Czytaj książkę: «El bautismo del diablo»
El bautismo del diablo
La evolución y la seducción del cristianismo
Clifford Goldstein
Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.
El bautismo del diablo
La Evolución y la seducción del cristianismo
Clifford Goldstein
Título del original: Baptizing the Devil. Evolution and the Seduction of Christianity, Pacific Press Publishing Association, Nampa, ID, EE.UU., 2017.
Dirección: Martha Bibiana Claverie
Traducción: Rocío Macena
Diseño del interior: Carlos Schefer
Diseño de tapa: Gerald Lee Monks
Ilustración: iStock, Bliznetsov
Libro de edición argentina
IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina
Primera edición, e-Book
MMXIX
Es propiedad. Copyright de la edición en inglés © 2017 Pacific Press® Publishing Association, Nampa, Idaho, USA. Todos los derechos reservados. Esta edición en castellano se publica con permiso del dueño del Copyright.
© 2018 Asociación Casa Editora Sudamericana.
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
ISBN 978-987-701-963-6
Goldstein, Clifford
El bautismo del diablo : La Evolución y la seducción del cristianismo / Clifford Goldstein / Dirigido por Martha Bibiana Claverie. – 1ª ed. – Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2019.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
Traducción de: Rocío Macena.
ISBN 978-987-701-963-6
1. Cristianismo. I. Claverie, Martha Bibiana, dir. II. Macena, Rocío, trad. III. Título.
CDD 230
Publicado el 08 de julio de 2019 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).
Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)
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"EN MI COMIENZO ESTÁ MI FINAL"
Capítulo 1
Todo el asunto de Newton
Apolo 13 es la recreación cinematográfica de la tercera misión de la NASA a la Luna. Dos días después del lanzamiento, ocurrido el 11 de abril de 1970, explota un tanque de oxígeno, mutilando al Apolo 13 a más de 300.000 kilómetros de casa. En vez de llegar a la Luna, ahora la única misión es traer nuevamente a Tierra la nave con los tres astronautas todavía metabolizando proteínas. Tom Hanks, Kevin Bacon y Ed Harris, entre otros, dramatizan esos esfuerzos.
Una gran escena es la que se desarrolla cuando el director de vuelo Gene Kranz (interpretado por Ed Harris, con un corte militar) se para delante de una sala llena de científicos y técnicos de la NASA durante el comienzo de la crisis. Detrás de él hay una pizarra con un dibujo simple de la Tierra y la Luna, y la nave en medio de ellas.
Los científicos y los ingenieros debaten sobre dos opciones. Una de ellas es hacer que la nave dé la vuelta inmediatamente, prenda los motores y se dirija a la Tierra. Otros argumentan que este “aborto directo” consumirá demasiada energía y que la nave y los hombres en ella morirían en el espacio. La segunda opción, una “trayectoria libre”, es que la nave orbite la Luna y así, cuando llegue al otro lado, según lo que dice Kranz, la gravedad de la Luna ejercería una “asistencia gravitatoria” que traería la nave espacial de regreso a la Tierra. Esta excursión por detrás de la Luna, junto con un impulso del motor del módulo Lunar, proporcionaría la energía necesaria.
La NASA opta por la segunda opción: usar la gravedad de la Luna para catapultar a los hombres en dirección a la Tierra.
¡Y adivinen qué!
Funcionó. Funcionó, aunque la ciencia detrás del rescate había sido formulada antes de que Wilbur y Orville Wright volaran; de que los médicos se lavaran las manos para las cirugías; de que se inventaran la pluma estilográfica, la bombilla incandescente de luz y las estampillas postales. La ciencia es la física, específicamente la ley de la gravedad que Isaac Newton desarrolló en su obra Philosophic naturalis principia mathematics (Principios matemáticos de la filosofía natural), publicada en 1687.1 Luego de orbitar alrededor de la Luna, Tom Hanks, quien interpreta al comandante Jim Lovell, dice: “Acabamos de poner al señor Isaac Newton en el asiento del conductor”. Si la NASA pudiera haber transportado a Newton hasta 1970, si lo hubieran sentado en una sala y le hubieran dado una hoja en blanco, un lápiz y algunas variables, él les habría dicho qué hacer basado en lo que escribió en su obra.
Sin lugar a dudas, la obra de Newton ha sido considerada no solamente uno de los logros científicos más grandes de la historia de la humanidad, sino también uno de los mayores logros intelectuales. Su trabajo se infiltró en casi todas las demás ramas del pensamiento occidental. La historia, la economía, la filosofía, la biología, la teología, la psicología, la sociología: todas han sido recalibradas a partir de las implicancias de la física newtoniana, y es una influencia que alcanza al siglo XXI (a pesar de que a principios del siglo XX esa influencia se debilitó como resultado de postulados de Einstein y la física cuántica).
El logro de Newton fue tan magnífico que el poeta Alexander Pope escribió este epitafio: “La naturaleza y sus leyes yacían escondidas en la noche. Dios dijo ‘¡Que exista Newton!’ y hubo luz”.2
Todo el asunto de Newton
Un esfuerzo tan exitoso como el de Newton ayuda a mostrar por qué muchos creen que la ciencia es el mejor camino, si no el único, para descubrir la verdad; en especial si uno cree que el mundo es completamente materialista. Esta creencia, llamada “cientifismo” es la que prevalece hoy en día en nuestra cultura.
“Tanto en el trabajo de filósofos profesionales como en los escritos populares de científicos naturales”, escribió el biólogo Austin L. Hughes, “con frecuencia se declara que la ciencia natural constituye, o pronto lo hará, el dominio completo de la verdad”.3
Alex Rosenberg definió el cientifismo como “la convicción de que los métodos de la ciencia son la única manera confiable de asegurar el conocimiento de cualquier cosa”.4
Como el erudito Bertrand Russell lo había dicho en el siglo anterior: “Lo que la ciencia no puede decirnos, la humanidad no puede saberlo”.5
O como escribió John Loftus: “Lo único en lo que deberíamos y podemos confiar es la ciencia. La ciencia por sí sola produce excelentes resultados consistentes, que no se pueden negar y que continuamente pasan por nuevas pruebas para su validación”.6
El Principia fue, sin dudas, un logro fenomenal de la “filosofía natural” (philosophic naturalis), o de lo que desde mediados del 1800 se denomina “ciencia”.
Pero ¿acaso el éxito de la física de Newton prueba que la ciencia es la mejor manera de encontrar la verdad? Esa conclusión puede sonar razonable, en especial a la luz de los muchos logros científicos, pero no es necesariamente verdadera, y la formulación de la Ley de la Gravedad de Newton ejemplifica por qué.
Para comenzar, Isaac Newton no tenía idea de lo que era la gravedad. Pudo describir con increíble precisión cómo la gravedad hacía mover la materia, pero no tenía idea de por qué la gravedad movía la materia de esa manera. En lo que respecta a la gravedad en sí misma, él escribió en una cita famosa: “Hypotheses non fingo” (no compongo ninguna hipótesis).7 Él no sabía por qué cada punto de masa en el universo atrae a todos los demás puntos de masa con una fuerza que es directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre ellos. Él solo sabía que esto sucedía, aunque llamó a la idea de que la gravedad actuaba a cierta distancia a través del espacio vacío “un absurdo tan grande que ningún hombre que tenga alguna facultad competente de pensamiento en materia filosófica podrá creerlo alguna vez”.8 Este es Newton, reflexionando sobre su propia teoría.
En segundo lugar, Newton desarrolló su teoría sobre la base de dos suposiciones falsas: espacio absoluto y tiempo absoluto. Esto es, las dos premisas a partir de las cuales él desarrolló su ley de atracción gravitacional ahora se cree que son falsas.
En tercer lugar, la Ley de la Gravedad de Newton solo funciona con objetos que se mueven lentamente. Con los objetos que se mueven cerca de la velocidad de la luz, su teoría se desmorona y ahí es donde la reemplaza la teoría de Einstein de la relatividad general en el siglo XX. Alexander Bird escribió: “Se puede haber pensado que el éxito de la mecánica de Newton demostraba su verdad, pero ahora se sabe que es falsa y ha sido sustituida por la mecánica relativista de Einstein”.9
¿Esto es encontrar la verdad? Todo lo que la teoría lograba era hacer predicciones. Si eso es todo lo que crees que puede hacer la ciencia (y muchos creen que es así), entonces, bien. La Ley de la Gravedad de Newton fue un ejemplo de un éxito científico demoledor (al menos, bajo ciertas condiciones). Pero si crees que la ciencia revela la verdad sobre el mundo real, entonces la teoría de Newton fracasó.
¿Por qué? Después de todo, Newton creó una notable descripción matemática de ciertos aspectos de la realidad. Pero una descripción no es una explicación. Describir un evento es radicalmente diferente de explicarlo. Describir cómo se ve un hombre que cae muerto al suelo es bastante diferente a explicar qué sucedió dentro de su pecho cuando tuvo el ataque cardíaco que lo mató. Con el equipo, las teorías y la matemática adecuada, los científicos pueden describir mucho del mundo natural (desde el movimiento de las galaxias a la interacción de la fuerza de color en los cuarks). Incluso la famosa fórmula de Albert Einstein, e=mc2, solo describe la relación entre la materia y la energía, pero no explica nada sobre por qué esa relación existe, así como la fórmula de Newton para la gravedad no explicaba nada sobre por qué los objetos parecían atraerse unos a otros a través del espacio.
Descripción y explicación
La historia de Newton y su “descubrimiento” (¿es la descripción realmente un descubrimiento?) revela temas cruciales no solo en la historia de la ciencia, sino en la ciencia misma. Para todo lo que Newton logró, subsisten numerosas preguntas, no solo sobre la gravedad, sino también sobre el tema más amplio, lo que puede y lo que no puede hacer la ciencia.
En los 2.400 años desde que Demócrito argumentó que la materia estaba compuesta de pequeñas partículas llamadas “átomos”, o incluso desde 2015, cuando investigadores del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts, por sus siglas en inglés) “construyeron una variedad de detectores de luz lo suficientemente sensibles para registrar la llegada de partículas individuales de luz, o fotones, y las montaron en un chip óptico de silicona”,10 existe el debate sobre qué realmente es la ciencia, qué hace, o puede hacer o debería hacer, o cuán correctamente logra lo que supuestamente hace.
¿Será que la ciencia revela la naturaleza como realmente es (ejemplo, la verdad), o simplemente nos dice cómo actúa bajo ciertas condiciones, lo que luego nos permite (entre otras cosas maravillosas) construir reactores nucleares, generar granos modificados genéticamente, producir smartphones y traer de nuevo a la Tierra naves arruinadas? W. T. Stace escribió: “Las leyes científicas, adecuadamente formuladas, nunca ‘explican’ nada. Simplemente describen, de forma general y abreviada, lo que sucede”.11 O, como algunos sugieren, “no se puede decir que las teorías científicas ‘explican el mundo’. Solo explican los fenómenos que se observan en el mundo”.12
Algunos sugieren que la ciencia no describe ni explica cómo es o actúa la naturaleza, sino solo cómo nos parece que es o actúa. La ciencia, según este argumento, nunca nos lleva más allá de la experiencia humana subjetiva. Sabemos, escribió Arthur Shopenhauer, que “no hay un Sol, ni hay una tierra. Solamente hay ojos que ven un Sol y una mano que siente una tierra”.13 Claro, creamos artefactos magníficos, de microscopios a telescopios espaciales y aceleradores de partículas, que nos muestran aspectos de la realidad que nuestros sentidos limitados de otra manera nunca podrían hacer entrar en nuestra mente. Pero ¿nos muestran estos artefactos lo que realmente existe en el mundo o solamente nos muestran cómo lo que existe se muestra a través de esos artefactos?
Según expresó Ian G. Barbour: “El astrónomo Arthur Eddington una vez contó una parábola encantadora sobre un hombre que estaba estudiando la vida marina en aguas profundas con una red de malla de 7 centímetros. Luego de extraer muestras repetidas, el hombre concluyó que no había peces de menos de 7 centímetros de longitud. Nuestros métodos de pesca, sugiere Eddington, determinan lo que podemos pescar”.14 ¿Acaso los diferentes tipos de artefactos que creamos revelan solamente los tipos de realidad que buscamos? Y, si creáramos un artefacto diferente, ¿cuán diferente nos parecería allí la realidad? Y ¿cómo la apariencia que da el artefacto a nuestros sentidos difiere de la realidad en sí?
Por otro lado (argumentan algunos), si usted necesita el artefacto solo para describir lo que está observando, y si lo hace, al menos de acuerdo con los parámetros que permite su artefacto, ¿qué más quiere, entonces? Si desea crear algo útil y el artefacto lo permite, ¡voilà! ¿A quién le interesa cuán distorsionada o torcida pueda parecerle la realidad a través de filtros, lupas y suposiciones construidas de tuercas, arandelas, barras, sensores y software del artefacto? Si el dispositivo extrae de la realidad, al menos en un cierto grado, lo que se ha colocado bajo el artefacto, y si de eso se pueden hacer predicciones, crear nuevos remedios, construir nuevos puentes, lo que sea, entonces la ciencia está haciendo lo que hace, y lo que mejor hace, y nada más.
Sin embargo, si la ciencia se trata de encontrar la verdad, de revelarnos el mundo real, entonces estas preguntas continúan siendo problemáticas.
Preguntas científicas
Incluso luego de todos los logros de la ciencia, desde mostrarnos que la Tierra sí se mueve hasta la creación del Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), no se ha llegado a un acuerdo en cuanto a una definición de “ciencia”. ¿Qué es la ciencia? ¿Cómo podemos diferenciar entre ciencia buena, ciencia mala y pseudociencia? “La filosofía de la ciencia natural es básicamente el estudio de lo que es la ciencia natural, lo que hace y cómo funciona, por qué funciona y cuánto funciona”, escribió Del Ratzsch. “Un lugar razonable para comenzar sería con una definición de ciencia natural. Sin embargo, el término no tiene una definición aceptada, estándar”.15 Aquí estamos, más de cuatrocientos años después de las observaciones astronómicas de Galileo y los desafíos que le presentaron a casi dos mil años de ortodoxia “científica”, ¿y todavía no tenemos una definición sólida de “ciencia”?
Luego aparece el aclamado “método científico”, con su estatus epistemológico mítico. Si aplicamos el “método científico” a cualquier pregunta, ¿acaso no está garantizada la verdad al final? ¿No es este método el “oráculo de Delphi” de la Edad Moderna? Cuando el “método científico” revela algo, ¿qué mortal se atreve a desafiarlo?
De todas formas, existe debate sobre lo que es el método científico, cómo actúa, qué revela, o incluso si realmente existe. Paul Feyerabend habló en contra de la noción entera del método científico. “Este libro propone una tesis”, escribió, “y extrae consecuencias de ella. La tesis es: los eventos, procedimientos y resultados que constituyen las ciencias no tienen una estructura común; no hay elementos que ocurran en todas las investigaciones pero que no aparezcan en otras partes”.16 De acuerdo con Feyerabend y otros, no existe el “método científico”. Es un mito, similar a Pie Grande o el monstruo del Lago Ness.
Además, si alguien cree que la ciencia sí explica la realidad, ¿qué implicaría una explicación apropiada? ¿Hasta dónde tiene que ir la ciencia antes de que podamos tener una explicación completa de “el revestimiento del mundo”?17 Debido a que todo en el mundo natural está compuesto de entidades atómicas y subatómicas ¿no nos quedamos cortos al entender la biología, la astronomía, la psicología o cualquier cosa hasta que podamos analizar, predecir y extrapolar las acciones del leptón, los mesones y los cuarks en todo lo que estudiamos, ya sean cuásares o neuronas?
Según escribió el químico Michael Polanyi, “la biología actual se basa en la suposición de que se pueden explicar los procesos de la vida en términos de la física y la química, y por supuesto que la física y la química pueden ser representadas en términos de las fuerzas que actúan entre las partículas atómicas. Entonces, toda la vida, los seres humanos y todas las obras del hombre, incluyendo los sonetos de Shakespeare y Crítica de la razón pura de Kant, también se representan allí. El ideal de la ciencia [es] reemplazar todo el conocimiento humano por un conocimiento completo de átomos en movimiento”.18
Leon Wieseltier expresó: “Imagina la explicación científica de un cuadro (un desglose de las cerezas de Chardin en los pigmentos que lo componen) y un análisis químico de cómo su mezcla produce las tonalidades sutiles y resonantes por las cuales son admiradas. Dicho análisis explicará todo, excepto lo que más necesita explicación: la calidad de belleza, que es la razón en nuestra contemplación del cuadro”.19
Además, si la ciencia es tan buena para llegar a la verdad, ¿por qué la verdad cambia tan a menudo? “Si el paisaje histórico es desechado con las ideas teológicas que se descartan, también es desechado con las científicas”,20 escribió Gary Ferngren. ¿Por qué los descubrimientos de la ciencia, los resultados del “método científico”, a menudo se contradicen entre sí? No estamos hablando solo de especulaciones contradictorias sobre los 1 x 10-43 segundos luego del Big Bang, sino de las cosas sujetas a experimentación y observación de tiempo real. ¿Por qué los científicos, usando el mismo “método científico”, mirando la misma realidad, a veces usando los mismos instrumentos, llegan a diferentes conclusiones sobre lo que observan?
Hay miles de otras preguntas que permanecen sin respuesta. ¿Cómo sabemos si una teoría científica es correcta, en especial cuando algunas teorías enseñadas como dogma luego han sido descartadas? ¿Por qué las certezas científicas del pasado no son las mismas que las del presente? Y ¿podrá ser que alguna de las actuales verdades científicas ex cátedra no serán algún día ridiculizadas y tomadas como mitos, como lo son hoy algunas de las verdades ex cátedra del pasado?
Incluso un aficionado a la ciencia pura como Michael Shermer admite: “Todos los hechos en la ciencia son temporales y están sujetos a los desafíos y el cambio; como consecuencia, la ciencia no es una ‘cosa’ per se, sino un método de descubrimiento que conduce a conclusiones temporales”.21
Después de todo, ¿cómo se obtienen estas conclusiones temporales? ¿Cómo hacen los científicos para probar o refutar una teoría? ¿Qué es una teoría científica en oposición a una pseudocientífica? ¿Por qué teorías opuestas, muchas veces, pueden llegar a predicciones precisas, o por qué teorías que se creen erróneas, sin embargo, pueden lograr predicciones correctas? ¿Qué suposiciones deben expresarse para hacer ciencia, y cómo sabemos que esas suposiciones son correctas? ¿Qué otros factores (personales, políticos, sociales y monetarios) ejercen influencia sobre esas suposiciones y, por consiguiente, sobre las teorías que las forman? Hay un refrán popular que expresa: “Dime quién pagó la investigación y te diré cuáles son los resultados”. Se trata de una broma pero, como todas las bromas, lleva algo de verdad. Además, ¿cómo es posible que la tecnología exitosa se pueda basar en teorías científicas que ahora se cree que son erróneas?
La ciencia ha creado material increíble, y ¿quién puede discutir que la ciencia ha dado a los seres humanos nuevas visiones deslumbrantes del mundo (o al menos, de lo que vemos del mundo)? ¿Quién puede dudar del progreso, la utilidad y el éxito de la ciencia en tantos aspectos prácticos de la vida humana? Y la tecnología que ha surgido a partir de la ciencia, que sigue surgiendo y que continuará surgiendo, ha deslumbrado, deslumbra y continuará deslumbrando en el futuro. A cierto nivel, podemos entender fácilmente la declaración de que la ciencia es el mayor logro intelectual de la humanidad.
Sin embargo, aun así, la ciencia es, de manera inevitable y necesaria, un esfuerzo humano influenciado, inclinado y distorsionado por las influencias, las inclinaciones y las distorsiones que califican a todas las creencias. Hay una idea permanente de que la ciencia se encuentra en un lugar de Arquímides, lo que Thomas Nagel ha llamado “la vista desde ningún lado”22 y que, como resultado, nos da una ventana objetiva sobre lo real. Eso es un mito, tanto como que Rómulo y Remo fueron alimentados por una loba.
La ciencia es una empresa histórica. Se desarrolla en el tiempo y a lo largo de la historia, y como tal, se ve afectada por la cultura y la sociedad en la que se la practica. Los conceptos, las teorías y las suposiciones científicos están inseparablemente unidos a la cultura, la historia y el lenguaje, porque los científicos también se encuentran inseparablemente unidos a la cultura, la historia y el lenguaje. Terry Eagleton expresó, en un seminario en la Universidad Yale: “La ciencia, al igual que cualquier otra empresa humana, está impregnada de prejuicios y parcialidad, sin mencionar las suposiciones injustificadas, las inclinaciones inconscientes, las verdades que se dan por sentado y las creencias demasiado cercanas como para ser objetivas. Al igual que la religión, la ciencia es una cultura, no solo una serie de procedimientos e hipótesis”.23 Por consiguiente, todo lo que los científicos experimenten, o piensen que experimenten, viene filtrado por todas las cosas que filtran el conocimiento humano.
“Lo que la ciencia dice que es el mundo, en cierto punto, se ve afectado por las ideas, elecciones, expectativas, prejuicios, creencias y suposiciones que se presentan en ese momento”, escribieron los filósofos de la ciencia Peter Machamer, Marcello Pera y Aristides Baltas.24