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Decisiones económicas en los cambios hormonales de la mujer

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Tabla 7.

Niveles de aversión al riesgo.


Número de opciones seguras Rango de aversión al riesgo relativo para U(x) = x1-r / (1 – r) Clasificación de preferencia de riesgo
0–1 r < –0.95 Extremadamente amante del riesgo
2 –0.95 < r < –0.49 Muy amante del riesgo
3 –0.49 < r < –0.15 Amante del riesgo
4 –0.15 < r < 0.15 Neutral al riesgo
5 0.15 < r < 0.41 Ligeramente averso al riesgo
6 0.41 < r < 0.68 Averso al riesgo
7 0.68 < r < 0.97 Muy averso al riesgo
8 0.97 < r < 1.37 Extremadamente averso al riesgo
9–10 1.37 < r Quedarse en cama

Nota: Tomado y traducido de Holt, C. A., y Laury, S. K. (2002). Risk aversion and incentive effects. American Economic Review, 92(5), 1644–1655.

Figura 19.

Neutralidad en la aversión al riesgo.


Procedimiento de recolección de información

El acceso a la muestra se hizo a través de una convocatoria con el apoyo de las Facultades y las Unidades de Comunicación de la Universidad de Antioquia, además del envío de invitaciones a través del correo institucional. En el primer contacto con las participantes se les compartió la información general del proyecto y se revisaron los criterios de inclusión y exclusión; a las que cumplieron con los requisitos se les compartió el consentimiento informado para la respectiva lectura, solución de inquietudes y firma (ver Anexo 3). Aceptado y firmado el consentimiento informado se les envió un enlace a sus correos institucionales que dirigía a dos formularios: uno para el registro de información sociodemográfica y el otro para el registro de información del ciclo menstrual. Diligenciados los formularios se revisó la información para descartar participantes del estudio que no cumplieran con los criterios (por ejemplo, si se observaban irregularidades en sus ciclos). Con las que cumplieron se procedió con el cálculo del rango de su ciclo menstrual (el registro de información tenía una ventana de 3 meses). El cálculo permitió definir la fecha en la que se debían aplicar los instrumentos. Precisado lo anterior, se entró en contacto con las participantes y se les solicitó presentarse al laboratorio en la fecha y hora establecida.

Con las 100 participantes que finalmente hicieron parte del estudio se formaron dos grupos: el grupo uno, compuesto por 50 participantes que estaban en fase ovulatoria y el grupo dos, por 50 participantes que estaban en fase lútea. La fecha de aplicación de los instrumentos debía coincidir con la fase del ciclo (ovulatoria o lútea) y todas debían pasar por las mismas pruebas.

Desde el inicio de la investigación las participantes tenían en cuenta la importancia de la fecha para la aplicación de los instrumentos, pues esta era el resultado de un cálculo previo, que indicaba mayores probabilidades de tener los estrógenos o la progesterona en sus niveles más elevados de acuerdo con la regularidad de cada participante. Si no se presentaban en el día y la hora, se debía reprogramar y calcular nuevamente la fecha. Para determinar la fecha del ciclo se aplicó el método del conteo con base en la encuesta de Durante et al. (2014).

Las participantes se presentaron al laboratorio entre las 6:00 a.m. y 8:00 a.m. y todas se encontraban en ayunas. Al llegar la participante se le hacía un registro y se le entregaba un refrigerio (un jugo y un pastel) para ser consumidos antes de iniciar las pruebas. Luego se ubicaban en una sala frente a un computador. El espacio estaba debidamente iluminado y sin estímulos distractores. En total se aplicaron dos juegos sobre decisiones económicas: uno sobre decisiones sociales (juego del ultimátum) y el otro sobre juegos de azar (juego de loterías). En el Anexo 4 se encuentran las instrucciones generales, en el Anexo 5 están las instrucciones del juego del ultimátum y en el Anexo 6 las instrucciones del juego de loterías. La aplicación de cada juego tomó en promedio diez minutos. Desde el inicio de la investigación se les informó a las participantes que los juegos eran reales y con estímulos económicos reales, es decir, el dinero que ganaran se les entregaría al finalizar el juego.

La primera prueba aplicada fue el juego del ultimátum. Para su aplicación se usó el software UltiGamePc. En este juego se utilizaron fotografías de mujeres (simétricas y con baja simetría). Las fotografías fueron seleccionadas de la siguiente manera: se eligieron seis fotografías de mujeres con edades entre los 18 y 24 años de la ciudad de Medellín y se contó con el permiso para su uso. Tres de las fotografías eran simétricas y las otras tres de baja simetría. Para la elección final de la fotografía de alta simetría y baja simetría se hizo una encuesta a un grupo de 30 hombres en la que debían responder a lo siguiente: “Por favor ordene las siguientes fotografías de la más bella a la menos bella”. Con los datos arrojados por la encuesta se seleccionaron las dos fotografías que serían utilizadas en el juego: alta simetría y baja simetría.

Como se ha mencionado anteriormente, el juego del ultimátum consta de dos roles: proponente y respondedor. Sin embargo, el rol de proponente ya estaba programado en el UltiGamePc, es decir, el software ya tenía preestablecido el número de propuestas que se harían (20 propuestas), las cuales se encontraban divididas y debidamente aleatorizadas en propuestas justas e injustas. La tasa de propuestas justas era del 25% y de propuestas injustas del 75% (esta información era desconocida por la participante). Para llevar adelante el juego, a la participante (respondedor) se le indicaba que iba a jugar online con otra mujer que se encontraba en una sala contigua, y que, si bien no podía verla directamente, si podía ver su fotografía cuando iniciara el juego. Para su debida realización se le presentaron las instrucciones (ver Anexo 5) y luego se hizo un breve ejercicio de prueba para comprobar que las instrucciones fueron comprendidas.

La participante debía jugar el mismo juego en dos oportunidades (con la supuesta chica con alta simetría y luego con la de baja simetría). Dicho diseño tenía como fin hacer comparaciones de las ganancias obtenidas para la misma participante (con estímulo de alta simetría y de baja simetría) según la fase del ciclo menstrual en la que se encontrara. Para evitar sesgos en los resultados el software tenía aleatorizadas las propuestas, de igual manera se procedió con la presentación de los estímulos y se aleatorizaron: en una oportunidad la participante podía iniciar jugando con la supuesta chica de alta simetría y luego con la de baja simetría; o a la inversa, iniciar jugando con la de baja simetría y luego con la de alta simetría.

Terminadas las dos rondas del juego del ultimátum la participante pasaba a la última prueba: el juego de loterías. Para su realización se le presentaron las instrucciones (ver Anexo 6) y luego se hizo un breve ejercicio de prueba para comprobar que las instrucciones fueron comprendidas. Al finalizar la aplicación de todos los instrumentos se entregó el total de dinero ganado y se firmó una carta de cierre de participación (ver Anexo 7).

Consideraciones éticas

La investigación fue de mínimo riesgo y se acogió a las Normas científicas, técnicas y administrativas para la investigación en salud (Ministerio de Salud, resolución 8430 de 1993); a los lineamientos del Código deontológico y bioético del ejercicio de la psicología en Colombia (Ley 1090 de 2006); y a los Principios éticos de los psicólogos y código de conducta de la APA en torno a los estándares éticos de investigación (http://www.apa.org/ethics/code/index.aspx). Por tal motivo, se tomó como violación a la ética de la investigación en el campo de la psicología el no cumplimiento de los códigos o artículos de los documentos mencionados.

 

Consentimiento informado

La ley 1090 de 2006, en su artículo 36 numeral “i”, señala la obligatoriedad del consentimiento informado para los usuarios. En este sentido, las participantes que hicieron parte de esta investigación contaron con el respectivo consentimiento informado. En él se les explicó la finalidad de la investigación y que con su firma estaban aceptando participar libre y voluntariamente. A las participantes se les dejó claro que en cualquier momento de la investigación tenían la libertad para decidir si continuaban o no en el estudio. El consentimiento informado utilizado fue avalado por el Comité de Bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia (ver Anexo 3).

Análisis de datos

El análisis de los datos se realizó en el programa SPSS versión 24 ®. Inicialmente se hizo un análisis descriptivo de las variables sociodemográficas y del ciclo menstrual; luego se procedió con la prueba de normalidad de la distribución de los datos de las variables cuantitativas (variable de decisiones sociales) a través del estadístico de Shapiro-Wilk. Si los datos cumplían con una distribución paramétrica, se utilizaba la prueba T de Student de muestras relacionadas; si no era paramétrica, se utilizaba la prueba U de Mann-Whitney. Para las variables cualitativas o categóricas (aversión al riesgo) se utilizó el estadístico Chi-cuadrado X2 y el análisis de proporción de opciones seguras tomadas por las participantes para la identificación de aversión al riesgo.

Cierre de capítulo

Un método es un camino que sigue una serie de pasos debidamente estructurados. Para nuestra investigación el enfoque utilizado fue el empírico analítico, con alcance comparativo, diseño no experimental y de tipo transversal. El muestreo fue probabilístico, con una muestra de 100 mujeres, las cuales debieron cumplir con unos criterios de inclusión y exclusión. Se identificaron las variables del estudio y los instrumentos que ayudarían en su medición: encuesta sociodemográfica, cuestionario sobre el ciclo menstrual, el juego del ultimátum y el juego de loterías de Holt y Laury. Para la recolección de información se construyó un procedimiento que debían seguir todas las participantes; se cumplieron las normas éticas y se siguieron las orientaciones del Comité de Bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia a través del consentimiento informado que fue aprobado; finalmente se cierra con un plan de análisis de los datos. En la Figura 20 se encuentra ilustrado el diseño metodológico aplicado a la investigación. En el siguiente capítulo encontraremos los resultados obtenidos. Veamos.

Figura 20.

Diseño metodológico aplicado a la investigación.


Sociodemográficos

El rango de edad de las participantes fue de 18 a 24 años con un promedio de 21,32. Cerca de la mitad no tenía una relación de pareja, en su mayoría eran solteras, dependían económicamente de sus padres, tenían ingresos menores a un salario mínimo mensual legal vigente (smmlv) y se ubicaban en los estratos dos y tres. Ver Tabla 8.

Tabla 8.

Resultados sociodemográficos.


* Salario mínimo mensual legal vigente (smmlv)

Fases del ciclo menstrual

De las 100 participantes 50 estaban en fase ovulatoria y 50 en fase lútea; todas tenían ciclos menstruales regulares con media de 28.8 días ± 2.386. Ninguna utilizaba método anticonceptivo hormonal (ver Figura 21).

Figura 21.

Fases del ciclo menstrual.


Decisiones económicas

Aversión al riesgo

De las cien participantes que jugaron el juego de loterías el 69% respondió de manera consistente. Para el análisis solo se tomaron las respuestas consistentes, las demás se descartaron (ver diseño metodológico). Tanto para la fase ovulatoria como para la lútea se tuvo una proporción similar de respuestas consistentes (ver Tabla 9).

Tabla 9.

Respuestas consistentes e inconsistentes.


Respecto al tipo de aversión al riesgo, la gran mayoría de la muestra se ubica como “aversa al riesgo”, pocas son “neutrales al riesgo” con un porcentaje más alto en la fase lútea; y “amantes al riesgo” fue mínimo, a excepción de una participante de la fase lútea (ver Tabla 10).

Tabla 10.

Aversión al riesgo * Fase del ciclo menstrual.


Prueba de hipótesis

H0: la aversión al riesgo es independiente de las fases del ciclo menstrual.

H1: La aversión al riesgo se asocia con las fases del ciclo menstrual.

Decisión: si p≤0.05 se rechaza H0.

Al aplicar el estadístico Chi-cuadrado se aceptó la independencia de las variables: las fases del ciclo menstrual no se relacionan con el tipo de aversión al riesgo. De acuerdo con los resultados (ver Tabla 11) no se encontraron diferencias estadísticamente significativas (X2(1) =4.577; p=0.101). Por tanto, se puede concluir que, para las mujeres evaluadas, la aversión al riesgo no se relaciona con la fase del ciclo en la que se encontraban.

Tabla 11.

Resultados Chi-cuadrado.


a. 4 casillas (66,7%) han esperado un recuento menor que 5. El recuento mínimo esperado es ,48.

Proporción de opciones seguras

Siguiendo el modelo Holt y Laury (2002), tanto el grupo de la fase ovulatoria como de la lútea presentan aversión al riesgo (ver Figura 22). Esto indica la elección de una mayor cantidad de opciones seguras por parte de las participantes en el juego de loterías.

Figura 22.

Proporción de opciones seguras en las fases del ciclo menstrual.


Decisión social

Descriptivos de la muestra

En el juego del ultimátum la ganancia mínima obtenida con el rol de respondedor se dio en la fase lútea, la máxima fue similar en ambos grupos a excepción de la fase lútea con el estímulo simétrico. La media fue similar entre los grupos (ver Tabla 12).

Tabla 12.

Ganancias respondedor por fases del ciclo.


Prueba de hipótesis de normalidad

Hipótesis pruebas de normalidad con estímulo simétrico

H0: Las ganancias en la fase ovulatoria y lútea con un estímulo simétrico siguen una distribución normal.

H1: Las ganancias en la fase ovulatoria y lútea con un estímulo simétrico no siguen una distribución normal.

Hipótesis pruebas de normalidad con estímulo asimétrico

H0: Las ganancias en la fase ovulatoria y lútea con un estímulo asimétrico siguen una distribución normal.

H1: Las ganancias en la fase ovulatoria y lútea con un estímulo asimétrico no siguen una distribución normal.

La prueba de normalidad Shapiro-Wilk (ver Tabla 13) indica que no se cumple el supuesto de normalidad: simetría (estadístico 0.959 ovulatoria y 0.942 lútea; gl: 50; p=0.080 ovulatoria y p=0,016 lútea); asimetría (estadístico 0.956 ovulatoria y 0.934 lútea; gl: 50; p=0.059 ovulatoria y p=0.008 lútea). De acuerdo con estos resultados se utilizará la prueba no paramétrica U de Mann-Whitney.

Tabla 13.

Pruebas de normalidad Shapiro-Wilk.


Prueba de hipótesis para estadístico U de Mann-Whitney

Hipótesis con estímulo simétrico

H0: Las ganancias en la fase ovulatoria y lútea con un estímulo simétrico son similares.

H1: Las ganancias en la fase ovulatoria y lútea con estímulo simétrico no son similares.

Hipótesis con estímulo asimétrico

H0: Las ganancias en la fase ovulatoria y lútea con un estímulo asimétrico son similares.

H1: Las ganancias en la fase ovulatoria y lútea con estímulo asimétrico no son similares.

Se acepta la hipótesis nula para ambos casos (ver Tabla 14) ya que el valor de p fue mayor a 0.05 (p=0.806 para ganancias con estímulo simétrico y p=0.828 para ganancias con estímulo asimétrico). Aunque al observar las Figuras 23 y 24 el grupo uno (fase ovulatoria) está un poco por encima del grupo dos (fase lútea), esa diferencia no es significativa; además, el tamaño del efecto es mínimo en ambas situaciones (r = 0.024 para ganancias con estímulo simétrico y r = 0.022 para ganancias con estímulo asimétrico). Lo anterior quiere decir que no hay diferencias significativas entre las ganancias obtenidas en la fase ovulatoria, al igual que en la lútea con estímulos simétrico y asimétrico, llevando a un comportamiento muy similar en ambos grupos sin importar el estímulo presentado.

Tabla 14.

Estadísticos de la prueba U de Mann-Whitneya.


Ganancias
Estímulo simétrico Estímulo asimétrico
U de Mann-Whitney 1214,500 1218,500
W de Wilcoxon 2489,500 2493,500
Z -0,246 -0,218
Sig. asintótica (bilateral) 0,806 0,828
Tamaño del efecto 0,024 0,022

a. Variable de agrupación: Fase del ciclo menstrual

 

Figura 23.

Descripción de plots: ganancias con estímulo simétrico.


Nota: SGR = simetría ganancias respondedor. Grupo 1 = fase ovulatoria; Grupo 2 = fase lútea.

Figura 24.

Descripción de plots: ganancias con estímulo asimétrico.


Nota: AGR = asimetría ganancias respondedor. Grupo 1 = fase ovulatoria; Grupo 2 = fase lútea.

¿Juegan las hormonas sexuales un papel importante en las decisiones económicas? Esta ha sido una pregunta que recientemente se han venido planteando algunos investigadores. Hasta el momento los estudios se han realizado tanto en la testosterona, hormona sexual masculina, como en los estrógenos y la progesterona, hormonas sexuales femeninas; a pesar de esto, los aportes han sido más abundantes alrededor de las hormonas sexuales masculinas que de las hormonas sexuales femeninas (Durante et al., 2011; Lazzaro et al., 2016; Pine & Fletcher, 2011; S. J. Stanton, 2017). Respecto a las hormonas sexuales femeninas, tanto los estrógenos como la progesterona tienen una participación diferenciada a lo largo del ciclo menstrual; por ejemplo, en la fase ovulatoria los niveles de estrógeno son más elevados que la progesterona, mientras que en la fase lútea se da a la inversa, la progesterona se eleva y los estrógenos bajan. Una de las funciones de los estrógenos es actuar sobre el endometrio para que vaya creciendo; por su parte, la progesterona prepara el útero para que se puedan dar las condiciones idóneas en caso de darse la gestación.

Uno de los objetivos de nuestra investigación era identificar la aversión al riesgo según las fases ovulatoria y lútea del ciclo menstrual. Nuestros resultados indicaron que las mujeres presentan aversión al riesgo sin importar la fase del ciclo en la que se encuentren. Este resultado será discutido en la sección Decisiones económicas bajo riesgo. El segundo objetivo era identificar el comportamiento económico en contexto social según las fases ovulatoria y lútea del ciclo menstrual. Nuestros hallazgos mostraron que no hay diferencias significativas entre las ganancias obtenidas en la fase ovulatoria y la fase lútea llevando a un comportamiento similar entre ambos grupos. Estos resultados serán discutidos en el apartado Decisiones económicas en contexto social. Finalmente, nuestro tercer objetivo era comparar la aversión al riesgo y el comportamiento económico en contexto social según las fases ovulatoria y lútea del ciclo menstrual. Este objetivo será revisado en el apartado Decisiones económicas bajo incertidumbre. Veamos.

Decisiones económicas bajo riesgo

Uno de nuestros hallazgos fue que las mujeres presentaron aversión al riesgo sin importar la fase del ciclo menstrual en la que se encontraban (ver Figura 25). Estos resultados son diferentes a los encontrados por Lazzaro et al. (2016) y Pearson y Schipper (2013) que más adelante discutiremos. Ahora bien, ¿cómo se podrían pensar los resultados obtenidos a la luz de estudios anteriores? Para responder a esta pregunta consideramos importante abordar aquellas investigaciones que se han enfocado en los cambios hormonales y su relación con el comportamiento del consumidor y las decisiones económicas.

Figura 25.

Aversión al riesgo sin importancia de las fases del ciclo menstrual.


Nota. De las 100 participantes 69 respondieron de manera consistente (36 de la fase ovulatoria y 33 de la fase lútea). De las 36, 35 presentaron aversión al riesgo y 1 fue neutral. De las 33, 27 presentaron aversión al riesgo, 5 fueron neutrales y solo 1 fue amante al riesgo.

Recientes investigaciones se han interesado en saber si las hormonas sexuales de la mujer tienen un papel importante en el comportamiento del consumidor; por ejemplo, Durante y Saad (2010) refieren que el costo potencial de la reproducción no solo impacta las preferencias sexuales, sino que también juega un papel importante en los comportamientos y la toma de decisiones de la mujer. En esta línea se ha encontrado que las mujeres tienen un comportamiento de consumo muy diferenciado a lo largo de las fases del ciclo menstrual. En la fase ovulatoria las mujeres tienen una mayor preferencia por la ropa reveladora y atractiva y los accesorios de moda (Durante et al., 2008; 2011); están más motivadas por mejorar su atractivo físico (Durante & Saad, 2010); reducen la ingesta de calorías (Saad & Stenstrom, 2012); prefieren las ganancias relativas en lugar de las ganancias absolutas (Durante et al., 2014); y tienen una mayor preferencia por la variedad en el consumo (Durante & Arsena, 2015). Mientras que, en las otras fases del ciclo como la lútea, ocurre lo contrario.

Este tipo de comportamientos de consumo a lo largo de las fases del ciclo menstrual, en especial en la fase ovulatoria, se ha asociado con la competencia intrasexual orientada al estatus y al éxito en la búsqueda y selección de pareja (Durante & Arsena, 2015; Durante & Saad, 2010; Durante et al., 2011; Durante et al., 2014; Saad & Stenstrom, 2012;). Así mismo, Durante y Griskevicius (2016) en estudios recientes refieren que las hormonas pueden estar participando en el logro de objetivos para el acceso a los recursos, a los compañeros y al estatus social.

Por otro lado, el estudio de las hormonas también se ha relacionado con las decisiones económicas. Según Lazzaro et al. (2016), si los estudios de neuroimagen funcional han demostrado que la actividad cerebral varía a lo largo del ciclo menstrual, como la recompensa y el procesamiento emocional, se podría esperar que las decisiones económicas se vean afectadas por los niveles cambiantes de estrógeno y progesterona a lo largo del ciclo. Bajo esta premisa, la investigación de Lazzaro et al. (2016) estuvo centrada en determinar si en las fases del ciclo menstrual las mujeres tenían variaciones en la racionalidad económica, la aversión al riesgo y la aversión a la perdida. Sus resultados indicaron que a lo largo del ciclo menstrual las mujeres son racionales en su comportamiento de elección; que en promedio presentaban aversión al riesgo en todas las fases del ciclo menstrual, excepto durante la fase ovulatoria (resultados contradictorios con los nuestros); y finalmente, que las mujeres presentaban significativamente menos aversión a la pérdida en la fase ovulatoria que en las demás fases. Lo anterior llevó a los autores a concluir que las mujeres son más propensas a elegir opciones de riesgo que pueden conducir a posibles pérdidas financieras durante la ovulación, o quizá, tener más tolerancia a las pérdidas.

De forma similar, Pearson y Schipper (2013) encontraron que las mujeres presentaban mayor aversión al riesgo al hacer ofertas en subastas de primer precio, excepto en la fase ovulatoria. Para estos autores, una mayor aversión al riesgo en esta fase sugiere una explicación evolutiva: las mujeres en la fase de mayor fertilidad pueden asumir comportamientos más arriesgados que pueden conducir a una mayor probabilidad de concepción que favorezca la diversidad y la calidad genética y así tener un mayor éxito reproductivo.

Según lo expuesto hasta el momento, si bien se ha encontrado que en la fase ovulatoria, cuando los niveles de estrógeno son más elevados y los de progesterona son más bajos, se exhiben comportamientos diferenciados, también se observan algunos aspectos a considerar. Entre ellos se tiene que el tipo de variable (comportamiento de consumo y decisiones económicas) y la manera de medirse, ha sido diferente. Respecto a las preferencias del consumidor, una de las precursoras en analizar este tipo de comportamientos ha sido Kristina Durante y su equipo, y uno de los puntos de referencia sobre los cuales desarrolla su discusión es a través de lo teoría del cambio ovulatorio propuesta por Gangestad y Thornhill (2008), siendo esta una de las teorías que ha tratado de acercarse a la explicación de las preferencias sexuales.

Es en esta línea que Durante et al. y otras investigaciones han sugerido, donde el comportamiento de consumo en la mujer, según las fases del ciclo menstrual, también tienen una explicación evolutiva. En otras palabras, la preferencia exhibida en la fase ovulatoria por el vestido, los accesorios de moda, la baja ingesta de calorías, la preferencia por la variedad, etc., pueden tener una explicación relacionada con las preferencias sexuales, y para ello, las hormonas juegan un papel importante en el logro de objetivos para el acceso a los recursos, a los compañeros y al estatus social (Durante & Griskevicius, 2016). Pese a esto anterior, vale la pena preguntarse si otras variables no podrían estar jugando un papel importante en las decisiones de consumo de la mujer, como la capacidad adquisitiva y las estrategias del mercado de consumo. Aunque el estudio de las hormonas femeninas y el comportamiento del consumidor es una línea de investigación relativamente nueva, son necesarias más investigaciones que sigan aportando al área.

Ahora bien, al contrastar los resultados de Lazzaro et al. (2016) y Pearson y Schipper (2013) con los nuestros, encontramos una contradicción: en nuestros hallazgos en promedio las mujeres mostraron igual aversión al riesgo, mientras que para Lazzaro et al. y Pearson y Schipper no. Lazzaro y su equipo usaron un instrumento para suscitar actitudes de riesgo que consistían en elegir entre una opción segura, una cantidad de dinero que oscilaba entre $2 y $8, una opción riesgosa que ofrecía un 50% de probabilidad de ganar una cantidad positiva de dinero ($2.40 a $19) y una probabilidad del 50% de ganar $0. Por su parte, Pearson y Schipper suscitaron las actitudes de riesgo a través de ofertas en subastas de primer precio. En este tipo de experimento los postores presentan su ofertan en una sola ocasión. En cada ronda el mejor postor gana el objeto y paga su oferta; si dos ofertas coinciden, cada licitador gana con la misma probabilidad. En nuestro caso, utilizamos el método de loterías de Holt y Laury (2002), método estándar para suscitar actitudes de riesgo (Hirschauer et al., 2014) que cuenta con diez elecciones consecutivas de loterías emparejadas, lotería segura (opción A) y lotería riesgosa (opción B); ambas loterías cuentan con probabilidades similares variando solo su incentivo (siendo mayor para la lotería B). Si bien los instrumentos son disímiles, y por lo tanto se podrían esperar algunas variaciones en los resultados, la actitud del riesgo es la que ocupa un lugar de interés, pues en nuestro estudio no se presentaron diferencias entre los grupos, mientras que para los autores en mención sí las hubo.

Por otro lado, el número de participantes varió en cada caso. Lazzaro et al. (2016) contaron con 36 participantes con edad media 24,68, rango 18-36 años. Pearson y Schipper (2013) tuvieron una muestra mayor, 150 participantes con ciclos menstruales naturales regulares con edad media 20,43 y desviación estándar de 2,64. Aunque el tamaño de la muestra de Lazzaro fue menor y con un rango de edad muy amplio, hizo un control directo del nivel hormonal y solo tomó en cuenta mujeres con ciclos menstruales regulares que no utilizaran métodos anticonceptivos hormonales; por su parte, Pearson y Schipper contaron con una muestra mucho mayor de diferentes grupos poblacionales (asiáticas, hispanas, de color, etc.) y con una un rango de edad mucho más reducido; sin embargo, no tuvo un control del nivel hormonal de acuerdo a las fases del ciclo. En nuestro caso se tuvo una muestra de 100 participantes con edad promedio de 21,32, rango 18-24 años y determinación de la fase del ciclo a través de coteo. Todos estos aspectos diferenciadores entre las investigaciones hacen que puedan aparecer otras variables que sean incluso difíciles de identificar y controlar, y, por ende, los resultados puedan variar.