a fin de hacerse cargo de una clase particular de diferencia de opinión, y para defender un tipo particular de punto de vista, se utiliza un esquema argumental particular o una combinación de tales esquemas, dentro de una argumentación que tiene una clase particular de estructura.

Aunque algunos patrones argumentativos que ocurren pueden ser accidentales, hay ciertos patrones argumentativos que pueden ser típicos de la manera en que el discurso argumentativo se conduce en general dentro de un tipo específico de actividad comunicativa o un clúster de tipos. Este es el caso, en principio, de cuando el patrón argumentativo de que se trata está inmediatamente vinculado con las precondiciones institucionales del maniobrar estratégico propias del tipo de actividad comunicativa que se esté examinando. Tales patrones argumentativos “estereotípicos”, cuya existencia puede explicarse por las condiciones vigentes en los tipos de actividad comunicativa en que ocurren (Van Eemeren y Garssen, 2014), tienen un interés especial para el investigador en pragma-dialéctica que se enfoque en determinar la dependencia respecto del contexto que tiene el discurso argumentativo.29 Los patrones argumentativos estereotípicos por los que se interesa un pragma-dialéctico resultan de usar modos de maniobrar estratégicamente que sirven para alcanzar el propósito institucional de acuerdo con las precondiciones institucionales de un cierto tipo de actividad comunicativa y para responder a las preguntas críticas específicas que son pertinentes a la luz de las convenciones institucionales del tipo de actividad comunicativa.

En la práctica, puede haber diversos patrones argumentativos que son estereotípicos de tal o cual tipo particular de actividad comunicativa. Algunos de estos patrones argumentativos pueden ocurrir con mayor frecuencia que otros y en casos específicos un patrón puede ser dominante. La investigación pragma-dialéctica sobre el maniobrar estratégico apunta actualmente a la detección de patrones argumentativos que emergen como consecuencia de aquellas precondiciones institucionales para el maniobrar estratégico que son estereotípicas de las diversas clases de prácticas argumentativas en los dominios jurídico, político, médico y académico. Al descubrir tales patrones argumentativos funcionales que ocurren en la realidad argumentativa mediante investigación empírica cualitativa, los investigadores pueden hacer uso de los diversos instrumentos teóricos desarrollados en la pragma-dialéctica, tales como tipologías de puntos de vista, diferencias de opinión, esquemas argumentales y estructuras de argumentación (Van Eemeren y Grootendorst, 1992). Los patrones argumentativos que se manifiestan en ­constelaciones específicas de jugadas argumentativas se describen en términos de las categorías que tales tipologías distinguen.

En la investigación empírica cualitativa sobre patrones argumentativos estereotípicos que hemos llevado a cabo Corina Andone, Eveline Feteris, Bart Garssen, Francisca Snoeck Henkemans, Jean Wagemans y yo, se identifican patrones argumentativos que son funcionales en tipos específicos de actividad comunicativa dentro de los dominios jurídico, político, médico y académico, y se hace claro cómo y por qué ocurren. Esta investigación cualitativa será seguida más tarde por investigación empírica cuantitativa de corpora representativos del discurso argumentativo en los que determinemos las frecuencias con que ocurren los diversos patrones argumentativos estereotípicos y hagamos comparaciones entre los varios tipos y dominios de actividad comunicativa. Documentar la diversificación institucional de las prácticas argumentativas de esta manera sistemática proporciona una comprensión basada empíricamente en la proliferación de prácticas argumentativas. Prepara también el camino para una explicación de la relación entre dependencia e independencia del contexto que tiene el discurso argumentativo que resulte más completa que la que han dado otros teóricos de la argumentación (por ejemplo, Toulmin, 2003).

1 Cuando elegimos la argumentación como nuestro tema de investigación, lo que de hecho nos motivaba era el deseo de dedicarnos a una empresa académica que superara los (en ese entonces) estrechos límites disciplinarios de la lingüística (Van Eemeren) y la comunicación verbal (Grootendorst), así como nuestro común interés en estimular la participación amplia y razonable en las diversas prácticas argumentativas que son importantes para una sociedad abierta y democrática.

2 Véase Van Eemeren, Grootendorst y Kruiger (1978, 1981, 1986a, así como sus equivalentes en inglés, 1984b, 1987).

3 Una diferencia de opinión existe cuando el punto de vista de alguien no es compartido con otro y se requiere de argumentación para resolver la diferencia de opinión de una manera razonable. Una diferencia de opinión no implica necesariamente dos puntos de vista opuestos; basta que un punto de vista se vea confrontado con una duda.

4 La doble dimensión de proceso [el argumentar] y producto [el argumento] constituye en nuestra opinión una característica fundamental de la argumentación (Van Eemeren et al., 2014, pp. 3-4). El enfoque procedimental que une las dimensiones de proceso y producto es formal en el sentido de que trata la argumentación como sujeta a regulación o regimentación (según Van Eemeren et al., 2014, p. 303).

5 En una conferencia inaugural que di en Estados Unidos en 1987 explicaba yo que el reconciliar las preocupaciones descriptivas y normativas es en mi opinión el principal desafío de la teoría de la argumentación (Van Eemeren, 1987). En el programa de investigación que necesita llevarse a cabo para lograr este fin, distinguía yo cinco componentes: el filosófico, el teórico, el analítico, el empírico y el práctico [véase cap. 3 de este libro]. Los investigadores en pragma-dialéctica regularmente se concentran en componentes específicos.

6 Los puntos de partida meta-teóricos de la pragma-dialéctica, que sirven como sus premisas metodológicas, pueden de hecho verse como respuestas constructivas frente a las principales desventajas de otros enfoques (Van Eemeren y Grootendorst, 1984, pp: 4-18; Van Eemeren et al., 2014, pp. 523-527).

7 Nota del traductor: En lo que sigue no traduzco la frase effectiveness through reasonableness literalmente como “efectividad mediante razonabilidad”, que resulta complicada y difícil de procesar, sino como “efectividad razonable”, cuya mayor llaneza parece conservar todas las connotaciones del original.

8 Una discusión crítica refleja el ideal dialéctico socrático de poner a prueba de forma racional cualquier convicción, no solamente aserciones sino también juicios de valor y puntos de vista prácticos sobre acciones.

9 El hecho de que las reglas de discusión crítica sean instrumentos para distinguir tales jugadas argumentativas contraproducentes demuestra su “validez respecto del problema” en cuanto código de conducta del discurso argumentativo (Van Eemeren y Grootendorst, 1988a). Para que en una práctica argumentativa estas reglas sirvan como herramientas para resolver diferencias de opinión mediante argumentos, es menester además que sean aceptadas intersubjetivamente, de forma que posean “validez convencional” (Van Eemeren, Garssen y Meuffels, 2009). [Nota del traductor: En la teoría de la argumentación en general y en la pragma-dialéctica en particular se busca siempre que los modelos propuestos sean válidos tanto “objetivamente” (o “con respecto al problema”, problem-validity) como “subjetivamente” o mejor dicho “intersubjetivamente” (o “de forma convencional”, conventional validity). Vale decir que el modelo debe, por un lado, resolver efectivamente la tarea misma atribuida a la argumentación (en pragma-dialéctica, resolver una diferencia de opinión), y por otro lado ser tal que los propios argumentadores humanos aceptarían la caracterización que da el modelo de lo que hacen y buscan cuando ­argumentan.]

 

10 Aunque ambos habíamos leído más ampliamente, yo venía primariamente de la lingüística y la filosofía del lenguaje mientras que Rob venía de los estudios de comunicación verbal. En esa época yo enseñaba pragmática y sociolingüística mientras que Rob se especializaba en escritura académica y lectura crítica. Ambos habíamos también desarrollado un interés por la lógica.

11 Dependiendo del tipo de operación analítica implicado, podemos distinguir cuatro tipos de transformación: “omisión”, “adición”, “permutación” y “substitución” (Van Eemeren y Grootendorst, 1990; Van Eemeren et al., 1993, pp. 61-86; Van Eemeren y Grootendorst, 2004, pp. 100-110). [Nota del traductor: Se trata de las cuatro operaciones clásicas de la retórica antigua que Quintiliano agrupará luego como quadripartita ratio o método cuatripartita para la identificación de errores en el discurso (Institutiones oratoriae, libro I, cap. 5). Todo parece indicar que el método tiene su origen en una doctrina aristotélica o post-aristotélica sobre los modos de corrupción (cf. Filón de Alejandría, De aeternitate mundi, cap. 22).]

12 Esta monografía se basa, de hecho, en publicaciones previas en holandés (Van Eemeren, Grootendorst y Kruiger, 1983, 1984a, 1986b). Para términos y conceptos relevantes véase también Van Eemeren, Grootendorst y Snoeck Henkemans (2002).

13 Van Eemeren y Houtlosser (2007), quienes introdujeron el concepto normativo de perfil dialéctico, lo definieron como una visión de conjunto de los patrones secuenciales de jugadas (rutas dialécticas) que los discutidores están autorizados (u obligados) a hacer en una cierta etapa o sub-etapa de una discusión crítica a fin de resolver una diferencia de opinión con base en los méritos de los argumentos ofrecidos. En la investigación empírica cualitativa un perfil dialéctico puede ser un diseño heurístico para (1) capturar las jugadas argumentativas que sean analíticamente relevantes —es decir, potencialmente relevantes para resolver la diferencia de opinión— en un punto particular de una etapa particular de una discusión y luego (2) para identificar las expresiones indicativas de tales jugadas.

14 En algunos casos se llevaron a cabo réplicas del estudio, a veces para apoyar interpretaciones, a veces para excluir explicaciones alternativas y de esa manera garantizar la validez interna, a veces para optimizar la validez externa. [Nota del traductor: La validez interna de un experimento se comprueba variando los observables asociados a los conceptos de interés (en este caso, los ítems del test); la externa, utilizando muestras de poblaciones diferentes. En el caso de estos experimentos, era muy importante, para la validez externa, replicar los experimentos con poblaciones culturalmente diferentes a la original holandesa.

15 El dar cuenta del diseño estratégico como parte integrante de la teoría debe también ayudar a desarrollar métodos más sofisticados para mejorar la producción oral y escrita de discurso argumentativo.

16 El acercamiento entre enfoques dialécticos y retóricos a la argumentación se ve también estimulado, aunque no siempre de la misma manera, por estudiosos de la comunicación como Wenzel (1990) y por lógicos informales como Tindale (2004). Recibe también apoyo por parte de las políticas de la Sociedad Internacional para el Estudio de la Argumentación (ISSA) [con sede en los Países Bajos]), por parte de las revistas Argumentation, Informal Logic, Argumentation and Advocacy, y por parte de los organizadores de algunos congresos realizados de manera conjunta.

17 Las tres hipótesis están conectadas de cerca con la visión teórica que tenemos de las relaciones entre argumentación y efectividad —en el sentido de ser convincente— que expuse con Grootendorst en Speech Acts in Argumentative Discussions (Van Eemeren y Grootendorst, 1984) [tr. esp., 2013].

18 Este tipo de investigación sobre efectividad constituye un complemento pragma-dialéctico de inspiración crítica respecto a la investigación del uso sobre persuasión (que no es dialéctica). La preferencia pragma-dialéctica por la etiqueta “investigación sobre efectividad” en lugar de “investigación sobre persuasividad” está motivada ante todo por el hecho de que, el término efectividad, a diferencia del término persuasividad , no está exclusivamente conectado con la etapa de argumentación sino que pertenece también a las jugadas argumentativas hechas en otras etapas de la discusión, tales como proponer puntos de partida en la etapa de apertura y formular el resultado de la discusión en la etapa de conclusión.

19 Véase el análisis de efectos “de interacción” (perlocutionary) en Van Eemeren y Grootendorst (1984, pp. 63-74) y en Van Eemeren (2010, pp. 36-39).

20 Tanto en el experimento original como en la réplica que llevamos a cabo a fin de estar en mejor posición de generalizar los resultados, los ataques abusivos directos se rechazaban consistentemente como jugadas no razonables en la discusión, mientras que los ataques personales legítimos invariablemente fueron vistos como razonables. En cambio, los ataques abusivos “disfrazados” que se presentan como respuestas al uso incorrecto de la autoridad fueron juzgados como subbstancialmente más razonables que los ataques directos abiertamente falaces.

21 Utilizo el término institucional aquí en un sentido amplio, con lo cual no me refiero sólo a las organizaciones establecidas del derecho, la administración y las escuelas, y mucho menos sólo a las prisiones, las clínicas mentales y el ejército, sino que me refiero a todos los macro-contextos social y culturalmente establecidos en los que se han desarrollado, tanto de manera formal como informal, prácticas comunicativas convencionalizadas, e incluyo también las de la esfera interpersonal. Como Searle (1995), veo a las instituciones como sistemas para atender los derechos y deberes caracterizados por reglas socialmente construidas y sus correspondientes sanciones (Van Eemeren, 2010, p. 129).

22 En pragma-dialéctica, los tipos de actividad comunicativa se definen como prácticas comunicativas cuya convencionalización está al servicio de las necesidades comunicativas específicas instigadas por las exigencias institucionales de un cierto dominio (Van Eemeren, 2010, pp: 139-145). El enfoque pragma-dialéctico se vincula con el “institucionalismo de elección racional” tal como lo practica el llamado nuevo institucionalismo. De acuerdo con Hall y Taylor, el institucionalismo de elección racional en el dominio político atrae nuestra atención hacia “el papel que la interacción estratégica entre actores juega en la determinación de resultados políticos” (1996, p. 951).

23 Fairclough caracteriza un “género” de actividad comunicativa ampliamente como “una manera socialmente ratificada de usar el lenguaje en conexión con un tipo particular de actividad social” (1995, p. 14).

24 Solamente cuando un tipo de actividad comunicativa es inherente, esencial o predominantemente argumentativa, o en todo caso cuando la argumentación por accidente juega un papel importante en ella, vale la pena hacer una caracterización argumentativa de ese tipo de actividad comunicativa.

25 Usar el modelo de discusión crítica como punto de referencia analítico en todos los casos no solamente sirve para garantizar una evaluación consistente y coherente de la dimensión argumentativa de todos los tipos de actividad ­comunicatiuva, sino que también sirve para unificar la comparación de unos con otros. De esta manera la diversidad no es un punto de partida relativista, sino el resultado, basado en ver las cosas como son en realidad, de una comparación sistemática de las diversas manifestaciones de la realidad argumentativa.

26 La pragma-dialéctica distingue entre, por un lado, precondiciones institucionales “primarias”, las cuales tienen en general un carácter oficial, usualmente formal, y a menudo procedimental, y por otro lado precondiciones institucionales “secundarias”, las cuales no suelen ser oficiales ni formales y a menudo son substantivas (Van Eemeren y Garssen, 2010, 2011).

27 Otros proyectos de investigación pragma-dialéctica se enfocan, por ejemplo, en las peculiaridades del discurso argumentativo en el parlamento holandés (Plug, 2010, 2011), así como en el uso de argumentación pragmática en el contexto de debates legislativos en el parlamento británico (Ihnen Jory, 2010, 2012).

28 Van Eemeren y Garssen (2010, 2011) llaman a tales precondiciones institucionales que no son constitutivas, pero igual están indisolublemente vinculadas con un cierto tipo de actividad comunicativa, precondiciones de segundo ­orden.

29 Cuando hablo de patrones argumentativos estereotípicos me refiero a patrones que son característicos del tipo de actividad comunicativa en que ocurren. Son característicos porque sirven para realizar el propósito institucional del tipo de actividad comunicativa. Es razonable pensar que en la práctica estos patrones argumentativos instrumentales se encontrarán de hecho en especímenes de ese tipo de actividad comunicativa; pero el que sean estereotípicos no significa que ocurran necesariamente con frecuencia en ese tipo de actividad comunicativa, mucho menos que siempre estén presentes. Si el lector piensa que el término estereotípico está demasiado fuertemente asociado con la idea de frecuencia absoluta o relativa, le pido que lo substituya por el término característico o algún otro que no conlleve ese sentido cuantitativo.

2. La teoría pragma-dialéctica de la argumentación

1. Introducción

1.1 La naturaleza de la pragma-dialéctica

El estudio de la argumentación va prosperando. Tras su brillante comienzo en la antigüedad grecorromana, especialmente en las obras clásicas de Aristóteles, y luego de una serie de altibajos durante los siguientes milenios, se inició su decadencia en el periodo renacentista. Su revitalización tuvo lugar solamente después de que Toulmin y Perelman publicasen el mismo año (1958) las dos obras —The Uses of Argument y Traité de l’argumentation— que marcaron un hito en la historia reciente del campo de la argumentación.30 El modelo presentado por Toulmin y Perelman en forma de inventario de técnicas de argumentación fue la inspiración para que una gran cantidad de estudiosos, cada uno a su manera, se tomasen en serio el estudio de la argumentación. Hoy por hoy han quedado firmemente establecidos en esta área tanto enfoques lógicos (formales e informales) como también enfoques sociales y socio-psicológicos, lingüísticos, jurídicos y algunos más. En la mayoría de estos enfoques se puede rastrear la influencia de las teorías clásicas y neoclásicas que acabo de mencionar.31

La característica más importante del prolífico enfoque pragma-dialéctico es que en él se estudia la argumentación desde una perspectiva comunicativa. Se la ve como un tipo de comunicación cuyo fin es resolver una diferencia de opinión mediante el examen crítico de la aceptabilidad de los puntos de vista puestos a discusión. Tal comunicación tendrá en general lugar con medios verbales, sean orales o escritos, si bien elementos no verbales (tales como gestos e imágenes) pueden también jugar algún papel. En la práctica, el término argumentación se usa de dos maneras al mismo tiempo: se refiere tanto a un proceso (“estoy todavía a la mitad de mi argumentación”) como a su resultado (“examinemos a qué se reduce su argumentación”). Puesto que la argumentación no solamente es parte de la realidad, sino que puede y debe juzgarse también por su calidad, el estudio de la argumentación no solamente tiene una dimensión descriptiva sino que también tiene una dimensión normativa. De acuerdo con los pragma-dialécticos, la calidad de la argumentación y sus posibles fallas deben ser sopesadas con normas de razonabilidad que sean adecuadas al propósito de argumentar.

 

Los lógicos, sea que estén a favor de un enfoque formal o de uno informal, tienden a concentrarse en los problemas que implica la regimentación del razonamiento. Los científicos sociales y los lingüistas, en particular los analistas del discurso y de la conversación, generalmente se concentran en la observación empírica del discurso argumentativo y en sus efectos.32 En la ­visión pragma-dialéctica, sin embargo, estos dos enfoques tienen que estar estrechamente entrelazados. Es menester trascender sistemáticamente tanto las limitaciones de la regimentación no-empírica como las de la observación no-crítica. Los pragma-dialécticos hacen suya la tarea de mostrar cómo con método puede salvarse la brecha entre el conocimiento normativo y el descriptivo. Este objetivo sólo podrá lograrse con ayuda de un programa coherente de investigación con el cual se logre crear una conexión sistemática —un trait d’union— entre la regimentación y la observación cuidadosa.

Siguiendo una tradición clásica, el estudio de la regimentación de intercambios críticos se llama dialéctica. El estudio del uso del lenguaje en la comunicación en acto, algo que en gran parte había pertenecido en el pasado a la retórica, hoy día se llama en general pragmática. De allí la elección del nombre pragma-dialéctica para el enfoque sobre argumentación que tiene por fin integrar correctamente los conocimientos de esas dos áreas de estudio. La pragma-dialéctica combina una visión dialéctica de la razonabilidad argumental con una visión pragmática de las jugadas verbales que se hacen en el discurso argumentativo.33

1.2. Los cinco componentes del programa de investigación pragma dialéctico

Dado que el programa de investigación pragma-dialéctico está diseñado para lograr una integración bien ponderada del conocimiento normativo y el descriptivo, se propone cumplir dos fines. Por un lado, pretende desarrollar un ideal filosófico de razonabilidad crítica y —sobre la base de este ideal— un modelo teórico de discurso argumentativo aceptable dentro de una discusión crítica. Por el otro lado, se propone investigar empíricamente la realidad argumentativa a fin de adquirir una descripción precisa de los procesos efectivos de discurso argumentativo así como de los factores que influyen en los resultados que emergen de dichos procesos. Partiendo de los resultados que se logren en ambas empresas, se trata de desarrollar las herramientas conceptuales con las que sea posible analizar la realidad argumental a la luz del ideal crítico de razonabilidad. Es entonces que podremos hacernos cargo con método de los problemas individuales y procedurales del análisis, evaluación y producción prácticos del discurso argumentativo —el alfa y el omega del estudio de la argumentación—. De esa manera, el programa de investigación incluye un componente filosófico, uno teórico, uno empírico, uno analítico y uno práctico.34

La pregunta fundamental del componente filosófico es qué significa ser razonable en la argumentación. De hecho, las concepciones de lo razonable que sostienen los estudiosos de la argumentación son de entrada divergentes, con lo cual se llega a visiones bastante diferentes acerca de cuáles argumentos se han de considerar aceptables. Los dialécticos sostienen una perspectiva crítica. Para ellos, la razonabilidad no depende tan sólo de un acuerdo intersubjetivo acerca de las normas, como piensan muchos retóricos, sino también de si esas normas conducen a resolver una diferencia de opinión mediante una discusión crítica. En vista de que el ideal de razonabilidad está asociado con la conducción metódica de una discusión crítica, la filosofía dialéctica de razonabilidad es parte de un racionalismo crítico.

A este ideal filosófico de razonabilidad se le da forma dentro del componente teórico diseñando un modelo de lo que implica actuar razonablemente cuando se discurre ­argumentativamente. Un modelo teórico, como lo sería el de Toulmin, pretende hacerse cargo del discurso argumentativo especificando modos de argumentar e indicando cuándo son aceptables. El modelo sirve como un marco conceptual y terminológico capaz de cumplir funciones heurísticas, analíticas y críticas en el tratamiento del discurso argumentativo. Un modelo dialéctico proporciona reglas que especifican cuáles jugadas pueden contribuir a resolver una diferencia de opinión en los varios estadios de una discusión crítica. Si consideramos semejante discusión pragmáticamente, como una interacción de actos verbales, el modelo es pragma-dialéctico.

En cuanto al componente empírico, lo que andamos buscando es capturar los procesos por los cuales efectivamente las personas producen, interpretan y evalúan discursos argumentativos, así como los factores que inciden en los resultados de tales procesos. El conocimiento de unos y otros se consigue llevando a cabo investigaciones cualitativas y cuantitativas. La investigación cualitativa consiste primariamente en observaciones introspectivas y estudios de caso, la cuantitativa (a veces conectada a la cualitativa), en estudios experimentales y estadísticos. En la investigación empírica pragma-dialéctica se hace énfasis en explicar cómo varios factores y procesos juegan un papel en la realidad argumentativa a la hora de resolver diferencias de ­opinión. El interés se centra en aquellos aspectos del discurso argumentativo que tienen que ver con su contundencia.35

El componente analítico busca una reconstrucción pragma-dialéctica del discurso argumentativo que permita separar y poner en relación las partes de ese discurso en forma de una sinopsis analítica, con lo cual tendríamos un punto de partida para la evaluación crítica. En el discurso argumentativo las cosas no son siempre inmediatamente obvias, e incluso pueden ser diferentes de lo que parecen. A veces es menester una reconstrucción más o menos complicada de lo dicho antes de que se pueda llevar a cabo un análisis justificable. Semejante reconstrucción tiene siempre lugar desde una perspectiva que se enfoca a aspectos específicos del discurso, enfatizando unos e ignorando otros. Tal vez se aclaren las cosas si lo comparamos con un análisis freudiano estereotípico. Un analista freudiano examina lo dicho desde una perspectiva psicológica, haciendo uso de las herramientas analíticas que le proporciona una visión teórica particular. Se interesará, por ejemplo, en la fijación con la madre, en signos de un complejo de inferioridad y cosas por el estilo. Ni qué decir tiene que llegará a un análisis con sólo examinar con cuidado lo que su cliente realmente ha dicho o claramente ha evitado decir. No puede diagnosticarlo enseguida, apenas lo ha visto, como sufriendo de fijación con la madre. Ni tampoco lo puede hacer sobre la única base de que ha elogiado a su madre en todas las sesiones. No obstante, tras una cuidadosa reconstrucción de ciertas cosas dichas o implicadas por su cliente, el analista podrá justificadamente atribuir fijación con la madre a su cliente sobre la base de una serie de observaciones que dan pie a ese análisis. De manera similar, en un análisis pragma-dialéctico del discurso argumentativo se lleva a cabo una reconstrucción del discurso que parte del modelo teórico de discusión crítica, con sus varias fases y división de actos verbales, y toma en cuenta metódicamente todo el saber obtenido por la investigación empírica. En la pragma-dialéctica, la pregunta central del componente analítico es cómo puede reconstruirse el discurso argumentativo de tal manera que enfaticemos aquellos y sólo aquellos aspectos que sean relevantes para resolver una opinión sobre la base de los méritos de los argumentos que se presenten. El análisis resultante puede, por ende, caracterizarse como orientado a la resolución.

Finalmente, el programa de investigación tiene un componente práctico en el que se desarrollan métodos para mejorar las habilidades individuales y los procedimientos específicamente argumentales. La competencia para argumentar involucra un complejo de disposiciones cuyo dominio es gradual y relativo a situaciones comunicativas específicas. Ello significa que las habilidades argumentativas solamente pueden medirse adecuadamente si aplicamos estándares asociados a tipos particulares de empeño argumental. Por ello, para mejorar la práctica argumentativa, sea mediante la instrucción explícita en teoría de la argumentación o modificando y rediseñando el formato utilizado en discusiones, debemos estudiar la argumentación en una diversidad de contextos institucionalizados y no institucionalizados que vayan desde el contexto formal del derecho hasta el contexto informal de una conversación entre amigos. En el componente práctico, los pragma-dialécticos hacen buen uso de sus conocimientos filosóficos, teóricos, analíticos y empíricos a fin de desarrollar métodos para mejorar la práctica ­argumentativa respetando la diversidad de circunstancias en que tenga lugar. Debido a su énfasis en promover la conciencia de los prerrequisitos para la resolución de diferencia de opinión y la estimulación de una actitud de disposición a discutir, el enfoque pragma-dialéctico sobre el mejoramiento de la práctica argumentativa puede caracterizarse como reflexivo.

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