Anatomía de las emociones

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Los estados emocionales de la naturaleza

Todo lo que vive en la naturaleza simplemente funciona y lo hace sin metas últimas o transcendentales. La naturaleza «no funciona para». Simplemente funciona y nada más. Es necesario entonces comprender la función de cada fenómeno. Y no caer en las explicaciones tautológicas tales como «todo está en la naturaleza del hombre» o en «la tradición». Más aun, en la naturaleza todo lo que es vivo se reproduce y funciona de acuerdo con las leyes de la vida. Lo hace con unas leyes que no son ni metafísicas ni místicas, sino expresiones biológicas de la energía de la vida. Y en el caso del organismo humano, la vida se expresa mediante las funciones biológicas de la sexualidad, incluyendo en ella a todas las diversas y variadas emociones que son movimientos biofísicos puros.

La naturaleza es simple, inmediata y directa. Las manifestaciones básicas de la energía cósmica que toman su expresión en la naturaleza son: el anhelo, la ansiedad, la alegría, la rabia y la tristeza. Cada uno de estos estados emocionales de la propia naturaleza (también de la naturaleza humana) representa los diferentes estados de humor de la energía cósmica atmosférica.

En el estado atmosférico de anhelo, el paisaje está atento: la naturaleza está mirando, buscando, escuchando. Los vientos están muy calmados, incluso diríamos que están cansados. El cielo muestra muy pocas nubes que pueden aparecer de repente, o llegan a nuestra vista «procedentes de ninguna parte». Para describir este estado atmosférico, lo podríamos comparar, a nivel humano, con el de una mujer que está esperando un barco que se divisa en la lejanía y en el que vuelve su marido, que es pescador. La naturaleza muestra una especie de pacífico movimiento. Las hojas, las rocas, los arboles, la flores y el mismo sol expresan estas cualidades del anhelo.

En este estado de anhelo, el cielo tiene una cualidad como vacía, caliente pero que todavía es viva, vital y activa. La nitidez de las hojas y de los arboles lejanos es débil; nuestra visión está un poco nublada, opaca, como imprecisa y vaga. Nada es brillante. Desde el punto de vista orgonómico, podríamos decir que la atmosfera está cansada, agotada, pero todavía se encuentra en un estado de expansión.

Cuando este periodo de expansión se alarga (sobreexpansión) tal como ocurre con una atmosfera en un periodo de anticiclón/polución que se alarga más de una semana, se puede llegar a un estado de profunda tristeza, que en términos ambientales llamaríamos un periodo de sequía o contaminación atmosférica.

Probablemente sea la tristeza el estado más frecuente en que se encuentra la atmosfera en nuestro planeta hoy día. El color azul, asociado a la tristeza, es el color básico de la energía cósmica. Cuando esta energía se contrae, el azul se vuelve más intenso y profundo y puede observarse este azul en la cumbre de las montañas del Pirineo. Cuando predomina el anhelo, el azul es más claro, incluso un azul grisáceo opaco, bien visible en los días de fuerte contaminación ambiental.

Rabia atmosférica

Es una emoción atmosférica de descarga asociada a un estado de ansiedad. Se expresa de una forma inmediata y natural, como en el caso de una tormenta acompañada de relámpagos, truenos, lluvia intensa y/o granizo. También es el caso de una tormenta con vientos huracanados que literalmente «barren» una determinada región. Entonces el cielo se muestra furioso, enfadado, sombrío; todas estas expresiones siempre son activas. El potencial destructivo para tales expresiones violentas de rabia atmosférica siempre está presente, sobre todo en aquellas regiones con gran cantidad de polución ambiental. Como si la naturaleza quisiera «limpiarse» de una forma radical de los desastres humanos medioambientales.

El DOR atmosférico (Deadly Orgone Energy o Energía Orgónica Muerta)

La desertización está causada por el comportamiento extremo de la atmosfera, una característica que ha surgido en los últimos cuarenta años. La causa (el principio común funcional PCF) de este comportamiento extremo de la alternancia entre grandes inundaciones y grandes sequías es el DOR, que ya está presente por todas partes en nuestro planeta.

En una atmosfera limpia, luminosa y pulsátil (por ejemplo en la cumbre de las montañas), las nubes crecen de una forma bien delimitada y absorben una gran cantidad de energía orgónica, captando así el agua y la humedad. Existe, pues, un equilibrio en la atmosfera que es capaz de cargarse y descargarse, según la fórmula de Reich. Se carga por la mañana (nubes) y se descarga (lluvia) por la tarde, como ocurre en el Pirineo a finales de verano.

La coraza-DOR de la atmosfera actual destruye esta secuencia natural y rítmica, de la misma forma que la coraza humana (armadura caracterológica) destruye la capacidad del organismo viviente de expandirse y contraerse de una forma unitaria; dando lugar a todas las enfermedades psicosomáticas que después describiremos.

En ambos casos, tanto en el humano como en el atmosférico, la coraza-DOR impide la pulsación, lo que da lugar a la manifestación extrema de sequía-inundación. Observando el gráfico, vemos que la sequía y la inundación son dos funciones apareadas de un mismo principio común funcional: el DOR.


DOR atmosférico
INUNDACIÓNSEQUÍA
Tormenta descontroladaTornado
CiclónRáfagas de viento muy fuertes
Huracán o lluvia en pocos minutosOla de calor
Gota fríaLluvia polvorienta
(Invierno 2020 en Cataluña-Gloria)(Primavera del 2008 en Cataluña)

La pulsación armoniosa de la atmosfera ha estado sustituida actualmente por violentos extremos de expansión y contracción; de sequía y de inundación; de calores extremos no habituales, a estaciones de fríos intensos. Este funcionamiento espasmódico, continuo y lento, es la causa fundamental del desarrollo de los desiertos, donde la temperatura fluctúa entre el calor diurno extremo, al frío nocturno también extremo. En el caso de que existan precipitaciones en los ambientes desérticos, estas son anuales y lo arrasan todo. Para restaurar la pulsación atmosférica necesitamos un programa global, dando prioridad a la eliminación del DOR.

El desierto emocional y el Efecto Oranur

De la misma forma que las espinas y los aguijones sirven a las plantas y a los animales para sobrevivir en las condiciones más duras y extremas de los desiertos del planeta (cactus, opuntias, escorpiones, serpientes de cascabel, etc.), diversas corazas emocionales como si fueran una armadura protectora son adquiridas y utilizadas por algunos hombres y mujeres para desarrollarse y sobrevivir en los ambientes hostiles y violentos de las sociedades posmodernas de principios del siglo xxi.

Wilhelm Reich fundamentó la hipótesis de la conexión entre la formación de lo que él denominó la armadura en el ser humano y el fenómeno de la desertización; entre el desierto geográfico y lo que él calificó como el desierto emocional.

Los países más industrializados causantes del cambio climático por el efecto invernadero, aunque alejados de los climas desérticos experimentan exageradamente las mismas características de las influencias biometeorológicas desérticas, o manifestaciones extremas de hechos psicosociológicos y climáticos. Los podemos observar separadamente.

1.El aumento de la incidencia del crimen/violencia y del número de asesinatos, el aumento escalonado durante los últimos treinta años de las violaciones, de los asaltos con armas y de la violencia doméstica. La sociedad actual parece haberse vuelto cada vez más violenta a la vez que han aparecido nuevas guerras y conflictos bélicos en todo el planeta.

2.Un estudio del Departamento de Biología de la Universidad de Indiana, demostró una incidencia significativamente clara de crímenes violentos y otros actos delictivos en cuatro ciudades que se encuentran cerca de centrales nucleares, en comparación con otras cuatro ciudades escogidas al azar.

3.A pesar de no existir ningún estudio estadístico comparativo, la incidencia de abusos físicos y sexuales a niños y niñas, así como el abandono y el asesinato de menores parece ser tan alta que podría considerarse como una epidemia a escala mundial. Dos millones de casos fueron confirmados en el año 2017.

4.La tasa de muertes por cáncer y otras enfermedades infecciosas y víricas ha aumentado de forma alarmante durante los últimos treinta y cinco años. Aquí incluimos el sida, el ébola y la covid-19.

5.Actualmente, es un hecho reconocido entre las autoridades científicas que el clima de nuestro planeta ha cambiado rápidamente en las últimas décadas. Nos enfrentamos a temperaturas extremas dentro de la fluctuación climática, con valores aterradores de calor o frío o, lluvia y sequía. En el mes de noviembre de 1988, Barcelona tuvo la mínima de este mes durante los últimos cincuenta años y la máxima cantidad de lluvia registrada durante los últimos treinta años. Esta misma ciudad registró en agosto del 1987 su temperatura más alta del siglo, con 38,6° C. La máxima superada correspondía a los 37,6° del mes de junio de 1982. El invierno del 201o ha sido el más crudo de los últimos años, con inundaciones en Andalucía y vientos de más de 220 km/h en Galicia. En 2019 hemos tenido el mes de junio más caluroso del siglo, con temperaturas de más de 40 grados. La explicación oficial señaló que los vientos saharianos que permanecían en calma fueron los causantes.

 

6.Durante la última década se han logrado los récords de actividad de tornados y huracanes, apareciendo por todo el planeta inundaciones, tsunamis, tormentas y nevadas totalmente imprevisibles. La última nevada, en abril de 2010 en la Costa Brava, que dejó sin luz a más de 300 mil abonados. La última devastación del huracán Irma en el Caribe y en Texas en septiembre de 2017. El invierno pasado (2020) sufrimos el impacto del huracán Gloria en Cataluña del que todavía nos estamos recuperando y la copiosa nevada que paralizó la ciudad de Madrid a principios del 2021.

7.Los incendios forestales, tanto en extensión como en el número de casos fortuitos o provocados, están aumentando en casi todos los países. El 1986 se destruyó prácticamente toda la flora de la montaña de Montserrat y el verano de 1998 se quemó parte de la Cataluña central. El 2003 se quemó la Albera y las llamas llegaron hasta Llançà. El 2009 murieron cinco bomberos de la Generalitat en el incendio de Horta de Sant Joan. Otros incendios de grandes dimensiones en Australia y San Francisco, que duraron semanas, han sido noticia. Los últimos más recientes y más cercanos en Portugal en junio de ٢٠٠١٧ y en ٢٠١٩.

8.La Fundación Lahey de Boston ha detectado una nube de aire sucio como una zarpa que se extiende desde Canadá hasta Cuba, consistente en pequeñas partículas de contaminación que se mantienen en suspensión por medio de «una fuerza física mucho más grande que la misma gravedad terrestre». Según la misma fundación, esta nube de polución es resistente a la influencia de cualquier fenómeno, incluso a las tormentas más fuertes.

9.La mayoría de los países de la Tierra han padecido la plaga de la sequía, la más severa de los últimos diez años. Existe la creencia de que este desafortunado fenómeno se hará aún más grande y afectará a más territorios. En la primavera del 2008 Cataluña sufrió la sequía más grave de su historia reciente y tuvo graves problemas con el agua. Fuimos conscientes por primera vez de la necesidad de una gestión pública del agua.

10.El agujero de ozono en la Antártida preocupa seriamente a los científicos por sus consecuencias imprevisibles. Por otro lado, los rayos ultravioletas son muy peligrosos para el organismo humano, porque causan diversas alteraciones de la piel. El deshielo está provocando el aumento de gas metano que va subiendo hacia la superficie terrestre y en 2017 se ha desprendido un iceberg del tamaño de la isla de Mallorca.

11.La lluvia o la nieve ácidas están cayendo en la mayor parte de las zonas de la tierra. En los últimos años, las estadísticas han descrito un valor de acidez anual que sobrepasa el pH4, con valores entre 2,1 y 5 pH durante tormentas aisladas. Estas cifras representan un incremento cien veces superior al valor existente tan sólo unas décadas atrás.

12.Los partos quirúrgicos y las cesáreas, lejos de ser una excepción se han convertido en protocolo rutinario de los hospitales, auténticas factorías de producir nacimientos con cesárea en serie y con mortalidades perinatales «inexplicables». El parto natural es una excepción. De cuatro partos hospitalarios, uno es con cesárea. Todo tiende a ser artificial, incluyendo nuestra bienvenida a este mundo.

13.Según investigaciones de la Universidad de Tokai (Japón), existe una corrección estadística significativa entre las pruebas nucleares subterráneas (China, India, EUA, Francia, Corea del Norte en 2017, etc.) y los terremotos en áreas muy pobladas del planeta (Haití, Chile, Italia, Chiapas en 2017, etc.). Entre 1960 y 1996, Francia realizó 210 pruebas nucleares subterráneas en el Pacífico. La posible relación entre la prueba nuclear de Corea del Norte y el terremoto en Chiapas en México al cabo de cuatro días (septiembre de ٢٠١٧) podría corroborar esta hipótesis.

Enfrentándonos con todos estos datos, nos encontramos delante de dos caminos a seguir. O bien pensar que estos fenómenos poseen cualidades diversas y que no tienen nada en común. O bien, sintetizar estos hechos a través deun enfoque funcional, buscando un principio común unificador (PCF) tal como sugiere Wilhelm Reich. Los discípulos y los continuadores de su trabajo a través de la American College of Orgonomy venimos publicando desde 1969 nuestras investigaciones en The Journal of Orgonomy.

Los médicos orgonomistas y otros investigadores buscamos un principio común funcional (PCF) para todos estos hechos observados, así como en otras informaciones similares disponibles. Hemos llegado a relacionar el desierto emocional de nuestra civilización actual con la aparición de una nueva energía desconocida hasta la fecha, que llamamos ORANUR (Orgonomic Antinuclear Radiation/Radiación Orgonómica Antinuclear), y con las causas que la están produciendo.

La Enfermedad Oranur. El origen de la covid-19

Cuando la energía cósmica que impregna todo el planeta está expuesta a ciertas influencias perturbadoras, se producen en ella una serie de cambios en su estado original que dan como resultado una fuerte transformación de la misma. Esta energía cósmica que Wilhelm Reich llamó energía orgónica, cambia hacia un estado de excitación muy elevado y alterado llamado ORANUR (Orgonomic Antinuclear Radiation).

Entre los elementos que irritan esta energía cósmica, el más perturbador encontrado hasta hoy día es la radioactividad. También son causa de su alteración agentes como los rayos X, las microondas, las luces fluorescentes, las pantallas de ordenador, los rayos laser, el radar, o las líneas de muy alta tensión (MAT). Aunque la forma más perturbadora es la radioactividad. En este sentido, el Efecto ORANUR es claramente demostrable en el hecho de exponer concentraciones altas de energía orgónica con pequeñas cantidades de radioactividad, tal como lo comprobó Wilhelm Reich en su Experimento Oranur, llevado a término entre los años 1950 y 1953, en su laboratorio de Orgonon en Maine (EUA).

El Efecto Oranur también puede tener lugar cuando coexisten concentraciones naturales de energía orgónica atmosférica junto con grandes cantidades de materiales radioactivos libres. Este fue el caso de las pruebas nucleares en la atmósfera (China, India, EUA, Francia, etc. durante la década de 1960-1970), o también en el efecto resultante de la catástrofe de Chernóbil y Fukushima, que desplegó su influencia negativa sobre gran parte de Europa y de Asia. En ambos casos, los efectos del ORANUR en la atmósfera, en las plantas y en el resto de los seres vivos, son cualitativamente hablando, muy parecidos.

Actualmente, muchas personas padecen una sensación de enfermedad o malestar crónico de difícil diagnóstico y que algunos médicos la engloban dentro de lo que llaman vulgarmente «estrés». Lo que ocurre en realidad es que desde los accidentes nucleares de Chernóbil y Fukushima (con niveles altos de ORANUR en todo el planeta), los organismos más debilitados, desde el punto de vista energético, empiezan a desarrollar diversos síntomas como: cansancio, fatiga crónica, dolores y problemas musculares, vértigo, náuseas, irritación de la conjuntiva, sensación de presión en la cabeza o en el pecho, manchas e intensos picores en la piel, palidez y frío alternados con estados de acaloramiento, irritabilidad, temblores, necesidad de tomar medidas rápidas para airearse o moverse, cianosis, deposiciones blandas o líquidas, reacciones de tipo leucémico en los análisis de sangre, edemas en las piernas, amnesia, depresiones sin motivo, postración, etc. Todos estos síntomas, cada vez más frecuentes y alarmantes, que padece la población, están causados por el Efecto Oranur.

El Efecto Oranur tiene tres fases bien diferenciadas. Inicialmente, se detecta en el organismo humano una fase preliminar de sobreexcitación y nerviosismo, que da paso a una segunda fase de paralización y depresión y a una tercera fase de deshidratación y muerte de los sistemas corporales afectados.

La segunda y tercera fase son debidas a la transformación de la energía orgónica del planeta (también en el ser humano) en una forma muerta de energía llamada DOR (Deadly Orgone Energy) que roba la vitalidad, el agua y el oxígeno a los seres vivos; es decir, les deshidrata y les roba la vida.

Tal como podemos apreciar hoy en día, tanto en el planeta Tierra como en el ser humano, comienzan a manifestarse los síntomas de su actuación. Debido a la presencia intensa y continua de ORANUR y de DOR, empiezan a tener lugar cambios funcionales a muchos niveles. Por ejemplo, en el hombre, ciertos estados latentes de enfermedades que estaban dormidas en el cuerpo humano a nivel subclínico; es decir, sin síntomas aparentes al principio (asintomáticas), empiezan a manifestarse en forma de nuevas enfermedades desconocidas hasta la fecha. La pérdida de oxígeno, de agua y de energía orgónica en el organismo humano y en los animales produce una desintegración de las células. Esta desintegración celular está dando lugar a nuevas enfermedades de tipo precanceroso, a infecciones bacterianas no habituales y a nuevas enfermedades víricas o viroideas de origen desconocido hasta hoy día. El sida, el ébola y el virus del dengue (DENV) fueron las tres primeras. El SARS y el MERS fueron las siguientes. La pandemia de la covid-19 con sus diversas variedades y mutaciones es la parte actual, visible y reciente de la Enfermedad Oranur-Dor que sufre la población del planeta.

Las emociones de la posmodernidad

En una secuencia de la serie de televisión de la BBC sobre la India británica de los años 1940, La joya de la Corona, un psiquiatra, que había sacado con éxito de un estado depresivo a una joven paciente, fue preguntado en el marco de una reunión social con el dilema de si él era freudiano o jungiano. Este trató de evitar cortésmente la respuesta. Pero cuando le insistieron de nuevo, este psiquiatra replicó que no era ni freudiano ni jungiano, que él seguía al psicoanalista Wilhelm Reich. No contentos con la aclaración, le pidieron que se explicara un poco más. Dijo que él creía en el psicoanálisis que proponía Wilhelm Reich y que pensaba que la relajación de las tensiones del cuerpo, el poder expresarse emocionalmente sin bloqueos y una vida sexual satisfactoria eran los tres pilares que apoyaban una buena salud física y mental. Aunque esta escena es una ficción literaria, nos seguimos preguntando: ¿por qué tuvieron tanto éxito las ideas de W. Reich?

Probablemente porque expuso el conflicto que tenemos planteado los hombres y las mujeres del siglo xxi: el homo conmotio frente al homo loquens. Es decir, las emociones frente a la verborrea, los sentimientos opuestos a las ideas, la experiencia por encima del discurso intelectual. Para Reich, la salud es la calidad emocional en la que el ser humano vive su propia vida: el libre flujo de la energía de la libido en el interior de su organismo. El lenguaje popular lo expresa de una manera muy gráfica: »Esta persona es un tempano de hielo». «A fulano le hierve la sangre de entusiasmo». «Las manos frías y el corazón caliente». «Se le hincha el pecho de orgullo». «Tal persona ha gastado toda su energía».

Las emociones humanas básicas sanas son tres: la rabia, el placer y la ansiedad.

1.La rabia o la agresividad sanas se producen cuando el flujo de energía corporal se dirige y se expresa hacia los músculos.

2.El placer o la expansión surge cuando la energía fluye hacia la piel (los genitales son la parte más sensible y especializada de la piel).

3.La ansiedad cuando el flujo energético se dirige desde la periferia del organismo (piel) hacia los órganos internos, causando una gran contracción en el organismo que se siente como un malestar interior.


Figura 1. El cuerpo humano sin armadura

Existen dos emociones subsidiarias más complejas: el anhelo y la tristeza.En el anhelo, el flujo energético se dirige básicamente hacia el pecho, los brazos, la boca y la pelvis. Se experimenta como un deseo de acoplamiento con otro ser humano y se expresa como una necesidad de buscar a alguien querido, o a alguien que no está presente, pero que es deseado. Es la necesidad de un contacto emocional.

La tristeza es una reacción a una pérdida y al duelo. En ella existe también anhelo, pero en este caso no hay posibilidad alguna de acoplamiento y el ser humano simplemente se contrae de una manera natural. Aquí debemos separar la tristeza como emoción básicamente humana sana, de la depresión, que se produce cuando la rabia regresa otra vez hacia adentro del organismo y es una manifestación neurótica y enferma porque la rabia se dirige contra uno mismo. La depresión es casi siempre autodestructiva.

 

A estas cinco emociones debemos añadir dos estados más: la anorgonia y la armadura. La anorgonia es el resultado de la retirada súbita de la energía del cuerpo, que se experimenta como una gran debilidad general. La armadura ocurre cuando la energía queda estancada en una particular zona corporal y es inmovilizada por una contracción muscular muy fuerte y la energía no fluye a través del organismo. Se experimenta como un agarrotamiento.


Figura 2. El cuerpo humano con armadura

Existen todavía otras dos emociones humanas subsidiarias más complejas todavía: la vergüenza y la culpa.La vergüenza es originalmente un impulso natural y agresivo sano que ha conseguido agujerear la armadura caracterológica y que ha llegado hasta la piel del cuerpo, sobre todo a nivel de la cara. Allí este impulso ha quedado instalado en busca de una respuesta empática. Ahora bien, si este impulso sano no es bien recibido o no ha obtenido una respuesta empática de contención, la persona siente entonces vergüenza.

La culpa es el mismo impulso natural y agresivo sano pero que esta vez no ha conseguido atravesar la armadura caracterológica. A su vez, este impulso rebota contra ella y regresa al lugar (al núcleo del self) de donde provenía originalmente. Retorna al núcleo como si fuera un boomerang. Como vemos, la culpa y la vergüenza son hermanas gemelas.

Si usáramos un lenguaje naturalista y orgonómico diríamos que la libido de Freud (el impulso sexual y agresivo sano) es líquido como el agua del mar y que toma la forma del objeto a quien va dirigida y proyectada. El impulso agresivo libidinal sano, como si fuera una ola del mar al compás de la marea, rebota con bravura contra el acantilado. La armadura caracterológica es sólida como el acantilado. Este rebotar sería la culpa.

La vergüenza seguiría el mismo proceso pero esta vez la ola va deslizándose suavemente en la arena de la playa. La ola del mar lame la arena, sin rozarla apenas y se aleja de la playa para regresar. Y aunque vuelve al mar, es decir retorna al núcleo del self, lo hace de una manera más apacible y no reflexiva. La arena es un objeto sin armadura que se mece al compás de la ola. Esta sería la diferencia entre los sentimientos de culpa y de vergüenza. Ambos tienen el mismo origen libidinal (sexual y agresivo sano) y se dirigen al objeto (proyección), pero que retornan al núcleo (self) de formas distintas. La culpa es reflexiva, la vergüenza no lo es. Los psicoanalistas llamamos a estas dos maneras de retornar al núcleo del self, identificación proyectiva e identificación introyectiva.

La armadura caracterológica puede ser temporal, como una respuesta de autoprotección del ambiente. En este caso sería una defensa sana. Pero también puede hacerse crónica y rígida, dando lugar a la estructura de carácter neurótica y a las enfermedades tales como el estrés, la hipertensión, la depresión, el asma, la tensión premenstrual, la obesidad, el alcoholismo y muchos malestares psicosomáticos. El cáncer es el resultado de la petrificación de la armadura y la resignación crónica. Pero aun así el cáncer es curable. En este caso hay que revertir el proceso de autodestrucción de la propia armadura caracterológica y superar el instinto de muerte del organismo.