Los estudios organizacionales en Colombia

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1.4 Alcances, proyecciones y desafíos de los estudios de la organización en Colombia

Este apartado permite discutir las proyecciones que tendría el estudio de las organizaciones en el ámbito nacional. En ese sentido, se configura una agenda de desarrollo a futuro, no con el ánimo de prescribir o dilucidar fehacientemente el progreso de este campo de conocimiento, sino tan solo de proponer, a partir de la indagación realizada, los alcances, los planes y los retos que se avecinan en el país y, con ello, las posibilidades de investigaciones y trabajos conjuntos que se pudieran elaborar.

1.4.1 Alcances

El estudio de las organizaciones en Colombia ha estado ligado entrañablemente al ámbito administrativo y ellas también han sido examinadas arduamente por diversas disciplinas de las ciencias sociales y humanas. En sus inicios, no existió diferenciación alguna entre el estudio de la administración y el estudio de las organizaciones. Y, en efecto, bien se podría afirmar que uno de los alcances o logros obtenidos en el estudio de las organizaciones es la división que se viene forjando entre ambos campos de saberes. Tal situación permite identificar y analizar tanto la gestión como el tipo de organizaciones que hay en el país y los sucesos sociales que emergen y se desarrollan en su interior. En otras palabras, diferenciando lo referido a la gestión y las acciones que propenden por la eficacia y la productividad del estudio de las organizaciones como tal. Así, es posible encontrar en la actualidad una demarcación entre ambos campos, reconocida y aceptada, a pesar de que, en muchas instituciones y programas académicos, se traslape y se asuma como impropia tal división.

Adicional a lo anterior, surge un asunto importante, aunque procedimental: en Colombia, a diferencia de otras latitudes, casi la totalidad de las revistas de difusión exigen clasificar los artículos bajo los parámetros desarrollados por el Journal of Economic Literature (JEL), como método estándar para tipificar literatura académica en el campo de la economía. En ese sistema no existe la posibilidad de clasificar una producción académica que tenga como objeto de estudio la organización, como tampoco aspectos sociales que propicien su investigación, como el poder, la cultura, el género, etc. Este es un ejemplo de cómo lo administrativo no se desliga aún de lo organizacional, al menos formalmente.

No obstante, el auge de los doctorados en Colombia tiene también un alcance sustancial. Tal acontecimiento permitirá, irremediablemente, ahondar en el estudio de las organizaciones, independientemente de la postura ontológica y epistemológica que se tenga sobre el objeto de estudio. En ese sentido, habrá más investigaciones empíricas sobre organizaciones colombianas, en espera de un crecimiento en el desarrollo de pequeñas y medianas empresas, lo que permitirá ampliar el conocimiento sobre la realidad organizacional en el país, ya que, hasta ahora, se ha concentrado en el estudio de las grandes organizaciones. Aún queda la deuda de una mayor investigación sobre otros tipos, como las públicas y las del tercer sector de la economía solidaria.

A pesar de este auge, es preciso anotar que la aproximación crítica en cuanto a la disciplina administrativa y al estudio de las organizaciones, que fuera considerada relevante y diferenciadora en su momento, ha ido cediendo terreno. Es así como lo que era un aspecto característico y motivo de divulgación comienza a perder importancia frente a los aspectos más funcionales y las aproximaciones más positivistas de las prácticas administrativas y del estudio de las organizaciones. Ergo, habría que reflexionar si el tema de lo crítico, asociado a los estudios organizacionales, al menos en Colombia, es un asunto de moda, que últimamente comienza a perder influencia.

Un logro más se ha alcanzado con notables avances en publicaciones. Al respecto, es preciso rescatar dos cuestiones: por un lado, el tema de las ediciones referidas propiamente al estudio de las organizaciones, o lo que, en el argot, se conoce como lo organizacional, es decir, el énfasis en el estudio de las dinámicas sociales al interior de las organizaciones, que tiene como propósito dar cuenta de la organización estudiada; por otro lado, las publicaciones –artículos, capítulos de libro o libros– que se han realizado desde una perspectiva crítica, como proceso autorreflexivo, de incumbencia propiamente organizacional y, al tiempo, también de las prácticas administrativas.

Por último, y por ello no menos importante, está la creación de las redes académicas en torno a la administración y las organizaciones. Valga aquí rescatar la Red de Estudios Organizacionales Colombiana (REOC) que, a diferencia de otras redes, está conformada con una clara delimitación hacia las prácticas administrativas y las organizaciones, desde una mirada crítica y pluridisciplinar, a la vez. Esta, por su conformación y surgimiento, congrega académicos de diferentes disciplinas y tiene un alcance nacional.

1.4.2 Proyecciones

En el contexto descrito, es posible afirmar que el estudio de las organizaciones en Colombia se encamina hacia una madurez teórica. Se debe, en gran medida, al fortalecimiento de los doctorados y de los grupos de investigación; al establecimiento y consolidación de las redes académicas existentes y al desarrollo estimulado también por los mismos procesos de acreditación nacional e internacional en que se encuentran muchas universidades. Sin embargo, el camino no está exento de cierta lucha o tensiones por parte de programas, redes, investigadores y de las mismas instituciones educativas por apropiarse, al menos denominativamente, del reconocimiento y defensa, a su vez, de posturas propias o desarrollos innovadores en el estudio de las organizaciones. Situación que ayudará a consolidar este campo, como una alternativa diferente al mainstream propio de la administración clásica. La existencia del disenso y la exigencia por defender cierta adjudicación de lo que se entiende por estudios de la organización terminarán por consolidar una identidad particular en la medida en que las redes y el espíritu académico así lo permitan.

En correspondencia, los doctorados en administración, hoy en día prácticamente indiferenciables, terminarán por consolidarse a partir de los desarrollos investigativos de sus profesores. En este contexto, es posible pensar que, al final, se configurarán ciertas escuelas de pensamiento y aproximaciones a la administración y a las organizaciones de forma particular; a la vez, se ampliará el abanico de posibilidades para estudiarlas desde nuevas y diversas perspectivas teóricas y metodológicas. Aunado a ese proceso, más organizaciones serán estudiadas y se logrará un mayor conocimiento de la sociedad colombiana. A su vez, la academia responderá a cierta deuda con la sociedad, al profundizar en el valor económico, social y ambiental en el cual está implicado el buen gobierno (E3, 6 de septiembre del 2018), toda vez que una mayor comprensión del fenómeno organizacional permitirá una mejor gestión. Queda la tarea de estructurar una formación doctoral en el estudio de las organizaciones que no sea superficial, pragmática y orientada más a la intervención que a la comprensión de los fenómenos que estudia (E10, 17 de octubre del 2018).

Una de las proyecciones que se convierte en un reto efectivo es la discusión sobre los espacios de difusión. Si bien es cierto que desde el año 2000 se han divulgado de manera prolija los temas referidos a la administración y, más recientemente, a las organizaciones, es importante contar con revistas y, por consiguiente, con políticas editoriales que promuevan el estudio de las organizaciones al menos en tres sentidos: por un lado, desligándolo de la visión funcional-positivista que impera en la actualidad; por otro, complementando dicha visión con una mirada más crítica que permita comprender la realidad antes de intervenirla y, por último, con la posibilidad de tender puentes de investigación y desarrollo teórico entre ambas aproximaciones.

Bajo la óptica señalada, cabe anotar que la realidad colombiana, con el creciente interés por la investigación y el impulso de doctorados, propicia una gran solicitud de espacios de difusión que no cubre la oferta; por tal razón, las investigaciones de las realidades locales son publicadas en espacios foráneos. Esto trae como correlato la necesidad de tomar posición sobre la participación o no en espacios de divulgación regidos estrictamente por las lógicas de los rankings, y presionados por los indicadores que estipula el gobierno nacional y, por tanto, las universidades. Esta será, entonces, una discusión cardinal que podrá abordarse en su momento, con las consecuencias y tensiones propias del sistema académico nacional, que, en general, está ligado a una mirada comercial y economista de la educación y de la investigación.

1.4.3 Relación con los doctorados y las maestrías

Es posible afirmar que no hay organización que no sea susceptible de ser administrada. Esta aseveración, por más simple que parezca, muestra el universo de acción de la administración y la necesidad de estudiar las organizaciones. Es por eso que es importante la presencia del estudio de la administración, pero también de las organizaciones, en programas de investigación referidos al ámbito administrativo y organizacional, independientemente de la postura epistémica que se tenga. Toda acción administrativa recae sobre una organización, cualquiera que esta sea, convirtiéndola en su objeto de interés. Así, la organización es un fenómeno social de gran relevancia para las ciencias sociales y su estudio se vuelve imperante. En suma, el administrador se vuelve un actor social primordial que interviene en la sociedad y, por lo tanto, su accionar en toda organización es, también, objeto de estudio y, a la vez, retroalimenta el propio proceso formativo que conlleva.

 

Al asumir las organizaciones como objeto de estudio, se deja de lado la concepción cuasi decimonónica de entenderlas como empresas. Estudiar únicamente la empresa es restrictivo y configura una mirada miope de la realidad social, pues se centra en un solo tipo de organización –la productiva-empresa– y se dejan de lado las diferentes realidades organizacionales que en su conjunto configuran la compleja y diversa sociedad colombiana. Lo anterior está en estrecha relación con sobrepasar los límites meramente funcionales, en donde la preocupación se centra básicamente en el funcionamiento eficaz de los procesos productivos para obtener los resultados previstos, con el fin de proponer explicaciones mucho más profundas que encadenen realidades sociales como el sufrimiento, el estrés, la alienación, la infelicidad, etc.

Los pénsums de pregrado y posgrado, y los mismos currículos de las materias, requieren ser construidos y diseñados desde elementos analíticos, con el fin de propiciar un pensamiento crítico en los estudiantes. Este, por tanto, no es solo un asunto conceptual, ya que también interviene un tema pedagógico en dicha construcción, lo que implica, justa e ineludiblemente, pensar en la universidad y en su función social (E1, 29 de agosto del 2018). Sin embargo, en la actualidad se atraviesa por una coyuntura particular, ya que, a pesar del proceso de desarrollo del campo antes enunciado, es posible afirmar que en el país se vive un retroceso en las discusiones críticas en relación con el management y, por ende, en la formación de programas de investigación en los ámbitos administrativo y organizacional. Esto ocurre, sobre todo, en las universidades privadas que, acosadas por lo presupuestal y por la rentabilidad, dejan de lado este tipo de enfoques en sus programas (E10, 17 de octubre del 2018).

El panorama descrito se refleja bien en la siguiente crítica:

También hay que admitir que muchos programas de posgrado, incluidos los de doctorado a nivel mundial y también en el país, son muy flojos y se orientan a una población de personas viejas, muchos de ellos docentes de muchos años, que son amigos o compañeros de trabajo de quienes serán sus profesores, directores de tesis, jurados y demás, lo que no habla muy bien de la calidad de los programas. (E10, 17 de octubre del 2018)

Esta es una invitación a mirar el tema de la endogamia, pues se corre el riesgo de perder objetividad en los procesos de evaluación y, sobre todo, de formación por cuestiones políticas y relaciones de amistad. Además de lo dicho, faltan elementos de diferenciación en los programas de doctorado y maestrías de investigación, y los estudiantes que ingresan al doctorado no tienen claridad sobre el asunto; es más, no parece que ese criterio sea uno de los elementos centrales en la elección y selección, ya que, lastimosamente, estas se basan más en criterios financieros, en las jornadas de estudio, en los tiempos de duración del programa y en las dificultades que se identifican en el camino hacia la graduación (por ejemplo, si hay examen comprensivo, cuántos coloquios deben superarse, la exigencia certificada de competencia en otro idioma, si la pasantía de investigación se debe realizar dentro o fuera del país y qué tanto se prolonga en el tiempo, si se deben asegurar publicaciones, etc. –E10, 17 de octubre del 2018–).

Debido a esas circunstancias, muchas personas llegan a formarse como doctores tras una larga trayectoria docente o como consultores en distintas universidades del país. Más aún, otros muchos ingresan sin formación en administración, pues provienen de otras disciplinas (ingeniería, finanzas, economía, psicología, antropología), lo que constituye un reto adicional en términos de estructurar un plan de estudio y unas metodologías de enseñanza para el análisis de las organizaciones (E3, 6 de septiembre del 2018).

Surge también un obstáculo que enfrentan tanto el estudio de las organizaciones como la administración en general. Es el hecho de partir de una lógica orientada a buscar las mejores prácticas, con base en un pragmatismo excesivo, acompañada de un desdén por la teoría, una fragmentación exagerada y una instrumentalización de la formación en administración. Todo ello pone en riesgo su carácter de disciplina (E3, 6 de septiembre del 2018).

1.4.4 Desafíos

Con base en el análisis de la información recolectada, se evidencia que un primer desafío es la consolidación de una comunidad académica, alrededor del estudio de las organizaciones, que pasa necesariamente por forjar y construir un cuerpo colegiado, un habitus. En Colombia, aún no es claro, a pesar de los avances logrados en dicho campo, lo que significa ser un investigador en organizaciones. Para avanzar en ello se requiere propiciar espacios de socialización, de discusión, de confrontación académica y redes de trabajo cooperativo y de difusión. En otras palabras, una invitación a construir vida académica en la universidad. Esto implica, precisamente, el rompimiento de paradigmas y el impulso de diferentes métodos de trabajo que están relativamente subvalorados en el estudio de las organizaciones. Tales son los casos de la etnografía, la etnometodología, la historicidad, etc.

Un segundo desafío consiste en incentivar el desarrollo de una mirada crítica para el estudio de las organizaciones. Como lo mostrara el profesor Alberto Mayor Mora (1984; 1990), la administración se convirtió en una profesión, sin embargo, ahora se plantea un horizonte diferente en el sentido de considerar que se está frente a una disciplina, pues hay una construcción de conocimiento forjada por una comunidad académica que tiene una lectura crítica frente a las consecuencias de sus acciones en la sociedad (E7, 20 de septiembre del 2018). Es una tarea difícil, después que el gobierno permitiera convertir las maestrías de investigación en profesionalizantes. Así, y más allá de discurrir en el significado de lo crítico, se propende por una aproximación que sea capaz de mirar autorreflexivamente con el propósito de interrogar, desde adentro, los supuestos y presupuestos que sostienen tal disciplina. Ello, en aras de renovarse y responder a las necesidades que la sociedad impone.

Saavedra-Mayorga, Gonzales-Miranda y Marín-Idárraga (2017) mencionan el tema aplicado a las empresas (organizaciones productivas) e insinúan que lo crítico pareciera ser un asunto que atenta o desprestigia a las empresas, poniendo en riesgo la operación o su funcionamiento. Esto no tiene por qué ser así, sino, por el contrario: es un aporte de elementos para una mejor gestión. Esta prevención, a nivel empresarial, es un asunto importante por afrontar y superar.

El tercer desafío apunta a consolidar algunos temas relevantes, lo que aún no se ha logrado en Colombia. Por mencionar algunos: el big data, el control de la corrupción, la educación, la salud, la inequidad, la inclusión, el colonialismo epistémico, el desarrollo sostenible. Estos asuntos suelen ser muy sensibles para las organizaciones y, por ello, es difícil el acceso a la información correspondiente y, con ello, a la investigación. De ahí que se hace necesario vincular al sector empresarial y trabajar de manera conjunta, como un asunto que supere las fachadas elocuentes de sinergia, para realizar reflexiones que propicien cambios reales y tangibles en las organizaciones y, a la vez, se logre integrar y consolidar la relación universidad-empresa como espacio de investigación posible.

Además, hay asuntos metodológicos que parecen importantes, como realizar investigaciones transdisciplinares, con el fin de buscar un conocimiento asociado y negociado entre diferentes actores y posiciones teóricas. De este modo, será posible involucrar la mirada de las organizaciones en los problemas sociales y la visión de lo social en los problemas organizacionales (E5, 12 de septiembre del 2018). En tal sentido, como se indicó en el apartado referido a los alcances, se podría evitar cierto gueto académico, que implica el aislamiento, como una forma de buscar reconocimiento e identificación en el ámbito de la investigación. Pero la defensa legítima debe de ser superada por una cultura académica, diferente a la que hoy existe, en la que proliferen redes de discusión (más que de trabajo), amplias y tranquilas, donde la preocupación resida más por el pensar y el hacer del otro, que por criticar o competir con lo que piensa y hace el otro (E4, 7 de septiembre del 2018).

Ahora bien, el discurso de lo crítico trae consigo cierta incomodidad, ya que rompe el statu quo en un ámbito en donde el cuestionamiento es entendido como resistencia que impide el logro de los resultados y genera, entonces, cierto adoctrinamiento alienante hacia los objetivos planteados por la organización y ejecutados por sus directivos. Por consiguiente, es obligante un discurso y una práctica crítico-constructivos que busquen transformar las realidades organizacionales y no se queden en aspectos meramente de denuncia o emancipadores. Si bien, son posibles y válidos, la academia en Colombia podría buscar aproximaciones más propositivas.

Lo antedicho no niega o se contrapone al impulso de las posturas críticas (muchas veces relegado a la exclusividad de la universidad pública –E1, 29 de agosto del 2018–). Tales posiciones tambalean o se hacen muy difíciles frente a la debilidad en los procesos de formación y de enseñanzaaprendizaje que, en términos generales, se padecen en las universidades colombianas, producto de su neoliberalización y de la mercantilización de la educación. Esto convierte a los doctorados en un mecanismo para ganar más dinero, por ejemplo (E4, 7 de septiembre del 2018), y resalta la falta de rigor y solidez conceptual (E12, 24 de octubre del 2018). Por tanto, se busca concretar tales aproximaciones con acciones específicas para el cambio y la transformación.

En efecto, en América Latina y particularmente en Colombia, dada la distorsión sufrida por el pensamiento político implicado con el socialismo, es difícil hablar de estos temas. Si además se le suman las posturas políticas que asumen las personas desde el desconocimiento y la radicalización, la situación se torna aún más dificultosa. Un amplio grupo de personas en el país asocia la teoría y el pensamiento crítico a un imaginario y precario pensamiento de izquierda (E1, 29 de agosto del 2018), un error que hay que aclarar y superar.