Primo Levi. Su legado humanista

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En sucesivas ediciones, continuó publicando artículos sobre el tema. Por esto, en el llamado Proceso Pontón, un fiscal lo denunció por traición a la patria, atribuyéndole el delito de “traición periodística” por violación a la Ley de Espionaje.14 El 14 de marzo de 1928, Jacob fue condenado a nueve meses de trabajos forzados en la cárcel de Gollnow en Pomerania, junto al editor de la publicación, Fritz Küster. La sentencia del Proceso Pontón sirvió de antecedente jurisprudencial para las condenas en el llamado Proceso Die Weltbühne, así como para otros juicios similares contra la prensa, en un intento de ocultar cualquier noticia sobre el rearme secreto.

El 3 de noviembre de 1925 publicó en forma anónima en Die Weltbühne un artículo titulado “El despliegue del Reichswehr Negro”,15 donde brindaba sorprendentes detalles sobre el secreto “ejército paralelo”. En ese trabajo de investigación muestra en profundidad y con profusa información la estructura de la fuerza alemana, identifica cada una de sus unidades y su ubicación, suministra una biografía de sus comandantes y presenta al final de su artículo el cuadro de organización del Reichswehr Negro, estableciendo su relación con las estructuras del gobierno y con el ejército “oficial”.

Las reiteradas investigaciones de Jacob sobre el rearme, sus denuncias sobre la complicidad militar en las persecuciones políticas,16 junto a un artículo sobre los vínculos del general Von Seeckt con miembros de la nobleza del derrotado Imperio Alemán, produjeron un escándalo17 que llevó a la caída del jefe del Estado Mayor, quien se vio obligado a renunciar el 9 de octubre de 1926.18

Ese año trató con gran profundidad el tema del rearme en dos obras tituladas El Libro Blanco del Reichswehr Negro19 y ¿Alemania se arma en secreto?,20 que fueron publicadas con la colaboración de Emil Julius Gumbel, con el apoyo editorial de la Liga Alemana por los Derechos Humanos. En ellas reitera su temor por el peligroso incremento de las fuerzas armadas alemanas y su creciente belicismo, también describe las estructuras secretas, sus capacidades, sus actores, anticipando el siniestro escenario que se comenzaba a avizorar.

En un artículo que apareció en Die Weltbühne el 22 de marzo 1927, titulado “Alegato por Schultz”,21 Jacob denunció nuevamente la impunidad de los sectores involucrados en los “asesinatos feme” llevados a cabo por los grupos armados ilegales protegidos por la casta militar prusiana. Criticó a la Reichswehr por apañar a las organizaciones paramilitares y sostuvo que las fuerzas armadas también tenían una responsabilidad política y disciplinaria militar por la participación de sus miembros en los asesinatos políticos para ocultar el rearme. Por este artículo, Jacob fue condenado el 20 de diciembre 1927 por difamación a dos meses de prisión a cumplir en Plötzensee, y el editor responsable de la publicación, Carl von Ossietzky, a un mes de prisión. La Corte Penal Tercera de Berlín intervino en la apelación y morigeró la sentencia, imponiéndole una multa, y finalmente conmutó la pena en 1928.

Entre los años 1924 y 1927 se llevaron adelante numerosos juicios buscando silenciar a los medios de comunicación que difundían noticias sobre el rearme secreto alemán, y hubo más de mil condenados por traición a la patria bajo el cargo de difamar al Reichswehr y otros delitos similares. Pero a partir de 1928, las denuncias proliferaron en los periódicos políticamente disidentes, lo que creó contradicciones en el gobierno sobre la forma de encarar el problema. El Reichswehr consideraba conveniente llevar a juicio a los que filtraban información, porque creía que la pasividad daría la posibilidad a nuevas revelaciones, mientras que para el Ministerio de Relaciones Exteriores la acción penal significaba admitir públicamente que no se estaba cumpliendo con las imposiciones del Tratado de Versalles, lo que quedaría en evidencia ante la comunidad internacional. Prevaleció el criterio sostenido por el Reichswehr y se decidió optar por la vía judicial, para desalentar la difusión de información sobre las actividades secretas del rearme. Eso no atemorizó a Jacob, quien continuó con avidez revelando la clandestina expansión militar alemana a través de la prensa.

Un caso paradigmático fue el Proceso Die Weltbühne, motivado por un artículo escrito bajo el título “Vientos en la aviación alemana”22 en el periódico del 12 de marzo de 1929 por el diseñador de aviones Walter Kreiser —bajo el seudónimo de Heinz Jäger—, donde se describía el encubrimiento en actividades civiles de la industria aérea militar y el entrenamiento secreto de pilotos en la Unión Soviética. En el juicio se demostró que gran parte de la información publicada no era secreta, por cuanto surgía de los informes de la Comisión de Presupuesto del Reichstag. Sin embargo, a principios de 1931, Keiser y el editor de la publicación, Carl von Ossietzky fueron condenados a dieciocho meses de prisión por traición y espionaje por difusión de secretos. Las condenas fueron consideradas como un esfuerzo por silenciar a Die Weltbühne en su crítica contra las políticas de la Reichswehr y la expansión militar secreta, quedando en evidencia el celo con que el Tribunal Supremo protegía el rearme secreto alemán.

La producción periodística de Jacob no se vio conmovida por los esfuerzos por lograr su silencio, y en 1929, junto con Emil Julius Gumbel y Ernst Falck, escribió Traiciones en el tiempo de Feme: las víctimas, los asesinos, los jueces. 1919-1929,23 donde analizaría nuevamente las relaciones de las fuerzas armadas con los asesinatos feme, la complicidad judicial y las persecuciones políticas, y en 1930 aparecería una edición revisada de la obra por parte del coeditor de Die Weltbühne, el periodista Kurt Tucholsky.

Berthold Jacob y el advenimiento de Hitler

La depresión económica de 1929 desestabilizó más profundamente la complicada política alemana. Entre 1930 y 1933, el presidente Paul von Hindenburg24 designó sucesivamente a tres cancilleres: Heinrich Brüning, Franz von Papen y Kurt von Schleicher, y mientras la crisis aumentaba, la figura de Hitler se fortalecía y se encaminaba a su ascenso al poder. Las consecuencias de la inmensa crisis económica tuvieron efecto en el campo militar, y en el año 1930 para cubrir 9 mil 732 plazas de voluntarios solicitadas por el Reichsheer, se presentaron 120 mil aspirantes.

En 1932, Berthold Jacob y su esposa Else Leu decidieron exiliarse en Estrasburgo (Francia), impulsados por la desconfianza en el rumbo futuro de la política alemana y el fundado temor de ser víctimas de represalias, trasladando a su provisoria residencia francesa un voluminoso archivo con la información sobre las fuerzas armadas alemanas, colectada en más de diez años.

En Estrasburgo, Jacob desplegó una intensa actividad, donde fundó una publicación llamada Unabhängiger Zeitungs-Dienst (UZD) / Service de Presse Indépendant (Servicio de Prensa Independiente), desde donde continuó dedicándose al estudio y difusión de informes periodísticos sobre el rearme de Alemania y el ascenso del Reich, y acrecentó sus esfuerzos por informar sobre los preparativos bélicos del régimen. También fundó la organización pacifista Liga Alemana de Derechos Humanos Sección Estrasburgo25 y colaboró con los periódicos Dernieres Nouvelles de Strasbourg / Straßburger Neueste Nachrichten, Republique y Neuen Welt, de difusión entre los emigrados alemanes.26

El 30 de enero de 1933, el presidente Hindenburg —a propuesta de Von Papen—, designa a Hitler como canciller, y la llegada de los nazis al poder (Machtergreifung) trajo en sus seguidores fervorosas expectativas sobre la liberación de Alemania de las opresivas medidas que el Tratado de Versalles había impuesto, la recuperación de los territorios bajo el influjo del pangermanismo, y la restauración del honor alemán perdido en la Primera Guerra Mundial.

A partir de aquí, se comenzó a marcar el dramático proceso de cambio que había sido anunciado por Jacob. La instauración del Tercer Reich producirá el veloz desencadenamiento de los hechos, que consolidará el poder político del partido nazi y acelerará el proceso de rearme secreto.

Así, el 3 de febrero, Hitler, en una reunión secreta con sus generales, anunció el urgente plan para incrementar las fuerzas, donde el ejército debía ser triplicado, la próxima creación de un Ministerio del Aire a cargo de Hermann Göring con la misión de construir mil aviones y la tarea de entrenar a los pilotos en clubes civiles de vuelo. También informó sobre la inmediata construcción de cuarteles, aeródromos, fortificaciones y otras instalaciones militares.

El 4 de febrero se dictó la Ley para la Protección del Pueblo Alemán, por la que se restringió la libertad de prensa y se estableció la confiscación del material literario considerado peligroso. El 27 de febrero, se produjo el incendio del Reichstag, y al día siguiente Hitler puso a la firma de Hindenburg el “Decreto del Presidente del Reich para la Protección del Pueblo y del Estado”. Por él las libertades individuales eran suspendidas “hasta nuevo aviso”, restringiendo los derechos a la libertad de expresión, de prensa, de asociación, de reunión y el secreto de las comunicaciones. Se autorizaban los registros de domicilios y confiscación de bienes privados sin orden judicial y se fijaban penas mayores a las establecidas por el Código Penal para los actos contrarios a la seguridad pública, implantando la pena de muerte para quienes causaran daños a bienes públicos o quienes “opusieran resistencia a las autoridades del Reich”.27

En los primeros días de su aplicación se ordenó la detención preventiva de miles de personas, entre ellas del editor de Die Weltbühne, Carl von Ossietzky, y el jefe de la Policía de Berlín dispuso la prohibición de todas las publicaciones disidentes, e inmediatamente fueron instadas a dejar de circular. Por ello, el 7 de marzo de 1933 Die Weltbühne publicó su última edición, y de igual forma, el 14 de marzo apareció por última vez Das Andere Deutschland.

 

El 26 de abril de 1933 se aprobó la ley de creación de la Gestapo, en cuya virtud la policía política del régimen tenía por misión investigar y combatir las tendencias peligrosas para el Estado, con facultades para investigar los casos de traición, espionaje, sabotaje y ataques contra el Estado y el partido nazi, con lo que se incrementó el apremio sobre los disidentes políticos y la creciente persecución llevó a cerca de cincuenta mil alemanes al exilio.

El régimen nazi buscó todas las formas a su alcance para acallar la voz de los disidentes, y una de ellas fue disponer por decreto su expatriación. Berthold Jacob formó parte de los treinta y tres escritores y políticos que fueron incluidos en la primera lista de expatriados, la “Ausbürgerungsliste des Deutschen Reichs”28 del 25 de agosto de 1933.29 Los incluidos en esa lista eran, en su gran mayoría, escritores y periodistas pacifistas, junto con políticos socialdemócratas, socialistas independientes y comunistas. Las consecuencias de la inclusión en la lista eran la pérdida de la nacionalidad alemana, sus títulos académicos y la confiscación de sus bienes, siendo condenados a la apatridia y a la indigencia. Era la muerte civil de los disidentes, dictada por decreto del Reich30 y que en marzo de 1945 había alcanzado a 39 mil personas.

El 23 de octubre de 1933, Alemania se retiró de la Conferencia de Desarme y de la Sociedad de Naciones, como rechazo a la actitud de las potencias que se negaron a aceptar su reclamo, en el que pedía un trato en pie de igualdad con las demás naciones hegemónicas y a su derecho al rearme, salvo que las potencias llevaran a cabo un desarme similar al impuesto a Alemania con el Tratado de Versalles. La actitud de Alemania no sería tomada como una señal de alerta por Europa.

Entre 1933 y 1934, se empieza a desatar la persecución racial nazi con la atribución a los judíos de las causas de la debacle de la posguerra. Pero se convertiría en una política activa del régimen a partir de las llamadas leyes de Núremberg que, con la aprobación de la Ley para la Protección de la Sangre y el Honor alemanes31 del 15 de septiembre de 1935, inicialmente impedía el matrimonio entre alemanes y judíos, y más tarde se extendería a restricciones de sus derechos civiles y patrimoniales, alcanzando también a variados grupos étnicos, religiosos y raciales.32

La muerte de Hindenburg, el 2 de agosto de 1934, convirtió a Hitler en el dictador del Reich y esto impulsó a Jacob a perseverar en sus advertencias sobre el proyecto belicista de expansión nazi, anticipando que su alarmante rumbo provocaría una guerra catastrófica y la consiguiente ruina total de Alemania. Desde el exilio continuó con su prolífica labor periodística, y ese año aparecieron sus obras La leyenda de Hindenburg33 y ¿Quién? El arsenal de los incendiarios Reichstag,34 que junto con George Cerf atribuye la responsabilidad sobre el incendio del Reichstag a Göring y sus adláteres. En forma anónima publicó Memorias de Jefe de Estado Mayor Röhm,35 donde imputa a Hitler la inspiración de los asesinatos políticos ocurridos en la Noche de los cuchillos largos, que tuvieron lugar entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934, purga que le permitió fortalecerse al interior del partido nazi al eliminar a sus posibles adversarios.

Como presidente de la Liga Alemana de Derechos Humanos, en 1934 promovió la campaña para la nominación al Premio Nobel de la Paz a Carl von Ossietzky, con el apoyo de Ernst Falck, Kurt Grossmann, Hellmut von Gerlach, Kurt Tucholsky y la Ligue des droits de l’homme et du citoyen de Francia. Posteriormente, se sumarían a la propuesta Albert Einstein, Thomas Mann, Bertrand Russell, Jane Addams, Nicholas Murray Butler y Harold Laski, entre otras personalidades de la época. El 23 de noviembre de 1936, se otorgó a Von Ossietzky el Premio Nobel retroactivo a 1935, pero no pudo recibirlo porque se encontraba recluido en el campo de concentración KZ Esterwegen desde el 28 de febrero de 1933, donde permaneció hasta su muerte, ocurrida el 4 de mayo de 1938.

El secuestro de Jacob, el enemigo del Reich

Hans Walter Wesemann36 era un periodista alemán que escribía en Die Weltbühne y en Die Welt am Montag, donde publicó varios artículos críticos a Hitler y a Goebbels. Emigró a Gran Bretaña, donde contribuyó con algunos periódicos de Londres bajo el nombre de Rudolf Schroeder. En septiembre de 1933, se presentó en la embajada alemana37 en Londres, proponiendo colaborar brindando información sobre las actividades de exilados alemanes disidentes, a cambio de dinero y protección. Manifestó conocer a Jacob y a otros periodistas exilados38 que desde distintos países difundían información anti–nazi y, además, para probar su lealtad presentó un documento que mostraba la capacidad aérea alemana presuntamente originado en la oficina de Göring, creando la sospecha de que había un infiltrado que difundía la información en el más alto nivel del gobierno.

El documento proporcionado por Wesemann en cierta forma confirmaba las dudas de las autoridades alemanas en cuanto a que había oficiales de alto rango del Reich que estaban filtrando información y pusieron sus ojos sobre Jacob, puesto que los artículos en su Servicio de Prensa Independiente demostraron estar extremadamente bien informados, y comenzó a ser una preocupación de la Gestapo saber de dónde obtenía la información tan precisa que difundía.

El inspector jefe de la Gestapo, Walter Richter, aprovechó la relación de Wesemann con Jacob, y le asignó como misión hacer las averiguaciones que condujeran a identificar a quienes le proveían información desde Berlín.

Varias razones hacían que Jacob no sospechara de Wesemann: tenían una amistad de varios años, era socialdemócrata, vivía como refugiado en Londres apoyado por la Confederación Sindical británica y era conocido como periodista disidente. Por su parte, a Jacob le interesaba la relación con Wesemann por sus contactos en la prensa británica, sus vínculos con las organizaciones de exilados en Londres, y además creía que a través de él podría obtener un pasaporte, ya que la Ausbürgerungsliste lo había convertido en un apátrida, quedando sin posibilidades de trasladarse por el mundo.

Jacob mandaba a Wesemann algunos artículos que escribía, puesto que tenía su promesa de que serían publicados en Londres, también le envió los manuscritos del libro El nuevo ejército alemán y sus líderes: con una clasificación de la lista de grados del ejército alemán y de antigüedad,39 en el que hacía un profundo y completo estudio sobre el rearme secreto.

Con el fin de conseguir la información sobre quiénes eran los supuestos contactos de Jacob en Berlín, Wesemann buscó consolidar su confianza. Aprovechándose de su entusiasmo para poner en evidencia las intenciones de los nazis, le propuso verificar una información secreta que tenía sobre depósitos de armas y la organización de unidades militares ilegales en el Sarre, en violación a la neutralidad establecida por la Sociedad de las Naciones para esa zona bajo su administración.

Jacob aceptó la invitación del viaje de observación al Sarre, puesto que esas actividades militares eran totalmente desconocidas para él, y creía que su conocimiento público podía servir para suspender la realización del referéndum en el territorio del 13 de enero de 1935, e impedir así la segura victoria de Hitler en esas elecciones. Llegó a Saarbrücken el 15 de noviembre de 1934 y las expectativas sobre el viaje pronto se frustrarían, ya que no se encontraron soldados, ni los depósitos de armas de los que habló Wesemann. A su vez, Wesemann tampoco logró que Jacob aportara algo respecto a los supuestos contactos que desde Alemania le proporcionaban información.

Mientras tanto, los manuscritos del libro de Jacob entregados a Wesemann pronto llegaron a manos del Reichswehr y de la Gestapo, donde quedaron impresionados con la profusa y exacta información que contenía su proyectada obra sobre el nuevo ejército alemán.

Por la trascendencia de la información secreta que se develaba y que estaba a punto de ser difundida en el libro, y ante la imperiosa necesidad de saber de dónde la había obtenido, Walter Ritcher se reunió con su jefe en la Gestapo, Günther Patschowsky (Günther Palten), coincidiendo en la necesidad de secuestrar a Jacob. Pero dado que la operación debía realizarse en el extranjero, requerían del permiso del más alto nivel —del almirante Wilhelm Canaris, Reinhard Heydrich o Heinrich Himmler— para llevar adelante el plan.

Aprobada la iniciativa, Ritcher encomienda a Wesemann reunirse con Jacob en la ciudad suiza de Basilea en la frontera franco-germana,40 con el pretexto que le podría proporcionar un pasaporte falso para viajar a Londres, y allí abrir una sede del Servicio de Prensa Independiente que editaba en Estrasburgo. Jacob aceptó la invitación con entusiasmo, con la esperanza de solucionar el problema del pasaporte, lo que le permitiría asistir a Gran Bretaña a una conferencia de paz a la que había sido invitado.

El 9 de marzo de 1935, Jacob se reunió con Wesemann en el Hotel Gotthard de Basilea y más tarde partieron hacia el restaurante Schiefen Eck donde le presentó a Mattern —en realidad era el agente del Reichswehr Hans Joachim Manz—, encargado de la falsificación del pasaporte, quien insistió que para este propósito luego de comer tendrían que ir a su departamento. Después que Jacob consumiera una considerable cantidad de alcohol, junto con un narcótico agregado a su bebida, los tres hombres subieron a un auto Plymouth-Chrysler con placas de Zúrich, que se hallaba esperando.41

El auto —conducido por un hombre de las SS llamado Gustav Krause— se dirigió hacia el paso fronterizo a través de la pequeña calle Kleinhüningen/Hiltalinger. Al llegar a la frontera aceleró violentamente y el guardia suizo Emil Egli, que controlaba el paso sobre la calle, por poco fue embestido.42 Cuando el auto traspuso la guardia fronteriza del lado alemán,43 Jacob fue arrestado y trasladado de inmediato a Berlín, bajo la custodia de dos agentes de la Gestapo.44

Berthold Jacob, prisionero en Berlín. El interrogatorio

En varias decenas de artículos periodísticos y en su libro próximo a salir, Jacob hablaba con sumo detalle sobre el nuevo ejército alemán, cuando aún era secreto. ¿Cómo sabía del orden de batalla del nuevo ejército, la organización del comando, los oficiales que formaban parte del Estado Mayor, la disposición de las diversas regiones militares que habían sido creadas y hasta las secciones de infantería agregadas a las divisiones blindadas de reciente creación? Sus revelaciones no eran la información genérica que distribuían muchos de los periodistas de la época, principalmente basados en inferencias, datos parciales o supuestos infidentes.

La información militar que proporcionaba Jacob era tan detallada, exacta y prolija que, a criterio de la inteligencia alemana, sólo podía ser suministrada por informantes de muy altos niveles del gobierno, y tan indispensable era saber su origen, que eso justificó la riesgosa decisión de autorizar su secuestro en un país extranjero.45

La importante tarea de interrogar a Jacob hizo que se dejaran de lado las tradicionales rivalidades entre la inteligencia militar del Reichswehr (Abwehr), el Servicio de Seguridad Sicherheitsdienst (SD) y la Gestapo,46 para trabajar de manera conjunta con el objeto de develar la incógnita. El interrogatorio convocó a los referentes de las organizaciones de la inteligencia del régimen, el coronel Walter Nicolai de la Abwehr, Reinhard Heydrich por la SD y Günther Patschowsky por la Gestapo, quienes se encontraron reunidos para indagar al prisionero en la cárcel de Prinz Albrecht Straße 8, ubicada en el edificio principal de la Gestapo en Berlín.

Nicolai fue directo en su pregunta inicial a Jacob, y refiriéndose a su inédita obra El nuevo ejército alemán y sus líderes: Con una clasificación de la lista de grados del ejército alemán y de antigüedad, inquirió enérgicamente: “¿De dónde obtuvo la información que publica en su libro?”

 

La respuesta de Jacob fue tan clara e inesperada que sorprendió al interrogador, porque en ella mostró la tarea metódica y obsesiva para obtener libremente la información precisa que difundía: “Todo lo que hay en mi libro ha sido tomado de las noticias publicadas por la prensa alemana…”, y continuó:

[...] cuando anunció que el mayor general Haase mandaba la División 17 en Nuremberg, no he hecho más que copiar la información de una necrología publicada en un diario de esa ciudad. Esa noticia decía que el general Haase había llegado allí para ejercer el mando de la División 17 recientemente trasladada a ese lugar y que dicho militar había asistido a los referidos funerales. En un diario de Ulm siguió diciendo “he descubierto en las notas de sociedad, el matrimonio de la hija del coronel Vierow con el mayor Stemmermann”, y decía en la noticia que Vierow mandaba el Regimiento 36 de la División 25, y que el mayor Stemmermann había sido nombrado jefe de Transmisiones de esa División…47

Y así, continuó dando específicas explicaciones sobre su procedimiento de obtención de datos de fuentes abiertas.48

En su trabajo, Jacob escudriñaba los periódicos buscando cualquier información que le pudiera ser útil sobre la nueva maquinaria militar alemana. Con extraordinaria minuciosidad rastreaba obsesivamente en los extensos avisos personales de la época,49 en las notas sociales tales como compromisos, bodas, nacimientos, en los avisos necrológicos de periódicos locales, y aquellos que consideraba útiles los recortaba y los pegaba en una hoja, donde los vinculaba a otros datos.50

Jacob cruzaba las noticias periodísticas con información pública del Estado, con las listas oficiales del Reichswehr, los boletines militares, las publicaciones sobre ascensos y traslados, los presupuestos, compras de material, contrataciones, construcción de nuevos edificios, la instalación de industrias, la importación de materiales y todo aquello que para el observador común carecía de importancia, pero que un investigador avezado y con muchos años de oficio como Jacob podía interpretar y darle significación. Con esta metodología de información obtenida por fuentes abiertas, iba armando un gigantesco rompecabezas, quedando expuesta información militar vital como la disposición de las tropas, la capacidad militar-industrial y sus instalaciones, lo que metódicamente integraba en tablas, extrapolaba los datos, y marcaba en mapas con señales, revelando el orden de batalla y la ubicación de las instalaciones, logrando así advertir anticipadamente los planes militares ocultos del Reich.51

En la obra que esperaba publicar, describía el contexto político, histórico y militar desde el fin de la Primera Guerra Mundial, el avance de los sectores militares prusianos y su tarea para eludir las disposiciones del Tratado de Versalles, analiza la Era Seeckt y el desarrollo del Reichswehr Negro, la evolución del secreto programa de la industria militar a través de los acuerdos con la urss y empresas militares disfrazadas de civiles, y el diseño del plan militar de Hitler. En el capítulo “Vicisitudes del sistema militar” realiza un estudio socio-psicológico de la estructura del ejército y se refiere a Hitler como “el nuevo supremo señor de la guerra”.

Con un detalle extraordinario, ingresa en el estudio de la organización militar del nuevo ejército, examinando en profundidad el orden de batalla, sus divisiones y regimientos, el despliegue, las nuevas estructuras, su armamento, la organización de la conscripción y la reserva, la composición etaria de los oficiales del ejército que revelaba la juventud de sus mandos, la aviación de ejército (Heeresfliegerei), su empleo en misiones de reconocimiento y fotografía aérea para el apoyo de la artillería, así como la organización de la fuerza aérea (Luftwaffe).

También escruta los planes operacionales y los preparativos para la ocupación de la antigua frontera alemana, así como el análisis de los países y la geopolítica regional en el marco de un contexto bélico. Finalmente, en el capítulo “Los comandantes de la próxima guerra”, hace un completo estudio biográfico de los generales y comandantes de la “guerra que se avecina”, detallando las unidades a las que estaban asignados.

El esmerado trabajo que desarrolló por años le permitió conocer con exactitud la magnitud de la estructura de personal militar, sus jefes (con sus datos personales y familiares), la localización de las unidades, el entrenamiento y armamento de las tropas, la organización de los escuadrones móviles de asalto y unidades logísticas.52 Anticipó el empleo de armamento más ligero y fácil de transportar, así como las nuevas tácticas de combate con el uso de blindados, artillería mecanizada y aviones, junto al rápido despliegue de infantería en puntos decisivos. Descubrió el programa de construcción de la aeronáutica militar, el emplazamiento de sus hangares, la cantidad de aviones fabricados y su tipo, la autonomía de vuelo y su armamento. Pudo calcular en qué tiempo los aviones de combate estarían listos para entrar en acción, y estaba convencido que por la gigantesca capacidad ofensiva de los medios aéreos desarrollados, los objetivos más probables serían Francia y Gran Bretaña.

Luego del largo interrogatorio a Jacob, el coronel Nicolai informó personalmente a Hitler sobre sus alternativas y resultados, expresando que “Jacob no tuvo cómplice, mi Führer, excepto nuestras propias revistas militares y la prensa diaria”.53

Como consecuencia, el régimen nazi estableció en forma inmediata una estricta censura: desde el Ministerio de Propaganda e Información del Reich a cargo de Joseph Goebbels, se redobló el control sobre la redacción y la transmisión de todos los medios de comunicación, alcanzando a los espectáculos públicos y los programas culturales.

Finalmente, Jacob fue confinado a la espera de un juicio por “alta traición” en la prisión de la Gestapo Konzentrationslager Columbia,54 el primer campo de concentración de Berlín destinado a prisioneros políticos e intelectuales judíos, de triste fama por el hacinamiento, tortura y maltrato de los reclusos. Allí, sus verdugos tenían la esperanza de que en un momento de flaqueza confesara el nombre de sus informantes, y cuando eso hubiera sido logrado, o cuando los nazis pensaran que era imposible lograr de él una confesión, su destino seguro sería la muerte.55

Las probables consecuencias políticas del interrogatorio de Jacob

Una semana después del secuestro de Jacob, el 16 de marzo de 1935, Hitler anunciaba la renuncia unilateral a las restricciones a las capacidades militares establecidas por el Tratado de Versalles, así como sus planes de fortalecimiento de las fuerzas armadas con la creación de la Wehrmacht, y su nueva fuerza terrestre (Heer), aérea (Luftwaffe) y naval (Kriegsmarine), el restablecimiento del servicio militar obligatorio y el plan de formación de 12 cuerpos de ejército y 36 divisiones. Éste fue el punto de inflexión en el rearme alemán que en forma parcial dejaba de ser clandestino, y la punta del iceberg de la construcción de la principal herramienta del plan de agresión militar de Hitler. Pero esto también era la confirmación de todas las denuncias de Jacob, que por años, a través de la prensa y de sus obras, había revelado la solapada remilitarización de Alemania, mostrando con anticipación los planes belicistas del Reich.

Los historiadores que se han adentrado en esta etapa de la historia no han encontrado razón alguna para que Hitler realizara este trascendente anuncio, puesto que en nada lo beneficiaba exponer sus planes, y simplemente lo atribuyeron a su megalomanía.

Sin embargo, el anuncio de Hitler producido pocos días después del interrogatorio de Jacob no fue casual, puesto que es innegable que a la luz de la información que era presentada en su libro, era lógico concluir que si un periodista podía obtenerla, con mayor razón podían hacerlo Francia y el Reino Unido que contaban con mayores medios y una inteligencia militar dispuesta a conseguirla. Por ello, el anuncio de Hitler fue, sin duda, fruto de su convicción que los planes habían quedado al descubierto, y sólo trataba de exhibir algo de lo que ya había quedado en evidencia. El curso de la historia mostraría que en realidad ni Francia ni el Reino Unido tuvieron claridad sobre los propósitos de Hitler, ni conocían con antelación el potencial de sus fuerzas armadas, lo que recién se logró en parte luego de iniciada la Segunda Guerra Mundial.

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