Traducción, humanismo y propaganda monárquica

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Z serii: Parnaseo #36
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Traduçión del Dante Aligero poeta florentino de la lengua toscana en nuestro romançe castellano asý en verso y coplas como él lo escribió, fecha por don Pero Fernández de Villegas arçediano de Burgos a ynstançia y mando de la exçelente señora doña Juana de Aragón, duquesa de Frías y condesa de Haro. La qual obra el dicho arçediano glosó y comentó largamente, tratando en ella muchas materias de todas sçiençias tocadas en el texto o venidas a su propósito. Mas por que aquello es volumen largo, puso en este pequeño texto solo con la tabla que se sigue de lo contenjdo en cada canto o capítulo, lo qual dará mucha declaración a todo el texto, con algunas glositas como ynterlineales en declaración de algunos vocablos, que bastará asaz para los más doctos que no tienen nescessidad de mucha declaración. (fol. *1r)

Por estas referencias explícitas no quedan dudas, pues, que este manuscrito es posterior a aquel «volumen largo» donde el arcediano «glosó y comentó largamente» su traducción. Además, como he ya señalado (1.1), luego del Infierno se traduce el primer canto del Purgatorio, y luego el primero del Paraíso, con la misma tinta y letra —aunque, como dije, Par. I parece escribirse luego de un corte o afilamiento de la pluma—. En el folio siguiente, con una letra humanista muy desprolija se comienza con el 2do del Purgatorio, del cual se traducen sólo 3 coplas. En este sentido, valga recordar que estas pequeñas glosas «ynterlineales» que el mismo traductor —según se establece en este pasaje— incorpora en los márgenes cuando lo cree conveniente son muy esporádicas en los folios dedicados al Infierno, reduciéndose simplemente a 14 en el total de los 34 cantos. Sin embargo, en la traducción de Purg. I y de Par. I esta marginalia adquiere un papel protagónico aclarando cada estrofa, no ya con palabras aisladas —sinónimos, aclaraciones de metáforas, etc.— como en el Infierno, sino con frases o incluso pequeños párrafos. Frente a las 14 glosas del Infierno, sólo en el primer canto del Purgatorio tenemos 33 y en el primero del Paraíso, 64. La necesidad imperiosa de comentar exhaustivamente estos dos cantos surge, evidentemente, de su ausencia en la versión que circulaba impresa y, por ende, la ausencia también del comentario que acompañaba y ayudaba en la lectura de cada canto.

Todo indicaría, por tanto, que el texto del Infierno que transmite el manuscrito se trata de una copia de un original anterior, el cual transmitía otra versión de la traducción, la cual fue corregida por la misma mano —y luego por otra de trazo gris— según el impreso. Asimismo, la mano de tinta anaranjada que, también de manera posterior —como probé por la cuestión de los papeles pegados–, enmienda los versos que presentan errores de estructura de rima o de composición de verso —generando una versión diversa a la del impreso—, parece la misma que la de las «glosytas interlineales», por lo que tal vez sea del mismo Villegas. Acaso estas enmiendas correspondan a una fase ulterior dentro del proceso de traducción, posterior a la del texto que nos transmite el impreso. Esta fase, como se deduce del agregado de cantos y del aumento exponencial de las glosas, corresponde a un intento del traductor-glosador de completar toda la obra.

1. Partes de este capítulo fueron publicadas en «La traducción en la España pre-humanista y sus causas político-ideológicas: el caso de la Divina Commedia y los Reyes Católicos», Revista de Literatura Medieval, 24 (2012b), 81-100 y en «La traducción de la Divina Comedia de Villegas: problemas de datación y filiación de testimonios, Letras, 67-68 (2013a), 107-116, especialmente las secciones en las que se fecha la traducción y sus etapas hermenéuticas. En relacion a la filiación de los testimonios se amplía aquí sobre todo «Los testimonios de la traducción de la Divina Comedia (1515) y sus problemas de filiación: ¿del impreso al manuscrito?», RFE, XCII, 2 (2013b), 273-89. Remito también a Lucía Megías, «Sobre textos, traducciones y otros demonios...», art. cit.

2. Para una descripción más específica de la particular «mise in page» de la traducción y su comentario véase en el capítulo siguiente el apartado 2.2.2.

3. Véase Mercedes Fernández de Valladares, La imprenta en Burgos (1501-1600), Madrid, Arco Libros, 2005, tomo I, pp. 450-2 y Alvar y Lucía Megías, Repertorio..., op. cit., p. 298.

4. Charles B. Falhauber, Medieval Manuscripts in the Library of the Hispanic Society of America, New York, The Hispanic Society of America, 1983, vol. I, pp. 516-18; Brian Dutton, Catálogo/Índice de la poesía cancioneril del siglo XV, Madison, Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1982, p. 91. Corrijo aquí la errata de tipeo de mi artículo 2013b (p. 275), pues para la descripción de Dutton reenviaba a la p. 95. Ya lo señaló Lucía Megías («Sobre textos, traducciones y otros demonios...», art. cit) en su reseña crítica al libro de Mondola, quien repite esta errata.

5. Véase al respecto Morreale, «Apuntes bibliográficos...», art. cit., especialmente p. 225 y José María Viña-Liste, Cronología de la Literatura Española. I Edad Media. Madrid, Cátedra, 1991, p. 127.

6. Faulhaber, Medieval Manuscripts..., op. cit. p. 517.

7. Carlos Alvar, «Notas para el estudio...» art. cit., especialmente p. 34; Traducciones y traductores, op. cit., p. 342 y de Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megias, Repertorio..., op. cit., p. 97; Margherita Morreale, «Apuntes bibliográficos...», art. cit. p. 225.

8. Maribel Andreu Lucas, La amplificación..., op. cit., p. 16.

9. Para más detalles vid. infra nota 28 y especialmente mi «Nota-reseña de R. Mondola...», art cit., pp. 322-3.

10. Al describir los catálogos señala: «Dutton ha confirmado la teoría de Rodríguez Moñino y Brey Marino según la cual el manuscrito es autógrafo» (p. 33). Dutton solo advertía «parece autógrafo», sin citar catálogos previos. Lo que era un problema de descripción material del testimonio, que se transmitió de crítico a crítico, Mondola lo eleva a «teoría de la anterioridad de la versión manuscrita» (p. 33), la cual afirma que Morreale sostiene, aunque ella decía (p. 225): «[el texto] es el mismo que el de las coplas de las impresión de 1515» y «R.M dan la letra como del XV. En efecto el período que culminó con la publicación [...] pudo empezar años atrás». Plantea luego que Alvar «ha manifestado adherencia a la teoría», pero Alvar le dedica pocas líneas a Villegas recuperando con precauciones a Dutton y Morreale: «Es posible que el manuscrito [...] sea autógrafo [...] y es casi seguro que se trata del mismo texto que publicó Fradrique [...] en 1515» (p. 34). Estos críticos nunca hablan de «versiones», solo plantean que el texto es el mismo: i.e. la misma «versión» de la traducción, en un caso transmitida en un manuscrito, en el otro en la imprenta. Esta distinción es fundamental para advertir el problema, cómo lee mal a unos y a otros, incluido mi aporte de 2013c. Dirá: «Hace algunos años, en mi libro Dante nel Rinascimento castigliano dediqué un párrafo al problema de la transmisión textual de la traducción dantesca de Villegas, ateniéndome a la hipótesis de Morreale y Alvar que, como he dicho, sostenían la posterioridad de la edición burgalesa. Sucesivamente, en un estudio sobre las variantes entre el manuscrito y el impreso recién aparecido, Hamlin ha afirmado que el manuscrito de Nueva York no fue el que sirvió para la versión impresa y que ‘todo indicaría, pues, que el texto de la Comedia que nos transmite el manuscrito se trata de una copia de un subarquetipo anterior [...].’ Aunque a primera vista las palabras de Hamlin representen un cambio de orientación significativo, la frase con la que concluye su trabajo [...] confirma que, haya pesar [sic] de haber sido copiada después de 1515, la versión manuscrita transmite un estadio de la traducción precedente al impreso» (p. 33). Nótese cómo aduce que en 2011 se atenía no sólo a Morreale sino a Alvar, pero en el párrafo que le dedica al tema (p. 46), no menciona el trabajo de Alvar (que aparece citado recién en la p. 165, en relación a otra cosa). Además, no parece entender los planteos de Morreale, quien nunca sostiene que el ms. es una «versión» anterior. Finalmente recorta mis argumentos, tal vez para asestar una contradicción inexistente, pues en mi estudio aclaro exactamente eso: «la versión que nos trasmite el manuscrito es copia de una anterior, tanto al manuscrito como al impreso, que presenta lecciones en su mayoría similares a las del impreso y otras no tanto» (2013, p. 285). Esta operación más narrativa que científica le permite plantear luego mi misma hipótesis (vid. infra nota 84). Reduce también el objeto de mi estudio: dice que es «sobre las variantes», cuando le dedico a las enmiendas un apartado (pp. 281-7). Así es que luego destaca que «las abundantes correcciones» son «el elemento de mayor interés» de su trabajo (p. 34), como si fuera un objeto novedoso no abordado. Remito a la reseña crítica del libro de Mondola de Lucía Megías «Sobre textos, traducciones y otros demonios...», art. cit.

11. Se suele catalogar dentro de los ejemplares impresos de la traducción el II-2544 del Palacio Real aunque, según lo que pude corroborar en mi examen del ejemplar, cuenta solo con los cuadernillos P-Q6 donde se transmiten los tratados: «Aversión al mundo y conversión a Dios», «Querella de la fe» y «Sátira dezena del Juvenal». Sucede lo mismo con el ejemplar de Santander (Menéndez Pelayo, 57), motivo por el cual no lo incluí en esta lista.

 

12. Sigo aquí la descripción de Fernández de Valladares, La imprenta..., op.cit., p. 447.

13. De los 37 ejemplares que he consultado muy pocos carecen de marcas de uso: BNE R-2510 y R-2529; el del Senado, el BL C.56.f.9, el de Boston, el i-128 (excepto por la paginación que se agrega en el margen superior derecho).

14. Sigo las pautas de transcripción que Alberto Montaner Frutos (Prontuario de bibliografía: pautas para la realización de descripciones, citas y repertorios, Gijón, Trea, 1999, pp. 77-9) recomienda para las descipciones, según la modalidad «paleográfica simplificada».

15. Así denomina Morreale a este segmento paratextual (p. 226). Habría que señalar, sin embargo, que no se trata estrictamente de una «fe de erratas» según lo que ésta significaba para la legislación de impresos de los siglos XV-XVI (i.e. un documento preliminar que certifica que la obra impresa está conforme con el manuscrito excepto por las erratas indicadas, firmado por el corrector del Consejo. Véase Montaner Frutos, op. cit, p. 131). Conservo esta terminología, sin embargo, por una cuestión de economía, haciendo referencia con ella a lo que entenderíamos hoy por «fe deerratas», es decir, una lista de los errores que el mismo autor observa en su libro, e inserta en el mismo al final o al comienzo, con la enmienda que de cada una debe hacerse. En este caso, por el tipo de enmiendas señaladas así como por su redacción es muy probable que esta «fe de erratas» sea del propio Fernández de Villegas y no del impresor o del corrector de la imprenta.

16. Véase para todo esto Morreale, «Apuntes bibliográficos...», art. cit., especialmente pp. 226-7.

17. Al ejemplar de la UCM y los de la BNE (R/2531 y R/30767) les falta el último folio del último cuaderno (Q6). A R-2474 le faltan los folios exteriores de los cuadernos P y Q (P1, P6, Q1 y Q6), mientras que al del Senado de Madrid le faltan los últimos dos folios (Q5 y Q6). La ausencia, en estos casos, se deba a pérdida por uso.

18. Véase al respecto Jaime Moll, «Problemas bibliográficos del libro español en el siglo de Oro», BRAE, 59 (1979), pp. 49-107, especialmente pp. 57-76 y Lilia Ferrario de Orduna, «Editar impresos en el siglo XVI y XVII», en Germán Orduna, Ecdótica. Problemática de la edición de textos, Kassel, Edition Reichenberger, 2000, pp. 113-163, especialmente pp. 118-122.

19. Andreu Lucas (La amplificación..., op. cit., p. 21) trae a colación los 5 ejemplares citados por Morreale (Madrid, Barcelona, Londres, Ravenna, Nueva York) a los que agrega solamente el de la Fundación Marco Besso.

20. El caso más elocuente es el de cerrado/cerrados en VII, 9h, error que además de corregirse en algunos ejemplares se señala en la fe de erratas. Para más datos véase mi edición crítica: El Infierno de Dante traducido por Pedro Fernández de Villegas (1515). Edición crítica y estudio. Cilengua, San Millán de la Cogolla, 2020 (en prensa).

21. Se trata de agregados u omisiones introducidas para salvar descuidos en la cuenta del original, o subsanar una inadvertencia. Véase Francisco Rico «Crítica textual y transmisión impresa (para la edición de La Celestina)», Imprenta y crítica textual en el Siglo de Oro, Valladolid, Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, 2000, pp. 223-241, especialmente pp. 230-231.

22. Fernando Lázaro Carreter, «Poética del arte mayor castellano», Studia Hispanica in honorem R. Lapesa, I, Madrid, Gredos, pp. 343-378, cita en p. 351. Profundizaré en todas estas cuestiones en el próximo capítulo.

23. Cito tan sólo un ejemplo: «En el canto treinta y vno copla que comiença ‘desciende nos baxo’ verso segundo dize ‘cociton elado’ ha de dezir ‘cocito elado’» (O8v). El verso completo dice «del Cocito[n] elado do yr procuramos». Cada hemistiquio del verso de arte mayor posee sin excepción dos tiempos marcados, separados entre sí por dos sílabas átonas — ó o o ó — (vid. infra 2.1.1). En este caso, la presencia de la «n» impide la sinalefa necesaria para que haya dos sílabas átonas entre cada ictus («del| Có|cy|to_e|lá|do»).

24. Antonio Rodríguez-Moñino y María Brey Mariño, Catálogo de los manuscritos poéticos castellanos existentes (siglos XV, XVI y XVII) en la Biblioteca de The Hispanic Society of America, New York: The Hispanic Society of America, 1965, tomo II, p. 52. Margherita Morreale, «Apuntes...», art. cit., p. 225.

25. Faulhaber, Medieval Manuscripts..., op. cit., p. 517.

26. Transcribo de aquí en más del ejemplar I/B/21 de la Real Biblioteca, consignando folio entre paréntesis. Para los pasajes de la glosa dispongo antes del folio el número de canto y copla. En mi transcripción desarrollo abreviaturas, regularizo y modernizo el uso de mayúsculas y uso criterios actuales de acentuación, puntuación y separación de palabras. El resaltado de aquí en más será siempre mío. Para una transcripción total del prólogo puede consultarse el tomo II de mi tesis doctoral (http://repositorio.filo.uba.ar) o mi edición crítica de la traducción: El Infierno de Dante..., op.cit.

27. Nótese el acento que Villegas le pone, en la primera cita, a su «servicio». En ese sentido es interesante tener en cuenta el trabajo de Marina Núñez Bespolva sobre el mecenazgo nobiliario en la época de los Reyes Católicos, donde aclara: «Para la época que nos interesa, el mecenazgo se manejará con un modelo paralelo al feudal, en el que el vasallaje también será el sistema que predomine en el ámbito cultural» («El mecenazgo nobiliario en la literatura de la época de los Reyes Católicos. Primera aproximación» en Nicasio Salvador Miguel y Cristina Moya García, eds., La literatura en la época de los Reyes Católicos, Madrid, Iberoamericana, 2008, pp. 167-188, p. 176). Aquí, además, analiza el tipo de mecenazgo entre nobles y religiosos dividiéndolo en tres categorías: escritor religioso anónimo, capellán del noble y finalmente los religiosos relacionados con la corte real (ibid., p. 180). Villegas podría ubicarse en alguna de las últimas dos categorías pues, aunque es un religioso al servicio de una noble, como se verá en 3.1.2 el palacio del Condestable (la Casa del Cordón) del que Juana es señora hospedaba en esa época a la corte regia.

28. Margherita Morreale, «Apuntes...», art cit., p. 225. Mondola (Dante nel Rinascimento..., op. cit., p. 44-5) señala: «Il manoscritto presenta una letra quattrocentesca, particolare da cui Margherita Morreale ha dedotto che Villegas abbia iniziato a lavorare alla traduzione dell’Inferno poco dopo essere tornato in Castiglia [...]. La prima pagina del manuscritto è di fondamentale importanza poiché presenta l’opera e informa che Villegas «glosò y comentó» la Comedía [...]. Ciò costituisce la prova che, già alla fine del Quattrocento, don Pedro avesse elaborato il ricco comento che avvolge i versi nell’edizione del 1515 [...]».

29. Carlos Alvar, «Notas para el estudio...», art. cit., p. 34.

30. Maribel Andreu Lucas, La amplificación..., op. cit., p. 14.

31. Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías, Repertorio..., op. cit., p. 96-7.

32. Villegas señala su parentesco con Pérez de Vivero y su participación en la condena del Condestable en la glosa al canto I. Transcribo el pasaje en el capítulo III (específicamente 3.2.1). Sobre este personaje, uno de los más vituperados en la Crónica de Álvaro de Luna, véase: Alfonso Franco Silva, «Alfonso Pérez de Vivero, Contador Mayor de Juan II de Castilla: un traidor y su fortuna», Hispania: Revista Española de Historia, vol. 47, nº 165, 1987, pp. 83-116. Nótese que este dato, ausente de mis artículos, así como la bibliografía a la que reenvío, se encuentra en mi tesis doctoral (2012a) en la p. 36.

33. Véase para todo esto Miguel Salvá y Pedro Sainz de Baranda, «Memorias del doctor don Pedro Fernández de Villegas, arcediano de Burgos» en Colección de documentos inéditos para la historia de España, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1852, vol. XIX, pp. 408-435, referencia a su viaje a Italia en p. 415.

34. Pablo Puente Santidrián, «Fernández de Villegas, humanista ascético, traductor de Plutarco», Burgense: collectanea scientifica, nº 11 (1970), pp. 409-414, referencia a la fecha del viaje en p. 409.

35. En la glosa a la copla 24 del canto IV donde aparece Cicerón, Villegas añade una anécdota, sobre su hija y su sepultura, que según fuentes modernas sucedió en agosto de 1485: «Fue fallada y abierta la sepultura desta, el año de mill y quatrocientos y ochenta y cinco, que fue el primer año del pontificado del papa Inocencio Octauo. Tenía una cobertura de cierta confación como vna costra, [...] traxéronla a Roma de donde fue fallada que hera cerca del Monesterio de las Tres Fontanas, y yo la vi en el Capitolyo, que residía yo estonces en la Corte Romana» (IV, copla h8v). Analizo con más profundidad este fragmento en 6.1 y en Hamlin 2012d, pp. 459-60. Es pertinente destacar que este dato —igual que todos los de este capítulo— está presente en mi tesis (p. 36) —usado igual que aquí para corroborar la fecha del viaje de Villegas a Italia—, la cual se encuentra online desde febrero de 2015 (repositorio.filo.uba.ar).

36. Enrique Flórez, España sagrada. Contiene el estado antiguo de las Iglesias de Auca, de Valpuesta y de Burgos, Madrid, Oficina de Pedro Marir, tomo XXVI, 1771, p. 411.

37. Jerónimo Zurita, Historia del Rey Don Hernando el Católico. De las empresas, ligas e de Italia, Zaragoza, Impresores del rey de Aragón, 1580, Libro I, cap. XXXI: «De la embajada que los reyes de Navarra y Francia enviaron al rey estando en Medina del Campo». Cito de aquí en más según la edición electrónica de José Javier Iso y Pilar Rivera, Institución Fernando el Católico, 2005.

38. Cfr. por ejemplo, María Esther Alegre Carvajal, «Prestigio, ciudad y territorio. El papel de Berlanga de Duero dentro de la estructura de poder de los Velasco, Duques de Frías», Tiempos Modernos. Revista electrónica de Historia Moderna, vol. 6, nº 18 (2009), pp. 1-21, p. 10.

39. Véase al respecto Alfonso Franco Silva, «El mariscal García Herrera y el marino S. Pedro Franco Silva Niño, conde de Buelna: ascenso y fin de dos linajes de la nobleza nueva de Castilla», Historia, Instituciones, Documentos, nº 15 (1988), pp. 181-216, especialmente p. 197 y también La fortuna y el poder. Estudios sobre las bases económicas de la aristocracia castellana (s. XIV-XV), Cádiz, Servicio de Publicaciones de Universidad de Cádiz, 1996, p. 519.

40. Jerónimo Zurita, Historia..., op. cit., Libro 3, cap II, «de la venida de la princesa Margarita a Castilla».

41. En el IADF (Ma. Teresa Peña Marazuela y Pilar León Tello, Pilar, eds., Inventario del Archivo de los Duques de Frías I. Casa Velasco. Madrid, Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1955) el testamento de doña Blanca está registrado en el legajo 2388 (p. 395), con fecha 13 de noviembre 1499 y se reenvía al Archivo de los Duques de Frías. Catálogo Antiguo, leg. 180, nº 23 donde se establece la fecha de su muerte el 18 de noviembre de este año. Véase Franco Silva, La fortuna..., ibid.

42. IADF, leg. 2392, p. 395 (ADF, Leg. 180, nº 27). Estos documentos han recibido una nueva catalogación en el Portal de Archivos Españoles (PARES). En este caso: Archivo Histórico de la Nobleza (AHN), Frías, FRIAS, CP. 270, D. 5.

43. Según la nueva catalogación: AHN, FRIAS, C.600, D.4. Para más datos acerca del casamiento de Juana de Aragón, su fecha y sus implicancias políticas véase Franco Silva, Entre los reinados de Enrique IV y Carlos V. Los condestables del linaje Velasco (1461-1559), Jaén, Universidad de Jaén, 2006, pp. 111-2.

44. Falhauber (Medieval Manuscripts..., op. cit., p. 517) en la descripción del ms. B2183 de la Hispanic Society se basa en la fecha de casamiento que apunta Zurita para establecer 1501 como terminus a quo, seguramente desconociendo los datos que arroja el Archivo.

 

45. Bernáldez, Andrés, Memorias del Reinado de los Reyes Católicos, Manuel Gómez-Moreno y Juan de Mata Carriazo, eds., Madrid, Real Academia de la Historia, 1962, pp. 584 y 595.

46. Leg. 180, nº 36 (IADF, leg. 2405, p. 397). Según la nueva catalogación de PARES: AHN, Frías, C. 600. D.12.

47. Véase la transcripción realizada por Cristina Jular (grupo CRELOC) de Fernández de Velasco, Pedro, Origen de la Ylustrísima Casa de Velasco, Ms. 3238 BNE, fol.63 r y 63v: «Fue doña Juana de Aragón alta de cuerpo [...]. Y de aý a año y medio que ella murió, fallezió el condestable don Bernardino, su marido, y enterrósse con sus mugeres en Santa Clara de Medina de Pumar». Siendo que Bernardino muere el 9 de febrero de 1512 (Franco Silva, Entre los reinados..., op. cit., p.116), la fecha de la muerte de Juana debe ubicarse circa agosto de 1510. Franco Silva señala que muere en marzo de 1509 (ibid., p. 112), basándose en el testamento. Sin embargo, un testimonio notarial fechado el 30 de abril de 1510 menciona la provisión que hizo Juana en esa fecha (Archivo de Real Chancillería de Valladolid, Pergaminos, caja, 49,13). Este es, de hecho, el último documento en el que se registra a Juana viva, lo que se condice con la fecha de muerte que deduje del documento anterior.

48. En su libro de 2011 (p. 45) Mondola fechaba tanto la traducción como la glosa en el s. XV (vid. supra nota 28). Más allá de no aludir a la fecha del matrimonio de Juana, refería a su muerte así: «Il decesso di doña Juana, la cui datazione precisa è però incerta» (p. 26). En 2017, sin embargo, propone las mismas fechas (matrimonio y muerte) de datación y las dos etapas de confección del texto que en mis artículos (pp. 15-8 y 24-7, vid. supra mi Introducción y la reseña de Lucía Megías «Sobre textos...», art. cit.). Añade, sin embargo, un análisis un tanto apresurado respecto de la fecha de muerte de Juana: «lo señala la hija del rey en su testamento, firmado en Haro el 5 de marzo de 1509. Lamentablemente [...] la muerte la sorprendió unos años antes de 1515, como atestigua el testamento de Bernardino Fernández de Velasco (1 de marzo de 1511) en el que el condestable declara haber enviudado: ‘Bernardino Fernández de Velasco [...] viudo de Doña Juana de Aragón [...] manda enterrarse en la Capilla que hizo esta señora’» (p. 16-8). A partir de esto, en la p. 27 sostiene que es 1511 la fecha en la que muere Juana, la cual utiliza también para fechar el texto. Procede citando una fuente diversa —el testamento de Bernardino— a la mencionada por mí —el ms. de P. F. Velasco—. Sin embargo, esa entrada del testamento carece de datos suficientes y necesarios, pues la parentética «viudo de doña Juana de Aragón» no es una declaración de «viudez» reciente, como Mondola interpreta: no arroja fecha precisa ni sugiere que haya enviudado ni ese marzo, ni en febrero, ni en enero. Es, como señaló Lucía Megías («Sobre textos...», art. cit.), una simple declaración de su estado civil y, agrego, de su relación con la fallecida, junto a la cual solicita ser enterrado. El historiador Franco Silva analiza el testamento de Bernardino (Entre los reinados…, op. cit., p. 116-8) y, con mejor tino, no hace una derivación semejante; al contrario, señala que la fecha de muerte de Juana (p. 112) es cercana a su propio testamento de 1509 (desconociendo, seguramente, el documento del Archivo de Valladolid antes citado, vid supra).

49. Del primer tipo de tachadura se observan en el manuscrito 142 casos, de los cuales el 78% (109) se concentran en los primeros 17 cantos; del segundo tipo de tachadura se observan 159 casos, de los cuales el 66% (89) se concentran luego del canto XVIII.

50. Poseen el mismo trazo y color de tinta. El primer caso se corrobora fácilmente pues la tachadura está en el mismo folio que el caso de tachadura y enmienda del ej. 8. El segundo (XXV, 2g, en el folio 85v) se verifica pues es la misma tinta que en el verso 9c en el folio siguiente (86v) agrega un «y» al margen y tacha el «con», siguiendo la lección del al impreso, y que en 87r corrige el «primero» (ejemplo 9).

51. Véase para todo lo anterior Cesare Segre, «Appunti sul problema delle contaminazioni nei testi in prosa», Studi e problema di critica testuale, Bologna, Commissione per i Testi di Lingua, 1961, pp. 63-67.

52. Tiene razón Mondola 2017 al separar los ejemplos de esta mano (que él presenta en su p. 40) de los de mi cuadro I, 5 (presentados en su p. 38), los cuales yo disponía en un mismo cuadro en 2013 (p. 283).

53. De hecho, la letra de la enmienda presenta los mismos ataques, las mismas ligaduras entre «s» y «e» o entre la «c» y la «a» que la mano de las «glosillas». Puede compararse el «delante» del ej. 16 con el «adelante» que se lee en la última glosa de Par. I, copla 3: la ejecución es exactamente igual. También el «nunca» del ej. 13, con el de glosa a la copla 23 de Purg. I que, aunque abrevia la nasal como es común en la glosa, es también igual. El ataque del «nunca», además, también es muy similar al del «nuestro» (glosilla a Purg. I, 5). La ejecución del «aba» en «guardaba» y «acaba» (ejs. 12 y 13) es igual a la de «ocupaba» (glosilla a Par I, 14).

54. Corrijo aquí la errata en mi transcripción de este verso de 2013c (p. 283): no es «capuzase» sino «çapuzase» —«çapuzar» aparece numerosas veces en el texto: VIII, 9b; XXI, 7f; XXII, 18d, XXXIII, 19f—, pues el verso de abajo fue borrado y corregido (vid. infra el último tipo de enmiendas) y con ello se borró la cedilla que se hace volada abajo. Al no interesarle el verso primigenio —pues lo tacha—, el corrector no repone la cedilla.

55. Aclaro que mi errata de 2013b —«llagas» (p. 283) en lugar de «llagados»— fue detectada y corregida ya en mi tesis doctoral de 2012: Primera traducción impresa..., op. cit., p. 43 (<http//repositorio.filo.uba.ar>).

56. De aquí en más, para referirme a la forma estrófica dantesca utilizaré siempre el término en italiano terzina, pues su equivalente en español —terceto, tercetillo— no logra, desde mi punto de vista, condensar y connotar todo lo que la terzina dantesca implica. Remito al próximo capítulo, apartado 2. 1, especialmente a la nota 11.

57. Es probable que el texto fuente del Inferno que Villegas utilizó para su traducción fuera un ejemplar de la Commedia con el Comento de Landino —pues como sabemos traduce partes del Comento en su glosa—, que habría conseguido en su viaje a Italia. Este impreso, editado muchas veces desde su edición princeps de 1481 (Commedia di Dante Alighieri: col comento di Christoforo Landino, Firenze, Niccolò di Lorenzo della Magna), sólo se edita dos veces más antes de la fecha de regreso de Villegas de Italia: en Venezia, 1484 y en Brescia, 1487. Según el estudio filológico de Procaccioli, estas tres primeras pueden considerarse idénticas en lo que al texto poético se refiere, salvo por algunas diferencias que no pasan de ser «interventi correttori [...] ancora ridotti nelle due edizioni del 1484 e del 1487». Sobre las variantes de estas y otras ediciones: Paolo Procaccioli, Filologia ed esegesi dantesca nel ‘400. L’«Inferno» nel «Comento sopra la Comedia» di Cristoforo Landino, Firenze, Olschki, 1989, cita en p. 16. Remito, pues, al texto de la princeps, según la edición crítica de Procaccioli (I commenti danteschi dei secoli XIV, XV e XVI, Roma, Lexis Progetti Editoriali, 1999). Igualmente, es probable que Villegas se haya servido de (o haya consultado) algún otro testimonio de la Commedia (vid. capítulo 2, nota 18). Para facilitar la exposición, sin embargo, sigo el texto establecido por Georgio Petrocchi en su edición crítica (Alighieri, Dante, La Commedia secondo l’ antica vulgata, Firenze, Le Lettere, 1994) el cual no presenta variantes significativas respecto del impreso en ninguno de los versos que citaré, sólo mínimas divergencias ortográficas. En los pocos casos de variantes, las señalo en nota. Una copia digital de la Commedia de 1481 puede consultarse en <http://gallica.bnf.fr>.

58. Para la nomenclatura y explicación de los diversos procedimientos de traducción remito al apartado 2.1.2.

59. Los versos son «[...] la omnipotençia, sapiençia y amor/ al tiempo que fue toda cosa creada/ eterna me fizo en aquella jornada/ con otras creaturas de eterno vigor» (5-8). El texto dantesco correspondiente es: «Fecemi la divina podestate,/ la somma sapïenza e ‘l primo amore./ Dinanzi a me non fuor cose create/ se non etterne e io etterno duro» (III, 5-9).

60. Resulta pertinente transcribir toda la copla, así como aparece en el impreso: «El otro magnánimo que me fablaba/ ni más mudo cuello ni menos aspecto/ mas antes continúa el primer intelecto/ de aquellas palabras que yo le narraba/ ‘sy el arte que dizes no fue bien usada/ aquello es’ me dixo ‘mas graue despecho/ y más me atormenta que no aqueste lecho/ de pena tan cruda qual te es demostrada’» (X, 12).