El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión

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EL ESQUEMA DE LA ARGUMENTACIÓN

Los pasos iniciales de una argumentación se dan a partir de que un proponente presenta una tesis o pretensión (P) llamada claim en inglés. Traducir claim, como sucede con otros términos lógicos y filosóficos, resulta a veces complicado. Literalmente significa pretensión, título, derecho, reclamación, reivindicación, demanda, petición o llamamiento. Y éste es su origen en inglés, según aclara Toulmin en una anécdota sobre los títulos mineros. Creo que es muy útil guardar todos estos sentidos en mente y usarlos como sinónimos. He preferido traducir « claim» por «pretensión» en el esquema, ya que esta acepción abre el término a la probabilidad y la pluralidad. También puede entenderse como «punto de vista» o «tesis», aunque este último término —el usado por lo común en México— tiene una carga que lo restringe y orienta hacia el discurso académico. En todo caso la tesis, pretensión o claim se distingue de la conclusión, que sería más lógico formal y necesaria. En An Introduction to Reasoning, Toulmin menciona además, de modo explícito, que su concepción de lógica no admite conclusiones finales ni soluciones únicas. La defensa de la pretensión se hace públicamente, para que sea atendida o creída por los otros. Como apunta Johnson,1 en el discurso ordinario la pretensión en ocasiones es implícita o poco clara y se necesita ser capaz de identificarla localizando los marcadores de conclusión (por ejemplo: «así pues», «luego entonces», «por lo tanto», «en conclusión», etcétera).

Tras plantear el proponente su punto de vista, la otra parte se plantea una pregunta: ¿en qué te fundas para sostener eso? El proponente responde estableciendo los hechos, datos o fundamento (F) de la pretensión (P). Si se cuestionan los hechos, deberá dar un argumento preliminar —a manera del lema geométrico, que es una proposición planteada para demostrar otras que se siguen del punto de partida— como sustento adicional (paso que Toulmin no nombra pero que nosotros llamaremos base, B). La base es el verdadero dato, ya que como dice Wittgenstein, he llegado a un dato cuando ya no puedo remitirme a otra cosa (los datos originarios para el filósofo vienés son los colores, el espacio, el tiempo, las caras de los otros, sus modos de actuar y otros por el estilo).

FIGURA 8. EL ESQUEMA MÍNIMO DE LA JUSTIFICACIÓN EN TOULMIN


Después se pregunta o cuestiona la forma en que se pasa de los hechos (o fundamento) a la pretensión: ¿cómo llegas a eso? Para responder no se dan datos. Se explicita una regla general, un principio, una ley de paso, una licencia de inferencia substantiva (no formal) que valide el procedimiento, todo lo cual aporta los primeros elementos básicos del esquema argumentativo simple (en el cual obviamos el paso opcional preparatorio para fundar los datos, ya que ello conduce a una interacción más compleja):

FIGURA 9. EL ESQUEMA BÁSICO DE LA ARGUMENTACIÓN EN TOULMIN


• P : pretensión (C: Claim)

• F : fundamento (en The Uses of Argument, Toulmin establece D: Data, datos; y en An Introduction to Reasoning, anota G: Ground, término que evoca el funcionamiento del signo en Peirce, donde cada signo representa su objeto a partir de cierto fundamento): datos y hechos para defender la pretensión. Al revisar los ensayos sobre el esquema puede encontrarse que este elemento es llamado «evidencia», pero este término está muy cargado de sentidos formales y objetivistas; aunque el autor mismo lo usa, nos parece que en una interpretación cautelosa no debe emplearse, ya que lo evidente es sólo lo que se sostiene fuera de toda duda y lo que llamamos de ordinario dato muchas veces es, a diferencia de la adecuada precisión de Wittgenstein, un constructo no universal sino afectado por lo ideológico, cultural, lingüístico o teórico

• G : Garantía (W: Warrant), justificación para usar F como base de P

Toulmin critica el modelo silogístico; para él no es operante que al dato y a la garantía se les llame premisas. Funcionan de forma tan diferente que es incorrecto colocarlas bajo la misma etiqueta. La premisa mayor actúa como ley de paso, la menor como dato o fundamento. Aunque es difícil en ocasiones distinguir F y G, por lo que hay acuerdo en la necesidad de considerar en esa distinción los siguientes aspectos:

• F funciona en forma explícita y G de modo implícito

• Hay casos en que F y G tienen diferentes funciones lógicas: G es una proposición general referida a una regla, es una forma hipotética que puede actuar como puente, como ley de paso: «si [ F ] entonces [ P ]»

• F funciona diciendo «Siempre que A, uno ha encontrado que B» (a la manera de las cuestiones de hecho) y G en cambio, opera de otro modo: «Siempre que A, uno puede considerar que B» (a la manera de las cuestiones de ley)

G garantiza un resultado; es —dice Johnson— un eslabón y constituye el elemento en realidad novedoso frente al esquema silogístico (que apela a la presencia de sujeto, predicado y término medio). Es dable preguntar en ciertas circunstancias por la aplicabilidad o no de la garantía. La fuerza de G se debilita cuando se presentan condiciones que invalidan la tesis. Estas condiciones r se nombran reserva, o bien condiciones de excepción o refutación (R = Rebuttal). La inserción de R debilita P. Esto puede acontecer también con un elemento cualificador, un elemento modal M.2 En este último sentido, en cada paso de la argumentación pueden ocurrir términos modales como «posible», «imposible», «necesario», «probable» o «presunto». Indican el grado de certeza o confianza. También aparecen términos como «ser incapaz», «ser imposible», «no deber ser». Estos términos son indicadores de la fuerza o alcance conferidos a la pretensión por la garantía.

La reserva indica las circunstancias en las cuales la autoridad general de la garantía tendría que ser dejada de lado. En caso de no presentarse las condiciones de refutación, se tiende a confirmar la presunción creada. Además de los términos modales y las condiciones de excepción que limitan la pretensión, puede seguir el cuestionamiento en la interacción argumentativa: ¿por qué en lo general tendría que aceptarse la autoridad de esta garantía? Surge entonces la necesidad de presentar un soporte S (B: Backing). Este elemento, con frecuencia implícito, se requiere si la autoridad de G no es aceptada.

FIGURA 10. EL ESQUEMA COMPLEJO DE TOULMIN


Siguiendo con la crítica del silogismo, hay que señalar, como ya puede deducirse, que la premisa mayor no da cuenta de las diferentes funciones de B y G, esconde una complejidad (es decir, puede ser B o G). El esquema argumentativo global queda explícito en la figura 10:

Los elementos que hemos dejado en letra común articulan la argumentación:

• Con sustento en

• Dado que

• Por cuenta de

• Luego entonces

• Presumiblemente

• A menos que

Sin la reflexión lingüística de estos conectores, modalizadores y otros términos equivalentes no es dable precisar el detalle de la argumentación. No es casual que estos elementos se precisen claramente en Toulmin, ya que su obra está atravesada por la reflexión pragmática del significado como uso (del sentido) y el interés por la filosofía del lenguaje. De hecho el autor plantea eliminar las palabras «lógica» y «significado» de su ensayo porque para él la argumentación no es mera lógica y no hay «significado» sino sólo sentidos, usos o juegos del lenguaje, como sostenía Wittgenstein.

Nótese, por otra parte, que hay en suma en el esquema argumentativo tres elementos básicos y tres auxiliares, que en conjunto dan lugar a un modelo extendido que es, curiosamente, muy similar en su forma al epiquerema romano (un silogismo en el cual se dan pruebas adicionales para sostener las premisas). Las cursivas señalan los términos comunes con el epiquerema, aclarando de nuevo que B no forma parte del esquema con que se identifica a Toulmin, aunque éste menciona tal paso como posible.

FIGURA 11. E L EPIQUEREMA


El enfoque, la manera de concebir la garantía es nuevo y también son términos novedosos con relación al epiquerema los ligados a la limitación de la aceptabilidad de la pretensión: la modalidad y la reserva. Es decir, además de la visión dialéctica de un esquema argumentativo, Toulmin introduce una visión menos absoluta de la validez argumentativa, sin llegar a ser relativista, ya que decir que la aceptación de la verdad tiene ciertas excepciones o grados de probabilidad no implica relativismo.3

LOS MODALES

La primera pregunta de Toulmin es ¿qué cosas acerca de la forma y méritos de nuestros argumentos son invariantes con relación al campo y qué cosas acerca de ellos son dependientes del mismo? Inicialmente, se plantea el problema de si los modales —que nos ayudan a precisar el concepto de fuerza— son o no dependientes del campo o sujet. Se llega a la conclusión de que la modalidad tendrá elementos invariantes y elementos variables. La fuerza o implicación práctica de su uso es invariante; por ejemplo, «no poder» (can’t) implica siempre «eliminación de algo», el mandato general de que algo debe ser desechado en tal o cual forma y por tal razón. La razón de la eliminación es diferente en cada caso. Es decir, el significado nuclear de cada modal, su «fuerza» —su forma lógica, quizá podríamos decir— es universal, sus acepciones particulares varían con relación al caso. Sucede lo mismo con los cuantificadores proposicionales como «Todo» y «Ningún», cuya fuerza es invariante pero su soporte es variable; por ejemplo, usar el cuantificador «Todo» en ética es con frecuencia paradójico. La posibilidad, un importante concepto general para la argumentación, es algo que por su fuerza siempre «merece ser considerado», pero fija estándares variables de acuerdo con el contexto. El análisis semántico de los modales es siempre contextual, dependiente de un núcleo que se actualiza en forma diferente en cada campo. Plantin, utilizando el lenguaje de la pragmática, describe este análisis como producto de la diferencia entre: un componente «performativo» o fuerza que marca el involucramiento del enunciador en su enunciado; y un componente «criterial» que nos remite a los procesos de justificación, a los tipos de argumentación y de garantía. Así el análisis de Toulmin articula de manera pragmática lo modal y lo argumentativo.4

 

De hecho, Toulmin afirma que su ensayo consiste en buena medida en un estudio de los usos prácticos de los términos modales. Los criterios, estándares, fundamentos o razones con referencia a las cuales se decide en cada contexto que el uso de un término modal es apropiado son variables según el campo: «no poder» remite a imposibilidades físicas, solecismo lingüístico (error sintáctico), ofensa legal o moral, impropiedad del procedimiento judicial o imposibilidad matemática. Esta última nos conduce a contradicciones, por lo cual podemos decir que la contradictoriedad es un criterio de imposibilidad para las matemáticas. Así, en resumen, al desplazarse de un uso a otro, el criterio (físico, sintáctico, moral, judicial o matemático) puede cambiar pero la fuerza («no poder») permanece la misma.5

Para nosotros la modalidad, es importante notarlo, debe ser considerada en el discurso como tocando todas las partes del argumento (aunque hay que saber distinguir los grados). Aparece incluso en la selección de los nombres y verbos, y es consubstancial a los adjetivos y adverbios, como anotaremos más adelante en el capítulo relativo a la emoción y la argumentación. La subjetividad y modalización del sujeto a partir del o los grupos a los que pertenece son consubstanciales al discurso, hablamos siempre desde un lugar socioideológico y cultural.

EL CAMPO DE LA ARGUMENTACIÓN

El rechazo del silogismo como modelo del razonamiento correcto, según Abelson,6 sitúa a Toulmin en la línea del empirismo de Bacon y prosigue la obra de Peirce, ya que todos ellos interpretan las leyes de la lógica como guías prácticas para la investigación. El enfoque de Toulmin, sin embargo, fue visto por la filosofía analítica como retrógrado, como una vuelta al sociologismo o el psicologismo y una puesta en cuestión de la autonomía recién adquirida de la lógica, que defiende la posibilidad de siempre reducir las argumentaciones concretas hasta su término analítico y estandarizarlas. Toulmin sostiene que la validez formal no garantiza el valor, el interés de un razonamiento, que depende del juego de lenguaje en el cual estemos insertos. Propone una «lógica comparada» sobre la estructura de las argumentaciones en distintas disciplinas.7

El esquema de Toulmin se postula como invariante, como forma abstracta del proceso de discusión racional y por lo tanto como lógica mayéutica universal. Sin embargo, el funcionamiento concreto de los elementos es relativo al campo de la argumentación en que aparecen: los tipos de evidencias y fundamentos, los criterios de especificación del sentido nuclear de los modales, las garantías y soportes. Aunque todos nuestros términos para tasar los argumentos son invariantes en su «fuerza», con independencia del campo, los cánones de la crítica de los mismos son dependientes del campo en la práctica.8 Hay campos que requieren ser más lógicos que otros. De campo en campo varían los fundamentos a los que aludimos para sostener las conclusiones y también las formas en que se va de esas bases a la conclusión. Por ejemplo, en la estética, la palabra «evidencia» presentada a favor de un argumento puede no venir al caso, ya que se utilizan otros criterios de evaluación, a partir de, por ejemplo, lo «bello» (aunque puede ser pertinente si nos referimos, a la manera realista, a la adecuación de la representación a la realidad por el arte).

La realidad de las afirmaciones anteriores y de la relevancia de considerar los campos argumentativos es bastante clara y me parece que se sostiene a pesar de los intentos universalistas de criticarla. Pero estas críticas se sostienen en un hecho real: la oscilación de Toulmin y la adopción imprecisa de distintos conceptos para referirse a los problemas de la dependencia de los argumentos al campo (concepto que nosotros vinculamos, en el análisis del discurso, al todo de las condiciones de producción, circulación y recepción de los argumentos). Toulmin define así el campo: «Se dirá que dos argumentos pertenecen a un mismo campo cuando los datos y conclusiones en cada uno de ambos son, respectivamente, del mismo tipo lógico; se dirá que provienen de diferentes campos cuando el soporte o las conclusiones en cada uno de los dos argumentos no son del mismo tipo lógico».9

La definición de tan importante concepto no es clara. Remite a un segundo elemento no definido, que es el de «tipo lógico». Además, Toulmin señala que al pasar de la evaluación universal a las consideraciones y relaciones dependientes del campo, éstas se relacionan con el « sujet». Éste es un término francés cargado de diferentes connotaciones, en particular en la teoría literaria.10 El autor hace uso del término sin entrar en mayores definiciones, identificándolo con el tópico. En suma, hasta aquí, para Toulmin hablar de la argumentación implica considerar, en principio, los siguientes elementos: el sujet y el campo o tipo lógico de la argumentación.

Al estudiar la argumentación, primero distinguimos lo que es invariante e independiente del campo, y lo que es variable y dependiente de él. Luego precisamos los criterios para evaluar la argumentación, observando la fuerza lógica del argumento conforme al campo y sujet. Dicho con más claridad, la argumentación con fuerza de acuerdo lógica es conducida con ajuste a un procedimiento formalmente válido en lo universal pero conforme con las condiciones de «fuerza lógica» específicas del campo o sujet concernido. La fuerza lógica de un argumento sería el cuarto elemento en juego en la discusión, ya que puede variar de acuerdo al campo en que se presenta y al sujet de que se trata.

Hay que remarcar que dado todo lo anterior, para Toulmin la argumentación, en lo concreto, es una noción intraterritorial, no inter-territorial. Es decir, debemos de conocer las formas de fundamentar, las reglas aceptadas, la fuerza específica y los criterios que son válidos en cada campo argumentativo y en cada sujet concernido. Esta idea a nosotros nos parece válida: la argumentación debe remitirse a la práctica concreta, a la cultura y a la historia, así como los criterios tipológicos del discurso.

Los campos tratados en An Introduction to Reasoning son los siguientes: legal, científico, artístico, ético y de gerencia empresarial. La enumeración nos ayuda un poco a ubicar la noción sociológica de campo del filósofo inglés. El concepto, como el propio Toulmin hizo notar con justeza en 1992, se relaciona en forma amplia con el contexto.11 Los argumentos dependen de los foros o auditorios (forums), los intereses, las «apuestas» y los detalles contextuales del argumentar como una actividad. Es decir, el Toulmin de 1992, treinta y cuatro años después de su obra cumbre, no valida las críticas de los universalistas —Habermas, Johnson, Van Eemeren— sino que se acerca de modo más decidido a una retórica del contexto, incluso más amplia que la de Crawshay-Williams, más próxima al análisis discursivo y a la pragmática.

Las garantías son de diferentes clases y pueden conferir diferentes grados de fuerza a las conclusiones que justifican. Se vinculan también con los campos en que se presentan. Y cuando comenzamos a preguntar por el soporte en el que descansan en cada campo, aparecen grandes diferencias. Una garantía puede apoyarse en un sistema de jerarquía y orden (taxonómico) de la biología, otra en los estatutos de gobierno de la política y otra más en estadísticas de la sociología. El soporte (S) de las garantías es por completo dependiente del campo.

LOS CRITERIOS DE VALIDEZ

Toulmin trata también de dar una respuesta a la pregunta sobre aquello que significa hablar de forma en lógica.12 El argumento correcto lógicamente se construye de acuerdo con un enfoque geométrico (more geometrico) como aquel que tiene la clase adecuada de forma. La clase de evidencia relevante en cada caso (datos), en cambio, será variable con relación al campo. En lo general y en principio, el problema de la argumentación válida se resuelve mediante dos consideraciones:

• Seguimiento correcto del procedimiento según el modelo

• Uso de la garantía G para que el paso del fundamento F a la pretensión P sea adecuado y autorizado (se justifique). Donde se entiende que el hecho de que una pretensión pueda ser acertada de manera justificable en cualquier campo depende de la calidad de la argumentación que puede ser avanzada en su soporte. G debe ser aceptada inmediatamente, en tanto obtiene su autoridad de S. La validez se asocia a la forma en que el soporte vuelve la garantía aceptable

Toulmin expone de forma reiterada algunos de los posibles criterios de validez para evaluar la argumentación.13 Uno de los más recurrentes es el de relevancia —que será después elaborado con más precisión por muchos estudiosos de la lógica informal y que es entendida como dependiente del campo—. También menciona, en otro plano, el criterio histórico respecto a un tema, que me parece fundamental. Algo aparece como válido o no, al menos en principio, de acuerdo con la apreciación histórica y dominante que se ha tenido de él. Según el autor, de hecho, una lógica de la argumentación puede estar orientada empírica o históricamente: lo empírico nos lleva a observar las formas de argumentación que ocurren en los varios campos de la ciencia, lo histórico nos conduce a la lógica incorporada a la historia de las ideas. Estas consideraciones brindan un panorama de la amplitud de miras del filósofo inglés, que se preocupa tanto por los estándares de juicio variables (dependientes del campo y la historia) como universales (independientes del campo) para hablar de la validez, la relevancia y la fuerza o debilidad de las razones o argumentos. Este punto es nodal y contemporáneo. De hecho, en análisis del discurso, nos parece que la historia y la sociología de las ideas argumentativas es indispensable: ¿cuál es la teoría, el metalenguaje intelectual para evaluar?, ¿cuál es la formación discursiva, ideológica y social a la que remiten los argumentos?, ¿cuál es la historia del sentido, de las ideas argumentadas?, ¿cuál es la transformación de los puntos de vista y las premisas en torno a una pregunta? (v.gr., ¿cuál es el centro del universo? a lo largo del tiempo), ¿cuál es la historia de la interacción entre dos argumentadores en una argumentación interpersonal? Los argumentos no tienen sólo un valor en sí, lógico formal, sino un valor en función de la historia de las argumentaciones y de los argumentadores.

En cuanto al esquema argumentativo, en realidad, si se emplea la garantía correcta, cualquier argumento puede ser expresado en la forma: F – G, por lo tanto P. En el tratamiento de G puede distinguirse entre el «uso de una garantía» y el «establecimiento de una garantía». En el primer caso, deductivo, un dato permite establecer una conclusión gracias a una garantía cuya aceptabilidad está garantizada. En el segundo caso, como en muchos ejemplos de la ciencia, se hace clara la garantía de modo inductivo, debido a su aplicación sucesiva a casos en que F y P son verificados en forma independiente (en medio puede darse una transición de tipo lógico, cuando en el paso de F a P se usa la información pasada para predecir el futuro). En medio de estos casos está el iconismo abductivo-analógico peirceano. Toulmin trata así de abrir la lógica a procedimientos no deductivos y de establecer, como Peirce, puentes entre deducción e inducción.

 

Toulmin cita a Newton, quien habla de volver general una proposición mediante inducción, usando nuestras observaciones acerca de regularidades y correlaciones como el soporte para una nueva garantía. Una afirmación general en física, según Newton, sería una garantía abierta o principio de computación. Comenzamos por observar que una relación particular se sostiene en ciertos casos y luego se torna general por inducción. Por último, se aplica como regla deductiva a situaciones nuevas para derivar conclusiones también nuevas a partir de los datos (para Peirce, en cambio, el orden de investigación es el siguiente: abducción-analógica de lo icónico, deducción conforme a la ley e inducción de los hechos).

Para Toulmin una distinción de base para poder hablar de la argumentación es aquella que se da entre los argumentos substanciales y formales. A diferencia de los argumentos formales, los substanciales son aquellos en que la conclusión no está contenida en las premisas, no está implicada. Tales argumentos son centro de interés para la argumentación, en oposición a los argumentos formales y analíticos que ocupan a la lógica tradicional.

Un argumento analítico es aquel en que el soporte para una garantía que autoriza la pretensión, explícita o implícitamente, incluye la información contenida en la conclusión. Es decir, un argumento analítico satisface el criterio siguiente: confirmar el soporte de una garantía implica de forma inmediata corroborar la verdad o falsedad de la conclusión. Si no es el caso y afirmar el dato, el soporte y por ello también la pretensión no es una tautología, se trata de un argumento substancial.

Para la lógica formal tradicional un argumento no puede ser substancial y conclusivo. Siempre es cuestionable la garantía de un argumento substancial. Sólo los argumentos analíticos son concluyentes. Para Toulmin las cosas no son tan simples. Los argumentos analíticos pueden ser concluyentes o tentativos. Los argumentos concluyentes pueden ser analíticos o substanciales. En forma correlativa, decir «necesariamente» no es intercambiable con «deductivamente». Para el filósofo inglés, los argumentos analíticos son excepcionales por varias razones:

• Esconden la distinción entre una garantía de inferencia y el planteamiento de su soporte

• En ellos deja de ser importante la diferencia ente fundamento y garantía-soporte

• Verificar el soporte involucra verificar la conclusión

• Es imposible aceptar los datos y el soporte y al mismo tiempo negar la conclusión sin contradecirse

Formalmente válido y analítico, no son criterios de necesidad universal ni de corrección (soundness). La matemática pura es la única actividad intelectual cuyos problemas y soluciones están (relativamente, ya que se soportan en teorías argumentadas y en sujetos creadores) por encima del tiempo. Las soluciones matemáticas no involucran —de manera inmediata— estados substanciales.

En suma, Toulmin busca clarificar una serie de oposiciones básicas: analítico vs. substancial, formalmente válido vs. formalmente inválido, uso de garantías vs. establecimiento de garantías, conclusión necesaria vs. pretensión probable. Todo ello lo hace para fincar, a partir de ello, el contraste entre los valores y estándares del racionamiento práctico con relación a la lógica tradicional.