Europa a tu aire. 80 rutas sobre ruedas

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El mar y su leyenda siguen presentes en nuestro próximo destino, Bermeo. La aventura marinera continúa visitando, ni más ni menos, un barco ballenero, el Aita Guria, que emula a un barco del siglo XVII. En su interior descubriréis los recorridos que hacían los aguerridos balleneros vascos, que hace 400 años se jugaban la vida para ir a cazar ballenas a los mares de Terranova, en Canadá.

En las afueras de Bermeo hay una isla, San Juan de Gaztelugatxe, que se asemeja a una iguana metiéndose en el agua y que está unida a tierra por un estrecho puente de piedra. En lo alto hay una ermita, aunque para llegar a ella tendréis que subir 241 escalones. Las vistas sobre el mar y las rocas son, como dirían vuestros hijos, «espectaculares no, lo siguiente». Una vez arriba tendréis que hacer sonar la campana, como manda la costumbre, para hacer saber a los cuatro vientos que habéis conseguido llegar, y pedir un deseo como recompensa.

Y qué mejor destino para un aprendiz de marino que la playa en la que cada día se lanzan al mar sobre una tabla de surf los mejores domadores de olas del planeta. Nos referimos a Mundaka, uno de los destinos de surf más importantes del mundo. Desde ella podéis dar un paseo hasta la ermita de Santa Catalina, con excelentes vistas sobre la desembocadura de la ría de Urdaibai.


San Juan de Gaztelugatxe. © Monthly_M - Fotolia

La ruta se aleja momentáneamente de la costa para acercarse a Gernika, tristemente famosa por el atroz bombardeo que sufrió durante la Guerra Civil. Si viajáis con adolescentes, se impone una visita al museo de la Paz, cuyo objetivo es servir como espacio de reflexión sobre las soluciones dialogantes a los conflictos. En el conjunto monumental de la Casa de Juntas se encuentra el árbol de Gernika, un viejo roble símbolo de las libertades del pueblo vasco.

Tras esta visita cultural, la ruta vuelve a adentrarse en plena naturaleza para descubrir el bosque animado de Oma, en Kortezubi. Es una original obra de arte que consiste en un grupo de árboles a los que el artista Agustín Ibarrola pintó el tronco en los años 1980. Animaos a encontrar los dibujos de animales y seres humanos que forman los árboles desde determinadas perspectivas.

En Basondo, podéis visitar un refugio de fauna silvestre en el que cuidan animales que por algún tipo de lesión no pueden vivir en libertad y, si sois aficionados a las aves, debéis conducir hasta Gautegiz Arteaga para visitar el Urdaibai Bird Center, dedicado al mundo de estos especiales animales y situado en una marisma en plena Reserva de la Biosfera de Urdaibai, un espacio natural protegido por la Unesco por su alto valor ecológico. Con un poco de suerte, podréis ver a la estrella de la reserva, el águila pescadora, y añadir otro oficio a la lista, el de ornitólogo.

Una vez acabada la visita, tenéis que conducir hasta el pintoresco puerto pesquero de Lekeitio, en cuyos muelles se puede ver a los pescadores manejando sus tradicionales aperos de pesca o llevando su pescado a la lonja.

Un bonito paseo os conducirá por la izquierda del puerto hasta el faro de Santa Catalina, que es la sede de un centro de interpretación de la tecnología de la navegación. Aquí podréis aprender cómo se las apañaban los antiguos marinos para orientarse en el mar antes del invento del GPS. Además, a través de una interesante exposición y de talleres didácticos aprenderéis la importancia de las señales, las luces o las estrellas. Incluso podréis realizar un viaje virtual en barco siguiendo la luz de un faro de Lekeitio a Elantxobe. En temporada alta es mejor reservar la visita.

Seguimos conduciendo por la costa hasta Ondarroa, y después hasta Mutriku, donde visitaremos el Centro de Interpretación Nautilus, que nos mostrarán las curiosas formaciones geológicas de los acantilados, visibles solo cuando baja la marea.

Tras la parada volvemos a adentrarnos brevemente en el interior para visitar Ekainberri, una réplica de una cueva con pinturas rupestres de la época paleolítica en Zestoa, declarada Patrimonio de la Humanidad. Gracias al silencio, la oscuridad solo alterada por un sofisticado sistema de iluminación y la temperatura, creeréis haber viajado al pasado mientras contempláis las setenta figuras de animales, entre las que destacan las de los caballos, osos y ciervos.

De vuelta a la costa, entre Mutriku y Zumaia, pasando por Deba, se despliega el Geoparque de la Costa Vasca, que sobresale por la espectacular formación geológica de capas de roca llamadas flysch, que muestran más de sesenta millones de años de la historia de la tierra. Caminar por estos acantilados o realizar una excursión en barco es como viajar en el tiempo hasta la época de la extinción de los dinosaurios.

La ruta continúa para admirar los acantilados de hasta 150 metros de la playa de Itzurun, en Zumaia, y seguir hasta Getaria para recorrer su puerto y ver los coloridos barcos de pesca. De aquí zarpaban muchos barcos balleneros, como podréis comprobar si veis el dibujo que hay en su escudo. Y aquí nació un gran marino, Juan Sebastián Elcano, el primer hombre que dio la vuelta al mundo.

Y si creéis que tenéis un futuro sastre en la familia, os recomendamos que visitéis el Museo Cristóbal Balenciaga, dedicado a uno de los grandes modistas vascos. Además de ver sus sofisticadas creaciones, podréis participar en alguno de los talleres para familias en los que aprender de forma lúdica los entresijos de la costura.

La ruta por la costa llega a su fin en el Parque Natural de Pagoeta, que cuenta con preciosos hayedos y con monumentos megalíticos. Además de disfrutar de un paseo por el campo, podréis visitar una antigua ferrería, varios molinos y un jardín botánico. El recorrido dura una hora y os irá muy bien para estirar las piernas y experimentar una de las actividades favoritas de los vascos: el montañismo.

Donostia-San Sebastián

Con la satisfacción de haber recorrido los más emblemáticos pueblos y parajes de la costa vasca, ha llegado el momento de recalar en la señorial capital de Gipuzkoa y dedicar un par de días a pasear tranquilamente y a disfrutar de la playa y de la gran oferta de ocio de la ciudad.

La mejor carta de presentación de Donostia es la playa de La Concha que, junto a su elegante balaustrada blanca, es la protagonista de la mayoría de las postales de la ciudad. En su extremo occidental os espera el Peine del Viento, una obra escultórica de Eduardo Chillida enclavada en las rocas; pocas obras de arte han sabido fundirse tan bien con los elementos. Si vais en un día de oleaje, veréis salir potentes chorros de agua a través de los orificios practicados en el suelo. A continuación, dirigíos a la plaza Ondarreta para tomar el funicular que sube, en rápidos tres minutos, al monte Igueldo, que cuenta con excelentes panorámicas y un parque de atracciones.

La siguiente zona de la ciudad que tenéis que visitar es la Parte Vieja, donde podréis comprobar la calidad del pescado del norte en el mercado de La Bretxa y comer a base de ricos y variados pintxos. Por la tarde os espera el puerto, al pie del monte Urgull. La zona de los barcos de pesca es realmente bonita y junto a ella se encuentra el Aquarium, con sus peces exóticos y su magnífico túnel de cristal desde el que contemplar a los tiburones. Al caer la noche acercaos a dar un paseo por la playa de Zurriola y contemplar el Kursaal, un vanguardista auditorio, obra de Rafael Moneo, que refulge especialmente con la iluminación nocturna. Otra fuente de inspiración para posibles futuros arquitectos.

El día siguiente lo podéis emplear en hacer una excursión en motora desde el puerto a la isla de Santa Clara, donde hay buenas zonas de baños, áreas de pícnic a la sombra y pequeños senderos. Por la tarde os sugerimos un poco de ciencia en el Museo Eureka. Completamente interactivo y con la información presentada de modo atractivo, disfrutaréis manipulando objetos y realizando experimentos para probar las leyes básicas de la física. El museo programa, de forma regular, entretenidos espectáculos relacionados con temas científicos.

La costa oriental

Antes de bajar hacia el sur para recorrer el interior de Euskadi, vale la pena conocer el extremo más oriental de su costa, donde podréis profundizar en vuestros ya casi expertos conocimientos sobre el mundo marinero. En Pasaia se impone la visita al barco atunero Mater Museoa, un museo flotante dedicado a difundir los secretos de la vida a bordo de los pescadores vascos y dar a conocer la importancia de la pesca sostenible. Si os interesa, podéis poneros en contacto con ellos y programar salidas al mar para pescar, avistar delfines o simplemente contemplar la puesta de sol y realizar talleres didácticos en los que aprender a elaborar conservas o técnicas de navegación, entre otros.

Otra visita absolutamente marinera es la de Albaola, la Factoría Marítima Vasca, también en Pasaia, donde veréis cómo se está construyendo un enorme ballenero al estilo de los del siglo XVI de forma completamente artesanal. En el centro os informarán de sus otras actividades, como la escuela de navegación o los numerosos talleres para niños.

A once kilómetros de Pasaia se encuentra Hondarribia. Aquí lo suyo es darse una vuelta por el casco antiguo, que está amurallado, y explicarle a los niños la importancia de las fortalezas y las torres en las zonas costeras para defenderse de posibles piratas y enemigos. Un ejemplo de ello es el bello castillo de Carlos V, hoy convertido en Parador Nacional. Entrad, aunque sea a la sala de recepción, para admirar sus arcos, escaleras y los coloridos estandartes que cuelgan de techos y paredes. A los pies del núcleo amurallado se encuentra el barrio de pescadores de la Marina, un buen lugar para comer y desde donde contemplar la desembocadura en el mar de otro de los grandes ríos del norte, el Bidasoa.

 

Y en Irún, ya en la frontera con Francia, si os interesa la historia, tenéis el museo romano Oiasso, que organiza talleres y actividades para niños y familias. Una de las más entretenidas es la de Los doce trabajos de Hércules, un juego de pistas en el que tendréis que ir superando una serie de divertidas pruebas mientras recorréis el museo.

Viaje al corazón de Euskadi

Hasta aquí vuestro periplo marinero. Ha llegado el momento de cambiar el chip y entrar en el modo montañés, uno de los más apreciados por los vascos. Y es que hay pocos habitantes en Euskadi que no disfruten a lo grande practicando senderismo y montañismo. En cuanto pueden se calzan unas buenas botas, cogen un bastón y, venga, a caminar por valles o a subir montañas. Visitando el interior de estas tierras entenderéis su gran afición a dar largos paseos por la naturaleza y descubriréis sus más arraigadas tradiciones.

Uno de los oficios más duros, y muy extendido hasta hace poco en el norte de la Península, es el de minero. En las minas de Arditurri, en Oiartzun, se ha trabajado casi ininterrumpidamente durante más de dos mil años y en la actualidad se pueden visitar adentrándose en un mundo de oscuridad y silencio sobrecogedor.

Mucho más placentero le parecerá a vuestros pequeños el oficio de titiritero, que os invitamos a conocer en Tolosa. En Topic os mostrarán marionetas de todo el mundo, desde las más antiguas y clásicas hasta las más modernas y conceptuales. Este museo organiza, de forma regular, visitas guiadas y teatralizadas para niños.

Para empezar a profundizar en una de las grandes pasiones vascas, la comida, es bueno visitar D’elikatuz, un centro dedicado a la alimentación y la gastronomía en Ordizia, donde también es visita recomendada su mercado semanal, que se celebra todos los miércoles desde 1522. Atención a los posibles candidatos a cocinero: en D’elikatuz, hay una sección centrada en los principios básicos de la nutrición y otra en algunos de los productos típicos de Euskadi. A continuación, os recomendamos que acudáis al pueblo de Idiazabal y conozcáis el Centro de Interpretación del Queso Idiazabal. Al llegar podréis ver un audiovisual en el que un simpático ratoncito os dará la bienvenida y os explicará la historia del queso y su proceso de elaboración. También podréis ver la txabola del pastor, que es una fiel reproducción de una cabaña con todos los utensilios que se usaban para elaborar el queso y disfrutaréis de una cata de este sabroso producto. Asimismo, en el centro os indicarán en qué queserías se hacen visitas guiadas; una buena oportunidad para que los niños aprendan otro de los oficios tradicionales de estas tierras.

Si os interesó la visita a las minas de Arditurri y queréis profundizar más en el tema, acudid a las minas de hierro de Aizpea, en Zerain, para adentraros en una de sus interesantes galerías y conocer el impacto que la industria minera ha tenido tanto en la naturaleza como en la sociedad vasca.

Pero si lo vuestro son las oquedades y los pequeños sueñan con ser espeleólogos, no os perdáis las cuevas de Arrikrutz, en Oñati. Os parecerá que estáis viajando al centro de la tierra porque la visita se realiza por una galería de quinientos metros a través de una pasarela que desciende 55 metros hasta el corazón de la montaña. Además de las increíbles formaciones geológicas, como estalactitas, simas y pasadizos, podréis ver restos encontrados en el interior de la cueva tan curiosos como el del esqueleto de un león.

La ciudad de los parques

Ha llegado el momento de recalar en otra de las capitales de Euskadi, Vitoria-Gasteiz. Una vez aparcado el coche, dirigíos al centro histórico para pasear por sus callejuelas. Un buen plan para no cansar a los más pequeños es subirse al tren turístico Gasteiztxo, desde el que podréis contemplar cómodamente la ciudad realizando un itinerario por el centro medieval y por parte del Ensanche.

Si os apetece hacer ejercicio, os sugerimos que alquiléis unas bicicletas y recorráis el anillo verde de la ciudad, que pasa por varios parques con un alto valor ecológico y paisajístico. Uno de los tramos más interesantes es el de los humedales de Salburua, donde se encuentra el Centro de Interpretación Ataria, en el que hay dos observatorios de aves. Aquí los niños se vuelven a encontrar con un oficio bien curioso, el de ornitólogo, que con mucha paciencia y unos buenos prismáticos elabora informes sobre las aves y sus costumbres migratorias. Además de ver elegantes aves como las garzas imperiales, quizás tengáis ocasión de observar un simpático mamífero que, tristemente, está en peligro de extinción: el visón europeo.

También vale la pena acercarse al Museo Bibat, que es la fusión del Museo de Arqueología y el Museo Fournier de Naipes. El Museo Artium, dedicado al arte moderno, organiza visitas guiadas y talleres para las familiar los domingos por las mañanas. Pero si luce el sol, lo mejor es darse un baño en el embalse de Ullibarri-Ganboa, con estupendas playas, áreas de pícnic con asadores, juegos infantiles y dos clubes náuticos en los que alquilar barcas de remos, windsurfs o piraguas.

De entre los monumentos de la parte antigua de Vitoria-Gasteiz destaca la catedral de Santa María donde, además, se realizan visitas adaptadas al público infantil. Los niños, equipados con un casco de obra, podrán sentirse arquitectos conociendo los entresijos de la catedral y de sus obras de restauración. Se necesita reserva previa (www. catedralvitoria.eus).

Rioja Alavesa y regreso a Bilbao

La ruta emprende camino ahora hacia Rioja Alavesa a través de paisajes de viñedos y bellos pueblos amurallados como Labraza o Salinillas de Buradón para llegar a Laguardia, una bonita villa a 48 kilómetros de Vitoria-Gasteiz. Una divertida forma de recorrer sus alrededores es subirse al Racimo Tren y llegar hasta el complejo Lagunar, un espacio natural protegido que es refugio de numerosas especies de flora y fauna, como algunos tipos de juncos, el ánade azulón o el somormujo lavanco.

Rioja Alavesa es una de las más prestigiosas zonas vinícolas del mundo y cuenta con interesantísimas bodegas para visitar. Muchas de ellas incluso organizan actividades para los niños mientras los padres recorren las instalaciones o asisten a una cata de estos excelentes vinos.

Algo que no deberíais perderos es la oportunidad de contemplar esta bella región desde el río Ebro, uno de sus ejes vertebradores y una de sus mayores fuentes de riqueza. En Labastida podréis contratar una excursión en kayak con guía que, de forma entretenida y lúdica, os introducirá en los secretos de la tradición enológica de Rioja Alavesa.

A cuarenta kilómetros de allí os sugerimos una visita a las salinas de Añana, donde podréis experimentar en familia el oficio de salinero. ¡Otro para el cuaderno! Acompañados de un guía realizaréis todos los pasos necesarios para obtener el oro blanco. Incluso podréis meter los pies en agua para notar la salmuera y llevaros a casa vuestra propia sal.

Dejamos el tema de los oficios un rato para visitar dos espectaculares parajes naturales, el de la cascada de Goiuri, en Urkabustaiz, y el salto del Nervión, en Orduña. El primero es una portentosa caída de agua de cien metros y el segundo, con sus trescientos metros de desplome, es el salto de agua más largo de la Península. Para llegar al mirador sobre el salto del Nervión tenéis que aparcar en Fuente Santiago y caminar dos kilómetros de sendero muy fácil. En Fuente Santiago hay, además, un centro de interpretación en el que descubrir la fauna y flora que hay en este paraje. ¿Os imagináis que en vuestro paseo os cruzáis con un corzo, un jabalí o una simpática ardilla? Al que veréis casi con toda seguridad es al buitre leonado planeando sobre las vertiginosas paredes de roca; así que, atentos al cielo.

El círculo de la ruta se va cerrando mientras vais subiendo hacia el norte. En el valle de Carranza, un paraje de extraordinaria belleza y sin embargo poco conocido, se encuentran las cuevas de Pozalagua. Aquí los futuros espeleólogos aprenderán las características de las estalactitas excéntricas, unas curiosas formaciones que, desafiando la gravedad, se ramifican en todas las direcciones y se entrelazan formando mágicas figuras.

Para acabar la ruta y recordar las primeras visitas del viaje, relacionadas con el mundo del mar, acabamos en Santurtzi, donde se impone recorrer su puerto pesquero y la visita al Santurtzi Itsasoa Museoa y al Centro de Interpretación de la Pesca Agurtza, donde se presenta, a través de visitas teatralizadas o talleres marineros, la relación de Santurtzi con el mar, en el primero, y la vida a bordo de un atunero de madera en el segundo. Tal vez este sea el momento apropiado para embarcarse en el Puente Bizkaia, en Portugalete.

La ruta por Rioja Alavesa continúa unas páginas más adelante, con la visita de las bodegas y de las localidades más importantes de este rica comarca vasca.

Info práctica

Área de Berio

Paseo de Berio, 2

20018 San Sebastián

N 43° 18' 28'', W 2° 00' 51''

www.sansebastianturismo.com

Abierto todo el año. Tarifa de 4-7 euros, dependiendo de la temporada. 44 plazas.

Un lugar económico donde pernoctar, con servicio de cambio de aguas gratuito. La estancia máxima es de 72 h. Está prohibido sacar toldos, mesas, sillas... Desde aquí, los autobuses de las líneas 5, 25 y 32 nos acercan a la ciudad. También hay un carril bici que te lleva directo hasta el centro. Admite animales.

Área de Elorrio

San Jose Kalea, 10 B

48230 Elorrio

N 43° 7' 42'', W 2° 32' 45''

www.sansebastianturismo.com

Gratuito. Electricidad y agua: 1,50 euros cada una.

10 plazas.

Bonito espacio en las inmediaciones de Elorrio, adonde se puede llegar caminando. Tiene dos puntos de electricidad y agua gratuitos. Cuenta con un parque infantil y servicios de descarga de aguas residuales e inodoros, además de agua y electricidad.

Área de Lakua

Portal de Foronda, 48

01010 Vitoria-Gasteiz

N 42° 51' 59'', W 2° 41' 50''

www.vitoria-gasteiz.org

Abierto todo el año. Gratuito. 40 plazas.

Se puede permanecer un máximo de 72 h. Es una zona tranquila y está iluminada. Dispone de fuente y de servicio de vaciado de aguas grises y negras. Cerca hay una parada de tranvía y carril bici hacia el centro. Admiten animales.

Autocaravan Park Txingudi

Barrio Ventas, 80. 20305 Oiarzun

N 43° 19' 8'', W 1° 50' 17''

) +34 623 020 259

www.parkingjaizubia.eus

parkingjaizubia@gmail.com

15 euros por noche para dos personas.

A pocos kilómetros de la frontera, entre Donostia e Irún, junto a la AP-8 y GI-636, el aparcamiento se encuentra muy cerca de un centro comercial, con gasolinera, tiendas, restaurantes y supermercado, y Hondarribia a apenas 5 km. Principales servicios: descarga de aguas residuales e inodoros químicos, electricidad, wifi, agua y vigilancia. Admite mascotas.

Camping & Bungalows Portuondo

Portuondo Auzoa

48360 Mundaka

N 43° 23' 56.5", W 2° 41' 46.5"

) +34 946 877 701

www.campingportuondo.com

Abierto todo el año.

Dispone de parcelas de entre 52,5 y 70 m², y cuenta, además, con una estación completa para caravanas. Desde cualquier punto del camping se puede acceder a una toma de electricidad. Las instalaciones sanitarias son modernas, disponen de agua caliente y en invierno las duchas tienen calefacción. Además, hay un baño para discapacitados. Wifi gratuito. Se admiten animales.

Camping Santa Elena

Carretera de Deba, km 5

20830 Mutriku

N 43° 18' 47.8", W 2° 23' 39.6"

) +34 943 603 982

www.camping-santaelena.com

info@camping-santaelena.com

Un agradable lugar donde apuestan por la tranquilidad y la cercanía. Dispone de una zona para caravanas y autocaravanas. Los servicios que ofrece son amplios: wifi, supermercado, bar, zona de barbacoa, agua caliente, WC químico...). Además, su ubicación es perfecta para visitar las capitales vascas.

 

Península Ibérica

Ruta de la Sidra

La sidra es un elemento fundamental en la cultura popular vasca y, más específicamente, de Gipuzkoa. Los paisajes de la sidra se extienden por esta provincia desde la comarca de Donostialdea hasta las montañas del interior. Un territorio variado en el que sentirse transportado por antiguas tradiciones y vivir una experiencia vibrante en un entorno de belleza en verde.

La ruta de la sidra del País Vasco tiene su punto de partida en Donostia y recorre parte de la provincia de Gipuzkoa de norte a sur. Astigarraga, Hernani y Usurbil, las tres localidades de la comarca de San Sebastián (Donostialdea), acumulan el número más elevado de sidrerías. El itinerario se desplaza al sur hacia Tolosa y vira al oeste por Azpeitia, adentrándose en una zona montañosa y salvaje, para terminar en la comarca del Goierri, cuna del queso Idiazabal y a los pies de algunos de los montes más emblemáticos de Euskadi, como son el Aizkorri o el Txindoki.

La temporada de la sidra (sagardo denboraldia) coincide con la llegada de la nueva cosecha, que puede degustarse aproximadamente desde mediados de enero hasta finales de abril. El pistoletazo de partida suele ser el día de la apertura de la temporada de sidrerías en Astigarraga (miércoles anterior al 20 de enero.


• Distancia: 125 kilómetros de ruta

• Puntos de la ruta: Donostia - Astigarraga - Hernani - Usurbil - Tolosa - Ibarra - Azpetia - Zumarraga - Ezkio-Itsaso - Mutiloa - Aizpea - Zerain - Idiazabal - Ordizia

La palabra sagardoa, que es como se denomina a la sidra en euskera, significa literalmente «vino de manzana», en un calco de su homónimo en alemán apfelwein. Y, de hecho, su proceso de producción recuerda poderosamente al del vino, a pesar de la evidencia de que las manzanas no son uvas.

Dicho proceso comienza con la recolección de las manzanas, de hasta ochenta variedades diferentes —aunque las más utilizadas no llegan a veinte—, que posteriormente pasan un proceso de maceración antes de ser molidas y prensadas para obtener un mosto que llevará a cabo la fermentación.

Esa parte del proceso transforma una parte o la totalidad de los azúcares naturales de la fruta en alcohol. Finalmente se estabiliza de forma natural y se embotella.

La popularización de la sidra en el País Vasco ha conducido a la creación de dos sellos de calidad. Por un lado, la etiqueta Eusko Label garantiza que la totalidad de las manzanas utilizadas proceden del País Vasco. Por otro lado, la mención Sagardo Gorenak se puede traducir como «sidra superior» y se aplica exclusivamente a las sidras que cumplan rigurosamente con un exigente reglamento.

Donostia/San Sebastián es el mejor campamento base para disfrutar del mundo de la sidra vasca. Y es que no es casualidad que en unos diez kilómetros a la redonda se pueda encontrar más de un centenar de sidrerías. Antes de adentrarnos en las tierras de la manzana y la sidra, vale la pena realizar una primera parada en la vecina ría de Pasaia, donde se encuentra Albaola, La Factoría Marítima Vasca, un espacio innovador dedicado a la construcción de embarcaciones históricas que ofrece al público una dinámica variedad de actividades. Entre ellas figura la que glosa la histórica relación de la sidra vasca con los marineros de los balleneros vascos del siglo XVI. Miles de ellos se enrolaban con destino a Terranova y en su cargamento nunca faltaba la sidra, a razón de tres litros por tripulante y día. Se puede visitar la réplica en construcción de uno de esos barcos, el San Juan, y combinarla con un menú de sidrería.

Para una visita por la ciudad, le recomendamos ver la ruta Euskadi, en las páginas anteriores.

La combinación de diferentes variedades de manzanas es importante para diseñar las particulares características de la sidra resultante. A grandes rasgos, existen tres tipos generales de manzanas: las dulces, las ácidas y las amargas. Las manzanas dulces (en Euskadi, principalmente de las variedades patzuola, mozolua, txori sagarra, gorri-txikia, bizkai- sagarra y aia-sagarra) aportan el azúcar necesario para la fermentación. Las manzanas ácidas (errezila, txalaka, manttoni, urtebia, bostkantoi, azpuru, udare y txistu) son claves en las cuestiones de color del mosto. Y las amargas (goikoetxea, geza- mina, aritza, urdina, berde- mikatza) aportan los taninos.

Las cunas de la sidra

Donostialdea, la comarca de San Sebastián, alberga la mayor concentración de sidrerías de toda Gipuzkoa, a muy poca distancia de la capital. Casi se podría decir que Astigarraga, la capital de la sidra vasca, se sitúa en los alrededores del centro de Donostia y, de hecho, formó parte de su municipio hasta hace unos años. Cuenta con varios monumentos de interés, como la parroquia de Santa María de la Asunción, en lo alto de la colina de Markesmendi, junto a la cual se halla el palacio de Murgía, con un magnífico jardín. También es imprescindible la visita a la ermita dedicada al apóstol Santiago en el monte Santiagomendi, desde donde se obtienen unas vistas panorámicas inmejorables.

Pero es la sidra más que los edificios históricos lo que atrae a los visitantes a Astigarraga, tanto por la abundancia de sidrerías como de manzanos en sus tierras. Además, también dispone de un recurso turístico de referencia en este campo, como es Sagardoetxea, Museo de la Sidra Vasca, que ofrece la mejor introducción al mundo de esta bebida. Está rodeado por un manzanal museístico donde se puede apreciar la cultura de la manzana de una forma muy pedagógica y participar en las numerosas actividades demostrativas que se llevan a cabo acerca de las variadas tareas relacionadas con el cultivo de esta fruta. El espacio museístico, a pie del manzanal, presenta de manera didáctica, a través de paneles interactivos y fotografías, todo lo referente a la historia y proceso de elaboración de la sidra. Finalmente, la visita concluye con la degustación y cata de la sidra directamente del tonel, ilustrando a los visitantes en el ritual del txotx. En su tienda se pueden adquirir botellas de sidra y otros productos relacionados.

Una vez visitado a conciencia el museo, dispondremos de todos los elementos para disfrutar al máximo de las experiencias sidreras sobre el terreno. En la misma Astigarraga se presentan innumerables oportunidades para ello. Petritegi (Petritegi Bidea; T. 943 457 188; www.petritegi.com) es una de las más recomendables, con un completo programa enoturístico que incluye desde visitas y catas hasta interesantes talleres para elaborar tu propia sidra o actividades en familia relacionadas con el cultivo de la manzana y la elaboración de sidra. Además de, por supuesto, ofrecer el clásico menú de sidrería en sus comedores para hasta 400 comensales. Alorrenea (Alorrenea, 4; T. 943 336 999; www.alorrenea.com) destaca por el trato familiar que dispensa, así como por su especialidad más destacada, el chuletón de buey. En la histórica Zapiain (Kale Nagusia, 96; T. 943 330 033; www.zapiainsagardoa.com), cuyos orígenes se remontan como mínimo al siglo XVI, el rito del txotx es todo un acontecimiento, además de que dispone del aguardiente de sidra Sagardoz y la sidra de postre Bizi-Goxo, que no hay que dejar de probar. Rezola (Santio Zeharra, 14; T. 943 552 720; http://sidreriarezola.com), por su parte, mantiene todavía la tradición sidrera del comer de pie, aunque también se puede hacer sentado, y ofrece una variedad más amplia que el típico menú de sidrería, como el delicioso revuelto de hongos.

Txotx es un término importante a la hora de recorrer la ruta de la sidra en el País Vasco. Esa palabra se utiliza para nombrar la pieza que solía cerrar el agujero del tonel de sidra y a través de la cual se llenaban los vasos de los clientes de las sidrerías que ofrecían sidra al txotx. Hoy en día es casi un ritual, en el que el sidrero grita ¡Txotx! para avisar a los comensales que lo deseen que se levanten de las mesas y se pongan en fila, pues va a abrir el tonel permitiendo que cada uno llene el vaso a su turno.

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