Vida después del covid-19

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Supera la adversidad



Nuestras heridas pueden convertirse en sabiduría. Si así lo decidimos, los obstáculos pueden convertirse en peldaños, en escalones hacia nuestro éxito. No debemos perder nunca la oportunidad que nos ofrece la adversidad, e incluso los acontecimientos desagradables. Las cosas que nos rompen el corazón pueden mejorar nuestra vida.



A menudo, justo antes de una gran victoria se sufre una contundente derrota. La clave está en mantener la concentración y no dejar de creer. De esa forma superaremos la adversidad, con lo cual nunca debemos darnos por vencidos. Da lo mismo lo que suceda en nuestra vida, porque somos los únicos que tenemos la capacidad de elegir cómo reaccionar. Cuando nos creamos el hábito de buscar lo positivo en cualquier situación, nuestra vida avanzará hacia otra dimensión, al encuentro de nuestros sueños. Esta es sin lugar a dudas una de las mayores leyes de la naturaleza y que nos confirman el éxito y la plena felicidad. Alcanzaremos nuestros sueños superando la adversidad.





Ahora es tu momento



La vida no ignora los deseos de tu corazón. La parte del plan escrita para nosotros nunca nos incitaría a hacer nada que nos perjudicara. La idea y el motivo general es que seamos felices. Nuestro destino nunca nos obligará a hacer algo que nos haga infelices. Ahora es el momento de decidir, y cada momento de nuestra vida sucede en el ahora.



Las leyes de la naturaleza han determinado el funcionamiento del mundo desde sus orígenes. Incluyen principios básicos como «ayuda siempre a otros a obtener lo que desean mientras obtienes lo que quieres», «sé intachablemente íntegro», «vive en el ahora», «conviértete en la persona más amable que conoces», «hazlo lo mejor que puedas y aspira a la excelencia en todo lo que hagas», «sé fiel a ti mismo» y «atrévete a soñar». Lo cierto de todo esto, es que la mayoría de nosotros conocemos todos estos principios, los sentimos ahora y en cada momento de nuestras vidas, pero muy pocos los aplicamos. Esa es la mejor virtud que podemos tener, ser fiel con nosotros mismos cada día de nuestra vida, y vivir en el momento deseando y ayudando a los demás para sean felices al igual que nosotros, porque esas circunstancias nos harán ser mejores personas. En definitiva, ahora es el momento de ser maravillosos y de guiar a los demás a que también lo sean.





El sufrimiento nos hace fuertes



En la vida no hay errores, sólo lecciones. Esas lecciones a veces traen sufrimiento, pero sufrir nos hace más fuertes. No existen las experiencias negativas, sólo las oportunidades para crecer, aprender y avanzar por el camino del dominio de nosotros mismos. La fuerza se crea luchando y el dolor puede ser un maestro maravilloso.



El sufrimiento siempre ha sido un vehículo para el profundo crecimiento espiritual. Quienes han soportado un gran sufrimiento son, por lo general, las personas que evolucionan y se convierten en grandes seres. Aquellos a quienes la vida ha herido gravemente son, normalmente, quienes pueden sentir el dolor ajeno más rápidamente. Todos aquellos que soportan y, han soportado los momentos negativos y adversos de la vida les han hecho más humildes y, en consecuencia, son personas más abiertas, compasivas, leales, respetuosas y por supuesto auténticas. El sufrimiento les ha hecho sentirse fuertes y, se han desarrollado de tal forma, que han logrado convertirse en personas más brillantes.





La alegría interna



Puede que el sufrimiento no nos guste cuando viene a visitarnos, pero nos presta un gran servicio porque consigue por encima de todo hacer brillar a nuestra alegría interna. Con ella rompe el cascarón que envuelve nuestro corazón y nos vacía de las mentiras a las que nos hemos aferrado, mentiras sobre quienes somos o de por qué estamos aquí.



Cuando nos enfrentamos a un mal momento, pensamos que la forma en la que vemos el mundo refleja cómo es de verdad. Es una suposición errónea. Lo que sucede es que vemos el mundo desde una perspectiva basada en la desesperación. Miramos las cosas con ojos tristes y sin esperanza. La verdad es, que cuando empezamos a sentirnos mejor, nuestro mundo cambiará de aspecto. Cuando volvamos a recuperar nuestro estado de alegría interna, nuestro mundo exterior nos devolverá ese sentimiento como si de un eco se tratara. Hacer brillar a nuestra alegría interna es algo que está en nuestra mano y si creemos en nosotros mismos y en ella, ni el peor de los sufrimientos de este mundo nos hará perderla jamás.





El mundo es nuestro espejo



El mundo es un espejo. No recibimos de la vida lo que queremos, sino quiénes somos. En nuestra vida hay estaciones y los sufrimientos nunca perpetúan. Confía en que el invierno de tu tristeza dará paso al verano de tu alegría, igual que los rayos del sol matutino llegan tras las horas más oscuras de la noche.



Tu mundo es tu espejo, la esencia de tu alma. En tu mundo, el dolor, el sufrimiento y la adversidad son vehículos poderosos para fomentar el crecimiento personal. Nada nos ayuda a aprender, crecer y evolucionar más rápido. Nada nos ofrece una oportunidad mejor para reclamar nuestro poder auténtico como personas. Debemos ser capaces de mirarnos al espejo de nuestra alma, de nuestro mundo y sentir nuestra autenticidad, implicando ser conscientes de nuestros sufrimientos y adversidades. Solo de esa forma, y sonriendo cada día de nuestras vidas seremos conscientes siempre de que podemos ser capaces de realizar todo aquello que nos propongamos por mucho dolor que surja en nuestro camino. El mundo es tu espejo y, la sonrisa que le ofreces, será para siempre.





El fracaso es el camino hacia el éxito



No gozaríamos de la sabiduría y del conocimiento que ahora tenemos de no ser por los reveses que hemos soportado, los errores cometidos y el sufrimiento que hemos pasado. Tenemos que darnos cuenta, que el dolor es un maestro y que el fracaso es el camino que conduce al éxito. Nunca aprenderemos a montar en bicicleta sin que alguna vez nos caigamos.



Es importante comenzar a ver a nuestros problemas como bendiciones. Es cierto que en nuestros peores momentos estamos dispuestos a llegar a lo más hondo. Cuando la vida nos va bien, vivimos superficialmente; no somos muy reflexivos. Pero cuando las cosas se ponen mal, somos capaces de salir de nosotros mismos y de plantearnos por qué los acontecimientos se han desarrollado de ese modo. Esto nos conduce a un aprendizaje y a un crecimiento maravilloso. Es en esto en lo que verdaderamente consiste la vida, en crecer y en acceder a las personas que debemos ser siendo los dueños de nuestro destino, por muchos fracasos que encontremos en nuestro camino. Los fracasos conducen a nuevas oportunidades.





Saborea la felicidad



Viajamos por caminos distintos para alcanzar nuestro destino definitivo. Para algunos el camino es más complicado que para otros. Pero nadie alcanza el final sin enfrentarse algún tipo de adversidad. Así que, en lugar de luchar contra ella, sintamos el dolor para saborear la felicidad.



Hemos oído muchas veces, que si nunca hemos estado en un valle, la vista desde la cima no nos resultará sobrecogedora. Es por ello que debamos dejarnos llevar al máximo por todas las circunstancias de la vida sin distanciarnos de los resultados para así saborear con más intensidad la felicidad. Cuando sentimos la adversidad, nos volvemos más filosóficos y cuando nos enfrentamos a un reto, empezamos a formularnos las grandes preguntas de la vida, como el por qué, del sufrimiento o por qué nuestros planes trazados no salen como esperamos, o simplemente si la vida está gobernada por el azar. Debemos sentir el dolor a cada instante y dejar que simplemente suceda, para saborear y sentir con más entusiasmo la felicidad.





Diseñados para equivocarnos



No hay nada malo en cometer errores. Forman parte de la vida y son esenciales para crecer. Pero cometer los mismos errores día tras día, sí que puede ser un problema importante. Es una forma de no conocer el para qué de nuestra esencia. Estamos diseñados para equivocarnos.



Debemos dejar de ser duros con nosotros mismos. Somos seres humanos, y los seres humanos han sido diseñados para equivocarse. Darse cuenta de que todos cometemos errores y que estos son esenciales para nuestro crecimiento y nuestro progreso es liberador. Con ello, dejamos a un lado la necesidad de ser perfectos y adoptamos una forma más sensata de contemplar nuestra vida. Podemos empezar a fluir por la vida como un arroyo fluye por una montaña, con gran fuerza, pero siempre con elegancia y autenticidad. Esa es la única forma de sentirnos en paz con nuestra verdadera naturaleza y razón de ser. En consecuencia, sintamos placer por nuestras equivocaciones y dejemos que nos sirvan para el alcance de nuestros sueños.





La elección de vivir



La suerte no es otra cosa que la perfecta combinación de una preparación meticulosa con una oportunidad que se presenta en el momento adecuado. Para ello, no basta simplemente con existir, sino que debemos vivir nuestra vida de forma auténtica sintiendo plenamente quiénes somos.



La mayor parte de las personas pasan los mejores años de sus vidas viviendo en el ámbito de lo conocido. Carecen del valor necesario para aventurarse en territorios ignotos y les asusta apartarse de la multitud. Quieren encajar, les da miedo destacar. Se visten como todo el mundo, piensan como los demás y se comportan como ellos, incluso aunque con ello no se sientan bien. Se muestran reacias a escuchar la voz de sus corazones y a probar cosas nuevas; rehúsan alejarse de la orilla de la seguridad. Hacen lo mismo que todo el mundo. Ahora bien, al hacerlo, sus almas, que un día relucieron, empiezan a perder luminosidad. El éxito radica en ser fiel a uno mismo y en vivir la vida según nuestras propias normas. Sólo de esa forma dejaremos simplemente de existir y viviremos felizmente.

 





Los errores nos hacen sabios



El fracaso consiste en no tener el valor de intentar algo. Lo único que separa a muchas personas de sus sueños es el temor al fracaso. Sin embargo, el fracaso es esencial para obtener el éxito en cualquier empresa. El fracaso nos ofrece lecciones y nos guía por el sendero del éxito genuino.



Algunas personas aprenden de los errores que otros cometen. Esas son las personas verdaderamente sabias. Otras sienten que el verdadero aprendizaje sólo se consigue con la experiencia personal. Lo que podemos observar en esas personas es que padecen en el transcurso de sus vidas unos sufrimientos y una angustia innecesarios. Curiosamente, las únicas personas que no tienen problemas ni sufren adversidades están a tres metros bajo tierra. Vivir supone enfrentarnos con los problemas, con el dolor, con el sufrimiento y con la angustia. Todos ellos son medios de transporte necesarios para la obtención del crecimiento, para la expansión y un aprendizaje que dura toda la vida. Forman parte de la experiencia humana, y será necesario confundirnos una y otra vez para alcanzar el éxito y a su vez para convertirnos en personas más sabias.





El poder del amor



El corazón vive en el momento presente, porque sabe que es ahí donde hay que vivir. Al corazón le interesa sanarte para que seas una persona plena, que siente amor, que comprende y sirve a los seres humanos. Todos estamos conectados, con lo cual la felicidad nace de dar y ayudar a los demás a crecer amando la vida.



La mayor parte de nuestra evolución como seres humanos se ha concentrado en lo físico, lo externo. Hasta ahora, todo ha consistido en acumular y atesorar. El valor dominante ha sido siempre «los que tienen son los que más ganan»; los que son más famosos, los que tienen mayor fortuna, los que ostentan más poder sobre los demás, tratándose en consecuencia de la supervivencia de los más fuertes, porque todo gira en torno a una competición. Ahora bien, esta filosofía ya no nos sirve como raza humana porque nace de la escasez, y tras la escasez, está presente el miedo. Teniendo en cuenta que nuestras intenciones y lo que pensamos crean lo que vemos en el mundo exterior, todo lo que vemos es realmente carestía, porque nunca habrá suficiente para nosotros. Es de esa forma con la cual empieza un ciclo en el cual nunca nos parece que tenemos suficiente impidiendo nuestra felicidad. En consecuencia, amemos con el corazón disfrutando de todo aquello que tenemos y no de lo que ansiamos tener. Sólo de esa forma y confiando en nuestros sueños la propia vida nos irá aportando su abundancia en forma de felicidad.





Las pruebas de la vida



Las pruebas de la vida no son más que oportunidades para reunir mayor sabiduría y plataformas que nos recuerdan nuestro poder auténtico, siempre que así lo decidamos. Pero no olvidemos que cualquiera de nuestras vidas tendrá también su parte de éxito y triunfo además de momentos hermosos que nos harán felices.



Los momentos difíciles no son eternos y ningún fracaso es para siempre. Ninguna tristeza dura una eternidad. Cuando pasamos por una adversidad parece que nunca terminará, pero no es cierto. La vida tiene sus estaciones, sus capítulos, sus puertos. En última estancia, los momentos difíciles son aquellos que hacen que nosotros seamos mejores personas. Podemos reducir el sufrimiento en nuestra vida si asumimos la responsabilidad absoluta sobre nosotros mismos y si tomamos decisiones sabias e inteligentes durante todas las horas del día. De esta manera, moldearemos nuestro destino y tendremos la capacidad de vivir una vida más feliz. Es precisamente eso lo que deseamos en la vida, ser felices.





Coge tu estrella



No descubrimos lo resistentes y poderosos que somos hasta que no nos enfrentamos con algún problema que llena nuestra mente de estrés y nuestro corazón de angustia. Es entonces cuando nos damos cuenta de que todos tenemos en nuestro interior el valor para superar las curvas más cerradas de la vida.



Son los momentos difíciles los que nos hacen fuertes. Simplemente debemos enfrentarnos a ellos, confiando en nosotros mismos, en nuestros sueños, aquellos sueños que nos hacen tocar las estrellas, porque es ahí donde nos sentimos fuertes, felices y fieles con nosotros mismos. Nada de lo que nos sucede en la vida tiene más significado que el que nosotros queramos darle. El dolor y sufrimiento solo nacen del juicio. Cuando rehusamos enjuiciar y dejamos de etiquetar las cosas como positivas o negativas, y nos limitamos a aceptarlas como oportunidades para evolucionar y convertirnos en nuestro ser superior, nuestras vidas se transforman. Es entonces cuando nos llenamos de paz y alegría. Es entonces cuando somos capaces de alcanzar nuestro sueño y de tocar nuestra estrella.





Acepta la realidad



En realidad, las malas experiencias no existen, ni las buenas tampoco. La vida, simplemente, es. Es posible que todo sea bueno, y la necesidad de vivir en el presente aceptando tu realidad y amando todo aquello que te sucede en cada instante, es lo que nos hace leales a nosotros mismos, viviendo así la vida que deseamos.



En realidad, el sufrimiento en esta vida no es más que la diferencia entre cómo son las cosas y cómo imaginas que deberían ser. Si llegas a aceptar las bendiciones de tu realidad presente sin sentir siempre que tu vida es superficial cuando la comparas con las vidas de otros, habrás dado un paso de gigante para convertirte en una persona más auténtica, sosegada y feliz con su vida. La importancia de darnos cuenta de esto en cada instante de nuestras vidas, es lo que nos hace vivir con más entusiasmo, fieles a nosotros mismos y llenos de energía para aceptar la realidad que nos rodea mirándola con ojos de especial gratitud, y así hasta el fin de nuestros días.





Persigue tu sueño



La mayoría de las personas tiran la toalla justo antes de alcanzar sus sueños. La mayoría renuncia cuando se halla a tan sólo unos pasos de obtener todo lo que deseaba. No dejes que eso te suceda. No dejes de perseguir tus sueños porque ellos son los que generan tu felicidad plena y hacen que tu vida sea más auténtica.



Antes de que un buscador alcance el destino final, su yo superior, tendrá que pasar una prueba. Antes de alcanzar lo que ha estado anhelando, tendrá que superar un examen. Así es como funciona la vida en el camino. Si nos ponemos a leer o estudiar cualquier libro de sabiduría que describa ese viaje hacia el despertar personal y hacia la búsqueda de los sueños, comprobaremos que nuestro buscador o héroe, siempre se enfrenta a alguna prueba justo antes de conseguir el gran reto o su sueño. Esto es, la vida que ha deseado.





La estación de tu vida



Debemos recordar que la vida es una serie de estaciones. Todos los seres humanos tendrán que soportar la dureza de unos cuantos inviernos para obtener la gloria de los mejores veranos. Nunca olvides que los inviernos y tus miedos siempre acaban pasando para así llegar a la mejor de tus estaciones.



Es maravilloso recordar en todo momento, que los mayores sufrimientos nos ayudan a crecer todavía más. Cuando pasamos por ellos, nos duelen. Pero cuando los hemos dejado atrás, también nos curamos. Cuando un vaso de agua cae al suelo y se rompe, lo que había dentro sale al exterior. Cuando la vida te envía una situación de dolor, recuerda que está ahí para ayudarte a que te rompas, de modo que todo el amor, los sentimientos, el poder y el potencial que estaban hibernando en tu interior se viertan en el mundo que te rodea. Supera todo ese dolor y miedo y conseguirás ser libre para hacer realidad tus sueños.





Levántate siempre



Cuando nos enfrentemos a la adversidad, debemos tener la disciplina suficiente para mantener la rutina. Es conveniente madrugar, hacer ejercicio, comer bien, pasar tiempo en la naturaleza y asegurarnos que la mente, el cuerpo, el corazón y el espíritu están en equilibrio. Debemos levantarnos siempre.



Es conveniente experimentar con nuestros sentimientos. Para ello, cuando nos enfrentemos a una mala racha, no debemos apresurarnos en transformar un suceso negativo en positivo, a pesar de que muchas personas nos digan que pensemos positivamente. Hacer eso, tratar de convertir el suceso negativo rápidamente en positivo, nos puede hacer caer en la negación. En definitiva, es importante sentir todo el dolor, la ira o la tristeza de forma que salgan a la superficie de forma natural. Es sin duda, saludable. Ahora bien, no podemos quedarnos encallados en ellos, es decir, lloremos lo que sea necesario, pero cuando sea el momento de levantarse y s

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