El director como persona

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En el conjunto de las tres actividades, la ciencia (investigación) y la experiencia que se adquieren en la labor de consultoría juegan un papel muy importante. La docencia se fortalece con la complementariedad de estos dos saberes, teórico el primero y práctico el segundo.

El estudio habitual, apoyado sobre la base de una formación académica sólida, amplía la visión y permite vislumbrar las causas y la relevancia de los problemas que el aula y el contacto con la experiencia ponen frente a los ojos. Con frecuencia surgen intuiciones que más tarde se esclarecen y se afirman mediante el trabajo intelectual.

El ambiente de trabajo que promueve el IPADE constituye un terreno fértil para el desarrollo de una investigación relevante. Una investigación que combina rigor y relevancia: se estudian con seriedad y profundidad problemas reales que son cercanos e importantes para personas experimentadas.

En la actividad del CIFE la consultoría no se entiende siempre ni en primer lugar como un servicio profesional remunerado. Se considera más bien una actividad que propicia, por un lado, el encuentro y diálogo con personas y, por otro, el contacto con los problemas reales. Es un trabajo que brinda la oportunidad de ayudar, invita a entender para ayudar y a entender para, más adelante, enseñar. La consultoría se adapta a la agenda de investigación, aunque a veces la puede modificar al incorporar nuevos temas de estudio. Con frecuencia, el profesor toma la iniciativa y consulta a personas experimentadas sobre las materias que ocupan su atención.

PANORAMA ACTUAL

Después de haber considerado el pasado reciente y remoto del CIFE, la atención se vuelve al presente. El panorama actual comprende las actividades realizadas a partir de la creación del centro y los eventos que aparecen en el horizonte cercano.

PRIMEROS PASOS

Las primeras actividades han estado concentradas en la línea de investigación original del centro:

1. Primeras dos ediciones del programa enfocado “El Director como Persona. Un Alto en el Camino” (octubre-noviembre de 2015 y octubre-noviembre de 2016).

El lanzamiento fue una experiencia muy positiva. El programa ha tenido una clara incidencia formativa en los participantes y ha despertado su interés. Los integrantes de las dos primeras generaciones han solicitado, de forma prácticamente unánime, una extensión del programa. Se están estudiando vías para atender la petición y, de esta forma, llevar el programa a la extensión prevista desde un principio.

2. Edición abreviada del programa enfocado a un grupo de profesores europeos.

La iniciativa fue un eco de la participación en la EBEN (Barcelona) y posteriormente en el Seminario Internacional en Roma. El programa tuvo una frecuencia semanal y una duración de dos meses y medio. El ritmo fue de una sesión y un coloquio a la semana. Las sesiones se impartieron de forma virtual. Los profesores participantes se encontraban en diez ciudades de siete países: Italia (Roma), Estados Unidos (Boston), Lituania (Vilnius), Finlandia (Helsinki), Portugal (Lisboa), España (Madrid, Barcelona, Valencia y Pamplona) y Colombia (Bogotá).

Esta edición internacional ha propiciado el trabajo colaborativo con profesores de otros países y ha enriquecido los temas de estudio con una perspectiva multicultural. Algunos profesores participantes no trabajan directamente en escuelas de negocios. Este hecho ha permitido ampliar el horizonte de la discusión más allá del ámbito de las escuelas de negocios.

El programa también dio lugar a una experiencia valiosa en la discusión de casos prácticos por telepresencia; permitió concluir que es posible impartir sesiones aunque los participantes no estén presentes en el aula.

La experiencia de la edición europea confirmó la lógica de compartir: cuando se da algo, se recibe más a cambio.

HORIZONTE CERCANO

En el horizonte cercano hay solicitudes y compromisos que el centro debe atender:

a. Edición del programa “El Director como Persona” (EDCP) para profesores de escuelas de negocios de Latinoamérica. La petición ha sido, desde hace algunos años, insistente. En algunos casos, la solicitud proviene de docentes que desean prepararse para impartir sesiones del programa; en otros, la petición la hacen directores de escuelas de negocios que desean promover la formación personal y humanista de sus profesores.

b. Edición interna del programa para profesores del IPADE. La solicitud la hizo la Dirección de Personal Académico y Programas (DPAP) como resultado de la inclusión de un programa de Antropología Filosófica en el plan de formación de profesores. Los objetivos son colaborar en la formación personal de los profesores y proporcionar una visión adecuada del ser humano que sirve de referencia en el estudio de los temas de las áreas de especialización de cada uno. Esta iniciativa propiciará el trabajo interdisciplinario.

c. Solicitud de elaboración de un programa de Antropología Filosófica que, con base en las experiencias del programa “El Director como Persona”, pueda ser utilizado en ambientes distintos a los de una escuela de negocio. Esta petición permitirá ampliar los horizontes del trabajo intelectual y abre al IPADE cauces de aportación que trascienden sus aulas.

d. Peticiones de pequeños grupos de empresarios y directores que solicitan sesiones sobre temas del programa EDCP. La mayoría son personas que no forman parte de la comunidad del IPADE. El formato, la frecuencia y la sede que ellos sugieren son diferentes a los acostumbrados. Estas actividades abren la posibilidad de influir en otros ambientes y establecer diálogos que alimenten y estimulen los trabajos de investigación.

MOMENTO DE LA DOCENCIA

El panorama actual plantea una demanda creciente del programa “El Director como Persona”, que manifiesta una necesidad relevante no atendida y, de ordinario, no expresada. La atención de esta necesidad hace que la docencia juegue, en este momento, un papel singular en el conjunto de las actividades del CIFE. El programa EDCP es un producto docente que despierta el interés dentro y fuera del IPADE y entre participantes y profesores. El programa es fruto de la investigación, pero al mismo tiempo, la impulsa; abre nuevas vetas y permite advertir relieves y matices; genera consultas que plantean preguntas que orientan la investigación hacia nuevas cuestiones relevantes. Al mismo tiempo, el programa exige transmitir con claridad los temas estudiados, lo cual promueve formas creativas de comunicación. Es así como la docencia está preparando e impulsando el desarrollo de publicaciones. El aula ayuda a identificar el género literario que se debe emplear y la extensión con la que se debe escribir.


Este capítulo se divide en dos partes: análisis descriptivo y análisis filosófico del programa. El primer análisis presenta los rasgos característicos: objetivos, perfil de los participantes, metodología utilizada, formato, estructura y contenido. El segundo análisis profundiza en la naturaleza y los alcances del programa, las razones de conveniencia de la metodología utilizada y el fundamento teórico que explica los resultados obtenidos.

ANÁLISIS DESCRIPTIVO

OBJETIVOS

Es manifiesto que muchas cosas están cambiando y el director de empresa no es ajeno a estos cambios: su trayectoria profesional es vertiginosa, su actividad intensa y exigente, y su responsabilidad enorme. Sin embargo, el ser humano, en su más profunda naturaleza, sigue siendo el mismo. Volver la atención hacia el hombre es regresar a lo fundamental y permanente.

¿Cómo cuidar al director? ¿Cómo hacer que sus logros profesionales sean acordes con su desarrollo como persona?


Tras haber alcanzado tantos logros, el mismo director necesita un nuevo y profundo análisis de sí mismo.

El programa “El Director como Persona. Un Alto en el Camino” se propone crear un espacio de reflexión y diálogo que ayude a ejercer, junto con el papel de director, el oficio de hombre. El programa invita a hacer una pausa —un alto en el camino— que permita volver a la acción con más claridad y energía. Pretende proporcionar una visión íntegra del ser humano que sirva de referencia para la dirección de uno mismo (self-management) con el fin de alcanzar una vida plena. De forma derivada, sirve también para la gestión de las personas que se tienen a cargo.

PARTICIPANTES

El programa está orientado a empresarios y directores con experiencia. Los participantes pueden ser egresados de algún programa del IPADE o personas que entran en contacto por primera vez con la institución. Todos tienen en común un grado significativo de experiencia directiva y de logros profesionales. También puede hablarse de otro punto de coincidencia: la inquietud y el anhelo, aunque sean vagos y confusos, de ver más alto y lejos. Los cónyuges o familiares cercanos participan en alguno de los módulos del programa.

METODOLOGÍA

CASOS DE DIRECTORES DE EMPRESA

A lo largo del programa se estudian casos prácticos en que los protagonistas principales son directores de empresa. La atención se centra en el director como persona.

A los protagonistas se les ha seguido durante años; se les ha visto muy de cerca, durante largo tiempo y se ha visto a muchos. El seguimiento cercano y prologando ha permitido identificar un amplio espectro de situaciones que resultan próximas a la experiencia de los participantes y despiertan naturalmente su interés.

 

Los directores saben por experiencia de lo que se habla y se ven reflejados en los protagonistas de los casos a la manera de un espejo. Las situaciones que se estudian son frecuentes, ricas, complejas y plantean interrogantes que exigen atención y respuesta. Los casos prácticos permiten asomarse al mundo interior de los directores y reflexionar sobre los desafíos y dilemas que enfrentan como seres humanos.

A modo de ejemplo, en el Anexo I se muestra la primera parte del caso “El desenlace de Vicente” (CIFE 14 C 01). Este tiene varias partes y comprende un periodo de seguimiento de trece años hasta el momento.

Algunos casos se han elaborado en colaboración con otras áreas académicas y se pueden considerar “casos híbridos” en cuanto que presentan situaciones de empresa y, al mismo, tiempo, dejan ver al director como persona. El análisis de estos casos despierta en los participantes un interés particular y muestra la estrecha conexión que hay entre el oficio de director y la vida personal de quien lo ejerce.

ETAPAS DE ESTUDIO Y NIVELES DE ANÁLISIS

El método del caso comprende tres etapas de estudio y tres niveles de análisis. Las etapas son: estudio individual, trabajo en equipo y sesión plenaria. Los niveles de análisis son: análisis de los hechos, diagnóstico de problemas y propuestas de solución.

GIMNASIA INTELECTUAL Y SOCIAL

Las etapas de estudio y los niveles de análisis promueven una gimnasia intelectual que ayuda a pensar con mayor profundidad y objetividad. Cada etapa construye sobre la anterior y la enriquece: el trabajo en equipo se alimenta del estudio personal y la experiencia de cada director; la sesión plenaria se nutre del trabajo de todos los equipos y de la dirección del profesor.

El trabajo en equipo y la sesión plenaria promueven una gimnasia social que invita y enseña a pensar con ayuda de los demás. La discusión de los casos en compañía de otros directores propicia que se exponga con claridad y firmeza la propia postura y, al mismo tiempo, que se escuche el parecer de los demás con apertura y flexibilidad.

Cada etapa de estudio se convierte en un momento de aprendizaje: se aprende del estudio personal de los casos, de los demás miembros del equipo, de todos los participantes del grupo y del profesor. La gimnasia intelectual y social que propicia el método del caso genera el espacio de reflexión y diálogo que el programa se propone.

FORMATO

El formato del programa atiende criterios académicos y comerciales. Los primeros buscan alcanzar una mayor incidencia formativa y los segundos procuran que el programa sea viable. La atención a los dos criterios exige un delicado equilibrio.

El formato actual es el siguiente:

• Frecuencia: semanal

• Duración: seis semanas (seis módulos)

• Ritmo: dos sesiones y un coloquio por módulo

El coloquio es un espacio para que los participantes intercambien experiencias, expongan sus dudas e inquietudes y hagan preguntas sobre los temas tratados en cada módulo. Es un espacio libre para atender la resonancia de las sesiones en los participantes.

El horario de cada módulo es el siguiente:


13:30 a 14:00 Aperitivo14:00 a 15:40 ComidaTRABAJO EN EQUIPO15:40 a 15:50 Receso15:50 a 17:10 Sesión I17:10 a 17:25 Receso17:25 a 18:45 Sesión II18:45 a 19:00 Receso19:00 a 19:40 Coloquio

El formato del programa tiene presente la lógica de la adquisición de hábitos. La frecuencia semanal propicia que la reflexión y el diálogo sean, en cierta medida, continuos. El tiempo que dista entre un módulo y otro abre un espacio en la mente del director. El ritmo de dos sesiones por semana permite dosificar los temas y favorece su asimilación. El volumen de material de estudio previo toma en cuenta la apretada agenda de los participantes. La duración del programa pretende que la pausa —el alto en el camino que el programa promueve— tenga cierta entidad. La duración debe ser tal que propicie que la gimnasia intelectual y social deje huella.

La extensión del programa, prevista desde un principio, es de doce módulos (24 sesiones y doce coloquios). El propósito es lograr un alto nivel de síntesis que permita hacer un esbozo razonablemente completo del ser humano. En las dos primeras ediciones del programa, solo se ha ofrecido la primera parte (seis módulos).

A partir de la tercera edición se ofrecerán los doce módulos, divididos en dos partes de seis módulos cada uno (doce sesiones y seis coloquios). Habrá un paréntesis entre las dos partes del programa. La pausa tiene un propósito claro que conviene a su naturaleza. Los participantes de las dos primeras ediciones podrán incorporarse a la segunda parte del programa cuando lo deseen.

DISEÑO Y CONTENIDO

El diseño del programa (contenido y secuencia de las sesiones) atiende dos planos de conocimiento: teórico y práctico. Los casos corresponden al plano práctico y los recursos conceptuales utilizados en cada sesión al ámbito teórico. El programa promueve el ir y venir de la práctica a la teoría y de la teoría a la práctica.

La selección de los casos toma en cuenta la relevancia de las situaciones de estudio. Los elementos teóricos que se utilizan promueven el rigor y la profundidad de los análisis. El desafío es exigente: los casos deben ser significativos para los participantes y, al mismo tiempo, deben dar ocasión de cubrir los temas que permitan trazar la imagen íntegra del ser humano. En la selección de los casos y temas de estudio hay una tensión entre rigor y relevancia; la tensión es sana y creativa.

En el Anexo II se presenta el contenido del programa organizado por temas de estudio. El temario se utiliza para la promoción del programa y cada tema viene acompañado de interrogantes que exigen respuesta.

En el Anexo III se muestra el contenido del programa con el detalle de los casos prácticos y el material de estudio previo y posterior a cada sesión.

ANÁLISIS FILOSÓFICO

NATURALEZA DEL PROGRAMA

Más allá de lo que ha mostrado el análisis descriptivo, ¿cuál es, hablando con propiedad académica, la identidad del programa “El Director como Persona. Un Alto en el Camino”? Para responder esta pregunta resulta útil considerar la noción clásica de prudencia y el papel que dos ramas de la filosofía —antropología y ética— juegan en el programa.

PRUDENCIA PERSONAL Y PRUDENCIA DIRECTIVA

Algunos pensadores de la Grecia clásica, en particular Aristóteles, consideran que la prudencia es una virtud fundamental del gobernante (Aristóteles, Ética a Nicómaco 1138b18-1145a11; Tomás de Aquino, Suma Teológica II-II qq. 47-56). La prudencia es un hábito intelectual que permite introducir el orden de la razón en las acciones humanas, propias o ajenas, para conseguir un determinado fin. El prudente ordena la actividad humana de tal manera que encuentra los medios adecuados para alcanzar el objetivo que se propone; sabe actuar en medio de situaciones particulares y variables, y sabe discernir lo que conviene hacer aquí, ahora.

El saber prudencial convive con la incertidumbre propia de la acción directiva; no tiene el grado de certeza que se encuentra en la estabilidad del conocimiento científico o en la regularidad del conocimiento técnico. La dirección no posee el grado de certeza que tienen, en diversa medida, la ciencia y la técnica.

El prudente procura vislumbrar el futuro y forjarlo, y para ello mira al pasado y presta atención a los aspectos novedosos del presente. En definitiva, la prudencia es un hábito intelectual fundamental para los hombres de gobierno y de acción.[1]

La labor de gobierno o de dirección puede recaer sobre uno mismo o sobre un grupo de personas. El grupo puede ser una empresa, una familia o una nación. Las clases o tipos de prudencia se distinguen de acuerdo con aquello que se dirige o gobierna. La prudencia personal corresponde al gobierno de uno mismo, la prudencia directiva al gobierno de una empresa, la prudencia familiar al gobierno de una familia y la prudencia política al gobierno de una nación.

En cada una de estas clases de la prudencia, el hombre prudente busca el bien de aquello que dirige, ya sea él mismo, una empresa, una familia o una nación (ver Esquema 1 en la página 39).

En el ámbito de las escuelas de negocios hay instituciones que emplean el método del caso como instrumento de perfeccionamiento directivo.[2] Los casos prácticos que se estudian son casos de empresa; su discusión y análisis pretenden identificar lo que es bueno para una empresa concreta, en una situación determinada (ya sea resolver un problema o aprovechar una oportunidad) y encontrar las alternativas para conseguirlo. El bien de la empresa se entiende, generalmente y de forma tácita, como un mejor rendimiento económico.

Esquema 1. Especies de la prudencia


Fuente: Elaboración propia a partir de Aquino, Tomás de (1954: II-II q. 48, a. 1; q. 50).

El método promueve que los casos se estudien en tres etapas (estudio individual, trabajo en equipo y sesión plenaria) y que se realicen tres niveles de análisis (análisis de hechos, diagnóstico de problemas y propuestas de solución). Los programas que utilizan el método del caso para la enseñanza de la dirección promueven una gimnasia intelectual y social que perfecciona el saber prudencial de los participantes, en este caso, la prudencia directiva.

En el ámbito de la familia también hay iniciativas e instituciones que tienen un propósito análogo y procuran trabajar de manera similar a las escuelas de negocios.[3] Los casos prácticos que se estudian son casos de familias, ya sea de las relaciones de los padres entre sí, de estos con sus hijos, de las etapas de vida de los hijos, etcétera. El método del caso se utiliza en la forma acostumbrada (etapas de estudio y niveles de análisis). Este tipo de programas también perfecciona el saber prudencial de los participantes, en este caso, la prudencia familiar.

En el ámbito político (gobierno de ciudades o países) es clara la conveniencia de promover escuelas o iniciativas semejantes, pero al mismo tiempo, es comprensible la dificultad que supone reunir a participantes que actualmente ocupan cargos de gobierno relevantes.

La noción de la virtud de la prudencia y el mosaico de programas que perfeccionan algunas de sus especies (prudencia directiva o prudencia familiar) dejan ver un rasgo singular de la identidad del programa “El Director como Persona. Un Alto en el Camino”: el perfeccionamiento del saber prudencial, en particular, de la prudencia personal. Por eso los casos que se utilizan son, deliberadamente, casos de directores, en los que se procura ver a la persona en su totalidad, al director, al padre, al esposo, etc. No son propia ni principalmente casos de empresa, aunque los protagonistas son directores de empresa.

Lo que se busca en el análisis y discusión de estos casos es discernir lo que es bueno para el director como persona desde la perspectiva global de su vida; es decir, tomar en cuenta su realización plena; en una palabra, su felicidad.

La experiencia, como se mencionará más adelante, ha mostrado claramente que un programa de esta naturaleza genera un espacio de reflexión y diálogo que favorece la adecuada dirección de uno mismo. Con propiedad, se puede afirmar que el programa “El Director como Persona. Un Alto en el Camino” es un programa de dirección de uno mismo (self-management program).

ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA

La antropología es la rama de la filosofía que se ocupa del estudio del ser humano. Su perspectiva de estudio participa de uno de los rasgos característicos de la filosofía: el anhelo de totalidad y de radicalidad en el conocimiento de la realidad.

La perspectiva de totalidad busca una visión del hombre lo más amplia posible. Como consecuencia, la antropología se muestra abierta a la riqueza y complejidad de la realidad y procura incorporar e integrar las aportaciones de las demás ciencias que estudian al hombre (biología, medicina, psicología, sociología, historia, etcétera). El anhelo de radicalidad, por su parte, lleva a buscar la explicación última y más sólida posible del ser humano.

La antropología filosófica, en cuanto ciencia, es un saber teórico que aporta los elementos constantes y comunes a todos los hombres; presenta lo que es permanente en el ser humano y que lo constituye como tal.

La ética, por su parte, es la rama de la filosofía que se ocupa de las acciones humanas, valorándolas según la congruencia con el sumo bien de la vida humana (la felicidad). A esta disciplina le interesa ordenar la conducta para que el hombre alcance su plena realización. Aristóteles considera que la ética es la ciencia a la que le compete el estudio de la felicidad humana. La ética es un saber práctico, pues tiene por objeto la acción dirigida al fin último del hombre.

 

Antropología y ética desempeñan un papel central y fundamental en el programa. La discusión de los casos prácticos se mueve naturalmente en el ámbito de la ética, pues exige discernir lo que es bueno para los protagonistas desde la perspectiva global de su vida; se trata de saber qué es lo que conviene hacer en situaciones concretas (aquí, ahora); este conocimiento es de carácter prudencial.

La antropología interviene en la discusión de los casos y aporta elementos que son constantes y comunes en el hombre; solo se utilizan los conceptos que son oportunos para cada caso. A lo largo del programa se ensamblan los recursos teóricos que se utilizan en cada sesión para esbozar la visión íntegra del hombre.

La antropología permite ganar en profundidad y objetividad en el análisis de los casos. La imagen que aporta del ser humano sirve de fundamento y punto de referencia para la deliberación de carácter ético que reclaman los casos prácticos.

Por estos motivos, el programa “El Director como Persona. Un Alto en el Camino” es, hablando con propiedad, un programa de Antropología Filosófica y Ética (de la primera persona).[4]

Si bien es cierto que el título comercial pretende ser comunicativo y llegar a un público amplio, también es verdad que es fiel a la identidad del programa. “El director como persona” dirige la atención hacia el director como ser humano y reclama una imagen recta, íntegra y sólida del hombre, tarea que es competencia de la antropología. “Un alto en el camino” invita a cada participante a hacer una pausa para discernir lo que conviene hacer en sus circunstancias actuales para lograr una vida plena (competencia de la ética).

En el mercado hay otras ofertas que se presentan como programas de gestión de uno mismo (self-management program); sin embargo, no es fácil encontrar un programa que tenga a la antropología filosófica como ciencia rectora.

MÉTODO

En este apartado se muestra con más detalle lo que ocurre en el aula; es decir, el modo en que la discusión de casos prácticos promueve el vínculo entre experiencia, ciencia y docencia.

Antes de entrar en el aula ha habido una preparación remota de las sesiones. Los casos surgen del contacto con personas concretas que plantean problemas reales. Las consultas propician y ponen en marcha reflexiones que maduran con el estudio y la comunicación con los protagonistas de los casos; en esta etapa se da un primer nivel de conexión entre la teoría y la práctica (ciencia y experiencia).

Una vez que la reflexión ha alcanzado cierto grado de madurez, llega el momento de la preparación previa de la sesión: es la hora de la docencia, el momento de entrar en el aula y de encontrar cauces de comunicación. En la sesión plenaria, el análisis y discusión de los casos se nutre de dos fuentes: una es la intervención de los participantes basada en su experiencia personal, estudio individual y trabajo en equipo; y la otra son los recursos que aporta la filosofía, el conocimiento que el profesor tiene de la situación real y su experiencia al discutir el caso con otros grupos.

En la sesión plenaria, el análisis de los casos se mueve en dos planos. Uno de carácter práctico que corresponde al ámbito de la experiencia, de la vida, de las situaciones particulares y variables que presentan los casos; los participantes conocen bien este terreno y en el aula suele haber mucha experiencia acumulada. El otro es de carácter teórico y corresponde al ámbito de la antropología filosófica (principios generales y elementos universales y permanentes del ser humano).

El plano práctico tiene que ver con la relevancia de los temas y el teórico con el rigor del análisis y de la discusión. Los casos presentan situaciones que resultan cercanas a la experiencia de los participantes, y su carácter problemático despierta naturalmente su interés y provoca el diálogo. La antropología aporta elementos que promueven la solidez y objetividad de la discusión. La dinámica de la sesión plenaria comienza siempre en el terreno de los casos prácticos (ver Esquema 2 en la página 43).

El profesor provoca y dirige la discusión; apela a la experiencia e intuición de los participantes; más adelante, recurre a la filosofía para aportar elementos que nutran y profundicen la discusión del caso. De este modo se establece un ir y venir de la práctica a la teoría y de la teoría a la práctica. Los elementos teóricos se utilizan en función de la problemática del caso. No se instrumentaliza el caso para hablar de ciertos conceptos sino que se utilizan los conceptos que son oportunos para estudiarlo a fondo. La selección de los elementos teóricos usados en cada sesión es un punto central del desafío que presenta el aula.

Esquema 2. Vínculo entre conciencia y experiencia


Fuente: Elaboración propia.

El método del caso favorece la conexión de los extremos de varios binomios. Un primer binomio es el de la experiencia y la ciencia (la vida y la filosofía). Los casos prácticos permiten comenzar por lo más conocido (los efectos) y avanzar hacia lo menos conocido (las causas). Se empieza por situaciones particulares y relevantes y se progresa hacia los principios generales. Los protagonistas de los casos conducen al estudio del hombre, y el estudio del hombre propicia un mejor conocimiento de los protagonistas y también un mayor conocimiento personal. Hay una frase latina que expresa bien lo que ocurre en el aula: De te loquimur quia de homine loquimur; de homine quia de te!.[5]

La discusión de los casos ante personas experimentadas y competentes somete la teoría a una prueba exigente. La filosofía debe ser capaz de explicar lo que los participantes, de alguna manera, ya saben. Los directores son hombres prácticos que no toleran una reflexión abstracta, simplista o irrelevante: se interesan por la teoría solo en la medida en que ilumina su experiencia.

La prueba es provechosa para la teoría, pues favorece su asimilación y promueve su progreso. El método del caso permite acercar dos mundos que con frecuencia se alejan uno del otro: el de la práctica y el de la teoría.

Esquema 3. Vínculo entre rigor y relevancia


Fuente: Elaboración propia.

El método favorece la conexión de los elementos de un segundo binomio: ética y antropología. Los casos corresponden al ámbito de la ética, pues presentan situaciones concretas que exigen discernir lo que conviene hacer aquí, ahora. La antropología aporta los principios generales (visión del hombre) que sirven de referencia para la deliberación prudencial que considera detenidamente las circunstancias particulares. Los casos propician que la reflexión atienda seriamente la riqueza y complejidad de las situaciones concretas.

Los diálogos e historias reales que describen los casos influyen de manera singular en los participantes: están llenos de vida y tienen la fuerza comunicativa de lo que realmente ha sucedido. El testimonio de lo concreto y la solidez de la explicación teórica proporcionan a la reflexión una fuerza e incidencia formativa singulares.

El tercer binomio que concilia la discusión de casos es el de rigor y relevancia. Los casos presentan temas relevantes y la antropología filosófica promueve el rigor del análisis. El binomio rigor y relevancia parece un dilema, pero en realidad es una díada; es decir, una pareja de elementos que están estrecha y especialmente vinculados entre sí. La discusión de los casos con ayuda de la antropología filosófica promueve lo que puede denominarse «profundidad práctica».[6]

El cuarto binomio es el equilibrio entre enseñanza y aprendizaje. En la discusión de los casos todos juegan un papel importante; todos aprenden y todos enseñan: participantes y profesores. La docencia se nutre de la investigación y, al mismo tiempo, la impulsa, la lleva a un nivel superior: el análisis de los casos progresa y madura con la ayuda de personas experimentadas. El profesor amplía, precisa y rectifica su propia reflexión.

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