Una historia sepultada

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Paleografía: otro capitulo dixe me parece para / que mejor se puedan entender que se / deve dezir la manera de la laguna de / mexico/ que es donde esta ciudad (Temixtitan) y algunas…


Paleografía: Estando escribiendo esta relación vinie / ron a mi ciertos / mensajeros del señor de una ciu / dad que está cinco leguas de esta provincia / que se llama guacachula y es a la entrada / de un puerto que se pasa para entrar a / la provincia de Mexico por allí…


Traducción: que sigue la versión impresa y manuscrita: Estando escriviendo esta relacion vinieron a mí ciertos mensajeros del señor de una ciudad que esta cinco leguas de esta provincia que se llama Guacachula, y es a la entrada de un puerto que se pasa para entrar a la provincia de Meſsico por allí…


Transcripción: de aver dado conclusión a su voluntad en este negocio que he dicho: y averles dado a enten/der como mi camino era para yr a entrar de guerra por las provincias de Mexico y Te/mixtitan…


Paleografía: en su lugar y llegados alli fuemos dellos muy bien / rescebidos y despues de aber dado conclusion a su voluntad / en este negocio que he dicho y aberles dado a entender / como mi camino era para yr a entrar de guerra por / las provincias de mexico y te / mixtitan, les rogue…


Transcripción: que fuese necesario para los dichos vergantines estuviese aparejado para que después // que plaziendo a dios yo estuviese en las provincias de Mexico y de Temixtitan pudiese // enviar por ellos...


Paleografía: [línea número 9] …fuese necesario para los dichos vergantines estuviesen / aparejado para que despues que placiese a / dios yo estuviese en las provincias de Mexico y de / Temixtitan.


Transcripción: En la otra relación muy catolico señor dire como avia sabido que los de las provincias de // Mexico y Temixtitan aparejaban muchas armas…


Paleografía: en la otra relación muy catolico señor dije cómo había sa / bido que en las provincias de Mexico y Temixtitan / aparejaban muchas armas


Transcripción: do: y porque avia falta de bastimentos el dicho alcalde mayor escribio al adelantado si manda /va alguna cosa porque el se bolvia a la ciudad de Mexico donde yo resido…


Paleografía: bas / timentos, el dicho alcalde mayor escribió al adelan / tado sy mandava alguna cosa porque el se / bolvía a la cibdad de Mexico donde yo resido…



Una primera recapitulación

Recapitulando lo relacionado con el tópico escritural del sustantivo Mexico, se puede decir que desde que lo presentó Fernando Cortés en su Segunda Carta de Relación, planteó la posibilidad de poderlo escribir con “x” aunque también con “s”, por esa razón muy probablemente cuando se imprimió por primera vez dicho sustantivo se hizo con la grafía ſ, sin línea diagonal que podría leerse como “s”, pero también como “x”, esto es, como sílaba trabada por consonante, que como ya referí en la sección anterior: la “x” toma generalmente el valor fonético de “s” en España, aunque en el habla enfática culta se pronuncia “ks” o “ɣs”. Presunción que refuerzo por el modo en que se presentó en la copia manuscrita cuando se refirió por primera vez dicho sustantivo con “sy”, que puede leerse “x” o“ks” o “ɣs”.

Pero esta acción dubitativa de los modos de escribir dicho sustantivo quedó resuelta definitivamente en la Tercer Carta de Relación, donde ya no tuvo duda de que debería de escribirse con “x”, por lo cual en los dos formatos en que se encuentra estampada, la manuscrita o la impresa, se grafió con “x”. Circunstancia que se repite en la Cuarta y Quinta cartas y en todo el resto de la documentación cortesiana, que sólo se verá modificada en la edición de Lorenzana, cuando este arzobispo editor le añadió el acento.

Cortés y su dicho de Mexico

Como ya quedó señalado en páginas anteriores, Fernando Cortés en su Segunda Carta de Relación, consignó por primera vez la existencia del sustantivo Meſico (Mesico o Mexico), en uno de los segmentos en que dividió su misiva.48 El párrafo de referencia, es el segundo de esa segunda parte, en la que yo considero está dividida la Carta en cuestión.

Esa segunda parte está antecedida por la narrativa del largo periplo del puerto de Chalchimeca,49 que se inició el 21 de abril 1519,50 hasta la propia entrada a la ciudad de Temixtitan, 8 de noviembre de 1519, para luego seguir narrando momentos de su estancia y algunas primeras aproximaciones de su comprensión del complejo entramado social, político y religioso existente en ese heterogéneo y dilatado territorio en el que al parecer señoreaban los poderes establecidos en la gran ciudad de Temixtitan.

La segunda parte de la Carta sigue con algunas advertencias sobre lo limitado que pudieran ser las descripciones de los grupos humanos que estaba conquistando y sometiendo para la corona de Castilla, sobre todo por la: “tanta admiración que no se podrá creer, porque los que acá con nuestros propios ojos las vemos, no las podemos con el entendimiento comprender.”51

Después continúa con la descripción de la gran ciudad de Temixtitan, su señorío y las acciones que estaba llevando a cabo para su conquista militar; toda vez que, según la exposición de Cortés, su pacífica ocupación, que narró en la primera parte de su carta, habría sido trastocada por la nefasta intromisión de Diego Velázquez en la persona de Pánfilo de Narváez, quien al desembarcar en las costas de Chalchimeca a principios de mayo de 1520, comenzó a romper el orden por él establecido; de tal suerte que no le quedó más remedio que salir a combatirlo, pues las acciones de aquél estaban echando por tierra la “ocupación pacífica” que había logrado de buena parte de aquellas tierras y señoríos.52

A su regreso a la ciudad de Temixtitan el 24 de junio de 1520, encontró a los habitantes de la ciudad y ciudades circunvecinas amotinados, no sólo contra los españoles sino también contra el mismo Moctezuma, por lo que Cortés tuvo que salir huyendo para rehacer su ejército y el de sus aliados, con el fin de conquistar la ciudad por las armas.53

Pero aún antes de entrar de lleno a esas narrativas, en el segundo párrafo de esta segunda parte de la Carta en comento, inicia con una composición escritural un tanto cuanto anómala, en relación a todo lo narrado hasta ese momento, pues escribió una oración compacta que por lo mismo resulta poco clara y que de una u otra manera levanta suspicacias, pues cómo ha de leerse: “Antes que comience a relatar las cosas de esta gran ciudad (Temixtitan) y las otras que en este capítulo dije, me parece, para que mejor se puedan entender, que débese decir de la manera de México...”.54

Quiérase que no, dicha declaración resulta, por decir lo menos, confusa. Leída una y otra vez abre más dudas de interpretación que certezas de sentido. Por lo que es necesario ensayar algún tipo de interpretación de lo que está expresando.

Inexplicablemente ese párrafo no ha llamado la atención de estudiosos y críticos de nuestro tiempo, inclusive se puede decir que han rehusado analizarlo.55 Más aún, por extraño que parezca, ni a los primeros editores y tipógrafos de la Carta les significó algo aquella primera mención del sustantivo Mexico, con todo y el respeto que mostraron por la posible duda escritural que hubiese transmitido Fernando Cortés. Así que lo dejaron pasar sin algún llamado editorial especial, como pudiera haber sido la introducción de una letra capital al inicio del párrafo o siquiera en el que le antecede, por ser la parte que considero da principio a una segunda parte de la narrativa.56

Dejando de lado ese desdén o falta de exploración de lo que significan ese conjunto de palabras, no estaría mal arriesgar alguna posible interpretación.

Considero que aquella composición retórica contiene una propuesta de designación para la provincia que circundaba la ciudad de Temixtitan, que en la primera referencia que hizo de ella, dentro de la narrativa de la Segunda Carta de Relación, no manifestó su designación, pues muy seguramente no quiso distraer la atención de la descripción que le llevó Alvarado cuando por primera vez la vio y describió, después de ir a “saber el secreto de aquel humo” que salía de la sierra, que hoy conocemos como el volcán Popocatépetl, y que refirió de la siguiente manera:

 

Transcripción: E yen / do a ver esta sierra toparon un camino y preguntaron a los naturales de la tierra que iban con ellos / que para donde iba; y dijeron que a Culua; y que aquél era buen camino; y que el otro por donde nos querían / llevar los de Culua no era bueno. Y los españoles fueron por él hasta encumbrar las sierras / por medio de las cuales entre la una y la otra va el camino; y descubrieron los llanos de Cul /ua y la gran ciudad de Temixtitan y las lagunas que hay en la dicha provincia de que adelante haré / relación a vuestra alteza; y vinieron muy alegres por haber descubierto tan buen camino, y Dios sa / be cuánto holgué yo de ello.57

Teniendo presente aquella descripción y el propio señalamiento de que más adelante hará relación de esa provincia, parece inequívoco que escogió esa segunda parte de la Carta, para referirse a ella, comenzando con aquella frase críptica de “me parece, para que mejor se puedan entender [las ciudades y señoríos que pueblan aquella provincia], que débese decir de la manera de Mexico.”58

La secuencia y unión de aquellos dos momentos escriturales me llevan a señalar que aquel acto de designación obedece a una planeación estricta del lugar donde debería de quedar su propuesta, pues no podía insertarse en aquella primera parte en la que estaba dando cuenta del encuentro inicial y descripción de todos los territorios que estaba recorriendo y conquistando, sino en la segunda parte donde se encuentra el texto que valora todo aquello que refirió y describió en la primera.

Así que el planteamiento de la mención del nombre de la provincia en esta segunda parte de la Carta es un acto totalmente deliberado, que muy seguramente buscaba dejar muy clara su intención de no confundir lo narrado con ese segundo momento donde hará otros tipo de valoraciones y de ese planteamiento insólito, pues dentro de su narrativa no hay antecedente previo de su evocación y por lo tanto no cuenta con referencia argumental, ya no sólo digamos el propio sustantivo Mexico, sino ni aun de la frase “me parece, para que mejor se puedan entender [las ciudades y señoríos que pueblan aquella provincia], que débese decir de la manera de Mexico”.

Antes de pasar a otra cosas no se puede dejar de mencionar lo paradójico que resulta ese esfuerzo de Cortés por marcar esa peculiaridad con el poco caso que se le ha puesto a más de que no se ha extrañado en sus narrativas la descripción más puntual de los componentes físico humanos existentes en aquella provincia, tal y como lo prometió en la primera referencia genérica que hizo sobre la misma, y que finalmente terminó eludiendo cuando refirió su concreción sustantiva bajo el nombre de Mexico. Operación retórica que permitió eliminar las individualidades y subsumir las diferencias que ya nadie extrañará por estar contenidas en la provincia de Mexico

Así pues, ¿de dónde salió este sustantivo que no había sido enunciado previamente? Dejo esa exposición para otro trabajo futuro y, solamente siguiendo lo expresado en las Cartas de Relación, es constatable que Fernando Cortés al aportar los sustantivos bajo los que se designaban ciudades o provincias, lo hacía siguiendo lo que le referían los naturales o cuando a él le parecía que debería de proponer una denominación expuso sus motivaciones para fundar su parecer.

Lo anterior lo llevó a cabo al solicitarle “a su Majestad”, que guardara la designación que él discurrió para las tierras y territorios que estaba conquistando bajo la denominación de la Nueva España, como se puede ver en las siguientes palabras:

Por lo que yo he visto y comprendido cerca de la similitud que toda esta tierra tiene a España, así en la fertilidad como en la grandeza y fríos que en ella hace y en otras muchas cosas que la equiparan a ella, me pareció que el más conveniente nombre para esta dicha tierra era llamarse la Nueva España del Mar Océano, y así en nombre de Vuestra Majestad se le puso aqueste nombre. Humildemente suplico a Vuestra Alteza lo tenga por bien y mande que se nombre así.59

Teniendo presente ese parecer para nombrar como Nueva España al todavía incierto territorio que estaba conquistando, y compararlo, con esa otra consideración para denominar a la provincia que rodeaba a la ciudad de Temixtitan como Mexico, notamos diferencias. Pues mientras que lo relacionado con la designación de la Nueva España son manifiestas sus razones, en el caso de Mexico se advierte un parecer constreñido por la economía de palabras, sin previo referente o fundamento, que dificultan una fácil comprensión de lo que está expresando la frase: “me pareció, para que mejor se puedan entender, que débese decir de la manera de Mexico...”.

La falta de motivo o fundamento para la propuesta de un sustantivo con el cual se identificará a la provincia que circunda a la ciudad de Temixtitan, sólo deja ver que en todo caso a partir de dicha enunciación ya no se referirá a las ciudades y señoríos asentados en la provincia que circundan la Ciudad de Temixtitan, como lo había señalado que lo haría la primera vez que refirió los llanos de Culua, sino que las pasará por alto en su concreción y sólo los designará bajo la mención genérica de Mexico.

Con el establecimiento de esa acción denominativa de la provincia que circunda a la ciudad de Temixtitan, considero que Fernando Cortés dio por satisfecho lo que hasta entonces había expuesto de manera dispersa, general y vaga sobre las ciudades y señoríos que se localizaban en dicha provincia.

Así, aquellas individualidades y características que podían anotarse de la provincia quedaron resumidas en la expresión “y las otras [ciudades] que en este capítulo dije,” para ya no volverlas a tratar en sus contextos, hoy diríamos geo-políticos, sino referidas y comprendidas bajo esa nueva designación.

Pero a más de esa propuesta preventiva de enunciación narrativa para lo que seguiría narrando, yo deduzco que en la misma frase está implícita otra propuesta dirigida a los reyes de Castilla, para que avalaran la designación de Mexico, para nombrar a la provincia que rodeaba a la ciudad de Temixtitan.60

Lo anterior lo infiero de considerar el “me pareció”, con el que Cortés abre la oración que estoy analizando, como una acción escritural muy personal e íntima para sus interlocutores primarios, que no hay que olvidar eran don Carlos y doña Juana su madre, reyes de Castilla y Aragón, que terminarían aprobando o desaprobando lo actuado y aún lo signado y designado por el remitente.

Luego de establecer esa acción retórica muy personal e íntima, por cierto no común en la narrativa de la Carta, a pesar de estar escrita en primera persona del singular, establece la palabra “entender”, que es clave en la composición de la oración. Dicho vocablo no tiene un sentido único como lo muestra el Diccionario de Autoridades.61 En él, por lo menos hay ocho entradas diversas con sus correspondientes sentidos y precisiones. Sería aburrido y tedioso mostrar aquí cada una de ellas, por lo cual sólo elijo la que considero tiene que ver con la búsqueda del esclarecimiento de la oración, y en tal sentido comprendería el significado de: “advertir, hacer saber, u explicar a uno alguna cosa, para que se sepa y advierta”. Visto así el sentido de “entender” como advertir, que es lo mismo que aconsejar, se podría llegar a comprender lo que sigue en la propuesta, esto es que está aconsejando “débese decir de la manera de Meſico…”.

De esta manera, el parecer íntimo de Cortés no está fundado en una realidad preexistente, sino en un consejo, que bien a bien no se ve de dónde salió, pues no hay antecedente, sino sólo el consecuente de que de ahí en adelante “débese” llamar Mexico a la provincia que circunda a la ciudad de Temixtitan, como un todo mayor que comprende y da cuenta de todas las partes sin mencionarlas en sus individualidades, y donde la propia ciudad de Temixtitan un día puede quedar subsumida, pues es parte del todo.

No sería una pérdida de tiempo explorar la posibilidad de que el sustantivo Meſico (Mexico), fuera una propuesta de Fernando Cortés para referir la provincia y luego a la misma ciudad de Temixtitan, si se acompaña de la documentación que da cuenta de esa propuesta y su desarrollo en el tiempo.

Notas del Capítulo I

1 Habrá quien pueda pensar, por la forma en que se han publicado los trabajos de Pedro Mártir de Anglería que en el Epítome o mejor conocido como Cuarta Década, que se publicó en 1520, ya se daba cuenta de lo actuado por Cortés en la Nueva España. Sin embargo, lo consignado por Anglería en cuanto a los nombres con que se identificaban las tierras al occidente de la isla Fernandina o de Cuba, eran sólo los de Ulua, Collua, Oloa, Hacoluacan, Coluacana y Coluacán, que debieron proporcionar los informantes de Diego Velázquez a los procuradores de Fernando Cortes, con los que seguramente se entrevistó a finales de 1519 o principios de 1520. A más de los ya referidos, no se consignan otros nombres ni siquiera el de la Nueva España. De todo ello nos ocuparemos en un apartado especial. Cfr., Pedro Mártir de Anglería, Décadas del Nuevo Mundo, traducción de Agustín Millares Carlo, estudio y apéndice de Edmundo O´Gorman, México, José Porrúa e Hijos, 1964, 2 vols.

2 Cfr., Hernán Cortés, Cartas de Relación, op. cit., sobre todo la Segunda. Para una confrontación de los sustantivos referidos por Cortés con los nombres que hoy llevan los pueblos es muy útil el trabajo de doña Eulalia Guzmán, en su edición de la Primera y Segunda Cartas de Relación, en Relaciones de Hernán Cortés a Carlos V sobre la invasión de Anáhuac, México, Libros Anáhuac, 1958. En dicha erudita edición, en notas de pie de página, la investigadora anotó tanto las identificaciones que hoy llevan los pueblos como el modo en que ella suponía debieron escribirse. Por ejemplo, cuando en la Carta de Relación se consignó el sustantivo Sienchimalen, en la nota al pie de página señaló: “Xicochimalco (hoy Xico, Veracruz) pp. 115-116; Teyrnacan , doña Eulalia transcribió Teixuacan, que hoy sería Ixhuacán, p. 118. Este nombre en la versión manuscrita conservada en Viena, foja 5, se puede leer tryenaca), etcétera.

3 Cortés se cuidó de no llamar reino o imperio a lo que estaba conquistando, sino que les asigna referentes de menor escala como es el de señoríos, Cfr., el primer párrafo con que se anuncia la Segunda Cartas de Relación: “Cuenta largamente del grandísimo señorío del dicho Mutezuma, y de sus ritos y ceremonias y de cómo se sirven”. Op. cit., p. 31.

4 En la primera edición de 1522 se pueden leer en su portada ya desatadas las abreviaturas, pero respetando puntuación: Carta de relación enviada a su Sacra majestad del emperador nuestro señor por el capitán general de la nueva españa: llamado fernando cortes. En la cual hace relación de las tierras y provincias sin cuento que han descubierto nuevamente en el yucatan del año de XIX a esta parte: y ha sometido a la corona real de su Sacra Majestad. En especial hace relación de una gradisima provincia muy rica llamada Culua: en la que cual hay muy grandes ciudades y de maravillosos edificios: y de grandes tratos y riquezas. Entre las cuales hay una más maravillosa y rica que todas llamada Timixtitan: que esta por maravillosa arte edificada sobre una grande laguna, de la cual ciudad y provincia es rey un grandísimo señor llamado Muteeçuma: donde le acaecieron al capitán y a los españoles espantosas cosas de oír. Cuenta largamente del grandísimo señorío del dicho Miteeçuma y de sus ritos y ceremonias, y de como se sirve. Cfr., Lámina número 1 de este trabajo.

5 Aunque tal designación no aparece en la portada, debe considerarse como tal dada la secuencia numérica que le dieron los impresores a las siguientes, esto es Tres y Cuatro como se verá más adelante. La primera se imprimió hasta 1842 por Martín Fernández de Navarrete, Miguel Salva y Pedro Sainz de Baranda, individuos de la Academia de Historia, Madrid, Imprenta de la viuda de Calderón.

 

6 Casi todas las ediciones de las Cartas de Relación tienen algún apartado dentro de su introducción donde se mencionan algunas de ellas. José Luís Martínez en su biografía de Hernán Cortés también le dedica un buen espacio como ya referí, pero sigue siendo muy útil La Bibliotheca Americana Vetustissima. A description of works relating to America published between the years 1492 and 1551, que elaboró Henry Harrisse. Existen distintas ediciones. Hoy en día su consulta es muy fácil ya que están a disposición en internet y por patrocinio de Google. Además, puede verse Carlos Sanz, Bibliotheca Americana vetustissima, últimas adiciones a la de Henry Harrise, Madrid, Victoriano Suarez, 1960. 2 vols., ils.; 26 cm; Carlos Sanz, Bibliotheca Americana vetustissima, comentario crítico e índice general cronológico de los seis volúmenes que componen la obra, Madrid, Victoriano Suárez, 1960; Carlos Sanz, Henry Harrisse, 1829-1910, príncipe de los americanistas, su vida, su obra. Bibliografía critica de sus publicaciones y reproducción en facsímil de la portada y las 54 primeras páginas de la Bibliotheca Americana Vetustissima, en las que se describen los libros impresos en el siglo XV, que tratan del descubrimiento de las Indias, Nuevo Mundo. También se reproduce la tabla cronológica de todas las obras enumeradas en la B.A.V. y en las Additions, publicadas en Paris, 1872. Madrid, Basagal, 1958, 123 p., ils.; 29 cm. Henry Harrise, Christophe Colomb, devant l’histoire. Paris: H. Welter, 1892. 124 p., ils., 26 cm.

7 Ibidem.

8 Evidentemente Cortés escribió muchas más cartas a los reyes, a los del Consejo de Indias y a otras instancias reales y particulares de las que por ahora no me ocuparé ya que ellas se trataran en otro momento de este trabajo. Esta Quinta Carta como las anteriores, no dejarán de proporcionar problemas a los estudiosos ya que algunos la datan en Tenuxtitan, hecho que ha motivado incluso algunos serios comentarios por el cambio de designación escritural dentro de las cartas impresas, como se puede ver en: Guzmán Betancourt en la nota 23 de su presentación, donde afirma que la Quinta Carta de Relación se signó en Tenuxtitan “como se puede ver en versiones impresas contemporáneas”, y a lo cual hay que decir que es totalmente contrario a lo que escribió Vedia en su presentación, que refiere con las siguientes palabras: “la quinta, que se halló en el códice CXX de la Biblioteca Imperial de Viena cuando se buscaba la que deseaba Robertson, no tiene fecha; pero en un códice del siglo XVI, existente en la Biblioteca Nacional, finaliza del modo siguiente: “De la cibdad de Temixtitan desta Nueva-España, á 3 del mes de setiembre, año del nacimiento de nuestro Señor é Salvador Jesucristo de 1526”. Ignoramos si el códice referido es la copia que cita Muñoz, hecha por Alonso Díaz, de la original de Hernán Cortés. “Yo me he valido de él para la publicación presente, en que sale por primera vez á la luz pública esta carta”, página XVI en Biblioteca de Autores Españoles desde la formación de la lengua hasta nuestros días. Historiadores primitivos de Indias, colección dirigida e ilustrada por don Enrique de Vedia, t. 1, Madrid, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, Salón del Prado 8, 1852.

9 Es digno de notarse cómo Cortés, por lo menos hasta 1526, no utilizó en sus Cartas de Relación la designación de puerto de San Juan de Ulúa, sino la referencia de Chalchimeca que, según doña Eulalia Guzmán, tendría que ser Chalchiuhcueyecan o Chalchiucuecan que era la designación en náhuatl que se daba a las costas de Veracruz, frente al islote que nosotros conocemos como de San Juan, Guzmán, op. cit., p. 262. Es más, es de notarse como en las Actas del Cabildo de la Ciudad de Temixtitan, con fecha del 31 de mayo de 1526, ante Martín de Calahorra se da la noticia de la llegada al puerto de Chalchicueca de Fernando Cortés el 24 de mayo. Cfr., Hernán Cortés, Carta de Relación, op. cit., p. 57/2 y Acta del Cabildo, traducción paleográfica del Primero Libro de Actas del cabildo de la Ciudad de México, publicadas por acuerdo de fecha 27 de diciembre de 1870, México, Imprenta y Litografía del Colegio del Tecpan de Santiago, 1871, p. 73.

10 Puede fácilmente apreciarse que después de los viajes colombinos que despertaron una gran euforia se cayó en un ambiente un tanto monótono, tal y cual lo refirió Pedro Mártir de Anglería en la introducción de su Cuarta Década, donde se puede leer: “Leíanse a diario en nuestro Regio Consejo de las Indias cartas llenas de circunloquios enviadas por gente necia, de la cual no me es posible extraer ningún jugo. Este se jactaba de haber hallado un dedo de la mano antes descubierta y, aquél una de sus falanges; otros narraban sus grandes y nuevos hallazgos a grito herido y con mayor ampulosidad que los primeros descubridores de aquel mundo, imitando a la hormiga que se cree oprimida de grave peso cuando lleva a su madriguera un grano de trigo sustraído de los grandes montones de la era y sembrado por el ajeno esfuerzo”. Pedro Mártir, op. cit., p. 395.

11 Existe una edición fotográfica: Codex Vindobonensis S.N. 1600, Cartas de Relación de la Conquista de la Nueva España. Escritas por Hernán Cortés al emperador Carlos V y otros documentos relativos a la conquista, años de 1519 a 1527, prefacio por Josef Stummvoll, introducción y bibliografía de Charles Gibson, descripción de las características del códice por Franz Unterkircher, Akademische Drucku. Verlagsanstalt, Austria, Graz, 1960.

12 La bibliografía del tema es amplia y añeja, pero se puede tener presente para su fácil consulta por su reciente edición, el libro: De la historia bíblica a la historia crítica, de Jacques Lafaye, México, Fondo de Cultura Económica, 2013. Sobre todo, a partir del capítulo XI.

13 Véase, “Instrucción de Diego Velázquez a Fernando Cortés”, y los subsecuentes documentos del pleito entre ambos personajes en Documentos cortesianos, op. cit., vol. I, p. 45, y siguientes.

14 En la Bibliotheca Americana vetustissima se refieren en extenso los que utilizaron las Cartas de Relación desde el siglo XVI al XIX. Véase Henry Harrisse op. cit., pp. 204 a 237. Las actualizaciones de esos materiales pueden verse en Carlos Sanz, op. cit., y Carlos Sanz, Henry Harrisse, príncipe de los americanistas, op. cit., y Bibliografía crítica de sus publicaciones y reproducción en facsímil de la portada y las 54 primeras páginas de la Bibliotheca Americana Vetustissima, en las que se describen los libros impresos en el siglo XV, que tratan del descubrimiento de las Indias, Nuevo Mundo. También se reproduce la tabla cronológica de todas las obras enumeradas en la B.A.V. y en las Additions, publicadas en París, 1872. Madrid, Basagal, 1958, 123 p., ils.; 29 cm.

15 Consúltese Jean Serrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, traducción de Antonio Alatorre, México, Madrid, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1957, pp. 395-398.

16 Historiadores primitivos de las Indias Occidentales que reunió, traduxo en parte, y sacó a la luz ilustrado, con eruditas notas y copiosos índices, el ilustríssimo señor D. Andrés González Barcia, del Consejo, y Cámara de S. M., dividido en tres tomos, cuyo contenido se verá en el Folio siguiente. Tomo I, Madrid, año de MDCCXLIX. Esta edición ya se encuentra en internet, gracias a la captura digital que realizó Google. books.google.com.mx/books?id=mm4_AAAAYAAJ&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false.

17 El establecimiento de ese criterio editorial quizá se inspiró en la versión de la Segunda y Tercera Cartas de Relación traducida y presentada en latín en 1524 por el doctor Pedro Savorgnani, quien la dio a luz en Nuremberg, dedicando su traducción al papa Clemente VII. Estas traducciones se reimprimieron dos veces, con las mismas características editoriales en el tratado intitulado De Insulis nvuper inventis, etc., Colonia, 1532; y la otra en Simón Grineo, Novus Orbis, Basilea, 1555. La primera versión se puede consultar en internet gracias a los esfuerzos de la Biblioteca Nacional de España que ya nos la proporciona en su portal dentro de las obras digitalizadas.

18 En la Segunda Carta, al final, señala “Jacobo Cromberger, que imprimió esta relación en Sevilla a ocho de noviembre de mil quinientos i veinte i dos…”, p. 63, y de las otras véanse pp. 128 y 156, en donde no se indica la base de la edición.

19 Francisco Antonio de Lorenzana publicó las Cartas de Relación de Fernando Cortés bajo el título de Historia de Nueva España, escrita por su esclarecido conquistador Hernán Cortés, México, Imprenta del Superior Gobierno, Joseph Antonio de Hogal, 1770, edición facsimilar, Miguel Ángel Porrúa, 1998. Al parecer nadie se ha tomado la molestia de ver cuál fue la edición de la que se valió el arzobispo. He realizado una compulsa y puedo asegurar que utilizó la de Barcia no sólo como modelo, sino que la siguió incluso en los pequeños títulos que introdujo Barcia, con la salvedad de que en la edición de Lorenzana se presentan como apostillas en los márgenes, y con la novedad de añadirle notas que intentan esclarecer y poner a los ojos del lector, lo que no necesariamente debería de saber. Con lo cual Lorenzana deja testimonio de la manera en que apreció distintos hechos consignados por el propio conquistador. La compulsa de ambos impresos es tediosa en lo referente a las grafías, pues si bien, como ya señalé, Barcia respeta dentro de la narrativa cortesiana la forma en que se consignaron en la edición princeps, Lorenzana no lo hizo siempre, ya que intentó modernizar algunos sustantivos, aunque no dejó de usar las grafías de tipo gótico que había empleado Barcia en algunos casos, por lo cual la edición de Lorenzana en este último punto es mucho más confuso y por lo tanto no se puede decir que haya seguido la edición gótica, por lo cual no resulta muy confiable en ese punto específico.