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Diario de la expedicion reduccional del ano 1780, mandada practicar por orden del Virey de Buenos Aires

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JUNIO

(4 leguas.) Con estos preparativos, el 2 de Junio salió la marcha de los Corrales, como á las 12 del dia, y tomando su giro por las márgenes del Rio del Valle, (asì llamado porque riega y fertiliza con sus cristales el famoso valle en que esté colocado el Real Presidio) caminando á la parte del N, vino á acamparse nuestro tren en el paraje de las Sepulturas, distante cuatro leguas del tren pasado. En cuanto al orígen de este rio, y los demas que bañan esta dilatada provincia del Gran Chaco, se dirá lo conveniente en la descripcion geográfica con que se ha de cerrar este diario.

Y aunque caminó el tren, como se ha dicho, quedó S. S. en el Real Presidio, asaltado de un cólico accidental, hasta mejorarse. Lo que dió mérito á mandar que caminase todo el carruage y los animales sin pèrdida de tiempo, pero con lentitud hasta las resultas, yendo todo á cargo del Proveedor D. Diego Angel de Leiva, del Ayudante Sardina y del Guarda Mayor de almacenes, á quien el Auditor, por mandato de S. S., impartió órden de que con pausa siguiesen sus jornadas hasta el Rio del Dorado, y que allí se acampasen, por la comodidad de los pastos y agua, hasta segunda órden: dando órden al Proveedor de que subministrase á toda la gente diariamente carne, y semanal racion de bizcocho, yerba y tabaco.

(2 leguas.) El 3, como á las 11 del dia, caminó la marcha siguiendo las vegas y márgenes del Rio del Valle por el rumbo del N, y vino á parar en la Cruz del Chañar, que dista dos leguas de las Sepulturas: escapándose de este real por la noche dos presidarios, que buscados con toda diligencia, no se pudieron encontrar.

(1½ leguas.) El 4, como á las 11 del dia, caminó la marcha, siguiendo las vegas y márgenes del Rio del Valle por el rumbo del N, y vino á parar en un paraje nominado la Cabeza del Toro, que dista como legua y media del pasado, sin que se pudiera avanzar mas camino, por lo penoso y guadaloso de este plano.

(2 leguas.) El 5, saliendo como à las 9 del dia, por el mismo rumbo y vegas, vino à parar á la ramadita, llamada del Sr. Matorras, porque en ella se acampó el finado Sr. Gobernador en el año de 1774, dando principio à esta reduccional expedicion; acompañado del actual nuestro Comandante General, que en calidad de tal le acompañó: y dista este dos leguas del pasado tren.

(2 leguas.) El 6, saliendo la marcha de este real, como à la 1 de la tarde, vino á parar en el Pozo Verde, distante dos leguas del pasado tren. Este pozo dicen se ceba de los derrames del Rio del Valle, y que por todo el año mantiene agua, aun en las mayores secas. Su situacion es dentro de un bosque, á un lado del camino, á la parte del S. Hasta aquì ha seguido la marcha el camino antiguo, parando en este tren dos dias, por dar tiempo à un desmonte que de órden de S. S. está allanando el Ayudante Sardinas con los partidarios, presidarios, peones é indios voluntarios, para abrir nuevo carril, por estar informado S. S. ser este mejor y mas recto que el antiguo.

(2 leguas.) El 9, saliendo del Pozo Verde, tomó la marcha el rumbo al naciente, y traspasó un gran bosque desmontado, pasando tambien el Rio del Valle, que ya habia quedado à mano derecha, y un copioso madrejon, que pudieron pasarle solo por un puente que se formó. Y habiendo caminado como dos leguas, volviò á inclinarse este carril hàcia el N, cuya direccion siguió la marcha, y vino à parar en un lugar llamado San Antonio, distante tres leguas y media del Pozo Verde: y aquí parò tres dias, dando treguas al desmonte que se estaba haciendo mas adelante.

(4 leguas.) El 10 saliò de este tren la marcha, y siguiendo el rumbo al N por la comodidad del agua, se acercó à las vegas del Dorado, y se acampò en frente de San Simon, distante cuatro leguas del pasado tren, donde parò hasta el dia 14, esperando òrdenes de S. S.

El 11, convalecido nuestro General de su dolencia, habia salido del Real Presidio como à las 9 del dia, en compañìa de su Auditor, su Secretario, del Mayor General de órdenes que llegò el dia 10, del Inspector y del mèdico, y vinieron à dormir en la Ramadita, distante doce leguas del Presidio.

De allì salieron el 12 bien temprano, y vinieron á alcanzar el tren, acampado en el lugar referido, sin que hasta aquí haya llegado el Sr. Arcediano, que suponemos le hayan atajado las crecientes de los rios, porque hasta hoy ni noticias hay de S. S., sin embargo de habérsele dirigido cartas del Real Presidio.

Acordò S. S. con el R. P. Lapa, que el año de 1774 se hallaron en el mismo sitio acampados, dia del glorioso San Antonio de Padua, por lo que mandó S. S. que en honor de este ilustre taumaturgo se celebrase el santo sacrificio de la misa, y que à este real acompañamiento se titulase el Tren de San Antonio. Hízose así, y en él paramos todo el dia 13, por objetarse una montaña que era preciso allanar para seguir el carril nuevo. Este dia nuestro General, asociado de toda la oficialidad, paseó aquellas amenas campiñas y màrgenes del Dorado, haciendo ver á todos lo cómodo y aparente del lugar para mudar allí el Real Presidio de San Fernando. Reconocimos todos lo idoneo de aquel plano, por los pastos, por el agua, por la leña y maderas; finalmente, por ser precisa puerta y transito de todas las naciones, que no pueden traficar por otra parte: porque al naciente lo embaraza una dilatada travesia, y por el poniente la eminente Sierra del Alumbre (alias Santa Bárbara), avanzàndose sobre 20 leguas de terreno à favor de la provincia. Todo pareció consentaneo; y asì acordes todos aprobaron por justo y útil el pensamiento, presenciando tambien esta diligencia el R. P. Misionero.

(6 leguas.) El 14 salimos de este tren, y traspasando un bosque desmontado, de mas de dos leguas, vinimos por el rumbo del N à acamparnos en distancia de 6 leguas á las márgenes del Dorado, en una còmoda y deleitosa isleta, que tiene un famoso potrerillo para la seguridad de las bestias sin el subsidio de ronda: y como aquí nos asaltase una deshecha tormenta de viento y agua, que principiando con la noche terminò con la luz del dia siguiente, le titulamos el Tren de la lluvia, donde paramos dos dias, asì por la general inundacion de los campos que causó pesados lodazales, como por ofrecerse delante nuevo desmonte.

Con este motivo acordó nuestro General sería conveniente, que el R. P. Misionero fuese instruyendo los párvulos de la nacion Mataguaya en algunos ritos de nuestra Santa Fé: y ejecutàndolo con gusto dicho P., insinuò á los ladinos que al toque de la campanilla ocurriesen los pequeños, y los adultos que gustasen instruirse: y con efecto principió el R. P. el dia 15 esta espiritual tarea, enseñándoles á persignarse y repetir Ave María purísima &c… Viva Jesus… muera el pecado: lo que repetian con gusto y claridad, aunque con alguna torpeza: no siendo menor la complacencia de dicho P., de nuestro General y de toda la marcha, al ver exaltado el santo nombre de Dios en estos remotos laberintos, como feliz exordio de la conversion de estos gentiles, por quienes incesantemente pide nuestra piadosa Madre la Iglesia.

El 16 continuó el P. Misionero su doctrina, enseñándoles el Padre Nuestro y el Ave María; y este dia se publicaron á usanza militar, los tìtulos de los oficiales de plana mayor y menor, dándose posesion del empleo à cada titulado, mandando S. S. que el Auditor llevase la formacion de este diario.

(2½ leguas.) El 17, como á las 12 del dia, salió nuestra marcha de este tren, y traspasando con gran trabajo un grande monte pantanoso, con las cargas, mensages y ganado vacuno, sin que pudieran traspasarle los carros hasta el dia siguiente à boca de noche, se perdieron 25 vacas en la estrechura, de las que solamente se pudieron hallar tres, y vinimos à parar en un descampado distante, dos leguas y media del pasado tren.

El 18 se paró todo el dia, esperando las carretas, y de este tren se principiaron á poner centinelas, pasar el santo, é impartir órdenes para la distribucion de cuantos oficios y ministerios, en que se habian de egercitar todos y cada uno: encargàndoles S. S. el desempeño de sus destinos y el cuidado y vigilancia en las rondas y custodia de ganados y mensages, continuando el P. su enseñanza.

(1 legua.) El 19, como á las 3 de la tarde, salimos de este escampado, y siguiendo al N las màrgenes del Dorado, llegamos en distancia de una legua á un vistoso campo de palmares, donde se nos acopiò tanta multitud de Mataguayos, que en número serian como 500, y todos pidiendo reduccion, y ofreciéndose à guiar la marcha y ayudar en los desmontes: por lo que mandó S. S. que diariamente se les repartiese carne.

Dió mérito à esta prudente disposicion; lo primero, venir estos infelices acompañando la marcha, y ayudando en las fatigas; lo segundo, presentarse en calidad de amigos, y pidiendo reduccion; lo tercero, vernos precisados à transitar por su territorio, y necesitar su consenso; lo cuarto, asegurar el todo sacrificando la parte, y finalmente no pedir estos desdichados otro premio por su personal trabajo, que la carne que en su idioma llaman guaséta, que aprecian en mas que el oro y la plata, por la miseria y hambre con que siempre viven.

(4 leguas.) El 20, como à las 11 del dia, salimos de este lugar, y en distancia de cuatro leguas al rumbo del N, vinimos á parar sobre el Dorado, en una amenísima ensenada, y valle de palmares eminentes, que medidos tenian veinte varas de altura: y aquí, recogido el Dorado en un estrecho canal, corre por algun trecho, y en caso preciso seria fácil transitarle por puente que se formàra à poco costo.

Aquí parò la marcha hasta el 22, esperando el aviso del Ayudante Sardinas, que nos lleva cuatro dias de delantera, explorando camino, y el P. continuò su espiritual tarea.

 

(3½ leguas.) El 23, como á las 10 del dia, caminamos, siguiendo el rumbo al N, las vegas de un dilatado y pantanoso saladillo que forman los derrames del Dorado, y por ser abundante de patos, habiendo parado en un extremo de dicho saladillo, le titulamos el Tren de los patillos, que dista como tres leguas y media del real pasado.

El 24, dia de San Juan Bautista, parò la marcha todo el dia, y se celebró el santo sacrificio de la misa.

(2 leguas.) El 25 traspasamos con gran molestia las cargas, trastes y ganado, por un gran monte desmontado y pantanoso, por la lluvia que cayó la noche antecedente, y los carros no pudieron dar un paso y se quedaron allí: la marcha se acampò en un estrecho escampado, distante dos leguas del anterior.

El 26 paramos aquì, y mandò S. S. se llevaran treinta mulas aparejadas para aliviar el peso de los carros y facilitar su caminata: las mulas volvieron por la tarde cargadas, pero ni por esto pudieron pasar las carretas, por ser inusitado el camino y haber ocurrido la lluvia casual.

El 27 con gran trabajo salieron à boca de noche.

El 28 paramos todavia, dando treguas á un desmonte y puente que se estaba fabricando, como tambien por esperar al Sr. Canònigo que aun no ha llegado. Y en esta sazon llegó el dia de hoy el indio Josengo con carta de S. S., en respuesta de otra que le dirigiò nuestro General del camino; y en ella avisa estar cerca, y la causa de su demora.

El 30 paramos esperando al Sr. Arcediano, que llegó como à las 11 del dia, y por no haber llegado su carruage, paramos aquí hasta el dia siguiente. Trajo S. S. consigo 2 carros, 13 mulas, 32 vacas, 27 caballos, 2 soldados partidarios y 6 del regimiento de nuestro General, 3 negros y 2 negras, esclavos suyos, y 2 indios Tobas, el uno de la reduccion de Ledesma con un mulato mas esclavo.

Estos suplicaron à nuestro General, recabase de los Mataguayos la libertad de algunos indios cautivos de su nacion, que en las pasadas hostilidades les habian quitado. Hizo este oficio S. S. con buen fruto, porque los Mataguayos, defiriendo al punto, entregaron cuatro cautivos, de que S. S. les mostró grande agrado, y los Tobas no menor al sugeto interpuesto.

El mismo dia practicaron los indígenas otra accion no menos generosa que la pasada, y fuè dar á nuestro General cuatro hijos suyos, para que S. S. los hiciese catequizar, trayéndolos consigo: para que, ladinos è impuestos en el rezo y demas necesario para cristianarse, pudiesen estos enseñar á los suyos con el mismo objeto à que con anhelo aspiran: pasando de punto en su resolucion convenirse dos gandules, espontaneamente resueltos à servir en cuanto se les mande, y acompañar la marcha hasta su regreso, con tal de que se les rudimente y catequice.

JULIO

(3 leguas.) El 1.º de Julio, como à las 10 del dia, salimos del real antecedente, y pasando un dilatado bosque desmontado, de mas de dos leguas y media, pasamos un puente para salvar un cuantioso madrejon que viene como del S, y se junta con el Dorado, ignoràndose su orígen, y à poco trecho en unas cañadas que estàn á las màrgenes del Dorado: en distancia de tres leguas del pasado tren vinimos à parar. En este transito se perdieron 15 cabezas de ganado vacuno, y porque se tuvo razon que seis de ellas habian aprovechado los indios, mandó S. S. que en tres dias no les diesen racion.

De aquí se volvieron las reclutas que habian conducido al Sr. Canónigo, y con ellos se volvieron 16 caballos por flacos, con carta para que los entregaran á D. Josè Chaves, y 7 mulas. Y este dia, que fué el 2, paró la marcha, y el General de òrdenes pasó con el Inspector y Capitan de Migueletes al Rio Grande, à explorar el mejor plano para sacar camino hasta la Esquina: y con la razon que estos trajeron, el dia 3 pasó el Ayudante con los de su cargo à desmontar, parando la marcha todo este dia.

(3½ leguas.) El 4, como à las 11½, salimos de estas cañadas, y siguiendo el rumbo al N por las costas del Dorado, venimos à parar al Tren de la Esquina, que dista del pasado como tres y media leguas. En las estrechuras del monte se perdieron 30 vacas, sin que pudiera S. S. remediar este desgreño, ni con haberse venido con los vaqueros, ni con haber duplicado gente: y de todas estas reses solamente una se logrò, porque hallada la mataron y cargaron, y con ella se arracionò la gente. Aquí se junta el nuevo con el antiguo carril.

Entre otras utilidades que nos presenta el nuevo camino, es la una habernos manifestado con la evidencia, en obsequio de la verdad, que los planes antiguos han errado el concepto en cuanto á la direccion del Rio Dorado, y en cuanto á su desague, y el del Rio del Valle: porque el primero se incorpora con el segundo poco mas arriba del Tren de las lluvias, y ambos en un cuerpo, con el madrejon del S, se precian de tributarios del Bermejo, con quien se incorporan en este paraje, contribuyéndole no pequeño caudal.

De que se evidencia el errado computo de los que figuran uno y otro rio terminando su cauce en una gran laguna, llamada de los Caimanes, cerca de un grande palmar: siendo uno de estos el R. P. Pedro Lozano de la extinguida Compañía, quien en el pàrrafo 3 de su Descripcion Corogràfica, al folio 19, asì lo asienta. Padeciendo igual equívoco en cuanto à figurarlos corriendo del E à O, siendo asì que con la aguja en mano hemos caminado las riberas de uno y otro, y giran sin disputa de S á N, desde que se desprenden de las ùltimas serranias que estàn al poniente.

En este paraje de la Esquina paró la marcha el dia 5, para que se refaccionáran las bestias en un potrerillo tan seguro como abundante de pastos. Y teniendo noticia S. S. de que habian pasado de la otra banda gran multitud de indios Mataguayos confinantes con los Chiriguanos, con ánimo de invadir el ganado y menages, mandó al General de órdenes doblase la gente y ronda, previniendo à todos el peligro y encargando la vigilancia; con lo que no hemos experimentado lesion alguna.

Hasta aquì los indios Mataguayos han acompañado nuestra marcha, ayudando y sirviendo con fineza y lealtad: y tratando de volverse, mandò S. S. se les diesen seis reses. Repartióles cuchillos, tabaco y gorros, dando á los principales poncho y sombrero para distinguirlos, con lo que se volvieron muy contentos; y mucho mas, por haberles prometido S. S. informar al Sr. Virey acerca de su reduccion.

(2 leguas.) El 6, como á las 12 del dia, salimos de este tren, y siguiendo las márgenes del Rio Grande, caminamos ya por el rumbo del naciente, y venimos á parar en distancia de dos leguas en el tren que titulamos de la Conversion, porque en èl uno de los indios gandules Matacos, que dijimos venian de sirvientes, y se llama Lorenzo, pidió se le bautizára. Prometióselo S. S. siempre que se rudimentase, y para animarlo principiò S. S. á enseñarle à rezar, insinuándole que siempre que en él conociese constancia en su propósito él mismo lo apadrinaria. La descripcion de este famoso rio, que es el mayor que se halla en esta vereda, y por eso se titula el Grande, se reserva colocar en la descripcion Geogràfica.

(4 leguas.) De aquí salimos el 7 á las 12½ del dia, y siguiendo las màrgenes del Bermejo al oriente, venimos à parar en distancia de cuatro leguas en el tren llamado de Millan; hasta donde alcanzan las rancherías de los Mataguayos por esta vereda.

Esta nacion es numerosa, dòcil, sencilla, valiente y aplicada al trabajo. Su situacion la tienen á las màrgenes de los rios del Valle, Dorado, Bermejo, Centa y Pilcomayo; y principiando sus rancherìas desde el Rio del Valle, terminan en este paraje, ocupando de S à N como 80 leguas, y de oriente á poniente 150 leguas, desde las cercanias del curato de Humaguaca.

Es utilísima á las ciudades de Salta, Jujuy, Tucuman y Santiago del Estero, porque colocados en el terreno que se refiere, siendo como son hà mas de 30 años amigos y confederados nuestros, están de fronterizos de dichas ciudades, estorbando el transito á las innumerables naciones que ocupan este vastísimo continente. A mas de esto, bajan por familias à servir conchabados en las obras pùblicas y particulares de Salta, sirviendo à los partidarios de los presidios y sus mugeres en calidad de criadas.

Y si en nuestros dias vieramos verificada su reduccion en el paraje de San Simon sobre el Dorado, que es en donde estos la procuran, se lograria su perpetuidad, tanto por la aptitud del terreno, cuanto por tener à mano el Real Presidio de San Fernando, cuyo respeto los habia de traer á raya: y mucho mas si el presidio se avanzaba à colocarse sobre el Dorado; cuya traslacion daria sin disputa mucho ser á esta reduccion, y mucho terreno à la provincia, estando, como está ya, casi inútil en el sitio donde hoy se mantiene.

Y aunque esta nacion es innumerable, los que estàn en esta nuestra vereda son en número como de 1,000 indios de àmbos sexos, entre adultos y pequeños, y piden todos reduccion: siendo los principales ladinos los mandones que los gobiernan, y estos son 10, à saber: Josengo cristiano, Cayetano, Tineo, Lopez Grande, Lopez Chico, Amaya cristiano, Ignacio el grande, Ignacio el mozo, Luis y Francisco, sin otros que mandan, y por no ser ladinos son incognitos.

(2 leguas.) El 8, saliendo del tren referido, como á las 10 del dia, se adelantò de la marcha el Sr. Canónigo, y à poco de haber caminado, encontró un indio jòven de la nacion Chunupí, à quien los suyos habian mandado á explorar los movimientos de la marcha: y S. S. recibièndole con mucho cariño, le asegurò ser vanos sus recelos, porque lejos de querer ofenderles buscabamos su amistad y conversion, á cuyo fin se dirijia esta campaña. Con lo que, viniéndose con S. S., topó la marcha, y nuestro General le recibió con mucho agrado, practicando iguales oficios que el Canónigo: y venimos á parar en compañía del jòven en el Tren de Yuchan, que dista dos leguas del pasado.

(2 leguas.) En este tren nos detuvimos el dia 9 hasta las 3 de la tarde, dando tiempo à un desmonte, por haber obstruido la rapidez del rio el cauce del antiguo carril. Y saliendo à la hora citada venimos á parar en una vistosa vega, que dista del Yuchan como dos leguas.

En este tren nos salieron dos jòvenes Chunupìes, hermanos del referido, quienes dijeron venian mandados por los suyos à saber la causa de la tardanza del hermano. Con este motivo descubrieron haber venido recelosos por la otra banda del rio, y que preguntando por su hermano à algunos Mataguayos que toparon, les avisaron como venia en nuestra marcha con mucha paz y amistad: con lo que se habian resuelto à pasar el rio, y presentarse en nuestro real.

Inquiriendo S. S. la distancia de sus rancherias, y movimiento de los suyos, á lo primero dijeron, que estaban de allí como diez leguas sus poblaciones, y en cuanto à lo segundo dijeron, que los suyos estaban sobresaltados, y que decian que, para que se pudiesen presentar à nosotros sin recelo, fuera á sacarlos el R. P. Lapa.

Resolvió nuestro General y el Sr. Arcediano, que caminase el P. á convoyarlos. Propúsosele á este, que con la prontitud que siempre, y con el celo acostumbrado dispuso caminar el dia siguiente con el interprete Corro, los tres indios y dos Sinipés que consigo traia.

Con efecto, el 10 marchó por la mañana, encargado de satisfacer apostólicamente á aquellas naciones, asegurándoles nuestra amistad.

Este dia paró la marcha, por haberse quebrado dos carretas, y ser preciso refaccionarlas. Trabóse reñida contienda entre algunos Mataguayos de arriba con los de abajo, acerca de cobrar un caballo que habian robado los unos de los otros: pero, menos bárbaros que atentos, pidieron vénia para ello á nuestro General, quien apreciando la atencion, les afeó el hecho de estimar en mas sus bestias que sus paisanos, y que como amigos del español debian imitarle en la paz y en la union, no esgrimiendo sus armas por cosas tan ridiculas; y que él prometia darles un caballo á su satisfaccion, á fin de que no pasasen en su contienda. Con lo cual conformes, y como avergonzados cesaron, dejando la riña solo en desafio.

En este real, por acaso, descubrimos tener estas selvas la caña dulce de que se forma el azúcar, miel y alfeñiques; lo que descubrió el Ayudante Sardina, que aislado en busca de camino, topó con un cañaveral. Y trayendo á nuestro real una, por el zumo, por la hoja, por el peso y por el gusto, conocimos ser caña dulce, aunque no era muy fino el sabor; lo que talvez proviene del jugo inepto, por ser el terreno salitroso, ó por la ninguna cultura que le asiste. Los indios dicen que hay mucha en los montes, pero no la comen, porque, no sé porque motivo, la titulan flecha del Diablo. De aquí se escapó un presidario.

 

(4 leguas.) El 11, como á las 9 del dia, salimos de este tren y venimos á parar en distancia de cuatro leguas, en un dilatado escampado á las márgenes del rio, siguiendo el mismo rumbo al naciente: de aquí empiezan las rancherias de los indios Sinipés, y nuestro P. Capellan hasta hoy no ha parecido. Titulamos este el Tren del Yelo, por el excesivo que tuvimos esta noche, en que se perdieron 8 vacas y 2 caballos.

Estos indios Sinipés en la expedicion pasada prometieron al Sr. Matorras sugetarse á reduccion, quien así les prometió egecutarlo en mas oportuno tiempo.

(3 leguas.) Del Tren del Yelo salimos el 12, como á las 12 del dia, y vinimos á parar en distancia de 3 leguas, en una cañada de muchos pastos y trebol: y aquí topamos el R. P. Lapa con 40 bizarros indios Sinipés y un Malbalá, y segun la relacion de dicho P. le toparon los indios con bastante recelo. Y enterándoles su R. del fin de nuestra entrada (por medio del faraute), se entregaron y resolvieron á venir; y segun se han explicado, adoptan siempre el proyecto de su reduccion, y de salir (en su caso) á discrecion de los superiores. El cacique no vino por enfermo, pero mandó recado á nuestro General, que se esforzaria á salir en su distrito, donde trataria lo conveniente en cuanto á capítulos de paz y reduccion: por lo que para allí se reserva estampar lo que ocurriese.

Esta noche hospedamos en nuestro real á estos indios, y mandó S. S. se les aviase de carne: repartíoles gorros, cuchillos y otras baraterias de que quedaron muy agradecidos. Esta noche nos cayó otra helada mucho mas rigurosa que la pasada. Titulamos á este el Tren del Apio, por abundar sobremanera esta yerba en estos bajios.

(3 leguas.) El 13, como á las 9 del dia, caminamos siguiendo el propio rumbo, y llegamos al parage de Santa Rosa, en distancia de tres leguas. Y como se adelantase de la marcha nuestro General y el Sr. Arcediano, con el P. Capellan é indios advenedizos, llegaron á una eminente barranca del Rio Bermejo, al frente de las rancherias de los indios Chunupíes: y pasándole aviso S. S. al principal cacique Atecampibáp (famoso caudillo, y poderoso por las naciones que comanda), apenas recibió el recado político que se le pasó, se puso en camino, y metido en una balsa de cuero, acompañado de un lucido y numeroso convoy, á pesar del sanguineo Bermejo, surcando sus corrientes en este alado aunque tosco bajel, llegó con presteza á nuestra banda, y sacándole en brazos los suyos, saltó á tierra.

A penas se aproximó à nuestro General, le echó este los brazos, y lo recibió con suma gratitud, haciéndole entender por medio del faraute, cuanto se complacia de verle, conocerle y tenerle por amigo. Igual diligencia practicó el Sr. Arcediano y Capellan, y á todos respondió el cacique con iguales expresiones de cariño, vertiendo en este acto copiosas lágrimas de regocijo.