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Educación basada en experiencias de investigación

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Aún queda un camino que recorrer para que las experiencias desarrolladas en 360° sean de una mejor calidad debido a la disponibilidad de tecnología, velocidad de Internet en México y presupuestos, sin embargo, el inicio de esta actividad ha resultado en buenas experiencias reproducibles en diferentes contextos.

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Capítulo 10

Producción artesanal y turismo en Teotihuacan, México

Verónica Ortega Cabrera

Norma Lizbet González Corona

Susana Esquivel Ríos

Resumen

El turismo es un fenómeno social que transforma los entornos en que se presenta, pues activa recursos patrimoniales, influye en la generación de nuevas actividades e interacciones, vincula a sectores locales y regionales, e incluso internacionaliza ciertas expresiones culturales. El presente trabajo muestra los avances de un proyecto de investigación de reciente creación, enfocado a comprender las dinámicas de producción artesanal y sus vínculos con el turismo, en una de las regiones de mayor crecimiento e impacto turístico del centro de México como es Teotihuacan, un extenso valle en el que se ubican los vestigios arqueológicos de una de las culturas prehispánicas con mayor hegemonía en el territorio mesoamericano.

Bajo un enfoque descriptivo, el proyecto pretende mostrar las condiciones en que operan las redes artesanales y la relación que éstas guardan con los principales actores que operan el turismo en esta zona del Estado de México.

Palabras clave

Artesanías, artesanos, obsidiana, turismo, Teotihuacan.

Antecedentes

La apertura de la zona arqueológica de Teotihuacan en 1910 por parte del gobierno de la República, y su posterior desarrollo como espacio para la investigación arqueológica y la visita de turistas, generó una serie de transformaciones en la vida rural y campesina de los habitantes del valle, que se manifiesta hasta nuestros días en la constante integración de importantes sectores de la población a la actividad turística.

Uno de esos sectores fue el de los artesanos, antiguos campesinos que diversificaron su actividad productiva gracias a los oficios que implantó el antropólogo Manuel Gamio en la primera veintena del siglo pasado, para impulsar la depauperada economía de la región y facilitar la estancia a los visitantes de las ruinas arqueológicas (Mercado, 2016). Con el paso de los años, los artesanos especializados en las manufacturas de obsidiana y alfarería son los que han subsistido, ante una transformación de las actividades económicas en el valle y la frecuente migración de los jóvenes hacia los centros urbanos más cercanos, como la CDMX y las ciudades capitales de los Estados de Hidalgo, Tlaxcala y Puebla.

Las artesanías de obsidiana y cerámica representan la principal oferta del Valle de Teotihuacan en este ramo, produciendo un importante volumen de objetos que son comercializados principalmente en la zona arqueológica y su perímetro inmediato, en donde se concentran la mayor parte de las tiendas orientadas al turismo. Sin embargo, un alto porcentaje de las artesanías son puestas a la venta por intermediarios y no por los propios artesanos, quienes no tienen contacto directo con el comprador final, y su labor se limita a la manufactura en serie para abastecer a los comercios a los que nos hemos referido, así como a los más de 500 vendedores ambulantes que cotidianamente ofrecen artesanías dentro de la zona arqueológica.

De esta forma, el artesano, creador de cada obra y representante de una tradición que caracteriza a la región, se configura como un actor social desplazado de las ganancias económicas y de las condiciones más básicas para desarrollar su labor, pues no hay una política pública enfocada a garantizar un contexto laboral, comercial y cultural apropiado para el crecimiento de esta actividad y para que los artesanos cuenten con mejores elementos en materia de seguridad social, salud, educación y mejoramiento de sus redes comerciales.

Para respaldar este argumento, nuestro trabajo estará orientado a describir la situación actual de los artesanos teotihuacanos, como un punto de partida para posteriores análisis sociales y para el desarrollo de propuestas de mejora en el corto y mediano plazos.

Planteamiento del problema

La producción artesanal en el Valle de Teotihuacan está enfocada a cubrir las demandas de los turistas que visitan el sitio arqueológico catalogado como patrimonio mundial. Prácticamente no hay una oferta de productos artesanales que no se relacionen de manera directa con el turismo, pues los talleres domésticos y comerciales existentes en los municipios de Teotihuacan y San Martín de las Pirámides, producen objetos de obsidiana y barro que se comercializan en la zona arqueológica y en sus inmediaciones. Dichos objetos tienen un uso ornamental, con características estéticas que integran rasgos de las piezas prehispánicas halladas en las exploraciones arqueológicas del sitio, lo que nos permite visualizar que son diseñadas y producidas específicamente como productos para el consumo turístico como souvenirs. Al contrario de otros casos en los que los objetos artesanales forman parte de la vida cotidiana de las comunidades locales, los objetos de obsidiana manufacturados en Teotihuacan son diseñados con fines exclusivos de venta al turismo

Sin embargo, los artesanos no han logrado posicionarse como los responsables de la venta directa al turista, ya que en general abastecen a una red de distribuidores e intermediarios que les compran los objetos a precios muy bajos, para comercializarlas posteriormente con una ganancia del doble o triple del precio original.

La falta de censos artesanales, así como de información publicada acerca de las condiciones de trabajo y organización gremial de este sector, dificultan la comprensión sobre las dinámicas de producción, abastecimiento, comercialización y contacto entre artesanos y turistas, por lo que resulta complicado comprender los mecanismos a través de los cuales se transforman los temas artesanales, la estética de las piezas y la selección de determinadas formas.

Es un hecho que el turismo incentiva ciertas cadenas productivas a partir de la demanda de productos y servicios; en este caso debe existir una correlación entre objetos artesanales muy específicos y su demanda en el mercado turístico de Teotihuacan.

 

Para abordar este tema de manera formal, se hace indispensable desarrollar un trabajo descriptivo, basado en información de primera mano, que nos permita construir un acercamiento empírico a las condiciones en que se desarrolla el trabajo artesanal, particularmente el que utiliza como materia prima la obsidiana, en esta región del Estado de México.

Objetivo

Describir la situación actual de los artesanos de obsidiana de la comunidad de San Francisco Mazapa, Teotihuacan y su relación con las actividades turísticas.

Justificación

En Teotihuacan la industria artesanal se ha enfocado a los objetos de obsidiana y cerámica, retomando en cierta medida elementos de la arqueología del sitio y reproduciendo piezas arqueológicas, aunque el mercado actual demanda una gran variedad de artículos de bisutería y ornamento, en los que se refleja la creatividad de los artesanos, que se adaptan a las necesidades de los turistas que visitan la región. Es posible que este fenómeno sea consecuencia de la cada vez más reducida presencia de grupos indígenas y la cercanía con la Ciudad de México y su zona metropolitana, considerada la más grande de Latinoamérica. Las artesanías son elaboradas principalmente por habitantes de los alrededores de la Zona Arqueológica de Teotihuacan, quienes reproducen formas y materiales completamente ajenos a su vida cotidiana, pues esta industria data de principios del siglo XX, cuando el Arqueólogo Manuel Gamio instituyó la Escuela de Artes y Oficios, un proyecto de carácter nacionalista que buscaba abrir oportunidades para las comunidades teotihuacanas, a través de la producción de artesanías para la venta a los visitantes de los monumentos arqueológicos, de tal forma que los motivos y diseños artesanales se ligaron en un primer momento a los motivos prehispánicos, con la idea de darles una identidad, misma que ha persistido a lo largo de los años, aunque también se ha enriquecido con elementos iconográficos de otras culturas mesoamericanas prehispánicas y, más recientemente, con la imaginería propia de la cultura contemporánea, que incluye figuras de elefantes, tortugas, espejos, esferas, piedras para masaje, corazones, pirámides egipcias y una gran cantidad de elementos que demandan los turistas. De esta forma la artesanía de obsidiana sigue tendencias comerciales, aunque sobresalen algunos artesanos fieles a la tradición de la talla de motivos prehispánicos, que replican piezas arqueológicas famosas, muchas de ellas de origen maya o mexica.

Podemos ligar lo anterior con el hecho de que los artesanos en Teotihuacan no mantienen un contacto directo con los turistas, pues en su mayoría producen en talleres domésticos dentro de las comunidades, para abastecer a los intermediarios (vendedores ambulantes o locatarios) que se encuentran en los alrededores o dentro de la zona arqueológica, de tal forma que el turista o el visitante no es consciente del proceso productivo y de las implicaciones culturales del mismo; por su parte los artesanos asumen un papel de meros maquiladores, con capacidad para suministrar las formas y diseños que más se comercializan.

Tenemos una industria de obsidiana en Teotihuacan que sigue una línea estética marcada por los hallazgos arqueológicos y los diseños propios de una cultura contemporánea globalizada, que no considera la profundidad histórica de los símbolos y fusiona diversos estilos conforme los diseños tienen éxito comercial.

En la actualidad la situación artesanal en México enfrenta retos importantes en cuanto a la conservación de diseños tradicionales, pues la producción de objetos tiende a orientarse a un consumo globalizado, en el que los compradores tienen múltiples opciones y no valoran el trabajo, por lo que es común el regateo por parte de toda la cadena de compradores, desde el acaparador local, los mayoristas hasta el propio turista y otros consumidores, lo que presiona constantemente las modalidades y el enfoque de la producción. Por lo tanto, consideramos que en los próximos años la artesanía deberá adaptar muchos de sus procesos y códigos para subsistir en una realidad tan demandante y compleja, particularmente porque existe una visión generalizada de que este tipo de producción se encuentra ligada a los grupos indígenas y son ellos algunos de los sectores que mayor exclusión social y económica adolecen.

Para el caso que nos ocupa consideramos indispensable tener un panorama confiable de la situación artesanal de Teotihuacan, para lo cual aplicaremos la investigación en el poblado de San Francisco Mazapa, localidad ubicada en el costado noreste de la zona arqueológica, en la que existen al menos 45 de los 283 talleres artesanales de obsidiana registrados por el Gobierno del Estado de México en esta región (Gudiño, 2017). Este poblado tiene una tradición artesanal que data de los años veinte del siglo pasado, cuando la Escuela de Artes y Oficios fundada por Manuel Gamio, capacitó a los primeros artesanos de obsidiana, creando redes de abastecimiento de materias primas, infraestructura básica para la producción (incluso se introdujo la red eléctrica al poblado) y capacitando a los antiguos campesinos para dedicarse a una nueva actividad productiva ligada directamente con el turismo.

San Francisco Mazapa se identifica en el marco de las comunidades circunvecinas a la zona arqueológica, como un pueblo artesanal, por lo que una buena parte de su población está involucrada con la producción de artesanías y su venta, tanto directa como indirecta. En esta comunidad podemos observar todas las fases productivas, desde la distribución y abastecimiento de materias, el cortado, la preparación de preformas, el detallado, pulido y exposición a la venta.

Marco teórico

Victoria Novelo (2015: 29) define el trabajo artesanal como «el repertorio, cambiante, de reglas de un oficio fundamentalmente manual que requieren del trabajador, el artesano, un conjunto de cualidades físicas e intelectuales y una suma de hábitos culturales que incluyen el conocimiento íntimo de los materiales y las herramientas, las maneras de hacer las cosas con destrezas y habilidades desarrolladas por experiencias y hábitos, además de talentos creativos y, a veces, virtuosismos en la creación de estilos».

En nuestro país el término artesanía nos remite a las hechuras sobre todo indígenas y campesinas, que se expenden en los sitios turísticos y que son adquiridos como curiosidades que evidencian nuestro desplazamiento hacia otras regiones, pero sobre todo que ponen de manifiesto el reconocimiento de lo que es diferente a las manufacturas industrializadas y que forma parte de mundos simbólicos y domésticos ajenos al turista.

Las artesanías forman parte de un imaginario colectivo que aporta identidad a un territorio, al establecerse como referentes de índole geográfico, tradicional, religioso y festivo, principalmente, y tienen una presencia protagónica en las dimensiones económica, cultural e histórica de México, por lo que el discurso sobre ellas ha sido utilizado para muy diversas funciones: generar símbolos, construir imaginarios sociales y convertirse en marca o imagen promocional de una entidad o de una nación.

También han sido asociadas con las manufacturas de las clases populares, de hecho el artesano generalmente es un pequeño productor que desarrolla un trabajo aprendido en el núcleo familiar o comunitario, que se ha hecho de sus herramientas e instrumental de manera paulatina, y que produce fundamentalmente para abastecer mercados locales y/o regionales, en los que deben competir con intermediarios del mercado turístico o adaptarse a un pago muy reducido por sus productos (ídem).

Con el crecimiento de la industria turística, la venta de artesanías tomó una relevancia nunca antes vista, con una lógica comercial que incluye puntos de producción, canales de distribución y puntos de venta, generando una serie de productos en función de la demanda (véase Le Mür, 2015: 517). Los artesanos deben seguir la dinámica de la oferta y la demanda, variando sus productos en función de los clientes, trabajando bajo «pedidos» y en muchos casos, incluso, con indicaciones en cuanto al material, las formas, los colores, pero siempre cumpliendo los requisitos que el turista establece: que los objetos sean auténticos, exóticos, portátiles, baratos y llamativos, entre otros.

El fenómeno de la comunicación entre diferentes grupos sociales como los turistas y los artesanos es un proceso donde se producen, reproducen e intercambian significados bajo condiciones sociales determinadas, en el que los artesanos no siempre tienen un rol pasivo, aunque la mayoría de las veces si es subordinado. Para comunicar sus valores a través de los objetos, los artesanos deben adaptar sus elementos de identidad a las exigencias del mercado, configurando un discurso identitario que les permita posicionarse en el mercado local y en circuitos artesanales de alcance regional, nacional e internacional. Por lo anterior vale la pena investigar sobre los procesos que permiten al artesano conocer las necesidades del mercado turístico, ya que existe una constante negociación de su identidad a través de los elementos que deciden integrar o no a sus piezas.

Método

El alcance de este estudio es descriptivo, toda vez que se establecerán las características del trabajo artesanal de la obsidiana en el Valle de Teotihuacan, identificando las variables que el turismo genera para que esta actividad tenga presencia, relevancia y se adapte a las condiciones económico sociales. De acuerdo con Rojas (2015: 7) este tipo de investigación exhibe el conocimiento de la realidad tal como se presenta en una situación de espacio y de tiempo dado; «Se observa y se registra, o se pregunta y se registra. Describe el fenómeno sin introducir modificaciones: tal cual.» Y es que si algo falta para avanzar en los estudios turísticos de esta región es la descripción del estado de las cosas; a la fecha no existen trabajos académicos que den cuenta de las condiciones en que se desarrollan las actividades ligadas al turismo, incluso el fenómeno turístico no ha sido abordado con suficiente solvencia como para dar paso a estudios de tipo analítico.

Retomando los conceptos de Sancho (2001), pretendemos identificar al colectivo de individuos que conforma el grupo artesanal de obsidiana en San Francisco Mazapa, así como las variables internas y externas que inciden en su actividad. La estrategia de recolección de datos se aplicará en un contexto empírico real, representado por los artesanos ya mencionados durante el año 2019, seleccionando una muestra de 10 artesanos, que constituyen el 20% de la población censada; se pretende indagar la influencia y los valores a través de los cuales se manifiesta la variable «demanda turística de artesanías».

La estrategia de campo de recolección de datos primarios será la encuesta, apoyándonos en diferentes técnicas como la lectura evaluativa y la revisión de fuentes documentales (artículos académicos, estadísticas y censos oficiales). Se aplicará un instrumento de recolección de datos a través de la elaboración de un cuestionario estructurado en atención a los siguientes aspectos: condiciones de trabajo, redes de abastecimiento de materias primas, circuitos de venta de objetos artesanales, características identitarias de las piezas y consumo turístico.

Resultados y discusión

Esta investigación en curso cuenta con una serie de avances que se desglosan a continuación:

1) Antecedentes del trabajo artesanal en San Francisco Mazapa

El primer taller de objetos artesanales de obsidiana se fundó hacia la década de los años 20 del siglo pasado, perteneciente a la familia Bazán, que era muy cercana a Manuel Gamio y que se capacitó en la Escuela de Artes y Oficios (Martínez, 2011). La mencionada escuela fue el primer impulso a la actividad artesanal de talla de obsidiana, y después de su cierre no se ha registrado ninguna otra iniciativa para la capacitación formal de los artesanos, de tal forma que el conocimiento de las técnicas de trabajo se transmite de forma empírica, en el entorno familiar o, en algunos casos, las empresas de venta de artesanías capacitan a algunos trabajadores para que elaboren las piezas que ellos comercializan (Flores, 2015).

La mayoría de las personas dedicadas a esta actividad se integran a ella desde muy jóvenes, de tal manera que resulta bastante común que, después de algunos años en los que formaron parte de algún taller y han adquirido conocimientos sobre todo el proceso productivo, tomen la iniciativa de comenzar con su propio taller y se conviertan en microempresarios. Este proceso se realiza después de haber adquirido conocimientos y habilidades, además de contactos a los cuales pueden recurrir en caso de necesitar crédito, herramienta y ayuda en general. Una vez que las condiciones son adecuadas, el futuro empresario decide emprender su propio negocio. Así, el 90% de los talleres son resultado del esfuerzo e iniciativa individual en donde el principal obstáculo es la falta, de financiamientos y asesorías (ídem).

 

Los principales retos que afrontan los artesanos son el incremento en los costos en materias primas y la presencia cada vez mayor de productos orientales («chinos») que generan una competencia desleal al venderse a precios mucho más bajos que los de las artesanías locales, por lo que cada vez un mayor número de artesanos incentivan a sus hijos para que vayan a escuelas de nivel superior, con la finalidad de tener en el taller personas mejor calificadas, no necesariamente en el arte, pero que puedan ayudar en aspectos del negocio, como la administración, organización y ventas. Así, los nuevos artesanos tendrán un nivel educativo más alto que las viejas generaciones, en las ramas administrativa, contable, de emprendimiento y comercialización, con lo que se logrará incrementar el capital humano, lo cual les ayudará a buscar innovaciones para mantenerse en el mercado y no abandonar esta valiosa actividad.

2) Base de datos de los talleres a trabajar


Nombre del tallerUbicaciónArtesanos laborandoPiezas que se elaboran
IztlitcutziCalle del Reloj No. 43Muñecos, bisutería
Taller de LapidaciónChamizal esquina Reforma3Muñecos, réplicas
Sin nombreHombres Ilustres 111Bisutería
Sin nombreCalle del Puente No. 592Muñecos
Sin nombreCarretera México-Tulancingo1Réplicas, bisutería
Sin nombreCalle Morelos No. 71Muñecos
Sin nombreCerrada Zacacuicuilco No. 22Muñecos
Sin nombreCalle 2000, Ampliación San Francisco2Puntas de flecha, cuchillos, réplicas
Sin nombreCalle Camino real No. 12, Amp. San Francisco1Cuchillos, navajas, muñecos
Sin nombreCalle San Francisco No. 562Muñecos, piezas por pedido

Muñecos: Se les nombra de esta forma a las piezas antropomorfas con grandes penachos, también se les conoce como «indios», «apaches» o «ídolos».

3) Recopilación de datos acerca de las cadenas productivas existentes

La adquisición de las materias primas es una decisión individual, pues dada la cercanía con la ciudad de México y otras ciudades capitales, así como la conectividad con diversas vías de comunicación, el abastecimiento es constante, aunque los insumos varían en calidad y precios. Por ejemplo, la herramienta necesaria para las máquinas cortadoras y para el pulimento, se adquiere en ferreterías de la región; la compra de piedras semipreciosas para la ornamentación de las piezas se realiza en la CDMX o con los proveedores de obsidiana; metales como plata, latón o cobre, se adquieren con otros artesanos dedicados a esa actividad. La obsidiana, principal materia prima, en cambio, proviene esencialmente de tres lugares Jalisco, Hidalgo y en menor medida Otumba, y llega a los talleres básicamente de dos maneras: directamente de las minas o a través de los proveedores que llegan a ofrecerla a la comunidad (ídem: 49-52).

Sin embargo, hace falta recabar datos sobre la diversidad de proveedores existentes y del control de los costos de la materia prima, así como la calidad de la misma, las fases de trabajo en que la entregan y las posibilidades de crédito para adquirirla. Lo anterior es relevante en términos del tipo y cantidad de artesanías que se producen en la comunidad, así como de las posibilidades de satisfacer al mercado turístico. Incluso es importante identificar las especializaciones que algunos artesanos alcanzan, pues no necesariamente todos elaboran piezas, ya que ciertos grupos de ellos maquilan, otros dan terminado a los objetos y un segmento más se dedica al diseño de piezas por pedido de las grandes tiendas ubicadas junto a la zona arqueológica.

4) Diseño de un esquema de comercialización de las piezas artesanales de obsidiana a nivel local, regional y panregional

Lo anterior para comprender el impacto de esta producción para el mercado de Teotihuacan, así como de otros puntos turísticos en el país, pues Teotihuacan es considerado como el principal centro productor y distribuidor de artesanías de obsidiana. Si esta actividad ha mantenido una tasa sostenida de crecimiento a lo largo de las últimas cinco décadas, se debe en gran medida a la demanda de los objetos en los circuitos artesanales para el turismo, no solo del valle, sino de otros sitios como Cancún, Los Cabos, Huatulco, Oaxaca y Chiapas. Lo anterior permite explorar una línea de estudio en la que el turismo como práctica local, ha dado pie al desarrollo de cadenas de distribución semejantes a las que la antigua sociedad teotihuacana dominó hace 1500 años, justamente con la misma materia prima, aunque por supuesto, con otra finalidad

Conclusiones y recomendaciones

Esta investigación se encuentra en proceso, sin embargo, paulatinamente se va visualizando un panorama en el que operan actores sociales que han sido moldeados por la actividad turística desde hace un siglo, y que continúan inmersos en la dinámica marcada por los grandes proyectos de crecimiento en este sector. De hecho, la actividad artesanal existe en Teotihuacan debido al turismo, es su razón de ser y su objetivo final, incluso ampliando su radio de distribución a zonas geográficas lejanas, gracias al prestigio que han adquirido muchos de los artesanos y a la constante innovación, lo que demuestra una buena adaptación a las exigencias del mercado.

Este trabajo de investigación es la primera fase de un estudio mucho mayor, en el que se buscará historizar el fenómeno turístico y caracterizarlo, pues solo de esta manera habrá condiciones para el desarrollo de análisis y/o comparaciones. El caso de Teotihuacan puede ser paradigmático para el comprender el desarrollo del turismo cultural; describirlo y comprenderlo será además una buena oportunidad para los interesados en los estudios de caso, y dotará de información empírica a futuros investigadores, pues hasta el momento se carece de información sistematizada proveniente de un estudio turístico, ya que prevalecen en la zona los enfoques antropológicos, sociológicos, históricos y educativos, pero hay una fuerte carencia de trabajos desde la óptica de la disciplina turística.

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