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Música y Músicos Portorriqueños

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SECCIÓN TERCERA.
Cantantes

CAPÍTULO XVII

La voz, si se modula en sonidos que recorran los grados de la escala armónica, forma el canto, la exposición más natural del sentimiento y de la pasión. La palabra canto, aplicada a la música, indica, la parte melódica que resulta de la duración y sucesión de los sonidos, de la que depende en gran parte, la expresión y a la que se subordina todo lo demás.

"El canto puede dividirse en natural y artificial. Existe el primero, sin conocimiento alguno del arte del canto, y es el segundo su perfeccionamiento, merced al ejercicio del arte".

"Pertenece al arte del canto, en primer lugar, la buena calidad de la voz, la cual debe ser ágil, entonada, clara, robusta, flexible, grata, dulce y rica de extensión. Es necesario, además saber debilitarla o robustecerla a placer; manejar bien los alientos, ligar los sonidos, disminuirlos y destacarlos; pasar con rapidez de la voz de pecho a la de cabeza, y viceversa; pronunciar bien, articular con perfección y leer con facilidad las notas".26

El ejercicio respiratorio, que en el tecnicismo de la escuela de canto italiana se denomina il fiato, requiere un estudio especialísimo en consonancia con las facultades vocales, para que resulte la emisión correcta y pura de los sonidos, sin menoscabo de los órganos que los producen.

De ahí, que el estudio del canto sea el más difícil y escabroso entre todos los demás del arte lírico.

El preceptor de una voz, ejerce también una gran influencia en los resultados, pues si, no es un verdadero maestro, en lo absoluto de la expresión, o si carece de conciencia artística para aplicar sus conocimientos, puede, y se registran infinidad de casos, hacer malograr voces de condiciones naturales bellísimas, que educadas convenientemente hubieran alcanzado espléndidas finalidades.

Esa rama de la enseñanza musical ha estado en Puerto Rico casi huérfana de maestros, razón por la cual, con abundancia de voces, dentro de todas las texturas, hayan sido muy escasos los cantantes notables que se han producido.

Como profesionales, muy pocos pudiéramos citar, pero como han existido, y existen un buen número de diletantes, algunos de los que, si se hubiesen dedicado a la carrera artística, hubieran alcanzado puestos de honor, los nominaremos a todos, por si este libro perdurase, que en el mañana sirva nuestra ofrenda de recuerdo y homenaje a sus méritos.27

Para que los lectores puedan distinguirlos, tras de los nombres agregaremos, entre paréntesis, las letras P., o D., que indicarán la clasificación.

APONTE, Araceli.– P. —

Aunque nacida en Sevilla, España, su padre era portorriqueño.

Hizo los estudios de canto en la escuela nacional de música y declamación, de Madrid, bajo la dirección del reputado maestro Don José Inzenga.

Su voz, de soprano lírica, cálida y robusta, unida al donaire andaluz de que estaba saturada su elegante figura, la hizo obtener un éxito franco al debutar en uno de los teatros de la corte española.

En 1893 vino a Puerto Rico y organizó una serie de recitales en los principales teatros de la Isla, siendo justamente aplaudida. Dedicose primeramente a la ópera, que después trocó por la zarzuela. Ignoramos si vive.

BERRIOS GIRONA, Pepita.– D. —

Este lindo capullito, que, en el jardín capitaleño, brotara de un rosal cuya raigambre tiene filamentos de arte, apenas entreabrió su corola, exhaló, tan pródiga y prematuramente los perfumes del cáliz, que, cuando se transforme en rosa, del bel canto, tal vez si le hagan falta para la fragancia de los pétalos.

La voz de Pepita Berríos, pura, cristalina, fresca, de gran extensión, aunque de escaso volumen, – cualidad que el estudio metódico y constante modifica, – si en la niñez, solamente hubiera practicado ejercicios de solfeo con aditamentos de piezas adaptadas a sus condiciones, y al entrar en la pubertad, los de vocalización, impostación y fiato, prescindiendo en absoluto de interpretar obras superiores a sus conocimientos, seguros estamos, que dadas las características de su voz de soprano lírico-spinto, y su extraordinaria vis cómica, hubiera llegado a ser una cantante de fama en los géneros de la opereta y zarzuela.

No obstante, todavía puede aspirar a esa gloria. Es muy joven y sus facultades, aunque tengan, al presente, ligeros defectos, con firmeza de voluntad en el estudio, estos se corrigen alcanzando la voz modalidades extraordinarias y meritísimas.

Pepita Berríos, apesar de lo expuesto, expresa con refinamientos de artista, por lo cual goza de tantas simpatías entre el público de San Juan.

BRUNO DE CAÑELLAS, Cecilia.– D. —

Calificada dilettante, meramente por practicar el canto como expansión del alma, por las condiciones de su voz y pura escuela de emisión que posee, el epíteto que, en verdad y justicia, le corresponde no es otro que el de artista.

Y artista que, en la escena lírica, hubiera alcanzado gran renombre, tal vez mundial, por la igualdad del color, volumen y elasticidad de su definida voz de mezzo-soprano; equilibrio que establece en los diversos matices de la expresión, uso apropiado del fiato, claridad de emisión, elegancia del fraseo, simpática presencia y arrogancia de la declamación.

Tales características son las resultantes de los dos años de estudios hechos en New York, bajo la competente y severa dirección del maestro de canto italiano, y tenor que fuera de cartel, Sigr. Belari, discípulo de la escuela Lamperti.

Cecilia Bruno, ha sido y es muy solicitada por los centros sociales, de los que es factor por derecho propio, para, con su participación, realzar el valor artístico de los actos públicos; y en los templos de Guayama, San Juan y otros de la Isla los acentos de su voz han resonado frecuentemente. También ha sido de las primeras en brindar su cooperación, como cantante, para cualquier espectáculo de fines caritativos.

A ella debemos, por la manera, indescriptible, con que interpretara una romanza titulada "Soñando," la sensación más grande, que como autor, hemos experimentado.

Guayama debe siempre sentirse orgullosa de contarla entre sus hijas.

CUEBAS, Eduardo.– P. —

Nacido en la Isla, sin que nos haya sido posible obtener la fecha y sitio, con su padre, músico procedente del regimiento de Iberia, cursó los estudios elementales de la música.

Su predilección por el canto le hizo abandonar el país, retornando a los pocos años transformado en tenor de zarzuela, de timbre agradable, mediano volumen y regularmente impostada. Durante permaneció en la isla, cantaba en las iglesias, daba clases de música y ejercitaba la composición.28

Designado como maestro director y concertador de una compañía de zarzuela, marchó con ella para la América-Central. En Costa Rica fijó, después de algunos años de excursión artística, definitivamente su domicilio, siendo al poco tiempo nombrado Director de la Escuela Nacional de Música, en cuyo puesto continuaba hasta el 1912, fecha a que alcanzan las últimas noticias.

Conocía varios instrumentos y tenía gran facilidad para trasmitir.

ELIZIER, José.– P. —

Natural de Loiza, con voz de tenor no muy extensa, pero dulce, afinada y robusta, aunque algo falta de escuela, fué por más de ocho años el tenor de la orquesta de la iglesia de San Francisco, San Juan.

En 1880 se retiró a su pueblo natal en donde falleció hace pocos años.

FELICI, Alicia.– P. —

Nació en Ponce. Sus progenitores – francés el padre y la madre nativa – que ocuparon sólida y elevada posición social la dieron esmerada educación.

Apenas púber, se revelaron sus facultades artísticas y vocación para el canto. Trasladaba a París, en 1910, por motivos de salud, al ser oída en una reunión familiar, por el Director de la Opera Cómica, Mr. Busser, éste la prometió prepararla en un año para el ingreso en el Conservatorio. Y efectivamente, de las 150 damitas que presentaron solicitudes para los ejercicios de oposición exigidos para poderse matricular como alumnas, de las que tan solo 15 obtuvieron buena calificación, la señorita Felici, fué una de las 6 admitidas para el curso de 1912, en el que obtuvo un accésit al practicar los exámenes.

Haciendo los estudios del segundo año, ganó por oposición una beca de 500 francos ofrendada por una artista francesa; y al final del curso conquistó un segundo premio. En ese mismo curso, – 1913-1914 – , fué admitida a las oposiciones para el primer premio, originándose, con tal motivo, un debate, pues en el Conservatorio no deben aspirar a dicho premio otras alumnas que las del tercer curso. Ella alcanzó el honor de ser admitida y aunque no obtuvo el codiciado galardón, le otorgaron un accésit.

 

Cuando cursaba el tercero y último de la carrera, le sorprendió la terrible guerra europea y entonces, imitando el ejemplo de sus compatriotas, pues conserva la nacionalidad de su difunto padre, ingresó en la Cruz Roja, en donde continúa sirviendo a su patria con abnegación que le honra.

A no ser por esa circunstancia hubiera debutado en Niza, para donde tenía ofrecida una contrata, con la ópera "Manón" de Massanet.

En el teatro de Bastia tomó parte, recientemente, en un concierto a beneficio de los heridos, dedicándole, la prensa de aquella ciudad, los mayores elogios.

La Legislatura de Puerto Rico la subvencionó durante los años fiscales de 1912 al 1914, con $500, en cada uno.

En el verano de 1911, antes de ingresar en el Conservatorio, vino a la isla y organizó recitales en Ponce y San Juan, siendo aplaudida.

Bella y elegante, con voz de soprano lírica pastosa y simpática, está en condiciones de alcanzar grandes triunfos y días de gloria para su tierra nativa.

Fueron sus profesores: Mlle. Grandjean, del Conservatorio y Mr. Idsuardou, de la Opera Cómica.

FURNIS, Sarah.– D. —

Asegúrasenos, por personas dignas de respeto y crédito, que esta señorita mayagüezana, hija de don Rafael Furnis maestro de instrucción de la escuela correccional, posee una bella voz de soprano, con todas las condiciones para, si logra educarlas en una buena escuela, alcanzar puesto preferente entre las cantantes.

Por los programas que hemos leído de conciertos en que ella ha tomado parte, ha abordado de lleno el repertorio moderno de ópera italiana. Si lo hace, careciendo de los rudimentarios conocimientos del arte del canto, le aconsejamos, si es que aspira a cantar profesionalmente, no prosiga haciéndolo pues corre el riesgo de atrofiarse para siempre. He aquí otra señorita, como la Berríos, víctima de la falta de una escuela de canto en el país.

GIMÉNEZ SICARDÓ, Isabel.– D. —

De ascendencia y temperamento artístico, Isabel Giménez, que ejerce en Caguas, su pueblo natal, la profesión de maestra de piano, cultiva también, por afición, la voz de soprano, de mediano volumen, timbre agradable, correcta afinación y texitura no muy extensa que posee.

Con frecuencia toma parte en veladas y conciertos públicos, sobre todo, para coadyuvar a fines de caridad o ameritar los programas de recitales preparados por artistas que solicitan su valioso concurso.

Goza de profundas y merecidas simpatías.

GOICOCHEA, Francisco.– P. —

Natural de Ponce, de joven se trasladó a Barcelona, España, en donde tomó lecciones de canto, las que pusieron su agradable voz de tenor en condiciones para dedicarse a la zarzuela. Como tenor de cartel figuró en elencos de algunas compañías que trabajaron en Méjico, y teatro Albizu de la Habana.

Visitó después a Puerto Rico dando algunas audiciones, que fueron aplaudidas, retirándose al poco tiempo de la escena.

GÓMEZ DE MARCHÁN, Encarnación.– D. —

Natural de San Juan, e hija del flautista don Manuel, con don Ramón Sarriera cursó los estudios del canto y piano. Su voz de soprano lírico, bien timbrada, aunque de mediano volumen, si hubiese sido educada con el rigor de la escuela europea, hubiera alcanzado altos prestigios en el género de la Zarzuela española. Como dilettante ha sido justamente aplaudida en todos los actos públicos a que ha asistido. Su vis cómica en el género chico le proporcionó grandes triunfos sobre todo en Chateau Margaux, zarzuela en un acto que caracterizó a conciencia. Toma con frecuencia parte como cantante de solemnidades religiosas y no escatima su concurso artístico para toda obra benéfica.

Ejerció durante algunos años la enseñanza del Piano en San Juan y Manatí.

GRIFO MONCERRATE, Luisa.– D. —

Si preocupaciones paternales, dignas de respeto, no hubiesen cohibido la natural vocación de esta flor de mujer, llamada Luisa Grifo Moncerrate, de no malograrse durante el curso de los estudios, Puerto Rico tendría en ella, en no lejano plazo, la soprano dramática absoluta, compañera del gran tenor ponceño Antonio Paoli.

Y no hay hipérbole en la afirmación.

Los que, con alguna pericia para apreciar cualidades de voces, la oigan cantar nos darán la razón.

Cuadratura completa en timbre, extensión, volumen y elasticidad; indicios de expresión extraordinariamente pasional, y decimos indicios, porque cuando la oímos, el sentir de su alma estaba exento de las torturas de la pasión; solamente tenía 15 años, y sin embargo el calor con que decía las frases, nos hizo presentir hondas conmociones estéticas para cuando goces y dolos, ilusiones y desencantos, por ley inexorable, desgarren el velo que encubre la virginidad de su alma.

Y si a las facultades artísticas se agregan las características personales, cuya candorosa hermosura, corrección de líneas, belleza plástica y energía del conjunto hace recordar a las mujeres de la antigua Roma, impresión que nos producen la mayor parte de las damas de Guayama, en donde naciera Luisa, parécenos que el calificativo de soprano dramática absoluta que la damos, quedaría justificado cuando, ya artista, proyectase desde la escena el sprazzo de su gloria.

Actualmente cursa en la Normal de Río Piedras los estudios del magisterio, cuando en donde debiera estar era en Milán modelando su privilegiada y bellísima voz.

MANGUAL CESTERO, Estela.– D. —

Desde niña manifestó grandes facultades para la música y especialmente para el canto. Con don Genaro de Aranzamendi hizo estudios de piano, y cuando tan sólo contaba diez años empezó a cantar en coros de niños de festividades religiosas y sociales, cautivando la atención por la dulzura de su voz, entonces sin definir.

De familia distinguida, nunca pensó en dedicarse al canto como profesión. Pero su afición, a medida que las facultades vocales adquirían color determinado, se iba haciendo mayor, hasta convertirse en necesidad.

Trasladada con su familia a Mayagüez, los centros sociales de la culta ciudad del Oeste le asignaron puesto preferente en el cuadro de honor de los socios de mérito, pues ya señorita, su voz, regularmente educada, tomó las modalidades de soprano ligera.

El jilguerito, como cariñosamente la designaban, con los trinos, escalas y staccatos de su cristalina voz, dando tonos de alegría permanente a su dulce hogar causaba también la de los mayagüezanos.

Estela, como toda la familia Mangual-Cestero, era artista, demostrándolo así cada vez que ocupaba los escenarios de los Casinos de Mayagüez, ora como cantante, ora como dramática o cómica.

Nadie como ella para la interpretación de las danzas de Campos, a muchas de las que supo adaptar letra adecuada.

Murió, hace pocos años, en Arecibo.

MATIENZO, Cruz.– D. —

Otra artista segada en flor por suspicacias contra la vida artística.

Voz de contralto con todas sus esenciales. Complexión nerviosa delicadísima, inteligencia superior, educación esmerada y pasión delirante por el arte. Con tales condiciones pulimentadas por estudios metódicos, su voz, cuya texitura tanto escasea, hubiera resonado vibrante en la escena de los grandes teatros proporcionando a ella y a su tierra nativa júbilo y gloria.

Cuando canta, y no es pródiga en hacerlo públicamente, a los pocos momentos el auditorio, hondamente conmovido, la colma de aplausos. ¡Tal es la fuerza de su expresión!

MONTILLA, Antonia.– D. —

Por referencias que oyéramos a nuestro padre, confirmadas después por profesionales y personas de cultura de la época en que la señorita Montilla cooperaba a las manifestaciones artísticas de San Juan, poseyó una voz pastosa, afinadísima, elástica y dulcemente timbrada de soprano lírica, bastante educada, con la que hacía las delicias de los socios de La Filarmónica y del público, cuando esta sociedad llevaba su cuadro lírico-dramático de aficionados al Teatro.

Ella fué la que hizo el papel de Loarina en la ópera Guarionex del maestro Gutiérrez, participando del éxito alcanzado. La señorita Antonia Montilla, perteneciente a una de las más distinguidas familias portorriqueñas, fué una artista consumada, lo mismo en el canto que en la escena.

En el hogar de la familia Montilla el arte tenía culto especialísimo, no siendo refractarios al mismo, los muchos descendientes que de ella existen.

MORENO CALDERÓN, Teresina.– P. —

Hija de don Antonio Moreno Santí y de doña Teresa Calderón, en cuyo hogar distinguido y durante algunos años reuníanse todos los miércoles por la noche, para hacer música además de su hermana Isabel, hoy viuda de Romero, pianista dilettante de gran ejecución y esmerado estilo, los profesores Toledo, Sarriera, Gómez Tizol, Dueño Colón, Julián Andino, y algunos otros, nació en el año 1880 nuestra biografiada.

Desde niña empezó estudios de piano con Sarriera y en 1888 se trasladó con sus padres a Madrid. El maestro de música del colegio en donde estaba internada, recomendó al padre de Teresita la dedicase al canto, pues, había podido apreciar que la voz que entonces poseía al evolucionar con la pubertad, se definiría con texitura de contralto.

Al salir del colegio fué puesta bajo la dirección del maestro Blasco, cuya escuela de canto fué reputada como la mejor de Madrid, en aquella época.

El cambio de soberanía obligó el retorno de sus padres a Puerto Rico y con ellos vino, hecha ya una verdadera contralto de timbre diáfano y afinado, volumen vigoroso y expresión cálida nuestra biografiada Teresina, dejando oir su voz en audiciones públicas en las que fué justamente aplaudida.

Durante algunos meses se dedicó a enseñar el canto, pero suspendió el ejercicio de la profesión para trasladarse a Baltimore, EE. UU. a estudiar inglés y tomar el título de maestra graduada de música.

De Baltimore pasó a Boston, Mass., para ampliar los conocimientos musicales en el Conservatorio de dicha ciudad, siendo llamada por cable en octubre 3 de 1904, para ocupar el puesto de maestra de música de las escuelas públicas de San Juan, por designación que hiciera Mr. E. W. Lord, Sub-Comisionado de Instrucción.

Las fatigas de la enseñanza no la hicieron abandonar sus prácticas vocales y de tiempo en tiempo solazaba el público tomando parte en festivales del Ateneo y en otros de fines caritativos.

En 1911 solicitó de la Legislatura Insular, una subvención para trasladarse a Italia, por concedida por la Cámara, no pasó en el Consejo. El mismo año partió para España y en Madrid se encuentra actualmente ejerciendo el profesorado, siendo actualmente sustituta del maestro de canto del Conservatorio de Madrid, Sr. Tabullo.

Siendo las voces de contralto las que menos abundan, es de lamentarse que Teresina no se hubiese dedicado a la escena lírica en la que hubiese podido obtener, fácilmente grandes triunfos.

NADAL SANTA COLOMA, Juan.– P. —

Nació en Mayagüez en cuya ciudad recibió esmerada educación elemental. Al morir su padre el Lcdo. don Ramón, honra del foro portorriqueño, su señora madre, aristocrática dama española, se trasladó con toda la familia a Madrid, en donde se desarrollaron sus aficiones por el arte escénico, siendo Juan el más asíduo expectador de los teatros de zarzuela.

Cuando después del cambio de soberanía regresó a Puerto Rico formó parte de la Gira Artística, compañía lírica de aficionados organizada por Evaristo Vélez López y Joaquín Burset.

Juan Nadal se destacó del cuadro, poniendo de relieve sus facultades artísticas.

Al poco tiempo marchaba para la Habana y Venezuela de donde retornó figurando como bajo de cartel en una compañía de zarzuela del género chico, en el que por su gran vis cómica, dominio de la escena y su profunda y bien timbrada voz, ha adquirido puesto de primera fila.

Su nombre artístico es conocido por todos los públicos de Méjico y demás repúblicas de Centro y Sud América.

OLLER, Francisco.– D. —

Aunque la justa fama de que goza Frasquito Oller, que es como se le nombra, la ha adquirido por sus méritos de pintor, como durante su juventud y aun en plena edad viril, cultivaba la música, tomando parte, como barítono, en festividades religiosas y actos del cuadro lírico-dramático de La Sociedad Filarmónica, no debemos omitir su nombre en esta sección, pues las condiciones de su voz y labor realizada en la sociedad citada le hacen acreedor al recuerdo.

 

Fué amigo íntimo de Gutiérrez, quien compuso y le dedicó una gran salve obligada a barítono, que según nuestro padre, Oller interpretaba a conciencia.

El papel de Indio Taboa– bajo cantante – en la ópera Guarionex, estuvo por él desempeñado magistralmente, según nos refiriera el propio autor de la ópera, cuando meses, antes de morir, en una visita que le hiciéramos, nos contó todos los episodios concernientes a la representación de la ópera.

El mismo Oller, cuando fuimos a verle en febrero de este año, en solicitud de datos históricos para nuestra conferencia de la Biblioteca, nos hizo oir un fragmento de la bella romanza que cantaba el barítono, Sr. Adzuar, en la citada obra. Y aunque su voz ya está casi velada por los años, el modo de frasear, nos indicó que Frasquito Oller, poseía escuela y refinado gusto artístico. Y cómo no, si en París era un asíduo concurrente a la Gran Opera.

Quien, como él, posee la maestría en el arte de los colores, no podía ser ni insensible ni inepto para el de los sonidos.

OLLER DE PANIAGUA, Isabel.– D. —

Esta respetable matrona, hermana del pintor Oller y tronco de una de las primeras familias de San Juan, que ha poco tiempo ha rendido la jornada de la vida, cuando era señorita y aún en los primeros años de casada ejercitaba su bella voz de soprano ligera.

Solicitada por Adelina Patti, cuando en los principios de su carrera visitó la isla, para que la secundara en los conciertos, tuvo el honor de cantar con la afamada diva, el dúo de tiples de la ópera Norma, y otros de las óperas de entonces, no desmereciendo, ni en calidad ni en formas de expresión, a la que hasta hoy no ha sido superada como soprano ligera.

Isabelita Oller, cantó la parte de Anona en la ópera Guarionex. Su esposo Don Manuel Paniagua era también dilettante con voz de tenor y una gran cultura artística.

PACHECO, María del Coral.– D. —

Diletante ayer, estudiante en Milán hoy, y dentro de poco tiempo, tal vez profesional, en todos y cada uno de esos aspectos, las líneas que forman el contorno de su personalidad son claras, fijas y vigorosamente artísticas.

Alta, bella y elegante; nerviosa, soñadora, apasionadamente enamorada del bel canto; modesta, laboriosa y culta; voz de soprano ligera, extensa, pastosa, cálida, clara, ágil y fresca, que recibió educación primaria en Puerto Rico, secundaria en New York bajo la competente dirección de un maestro de canto italiano, y ahora cursa la superior en la Gran Universidad Musical de Italia, en Milán; está en posesión para, salvo lo imprevisto, llegar, con voluntad firme y decidida, hasta la cima de la gloria.

Y no decimos más, porque próxima a debutar, el juicio definitivo no nos pertenece y sería osada pretensión anticiparlo.

PAOLI, Amalia.– P. —

La gentil ponceña, cuyo nombre ha resonado tanto por los ámbitos de la isla cuando la recorriera en peregrinación artística con el fin de trasladarse a Europa para proseguir los estudios del canto, recibió del maestro catalán don José Forns, sólidos conocimientos del piano; y de Lizzie Graham, como cariñosamente llaman en Ponce a una de las más nobles y cultas damas de aquella sociedad, las primeras lecciones de vocalización e impostación, conocimientos que dicha señora posee a la perfección por haberlos adquiridos en la escuela Lamperti, de Florencia, Italia.

Trasladada a Madrid, España, por influencias de su buen amigo don Julio Vizcarrondo, portorriqueño ilustre que en la corte española fué justamente apreciado por sus grandes méritos, la Infanta doña Isabel, cuya nobleza de alma supera a la de su regia estirpe, le concedió una audiencia, cuyos resultados han sido de altas distinciones para Amalia y sus hermanos.

Cursó en la Villa y Corte, estudios superiores de canto bajo la dirección del afamado barítono de ópera señor Vergéz, teniendo la fortuna de debutar en el Teatro Real con la ópera Aida alcanzando un éxito franco, según las revistas de toda la prensa madrileña de aquella época.

Después de algunas representaciones más y de hacer temporadas en otros teatros, marchó a Italia, para perfeccionar su, ya entonces, magnífica escuela; pero casi apenas llegada a Milán, hubo de regresar a Madrid llamada por Vergéz, con motivo de haber este maestro descubierto un tesoro de voz en su hermano Antonio.

Amalia, que bien puede decirse ha sido la madre artística del gran tenor Paoli, después de obtener la protección Real para que éste marchase a Milán, se trasladó con él a dicha ciudad italiana, dedicándose a vigilar los estudios de aquel y a la vez a perfeccionar los propios.

Después del triunfo de su hermano, ella entró de lleno en la carrera del canto, siendo siempre muy aplaudida en todos los teatros en donde lucía las habilidades de su garganta.

Pasado algún tiempo vino a Puerto Rico y en los conciertos que diera por casi toda la isla, sus paisanos pudieron apreciar los grandes adelantos que había hecho así como la delicadeza de su escuela, que le ha permitido ser una cantante, sino de la talla de Antonio, con la suficiente para dejarse oir de cualquier público y ser siempre aplaudida.

Actualmente se encuentra en Milán, centro de contratación para los artistas, y frecuentemente sale a hacer temporadas por teatros de Italia.

Su hermosa voz de mezzo-soprano es siempre fresca y pura.

PAOLI, Antonio.– P. —

Véase la sección Biografías, de este libro; página 122, Capítulo XIV.

PEÑA MONTILLA, Angeles.– P. —

Los pocos datos que hemos podido adquirir de esta portorriqueña, nacida en San Juan, nos permiten asegurar que debutó en Madrid, en donde hizo los estudios del canto, bajo la dirección del maestro Blasco, y que su voz de soprano lírica, de bastantes buenas condiciones, cautivó por algún tiempo a los públicos de Sevilla, Granada, Valencia y Madrid en donde hiciera magníficas temporadas.

Pasado algún tiempo se dedicó a la zarzuela, y contratada como primera tiple de una gran compañía organizada para la América del Sur, en la Argentina falleció, en 1902 y cuando ya se había captado las simpatías de aquel inteligente público.

SPENCER de GRAHAM, Lizzie. (Isabel.) – D. —

Esta distinguida soprano absoluta y cultísima dama, aunque de padres ingleses, nació en Ponce en donde es la reina de uno de los hogares más estimados en todo Puerto Rico.

Muy niña, sus padres la llevaron a educar a Inglaterra, pasando después a Francia, Alemania e Italia, en donde permaneció el tiempo suficiente para aprender a conciencia, no tan sólo los idiomas, si que también la literatura de dichos países, tomando además, en Florencia, Italia, cursos especiales de canto con el profesor Adolfo Bach de la escuela Lamperti, la más correcta y afamada de entonces, hasta, por sus felices disposiciones, transformarse en excelente artista.

Lizzie Graham era una verdadera joya del arte lírico, y el teatro perdió en ella una estrella que hubiera iluminado, toda una época, con fulgores de primera magnitud. Su buena posición social fué la rémora para que no siguiera esa carrera en la que descuellan los privilegiados por la Naturaleza.

Cantaba mucho y canta siempre, en el templo y en los centros sociales, sin otros fines, que el de dar realce a las festividades o cooperar a los nobles fines de la caridad.

Tomó parte activísima en la Feria de Ponce de 1882 y desde esa fecha basta hoy no cesa de prestar su valioso concurso, sobre todo al Templo Católico, consagrándole las primicias de sus tesoros artísticos. La mayor parte de las plegarias religiosas de Campos fueron compuestas expresamente para ella.

Su morada ha sido siempre un centro del divino arte, atrayente por el tono cultural de Lizzie cuya nota predominante es la modestia. La buena sociedad ponceña se congregaba en sus salones en los que no faltaban, atraídos por el Sol, satélites tan brillantes como el inolvidable Dr. Martín Corchado y Juarbe, la señora Amalia Arce de Otero, Gil de Taboada, dilettantes que poseían, en calidad y escuela, voces bellísimas de tenor, soprano y barítono, respectivamente. También fueron asíduos contertulios los maestros Tavárez y Forns. De esos inolvidables reuniones o noches de arte, en que reinaba la mayor armonía moral por efecto de la exquisita cultura de los concurrentes, surgieron infinidad de iniciativas para conciertos y veladas benéficas o en honor de distinguidas mentalidades del país.

Esas reuniones filarmónicas tomaron aspecto de Academia de canto, en la cual, Amalia Paoli, Tomasita Otero, Anatilde Candamo, y otras damitas ponceñas dieron los primeros pasos por la senda del arte con notable aprovechamiento.

Lizzie, hubiera podido alcanzar fácilmente, en la escena lírica mundial, tanta fama como la Patti; pero se ha conformado con obtenerla en Puerto Rico, conquistando además otra no menos hermosa y tal vez más eterna, cual es la de ser Ángel de la Caridad.

Ella fué la fundadora de la Benevolent Society, institución valiosísima de fines caritativos que hace honor a Ponce. Es actualmente la Presidenta del Club de Señoras, que cooperó a fundar, y en el que se celebran frecuentemente, actos sociales en que el arte musical dá la nota más alta.

Las puertas de su casa siempre están abiertas para los que reclaman pan y vestidos.

¡¡Es el ángel de la pobreza y todo Ponce la bendice!!

TORRUELLA DE ARTEAGA, Nicolasa.– P. —

Nació en Ponce demostrando desde niña gran amor por el canto y notables aptitudes para la música.

A los 7 años dió principio a los estudios del piano bajo la dirección de su señora madre, que fué una pianista dilettante muy notable. Más tarde con Lizzie Graham tomó lecciones de canto, quedando a los 15 años, bajo la exclusiva dirección, en ambos estudios, del que después ha sido su esposo, el connotado maestro Julio C. Arteaga.

26"Voz y Canto." – Giovanni Frojo.
27Solamente mencionaremos a los que hemos oído cantar o de los que tengamos referencias de gran crédito. – F. C.
28Poseemos una salve a dos voces y orquesta, en la que se pueden apreciar sus conocimientos, como compositor. – F. C.