Dimensiones de la migración en Colombia.

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Perspectivas globales de las emigraciones de colombianos al exterior en el siglo XXI: un fenómeno en movimiento
CAROLINA BERNAL MÁRQUEZ
KATHERINE CARDOZO BELTRÁN
LAURA ALEJANDRA GRANADOS VELA
SEBASTIÁN POLO ALVIS*
Introducción

Para hablar de la historia contemporánea de Colombia, es indispensable hacer referencia al impacto de su migración al exterior. Durante los últimos sesenta años, Colombia se ha perfilado como el país sudamericano de mayor emigración. Aunque equívocamente se suele relacionar de manera unicausal al conflicto armado interno, es necesario reafirmar que la migración colombiana al exterior es un fenómeno heterogéneo el cual tiene mayor profundidad en cuanto a sus perfiles, naturalezas y características. La configuración y evolución del sistema migratorio se ha tendido a definir a partir de tres olas migratorias. La primera ola de migrantes colombianos se caracterizó por desarrollarse “entre los años sesenta y principios de los setenta”, que “tuvo como destino principal Estados Unidos y que se convirtió en el mito fundacional de la diáspora colombiana contemporánea” (Palma, 2015, p. 11). A pesar de que no fue el primer contingente de colombianos que migró hacia Estados Unidos, de los que se registra la presencia de colombianos de 1860 (Mejía-Ochoa, 2019), esta oleada representaría el inicio de un avance formal de las migraciones colombianas al exterior, ascendiendo a un número aproximado de 609.467 colombianos en el exterior entre 1963 y 1973 (Polo & Serrano, 2019a, p. 318). De acuerdo con William Mejía-Ochoa (2012, p. 192), esta primera ola se daría como “producto ‘natural’ del carácter de metrópoli que este país ha jugado y que ha definido unas relaciones estrechas de dependencia durante la mayor parte de la historia de Colombia”. Gracias a esta ola se constituyó en el imaginario del migrante colombiano el ideal del “sueño americano” como móvil para los migrantes prospectivos (Palma, 2015).

La segunda ola de la migración colombiana, además de ampliar la población colombiana en Estados Unidos, también se caracterizó por la expansión migratoria en países como Venezuela y Ecuador tras el auge petrolero posterior a la crisis petrolera derivada de la guerra del Yom Kippur de 1973, el cual se habría “incentivado por la escasez de mano de obra, en particular agrícola, en áreas limítrofes, asociada a la emigración rural-urbana de la población local” (Mejía-Ochoa, 2012, p. 190). Este proceso implicó la migración hacia estos nuevos destinos que, siendo países que experimentaron un crecimiento económico formidable derivado del rentismo petrolero en alza, empezó a desarrollar los procesos de interacción transfronteriza con ambos países de una forma más profunda, caracterizada por una condición de enraizamiento en “un pasado histórico común [...] concretado durante un corto tiempo con la constitución de una sola república al término de las guerras de independencia” (Mejía-Ochoa, 2012, p. 190). Dentro de este periodo, la cifra de colombianos en el exterior aumentó de 820 615 para 1978, a 2.494.925 para 1993. A pesar de este crecimiento, las migraciones se estancaron a causa de la recesión económica en Venezuela y Ecuador durante los años ochenta, así como del progresivo cierre migratorio de Estados Unidos a lo largo de los años ochenta y noventa.

Este fenómeno ha sido transversalmente influenciado por las condiciones que moldearon la tercera ola migratoria colombiana. Dentro de Perspectivas globales de las emigraciones de colombianos al exterior los elementos contextuales que potenciaron el desarrollo de esta oleada cabe señalar eventos como “el fracaso los Diálogos de Paz entre el Gobierno colombiano y las FARC, en el año 2000, la crisis económica de 1999, y el progresivo auge de procesos de integración económica como la Unión Europea y el Mercosur” (Polo & Serrano, 2019a, p. 317). A partir de lo anterior, “se diversificaron los destinos, lo que trajo como consecuencia la extensión de las migraciones hacia Europa, especialmente a España, así como a lugares no tradicionales en América Latina” (Echeverri, 2005; en Palma 2015, p. 12), además de ampliarse su presencia en nuevos destinos como Japón, Australia, Sudáfrica, Israel, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos, entre otros. A lo largo de los años 2000, “el incremento del número de colombianos en el exterior ha mantenido una tendencia de crecimiento al punto de llegar a cifras sin precedentes” (Polo & Serrano, 2019a, p. 318), registrando la presencia de 3.378.345 colombianos residiendo en el extranjero para 2005 (DANE, 2005), así como la estimación de una población de 4.700.000 personas para 2012 (Cancillería, 2018). Debido a este proceso de largo aliento, y haciendo algunas salvedades sobre los procesos migratorios actuales en la región derivados de la creciente diáspora venezolana, Colombia se ha mantenido históricamente como el principal país emisor de migrantes en América del Sur (OIM, 2012a, p. 13).

Teniendo en consideración la evolución histórica del tema, el objetivo del presente capítulo consiste en analizar, dentro de una estrategia multidimensional, la actualidad de las tendencias migratorias de la diáspora colombiana en el mundo. Para ello, se busca establecer nociones e hipótesis sobre las causas y condiciones de los colombianos en el exterior. Sumado a ello, se pretende analizar las tendencias migratorias de los colombianos en el extranjero con base en los flujos migratorios y en el número de colombianos por destino entre el año 2007 y 2018. Por último, se busca examinar o indagar sobre las diversas particularidades y características de los colombinos en las regiones por estudiar. Para ello, no solamente se abordará desde una perspectiva analítica y estadística de los diferentes matices de la evolución de este fenómeno, sino además se hará un abordaje basado en la realización de un estudio de área por dispersión territorial continental. A partir del estudio de los flujos migratorios y las diversas variaciones del tamaño de las poblaciones colombianas en el exterior, se busca dar nociones y directrices de las particularidades de las migraciones en estudio. El presente capítulo se estructurará en cuatro acápites centrales, según la división realizada por la Cancillería colombiana: América; Europa; Norte de África y Medio Oriente, África Subsahariana y Asia Central; y Noreste de Asia y Oceanía.

Para iniciar, con miras a realizar una revisión suficiente de las condiciones, particularidades y tendencias de la migración colombiana en América, esta subdivisión tendrá dos áreas para simplificar el estudio de su evolución reciente tras la tercera ola migratoria. Asimismo, se pretende indagar sobre estas condiciones a la luz de diversos elementos analíticos que puedan dar directrices para resaltar los lineamien tos generales de los procesos migratorios de la migración colombiana en América. Con miras a realizar una revisión suficiente de las condiciones, particularidades y tendencias de la migración colombiana en América, esta subdivisión tendrá dos áreas para simplificar el estudio de su evolución reciente tras la tercera ola migratoria. Asimismo, se pretende indagar sobre estas condiciones a la luz de diversos elementos analíticos que puedan dar directrices para resaltar los lineamientos generales de los procesos migratorios de la migración colombiana en América.

En el aparte sobre la migración colombiana en Europa, mediante el desarrollo de entrevistas semiestructuradas basadas en un trabajo de campo realizado en España, Reino Unido, Francia y Alemania, con la implementación de un análisis casuístico por país priorizado por nivel de población colombiana, en el cual se cotejaron datos nacionales y de fuentes censales propias de los países estudiados, se abordan las tendencias migratorias de los colombianos en este continente durante los últimos años.

En el siguiente apartado centrado en Medio Oriente y Norte de África, Asia Central y África Subsahariana, se pretende realizar un balance de estos flujos migratorios y dejar posibles nociones sobre las causas y condiciones de estos migrantes, haciendo la salvedad de que no constituyen hipótesis absolutas, y que se requiere de una investigación cualitativa y cuantitativa rigurosa más a fondo, para corroborar lo propuesto en este texto, entendiendo que son destinos poco explorados Perspectivas globales de las emigraciones de colombianos al exterior e indagados para el colombiano, para así generar un precedente literario que contribuya a investigaciones futuras.

El apartado de colombianos en la región del Noreste de Asia y Oceanía tiene como objeto principal realizar un análisis sobre los flujos migratorios de salida de colombianos por concepto de residencia, trabajo y estudio hacia esta región. Las regiones seleccionadas para este fin se dividirán en la región del Noroeste de Asia, en donde se analizarán los casos puntuales de China, Japón y Corea del Sur. La segunda región será Oceanía con los casos puntuales de Australia y Nueva Zelanda. Este ejercicio se desarrollará bajo un análisis cuantitativo y cualitativo, que permitirá entender la magnitud y la naturaleza del fenómeno y su evolución desde una revisión histórica de las cifras.

Dentro de las precisiones y salvedades sobre esta investigación, cabe aclarar que el presente estudio se cimenta en revisiones de poblaciones migrantes censadas y estimadas en diversas bases de datos. Por lo tanto, este estudio no se centra en la revisión de poblaciones refugiadas, puesto que dichas poblaciones no son tendencia mayoritaria y mantienen tendencias independientes a los procesos migratorios regulares. Asimismo, se aclara que el obstáculo del subregistro migratorio está latente y que por la naturaleza del fenómeno estudiado, no se puede precisar milimétricamente el tamaño de la diáspora colombiana, por lo que se utilizan las evoluciones tendenciales de los flujos migratorios como una posible pista de la dimensión de la afluencia de colombianos en los diversos destinos que se estudiarán en el presente texto. A pesar de que no todos los países cuentan con registros igualmente fidedignos en el plano estadístico y censal, esta investigación busca dar una visión general sobre este proceso, además de dar una idea preliminar que estriba en el cotejo de cifras, la reflexión geográfica y el análisis cualitativo de la dimensión actual de los colombianos en el exterior.

 

Figura 1. Estado actual de la emigración colombiana


Fuente: elaboración propia.

América
América del Norte

América del Norte ha sido una región claramente dominante dentro de los procesos migratorios de la diáspora colombiana. Países como Estados Unidos y Canadá se han caracterizado por ser destinos que han mantenido una predominancia latente en el imaginario y la prospección del migrante colombiano por su gran influencia económica, social y cultural dentro de los diversos elementos configuradores del sistema migratorio colombiano. A partir de ello, dentro de un largo legado de migración colombiana hacia Estados Unidos, en el que se ha desarrollado la proximidad cultural a la idea de migración hacia este país —siendo fiel demostración los más recientes estudios realizados por William Mejía Ochoa (2019) sobre un rastreo estadístico de casi dos siglos de emigración—, se ha mantenido una tendencia creciente en el volumen de las poblaciones y los flujos migratorios de forma diversificada y constante.

Respecto del volumen del número de colombianos en Estados Unidos, se ha percibido un crecimiento considerable durante los últimos diez años, manteniendo su predominancia como destino principal de migración de los colombianos. Se estima un crecimiento del 18,8 % entre 2010 y 2019, en el que se pasó de 658.667 a 798.294 colombianos en Estados Unidos según estimaciones de Naciones Unidas (2018, ver tabla 1). Asimismo, en diversas naturalezas de flujos de salida de colombianos residentes en el exterior, por motivos de estudio y por motivos laborales, Estados Unidos mantiene una predominancia sobre los demás destinos, en los que oscila la afluencia de colombianos hacia este país entre los 200.000 y los 415.000 entre 2007 y 2018 (Migración Colombia, 2019).

Ahora bien, teniendo en consideración estas tendencias de migración percibidas dentro del caso de Estados Unidos, es posible indicar que algunas de las causas coyunturales que impactaron directamente estos procesos obedecen a factores derivados de la propia configuración migratoria de la diáspora colombiana en Estados Unidos durante los últimos años:

En la configuración temprana de dicha diáspora influyó la búsqueda del sueño americano, una institución del sistema si se tiene en cuenta su valor discursivo y su poder de atracción para migrantes y no migrantes. Este acercó a trabajadores de alta y no tan alta calificación a la idea de acceder a más y mejores oportunidades laborales en destino (Arango, 2000). También tuvo que ver la orientación de una política de reclutamiento dirigido en destino —derivada del cambio en el sistema de cuotas de inmigración en Estados Unidos— (Portes y Rumbaut, 2006), que actuó como una estrategia sistémica temprana. Al tiempo, se tejieron redes sobre las cuales se comenzó a construir el imaginario contemporáneo del inmigrante colombiano —otra institución— y con estas surgieron incentivos para utilizar canales irregulares, una vez saturadas las opciones regulares, como estrategias de emigración alternativas. (Palma, 2015, p. 12)

Por otra parte, a pesar de mantener características similares en condiciones de oferta económica, social y política, Canadá no ha mantenido una dimensión proporcional a la de Estados Unidos en el escenario migratorio de la diáspora colombiana. Aunque ha percibido un aumento exponencial entre los años 2000 y 2015, en el que se percibe un crecimiento notable del 80 % de la población colombiana en el país, el volumen no es comparable en tamaño en comparación con Estados Unidos. Si bien Canadá maneja un sistema de cuotas migratorias en el que, “de acuerdo con sus planeaciones anuales de inmigración, ha mantenido una cuota anual correspondiente a 1% de su población total” (Escalante, 2002, p. 12), en términos generales durante los últimos años, aproximadamente el 61 % de los inmigrantes fue aceptado por esta razón, alrededor del 26 % en promedio fue admitido por motivos de reunificación familiar y entre el 9 y el 13 % fue admitido por ser refugiado (Employment and Immigration Canada, 2004; en Verea, 2010).

Ahora bien, a pesar de la apertura de la política migratoria canadiense, el avance migratorio de la población colombiana en este país no ha sido sustancial. A pesar de identificarse un crecimiento relevante entre 2006 y 2011, en el que se pasó de registrar 39.145 a 60.555 colombianos dentro de un lapso de cinco años (ver tabla 1), su crecimiento durante los últimos siete años se ha estancado, registrándose apenas 64.765 colombianos para el último registro censal de 2016). Dentro de las múltiples hipótesis que pueden dar una posible justificación a estas tendencias, las cuales no se analizarán a profundidad en el presente texto, se encuentran dentro de un rango de opciones que pueden comprender la proximidad geográfica con Estados Unidos, la dificultad de aprobar los filtros migratorios canadienses, la dureza del clima, el tamaño reducido de la comunidad colombiana, las diversas dificultades de la adaptabilidad en un país bilingüe, entre otros factores que pueden ser incidentes en dichos comportamientos de la diáspora colombiana.

Tabla 1. Evolución del número de colombianos en Canadá y Estados Unidos, 1990-2019


Fuente: elaboración propia basada en datos del U.S. Census Bureau (2017) y de Statistics Canada (2016).

*Los datos con asteriscos fueron tomados de estimaciones de Naciones Unidas (2017 y 2019).

América Latina y el Caribe

Para efectos del correspondiente desarrollo del presente análisis, se abordará una lectura desde dos ópticas subregionales que tienden a interactuar con una particular independencia entre ambas dentro del fenómeno estudiado en esta región: América Central y América del Sur. El desarrollo de las migraciones colombianas en América Central ha experimentado un proceso de crecimiento y diversificación geográfica sin precedentes durante la última década. Si bien se mantiene la tendencia señalada sobre la fuerte incidencia de la tercera ola migratoria, es necesario resaltar algunas características propias de este fenómeno en la región. En la evolución de los flujos migratorios se resalta un crecimiento sensible de los flujos migratorios dentro de algunos destinos de predominancia demográfica para la diáspora colombiana dentro de la región (Migración Colombia, 2015 y 2018). Asimismo, al observar la tabla 2, si bien es evidente que la tendencia generalizada de los casos señalados insinúa un crecimiento sostenido, aunque diferenciado en su ritmo, por la dimensión de la población migrante se podría dividir en dos grupos: los destinos consolidados (Panamá, Costa Rica y México), y los destinos exploratorios (República Dominicana, Guatemala, Honduras, El Salvador y otros).

Dentro del primer grupo de países, se han desarrollado diversos elementos que han sido determinantes en el crecimiento de la diáspora colombiana en esta región, basados en un proceso migratorio con un trasfondo histórico y político que ha incidido durante los últimos 30 años. En primer lugar, se puede inferir la directa incidencia de una proximidad geográfica que comparten condiciones transfronterizas como un factor que induce una inmigración de mayor volumen en esta región. Por ejemplo, en el caso de Panamá, se estimó para 2019 que la población en cuestión ascendió a 44.952 personas a pesar de un leve decrecimiento de los flujos migratorios percibidos (Migración Colombia, 2015 y 2018), factores como la proximidad geográfica, los vínculos históricos entre ambos países, la importancia geoestratégica del canal de Panamá, entre otros elementos, han definido perfiles y condiciones propias de la migración colombiana en Panamá.

La particularidad de las lógicas del conflicto armado interno en Colombia no solo ha incidido en la distorsión de la percepción social del país receptor sobre el migrante colombiano, sino que también dichos procesos han incidido en la configuración de la zona fronteriza colombo-panameña como un escenario problemático que es susceptible a la presencia de diversos niveles de empresas criminales y condiciones derivadas de la ingobernabilidad de dicho territorio. No obstante, existen serios elementos que incentivan la migración de colombianos hacia Panamá como parte de su florecimiento económico resultante de “una multiplicidad de elementos, entre los que se destaca la nacionalización del canal en 1999, el mejoramiento del comercio internacional gracias a él y el restablecimiento de un mercado internacional de provisión de servicios” (Polo, Serrano & Manrique, 2019b, p. 21).

En segundo lugar, dentro de los procesos de la migración colombiana en América Central, también está directamente influido por condiciones que limitan el desarrollo amplificado de estos flujos migratorios a pesar de la existencia de destinos con atractivo como destino migratorio por sus avances económicos y sociales. Como, por ejemplo, en el caso de Costa Rica, las limitaciones de visado, así como del alto costo de vida, entre otros factores, han disuadido a la población colombiana a ir de forma masiva a este país, a pesar de que “la población colombiana en el mercado laboral costarricense se destaca como patrona o socia activa (26,3 %), trabajadora independiente (25,6 %) o empleada en empresas privadas (36,8 %), lo que le da una mayor independencia económica que a otros inmigrantes y una condición socioeconómica estable” (Polo, Serrano & Granados, 2018a, p. 203). No obstante, estas condiciones no han sido un óbice para el crecimiento de las migraciones colombianas hacia este país, en la que ha experimentado un crecimiento formidable durante los últimos 15 años, pasando de 5.898 colombianos en el 2000, a 21.583 para 2019 según estimaciones de Naciones Unidas (2017, ver tabla 2).

Un tercer elemento característico de la migración colombiana en América Central se basa en el creciente acercamiento diplomático y económico de Colombia en esta región. Como ejemplo puede señalarse el caso de México, a pesar de que comparte el elemento de ser un país que se ha consolidado como un eje articulador migratorio, al ser un nodo de alta emigración e inmigración dentro de la región, las particularidades de este caso sobre la diáspora colombiana se han dado en condiciones similares a los casos anteriores. Dentro de los últimos siete años, se ha percibido un crecimiento sustancial del 60 % entre 2010 y 2019 pasando de 6.018 a 19.317 colombianos registrados en el país; después de diversos procesos de transformación política y económica en México derivada de “su ingreso al General Agreement on Tariffs and Trade —GATT— en 1986; en la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte en 1992, y en el ingreso de México a la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico —OCDE— en el mismo año” (Polo, Serrano & Bernal, 2019c, p. 101), se facilita la creación de espacios diplomáticos y económicos que generarían procesos de aproximación que repercutieron directamente en las condiciones de las políticas migratorias entre ambos países. Evidencia de lo anterior, es la exención de visado a la población colombiana en México en la que “gracias a los diversos procesos de integración regional y al conjunto de leyes migratorias, varios colombianos han llegado como inmigrantes a México con becas o algún tipo de canon económico (ahorros, ayuda de un familiar, entre otros) para desarrollar sus estudios superiores” (Polo, Serrano & Bernal, 2019c).

A raíz de lo anterior, la expansión migratoria de la población colombiana en México, al igual que en los casos de Costa Rica y Panamá, experimentaría un proceso de expansión relevante que mantendría un orden tendencial a los crecimientos percibidos desde 1990. Además de lo anterior, el desarrollo de estas migraciones mantendría similitud con los dos casos anteriores en la presencia de factores de atracción de migrantes prospectivos por procesos de crecimiento económico, además de ser puntos de focalización migratoria para los refugiados colombianos dentro de la región. Por ende, dentro de las particularidades mencionadas en ambos casos, se está manifestando un proceso de clusterización migratoria de los procesos remigratorios de los colombianos en el exterior, entendido como un proceso de articulación transnacional de redes de contactos, procesos de articulación institucional y recolección de capitales sociales que pueden establecer, fortalecer y consolidar un sistema migratorio específico.

 

Ahora bien, dentro de los nuevos destinos de migración para los colombianos a esta región, se destacan casos como Guatemala, República Dominicana y, en menor medida, Honduras, que han percibido un crecimiento ralentizado pero progresivo dentro de los últimos diez años. Dichas tendencias, a pesar de no ser manifestaciones masivas para el proceso migratorio colombiano, resaltan la gran importancia económica que ha gravitado sobre la influencia colombiana en países como Guatemala y Honduras, de la cual se destaca un incremento sustancial de flujos de capitales en condición de inversión extranjera directa (IED), en el que Colombia […], “durante el período 2000-2014 los flujos de ied colombiana en el exterior han acumulado un saldo de 41.106 millones de dólares” (Cordero, 2015, p. 19) y que América Central “se distingue por ser su principal destino de inversión durante el período señalado (22,5 % del saldo acumulado)” (Cordero, 2015, p. 19).

Ahora bien, como ejemplo de lo anterior, dentro de los casos de Guatemala y Honduras, la expansión de las empresas colombianas dentro de América Central, como forma de búsqueda de apertura de mercados, ha impulsado paulatinamente el desarrollo de procesos migratorios, en los que la

estrategia de búsqueda de mercado también responde al aumento en el intercambio comercial de bienes y servicios entre Centroamérica y Colombia, el cual ha generado necesidades de capital y la prestación de servicios tanto a empresarios colombianos que invierten en la región, como a colombianos que han emigrado a Centroamérica. (Cordero, 2015, p. 37)

Por otra parte, en casos como los procesos de expansión migratoria de los colombianos en República Dominicana, han mantenido una tendencia similar a los procesos centroamericanos dominantes, en los que ha habido una expansión de mercados y capitales en los que se manifiesta como tendencia regular la “apertura de nuevos mercados para empresas productivas y de servicios” (OIM, 2017, p. 37). Asimismo, dentro de este destino, la expansión del número de colombianos obedece también a procesos de aproximación diplomática entre ambos países, en los que se levantó la restricción de visado a los colombianos en República Dominicana en 2015, así como sus labores coordinadas en procesos de alerta temprana para la detección y lucha contra elementos de delincuencia organizada transnacional como la trata de personas.

Tabla 2. Evolución del número de colombianos en América Central y el Caribe, 1990-2019


Fuente: elaboración propia basada en datos censales oficiales de cada país compilados por el Proyecto IMILA-Celade y REDATAM de la Cepal (2019). *Los datos con asteriscos fueron tomados de estimaciones de Naciones Unidas (2017 y 2019).

Dentro de los procesos migratorios de la diáspora colombiana en América del Sur, se puede destacar su peso relativo en comparación con otras regiones del mundo. Esto no solamente se debe al abultado número de colombianos residentes en países sudamericanos que han sido sujetos de movilidad motivados por las facilidades migratorias establecidas por condiciones como la proximidad geográfica o la existencia de condiciones de interacción transfronteriza. También características como la vigencia de una lengua franca y la similitud cultural, han sido factores contextuales que han pesado en el proceso de definición de tendencias migratorias dentro de esta región, además de la existencia de condiciones como el auge económico exportador que experimentó la región durante los años 2000 derivado de la gran demanda de commodities, así como la expansión comercial de algunos países que han generado un gran incentivo para el migrante colombiano en la diversificación de sus destinos. Dentro de la región, es posible identificar tres tipos de destinos que se perfilan dentro de las tendencias migratorias de la diáspora colombiana en la actualidad: destinos consolidados (Venezuela, Ecuador y Chile), destinos por consolidar (Brasil, Argentina y Perú) y destinos en fase exploratoria (Bolivia, Uruguay y Paraguay).

Respecto de los destinos consolidados, no solamente se caracterizan por contar con la presencia de una población colombiana de gran volumen durante un lapso considerable de tiempo, sino también en ser destinos dominantes en las tendencias de flujos y personas en los procesos migratorios de la diáspora colombiana. El ejemplo por antonomasia es el caso de Venezuela, el cual, a pesar de las condiciones de crisis política, económica y humanitaria que padece en la actualidad, ha sido uno de los principales destinos migratorios de los colombianos. En la actualidad, ha habido un descenso sensible de los flujos migratorios de salida de colombianos hacia Venezuela, en los que los flujos de salida de colombianos residentes en el extranjero hacia este país cayeron de 45.183 para 2012 a 16.648 para 2018 (Migración Colombia, 2015 y 2018).

En movimientos de orden laboral, se registró una disminución acentuada que se dimensionó de 19.669 para 2012 a solamente 2.039 movimientos registrados para 2018 (Migración Colombia, 2015 y 2018). No obstante, y a pesar de contradecir las condiciones tendenciales de los flujos migratorios derivados del deterioro político y económico bajo la dictadura de Nicolás Maduro, se estima que la cifra ha tendido a ascender durante los últimos años, llegando a registrar 886.088 colombianos en Venezuela para 2019 después de tener registros de 721.791 colombianos para 2011 (ver tabla 3). Dentro de estos escenarios, la particularidad de la diáspora colombiana en Venezuela se ha determinado no solamente por sus condiciones de llegada y afincamiento dentro de este país, sino también por los signos que resaltan sus tendencias actuales en tiempos de crisis del presente país, de la cual ha sido foco de consolidación de la reciente diáspora venezolana, así como de un proceso masivo de retorno migratorio de colombianos que hace parte de la denominada cuarta ola migratoria. De lo anterior, se destacan sus procesos de interacción fronteriza como elemento característico, el cual “se ha ido desarrollando de manera paralela con las dinámicas y transformaciones políticas, económicas y sociales de ambos países, en las que se han consolidado redes sociales de migrantes condicionadas por factores de atracción y expulsión contextuales que determinan e influyen en la realización de movimientos migratorios” (Polo, Serrano & Triana, 2018b, p. 50).

Similar en sus características, las migraciones colombianas en Ecuador han tenido un proceso semejante a las condiciones de emigración que conformaron las oleadas migratorias que llegaron a Venezuela. Sin embargo, y como tendencia opuesta a la evolución de este proceso, a pesar de las subsecuentes crisis económicas derivadas de la hiperinflación y la inestabilidad política durante los años ochenta y noventa, la migración colombiana en Ecuador tendería al crecimiento por dos factores determinantes: la dolarización de la economía ecuatoriana y los procesos de desplazamiento transfronterizos derivados del escalamiento del conflicto armado tras la finalización de los Diálogos del Caguán en 2002. Ahora bien, estas condiciones, en similitud con el caso venezolano, comparten una tendencia de crecimiento sustancial en el que se estima un incremento de 89.931 colombianos para 2010, a 191.537 para 2019 (ver tabla 3), lo cual refleja los elementos que han moldeado a Ecuador como un país clave dentro de la configuración del sistema migratorio colombiano. No obstante, y a pesar de que este caso pueda reflejar una falsa suposición sobre la influencia transversal del conflicto armado interno como razón ulterior de la diáspora colombiana, dicha migración se ha caracterizado por sus procesos de adaptación social y transformación de sus condiciones socioeconómicas y de refugio, en el que factores como