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Música y Músicos Portorriqueños

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Así termina su juicio crítico sobre el compositor Chavier, el competente Dueño Colón, autoridad en materia de arte lírico, y por lo que no hemos vacilado en hacer en este libro la transcripción, que tanto honra al autor de las obras que en ella se juzgan.

Como musicólogo, es Chavier uno de los pocos que, periódicamente, difunde en la prensa, con estilo claro, elegante y repleto de ideas, el movimiento artístico mundial, sin olvidarse de exteriorizar también sus impresiones sobre hechos musicales acaecidos en el país.

No siempre su argumentación, que no puede calificarse de sofisticada, es convincente, sobre todo cuando juzga hechos y obras que están en contradicción con las exquisiteces de su temperamento y gusto artístico.

Las varias controversias que ha sostenido en pro del clasicismo, bajo todos sus aspectos, al que rinde fanático culto, le han hecho ser juzgado por algunos como enemigo recalcitrante de la música regional.

Tal imputación está erróneamente aplicada, pues la gran cultura artístico-literaria que él posee no le permitirá negar el valor relativo que han tenido y tienen, dentro de la arquitectura del arte musical, las composiciones del género popular o regional. Los grandes maestros han inspirado muchos números de sus obras famosas en melodías, canciones y bailables de naturaleza regional, las qué, en su mayor parte, son la expresión del sentimiento religioso o estado de la conciencia popular de la época en que se produjeron.

Lo que ha ocurrido a Chavier es, que cuando retornó de Francia, esperaba encontrar alguna roca en donde cimentar el idealista templo con que soñara para engrandecer el culto del arte portorriqueño, y al encontrarse que el subsuelo, en su mayor parte, estaba constituído por el poco compacto terreno de la música regional, del que brotaban, casi exclusivamente, las fuentes de inspiración de los compositores, dijo para sí: "cuando la base natural no existe, puede construirse artificialmente", y empleando el cemento armado de la exageración en el ataque hacia la música regional, y más especialmente en contra de los bailables, dió principio a la cimentación, que, a pesar de las protestas de los colindantes, va destacando los muros, pues al presente se presta mayor atención al género clásico o severo y muchos de los compositores noveles lo cultivan con bastante fortuna.

Chavier, y nos permitimos asegurarlo sin que él nos contradiga, no desdeña la danza; lo que no tolera, y en esto debe secundársele, es que sea ella el único objetivo de nuestro pueblo, como finalidad artística.

A las cualidades descritas, honrosos laureles que orlan su nombre prestigioso, hay que agregar la propaganda tenaz, teórica-práctica, en pro de la buena música, y su conciencia como preceptor.

Es un propagandista incansable. Teóricamente, si se acepta la expresión, no cesa de traducir y dar a la publicidad, todo lo que encuentra en la prensa extranjera, relacionado con el movimiento artístico contemporáneo; en la práctica, fué el alma mater del gran certámen convocado en el pasado año por la "Liga Progresista" de Ponce, del que damos amplios detalles en la sección "Certámenes" de este libro.

Como preceptor es severo en el fondo, aunque delicado en las formas de trasmisión. Su plan de estudios, ajustado al del Conservatorio de París, en donde se educara, lo hace cumplir estrictamente a los alumnos. Posición, pulsación, independencia y aplicación correcta de los dedos, igualdad del mecanismo, colorido, articulado, pureza y claridad de expresión, precisión de los movimientos, manejo adecuado de los pedales, todo lo observa, corrige y enseña con pulcritud y maestría. Con tal escuela, ¿cómo no ha de obtener discípulos de mérito?

Consideramos que si Chavier pudiera sustraerse del aislamiento voluntario en que se ha encerrado y con un medio ambiente más propicio, que puede obtener, pone completamente de relieve todo su valor artístico, su gran carácter cívico y su honradez profesional, servirían para levantar el arte, que languidece, entre otras causas, por falta de caracteres en la orientación.

He aquí la relación de sus obras:

PARA PIANO A DOS MANOS

Op. 1. Mazurka en La bemol, (Transcripción). Op. 2. Marcha Fúnebre, en Mi Bemol menor. Op. 3. Marcha Festival, en Sol mayor. – Op. 4. Valse en La bemol. – Op. 5. Melodía en Do sostenido menor. – Op. 6. Impromptu, en Sol menor. – Op. 7. Seis Variaciones, en Re menor. (Tema original). – Op. 8. Nocturno en Re bemol mayor. – Op. 9. Barcarola en sostenido menor. – Op. 10. Melodía Fúnebre, en Fa sostenido menor, (transcripción.) – Op. 11. Tres Trozos Fantásticos: Pierrot, Arlequín, Colombine. – Op. 12. Capricho en Re bemol mayor. – Op. 13. Tarantella, en Mí mayor. – Op. 14. América, Marcha Triunfal en Sí bemol, (transcripción). – Op. 15. Allegro Scherzando en Mi bemol mayor. – Op. 16. Ocho variaciones en Mi mayor. (Tema original.) – Op. 18. Air de Ballet, en La menor. (Transcripción.) – Op. 19. Diez Variaciones sobre un tema de Weber, en Do mayor. – Op. 20. Romanza sin palabras, en Sol menor. – Op. 22. Seis Variaciones sobre un tema de Beethoven, en Re menor. – Op. 24. Deux Esquisses pour le Piano: – 1. Scherzo.– 2. Danse des Fées.– Op. 27. Deux Morceaux pour le Piano: – 1. Scherzetto.– 2. Toccatina.– Op. 28. Doce Pequeños Trozos para el Piano. – Op. 29. Catorce variaciones sobre un tema de Hummel, en Si bemol. – Op. 30. Ejercicios de Mecanismo y Virtuosidad. (Difíciles.). – Op. 31. Cuatro Trozos para el Piano: – 1º, Humoresque.– 2º, Scherzino.– 3º, Barcarolle.– 4º, Capriccio.– Op. 32. Doce Variaciones en Fa mayor. (Tema original.) – Op. 33. Cuatro Trozos para Piano: – 1º, Humoresque.– 2º, Badinage.– 3º, Barcarole.– 4º, Tarantella.– Op. 34. Seis variaciones en La menor, (Tema original.) – Op. 35. Dos Trozos para Piano: – 1º, Impromptu.– 2º, Capriccio.– Op. 36. Ocho variaciones sobre un tema de Mozart, en Mi bemol. – Op. 37. Diez Variaciones sobre un tema de Mozart, en La bemol. – Op. 38. Seis Variaciones sobre un tema de Schubert, en Sol menor. – Op. 39. Ocho Variaciones sobre un tema de Hayden, en La mayor. – Op. 40. Seis Trozos para Piano: – 1º, Toccatina.– 2º, Allegro Marciale.– 3º, Humoresque.– 4º, Variaciones Cromáticas.– 5º, Berceuse.– 6º, Badinage.

PARA PIANO A CUATRO MANOS

Op. 14. América, Marcha Triunfal en Si bemol, (Transcripción.)

Op. 18. Air de Ballet, en La menor, (Transcripción.)

PARA BANDA MILITAR

Op. 14. América, Marcha Triunfal en Si bemol.

PARA ORQUESTA

Op. 1. Mazurka en La bemol. – Op. 10. Melodía Fúnebre en Fa sostenido menor. – Op. 18. Air de Ballet, en La menor. – Op. 24. Deux Esquisse: – 1º, Scherzo.– 2º, Dance des Fées.– Op. 26. Puerto Rico, Obertura en Re menor.

PARA INSTRUMENTOS DE CUERDA

Op. 17. Cuarteto en Sol mayor, para dos Violines, Viola y Cello. – 1. Allegro, ma non troppo.– 2. Menuetto y Trío.– 3. Andante con Variaziono.– 4. Finale: Allegro Vivace.

Op. 21. Trío en Mi bemol, para Violín, Viola y Cello. – 1. Allegro con Brío.– 2. Andante Cantabile.– 3. Menuetto y Trío.– 4. Finale: Allegro Molto Vivace.

Op. 23. Quinteto en Do menor, para 2 Violines, 2 Violas, y Cello. – 1. Allegro Moderato.– 2. Andante Cantabile ed Sostenuto.– 3. Menuetto e Trío.– 4. Finale: Allegro Molto Vivace e con Fuoco.– Op. 25. Cuarteto en Mi menor, para 2 violines, Viola y Cello. – 1. Allegro non troppo.– 2. Andante Cantabile ed espressivo.– 3. Menuetto e Trío.– 4. Finale: Presto Fugado.

CAPÍTULO VII

DUEÑO COLÓN, BRAULIO
flautista-compositor

En la calle del Sol de San Juan, y en una casa, que ya ha desaparecido, cercana al castillo de San Cristóbal, nació el 26 de marzo de 1854, Braulio Dueño Colón, hijo del ilustrado procurador de la Real Audiencia, y a la vez músico distinguido, Don Aurelio.

El gran temperamento artístico con que Dios le dotara, fué fraguándose, desde niño, en el cálido ambiente de su hogar, consagrado, no tan sólo al culto de la música, si que también al de la literatura, ya que su hermano, Don Manuel, fué un poeta delicadísimo, que hizo honor a la lira borincana.

Con su señor padre hizo los estudios elementales de la música prosiguiéndolos después sólo, hasta que, por indicaciones del director de una compañía de ópera a quien llamó la atención verlo tan joven ocupando el puesto de flauta en la orquesta, le dijo: "Tu tienes gran disposición musical y ejecutas mucho, pero te falta escuela". Entonces solicitó del maestro Aruti, – que no le gustaba enseñar – le diese algunas clases y este, como excepción, (Aruti solamente enseñó, con intermitencias, a Dueño y otro joven) le dió lecciones de flauta, perfeccionándolo en la gran escuela.

En cuanto a la composición, que es lo que le ha dado mayor renombre, Fetis, Durand, Barbereau, Asioti y Richter, fueron los maestros que, leídos, meditados y siempre consultados cuidadosamente, le hicieron conocer, desde las soledades de su gabinete de estudio, los secretos de la armonía y del contrapunto; aplicándolos, primeramente, con la natural timidez y descuido del principiante, y, poco después, con la seguridad del maestro, a la siempre lozana y fértil inspiración de su fantasía criolla, que, desde los 14 años, empezó a producirse febrilmente.

La personalidad artística de Dueño Colón hay que considerarla bajo varios aspectos; como instrumentista, como director, como compositor y como musicólogo.

 

Bajo el primer aspecto, fué un flautista, – decimos fué porque hace ya muchos años que abandonó su ejercicio, – que, dominando por completo el mecanismo, al parecer fácil, pero no exento de dificultades para obtener una ejecución limpia, y haciendo un estudio especial del doble-picado, alcanzó, muy joven, el puesto de concertista, siendo desde entonces considerado como un virtuose. Obtuvo por oposición, en 1880, la plaza de flauta de la orquesta de capilla, que sirvió durante largos años. Hizo algunas composiciones para Flauta y piano, fantasías sobre temas de óperas, tan difíciles, que hay que estudiarlas con detención para decirlas correctamente. Los conocimientos de solfeo, en las siete claves, que le trasmitiera su padre, fueron tan sólidos, que le permitieron ser un gran repentista, e igual transportador.

Como director, en donde más ha ejercido, ha sido en Bayamón, su residencia desde hace muchos. Allí organizó una banda municipal, que por mucho tiempo se convirtió en un verdadero centro de cultura musical, ya por el esmero en la trasmisión de la enseñanza, ya por lo escogido del repertorio que la misma llegó a interpretar cuando los adelantos del conjunto lo permitieron. Cultivador exquisito de la música regional, colocó siempre a ésta en el puesto que le corresponde dentro de lo que pudiera llamarse etiqueta palaciega de los géneros, y alternándola con obras selectas de buenos autores, los programas de los conciertos semanales que daba al público resultaban equilibrados en calidad y variedad. Su batuta, como su carácter, es austera, algo sobria de detalles, pero enérgica, vigorosa y precisa. Como las obras, que ponía, casi todas las instrumentaba expresamente, tenía la habilidad de atemperarse a las condiciones de los instrumentistas, y a la vez, las deficiencias del instrumental sabía suplirlas sustituyendo efectos de determinados instrumentos por los de otros similares. De ahí la armonía del conjunto y la percepción, por los inteligentes, de todas las bellezas de las partituras. Hoy también ha abandonado este ramo de la profesión.

Antes de proseguir en el estudio de sus condiciones artísticas, debemos decir algo de su vida como ciudadano, pues ella ha influído mucho en el carácter de sus producciones.

Procedente de un hogar culto y honrado, en el que, cosa algo rara en aquella época, las ideas libre-pensadoras regíanlo intrínsecamente, al salir del estado de crisálida, la mariposa de sus ensueños no pudo batir libremente sus alas por los jardines de la emancipación política y de conciencia, sino que, replegándolas cuando quería libar el néctar de las ideas liberales, o tenía que rebuscar las flores ocultas de algún jardín prohibido por las leyes, o morir de inanición por el enrarecimiento del medio ambiente.

Sus pensamientos y sentimientos fueron reconcentrándose, y su carácter, a medida que se desarrollaba paralelamente con los afectos pasionales, fué tornándose austero, pesimista y receloso. De ahí que su aspecto físico denote, sobre todo, en las líneas del rostro cuando se le vé sin tratarlo, un temperamento frío, indiferente, más adaptable a las soledades de un gabinete científico, que al alegre bullicio de la vida artística.

Y sin embargo el arte ha sido siempre el propulsor de su vida.

De joven y mientras viviera su padre, dejó vagar a la loca de la casa, por los campos del ideal, y ora tocando la flauta, ora emborronando pentágramas, cuyas notaciones concentraban ideas, o bien esbozando en la mente la silueta del amor único que germinaba en su alma, y que más tarde hubo de realizar con gran acopio de dichas, vivió relativamente feliz.

Pero cuando se encontró solo, sin otro horizonte para sus nobles aspiraciones, que el triste destinillo público, el escritorio particular o la vida azarosa, por lo insegura y mal retribuída, de la profesión artística, al optar por un escritorio de contabilidad en donde consumió, casi inútilmente, todas las energías de su juventud y virilidad, recibiendo, como único premio, un retiro ad honorem, solamente en el arte encontró el oasis que mitigara la sed idealista de su alma, en la peregrinación por los áridos desiertos de la vida colonial.

Su vida social ha sido, por lo tanto, más bien retraída que pródiga. Buen hijo, mejor esposo y padre, correctísimo ciudadano, y fiel guardador de la moral en todas sus manifestaciones, cuando muera legará a sus hijos un nombre sin mancha, orlado con los laureles de sus triunfos artísticos y de las buenas obras, que ha practicado y practica incesantemente desde el jardín oculto en donde, desde su juventud, cultivó siempre la flor hermosa de la libertad.

Cuando se le trata por primera vez, es imposible juzgarlo, porque dentro de la corrección de formas, producto de su cultura y educación, no se muestra expansivo, sino más bien reservado; pero a medida que se cultiva su amistad, la escarcha que encubre su noble ser, descongelándose al calor de una recíproca lealtad y compenetración de ideas, permite apreciar la delicadeza de un alma buena; como de artista al fin.

Ese es el hombre, que ya en el descenso de la vida humana, se sostiene firme en el pináculo de la artística.

Dueño Colón empezó muy joven a producir; y, como lo hicieran casi todos los compositores de aquella época, dió a los géneros bailable y religioso, las primicias de su inspiración.

En sus primeras composiciones, se destacaba la originalidad de las ideas, aunque la demasiada simetría en la métrica de los fragmentos y frases, defecto en que incurren todos los principiantes y sobre todo los que, sin preceptores han hecho estudios de la composición, le impedía desarrollar completamente los pensamientos.

Las religiosas, y entre ellas recordamos una salve para voces y orquesta, carecían del misticismo que las caracteriza, saturándolas, por el contrario y principalmente en los efectos de la instrumentación, del sabor profano que predomina en la lírica escénica.

Citamos estos defectos en sus primeros pasos de compositor, expresamente, para poder aquilatar mejor, la exquisita corrección de sus obras posteriores. Él mismo nos decía, en ocasión en que le recordábamos algunas de sus primeras danzas, "no me las nombre siquiera, que me avergüenzo de haberlas escrito." Ingenuidad que le eleva, pues es reveladora del conocimiento que tiene de sí mismo, y de su modestia.

Sin abandonarlos, se apartó un poco de los géneros citados, y abordó el lírico-teatral, poniéndole música a una zarzuela en dos actos, letra de Don Genaro de Aranzamendi, titulada: "Los Baños de Coamo", que fué estrenada, con gran éxito, en el teatro Moratín, que en la calle de la Luna, de San Juan, estuvo abierto durante se hacía la transformación interior del antiguo municipal, en la forma que todavía conserva.

Persuadido de que el ambiente de Puerto Rico no es propicio, para que literatos y músicos se esfuercen en producir obras para la escena, que aún cuando resulten acabadas, todas tienen efímera existencia, sin otro producto que el de felicitaciones y aplausos la noche del estreno, y cuando más en la reprise de éste, y habiéndose hecho cargo de la contabilidad de la casa comercial de Vías, Soler y Co., en la que continuó por más de 20 años, a pesar de los cambios de la razón social, dejó descansar, por poco tiempo, la pluma artística, hasta que, volvió a tomarla, con mayor suma de conocimientos y en pleno idilio de amor, por estar en los prolegómenos de su matrimonio, cuando el Ateneo hiciera la convocatoria para su primer certámen literario-musical, en 1877.

En él obtuvo Dueño su primer triunfo, pues le adjudicaron, merecidamente, la medalla de oro y diploma de honor, primer premio, por una obertura para orquesta, estilo rosiniano, titulada La Amistad.

Dado el primer paso, con tan grandioso éxito, éste no le ha abandonado nunca. Trabajos que Dueño Colón envía a concursos, son siempre premiados por lo cual su reputación de maestro está cimentada sólidamente.17

En el género sinfónico para gran orquesta es que ha obtenido la mayor parte de sus lauros.

Sensible es no poder tener las partituras para, examinándolas, emitir algún juicio, aunque el nuestro, nada nuevo podría añadir a los que en los respectivos laudos emitieran los jurados, por todos conceptos, más competentes que nosotros.

Fueron premiadas, además de La Amistad, la Sinfonía Dramática (primer premio) y la obertura Noche de Otoño (primer premio, discernido en Madrid.)

También obtuvo mención honorífica por un Ave María para cuatro voces y orquesta; diploma y medalla de plata en la Exposición de Búfalo (1901) y medalla de oro y diploma en la de Charleston, U. S. de 1902 por las dos series de Cantos Escolares, escritos expresamente para las escuelas públicas de Puerto Rico, con letra del ilustre literato, Don Manuel Fernández Juncos; y con diploma y Lira de Oro en el certámen del Ateneo de 1912, por una Canción Escolar, especial para graduación.

Aunque los cantos escolares no tienen, dentro de los géneros de la composición, el mérito artístico de las obras sinfónicas, en nuestra opinión, por la dificultad que envuelve el carácter sencillo de los mismos, si se logra, como con tanta habilidad y maestría lo ha logrado Dueño Colón, hacer una colección (doble en este caso) completamente ajustada al objeto, tal vez si el mérito pueda igualarse al de las obras del género severo, ya que en éstas el compositor tiene ancho campo en donde desarrollar la inspiración y los conocimientos, mientras que en los referidos cantos, la acción es muy limitada, y a la vez tiene que ajustarse la inspiración musical a los pensamientos de la letra.

Por eso es que no vacilamos en calificar los "Cantos Escolares" como la mejor obra de Dueño, la que hará recordar su personalidad artística, puesto que siempre resonarán en los salones escolares de las generaciones futuras, las dulces melodías, en que el alma nativa del compositor se expandió libremente para cantar las bellezas de la tierruca amada y los idilios de la niñez.

La colección la forman 85 cantos; 42 en la primera serie y 43 en la segunda. No todos son producciones originales, sino que, con el objeto de ir familiarizando a la niñez en la percepción de la buena música, adaptándolos a la métrica del verso, ha seleccionado trozos escogidos de las obras de Lyman, Marcela Reilly, Tschaikowsky, Wilson, Joly, Beethoven, Gounod, Kreuz, Rungenhagen, Ketterer, Carey y otros autores clásicos, así como fragmentos deliciosos de danzas de Campos y melodías de Tavárez, que intercalándolos con los propios, ha hecho que el conjunto semeje, delicado estuche de perfumería de diminutos pomos, en los que están concentradas las sútiles esencias de las flores simbólicas del arte.

En cuanto a la factura musical propia, Dueño Colón, añorando los ensueños de su niñez y juventud, libre el alma de dolos y la inspiración de trabas, supo exponer los pensamientos melódicos con sencillez, espontaneidad, veracidad, expresión adecuada, belleza de giros y facilidad de entonación, completados con una armonización, a la par que elegante y correcta, sin rebuscamientos de efectos, logrando producir, en intérpretes y auditorio, la emoción estética, exigida a toda obra verdadera de arte.

El único defecto que encontramos es que no siempre los acentos prosódicos de la letra corresponden con los rítmicos de la música, lo que atribuímos a un ligero descuido, ya que ni como músico ni como literato, es capaz Dueño de cometer, adrede, tal incorrección.

El Barquero, Dulce Abeja, La Ola y El Arroyo, Cantar (este es delicioso,) La Bandera, (soberbiamente expresado), La Muñeca, (delicadísima, pues parece que en ella se expresa una ilusión perdida), La Canción del Muchacho (de sabor pastoril) y Margaritas, (pensamiento completo y de honda emoción) en el primer tomo; la Canción de las Manzanas, Plegaria, (precioso tema para desarrollarlo con más amplitud en una romanza), La Oración por todos, (la mejor de todas por su estructura melódica-armónica), La Tierruca, entre otras del segundo tomo, pueden ser examinadas para probar la veracidad de nuestros juicios.

En los géneros de salón y bailable también ha estado feliz nuestro biografiado. En danzas, tiene un estilo propio, intermedio entre los de Tavárez y Campos. La Criolla, Delia y Belén, ¡Patria!, entre otras, si al ejecutarlas en el piano, se modifica el movimiento propio del baile, pueden ser consideradas como romanzas sin palabras.

 

Para resumir el concepto que nos merece como compositor, reproducimos lo que al juzgarle decíamos en la conferencia: "Dueño Colón, es un compositor correctísimo en el fondo, elegante en la forma; algunas veces sobrio y austero en la exposición de la idea, siempre original en el desarrollo de la frase melódica; conocedor profundo de la técnica armónica, en ocasiones, subyuga a esta la espontaneidad de la inspiración, haciéndola perder en belleza poética lo que gana en variedad de factura. Maneja el contrapunto con suma habilidad y al instrumentar, hace uso apropiado de los distintos cuartetos."

Como musicólogo, nos abstenemos de juzgarle, ya que en esta misma sección aparece un magnífico trabajo suyo (la biografía de Gutiérrez) y los lectores pueden hacerlo de por sí.

Pero debemos consignar que fué premiado con diploma de honor y un busto en oro de Juan Morell Campos, por un Estudio sobre la danza Portorriqueña.

Y para que pueda tenerse una idea de su labor como compositor, catalogamos, a continuación sus principales obras.

MÚSICA RELIGIOSA

Misa en do mayor, para dos voces y orquesta. – Salve en do mayor, para dos voces y orquesta. – Salve en re mayor, para mezzo-soprano, coros y órgano u orquesta. – Letanías, en sol mayor, para contralto, coros y orquesta. – Padre Nuestro, para mezzo-soprano y órgano. —Ave María, para cuatro voces y orquesta. (Premiada.)

MÚSICA PROFANA

La Amistad, Obertura para orquesta (premiada). Sinfonía Dramática, para gran orquesta (premiada.) —Noche de Otoño, Obertura para orquesta (premiada en Madrid). —Ecos de mi Tierra, Sinfonía para orquesta, sobre motivos de cantos regionales. —Madrona, Obertura para orquesta. —La Calandria, Obertura para orquesta. —El Parto, pequeña obertura para orquesta. —Canciones Escolares, colección de cantos, para voces y piano, publicados en dos series, y premiados en dos exposiciones internacionales. —La Rosa de Oro, Marcha festival, para orquesta compuesta expresamente para los Juegos Florales de Bayamón. —Mariposas, Gran Vals para Banda. —Las Golondrinas, Gran Vals para 2 Flautas y Piano. —Navidad, Vals para Flauta y Piano. —El Pitirre, Vals para Flauta y Piano. —Los Fantoches, Vals para 2 bombardinos y Banda. —La Polka del Ruiseñor, Scherzo para Flauta y Piano. —La Hebrea, La Criollita, Teresa, Pobre Borinquen, La Aurora, La Criolla, Delia y Belén, ¡Patria! y otras danzas, además de la danza-intermezzo La Esmeralda.

17Véase la sección "Certámenes". – F. C.