Los saltos cuánticos de Sofía

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Pregunto sin pronunciar nada en el mundo físico, dirigiéndome a los espíritus.

—He decidido ser madre, ¿eso impedirá que sea millonaria?

Capítulo 3

Siento un latido fuerte de mi corazón, que se manifiesta en ruinas cayendo del coliseo.

Con voz serena y fuerte, comienza hablando una voz femenina, me responde de manera que habla ella y luego escucho varias voces de diferentes direcciones, pero con el mismo mensaje complementando, como si fuese un solo pensamiento transmitido a través de varios espíritus y sus diferentes formas.

—Para ti es importante la familia, pero debes saber que sacrificarás tu felicidad por cumplir con todos tus objetivos como buena madre, tan afanada a los problemas de la vida que olvidarás tu verdadero propósito, tú crees que el dinero te dará la felicidad que buscas, pero aún te falta tanto por aprender, el tiempo y las vidas que has de vivir dependen de ti y tus decisiones a través de este camino.

Escucho la voz del audioguía, que me dice:

—Ahora toma aire profundo y exhala. ¡Haz otra pregunta antes de terminar!

Siento que el tiempo se me está acabando, así que grito sin pensar:

—Si ustedes son los guías y todo lo saben, ¿por qué no me hacen advertencias en la vida de aquellas malas decisiones?

Se observan entre ellos y escucho un espíritu que no logro diferenciar si es hombre o mujer con una luz más resplandeciente de los demás, con voz dulce y un tanto andrógina me responde de una manera pausada, el tiempo parece ralentizarse, y solo su voz, no escucho nada más ni del mundo externo ni de ningún otro espíritu, una paz absoluta.

—Siempre nos hemos comunicado contigo, somos la fuente, tú eres la fuente, sin embargo, tu nivel de conciencia está tan bajo que solo crees que existe el mundo que puedes palpar y ver, tan ciega al mundo espiritual, que ignoras la información que te enviamos a través de tu corazón todo el tiempo.

***

Abro mis ojos lentamente y escucho la voz de Diego que me dice, con un tono de preocupación:

—Gracias a Dios, ¿cómo estás?

Me siento confusa y veo un poco borroso, sin embargo, percibo que voy en un carro con mi cabeza sobre las piernas de Diego.

—¿Qué pasó? —pregunto.

—Te pusiste a meditar y de pronto te desmayaste —Felipe, en la parte delantera del carro, interrumpe.

—Creemos que se debe a la marihuana que ingerimos, así que en este momento vamos camino al hospital.

—¿Marihuana? —titubeo en señal de confusión, pongo mi cara de pocos amigos y veo a Diego—. ¿Cómo, cuándo?

—Los brownies, pensé que lo sabías —me dice.

Mi corazón indómito parece no darse cuenta de la situación, pienso que puede ser un efecto de la droga ingerida, sin embargo, me pregunto si lo que vi fue real, aún sigo absorta en esa sensación del coliseo espiritual, nunca había sentido que algo fuera tan real como la sensación que acabo de vivir.

—Ya me siento mejor —digo sin más—. Regresemos a casa.

—¿Segura? —me pregunta Diego.

Asiento con la cabeza y entrecierro mis ojos para darle a entender que todo está bien, se siente un poco raro porque la Sofía de ayer hubiese respondido de la peor forma, sin embargo, siento en este momento que tengo un pequeño impulso de claridad en mi mente.

—Entonces seguiremos en pie con el plan de Hécate —dice Diego.

—¿Hécate? —preguntamos Felipe y yo al unísono.

—Es la sorpresa de la noche, seguramente les encantará.

“¿Aún hay más?”, me pregunto a mí misma. Llegamos de nuevo a la terraza de Diego y el ambiente se había puesto sombrío y oscuro, parece que perdí la conciencia por bastante tiempo, observo una hermosa mujer frente a mí con una túnica de cuerpo completo en color negro, alta, esbelta, majestuosa y un rostro bello, parece no llevar maquillaje, tiene luz propia, me mira profundamente y me dice sin más:

—Veo que acabas de tener una experiencia espiritual, tus ojos me lo muestran.

Frunzo el ceño en señal de extrañez de que pudiese saber eso esta desconocida.

—¡¡Hécate!! —grita Diego en señal de alegría.

—Hola, mi hermoso Diego, Felipe, Pedro y Sofía —con cada nombre que decía hacía contacto visual con cada uno de nosotros.

Sentí una sensación hermosa de tenerla frente a mí, una tranquilidad enorme, similar a cuando estuve en el coliseo espiritual.

—Chicos, permítanme presentarles a Hécate, la mujer con mayor magia en la tierra, cumple lo que cada uno desea en sus corazones —dice Diego

Felipe y Pedro se muestran alegres y felices, yo me confundo un poco y le digo en voz baja:

—¿Invitaste a una bruja a nuestra reunión?

—Bruja, hechicera, Diosa, poderosa, empoderada... llámame como quieras, esas son algunas de las palabras que me han dicho a lo largo de la historia, soy el principio de algo nuevo y también el fin, porque el tiempo es tan solo una ilusión, lo cierto es que lo que viste en el coliseo no son ilusiones, sino tus registros akáshicos —me dice sin temblar, y escucho con toda atención sus siguientes palabras—. Ahora te sientes frustrada porque quieres tener todo el dinero, quieres seguir siendo ambiciosa, pero amas a Jake, te pregunto, ¿qué tanto estás dispuesta a dejar atrás para alcanzar lo que deseas?

—Lo que sea —respondo sin titubear

—¿Segura? —me sonríe.

—Siento que mi corazón late fuerte, parece que estoy tomando el camino correcto.

—Entonces comencemos de una vez —esboza una sonrisa cálida y amorosa.

Ella toma una caja similar a las cajas de los mecánicos, la abre y dentro de ella hay un montón de bolsas con diferentes hierbas y cosas extrañas como semillas.

—Felipe, Pedro, déjanos solas, por favor, Diego, trae un salero de tu cocina y déjanos solas también, Sofía, quítate toda tu ropa, por favor.

—No me desnudaré, Hécate, ¿estás loca? Apenas te conozco.

—Dijiste que estabas dispuesta a todo, esto es lo más insignificante que sacrificarás.

—Confía en ella —dice Diego—, ella me ha dado todo el dinero que tengo.

Felipe y Pedro se retiran con rapidez, yo me retiro la ropa lentamente, siento el viento cálido en mi cuerpo.

—De espaldas, por favor —me ordena.

Tan pronto le doy la espalda percibo un aroma entre flores de jazmín y un montón de cosas más que jamás había percibido, el olor es agradable y su consistencia aceitosa, ella me lo pone por toda la espalda.

—Cierra tus ojos —me dice—, necesito que te enfoques en la vida que quieres o que has soñado. Voy a poner estas hojas de laurel alrededor tuyo, sigue de pie y piensa en todo lo que quieres que cambie a partir de este momento... gracias, Diego, puedes retirarte. Ahora procederé a dibujar los símbolos sagrados junto con un círculo de sal donde tú estarás en el centro, no abras los ojos hasta que te lo pida.

Escucho una cerilla encender, percibo un olor a incienso fuerte como el sándalo, e inmediatamente me concentro y me enfoco en la petición de la bruja, de pronto me siento familiar con una imagen en mi mente de un atardecer, ese atardecer visto antes pero desde otra posición, estoy segura que es aquel atardecer, que alguna vez, meditabunda, podía observar desde una piscina y aquella casa hermosa frente al mar.

—Ahora quiero que te acuestes en el piso y poco a poco vas a sentir ese colchón como siempre lo has soñado, rodeada de todas las cosas que siempre has querido, en la suavidad de aquella cama con seda blanca —la voz se torna lejana—. Esta es tu realidad, esta es tu nueva realidad, respira amor, exhala bondad —con voz serena—. Ahora, voy a contar de diez hasta uno, cuando diga uno, ya habrás hecho tu salto cuántico y abrirás tus ojos.

Escucho un conteo de Hécate con diferentes tonos vocales.

Una voz grave y fuerte: 10…

Una voz menos fuerte: 9…

Con tono normal: 8...

Un susurro: 7...

Un susurro más bajo, casi imperceptible: 6…

Un pequeño viento: 5…

...

—Abre tus ojos lentamente —me dice Hécate, con una voz dulce y serena.

Intento abrir mis ojos pero me lo impide el resplandor de luz de la mañana que entra a través de una ventana, cierro mis ojos con mucha confusión, frunzo el ceño, ¿cómo puede ser de día? ¿Cuánto tiempo duré inconsciente mientras estaba drogada?

—¿Qué hora es? —le pregunto sin poder abrir los ojos aún porque estoy sintiendo un fuerte dolor de cabeza.

—Las 7:00 am, amor, tienes una reunión en una hora —me dice Hécate.

—¿Disculpa? —pregunto abriendo los ojos inmediatamente, tal vez es producto de mi imaginación, pero escuche que me llamó “amor”, a lo lejos percibo el sonido del mar y se siente cada vez más cerca, me siento en la cama rápidamente, miro a mi alrededor, veo un cuarto enorme, muy hermoso, de aspecto lujoso, me siento confundida, ¿será que estoy en la casa de la bruja?

—¿Qué pasa, amor? —¿Amor? ¿Otra vez? Ella me observa detenidamente y extrañada.

—¿Dónde estoy? —pregunto con voz asustada y la mirada perdida—. ¿Por qué me llamas amor?

—En nuestra casa, ¿segura te encuentras bien?

Se acerca y me pone la mano en la frente como verificando que no tenga fiebre.

—¿En qué momento te cambiaste de ropa? —mi mente se siente dando vueltas, y evito el impulso del vómito.

—Sabes que no me gusta dormir desnuda.

—No recuerdo haber estado en la cama.

—¡Lo sabía! ¡Si bebiste ayer! Estabas actuando muy extraña —me dice mientras me sonríe, asiente un poco y me observa desde arriba.

 

Capítulo 4

—¿Dónde están Diego, Felipe y Pedro? —le pregunto de manera desesperada

—Diego en el cuarto de huéspedes, y los otros no sé quiénes son.

Me levanto rápidamente de la cama y salgo corriendo de aquel cuarto que parece sacado de un hotel cinco estrellas, literalmente no sé dónde estoy, pero lo cierto es que esto es una mansión, ¡maldición! Hay muchos cuartos, llevo tres y no encuentro a Diego.

—¿Qué haces? —pregunta Hécate de un solo grito.

—Buscando a Diego, obviamente.

Me pongo a pensar un poco en cómo me vería en este momento, tengo un aspecto de loca en un lugar que no conozco y tratando de encontrar una aguja en un pajar.

—Estás actuando nuevamente de esa manera, Sofi —me reprocha esta mujer insignificante que probablemente me dio algo en sus pócimas y me secuestró.

—No hables como si me conocieras, ¡bruja!

La miro con todo el odio que se puede ver a una psicópata como ella, y parece que logré herirle un poco los sentimientos, sus lágrimas contenidas me lo demuestran.

—No otra vez, por favor —lo dice con un tono triste en su voz—. Asdrúbal, Nicolás, ayúdenme con Sofía, por favor, corran —gritó ordenando.

Veo dos hombres fornidos comenzando a subir en el arranque de esas lujosas escaleras imperiales, decidiendo entre ellos cuál camino tomar para arremeter contra mí.

—¿Por qué haces esto? —le pregunto a mi secuestradora que está a algunos metros de mí, acercándose lentamente, como cuando uno se acerca a una criatura peligrosa.

—¡Quédate donde estás! —le grito—. Te juro que no sabes de qué soy capaz —le enseño mis dientes para que sienta más temor y se aleje.

—Amor, sé que es duro perder a tu padre, pero trata de volver en ti, por favor —me suplica.

No puedo evitar reír a carcajadas, —jajaja— mi padre murió cuando tenía 10 años.

—Si ves, no me conoces, no sabes nada sobre mí, loca —le digo con furia.

En ese momento siento unos brazos fuertes sujetándome completamente y levantando mi cuerpo del nivel de piso, tengo que hacer algo para librarme de este lacayo, sin pensarlo, le muerdo fuertemente el músculo de su antebrazo, que me rodeaba el pecho.

Mientras estoy sintiendo el sabor a sangre en mi boca por la herida, siento una punzada fuerte en mi cuello y un sueño profundo que me borra de inmediato el panorama donde me encuentro.

***

Abro mis ojos de aquel sueño profundo donde me encontraba, estoy en una habitación blanca sobre una cama sencilla pero cómoda, observo a mi alrededor y parece una pequeña jaula con una belleza particular, me siento como aquellas aves hermosas atrapadas en pequeños recipientes solo para satisfacción de alguien en particular.

No sé cuántas horas han pasado, he caminado alrededor de esta habitación, durante mucho tiempo, desesperada, con hambre, sin respuestas y sin saber qué hay detrás de la puerta, por la actitud de la bruja esa, pienso que estoy en un manicomio, lejos de la verdad.

¿Qué tipo de brujería es esta? ¿Será que estoy muerta?

Acabo de escuchar como si alguien estuviera detrás de esa puerta, efectivamente hay alguien, hay un tintineo de llaves justo para abrir, tengo dos opciones: salir corriendo tan pronto abran, sin saber qué más me encontraré delante de ellos, o actuar de una manera normal para que sepan que es un error que me tengan aquí y así traigan a la verdadera loca, que es mi secuestradora de anoche.

Veo el rostro de Felipe justo cuando se abre la puerta y la sonrisa en mi rostro es inigualable, por fin alguien que al menos me es un poco familiar, si se podría decir, porque ayer fue uno de los que me drogó.

—¡Felipe! —me abalanzo a sus brazos para intentar pedirle ayuda y le susurro—. Sácame de aquí, por favor.

Sus acompañantes me toman por los brazos con la intención de apartarme.

—Está bien —les dice.

—Gracias por venir a visitarme, ¿sabes si Jake vino a buscarme?

—¿Quién es Jake? —me dice con una voz muy serena.

Sus ojos azules me observan con extrañez.

—¿No recuerdas lo que te conté anoche en el jacuzzi?

—Sofía, te recuerdo que soy tu psicólogo personal, nunca hemos salido juntos.

Le observo con detenimiento, sin entender qué está pasando, por un instante recuerdo mi infancia, mi madre sufría alzhéimer y todos en el barrio lo sabían y me decían que algún día podría tener ataques psicóticos, también recuerdo que en algún momento ella me contó que no sabía quién era yo realmente, pero si la gente decía que yo era su hija, entonces ella lo creía, ese día lloré pero después me di cuenta que ella solo intentaba hacerles creer a todos que estaba bien, ciertamente no era una mala idea, y definitivamente era útil para muchas cosas, sobre todo en este momento.

—Solo bromeaba, Felipe, claro que estoy bien y sé que eres mi psicólogo.

Digo esa pequeña mentira para ver qué más información puedo lograr, intento sonreír un poco pero no me fluye de manera natural.

—¿Qué pasó esta mañana? Dice tu esposa que estabas actuando extraño y tuvo que sedarte. No suelo equivocarme con mis diagnósticos, pero ayer estabas perfectamente.

—¿Mi esposa? —ahora entiendo de cierta manera lo que está pasando, esto es un sueño, o algo parecido. A lo mejor sigo drogada en la terraza de Diego y pronto despertaré, definitivamente es un sueño.

—Hécate, tu esposa, sabes quién es, ¿verdad?

—Por supuesto que sé quién es, ¿qué está insinuando, doctor?

—Quiero entender qué fue lo que pasó esta mañana.

—Ella malinterpretó la situación, déjame salir de aquí —le ordeno.

—No puedo, necesito ver que realmente estés bien, no quiero que regreses mañana nuevamente.

—Lo sé. Todo es culpa de Hécate, que malinterpretó la situación, lo siento, doctor, ¿dónde debo firmar para mi salida?

Me levanto de la cama en señal de controlar la situación, mientras él se queda sentado en la silla junto a la cama.

—Esta mañana te tomamos muestras de sangre y efectivamente Hécate tenía razón, no te has tomado la medicación, ahora te quedarás intramuralmente hasta que estés mejor y logres superar la pérdida de tu padre, sin embargo, noto algo diferente en tu actuar, pronto lo descubriremos.

—Doctor, tú no lo entiendes —me inclino y se lo digo en la cara— este es mi sueño, tú debes hacer lo que yo te diga —le tomo los hombros fuertemente para que sepa quién tiene el control realmente.

—Sédenla por favor —ordena a los que custodiaban la puerta, dos hombres altos y fornidos.

—¡NOOOO! ¡Maldito! —le grito mientras se retira lentamente del cuarto viéndome con ojos de tristeza y yo con las piernas flotando en medio de mi pataleta—. ¡¡Jake!! ¡Ven, por favor! —digo mientras el efecto de los somníferos corre por mis venas y me adormece.

***

Observo borroso a mi alrededor mientras abro lentamente mis ojos, en la silla junto a mi cama en la que antes estaba Felipe, ahora se encuentra Hécate.

—Despertaste —me dice con su tono dulce y un tono de preocupación

—¿Qué haces aquí?— siento mi garganta reseca.

—Acompañándote, mi amor, hablé con el doctor y me ha dicho que podía traerte esto, son nuestros momentos más felices para que te familiarices con ellos y recuerdes lo feliz que eres. Toma.

Me ofrece unas gafas rectangulares, marco de color negro y cristales transparentes.

—No necesito gafas para ver —le digo con algo de arrogancia—. Muéstrame el álbum de fotos.

—Ja, ja, ja, ja, ja, tú y tu sentido del humor.

Esboza una sonrisa tan maravillosa que proyecta la alegría en su cara, nunca antes había visto sonreír una chica de esa manera.

—No es ningún chiste.

—Dame un momento, las conecto inalámbricamente a mi reloj —me dice mientras toca su pequeña pantalla en la muñeca de su brazo—. Listo.

Me vuelve a ofrecer los anteojos que ahora ya no son de cristales transparentes, sino azules luminosos. Similares a una pantalla, mi instinto de curiosidad se activa y me los llevo a mi rostro, sin pensarlo.

Veo a través de mis ojos un lugar muy lindo, giro mi cabeza para ver si es una imagen o un video en 360 grados.

—¿Esto es realidad virtual? —pregunto—. Las animaciones son perfectas.

—No es una animación, ¡es el vídeo de nuestra boda, tonta! —me dice de manera jocosa y divertida.

—¿Vídeo? No recuerdo que los videos se pudiesen ver a través de unas gafas como estas.

Me las retiro para testear de qué están hechas, parecen unas gafas ordinarias, veo que Hécate pausa el vídeo desde el reloj y comienzo a pensar que tal vez me pueda encontrar aún en mi sueño, frunzo el ceño y agrego:

—Sígueme mostrando, por favor —vuelvo a poner las gafas en mi nariz.

—Escucha tus votos de amor —me dice de manera dulce.

Me veo en un altar hermoso, con flores y globos, tomada de las manos de Hécate, frente a frente, ella vestida de novia con su vestido perlado y yo con un traje de novio color azul y cabello recogido.

Se siente un poco como si fuera un espectador de la boda, parece que estoy sentada en el público, observo hacia atrás y veo que estoy en una capilla, vuelvo mi vista al frente rápidamente y fijo mi vista en el altar donde hay dos mujeres que se aman con luz propia. “Esa soy yo”, pienso.

—Sofía Garcia, ¿aceptas a Hécate Smith como tu legítima esposa? —escucho perfectamente la voz del casamentero como si estuviese en mis oídos, sin tener unos auriculares, prosigue mi otra yo con sus votos de amor:

—Yo, Sofía García —suspira y su voz comienza a temblar—, acepto a mi fiel y amada esposa —veo cómo se le dilatan los orificios nasales, conteniendo una lágrima—, Hécate García, para que juntas —toma un suspiro profundo— caminemos el sendero de la vida en las buenas y malas decisiones —se toma un momento, frunce los labios y caen lágrimas de felicidad en sus mejillas, con la voz entre sollozos—: Gracias por aparecer frente a mí aquel once de abril, gracias por haberme ofrecido tu paraguas bajo aquella lluvia torrencial —se limpia las lágrimas sin quitarle la mirada a Hécate—. No fue una casualidad que nos encontráramos, si algo he aprendido es que las casualidades no existen, porque desde aquel instante sentí que eras mi alma gemela, ¡lo sentí con mucha fuerza! Fue hermoso y aún lo sigue siendo, me has hecho feliz desde aquel abril, y seguirás haciéndolo durante cada uno de los días, porque te amo y tú me amas —toma fuertemente sus manos—. Soy feliz junto a ti, esposa mía —esa última frase se la dice con un último suspiro de su corazón.

Me quito bruscamente las gafas y veo a Hécate, sus ojos estaban tan inmersos en tristeza, y en sus mejillas rosadas se veían dibujados los caminos que dejaron aquellas lágrimas de segundos atrás, me mira con dulzura, pero no le puedo regresar esa mirada de la misma manera, porque me doy cuenta que yo no soy esa misma Sofía, ¡su Sofía!

En ese instante empiezo a pensar y divagar que ahora todo tiene sentido, miro a mi alrededor con la certeza de que ESTA NO ES MI REALIDAD, tengo que intentar recordar qué fue lo que me dijo la Hécate de mi realidad, me traslado a ese momento de nuestro último encuentro:

“Cuando diga uno, ya habrás hecho tu salto cuántico”.

Eso fue lo último que me dijo, lo recuerdo muy bien, ¿a esto se refería con un salto cuántico?

Mientras la Hécate en el presente me observa como si estuviera loca, y tal vez lo esté, tal vez me vea como una verdadera loca, debido a que ahora estoy entendiendo qué es lo que está pasando, mientras camino de lado a lado en aquella celda blanca, inmediatamente creo una estrategia única, tengo que ser inteligente, de lo contrario, no podré salir de aquí ¡nunca!

—¿Quieres que me marche? —me dice Hécate.

—No, quédate, por favor.

Debo actuar con naturalidad porque sé que si estoy en otra realidad, esta Hécate me ayudará, porque me ama, me lo acaba de demostrar en el vídeo, mi objetivo ahora es regresar a mi realidad anterior, pero no podré hacer nada encerrada aquí, así que tengo que planear las cosas, con mi vista puesta en el futuro, no puedo simplemente vivir mi vida como si no la planeara, aunque en mi anterior realidad sí que estaba de esa manera; debo salir de aquí, ¿cómo salgo? Me detengo por un instante, miro a mi “esposa” y caigo en cuenta que Hécate será mi pasaporte de salida.

 

Veo que se da media vuelta e intenta marcharse resignada.

—¡Amor! —le digo haciendo mi mejor actuación de que soy la Sofía que ella conoce—. Disculpa, ha sido muy duro lo de mi padre —tomo un suspiro profundo y agrego una lágrima a mi espectáculo, ni siquiera sabía que podía hacer eso. Busco sus manos y le veo a los ojos fijamente, tal como en el vídeo que me acababa de mostrar, y continúo diciendo—: Estaba en una depresión, gracias por estar aquí y no dejarme desde aquel once de abril, ahora entiendo por qué querías mostrarme este video.

—Señoras, la visita ha terminado —dice el guardia mientras abre la puerta para que Hécate salga y me deje ahí.

—¡Pero espera! —parece que mi plan se va a ir a la mierda.

—¿Por qué las visitas son tan cortas? —me dirijo al hombre fornido tras la puerta—. No he cometido ningún delito para estar privada de la libertad, en contra de mi voluntad —lo digo de forma desesperada—. Amor, ¿qué sucede? —le miro buscando ayuda—. No te vayas —le suplico. Tengo que pensar rápidamente cómo puedo hacer que se quede más tiempo.

—Volveré mañana a esta misma hora— me responde en tono que intenta darme ánimos de la manera más dulce posible, tal como hace una madre cuando su bebé llora—. Quiero que me cuentes un poco qué está pasando por tu mente —por un instante me sentí como el estudiante que no quiere que se marche su profesor favorito, pero justo antes de salir, deja tarea, después de un silencio y su mirada confusa, me dice—: Te amo.

En ese instante me doy cuenta de que Hécate está esperando que yo la bese, lo sé por la forma en que me mira, si quiero seguir adelante con mi plan, tengo que hacerlo. Así que sin más me acerco lentamente con la intención de besarla, pero con el temor de no haber hecho nunca esto antes. “¿Cómo será besar una mujer?”, me pregunto, me muerdo un poco los labios para intentar humectarlos, noto que me estoy acercando lentamente con los ojos abiertos, así que los cierro bruscamente, estoy tan cerca de ella, golpea mis sentidos el olor hermoso, suave y mágico que desprende su cuerpo, sonrío ipso facto por sentir una ligera sensación que trae consigo felicidad, se tocan nuestros labios y nos besamos de la manera más natural, tierna y bella, como nunca en mi vida había sentido, y obtengo el porqué muchas mujeres desean experimentar con otra, esto es indescriptible, entre suave y delicioso, entre fresco e innovador. Respiro profundo, paro de besarla, me retiro lentamente de su suave cuerpo, abriendo los ojos lentamente, paso saliva y caigo en cuenta que acabo de besar a una mujer, de repente la temperatura incrementa en mi rostro y no puedo sostener la mirada con ella, siento que me ruborizo totalmente.

Me aferro al plan, así que tengo que hacer lo que sea necesario, obtener seguridad y la veo como una esposa observa a otra, intentando disimular mi vergüenza, ella sigue su camino y sale de la habitación, antes de que la puerta se cierre, le digo:

—Sácame de aquí, por favor —reflejando tristeza en mis ojos con tono contemplativo solicitando su ayuda.

Capítulo 5

Hoy he despertado con mucha somnolencia, debido al efecto de las pastillas que me están suministrando, aún me cuesta creer que hace tan solo dos días estaba en una terraza pasando un momento agradable con algunos amigos y ahora estoy aquí en otro mundo, en otra dimensión, extraño a mi esposo, Jake; esto es literalmente una locura, ¿a quién se le habrá ocurrido las paredes blancas para este tipo de sitios? Es insano, no me transmite ningún sentimiento este color, ¡alguien acaba de llegar! Escucho el crujir de la puerta mientras la llave atraviesa la cerradura, supongo que es Hécate, la primera cara que veo es la del vigilante, diciendo con su rostro inexpresivo:

—Tienes visita.

Me quedo realmente sorprendida cuando veo a Jake entrar a mi habitación, mi corazón se llena de felicidad y corro inmediatamente a sus brazos.

—¡Jake! Amor —digo de una manera agradecida y aliviada de que apareciera.

—¿Amor? No recuerdo jamás que nos tratáramos así —dice con un tono amargo y a la vez como si le causara gracia.

Me quedo sin aliento con su respuesta, el dolor que siente mi pecho, la única persona con la que contaba en todo momento en mi realidad y la que se desvivía en su amor por mí, ahora es frío en sus palabras, Tal vez, tal como sucedió con Hécate y Felipe, Jake puede ser un enfermero, el conserje o alguien totalmente diferente.

—Ahora veo por qué te tienen aquí encerrada —agrega.

—¡Disculpa! —le digo con algo de rabia por su comentario.

—Sí, pues desde que nuestros padres se unieron nunca me has tratado realmente bien, además no estoy de acuerdo con la profesión que llevas, sin embargo, gracias a ti estamos en este país, así que en últimas, tú arriesgas tu vida, nosotros vivimos bien, vine a visitarte porque tu madre me lo pidió, ella ha sido una buena madre para mí, y está bastante afectada por la muerte de papá.

La nueva serie de noticias me toma por sorpresa, la bruja ahora es mi esposa, mi esposo, a quien amo tanto, ahora es mi medio hermano, Felipe, mi doctor, bueno, falta ver qué más sorpresas me trae esta realidad, qué más ha cambiado, pero por lo pronto, para salir de aquí, tengo que actuar normal, aun si lo que me dicen es verdad o mentira, en gran dilema me encuentro porque tengo que evitar que alguien me manipule, por el momento, las únicas personas en las que puedo confiar son realmente mi familia, mi nueva familia, Jake, Hécate, mi madre. Aunque mi madre siempre ha sido un completo desastre, espero que en esta realidad sea más acertada en sus decisiones de vida, no recuerdo exactamente cuándo fue la última vez que hablé con ella.

—¿Cómo está ella, hermano? —esa última palabra me costó decirla, siempre he sido hija única, así que es difícil acostumbrarse.

—¡Qué! Sofía, déjate de espectáculos —me dice con tono risueño y acelerado—. No me engañas con tu actuación de niña buena, más bien dime quién te está buscando o de quién huyes, tal vez pueda ayudarte hablando con Brandon.

—¿Qué dijo mamá? —le espeto cambiando a mi actitud más tosca, ya que no sabía quién era ese Brandon, pero al parecer es alguien de mucha confianza para mí, tengo que hacer suposiciones y atar cabos con las mínimas pistas que obtenga.

—Bueno, ahora sí siento que hablo contigo, ya sabes, no me engañas, pero bueno, estoy con la mitómana más grande de todas, que no le da pena mentirle todos los días a su esposa, mucho menos le dará con el resto del mundo —me dice en tono sarcástico cada una de sus frases, me duele la forma en que me habla porque nunca habíamos hablado de esta manera con Jake, él siempre por lo general solía ser muy tierno conmigo, sin embargo, en este momento tengo muchas dudas y curiosidad por saber cómo es mi nueva realidad, así que continúo lo más natural posible con la conversación.

—Regurgita tus palabras —le digo.

—Ella dice que está preocupada por ti, me envió para ver si era verdad que estabas loca, ya me di cuenta que no, sigues siendo la misma de siempre, por otro lado, ella está muy mal —se queda en silencio un momento y con sus ojos empañados me dice a manera de reclamo—: No seas así con ella, ha hecho de todo para que tú seas feliz y siempre le pagas de la peor forma —toca la puerta para escapar de los sentimientos que le agobian y me dice antes de marcharse—: Da igual si te quieres quedar aquí el resto de tu vida, adiós.

Sale por la puerta y el vigilante vuelve a poner llave, mientras hace eso, mis lágrimas retenidas del dolor caen por mis mejillas, mi amado Jake, las circunstancias me obligaron y tuve que ser un poco descortés con él, me pongo la mano sobre mi pecho como buscando respuesta de qué debo hacer, buscando conectar con mi corazón, siempre he sabido que el corazón tiene un halo misterioso que da la sensación que nos habla, interpretarlo es una tarea dura, pero a veces simplemente, cuando estás dispuesto, el corazón busca todas las formas de transmitir muy bien un mensaje; llega a mi mente la claridad que aquellos que no creen en la bondad de otros, no están preparados para recibirla, por eso me tocó ser tan tosca, sin embargo, me analizo a mí misma y creo que mi actuar no fue el más indicado, debo ser bondadosa con todas las personas sin importar cómo actúan los demás conmigo, de lo contrario, las cosas no cambiarán.

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