Traducción, humanismo y propaganda monárquica

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Z serii: Parnaseo #36
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Y si, aun considerando los específicos presupuestos que guiaban la labor de los traductores de finales del siglo XV, la traducción de Pedro Fernández de Villegas resulta inconcebible —como debió resultarlo incluso para muchos de sus contemporáneos—, ello se debe más bien al hecho de que, engendrada en un momento de renovación socio-cultural, vuelve su mirada hacia una tradición que ya va siendo superada y no se hace partícipe de los nuevos intereses, ateniéndose únicamente a los que compartieron el propio traductor y su protectora, a quien, en última instancia, iba dedicada la obra.32

Es tanto por su cariz didáctico-moralizante como por la utilización de una forma estrófica que está un tanto pasada de moda que se juzga este texto como «atrasado» e inconcebible. Esta perspectiva, sin embargo, resulta tal vez un tanto apresurada pues no tiene en cuenta la vigencia real de las tradiciones literarias y hermenéuticas a las que adscribe y, por tanto, su funcionalidad y relevancia, a la vez que asume que adoptar una postura didáctica implica no ser «partícipe de los nuevos intereses». Muy por el contrario, intentaré demostrar cómo el texto de Villegas es un fiel exponente de las tendencias literarias y de las preocupaciones histórico-culturales más vigentes durante el reinado de los Reyes Católicos.

Habría que mencionar, asimismo, dos artículos de Roxana Recio dedicados a Villegas. El primero se centra en indagar dentro del prólogo de la versión impresa del Infierno el desarrollo de ciertas reflexiones de Villegas sobre la actividad traductora. Por tanto, no tiene por objetivo el análisis del texto poético en sí.33 En el segundo se dedica a cotejar estas reflexiones sobre la práctica traductora y glosadora del prólogo con algunos contados pasajes de la traducción y comentario del canto I y V, para probar cómo «Villegas es el primer traductor castellano que hace lo que dice, o sea, que la teoría para él es práctica».34 Este estudio, por su brevedad, no se detiene demasiado en el estudio de la traducción en sí, ni en su funcionalidad específica, más que cuando asevera que es un traductor que «presenta la parte poética según criterio propio, adaptándola a su cultura» (p. 38). Estudia también cómo Villegas reutiliza y traduce el Comento de Landino, aunque explica los cambios sólo desde la perspectiva de la necesidad de acomodarla a sus lectores con un propósito didáctico y como un «propagandista de la fe católica» (p. 31). La «adaptación cultural», por tanto, se relaciona ya a la elección de la forma estrófica castellana —en cuyas implicancias culturales profundas no ahonda demasiado— ya al matiz más moralizante de la traducción del texto poético y del comentario. Más allá de esta perspectiva que se centra también en la funcionalidad «moral», al final de su trabajo asevera que «esta traducción definitivamente es una obra no sólo para ser recordada a manera de curiosidad bibliográfica, sino para ser analizada y darle el valor que se merece» (p. 38).

Todos los trabajos relevados hasta aquí, además, se dedican casi exclusivamente a la traducción, con la excepción del último estudio breve de Recio. La tesis inédita de Thomas Rea Fine es el único estudio que se centra con prioridad y de manera bastante exhaustiva en su glosa.35 Las relaciones entre el comentario y la traducción o, más específicamente, el análisis de cómo la glosa apoya, acota y/o expande las connotaciones del texto poético resulta muy esporádico. Su objetivo primordial, de hecho, es probar la intención didáctico-moralizante que determina toda la interpretación de Villegas en el comentario, tanto del texto dantesco como del de Landino, a través de un análisis pormenorizado de su selección de fuentes bíblicas, patrísticas, clásicas y de autores vernáculos. Según se establece en la Introducción, el problema principal de Villegas es la interpretación moralista que hará de Dante, en comparación con la de Landino (p. 7). Villegas, según Fine, además de un moralista es, al mismo tiempo, un «medieval theologian» y un «medieval commentator».36 Sin embargo, como me dedicaré a exponer con detalle en el capítulo 6, esta perspectiva resulta bastante reductora por varios motivos. Destaco aquí solamente que al enfocarse en los aspectos doctrinales del texto —cuya importancia es innegable— no logra percibir la funcionalidad de tantos otros pasajes del comentario que sólo se pueden explicar desde la perspectiva de lo que Lawrance ha denominado «humanismo vernáculo» y que impiden rotular a Villegas como un simple «moralista» medieval.37

Finalmente, en noviembre de 2011 salió a la luz la tesis de Roberto Mondola. En el primer capítulo Mondola resume lo que se sabía hasta ese momento acerca de la vida de Villegas y de Juana de Aragón —la mecenas—, presenta el texto y las características de sus testimonios (manuscrito e impresos) repasando también lo que se decía en los catálogos. El centro de sus tesis será, por un lado, el capítulo sobre la traducción: le dedica el apartado más largo a su característica amplificatio y dos más breves a la relación de la glosa con Landino y la incorporación de auctoritates, tema ya abordado por Fine. Su perspectiva de análisis sigue siendo la misma: se detiene en la característica predominantemente didáctico-moralizante de la traducción y, en relación a la glosa, lo presenta también como «propagandista de la fe católica», igual que Recio. Asimismo, sigue de cerca a Beltrani (a quien cita al respecto) y a Andreu Lucas en la postura tal vez un tanto reductiva ya mencionada: hace hincapié en cuánto la traducción se aleja («allontana») del original de Dante, en su pesantez, en la «alteración», en las «palabras inoportunas» o «no pertinentes» y en los «inapropiados» e «irremediables» cambios. Los casos son innumerables.38 Por el otro, le dedica un capítulo a la cuestión de la lengua de la traducción («Tra arcaismo ed innovazione...»).

Es relevante señalar que en estos dos capítulos utiliza partes importantes de la tesis inédita de Andreu Lucas (1995) y varias secciones del artículo de Arce (1965). En mi reseña (2012-3) señalé que resultaba curioso que, aunque trabajara los mismos temas, no los cite.39 Dado que la misma dinámica de trabajo se observa en 2017 respecto de mis artículos,40 seré ahora más explícita. En primer lugar, Arce ofrecía una lista de latinismos e italianismos que no sigue orden alguno —en relación al número de canto—, lista que Mondola introduce con el mismo orden aleatorio.41 Dentro de estos, el caso tal vez más elocuente es el de la lista de latinismos que según Arce se testimonian en Villegas por primera vez (p. 26). Sólo cita a Arce en la primera nota al pie del apartado, al aludir al «hibridismo» del léxico de Villegas (p. 182). Algo similar sucede con la tesis inédita de Andreu Lucas, intitulada como ya dije La amplificación en el Infierno de Dante... Este es el nombre que recibe el apartado más largo del libro de Mondola («Le amplificationes», pp. 113-45), donde sigue todos los ejes temáticos que tipificó y analizó Andreu Lucas, utilizando los mismos ejemplos,42 aunque los intercala y les da un nuevo orden. A Andreu Lucas la cita una sola vez (p. 184) en el siguiente capítulo, respecto de la introducción de un término (giron). Todo esto demuestra cuán apegado está este libro de 2011 a los trabajos anteriores.

El panorama repasado evidencia cómo hasta el momento de mi investigación doctoral, comenzada en 2008 y culminada en 2012, los estudios sobre esta traducción habían abordado el problema de la lengua, del léxico, de sus amplificaciones u omisiones, dando cuenta de la marcada intencionalidad didáctico-moral de Villegas pero desatendiendo su funcionalidad contextual, sea política y/o cultural. La relación entre glosa y traducción, así como la manera en la que el contexto particular de Castilla se inscribe en el texto y determina la lectura y traducción del texto dantesco eran todavía un objeto inexplorado.

Es preciso aclarar que mis estudios doctorales fueron casi simultáneos a los de Mondola. La noticia de su libro —el cual se imprimió en noviembre de 2011 pero, como se ve en la página web de la editorial napolitana, se distribuyó en 2012—, la recibí cuando mi tesis ya estaba terminada y siendo corregida por mis directores, en septiembre de 2012. Dado que su libro no representa un cambio de perspectiva respecto de estudios anteriores, mi abordaje resultó ser igual de pertinente que antes. No obstante, destaco que mis aportes principales a la temática —la identificación de la corte regia y de la Casa del Cordón como el contexto de emergencia de la traducción, la postulación de dos etapas hermenéuticas en las que se compone el texto y su re-datación a partir del análisis de documentos históricos y de la glosa, la filiación de los testimonios, las relaciones de la glosa con las corrientes más en boga del humanismo, así como la funcionalidad eminentemente apologética del texto— estaban ya delineados antes del primer libro de Mondola.43 En efecto, desde mi trabajo 2012b (enviado a RLM en 2010), el eje de mi investigación ha sido la funcionalidad política —particularmente la apología y propaganda regia— tanto de la traducción poética como de la glosa, al haber probado —como desarrollaré en este libro— la relación de Villegas con la corte regia, de su traducción con textos proféticos que circulaban aplicados a Fernando y de la glosa con todos los discursos y tópicos usuales de la propaganda política fernandina. Quizás sea preciso destacar que en su libro de 2011 Mondola tenía un apartado titulado «Nazionalismo militante e cultura cattolica di Villegas», donde se dedica superficialmente al tema. Presenta a Villegas como propagandista de la fe católica, por su «militante adesione al programma monarchico: egli ricorda che [...] i due sovrani hanno estirpato ‘las heregías [...] del judaísmo’» y también la «espuricicia mahometica» (56). Es decir, su adhesión al «programma monarchico» se relaciona directamente con «l’adesione convinta al processo di omogeneizzazione religiosa promosso dai Re Cattolici» (56) y se manifiesta ya sea en pasajes de la glosa donde elogia a sus personas o a personajes como Fernández de Córdoba (60-1) o donde demuestra un «appoggio propagandistico al ruolo dell’ Inquisizione» (57), ya sea en versos agregados de índole moralista o condenadores de ciertos personajes —como los epicúreos (58-9)—. Todo le permite concluir que Villegas es un «difensore della Santa Chiesa» (60). En la p. 61 sí relaciona el «nazionalismo militante» con «i toni apologetici riservati al Gran Capitán» (60) y señala que Villegas inserta una «apologia dei Re di Spagna, sicuri nella loro fede al credo cattolico, eccellenti in virtù e in bontà» (62). El «apoyo propagandístico» o la «militancia» en la glosa se reduce, así como lo planteaba Mondola, o bien a una propaganda religiosa —apoyo de sus políticas contra judíos, moros y herejes— que se explica por el «catolicismo» de Villegas, o bien a la inclusión de pocos pasajes exaltatorios de un personaje particular.44 El alcance real de la funcionalidad política del texto de Villegas, así como los parámetros históricos y político-ideológicos que influyen en su apropiación y reescritura de la materia dantesca —en sus dos instancias, traducción y glosa— no fue analizado.

 

Como se desprende de estas líneas, al comienzo de mi investigación resultó fundamental un replanteamiento de las problemáticas en torno a este texto que, sin negar sus rasgos e influencias medievales, lo concibiera a su vez como un exponente de las tensiones inherentes del propio humanismo peninsular, así como del contexto particular de la España de los Reyes Católicos. En este sentido, es preciso hacer otra breve aclaración. El tema de la existencia o no de un humanismo castellano durante el s. XV y principios del XVI ha generado una gran controversia entre la crítica, cuyas reflexiones opuestas están representadas por Round y Rico como sus principales detractores y del otro lado de la orilla Di Camillo —y posteriormente Russel— en su defensa.45 En este estudio, sin embargo, fueron de mucha utilidad los postulados que formula Lawrance cuando propone la noción de «humanismo vernáculo», en los que sugiere tomar ciertos recaudos a la hora de utilizar la vara del humanismo italiano para medir el humanismo en la Península y así lograr apreciar las particulares características que el mismo supuso en un contexto diverso como es el español.46 Es pertinente señalar que, aunque tal vez no con esta formulación explícita, Di Camillo ya había aludido a un humanismo de características «vernáculas».47

Asimismo, hay que aclarar, el estudio del comentario de textos en los siglos XV y XVI ha cobrado un nuevo vigor en los últimos años gracias a críticos como Weiss, Miguel-Prendes, Cortijo Ocaña, Codoñer y Jiménez Calvente, entre otros, que han comenzado a considerarlo como un género independiente.48 Impulsados por su rechazo a ciertas concepciones en las cuales se lo tilda de discurso complementario —derivadas de la postura de Cesare Segre, quien le confiere al comentario una posición de absoluta subordinación respecto del texto—,49 dichos críticos han rescatado la calidad literaria y discursiva de estas obras tan populares en la España tardomedieval, así como su gran valor por el material que aportan para la comprensión de las actitudes literarias de la época.50 En este sentido, considero muy pertinente el análisis de la obra de Villegas, pues, como señala muy bien Miguel-Prendes, «entendida desde el horizonte de expectativa del lector medieval, la glosa puede ser apreciada estéticamente; no es por tanto un texto complementario, sino una obra literaria por derecho propio».51

Finalmente, resulta necesario dar cuenta de un aspecto que es fundamental abordar a la hora de estudiar textos medievales y que, sin embargo, en la traducción de Villegas ha sido muy poco atendido: sus problemas de transmisión textual. Lo poco que se ha dicho al respecto se encuentra en trabajos de carácter general, es decir, en catálogos o estudios generales sobre la traducción en la Edad Media.52 En principio, al abordar no ya las descripciones y/o catálogos sino también los pocos trabajos que se han dedicado a este texto ya se pone en evidencia las incongruencias de la crítica a la hora de tratar de definir la fecha en la que habría comenzado el proceso de traducción, datada la mayoría de las veces a fines del XV. Además, se viene dando por sentada una relación de filiación entre el manuscrito y el impreso que puede ponerse en duda fácilmente si se tiene en cuenta la tendencia teórica de los últimos estudios que se centran en este período de los comienzos de la imprenta. Me refiero a las recientes advertencias sobre cómo la transmisión del impreso entronca con los mecanismos textuales de transmisión del manuscrito o, en otras palabras, cómo los impresos solían ser objeto de copias manuscritas. Es decir, los últimos estudios sobre filiación genética durante este período, en especial los trabajos compilados por Josep Lluís Martos, han comenzado a prestar atención y dar cuenta de las problemáticas derivadas de una dirección o sentido de la trasmisión textual que, aunque hasta ahora había sido muy desatendido por la crítica, no era poco habitual.53 Por tanto, la relación entre el testimonio manuscrito de nuestra traducción y su versión impresa, así como su datación, requirieron de una problematización minuciosa.

3. Hipótesis, metodología y estructura

Frente a tal estado de cosas, se impuso la necesidad de un estudio profundo sobre este texto que dé cuenta de problemáticas que no habían sido abordadas, como por ejemplo sus problemáticas de transmisión textual o la complejidad que el comentario le otorga al texto traducido. Respecto de la traducción, a su vez, he dejado clara la necesidad de superar la preferencia formalista por la inmediatez textual, por el análisis exclusivamente interno de la traducción (aunque sin desestimarlo) y entender el contexto como instancia necesaria de análisis. En este sentido, coincido con Funes y Delpy cuando establecen qué perspectiva será necesaria tomar para recuperar el interés sobre el campo de la traducción, tan central en los estudios posmodernos:

En el enfoque de la especificidad histórica del fenómeno de la traducción, en el trazado de sus perfiles histórico-culturales concretos, en ese campo es posible iluminar el sentido de esta pequeña parcela del quehacer humano y su relevancia en el conjunto de las producciones simbólicas de una cultura determinada. Allí todavía quedan cosas por decir.54

Más recientemente Di Camillo también señaló la necesidad, en el ámbito de la traducción medieval, de abordajes de este tipo: «Si bien se han abordado los problemas en torno a la teoría y la práctica de la traducción en la Castilla del XV, faltan todavía estudios que puedan iluminar las condiciones económicas o los mecanismos socio-culturales que por cierto incidieron en la tarea del traductor».55 Por tanto, en el estudio de esta traducción y su comentario resulta necesario salir del estrecho ámbito de las intenciones y connotaciones exclusivamente didácticas e incluir el estudio de sus huellas políticas, ideológicas y culturales y así lograr superar la visión acotada que se tiene sobre sus mecanismos de traducción. Con estos fines, la hipótesis fundamental que sustento aquí es que los mecanismos de interpretación y traducción en ambas instancias hermenéuticas —la de la traducción y la del comentario— están determinados, consciente o inconscientemente, por el contexto histórico-cultural del nuevo autor, a saber, el particular contexto político e ideológico del reinado de los Reyes Católicos y, a la vez, el contexto cultural paradójico de los comienzos del humanismo peninsular. La originalidad del presente estudio reside, entonces, en abordar la traducción y su comentario a partir del análisis de aquellos pasajes en los que mejor se evidencian los diversos procedimientos hermenéuticos en los que se pone en juego ese mecanismo cultural que Escarpit consideraba clave para entender el fenómeno literario: la «traición creadora».56 De este modo, es posible concebir la traducción no sólo como «apropiación cultural», sino también como «reescritura» y nueva instancia de puesta en obra, emergente de un contexto histórico cultural diferente de aquel de la Italia en la que había escrito Dante.

Teniendo en cuenta estas hipótesis, en este libro expondré: a) de qué manera tanto los protocolos de lectura como los acentos, opciones léxicas y métodos de traducción adoptados están determinados o influidos por un específico contexto histórico-cultural, a saber, el del reinado de los Reyes Católicos y, más específicamente, por las tradiciones culturales y literarias en boga en el período; b) de qué manera el discurso literario en la traducción y en el comentario reproduce en su entramado formal e ideológico los problemas (sociales, económicos, políticos) que afectan a España en los comienzos del siglo XVI; c) cómo la traducción y el comentario constituyen además una acción discursiva sobre ese contexto y d) los rasgos que permiten ubicar este «textus cum commento» más del lado del humanismo que del escolasticismo medieval.

En cuanto a la metodología de trabajo, ya he dicho cómo privilegio las relaciones entre texto y contexto. Me baso, pues, en el método histórico para el análisis de la forma literaria en relación con el contexto, de acuerdo con los paradigmas ofrecidos por el Neo-Historicismo y la «Lógica social del texto». Son fundamentales al respecto los postulados de Spiegel: 1- El estudio de la forma y el contenido no pueden deshistorizarse puesto que «genuine literary history must always to some extent be social and formalist in its concerns»; 2- El texto literario reproduce en su entramado formal un cierto contexto y a la vez constituye una acción discursiva sobre él: «All texts occupy determinate social spaces both as products of the social world of the authors and as textual agents at work in that world [...] texts both mirror and generate social realities».57

Habría que aclarar que adopto por sobre todo un enfoque hermenéutico de la traducción, que la concibe más que nada como interpretación.58 A su vez, para abordar el análisis textual de la traducción y de su proceso, utilizo los conceptos básicos y la metodología de la disciplina de la Traductología, redefinida por Holmes como «Estudios de la Traducción» (Translation Studies).59 Me han sido de utilidad, asimismo, los procedimientos que se describen en las teorías actuales de práctica de la traducción literaria,60 así como todos los estudios específicos de traducción en la Edad Media ya citados (vid. supra). En efecto, en mis primeros acercamientos a este texto, particularmente en el estudio de su estilo y sus mecanismos de traducción mediante el cotejo entre texto fuente (TF) y texto meta, he identificado ciertas variaciones respecto del original dantesco que no lograban explicarse sólo por motivaciones formales —necesidades métricas y/o de rima o aplicación específica de mecanismos típicos de traducción medieval—, sino que parecían tener también otras causas, más ideológico-culturales, y nuevas connotaciones, en las cuales se evidenciaría ese «desplazamiento» y «poder creativo» del que hablaba Copeland. Estos son los casos que, en mi abordaje, me han impelido a introducir como instancias necesarias de análisis el contexto político-cultural, así como los otros textos que circulaban en el período. Algunas de estas modificaciones no siempre han podido ser descritas con las herramientas teóricas que se suelen utilizar para abordar la traducción medieval,61 motivo por el cual las complementé con el marco teórico que ofrecen los estudios descriptivos de traducción, específicamente los aportes del Vázquez Ayora y sus diversas clasificaciones de los mecanismos usuales de trasvase. Esto me ha permitido ampliar el catálogo de procedimientos típicos de traslación en la Edad Media —amplificatio, abbreviatio, duplicatio, etc.—. Por tanto, al utilizar la nomenclatura de este crítico intento lograr una descripción más detallada de los dispositivos semánticos y sintácticos que se ponen en juego en el proceso de traducción y, a la vez, dar mejor cuenta de las diversas implicancias —sintácticas, semánticas e ideológicas— que conlleva la utilización de uno u otro mecanismo.

 

Por último, para abordar el fenómeno cultural de la traducción como reescritura me serví de los instrumentos teóricos ofrecidos por los estudios de Greenblatt y Chartier, en especial el concepto de apropiación cultural.62 Concebir la traducción como apropiación significa reconocerla como un proceso de producción cultural y reproducción que reconstituye al texto fuente de acuerdo con valores, creencias y representaciones preexistentes en la lengua meta. Así, al incluir elementos extranjeros y reconfigurarlos, la traducción refuerza, sostiene y reivindica la cultura meta. En este sentido, utilizo también la noción de ideología de Geertz —«es el intento de las ideologías de dar sentido a situaciones sociales incomprensibles, de interpretarlas de manera que sea posible obrar con significación dentro de ellas, lo que explica la naturaleza en alto grado figurada de las ideologías y la intensidad con la que, una vez aceptadas, se las sostiene»— para dar cuenta de estas nuevas formas poéticas que reproduce el texto.63

En cuanto a la estructura del libro, obedece a una combinación de criterios que intenta responder a las problemáticas derivadas de la complejidad del propio texto. En principio, no se puede comenzar un análisis profundo de esta obra sin dar cuenta primero de sus aspectos y características materiales. Por tanto, me aboco en el primer capítulo a estudiar las problemáticas de transmisión textual entre los testimonios conservados (un manuscrito y diversos ejemplares de un impreso). Esto permite, por un lado, justificar la elección del testimonio más adecuado a utilizar en mi análisis y, por otro, establecer las fechas de composición, tanto de la traducción como del comentario, dato que resulta esencial a la hora de indagar acerca de las relaciones del texto con el contexto político-cultural. Antes de introducirme de lleno en un análisis de esta envergadura, sin embargo, es necesario primero describir este «textus cum commento» en sus aspectos más formales, cuya sistematización servirá luego como plataforma de trabajo y referencia constante. Por tanto, en el segundo capítulo me dedico a describir las características generales y los procedimientos más visibles tanto de la traducción como del comentario.

El resto del libro se aboca a probar mis hipótesis siguiendo la estructura que pauta el propio texto en sus dos instancias hermenéuticas: la traducción y el comentario. En el tercer capítulo, por tanto, me dedico a analizar el contexto político-cultural en el que emerge el texto y cómo repercute e influye en la traducción del Infierno. En el cuarto me centro en la glosa y en el tipo de reapropiación cultural que Villegas hace, no ya de Dante, sino del Comento de Landino. En el capítulo quinto estudio la configuración político-ideológica del comentario, a través del análisis de la inserción de tópicos de alto contenido político y de la reapropiación panegírica de ciertos personajes y/o pasajes históricomíticos —que encuentra tanto en el Inferno de Dante como en el Comento de Landino—, ambos procedimientos que definirían un texto de marcadas características apologéticas.

En los dos capítulos siguientes me enfoco sobre todo en el comentario, con el fin de analizar los mecanismos, reflexiones y elementos que pueden ser considerados huellas textuales del «humanismo vernáculo». En el capítulo sexto relevo y analizo ciertas actitudes y metodologías que son propias del humanismo, mientras que en el séptimo me centro en las reflexiones sobre poesía y ficción presentes en la glosa, con el objetivo de ponerlas en relación, por un lado, con el prólogo de Landino y, por otro, con algunas de las concepciones poéticas más importantes del humanismo peninsular.

Por último, el capítulo ocho recoge un breve resumen de las conclusiones a las que fui arribando en mi estudio, en el cual haré un especial énfasis en las que considero ser mi aporte más importante, tanto para el estudio de este texto como de la traducción en general. Adjunto luego un apéndice con imágenes de algunos folios del impreso de 1515, que ilustran diversas cuestiones que se señalan a lo largo del trabajo.

4. Últimos trabajos: estado de la cuestión 2014-2017

Para finalizar quisiera detenerme en los trabajos que salieron con posterioridad a la escritura y entrega de la tesis que se reelabora y profundiza en este libro,64 posteriores también a los artículos en los que fui publicando de manera parcial mis investigaciones.

El primero es el artículo de 2014 de Mondola, titulado «Algunos aspectos léxicos y morfosintácticos de la primera traducción castellana impresa de la Commedia: el Infierno de Pedro Fernández de Villegas (Burgos, 1515)».65 Nótese, primero, que en una nota al pie inicial cita mis artículos hasta 2012. En este trabajo Mondola traduce el capítulo 4 de su libro de 2011 («Tra arcaismo ed innovazione: la lingua di Villegas») pero enriqueciéndolo con muchos de los aportes al tema que ofrecí en «El comentario de la Divina Comedia de Fernández de Villegas y el humanismo peninsular: reflexiones lingüísticas y renovación filológica», Incipit, XXXI (2011)» —aquí reproducido en el apartado 2 del capítulo 6—. En efecto, en su apartado VI toma ejemplos y parafrasea análisis, especialmente en relación a la funcionalidad de incorporar etimologías,66 a las comparaciones morfosintácticas entre castellano, latín e italiano, a la metodología de la lingüística comparada67 y al alarde de lenguas romances. Mi artículo es citado sólo una vez, en el apartado III (p. 160), en una nota y de manera general («sobre este aspecto véase Russel [...] y Hamlin»), aunque el párrafo donde inserta la nota al pie es un parafraseo bastante literal del pasaje de mis pp. 77-78 donde analizo la justificación que Villegas da en su «Introducción» sobre por qué traduce las auctoritates al romance.68

En 2015 publica un nuevo artículo «El dinero fuente de pecados en el Inferno de Dante y en la traducción de Pedro Fernández de Villegas (Burgos, 1515)».69 El tema específico de este trabajo no había sido nunca abordado y ofrece interesantes aportes. Sin embargo, en la introducción preliminar, Mondola se detiene en la funcionalidad «política» diversa que tiene la glosa de Villegas en relación a la de Landino, tema al que le dediqué todo un artículo —aquí reproducido en el capítulo 4—. De hecho, señala aquí que

También en Villegas la recaída propagandística de la obra es evidente, pues la glosa burgalesa es una apología de la misión política e ideológica de Fernando el Católico, el Rey capaz de poner fin a la Reconquista y de inaugurar una época de expansión exterior que llevaría a España a alcanzar la primacía europea. (p. 230-1)