Salvini & Meloni

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El referéndum fue anecdótico, pero tremendamente sintomático del limbo en el que se hallaba una formación que estaba entre las dos orillas ideológicas y partidistas de la Italia del momento. Existía riesgo de sufrir una suerte de parálisis programática e identitaria. ¿Qué quería ser la Lega Nord? ¿Un partido con fuertes demandas independentistas? ¿Un partido protesta? La opción elegida variaba cada año, cuando no parecía estar optando por todas a la vez. La indefinición y los constantes giros tuvieron la primera consecuencia importante en 1999, cuando en las elecciones europeas perdió más de la mitad de los casi cuatro millones de votos que había obtenido tres años antes. Así pues, Bossi volvió a imponer otro giro estratégico: vuelta al bloque derechista y atenuación de las demandas independentistas, ya no se buscaría la independencia de la Padania, sino una mayor autonomía regional a partir del 2000.

Desde entonces la Lega Nord volvería a ser el principal aliado de Silvio Berlusconi. Forza Italia conseguiría la presidencia de las regiones norteñas —Piamonte, Lombardía, Liguria y el Véneto— gracias al apoyo de la formación de Bossi, aunque ésta seguía perdiendo terreno en sus principales bastiones14. Sin embargo, lo peor estaba por venir. En las elecciones generales de 2001, que supondrían la vuelta al poder de Berlusconi, la formación del norte obtuvo el peor resultado de su historia con menos del 4% del total de votos, tres veces menos que los posfascistas de Alleanza Nazionale, y perdiendo definitivamente la batalla por la hegemonía del norte ante Forza Italia. Solo consiguió resistir en algunas pequeñas localidades del noroeste de Lombardía. Berlusconi obtuvo un éxito absoluto y Bossi se vio obligado a apoyar sus sucesivos gabinetes con tal de frenar su declive electoral. Seis años después la Lega Nord volvía al poder15, pero había perdido más de la mitad de los votos.

Desde sus tres ministerios —Justicia, Trabajo y Seguridad Social, y Reformas Institucionales— el partido de Bossi persiguió políticas autonomistas y contra la inmigración clandestina. Dos ejes que marcarán la comunicación de la Lega Nord desde ese momento, preparando el terreno para que Matteo Salvini pueda aprovecharlo una década más tarde. Además, inauguró la nueva estrategia di lotta e di governo16, que consistía en desarrollar una doble acción política: ser un partido institucional dentro del gobierno y un partido outsider fuera de él. Dicho de otro modo, no solo era un partido outsider y de gobierno, sino que era un partido de gobierno outsider; en palabras de Passarelli:

Denunciaba las ineficiencias del establishment, rememorando las características de la Lega Nord antisistema de los años noventa y al mismo tiempo promocionando acciones de gobierno.17

En años sucesivos la Lega Nord se sumió en un duro trance de estancamiento electoral, y en las siguientes elecciones europeas y regionales del norte el partido repitió resultados, con una pérdida de la presidencia en Liguria y Piamonte a favor del centroizquierda, y en las generales de 2006 obtuvo 300.000 votos más. Esas cifras insuficientes lo dejaban a gran distancia del resto de competidores de la derecha italiana. Por el camino, Bossi sufrió un ictus cerebral y comenzaron a surgir los primeros rumores de una sustitución en el liderazgo del partido. Rumores que su precario estado de salud suspendieron en el tiempo.

A pesar de ello, y tras una década de resultados mediocres y tácticas contradictorias, su figura empezó a ser cuestionada. Bossi intentó buscar un nuevo revulsivo con el Movimiento por la Autonomía, un partido que le permitió presentarse en regiones hasta el momento vírgenes para la Lega Nord, como la Toscana, Umbría y Marcas, pero que no condujo a ningún resultado satisfactorio. Este intento de expansión electoral se vio acompañado de una dura derrota programática: en cinco años de gobierno con Berlusconi, la Lega Nord no había conseguido ninguna de sus reclamaciones autonomistas. El devolution, una serie de reformas constitucionales que sobre el papel darían una mayor autonomía a las regiones del norte, fue rechazado en ambas cámaras y la Lega Nord se presentó a las siguientes elecciones sin éxitos políticos importantes que presentar a su electorado.

En 2006 y a pesar de recuperar un mínimo del terreno electoral, la coalición de centroizquierda consiguió vencer a la de centroderecha. A pesar del varapalo, dos años más tarde la inestabilidad del nuevo gobierno hizo inevitable la convocatoria de unas elecciones anticipadas en las que la Lega Nord se convertía en la tercera fuerza más votada de Italia y alcanzaba, de nuevo, los tres millones de votos. Una tendencia que se confirmaría al cabo de tres años en unas elecciones europeas donde los de Bossi duplicaron sus europarlamentarios.

Finalmente, en 2010 también llega un vuelco a nivel regional para el partido. La Lega Nord accede a la presidencia de las regiones de Véneto y Piamonte, mientras que en Lombardía y Liguria duplica resultados. También entra por primera vez en el Parlamento de la Toscana (6,5%), Marcas (6,3%) y Umbría (4,3%). Unos éxitos muy importantes para una formación con aspiraciones autonomistas y muy anclada en el norte del país.

Todo este ascenso se trunca en 2012 cuando Bossi se ve envuelto en un caso de corrupción, el Caso Belsito, que le señala como principal investigado por haberse apropiado de dinero público del partido para usos familiares y personales. La investigación en 2018 condenará tanto a Bossi como a su tesorero a un año y diez meses de cárcel, y a pagar cuarenta y nueve millones de euros18. Bossi fue apartado y el liderazgo recayó en las manos de Roberto Maroni, un hombre de su confianza que llevará al partido a repetir similares resultados a los del 2001, con el 4% de los votos. El partido, condenado por segunda vez, se enfrentaba a un retroceso tras otro y las perspectivas no eran halagüeñas.

En esta coyuntura empezó a hacerse hueco, cada vez con más fuerza, el nombre de Matteo Salvini, al que muchos veían como una marioneta que podía ser útil como líder interino y de transición. Nadie supo ver al hombre que revolucionaría la Lega Nord y la derecha italiana.

Este tipo de partidos, de acuerdo con Cas Mudde, mezclan tres elementos básicos: nativismo, autoritarismo y populismo. Desde los noventa son cada vez más importantes. Para ver más sobre ello: Mudde, Cas. The populist radical right: A reader. Taylor & Francis, 2016. p. 1-10.

Desde este momento se hará referencia a la Lega Nord para hablar del partido previa llegada de Salvini y a la Lega como el partido que transforma el mismo político a su llegada a la secretaría.

Passarelli, G., Tuortu, D. Lega & Padania: Storie e luoghi delle camicie verdi. Il Mulino, 2012. p. 25

En las elecciones generales de 1983 y las regionales de 1985 la Lega Véneta se dejó más de 10.000 votos sobre un total de 125.000 que obtuvo en las de 1983.

Ambas ligas concurrieron a las europeas, pero los dos únicos eurodiputados fueron para la Lega Lombarda, y por eso la Lega Veneta también quedó condenada al ostracismo en el Europarlamento.

Passarelli, G., Tuortu, D. Lega & Padania: Storie e luoghi delle camicie verdi. Il Mulino, 2012. p. 29

La Lega Nord se presentó en ocho de las dieciocho regiones del país, consiguiendo cincuenta y cinco diputados y veinticinco senadores.

Un partido protesta es aquel partido que obtiene el apoyo de votantes que quieren mostrar su descontento con el sistema votando a un partido que perciben como ajeno a dicho sistema o se opone al mismo de forma explícita. Para más sobre esto: Van der Brug, W., Fennema, M., & Tillie, J, “Anti-immigrant parties in Europe: Ideological or protest vote?”, European Journal of Political Research, (2000): 37(1), 77-102.

Passarelli, G., Tuortu, D. Lega & Padania: Storie e luoghi delle camicie verdi. Il Mulino, 2012. p. 33

Calculado como el cambio, entre dos elecciones seguidas, del porcentaje de voto a partidos individuales en valor absoluto (Corbetta, Parisi y Schadee, 1988).

Término que hace referencia a los cinco partidos principales que componían el sistema político italiano y gobernaron el país durante toda la década de los ochenta: la Democracia Cristiana, el Partido Socialista Italiano, el Partido Socialista Democrático Italiano, el Partido Liberal Italiano y el Partido Republicano Italiano.

Expresión utilizada en fútbol para hacer referencia a la entrada al campo de un jugador. Es también una expresión que utilizó Berlusconi cuando anunció su candidatura: https://www.youtube.com/watch?v=UpXOAIFFpBQ

No tanto como el resto de sus compañeros de coalición. En 1994 los electores de la Lega Nord se situaban en un 5,2 en la escala ideológica, más cerca de la media del electorado italiano (4,2) que de Forza Italia (6,3) y Alianza Nacional (7,1).

En Lombardía la Lega Nord perdió casi 200.000 votos, en Véneto 150.000, en Liguria uno de cada tres votos y en Piamonte la mitad de los apoyos que obtuvo en 1995.

 

Volvió al poder con tres ministerios, una cifra que parecía excesiva teniendo en cuenta su apoyo electoral. Alianza Nacional, que triplicaba a los de Bossi en porcentaje de voto, obtuvo solo un ministerio más. Esto se entendió como compensación por parte del empresario.

Albertazzi, D., McDonnell, D., & Newell, J. L. “Di lotta e di governo: The Lega Nord and Rifondazione Comunista in office”. Party Politics, 2011: 17(4), 471–487.

Passarelli, G., Tuortu, D. Lega & Padania: Storie e luoghi delle camicie verdi. Il Mulino, 2012, p. 51.

Además, Bossi y su hijo también estarán en el centro del debate público cuando a ambos se les acuse en 2017 de usar indebidamente fondos del partido. Para saber más sobre los casos de corrupción en los que se han visto envueltos los Bossi: La Repubblica. 2017. “Spese Con i Fondi Della Lega, La Procura Chiede La Condanna per Umberto Bossi e Suo Figlio,” March 27, 2017. https://milano.repubblica.it/cronaca/2017/03/27/news/bossi_processo_lega_milano_appropriazione_indebita_fondi-161555835/.


3. ¿Quién es Matteo Salvini?

Aquí no hay fascistas, hay italianos orgullosos de serlo. Quien defiende Italia no es fascista.

Matteo Salvini, 20191

Matteo Salvini nació en Milán el 8 de marzo de 1973. Periodista de profesión, pronto entra en política con la Lega Nord. Su primera tarjeta de militante la obtiene en 1990. Sus motivos son dos, la crisis política y la migratoria: “Estaba a punto de estallar Tangentopoli, y a la periferia de Milán estaban llegando los primeros extranjeros”, recuerda el propio Salvini en Anatomia di un populista2. A diferencia de la gran mayoría de políticos italianos, Salvini nunca ha cambiado de partido. De ideas, muchas veces; de formación, nunca. Un rasgo llamativo y disonante en el país del trasformismo3. Como muchos políticos de la Segunda República, es hijo adoptivo de la televisión italiana. Su rostro aparece por primera vez como invitado en el programa televisivo Doppio Slalom, y años después, en 1993, volverá a participar en Il pranzo è servito, uno de los programas de preguntas y pruebas más veteranos de la televisión italiana. Como se puede comprobar, la característica mediática es común en muchos representantes italianos; los políticos no pasan por la televisión, surgen de ella. El otro gran Matteo —Renzi— tuvo unos orígenes parecidos4.

Salvini empieza a militar en la Lega Nord de Umberto Bossi, pero no en cualquier corriente. Se sitúa en posiciones de extrema izquierda del partido que piden la independencia de la Padania, pero con claros énfasis sociales y de clase. Es elegido concejal solo un año después de su participación en Il pranzo è servito, y una de sus tareas más importantes —que añade una contradicción más a su historial— es la de defender con uñas y dientes al Leoncavallo, uno de los centros sociales más importantes de Milán. Leoncavallo surge en los setenta en una de las zonas fabriles más importantes de Milán, en el barrio de Casoretto, y tiene orígenes marcadamente antifascistas, cuyo centro gravitacional político siempre basculó entre excatólicos y marxistas-leninistas5. Los vínculos izquierdistas no son propiedad exclusiva de Salvini. Otros dos históricos dirigentes de la Lega Nord, Umberto Bossi y Roberto Maroni, también comenzaron su trayectoria política en ambientes y formaciones de izquierda6, lo que evidencia la indefinición ideológica que atravesó la formación norteña en sus primeros años.

La andadura izquierdista de Salvini no acaba aquí. En 1997 Bossi, en un alarde de giro político, decide convocar elecciones a un parlamento nuevo —e imaginario— que tiene como finalidad representar, exclusivamente, al norte de Italia, a la Padania. Al Parlamento Padano se une Salvini, que se presenta encabezando la lista electoral “Comunistas Padanos”. Sin embargo, la política local y un parlamento imaginario se le quedan pequeños y pronto empieza a moverse por otros ambientes. Consigue trabajo en La Padania, un periódico fundado por Davide Caparini, uno de los leguistas más veteranos. Un periódico oficial partidista con una amplia difusión local en el norte.

Al futuro hombre fuerte de Italia le gusta la experiencia en el periódico. Su formación periodística, su participación televisiva y su incipiente protagonismo en el partido se van combinando a la perfección. Empieza a entender la política mediática y cómo podría funcionar mejor. Probablemente en estos años adquiere las nociones fundamentales para saber nadar entre aquellas masas que corearán su nombre y de las que tanto disfrutará veinte años después. Va un paso más allá y al periódico suma la radio. En 1999 se convierte en reportero de Radio Padana Libera, donde conocerá a los que en un futuro formarán el núcleo duro de la comunicación del partido, cuando él tome las riendas en 2013. Mientras tanto, sigue ascendiendo. Ahora es Secretario joven de la Lega y Secretario provincial7 en Milán.

En 2004, como si de la mano del destino se tratara, a Umberto Bossi le cambian de circunscripción para las elecciones europeas en el último momento. La Lega Nord obtiene cuatro escaños. Salvini está entre ellos. Si Bossi no se hubiera apartado, la historia hubiera podido ser distinta, pero Salvini se convierte en europarlamentario. En Bruselas trabaja poco y se cansa rápido. Solo presenta dos mociones y nueve preguntas en comisiones y debates8. En dos años, motivado por un recurso que impone un miembro del partido al que Salvini quitó el puesto en 2004, abandona el Europarlamento y vuelve a Italia. De su primera etapa en las instituciones europeas solo se queda con Franco Bossi, hermano del líder de la Lega Nord, que durante dos años meses fue su asistente. Como su hermano Umberto, Franco Bossi es un personaje muy polémico que terminó siendo condenado por la justicia9.

En 2006 vuelve al Consejo Comunal de Milán, donde será jefe de grupo y Vicesecretario nacional de la Lega Nord. Dos años después es elegido diputado nacional. Salvini sigue moviéndose, sigue ascendiendo, pero Roma no le gusta. Un periodista escribe en Il Giornale que “a Teo [como le llaman los amigos], Roma le provoca urticaria”10. Unos meses después, la capital de Italia no le convence y se presenta a primarias internas para volver al Europarlamento. Lo consigue. En 2009 comienza su segunda etapa en Bruselas, y no será la última. Su sitio parece ir cambiando. No parecen designaciones arbitrarias del partido, sino decisiones tomadas por iniciativa del joven leguista. Cambian los lugares, pero su objetivo, ascender e ir haciéndose un hueco entre las filas superiores, sigue siendo el mismo. Cada vez está más cerca del momento en que su figura empezará a crecer y se dará a conocer más allá de las escuadras y límites del norte.

Durante los siguientes cuatro años, Salvini trabaja un poco más en las instituciones europeas. Presenta ciento ochenta y ocho preguntas parlamentarias y cincuenta informes como ponente alternativo, aunque solo uno como ponente principal. Participa en la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor, en la Delegación para las Relaciones con la India y para las Relaciones con la Península de Corea. No hay ningún acontecimiento mediático. Ninguna muestra evidente de soberanismo, proteccionismo o populismo. Salvini pasa desapercibido. No hay vídeo viral. No hay debate acalorado. Pero en 2013 las cosas empiezan a cambiar.

El 27 de abril, Cécile Kyenge se convierte en ministra de Integración, primer cargo de ese rango en ser ocupado por una persona negra en la historia de Italia. Las críticas se disparan. Salvini aprovecha y apunta a que Kyenge es el “símbolo perfecto de una izquierda hipócrita y benévola que quiere regularizar la inmigración clandestina”11. Salvini convierte a Kyenge en diana de sus críticas. Tendrán lugar diversas intervenciones y debates acalorados entre ellos, todos en televisión. El tono es tan sensacionalista que en un debate político traen a las dos hijas de la ministra Kyenge para que hablen con Salvini. La mediatización es tan grande que Salvini propone un referéndum para votar la abolición del Ministerio de Integración. “Lo que falta es trabajo, y los inmigrantes no sirven”. Mientras tanto, Salvini sigue hablando del otro referéndum, del de la secesión de la Padania. Kyenge dimite en febrero del 2014 porque ya no soporta más ataques racistas. No volverá a haber ningún otro ministro o ministra de Integración en Italia, al menos hasta el momento de escribir estas líneas.

Salvini aprende varias lecciones que pronto aplicará. Aprende que se puede condicionar al gobierno desde los medios, con debates, intervenciones y acusaciones acaloradas. Cuanto más radicales son sus declaraciones, mejor marco de debate obtiene y mayor dificultad encuentran sus adversarios para contrarrestarlo. También descubre que el control de la agenda lo puede manejar por sí mismo. Ya no solo es qué se dice lo que atrae los focos y las cámaras, sino quién lo dice. Y si esta estrategia ha dado frutos una vez, ¿por qué no más veces?

En septiembre del 2013, Salvini participa en una manifestación en la ciudad de Ceto, en Lombardía, para defender a los trabajadores de siete fábricas del norte a causa del problema de la ILVA de Tarento12. Vuelve a funcionar, sigue en prime-time. El político aprovecha estos meses para posicionarse como el próximo líder de la Lega Nord y se presenta a las primarias del partido. Roberto Maroni, secretario, decide no presentarse tras obtener en febrero del 2013 el peor resultado de la historia de la formación: 1.390.156 votos, el 4% y tan solo 18 diputados, cuando cuatro años antes había obtenido casi cuatro millones de votos. Maroni será uno de los primeros cargos en huir a las fortalezas institucionales del norte como presidente de la región de la Lombardía. Le seguirán varias figuras importantes e históricas y la formación estatal quedará vacía. La Lombardía y el Véneto, regiones fundacionales del partido, son los refugios. Salvini empieza a ver la autopista hacia el liderazgo despejada de las intromisiones de los dirigentes históricos.

En las primarias que tienen lugar en Turín, Umberto Bossi hace aparición después del Caso Belsito13 y decide competir contra Salvini. Es un secreto a voces que los resultados ya están decididos por un acuerdo entre bambalinas conocido como “Patto del Pirellone” entre Maroni, Salvini y Flavio Tosi, en aquel momento alcalde de Venecia14. La victoria de Salvini es total, y con el 82% de los votos se convierte en el nuevo Secretario Federal de la Lega Nord.

El animal político

Salvini llega a los mandos de un partido que está en estado de coma inducido. Todos los medios de comunicación coincidían en que los últimos resultados electorales habían condenado a la formación al ostracismo político y, también según esos medios, la Lega Nord estaba dando sus últimos coletazos eligiendo a un hombre de paja, joven y poco experimentado. La misma opinión circulaba dentro del partido; Salvini era un personaje mediático sin ningún valor político15. No había ideas, solo confeti y fuegos de artificio. Pintura. Maquillaje generacional. No había un plan profundo o un esquema de pensamiento detrás del nuevo hombre mediático. La vieja guardia del partido lo había abandonado yéndose a las regiones del norte, dando por perdido al partido y asegurándose una jubilación tranquila. La elección del joven Matteo era el último aliento de la formación más antigua de la política italiana. En poco más de cuatro años Salvini demostraría que se equivocaban.

En su proclamación como nuevo líder se ven banderas de la Padania, símbolos del sol de los Alpes, colores verdes, simbología que desde los noventa acompañó a la Lega Nord. El nuevo líder quiere que le vean como lo que es, un militante más; necesita legitimación simbólica y se rodea de continuismo. Salvini aparece en el escenario ante un eslogan: “El futuro es la Independencia”. Pero la demanda independentista se irá alejando cada vez más de los planes, de la escenografía y del folklore del partido. Salvini lo sabe; las balas de la independencia son desde hace años de fogueo. No sirven para el partido, tampoco para su ambición política. De hecho, empieza a esbozar la que será una de sus apuestas más importantes en los próximos años:

Debemos recuperar la soberanía económica que hemos perdido con la Unión Europea. Nos hemos cansado. […] Esta no es la Unión Europea, es la Unión Soviética, un gulag del que saldremos” [...] No queremos morir de inmigración, no queremos morir de paro, no queremos morir de fanatismo islámico. Si esto significa ser populistas, pues bien, yo estoy orgulloso de ser populista. Los otros son los esclavistas, los asesinos. Viva el populismo.16

 

Salvini vuelve a replicar la estrategia que le ha puesto en el centro del debate unos meses antes. Soltar frases que giren las cámaras de televisión hacia su persona para recorrerse todos los platós de televisión donde soltar su bomba política y estar en boca de todo el mundo: Italia debe abandonar la Unión para recuperar su esplendor, Italia no quiere morir de fanatismo islámico, Salvini alaba el populismo a su manera. Sus adversarios políticos se echan las manos a la cabeza. Es un lunático. No sabe dónde está. No entiende de política económica o monetaria. Los descalificativos abundan, pero los marcos que compitan con el suyo, que convenzan a la gente de la locura de su propuesta, brillan por su ausencia. El nuevo líder de la Lega, mientras tanto, sigue saliendo en los medios de comunicación.

Para que su nueva estrategia surta efecto lo primero que debe hacer es ocupar los resortes fundamentales del partido: la comunicación. Y lo hace, por fin la experiencia de Radio Padania Libera le es útil. No tarda en colocar en los puestos de comunicación a su nueva guardia pretoriana, los compañeros que conoció en los noventa en su experiencia periodística, los que le acompañaron como eurodiputado y en sus recientes performances mediáticas. Empieza a nacer formalmente La Bestia, un conjunto de consejeros, de expertos y de spin doctors —en 2019 eran treinta y cinco— que han sido los encargados de construir, principalmente en redes sociales, la imagen actual de Il Capitano. En el centro de la máquina social se encuentra Luca Morisi, un empresario, profesor de filosofía y experto en medios digitales en la Universidad de Verona que ha transformado la comunicación de Salvini desde el 2012 creando, entre otras cosas, La Bestia. Esta máquina comunicativa tiene como función principal analizar diariamente las redes para identificar la orientación del debate público y utilizar las corrientes de opinión para que el mensaje de Salvini llegue lo más lejos posible.

La Bestia ha profundizado en la desintermediación comunicativa, el proceso en el que los medios ya no son el filtro desde el que se construyen los mensajes y marcos políticos. Ahora son los propios políticos, desde sus redes, los que introducen los mensajes en la sociedad, que después son difundidos en los platós de televisión o estudios de radio17. No hay una fórmula mágica, pero sí hay trabajo constante y diario en el análisis de las noticias para determinar cuál es el tema y cuál debe ser el mensaje que lanzar. Los números demuestran la efectividad de esta técnica. A la llegada de Salvini a la Secretaría de la Lega Nord, contaba en Facebook con 60.000 seguidores. A comienzos del 2021 eran ya 4,4 millones. En otras redes también ha dado buenos resultados: 1 millón en Twitter; 2,3 en Instagram; 383.000 en TikTok18.

Sin embargo, cometeríamos un error si viéramos en La Bestia la fórmula mágica del meteórico éxito de Salvini. No hay fórmula, ni perfecta ni imperfecta. La tecnopolítica funciona y cada vez domina más la política de cualquier país, pero no lo es todo. Aunque se generasen algoritmos capaces de insertar mensajes medidos a la perfección del sentir común más general, se seguiría necesitando un animal político capaz de masticarlos y dominarlos. Salvini es ese animal político, no un fenómeno creado por un grupo de técnicos.

Cómo funciona La Bestia

Salvini tuvo claro desde el principio que el partido solo podía despegar si se desvinculaba de las herencias más pesadas, la de Bossi y la de la independencia padana. Y para ello necesitaba que la gente creyera que estaba ante algo nuevo, no ante la tradicional Lega Nord incapaz de atraer a nuevos sectores de la sociedad. El medio para conseguir este objetivo lo halló en su figura. Salvini debía sublimar al partido con sus postulados para crear algo nuevo. Las redes y La Bestia jugaron un papel crucial. ¿Cómo funciona este entramado comunicativo?

Las ideas son sencillas. Siempre es mejor hablar que estar callado, hay que convertir las críticas, en la medida de lo posible, en virtudes propias, y el protagonista siempre debe ser el mismo Salvini. Como comentábamos anteriormente, una de las claves de Salvini es la capacidad de decir una cosa y la contraria. Una flexibilidad dialéctica que deja espacio para que diferentes ciudadanos encuentren un lugar común en lo que dice el líder leguista. Siempre sin entrar al fondo de la cuestión, siempre utilizando un lenguaje básico que entienda el adolescente y la anciana. Es capaz de subir a su propia cuenta publicaciones criticando la “invasión inmigrante”19 o viralizando agresiones realizadas por inmigrantes, y fotos con simpatizantes de otras nacionalidades. Incluso es capaz de conseguir que el primer senador negro de Italia vaya, precisamente, en sus listas20. Muchos pueden ver incoherencia en sus palabras y actos, pero otros podrían ver la capacidad de conseguir consensos entre la población ofreciendo aquello que todos quieren ver y oír. Una gran flexibilidad discursiva y pragmática.

La Bestia tiene gran parte de la responsabilidad. Este es el equipo de técnicos que analizan y generan los discursos que, posteriormente, Salvini reproduce en televisión, radio y sedes parlamentarias. No al revés. Si durante una semana la noticia más repetida es la de un inmigrante que ha agredido a un italiano, las redes de Salvini se llenarán de videos, titulares, declaraciones e incluso testimonios sobre la misma. Siempre a través de mensajes con una gran carga negativa porque son los que más engagement consiguen generar.

Gracias al trabajo de análisis que llevaron a cabo los profesores y escritores Giovanni Diamanti y Lorenzo Pregliasco21, podemos conocer los patrones en redes sociales de Salvini y La Bestia. Por ejemplo, sabemos que suele publicar en redes sociales por la tarde y por la noche —ambos periodos suman el 75% de las publicaciones totales en 2018— y una media diaria de once posts en Facebook, pero que en febrero de 2018, mes previo a las elecciones generales del mismo año, llegó a subir un promedio de catorce publicaciones al día con una media de más de 50.000 interacciones, récord absoluto en Italia hasta la actualidad.

Un repaso rápido a sus redes nos permite ver las publicaciones que siempre repite: exposición de agresiones cuyos instigadores son siempre inmigrantes, fotos de comidas, memes contraponiendo sus acciones a las de los demás rivales políticos, titulares de noticias acompañados por exabruptos o adjetivos del tipo “¡hay que escucharlo!”, “locura” o “hipócrita”, fotos con sus hijas o pareja, videos de intervenciones suyas en televisión cuidadosamente recortadas y, la mayoría de las veces, la bandera italiana.


Como Margherita Barbieri22 explica, La Bestia correlaciona votos con likes. Aunque en la realidad dicha correlación no se produce, sí es fundamental para generar una sensación de pertenencia comunitaria. “A mis mítines acude muchísima gente, por lo tanto, el pueblo está conmigo, mientras que a aquellos del Partido Democrático no acude nadie, están lejos del pueblo”. Fotos cuyo enfoque permite creer que Salvini siempre llena los actos, y siempre sube fotos con sus simpatizantes. Hashtags de apoyo a Salvini, ya sea utilizando la ironía, como #colpaDiSalvini —culpa de Salvini— o, en su defensa, como #iotoconSalvini —yo estoy con Salvini—. El objetivo es que Salvini parezca el político más querido y valorado, que miles de personas le apoyan, escuchan y le quieren ver.

Probablemente el evento más destacado fue “Vinci-Salvini” —Vence Salvini—, un concurso online durante la precampaña al que la gente podía inscribirse y obtener puntos haciendo clic en “me gusta”, comentando y compartiendo, y que ofrecía a los ganadores una llamada telefónica de Salvini y una publicación con la foto de los vencedores. El premio gordo era un café con Salvini, podías saludarle y hacerte un vídeo con él. El objetivo más obvio era aumentar las interacciones, cosa que se consiguió, pero también difundir de forma fidelizada y organizada toda la producción mediática en un momento electoral clave. Y a través de esto último crear la imagen de un Salvini querido y parecido al hombre común. Pero, ¿cómo?

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