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Paz decolonial, paces insubordinadas

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3.5 REFLEXIONES FINALES

¿Son las diversas formas de resistencia y re-existencia mencionadas aquí maneras concretas de construir paz desde lo territorial? Esta pregunta resulta fundamental, ya que da cuenta de cómo a partir de las luchas históricas de los pueblos, que han sido excluidos por los modelos hegemónicos, se inventa/reinventa la vida, construyendo espacialidades para su propia dignificación. La resistencia, como primer nivel que busca contener las acciones violentas y hacerles frente a través de la denuncia, la movilización o la defensa del territorio y de la vida, adquiere un sentido mucho más integral no solo en el momento en que se centra en detener la violencia, o impedir que esta incremente, sino también cuando genera proyectos de vida que interpelan a las prácticas de racialización, marginalización y exclusión desde la resignificación de la vida, la autodeterminación y la dignidad (Albán, 2018).

Hablar de paz desde una perspectiva decolonial implica abordar aquellos procesos organizativos, comunitarios y populares, cuya apuesta es la subversión de las estructuras económicas, políticas, culturales y sociales que se presentan como excluyentes, racistas, patriarcales y neoliberales, a través de la implementación de acciones pacíficas, en donde destacan la lucha por el buen vivir y por crear proyectos alternativos al hegemónico. Nuestra postura, entonces, es que la re-existencia y la reivindicación de la experiencia vital actúan como ejes articuladores de lo que, podría decirse, caracteriza a las experiencias de construcción de paz en contextos como el bonaverense o el amazónico.

Ahora bien, a parte de las diversas experiencias que me llevaron a elaborar esta reflexión, se suma la necesidad de contar con análisis procesuales, históricos y relacionales, que permitan reconocer cómo se tejen y transforman las tramas violentas en escenarios particulares, y la forma en la que estas adquieren sentidos y rostros, en actores concretos; de allí la necesidad de enfoques multiescalares.

A esto se suma el hecho de que no solo las violencias deben ser vistas con la óptica histórica, sino que los procesos de re-existencia tienen también un lugar en lo procesual, que no se comprende si no se posiciona el lugar de lo intergeneracional, en cuanto es allí, en el intercambio de saberes, experiencias y estrategias entre adultos y jóvenes, en donde es posible dar cuenta de la relevancia que tienen las prácticas tradicionales, como la danza, la poesía y la música, en las acciones de rechazo a la violencia y de invención de gramáticas de vida distintas.

Aquí es importante destacar dos elementos: i) la necesidad de incorporar categorías como poder, género, raza y clase en las investigaciones para la paz, desde una apuesta interseccional que permita complejizar los contextos y, a su vez, comprender las acciones que allí emergen; ii) emplear enfoques interpretativos, como el de la sociología de las emergencias de Boaventura de Sousa Santos (2011), para relievar los saberes invisibilizados, silenciados u ocultados, que remiten a la experiencia humana y muestran la diversidad de acciones de transformación social que cotidianamente tienen las organizaciones y comunidades. Es en este punto donde la concepción de vivir bueno emerge como una forma que ahonda en otras maneras de ser y hacer desde el territorio y en contrapunteo constante con los planteamientos e imperativos del norte global.

Considero pertinente reconocer que, si bien la paz pensada desde arriba es el modelo hegemónico, esta puede subvertirse o reformularse desde las prácticas populares y locales. Y es allí en donde es posible hablar de paz en perspectiva decolonial, en cuanto son esas organizaciones y colectivos quienes interpelan a las estructuras hegemónicas, a partir de visiones de presente y futuro que defienden la autonomía, la dignidad y la vida, en contextos en donde es innegable el avance del neoliberalismo, y con ello de estructuras excluyentes, desiguales, racistas y patriarcales. De cara a esta reflexión surgen también preguntas como: ¿cuáles son los límites del concepto de paz?, ¿cuáles son los alcances de este? Si bien la respuesta que ofrecemos es muy parcial aún, lo planteado si es una invitación para continuar la reflexión acerca del concepto, debido a que se tiene el riesgo de llegar a creer que todo es paz o es válido hablar de paz en cualquier contexto.

En síntesis, comprender los procesos de construcción de paz desde ejercicios participantes y críticos exige análisis interdisciplinares, que se nutran de las experiencias propias y se enriquezcan de lugares de enunciación, como América Latina o los del sur global. Mi llamado es a proponer nuevas vetas teóricas y metodológicas, desde ejercicios que superen o sean más conscientes del “extractivismo académico” y propicien el reconocimiento de los saberes, experticias y experiencias de las comunidades, en contextos caracterizados por la imposición de modelos hegemónicos dominantes. Lo anterior, sin perder de vista que la paz es un proceso que también requiere del concurso institucional y de diversas voluntades políticas.

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12 Este capítulo se nutre de las reflexiones realizadas en el marco de la tesis de maestría para optar por el título de Magister en Estudios de Paz y Resolución de conflictos. La tesis se tituló ¿Qué vamos a inventarnos hoy para seguir viviendo? Experiencias de resistencia y re-existencia en Buenaventura 1990-2017?. Recoge también mi experiencia posterior como investigadora en temas de iniciativas de paz.

13 Mantenimiento de la paz, consolidación de la paz, construcción de la paz.

14 Este concepto ha sido trabajado por diversos académicos en el campo de los estudios de paz, entre ellos Muñoz, Flores, Molina y Sánchez (2005), Sandoval (2015) y Hernández (2014). En el capítulo de Adriana Anacona, en este libro, también se desarrolla esta noción. Nuestra perspectiva es cercana a ellos.

15 El concepto en inglés que utiliza la profesora Cécile Mouly es peace constituencies.

4. PACES CREATIVAS Y POLIFÓNICAS

Sandra Liliana Londoño

Manuel Ramiro Muñoz

Carlos Arturo Duarte

Tania Rodríguez

Rodrigo Ante

Instituto de Estudios Interculturales

Pontificia Universidad Javeriana (Colombia)

4.1 INTRODUCCIÓN

A continuación hablaremos de algunas experiencias locales sobre construcción de paz, intentando que se encuentren a medio camino visiones y prácticas convencionales de los estados modernos, que son referente en el tema, y la inclusión e innovación de otros saberes y estrategias construidas desde territorios diversos y multiculturales, donde la presencia del Estado es débil o ausente, y los conflictos son más graves y permanentes. Hablaremos de las experiencias construidas desde el Instituto de Estudios Interculturales (IEI) de la Universidad Javeriana de Cali, en el suroccidente colombiano, donde se han propiciado encuentros entre las visiones convencionales y aquellas provenientes de los territorios multiculturales colombianos.

Desde la experiencia del IEI, la construcción de la paz en los territorios no se entiende como una paz completa y homogénea, sino como un tejido que se forma en las complejas relaciones interculturales, características de las comunidades colombianas. Esta construcción da lugar a propuestas de paz imperfecta (Muñoz, 2001), es decir, una paz siempre en proceso, inacabada y en desarrollo, que puede partir de diálogos y acuerdos igualmente imperfectos. Hablamos de paces plurales desde comunidades afrodescendientes, indígenas y campesinas, donde concurre tanto el gobierno local como el central, grandes y pequeños propietarios de la tierra, con diferente arraigo y pertenencia al territorio. Poblaciones que construyen desde el diálogo y la diferencia, una paz híbrida, polifónica, diversa, a veces provisional e imperfecta.

Al hablar de paz híbrida no sugerimos lo que señala Kaldor (2005) hablando desde un escenario internacional, una paz enquistada en posiciones radicales, donde los grupos locales bajan la intensidad del conflicto pero lo perpetúan, sino algo más cercano a García y Calcagno (2019), que muestran cómo en algunos países –Colombia podría ser el caso– existen estructuras fuertes de gobernanza territorial; poderes locales, prácticas y formas de vida que pueden tener mayor presencia y capacidad de incidencia que el gobierno centralizado, al menos para su propio territorio, y que desde sus convenciones y perspectivas son capaces de tramitar formas de paz inéditas. Los autores señalan que esto sucede en lugares donde ha habido un desencuentro entre instituciones precoloniales, coloniales y liberales, y al mismo tiempo se presenta debilidad de las instituciones formalmente establecidas. En este mismo sentido, Richmond (2011) se refiere también a una paz híbrida local-liberal, marco alrededor del cual se mueven las personas en torno a la solución de sus asuntos locales, partiendo de sus propias identidades y formas de representación del mundo, que no necesariamente tendrían que chocar con lo instituido, pero que a veces se presentan en tensión, no solo por tener visiones diferentes, sino porque algunas organizaciones que participan de la vida de los territorios, pueden estar al margen de la ley.

La flaqueza de las instituciones que deben tener el monopolio de la fuerza y que no operan según su diseño, da lugar a que se generen comunidades y grupos sociales que se sustentan en sus propias organizaciones sociales en resistencia, o en agrupaciones militarizadas cuyos miembros son parte del territorio, incluso en casos que se trate de configuraciones del crimen organizado. Esta composición del territorio ya no responde al estado liberal clásico, sino que más bien constituye una estructura estatal, que los autores llaman híbrida, donde el poder y el monopolio de la fuerza circula más allá del gobierno formal y, así mismo, la solución, transformación o profundización de los conflictos pasa también por el diálogo local entre contradictores, y por otros actores regionales que son gobierno en los territorios y que pueden no ser reconocidos en otros ámbitos. Richmond (2011) habla de agencia no explícita y de resistencia en grupos sociales y comunidades, que se expresa en capacidad local contra discursos dominantes y la paz liberal como estándar.

Esta mirada más amplia ayuda a entender que en países como Colombia el proceso de construcción de paz se pueda ver más complejo que en muchos otros lugares; requiere de algún modo empezar por reconocer lo híbrido del Estado, lo diverso y lo múltiple por fuera del centro, algo que podría decirse se reconoció en el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de Una Paz Estable y Duradera, a partir de pensar un consenso de amplia base social, por ejemplo, con los planes de desarrollo con enfoque territorial y con otras medidas que daban protagonismo a actores locales, en las zonas donde se identifica que el conflicto en el país estuvo y sigue estando más presente.

La perspectiva que se propone aquí amplía el concepto de Estado normativo, hacia una noción donde cuentan las identidades, culturas y formas de gobierno propias, y derivado de esto, sus maneras de entender la paz, la convivencia, el buen vivir y el vivir bonito, que tienen mucho más sentido para algunas comunidades y grupos, que el concepto de paz.

Al intentar hablar desde las comunidades habría entonces que ampliar la definición misma de paz, darle nuevos significados o ver distintos referentes simbólicos como posibles, y llamar a esto, de acuerdo con los autores que hasta aquí estamos siguiendo, hibridación conceptual, o quizás mejor, hibridación epistemológica16 (afro, indígena, campesina y otras más convencionales que juegan un papel y tienen presencia territorial), sin la que no sería posible entender a los que confluyen en estos mismos espacios y se confrontan por recursos, bienes e intereses en los territorios. Al hablar de lo epistemológico estamos dándole flexibilidad a la idea, no solo para comprender distintas formas de entender y aprender el mundo, sino formas diferentes de vivir, mundos de la vida que en algunos momentos no se comunican o solo lo hacen parcialmente.

Con esta diversidad en el encuentro y en la interacción, parece previsible que propongamos que no es suficiente un acuerdo de paz entre el gobierno central y los actores armados, en un país como Colombia, para hablar de paz; se requiere comprender cómo se maneja el poder entre todos los involucrados, las comunidades, las élites regionales y locales, el gobierno, el Estado, e incluso, la comunidad internacional, propiciando diálogos de más corto alcance, que no responden a las grandes narrativas de los Estudios de Paz, sino a diálogos locales, estratégicos, articuladores de la diversidad. En este sentido, García y Calcagno (2019) hablan de los encuentros entre grupos diversos como desafíos que dan lugar a distintas configuraciones de acuerdos.

Con la multiplicidad y características variopintas de los actores en tensión, en el contexto actual es poco probable crear resonancia homogénea al hablar de una paz de letras grandes; no hay ni habrá una paz perfecta; existen y existirán situaciones y oportunidades que logramos construir a través de agencia (Harto de Vera, 2016; Muñoz-Muñoz y Jiménez-Arenas, 2015). Desde el pensamiento del margen, desde el pensamiento de comunidades y grupos fuera de la corriente principal, posiblemente haya que renunciar a hablar de paz, como se renunció a hablar de progreso o de desarrollo. Habría que hablar de otros valores que la sustituyen, de acuerdo con formas propias de entender la convivencia, la reconciliación y la paz, como buen vivir, vivir con todos, vivir en el espíritu de la comunidad (Hildago-Capitán y Cubillo-Guevara, 2017). No obstante, acudiendo a la perspectiva de paz híbrida, se trata de romper la visión hegemónica del concepto, para dar cabida a la multiplicidad de formas de entender y vivir esta experiencia, que pueden hacer parte de las maneras de mediar y negociar entre posiciones diversas que confluyen, como ambición y propósito, en espacios territoriales que se comparten.

 

En lo que sigue, trataremos de presentar cómo, desde la perspectiva del IEI, se hace posible esta construcción de paz híbrida e imperfecta. Se trata de una visión desde la experiencia de encuentro entre procesos sociales afrodescendientes, indígenas y campesinos, pero también con empresarios, actores gubernamentales, militares, organizaciones incidentes, con todos los actores que, según la ocasión, se han sumado al trabajo como partes interesadas en la reducción de la intensidad de los conflictos o en su transformación. Consideramos que hablar desde la experiencia permite enunciar el modo en que esta propuesta de paz híbrida e imperfecta se configura con mayor o menos suerte en cada caso. Hablaremos de paz imperfecta que llega a ser posible para mundos culturales y sociales distintos que se encuentran en el diálogo y la negociación de sus expectativas y formas de coexistir en los territorios, con mucha flexibilidad y apertura para conceder y construir conjuntamente.

En circunstancias de mayor gobierno y fortaleza del Estado, donde las personas sienten mayor respaldo para confiar en el Gobierno central, como la instancia que facilita las condiciones de vida y libertad para permanecer en paz en los territorios, estos encuentros no serían necesarios, o no se podrían dar, pero lo que sucede en el país es que el Estado no tiene presencia en muchos territorios o no representa a sus comunidades indígenas, afrodescendientes o campesinas, además los ideales de nación y el gobierno que necesitan para la pervivencia cultural, económica y política en el tiempo, no son afines con sus cosmovisiones. En esos espacios emerge, con mayor frecuencia, la gobernanza local, que tensiona al gobierno establecido y sus garantías. La gestión local en ocasiones avanza con mayor rapidez y pertinencia en la construcción de pequeños acuerdos y espacios de gobierno que acercan la posibilidad de la paz elusiva que todos finalmente anhelan. No siempre se logra, pero cuando sucede, los cambios suelen ser significativos y de mayor permanencia que cuando se deciden centralmente.

A continuación, trataremos de mostrar cómo desde el IEI se han facilitado algunos de estos procesos y alentado en los territorios propuestas de paz híbrida e imperfecta. Lo que se narra en adelante surge de una serie de conversaciones con los actores que han hecho parte de este trabajo y que han compartido sus experiencias.

Hablaremos en primer lugar de las experiencias del IEI en la gestión de conflictos por el uso y la tenencia de la tierra, en las que el instituto fundamentalmente apoya la gestión del conflicto para que la transformación surja de la acción de los actores que tienen el liderazgo sobre los territorios. Este trabajo describe los espacios de mesas de diálogo, donde hemos aportado una manera de investigar el conflicto, cuyos resultados compartimos; un espacio formativo surgido de las necesidades de los actores para enfrentarlo y una metodología para desarrollar el diálogo, generar acuerdos y hacer seguimiento.

En segundo lugar, hablaremos de diálogos directos entre actores en disputa. Ya no entre grupos diversos de actores, sino entre algunos cuyas orillas se identifican y que han tenido una historia de confrontación, violencia y daño, que hace que su encuentro sea poco menos que improbable.