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LAS OCHO RAMAS

La definición literal de ashtanga yoga es ocho ramas, o partes, enumeradas por el sabio Patanjali. Aunque establecer fechas es un gran desafío debido a la falta de registros de las antiguas tradiciones filosóficas indias, existe un consenso generalizado que estima que Patanjali escribió sus textos alrededor del año 200 de esta era. En las antiguas tradiciones indias de sabiduría, contar o enumerar distintas prácticas y grupos de cosas es muy común: las ocho ramas del yoga, los cuatro Vedas, los 108 Upanishads, las veinticuatro categorías de la experiencia, y así sucesivamente. Enumerar cosas nos ayuda a mantener nuestra mente organizada, para así tener guía o foco cuando pensamos acerca de ideas abstractas. Las ocho ramas tienen significados tradicionales asociados con ellos, pero en este libro uso un enfoque un poco más ligero y más contemporáneo. La traducción literal de las palabras sánscritas puede ser engorrosa, y lo literal no siempre nos ayuda a progresar o transformar, o siquiera a comprender el supuesto significado de una palabra. Gran parte del canon sánscrito está escrito de forma alegórica. Las traducciones no se pueden hacer solo con un diccionario, y es aquí donde surge mucha confusión acerca del significado de los Vedas, los Upanishads, y el hinduismo en general.

Idealmente, lo que buscamos en una práctica espiritual es transformación, no rigidez. En este libro exploro las ocho ramas del yoga en relación con la decisión consciente que realizamos al comprometernos con el crecimiento, la honestidad, la disciplina y la transformación. Cuando miramos a través de esta lente, las ocho ramas se convierten en un medio para estar presentes en todos los niveles de compromiso, desde el nivel del mundo y las personas que nos rodean hasta la forma en que nos vinculamos con nuestro ser interior. Después de todo, experimentar el mundo es una de las maneras primordiales de saber que estamos vivos, que vivimos en un mundo interconectado, interdependiente y dinámicamente diverso. Si vivimos solo en nuestros pensamientos, nos desconectamos de la experiencia y nuestra morada verdadera.

Podríamos describir las ocho ramas clásicas del siguiente modo:

1. Yama: principios éticos de la no violencia, la verdad, no robar, la moderación sexual y la no codicia.

2. Niyama: práctica personal de la limpieza, el contentamiento, la austeridad, la repetición de mantras y la entrega a Dios.

3. Asana: la práctica de posturas.

4. Pranayama: la práctica del control de la respiración.

5. Pratyahara: el retraimiento del contacto de los sentidos con los objetos del mundo.

6. Dharana: concentración sostenida.

7. Dhyana: meditación ininterrumpida.

8. Samadhi: la experiencia de la no diferencia entre el que observa y lo observado.

Aunque estas son traducciones muy precisas, y aunque es importante estar atentos al uso de estos términos técnicos, también es muy importante que comprendamos, como “usuarios finales” de la práctica, de qué manera estas ramas pueden actuar como guías. ¿Cómo me responsabilizo al comprometerme con una práctica espiritual? ¿Cómo puedo aplicar las ramas de manera que pueda transformar y suavizar mis propias asperezas? Con esta idea en mente, las ocho ramas pueden ser vistas como la perspectiva de elegir muy conscientemente comportamientos alternativos, y pueden ser vistas así:

1. Yama: elijo conscientemente que mis interacciones interpersonales sean reflexivas, amorosas y respetuosas.

2. Niyama: elijo conscientemente dedicarme a mis prácticas y disciplinas espirituales.

3. Asana: elijo conscientemente cuidar de mi cuerpo y mi mente a través de la práctica de posturas.

4. Pranayama: elijo conscientemente regular y equilibrar mi respiración y mi sistema nervioso mediante las prácticas respiratorias.

5. Pratyahara: elijo conscientemente prestar atención a la consciencia que me habita y que anima mis órganos sensoriales.

6. Dharana: elijo conscientemente dirigir mi foco y mi atención, y volver a centrarme cuando sea necesario.

7. Dhyana: elijo conscientemente mover mi mente hacia la concentración en los objetos en los que destino mi foco y atención.

8. Samadhi: elijo conscientemente cambiar mi percepción hacia la experiencia de una consciencia unificada.

En relación con la primera rama, los principios éticos a veces pueden causar cierta rigidez mental, y sufrir una variedad de interpretaciones que no siempre son claras. Sin embargo, es importante establecer límites, y los yamas nos ayudan específicamente a crear límites saludables, pero también debemos asegurarnos de que no estamos imponiendo a nuestra psique algo que no somos capaces de llevar a cabo y que, por lo tanto, nos hará sentir peor. En los tiempos que vivimos, es mejor responsabilizarnos de poner en práctica las ramas del yoga de maneras que sean sostenibles y adecuadas para nuestras vidas. Podemos ser creativos con ellas, pero lo que debemos revisar de vez en cuando es si nuestra actitud e implementación es auténtica. Si no lo es, ¡es probable que alguien nos llame la atención por esto!

Las cinco primeras ramas describen observancias y prácticas físicas, y las últimas tres describen experiencias internas de profundos niveles de concentración y absorción. La totalidad de las ocho ramas son definidas como prácticas que remueven las impurezas que nublan el campo de nuestra consciencia y que nos guían a niveles más profundos de discernimiento, y que culminan en la liberación espiritual de la esclavitud de nuestras mentes condicionadas. La meta del yoga es presentada en los Yoga Sutras como la discriminación entre el que observa y aquello que es observado, la distinción de aquel que experimenta y lo que es experimentado, entre el sujeto y el objeto, de manera que nuestra consciencia repose en sí misma, y no se pierda en identificaciones con la naturaleza cambiante del mundo. En la tradición del yoga, esto se llama libertad.

Históricamente, India ha sido una tierra de tradición oral, e incluso hoy prevalece esta herencia de múltiples formas. Las enseñanzas del yoga son variadas, y sus detalles a veces se contradicen y difieren según el lugar. Las prácticas del norte de la India, por ejemplo, son bastante diferentes de las prácticas del sur. Patanjali reunió las enseñanzas que predominaban en su momento y en momentos anteriores, y luego las sistematizó.

En cada uno de los capítulos siguientes, discutiré sobre ideas diversas que se relacionan con estas ramas, incluyendo descubrimientos científicos, discernimientos psicológicos, estructuras fisiológicas y referencias espirituales de las escrituras. Los primeros capítulos se enfocan en la información fundamental sobre las primeras cuatro ramas del Ashtanga Yoga, y la segunda mitad del libro profundiza en la ciencia. Espero que, cuando llegues al final del libro, hayas recibido un conocimiento completo de los mecanismos internos del yoga, una comprensión que se nutre de la tradición así como del lenguaje contemporáneo y de los descubrimientos científicos para percibir la relevancia creciente del yoga en el mundo actual. El yoga es una práctica contemplativa; surge de las tradiciones místicas de la India para brindar a los seres humanos un contexto en el que podemos experimentar quiénes somos y lo que estamos haciendo aquí, en este pequeño planeta que flota en espacio. Sin embargo, el cuerpo es el sitio que alberga la contemplación, por ende, empezaremos por allí.

3

LA PRÁCTICA DE POSTURAS

Para empezar de manera práctica, cuando se trata de intentar descubrir quiénes somos y cuál es nuestro propósito, el cuerpo es un lugar obvio y sencillo para iniciar esta investigación. Decimos que es sencillo porque podemos ver nuestro cuerpo, podemos sentirlo, y podemos ubicarlo en diferentes posiciones. A veces, empezar por el cuerpo puede ser tan simple como sentarnos con las piernas cruzadas y no hacer nada más que respirar y escuchar. De niños, jugábamos con nuestro cuerpo con total libertad, moviéndonos intuitivamente, colocándonos en diferentes posiciones, como puede ser parados de cabeza o dando volteretas (recuerdo estar parado sobre mi cabeza y apoyado contra la pared cuando tenía cinco años, solo para experimentar el mundo al revés). Mi mejor amigo de la escuela primaria solía hacer extensiones hacia atrás (posturas de yoga avanzadas), y que, de alguna manera, le surgían espontáneamente. Los niños adoran hacer extensiones hacia atrás y dar vueltas en círculos. Nos expresamos a través de nuestros cuerpos y mediante el movimiento, y el movimiento cablea nuestro sistema nervioso (mediante las neuronas) y nuestro cerebro. Cuando nacemos, contamos con casi todas las neuronas que nuestros cerebros necesitan para funcionar, aunque es verdad que otras neuronas siguen creciendo a lo largo de nuestra vida. Nuestras neuronas comienzan a conectarse entre sí a medida que crecemos y nos desarrollamos. Cada nuevo movimiento que un niño aprende crea una nueva ruta en el cerebro, lo que también refleja la forma en que se procesa la información en el cerebro. (18) Nuestros primeros movimientos incluyen aprender a levantar nuestra cabeza y nuestro cuello, darnos vuelta, gatear y, con el tiempo, caminar. Muchos de estos movimientos también ocurren en el yoga y pueden ayudar a fortalecer la forma en que el cerebro procesa la información:

 De atrás hacia delante a través de la corteza motora, transformando pensamiento en acción.

 Hacia arriba y hacia abajo, desde la parte inferior hasta la parte superior del cerebro, para el procesamiento emocional.

 De lado a lado, a través del cuerpo calloso, para la comprensión.

En las prácticas de yoga encontramos los movimientos de arriba hacia abajo y hacia delante o hacia atrás cuando realizamos los saludos al sol; en las posturas de pie que incluyen movimientos de lado a lado; también vamos hacia arriba y hacia abajo en las posturas de sentado y en las extensiones hacia atrás. Cuando decidimos observar nuestra vida a través de una nueva lente, mover nuestros cuerpos en posturas nuevas nos ayudará a cambiar nuestra perspectiva acerca de nosotros mismos porque estamos usando nuestros cuerpos de manera directa para influir en la forma que procesamos la información entrante. Al practicar las diferentes posturas, nuestra visión del mundo puede ser modificada con mayor facilidad. Mediante la neuroplasticidad –o la habilidad de nuestros nervios para conectarse entre sí de una infinidad de formas para que aprendamos cosas nuevas– creamos rutas que nos llevan a nuevos discernimientos acerca de nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros patrones de pensamiento, nuestras relaciones y, lo más importante, nuestra autopercepción. Es más que probable que esto haya sido lo que intentaban los yoguis cuando comenzaron a experimentar con las posturas, y lo hicieron con inocencia, curiosidad y sinceridad.

 

La concentración no significa sujetar a la mente a un estado fijo de foco, y la práctica de posturas no significa forzar al cuerpo a realizar posturas complicadas: ambas actividades tratan de alcanzar la calma y facilitar a la mente un estado natural de bondad, al descubrir la cualidad natural e intrínseca que ha sido cubierta por demasiados pensamientos. Si realizamos las posturas con suavidad, nos ayudarán a llegar a esta meta, porque la mente y el cuerpo no son dos cosas separadas sino un proceso continuo. En el yoga, el cuerpo es una manifestación de la mente. Nuestros pensamientos, sentimientos y emociones se sienten, se sustentan y se expresan a través de nuestros cuerpos. Podemos ver si alguien se siente feliz o triste mediante la expresión de su rostro; podemos ver si alguien se siente abatido o seguro al contemplar su postura corporal. De la misma manera en que, hace miles de años, a los órganos o tejidos corporales se les asignaban ciertos estados mentales, nuestros sentimientos y sus características mentales que consideramos oriundos de la mente también viven en el cuerpo. Se le atribuye la teoría de los cuatro humores a Hipócrates, la cual, aunque es rechazada por la medicina moderna, a veces se usa para describir estados psicológicos: melancólico, flemático, colérico y sanguíneo. Tanto el ayurveda –la ciencia de la medicina india– como la medicina china tradicional sostienen teorías similares. Los órganos, las emociones, los patrones de pensamiento y el temperamento están interconectados. Al trabajar con nuestros cuerpos, trabajamos con la mente, el corazón y las emociones al mismo tiempo.

La práctica de posturas de yoga, en sánscrito llamadas asanas, se encuentra en antiguos textos yóguicos de dos mil años atrás. La palabra asana se compone de dos partes: as, “sentarse”, y ana, “respirar”. Hacer asana es, literalmente, sentarte con tu respiración, o sentarte de una manera específica y respirar. Cuando te sientas con tu respiración, te sientas con tu consciencia. Si el universo es un misterio, nuestros cuerpos también lo son, así que es natural que el cuerpo sea el punto de partida de nuestra investigación del enorme misterio de quiénes somos verdaderamente y dónde habita la consciencia en nuestro interior. Un famoso verso del libro del siglo XIV, la Hatha Pradipika, es una de las fuentes más tempranas que señala que las posturas son el primero y, quizás, el mejor lugar para que los principiantes inicien su viaje interior:

Hathasya prathamam gatvad asanam purvam uchyate

kuryat tadasanam sthairyam arogyam

changalaghavam. 1.19

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Entre las prácticas del Hatha Yoga, se considera que el asana es la primera práctica, ya que brinda estabilidad, liberación de la enfermedad y ligereza corporal.

La estabilidad, la salud y la ligereza de los miembros: todo esto suena como un resultado muy deseable de una práctica de yoga, y demuestra que mucho de cómo conceptualizamos el yoga hoy tenía la misma validez en el siglo XIV. Mucha gente asocia el yoga con:

 Un cuerpo flexible y en forma, lo que representa la ligereza corporal.

 Relajación, una analogía de estabilidad.

 Reducción del estrés, que es esencialmente liberación de la enfermedad.

Estos tres resultados se correlacionan con los tres aspectos que constituyen el conjunto cuerpo-sistema nervioso-mente, con los cuales trabajamos al practicar yoga: la ligereza de los miembros ocurre en el cuerpo, la liberación de la enfermedad sucede cuando el sistema nervioso y el sistema inmune alcanzan resiliencia y equilibrio; y la estabilidad se manifiesta en nuestra mente. La práctica de posturas es una práctica holística que afecta muchos aspectos de nuestro ser, no solo nuestras capacidades físicas, y la influencia de los asanas claramente trasciende nuestros cuerpos.

Cada uno de los beneficios que mencionamos aquí tienen condiciones internas y externas, o indicadores. Los indicadores externos de la estabilidad, por ejemplo, son la fuerza corporal, la flexibilidad y un buen sentido de propiocepción, pero las condiciones internas para la estabilidad ocurren cuando el sistema nervioso está equilibrado y en buen funcionamiento. La liberación de la enfermedad se refiere a que nuestro cuerpo puede mantenerse en un estado de salud porque nuestro sistema inmune es resiliente, y nuestros sistemas fisiológicos –cardiovascular, respiratorio, digestivo, endocrino, etc.– funcionan adecuadamente. Un sistema inmunológico fuerte también se relaciona con una mente que es positiva, calma, tolerante, repleta de gratitud y, por lo tanto, capaz de tolerar el estrés. (19) La ligereza de los miembros es una cualidad tanto del cuerpo como de la mente, porque el cuerpo se torna más liviano, o adquiere más gracia con la práctica, y la mente se vuelve considerablemente más liviana también. Este verso también señala que no existe una distinción cuerpo-mente, o que el cuerpo-mente es una totalidad continua, porque practicar asanas brinda simultáneamente beneficios al cuerpo, el sistema nervioso y a la mente. Si puedes conservar en tu mente estos tres beneficios que aporta el asana, puede ayudarte a mantener el foco en tu propósito interno mientras realizas tu práctica. Es fácil ponerse a hacer asanas solo por el beneficio de hacerlas, porque el aspecto físico de nuestro ser es lo primero que podemos ver y sentir, y en donde abundan sensaciones. Sin embargo, Pattabhi Jois solía decir que el yoga es un ejercicio interno: en aquello que sucede por debajo de la superficie de las posturas es en donde ocurren los cambios duraderos de nuestra mente y nuestras emociones.

Respecto al sistema nervioso, muchas de las enfermedades que causan estragos en la sociedad civilizada son causadas por el estrés y son en gran parte evitables: enfermedad cardiovascular, presión arterial alta, diabetes, ciertos tipos de cáncer, síndrome de colon irritable y depresión. Discutiremos sobre esto con mayor profundidad en el capítulo 11, dedicado al sistema nervioso, que detalla el rol del estrés como mediador de las descargas del entorno (esencialmente, en lo que consiste el estrés)

LOS TRES GUNAS

Para entender por qué los asanas crean ligereza en el cuerpo, tenemos que discutir acerca de algunos términos sánscritos, comenzando por los tres gunas. Guna significa, literalmente, “un hilo”. Todas las cosas que experimentamos en este mundo, o en la naturaleza –lo que vemos, escuchamos, saboreamos, tocamos, olemos y sentimos– están hechas por los tres gunas, como lo está todo aquello en el mundo que puede ser nombrado, o que tiene una forma, aunque sea visible (como un cuerpo) o invisible (como un electrón). Para empezar, podemos definirlos de la siguiente manera:

1. Sattva: aquello que es armonioso, brillante, claro, liviano y reflexivo.

2. Rajas: aquello que nubla la percepción, es activo y apasionado, la chispa de la creatividad.

3. Tamas: todo aquello que es pesado, inerte, oscuro; la fuerza de gravedad, lo que forma la masa de los objetos. (20)

A menudo, los gunas son referidos como las tres cualidades del universo, y también son llamados prakrti, o naturaleza. En el yoga, la naturaleza se define de dos maneras:

1. Como permanecer en equilibrio.

2. Como salir del equilibrio.

Cuando la naturaleza está en equilibrio, todo está en pura potencia: es el potencial del universo para existir, el potencial de la existencia para tomar una forma a raíz de esa posibilidad informe. Esto se llama “potencial infinito”. Cuando la naturaleza sale del equilibrio, se crea la manifestación del universo y todo lo que vemos en él, llamada “creatividad infinita” o “manifestación infinita”; y comienzan a formarse diferentes patrones y ritmos que son, esencialmente, las funciones operativas del universo y de nuestro mundo. Los gunas en estado de reposo están en plena potencia, y los gunas en movimiento se manifiestan como creación. Son los ingredientes de los elementos que conforman nuestro mundo: la tierra, el agua, el fuego, el aire y el espacio. Todas las creaciones materiales derivan de una combinación de estos elementos, incluyendo las cosas que son invisibles a simple vista, como los átomos y los fotones. Hablaremos sobre estos patrones en los capítulos siguientes. La miríada de elementos que observamos en el universo, la manifestación infinita, nacen del entrelazado complejo e incomprensible de los gunas. Como manifestación infinita, los gunas se combinan de maneras que producen no solo este mundo, sino los otros mundos y galaxias que no conocemos. En estado de reposo, están en plena potencia, y contienen infinitas posibilidades que comienzan a desplegarse cuando son activados suavemente por la ola de la consciencia.

Podemos identificar los gunas en cualquier objeto que vemos en el mundo. Como ejemplo típico, podemos observar una vela: la cera es tamas (inerte), la llama es rajas (quema) y la luz de la llama es sattva (ilumina). Estas tres cualidades no son mutuamente excluyentes. Para que cualquier objeto cumpla su propósito, la proporción de los gunas debe estar en equilibrio. Si hay un exceso de cera, y no hay una mecha, no podemos tener una llama. Si la mecha es muy larga y la llama muy grande, la cera se derretirá enseguida, y no se creará una llama duradera, además habrá mucho humo (rajas). Si la cera no se crea de una forma equilibrada, no se derretirá, lo que impedirá que la llama se encienda: la incapacidad de tamas de cumplir su función de soporte.

Los gunas también forjan nuestro cuerpo y nuestra mente. En el cuerpo los gunas se reflejan así:

 Sattva: asociado con la mente (reflexión).

 Rajas: asociado con el sistema nervioso y la digestión (impulsos eléctricos y el fuego digestivo).

 Tamas: asociados con los músculos y los huesos (estabilidad).

El yogui Brahmananda, en su comentario de la Hatha Pradipika, dice que la práctica de posturas sirve específicamente para reducir el exceso de actividad de rajas (o la excitación) que ocurre en el sistema nervioso, y de tamas (o la pesadez del cuerpo) que ocurre especialmente en el abdomen bajo y en las piernas. (21) Rajas se manifiesta en muchos de los problemas compulsivos que tenemos en el mundo hoy, primordialmente a través de nuestra adicción a la actividad, ya sea al estar siempre conectados, siempre ocupados o siempre con la necesidad de disponer de la atención para algo: el último noticiero, dramas políticos o los problemas de otras personas. Detrás del impulso de estar siempre ocupados, del impulso por la indulgencia sensorial, está rajas en estado de sobrealimentación. Aminorar la velocidad, practicar algunas posturas, respirar profundo, practicar meditación y relajación: estas actividades impiden que se alimente el fuego de rajas. Experimentar un gran estrés, por ejemplo, también es una condición de rajas. Las sensaciones físicas asociadas con el estrés (como una elevada temperatura corporal, el sudor en las palmas de las manos, hipertensión arterial y una frecuencia cardíaca acelerada) están asociadas con rajas, porque la actividad y la velocidad generan calor. Como dice el físico Lothar Schäfer en su libro Infinite Potential: “En física, el calor es movimiento. Los átomos en los objetos están constantemente en movimiento”. Cuando hervimos una olla con agua, lo que genera el calor es la aceleración de las moléculas. Si tomamos un trago de esa agua no decimos “¡Ay, qué rápido!”, decimos que está muy caliente. “La experiencia de calor y frío”, continúa Schäfer, “no es de rapidez o lentitud”, es un estímulo sensorial. (22) Los sentidos traducen un mecanismo de la naturaleza (en este caso, la velocidad percibida como calor), a una experiencia que nos brinda una idea falsa de la realidad; nuestros sentidos confunden la sensación con la realidad, y los gunas son propiedades de la naturaleza que pueden crear nuestras malinterpretaciones. Sin embargo, mientras aumentamos el poder de sattva, o la reflexión, empezamos a percibir el mundo más allá del velo que crean las ilusiones y nuestros sentidos. Específicamente, empezamos a ver que existe algo más profundo que nuestras percepciones: nuestra consciencia interior.

 

Tamas es, entre otras cosas, la cualidad que nubla la consciencia. Puede ser la pesadez que conllevan las actitudes mentales de complacencia o pereza, y también se relaciona con la obstrucción, el desorden y el deterioro. El académico y sacerdote hindú Rami Sivan dijo que tamas es la inercia tal como la define la física, como una fuerza en perpetuo movimiento, y es también la fuerza de la gravedad y aquello que otorga la masa de los objetos. (23) Tamas se manifiesta en la vida cotidiana, por ejemplo, al estar tirados todo el día mirando televisión o estar sentados ocho horas al día en una oficina, estados que crean pesadez en el abdomen inferior y debilidad en las piernas. Esta pesadez también puede acarrear dificultades en la digestión y la eliminación de los alimentos, y una mente confusa. También hay evidencia de que permanecer muchas horas sentados puede conducir a un mayor riesgo de ataques cardíacos. (24) Rajas y tamas no son los “gunas malos”, son simplemente propiedades de la naturaleza que pueden encubrir o estimular, y necesitamos ambas cualidades en diferentes momentos y en diferentes circunstancias. Solo se convierten en un problema cuando están fuera de equilibrio.

La reducción de tamas también se relaciona con el fortalecimiento del fuego digestivo, y una digestión fuerte se relaciona con una inmunidad mayor y una mejor salud. (25) Los asanas, los bandhas (contracciones del suelo pélvico combinadas con la respiración) y el pranayama pueden ayudar a reforzar el sistema digestivo (junto con una dieta saludable, aunque cuando tu fuego digestivo es fuerte, puedes comer todo lo que quieras). Así, Brahmananda señala específicamente que los asanas aportan los tres beneficios que mencionamos (estabilidad, salud y ligereza) porque reducen el desequilibrio de rajas y tamas: “la inestabilidad de la mente” de rajas y la pesadez del cuerpo de tamas. (26) Esta es la función primordial de las posturas.

Otra forma de ver esto es que rajas y tamas no se reducen, sino que se transforman.

 Cuando se purifica un rajas hiperactivo, se transforma en creatividad y vitalidad.

 Cuando se purifica un tamas hiperindulgente, se convierte en estabilidad y confianza.

Entonces, rajas y tamas son cualidades de la naturaleza que tienen una tarea a realizar, y esa tarea es mantener las cosas en movimiento y estables.

También podemos llegar a un exceso de sattva, que se manifiesta como un apego a nuestro intelecto, y que definitivamente puede ser problemático, llevándonos a creernos superiores moralmente, arrogantes intelectualmente y a ser incapaces de escuchar o dialogar con personas con puntos de vista distintos al nuestro (lo que ocurre cuando sattva es teñida por tamas).

Cuando los gunas comienzan a vibrar o a salir de su estado de equilibrio, comienzan a entrelazarse entre sí y a crear el escenario de toda la manifestación. A medida que estos lazos se van ajustando, se fijan, al igual que los gases y la gravedad que se juntan crean las estrellas y los dos billones de planetas. Los lazos adquieren una aparente solidez. Si recurrimos a nuestro interior, podemos ver que nuestra consciencia, nuestras narrativas y nuestras identidades toman la forma que tienen porque los gunas se han entrelazado de una manera particular. Estos lazos que forman los gunas se llaman granthis, y se dice que están localizados en nuestro sistema nervioso y en nuestro cuerpo energético sutil (tocaremos este tema en el capítulo 11). Sin embargo, tenemos una cierta libertad de acción. Si tenemos algunas cualidades que pulir –digamos que somos obstinados (tamas), nos irritamos con facilidad (rajas) o somos intelectualmente arrogantes (sattva)– podemos suavizar estas aristas con práctica y autorreflexión. Estos puntos duros de nuestras personalidades no están necesariamente fijos, podemos enmendarlos, suavizarlos y aflojarlos lo suficiente para que podamos ver que tenemos el potencial para el cambio y el crecimiento que deseemos. Como veremos en la próxima sección, la voluntad o el impulso inicial es gobernado por rajas. Usamos la energía de rajas para nuestra propia transformación.

LOS TRES GUNAS Y LA MENTE

¿Cómo se manifiestan los gunas en la constitución de nuestra mentes? En sus comentarios de los Yoga Sutras, Swami Hariharananda afirma:

 Sattva se manifiesta como el conocimiento, o el saber.

 Rajas se manifiesta como el impulso vital, o el esfuerzo.

 Tamas se manifiesta como la retención, o la memoria. (27)

El equilibrio de los gunas determina el efecto o la influencia que ejercen. Los gunas en estado de equilibrio se reflejan en la habilidad de saber, de pensar y de recordar; cualidades que no solo son necesarias, además son las funciones que asociamos con una mente equilibrada, saludable y eficaz. Y el yoga, en especial, es una actividad para la mente.

Sattva es nuestra habilidad para procesar la información entrante, así como aquello que nos permite comprender cosas acerca de nosotros mismos (nuestras emociones, sentimientos y pensamientos), y reflexionar sobre nuestro propósito en la vida y sobre el mundo que nos rodea. Rajas, o el impulso, es el esfuerzo que hacemos para entender las cosas, por ejemplo, una dificultad en nuestras vidas o las injusticias del mundo. Es la voluntad que ejercemos para comprender asuntos filosóficos, la energía detrás de la contemplación y el esfuerzo que se direcciona hacia fuera en la forma de acción. Tamas es la retención, la habilidad para mantener nuestras experiencias. Algunas de nuestras experiencias son conservadas por largos períodos de tiempo en la memoria a largo plazo; otras son guardadas solo por el lapso que la mente (o quizás el intelecto) considera necesario.

Los asanas utilizan rajas para crear vitalidad, y usan tamas para crear estabilidad. Nuestros cuerpos tienen memoria muscular, así que mediante la repetición, las posturas se vuelven más fáciles con el tiempo, hasta que las posturas más desafiantes se convierten en algo normal. La memoria muscular y la memoria vivencial son cualidades de tamas, y podemos usar tamas para maximizar o reforzar las formas positivas de movernos y de pensar. En su libro Hardwiring Happiness, el doctor Rick Hanson explica en profundidad una de mis prácticas favoritas, que realza este aspecto positivo de tamas en la forma de la memoria de retención. Él dice que el cerebro ha evolucionado para aprender más rápido de las experiencias negativas debido a la necesidad de supervivencia. Esto se llama sesgo de la negatividad. (28)

Nuestra supervivencia, a lo largo del tiempo, ha dependido de nuestra habilidad para discernir si nuestra vida está en peligro o no. Ignorar una amenaza potencial puede convertirnos en la comida de quien quisiéramos tener en nuestro plato (excepto, claro, si eres vegetariano, aunque tampoco querrías ser devorado). Debido a nuestro impulso natural por vivir y sobrevivir a toda costa, nuestro cerebro está cableado para instalar las experiencias negativas en nuestra memoria a largo plazo muy velozmente. Una experiencia positiva, incluso si es muy placentera, no nos ayuda a sobrevivir, de manera que le lleva más tiempo integrar esa experiencia en nuestra memoria a largo plazo. Aunque existen muchos tipos de memoria, y una variedad de formas en las que las vivencias son almacenadas y recuperadas (según la situación y la necesidad), aquí me refiero a la memoria en su sentido más general de cómo una experiencia perdura en nosotros, impacta en nuestras acciones futuras y moldea nuestra autopercepción. El Dr. Hanson enseña una práctica que se llama “Asimilando lo bueno”, en la que conscientemente te aferras a una experiencia positiva, sumergiéndola en tu memoria y en tu cuerpo por veinte o treinta minutos (puede ser una experiencia que hayas tenido, o un logro, como mantenerte cómodo en una postura de yoga, no perder los estribos o tener un pensamiento amoroso sobre alguien). Al conservarla intencionalmente en tu memoria a largo plazo, empiezas a cambiar el rasgo subyacente de tu personalidad en la mente, que se desarrolló al aprender de lo negativo. Inclinamos las escalas mentales a nuestro favor. Amo la idea de que podemos entrenar el trasfondo de nuestra mente subconsciente para que vibre positivamente. Los asanas también son una forma de “asimilar lo bueno”, pero para el cuerpo.