Dimensiones de la migración en Colombia.

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La evolución de la migración interna

A continuación se presentarán datos estadísticos e históricos sobre estos factores. Considerando la situación vulnerable que vivió el país a mediados del siglo XX y principios del siglo XXI, es fundamental dar cuenta de lo presentado por medio de los censos poblacionales y publicaciones por parte de distintas instituciones. Si bien se da por hecho la existencia de La Violencia en el país, es fundamental mencionar los acontecimientos específicos que generaron este desplazamiento: tensión política, presencia de grupos guerrilleros, narcotráfico, extorsión, masacres, violación de derechos humanos, entre otros. Además, retomando el segundo factor, las migraciones voluntarias, es importante considerar las situaciones en donde la población migró por otras necesidades, entre ellas, encontrar mejores oportunidades de trabajo y vivienda. Las migraciones voluntarias se definen por el cambio de residencia y se explican por una gama amplia de motivaciones, desde razones culturales (religión, idioma, etnia, etc.) y sociales (reunirse con la familia o amigos, acceso a educación, etc.) hasta razones netamente económicas (mayores salarios, mejora en la calidad de vida, etc.) pero, en general, dependen en mayor medida de estas últimas (Dureau & Flórez, 1997).

Teniendo en cuenta que los datos presentados provienen de los censos de población realizados en el país, en un primer momento se tendrá en cuenta el texto publicado por Ciro Leonardo Martínez Gómez sobre las migraciones internas en Colombia, un análisis territorial y demográfico según los censos 1973 y 1993. Una primera observación es que los datos censales indican que hasta finales de la década de 1930 más de dos terceras partes de la población colombiana vivían en los campos. Dentro de este texto, con el fin de evidenciar el proceso migratorio, se exponen diferentes etapas como factores causales de la migración. A principios de la década de 1950 el país continuaba siendo rural, con el 60 % de su población viviendo en áreas de este tipo, pero el conflicto social se estaba generalizado y se apreciaban los primeros impactos de una tendencia a la urbanización.

Por otro lado, Granados (2010) confirma que, dentro del formato censal del DANE en 2005, se puede observar un interés en conocer las tendencias y dinámicas migratorias de la población. Una pregunta enfocada a ello era la referente al cambio de residencia en los últimos 5 años. Cuando la respuesta era positiva, se indagaba sobre la razón y los datos consolidados arrojaron las siguientes respuestas: 49,8 % de la población había cambiado de residencia por razones familiares; el 25,8 % por otras razones no específicas; el 15,2 % por la dificultad para conseguir trabajo; 3,4 % por necesidad de educación; el 3,0 % por amenazas a su vida; 1,6 % por salud y 1,1 % por riesgo de desastre natural.

Por otro lado, la autora también llega a la conclusión de que, al observar las estadísticas del cambio de residencia, se puede observar un 75,6 % de la población no expresa de manera clara las causas, pudiendo ser miedo a decir la razón, matrimonios, vejez o cambio de lugar de trabajo.

Este análisis enriquece la información sobre este fenómeno y permite profundizar en el estudio de las migraciones internas, especialmente al desplazamiento interno por condiciones violentas. Se puede pensar en un porcentaje bastante bajo (3 %) para realidad del conflicto, pero se abre la ventana para entrar a indagar en esas zonas donde se reflejó esa expulsión de población. (Granados, 2010, p. 19)

En Colombia se pueden identificar dos momentos cruciales de desplazamiento: entre 1948 y 1965 el país sufrió la época conocida como La violencia, donde los dos principales partidos políticos se enfrentaron a través de las guerrillas conservadoras y liberales cobrando miles de muertes y provocando la expulsión masiva de familias campesinas, hacia las principales ciudades, las que en ese entonces comenzaban sus procesos de industrialización. Por otro lado, una serie de hechos violentos desde finales de la década de los setenta hasta el presente denominados conflicto armado interno elevó el número de homicidios en Colombia hasta el punto de ser constantemente una de las principales causas de muerte (DNP, 1999). Como se mencionó en el inicio, uno de los factores se basa en observar la migración interna en Colombia desde las migraciones involuntarias, esta se puede clasificar en dos tipos: los refugiados y los desplazados internos. Los primeros, son aquellos que traspasan las fronteras nacionales buscando protección y seguridad que no reciben en su país, y los segundos son aquellos que se encuentran a la deriva en sus propios países huyendo de una situación violenta y no tener seguridad internacional. Considerando el interés del capítulo, se dará protagonismo a los desplazados internos, sin desconocer el hecho de que existe una alta cifra de desplazados transfronterizos.

La urbanización y el desarrollo como factores de atracción

La década de 1960 y los primeros años de 1970 fueron periodos de estímulo a la industrialización, desarrollo de infraestructura, fomento del comercio internacional y mejoramiento social y económico. También mejoraron las condiciones de vida de las familias, se incrementó el empleo, se amplió el acceso a la salud y a la educación, y se facilitó la adquisición de vivienda. Sin embargo, las mejoras se concentraron en unas pocas regiones y ciudades que se consolidaron como principales focos de localización de las actividades económicas. Por otro lado, las extensas regiones de la costa pacífica y los llanos orientales estaban totalmente aisladas del interior y excluidas de los procesos de desarrollo. Siguiendo lo anterior, los principales centros urbanos tomaron protagonismo, mientras que los factores de expulsión continuaban en el sector rural y en la mayoría de las regiones del país. Estas características dan cuenta de que, para los periodos mencionados anteriormente, se presentó un proceso migratorio en el país, caracterizado principalmente por el movimiento de la población rural a los centros urbanos. Martínez (2006) afirma que el proceso de urbanización y la transformación demográfica experimentada por el país están indudablemente interrelacionadas.

Ahora, en cuanto a los datos de las instituciones mencionadas en el inicio, se deben considerar las siguientes estimaciones: de acuerdo con proyecciones del DANE, entre los años 1985 y 2015, 2.749.050 personas migraron a las ciudades. En especial, Bogotá fue la ciudad que recibió históricamente más migrantes internos en el país, según las estimaciones, en ese periodo llegaron a la capital 880.597 personas. Es decir, que a la ciudad llegó aproximadamente el 32 % de los 2.749.050 migrantes calculados en los últimos 30 años a 2015. Según una investigación realizada por Javier Ruiz (2015), de la Universidad Autónoma de Barcelona, la capital del país se convirtió en un centro de acogida de los migrantes internos a finales del siglo XX debido al crecimiento de las grandes urbes y a varios factores sociales, económicos, geográficos y de infraestructura1.

La urbanización en Colombia habría sido, entonces, como en Latinoamérica, un efecto territorial de la acumulación capitalista en una relación de dependencia económica entre el centro (países desarrollados) y la periferia (países en desarrollo). Con esto, la penetración del capitalismo en el campo (agricultura comercial) y el estancamiento de las estructuras agrarias de minifundio y latifundio no permitían que la superpoblación fuera absorbida por el campo, provocando las migraciones y la acumulación urbana (Jaramillo, 2007).

Según Cardona (1968), en Colombia el inicio del proceso de urbanización coincidió con el desarrollo de una situación de violencia política en el campo, sin embargo, no fue un factor relevante de migración hacia las grandes ciudades y, más bien, aquellos habitantes rurales que se veían obligados a desplazarse por razones de inseguridad, si no estaban motivados a migrar a una ciudad grande, lo hacían a conglomerados urbanos intermedios, donde adquirían alguna seguridad y su situación socio-cultural continuaba similar a la del lugar de origen.

Además, independientemente de las razones que motivaban a las personas a abandonar su lugar de origen, era de esperarse que migraran a una región desarrollada industrialmente, urbanizada y con altos niveles de educación. Tal decisión dependía no tanto de las razones que producían la emigración sino, más bien, de las condiciones que ofrecía el sector de destino.

De esta forma podemos ver que los migrantes internos son protagonistas del desarrollo de las grandes ciudades, adicionalmente en su mayoría son población que se encuentra en edad activa, lo cual permitiría impulsar factores económicos. Según el análisis de Torre & Giorguli (2016), quienes diferencian entre los patrones de migración interna y los destinos internacionales, concluyen que durante las etapas más tempranas de la vida (adolescentes y adultos iniciando sus trayectorias laborales) es más común la migración interna, mientras que la migración internacional aparece más como un recurso en etapas laborales posteriores (después de los treinta años).

Migración entre las regiones del país

Una de las principales características de la migración interna en el país es la valoración presentada por uno de los documentos del DANE: una evidencia que refleja el comportamiento de la migración interna en Colombia a partir de la Encuesta Continua de Hogares (ECH), donde esta se ajusta a la percepción generalmente aceptada que se tiene sobre Bogotá, según la cual por ser la capital de la república y simultáneamente el más importante centro de poder político, administrativo y de desarrollo económico, posibilita una mejor oferta de bienes y servicios, en particular educación y salud, jalona las migraciones internas de la población que finalmente está motivada por la búsqueda de soluciones y satisfacción de necesidades que muchas veces no se encuentran en el territorio de origen.

 

El volumen de los movimientos migratorios de corta y larga distancia también se encuentran principalmente determinados por los diferentes niveles de desarrollo económico que, a la final, fijan altos y bajos niveles de bienestar entre las regiones. Sin embargo, factores sociales como el desempleo, la pobreza y la violencia generan migración entre regiones y sus centros urbanos o cabeceras, conclusión que realiza el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en 2003.

Según análisis de la misma institución, de acuerdo con los desplazamientos ocurridos durante 1998 a 2003; se constata que un poco más de 3.6 millones de personas, a nivel nacional, cambiaron de departamento de residencia en ese periodo, con el propósito de radicarse en otro departamento. Esto indica que 8.5 % de la población total registrada por la ECH en el primer trimestre de 2003 es migrante interna departamental. De ese volumen de migrantes, 2.5 millones (69.7 %) se desplazaron entre las áreas urbanas o cabeceras de los departamentos y cerca de la tercera parte (1.1 millones) hizo lo propio en las áreas rurales de los mismos departamentos. Por lo anterior, la característica en el plano departamental es que la zona de atracción es a nivel de cabeceras.

De los 3.6 millones, 42.9 %, se dirigieron hacia Bogotá (13.5%), Antioquia (12.4%), Valle del Cauca (10.6%) y Cundinamarca (6.4%). Risaralda, Boyacá y Santander también exhiben importante participación dentro del total de la migración reciente. Los mencionados departamentos son receptores del 60 % del total de desplazamientos durante el período. En la tabla 1 se puede observar la información presentada

Tabla 1. Migración reciente intrarregional e interregional para el periodo 1998-2003



Fuente: DANE, cálculo del autor con base en el módulo de migración de la ECH, etapa 0203

Ahora, considerando los resultados sobre migración regional, se presentan los datos de la migración reciente entre las cinco regiones y al interior de ellas registrada durante el período 1998-2003; de 3.6 millones de migrantes registrados hasta el primer trimestre de 2003, 40.8 % (1.5 millones) cambió de residencia eligiendo un departamento y una región diferente, mientras que 2.1 millones se desplazaron pero manteniéndose dentro de la región en que vivían. En concordancia con lo anterior, la región central tiene el saldo neto de migración negativo más alto y la proporción de población nativa más alta (21.9 %) por fuera de su territorio; en consecuencia, se caracteriza como la región que genera los mayores niveles de expulsión de población.

Por otro lado, en términos más generales, según las estimaciones del DANE, con aproximadamente 1.389.852 migrantes, se calcula que la Costa Caribe es la región del país en donde más habitantes han salido de sus territorios en los últimos 35 años. Magdalena, con 386.191; Bolívar, con 311.281; Córdoba, con 226.615; Cesar, con 205.235; y Sucre, con 177.450 personas, encabezan la lista. En territorios como Magdalena, Sucre y Bolívar, la migración interna aumentó entre 1995 y 2005, años en los que se profundizaron los hechos de violencia por cuenta del conflicto armando en estas zonas del país. Ese mismo fenómeno se repite en los departamentos del Chocó, Nariño y Cauca2.

Tabla 2. Promoción de migración acumulada interregional e interregional hasta el tercer semestre de 2033, según regiones


Fuente: DANE, cálculo del autor con base en el módulo de migración de la ECH, etapa 0203.

(1) Porcentaje respecto a la población residente en la región.

(2) Porcentaje respecto a la población nativa de la región.

De lo anterior se deduce que en el proceso de migración interna del país predominan los desplazamientos poblacionales de larga distancia. Esta característica de la movilidad espacial de la población colombiana pone en evidencia la constancia de algunas de las características de la migración interna del país. La región oriental exhibe el más elevado número de emigrantes (2.5 millones), quienes en su mayoría (79.5 %) tienen como destino principal la capital de la República y en menor medida las regiones Central, Atlántica y Pacífica, es decir, solo el 20.5 % de la emigración de esta región se debe a desplazamientos de corta distancia.

Desplazamiento interno forzado producto del conflicto armado

Teniendo en cuenta las cifras anteriores, es de vital importancia iniciar el análisis sobre los acontecimientos históricos ocurridos durante el conflicto armado, dando paso a las razones principales del porqué la población decidió migrar o se vio afectada por el desplazamiento forzado. Como se mencionó al principio del capítulo, la presencia de datos estadísticos sobre migración puede ser muy limitada, no obstante, al tratarse el desplazamiento forzado como una consecuencia del conflicto armado, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ha realizado un trabajo profundo sobre las víctimas de la violencia en Colombia.

Cabe resaltar que Colombia es el segundo país del mundo con mayor número de personas desplazadas forzosamente, según el informe Una Nación Desplazada, publicado en 2015, de los casi seis millones y medio de personas desplazadas, un poco más del 50 % de la población desplazada son mujeres (3.301.848) y 2.279.576 son personas menores de edad (de las cuales 1.480.983 tienen menos de 12 años). Dentro de los datos demográficos de 2005, se estima que cerca del 15 % del total de la población afrocolombiana y el 10 % de la población total indígena han sido desplazadas. El 87 % de la población expulsada de sus regiones vivía en el campo; algunos afros e indígenas, en territorios colectivos reconocidos por el Estado. En un país que tiene un problema agrario persistente, con una historia signada por el difícil acceso a la tierra, se calcula que 8,3 millones de hectáreas han sido despojadas o abandonadas por la fuerza (CNDMH, 2015).

Para quienes se han visto forzados a desplazarse dentro del país, se han encontrado con una política pública insuficiente, y en muchas ocasiones inexistente, mientras que aquellos que se han desplazado hacia otros países en búsqueda de protección internacional han tenido que enfrentar el arduo camino hacia el refugio. Para todos los casos el desplazamiento ha afectado transversalmente las vidas de los colombianos que, durante décadas, han vivido las consecuencias de una guerra bipartidista.

De acuerdo con los Principios Rectores del Desplazamiento Interno de las Naciones Unidas, los desplazados internos son

personas o grupos de personas que han sido forzadas u obligadas a huir o abandonar sus hogares o lugares de residencia habitual, en particular como resultado de o para evitar los efectos de conflictos armados, situaciones de violencia generalizada, violaciones de derechos humanos o desastres naturales o causados por el hombre, y que no hayan cruzado una frontera reconocida internacionalmente. (Naciones Unidas, 2001)

Según el Informe de Tendencias Globales del año 2017 de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, 2018, p. 2), “la población desplazada forzosamente en el mundo aumentó en 2017 en más de 2,9 millones de personas. Al finalizar el año, 68,5 millones de personas se encontraban desplazadas forzosamente en todo el mundo debido a la persecución, los conflictos o la violencia generalizada”. Esta cifra contempla 25,4 millones de refugiados, pero la cifra de desplazados internos sigue ocupando el primer lugar con 40 millones. Desafortunadamente, en vez de presentar mejorías, la situación es cada vez más devastadora, en 10 años, del 2007 al 2017, la cifra de desplazados ha aumentado considerablemente, como se evidencia en la figura 1.

Figura 1. Tendencia del desplazamiento global y proporción de desplazados 2007-2017


Fuente: Informe de Tendencias Globales del año 2017 de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Dentro de estas cifras a nivel global, Colombia ocupa un desesperanzador primer lugar, con 7,7 millones de desplazados internos registrados hasta el 2017, es decir, el 16 % de la población total de Colombia, aunque las cifras varían de acuerdo con la fuente que se consulte, teniendo en cuenta que ACNUR es la agencia de las Naciones Unidas experta en los temas relacionados con asuntos migratorios, y en aras de trabajar con una cifra estandarizada se tomará como punto de referencia la cifra de 7,7 millones de desplazados internos. Estas cifras indudablemente llaman la atención y llevan a preguntarse por las razones que han llevado a Colombia a ocupar el primer lugar en el ranking de países con desplazamiento. La situación en Colombia es tan grave que “hay más víctimas de desplazamiento forzado en Colombia que número de habitantes en Costa Rica” (Rolón, 2018, párr. 3).

El origen y las causas del desplazamiento forzado en Colombia

Para hablar de migración forzada interna, o desplazamiento forzado en Colombia, es necesario remitirse a los libros de historia del país que hablan acerca del conflicto armado interno, por lo menos a los que datan de las últimas décadas del siglo XIX en adelante, periodo en el cual “no se consiguió ni la libertad, fervorosamente defendida por los liberales federalistas y radicales; ni el orden, propuesto por los conservadores unitarios y católicos, ni mucho menos la sumatoria de libertad y orden que soñó la Constitución de 1886” (Palacios & Safford, 2002, p. 451). La guerra de los Mil Días, la separación de Panamá de Colombia, una guerra civil en 1885, entre otros acontecimientos, marcarían al país con un sello de violencia que ha dejado huellas de índole política y social, las cuales han afectado a millones de personas.

Sin embargo, el propósito de este capítulo no es hacer un recuento de la historia de la violencia en Colombia, sino que se centrará en el conflicto interno más reciente, si es que se le puede llamar reciente, en el que país lleva sumido más de 60 años, sometiendo a la población a vivir bajo el fuego cruzado de diversos actores armados, tanto estatales como al margen de la ley, lo cual ha dejado como resultado millones de personas desplazadas tanto al interior como al exterior del país3.

El referido periodo se puede ubicar cuando “a partir del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, empieza en Colombia un ciclo de violencia política que degeneró en un conflicto armado con rasgos de guerra interna” (González, 2010, p. 629). Molano (2015a, p. 2) también coincide con que este acontecimiento marcó un hito importante en el conflicto armado colombiano, “el asesinato de Gaitán desbordó tanto la estrategia conservadora como la liberal. Fue la guerra civil no declarada. El Gobierno se atrincheró en el poder, y el Partido Liberal, acéfalo, trató de defenderse con guerrillas oscilando siempre entre las urnas y las armas”.

De acuerdo con lo planteado por Pécaut (2006, pp. 527-529), conviene resaltar cuatro observaciones acerca del conflicto colombiano; en primer lugar, el término guerra ha sido poco utilizado para referirse al conflicto, el término que se ha usado por excelencia es de la violencia, ya que este permite incluir la multiplicad de actores y factores que comprenden el conflicto en Colombia; en segundo lugar, si bien las instituciones estatales han perdido credibilidad y han atravesado por crisis, aún gozan de una legitimidad sorprendente; en tercer lugar, los actores del conflicto se diferencian por el apoyo que reciben y por sus bases de reclutamiento; y, por último, el conflicto afecta principalmente a las zonas periféricas del país.

 

En Colombia, el desplazamiento forzado ha sido generado principalmente por los hechos violentos que cometen los grupos armados en contra de la población civil, como una manera de ejercer control sobre los territorios y de esta manera expandir su influencia, es decir, que “los fenómenos de desplazamiento forzado deben ser vistos dentro del contexto de conflicto armado interno que se lleva a cabo en torno al control territorial, político y económico” (Kerr, 2010, p. 4). Según Ibáñez (2004), el fenómeno del desplazamiento forzado en Colombia se ha propagado tanto que ha llegado a afectar de alguna manera al 88 % de los municipios del país, incluso al punto de que algunos de estos municipios han perdido más de la mitad de su población. Otra de las razones que menciona Ibáñez, y que usualmente no es tenida en cuenta como una de las causantes del desplazamiento forzado, es la sustitución de cultivos ilícitos, ya que la fumigación de los cultivos afecta los ingresos de los cultivadores, por un lado, y por otro lado las personas se desplazan por temor a los enfrentamientos armados que se pueden generar entre los grupos armados y los militares que normalmente acompañan las actividades de fumigación. “El desplazamiento interno en Colombia corresponde al conflicto interno y a los abusos de los derechos humanos que van de la mano con él. […] Además, los enfrentamientos entre actores armados que violan el Derecho Internacional Humanitario (DIH) también contribuyen al desplazamiento de la población civil” (Kerr, 2010).

Varios han sido los intentos en Colombia por negociar la paz con los diferentes grupos armados, y de esta manera reducir las consecuencias desgarradoras del conflicto armado como lo es el desplazamiento forzado. Desde 1974, entre el gobierno de Alfonso López Michelsen y el ELN, pasando por el gobierno de Andrés Pastrana en 1998 con las FARC, incluso durante el gobierno de Álvaro Uribe se llevaron a cabo algunas rondas exploratorias con el ELN, sin embargo todos estos esfuerzos fueron en vano, hasta el año 2016, como se verá más adelante. Estos intentos no solo no lograron conseguir la paz, sino que la situación empeoró, con la Política de Seguridad Democrática del expresidente Álvaro Uribe Vélez, 2002-2010, “en términos de percepción pública de la época […] fue un éxito. El Gobierno dio cifras sobre la disminución de homicidios y secuestros, pero Naciones Unidas mostró el aumento de las desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y desplazamiento” (Molano, 2015b, p. 55).

En un estudio realizado por Ibáñez & Moya (2007) se puede evidenciar además que, en los años recientes, al ser un documento del año 2007 este periodo coincide con el gobierno de Uribe, “el fenómeno de desplazamiento forzoso se ha expandido a lo largo del país debido a la generalización de la violencia armada y cada vez abarca más territorio. Como resultado, el fenómeno del desplazamiento afecta alrededor de 90 % de los municipios del país, ya sea por la expulsión o por la recepción de personas. A pesar de esto, la expulsión y la recepción de personas desplazadas se concentran en unos pocos municipios”, y que según la Red de Solidaridad Social, “mientras que en 2001, el desplazamiento había afectado a 819 municipios, en 2005 esta cifra ascendió a 997 municipios, lo que equivale a un incremento de 22 % en esos cuatro años” (Ibáñez & Moya, 2007, p. 30).

De acuerdo con Sandra Borda (2012), durante los periodos presidenciales de Uribe se presentaron problemas fundamentales en materia de derechos humanos que llamaron la atención de la comunidad internacional, uno de ellos fue el desplazamiento forzado de las comunidades rurales debido a los enfrentamientos de grupos armados. Si bien el desplazamiento forzado en Colombia no es un fenómeno nuevo, y de hecho, es complejo y de carácter casi permanente, debido a las múltiples dinámicas sociales, económicas y políticas que lo vienen provocando (Ruscheinsky & Nina, 2013a, p. 159), en la historia reciente del país se puede ubicar una primera fase con la época de La Violencia entre 1948 y 1966; continuando con la expansión de la insurgencia y la brutal respuesta del Estado en los años setenta, y dando paso a la triple alianza entre las fuerzas de seguridad, los carteles de droga y los terratenientes que conformaron escuadrones paramilitares son en gran medida la raíz del desplazamiento que se vive actualmente, sumado a la dependencia económica que adquirieron las guerrillas a través de las ganancias de la droga y de actos violentos y extorsivos contra la población (Kirk, 1993). Es notorio que durante los primeros años del gobierno de Uribe, 2000-2002, de acuerdo con la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES), se observó una agudización del problema en donde hubo un total de 804.897 personas desplazadas (Borda, 2012). En el 2010, en una entrevista realizada al entonces director de CODHES, Jorge Rojas, afirmó que el gobierno de Uribe es el gobierno que más personas ha desplazado en la historia reciente de Colombia. Ya sea que se mire por las cifras oficiales o por las de CODHES (Coello, 2010).

Finalmente, en el 2012, se abrió una nueva posibilidad de negociación entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, FARC-EP, el grupo guerrillero más antiguo de Colombia, y el Gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos, lo cual derivó en la firma del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, en el cual se reconoce la existencia del conflicto y las fatales consecuencias que este ha traído para el pueblo colombiano, considerando el desplazamiento forzado como una de las graves consecuencias:

El conflicto armado, que tiene múltiples causas ha ocasionado un sufrimiento y un daño a la población sin igual en nuestra historia. Son millones de colombianos y colombianas víctimas de desplazamiento forzado, cientos de miles los muertos, decenas de miles los desaparecidos de toda índole y un amplio número de familias, colectivos y poblaciones afectadas a lo largo y ancho del territorio, incluyendo comunidades campesinas, indígenas, afrocolombianas, negras, palenqueras, raizales, y Rom, personas en razón de sus creencias religiosas, partidos políticos, movimientos sociales y sindicales, población LGBTI y gremios económicos, entre otros. Sin olvidar otras formas menos visibles, pero no menos dolorosas de victimización, como la violencia sexual, las afectaciones psicológicas, o la simple convivencia con el miedo4.

Las negociaciones entre el gobierno de Santos y las FARC arrojaron algunos resultados esperanzadores, pues si bien los desplazamientos forzados continuaron, en el primer cuatrienio de este gobierno se evidenció una reducción del 47 % en el desplazamiento forzado, en comparación con el cuatrienio anterior, según lo expresó Iris Marín, la entonces directora de Reparación de la Unidad para las Víctimas (AFP, 2015). Desafortunadamente, tras la firma del Acuerdo no se evidenciaron los resultados esperados, según el informe anual de 2017 del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia:

El desplazamiento forzado continúa a pesar del proceso de paz. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados reportó que en 2016 se produjeron 47 emergencias en razón de nuevos desplazamientos forzados masivos, confinamientos y restricciones de movilidad […] y afectaron primordialmente los pueblos indígenas y comunidades afrocolombianas y campesinas. Aproximadamente 13.864 personas fueron afectadas por el desplazamiento masivo. Un alto porcentaje de estos casos estuvo relacionado con emergencias recurrentes en las cuales los esfuerzos institucionales no lograron mitigar las causas de las hostilidades o la violencia. (Consejo de Derechos Humanos, 2017, p. 16)

A pesar de que Colombia se ubica como el país con más desplazados internos del mundo, estas víctimas están sometidas a la invisibilización, y es que a pesar de que en términos generales la población colombiana conoce la existencia de las víctimas, por lo menos de las que están al interior del país, ya que por razones de desplazamiento forzado se han asentado en diferentes partes del territorio, tampoco se puede desconocer que: