Oscura globalización

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En 1996, en su libro El método de la geopolítica, François Thual afirmó que la “geopolítica es una búsqueda de las motivaciones ocultas de los actores internacionales. Toda postura geopolítica responde o bien a una voluntad de realizar ciertas ambiciones o bien a una necesidad de defenderse de alguna amenaza” (Gayraud, 2007, p. 34).

Desde finales del siglo xix e inicios del siglo xx, el Estado ha sido siempre la razón de la reflexión geopolítica. Sin embargo, desde aquellas épocas hasta hoy la realidad ha cambiado, junto con los actores en el escenario internacional. La comprensión de actores y poderes que interactúan en la realidad global actual no es la misma que existió en los primeros años en que surgió la geopolítica. Por eso, en los últimos tiempos un destacado académico de la geopolítica, Yves Lacoste, ha afirmado que, “en nuestros días, la palabra geopolítica designa en la práctica todo lo relacionado con las rivalidades por el poder o la influencia sobre determinados territorios y sus poblaciones: rivalidades entre poderes políticos de todo tipo” (Lacoste, 2009, p. 8).

En la actualidad, el poder dentro de un territorio no está concentrado únicamente en el Estado. La geopolítica, entonces, no puede ignorar a actores internacionales que, aunque no sean reconocidos, gozan de poder real. Algunos de esos actores con poder son las organizaciones criminales transnacionales.

Aunque el Estado sigue siendo el principal actor geopolítico, el crecimiento y la sofisticación de las organizaciones criminales transnacionales las han convertido, en muchos lugares, en entidades que dan forma a la interacción social y económica de algunas zonas geográficas. Ante esta situación, algunos autores franceses promueven el abordaje del crimen desde esta nueva perspectiva: la geopolítica del crimen.

Esta nueva propuesta académica plantea el análisis de estas organizaciones desde su posicionamiento geográfico, los productos con los que operan, el flujo de esos productos (rutas), etcétera. En ese sentido, el francés Jean-François Gayraud afirma que “la geopolítica ambiciona desvelar las intenciones ocultas de los actores internacionales. ¿No debería desenmascarar también a estos actores (criminales) camuflados?” (Gayraud, 2007, p. 44).

Jean-François Gayraud, en su libro El mundo de las mafias: geopolítica del crimen organizado (2007), presenta al G9 del crimen organizado. Es decir, las organizaciones más grandes y con mayor presencia en el mapa mundial del crimen. En la clasificación destacan las siguientes organizaciones criminales: La Cosa Nostra siciliana, ‘Ndrangheta, La Camorra, La Sacra Santa Corona Unita (Italia); mafia albanesa, mafia turca (Balcanes y Euroasia); tríadas chinas y Yakuza (Asia Oriental); Cosa Nostra americana (Estados Unidos).

En las siguientes líneas, analizaremos algunas de estas organizaciones criminales, su formación, las actividades a las que se dedican y su influencia geográfica.

4.1 La Cosa Nostra

Italia es un país mediterráneo reconocido por su cultura, el bel canto, su historia, su cocina y una diversidad de bondades; no obstante, este bello lugar es también conocido como un país con una importante presencia de organizaciones criminales transnacionales.

Como se puede ver en este mapa de las regiones que conforman Italia, la gran difusión cinematográfica y televisiva de la Cosa Nostra siciliana nos hace pasar por alto que, según diversos reportes, en Italia existen también organizaciones criminales transnacionales como ‘Ndrangheta (Calabria), la Camorra (Nápoles) y la Santa Corona Unida (Apulia).

Gráfico N° 3. Ramas del crimen organizado italiano


Fuente: http://educarletesmafia.blogspot.com/2014/11/distintas-ramas-de-la-mafia-italiana.html

4.1.1 Cosa Nostra siciliana

Hollywood nos ha dado una aproximación mítica sobre el crimen organizado. La saga de El padrino, basada en la migración siciliana a Estados Unidos, suele ser nuestro referente más inmediato del crimen organizado. Pero la realidad es más variada y compleja que la trama de una película de culto.

Efectivamente, el termino mafia es usado por primera vez para referirse a la organización siciliana. Inicialmente, un mafioso era un “hombre de honor”. Un mafioso garantizaba las transacciones comerciales a través de su palabra, de la palabra de un hombre respetable.

Sicilia es una isla ubicada en el Mediterráneo. Ha sido parte de Grecia y conquistada por árabes y españoles. Estos constantes cambios de dominio y poder generan una inestabilidad que fue cubierta por quienes, inicialmente, brindaban protección. En este pueblo rural se organizó la comunidad y se formaron grupos comunales que brindaban protección y garantizaban las transacciones entre pares. Poco a poco, los protectores fueron extendiendo su autoridad a las acciones criminales, y lo que antes fue el aporte de dinero para proteger a la población luego se convirtió en un cupo extorsivo, y su organización y sus líderes en un poder en la sombra.

Diego Gambetta, estudioso siciliano, afirma en su libro La mafia siciliana (2007) que el negocio central de esta organización es el de la protección.

La mafia siciliana se convertiría poco a poco en una sociedad secreta, de ahí que se denominara Cosa Nostra. Esta organización creció y se expandió hasta que Mussolini llegó al poder. La llegada del fascismo representó un problema para la mafia. El régimen totalitario fascista no podía tolerar un poder paralelo al Estado y emprendió una agresiva estrategia contra ella. Al perder la guerra el fascismo, la mafia poco a poco pasó a recuperarse y sus líderes empezaron a acercarse al poder político y a extender sus actividades. Con el tiempo, los escándalos judiciales producto de esta relación alcanzaron a las más altas autoridades del gobierno italiano y a los partidos más tradicionales de Italia.

La Cosa Nostra siciliana tenía un complejo sistema de reglas que garantizaban el orden interno y la discreción con la que esta organización criminal se desenvolvía. Hollywood ha contribuido a difundir y mitificar el conjunto de reglas, usos y costumbres de la mafia. No obstante, aunque existían ritos, estructuras y reglas, la realidad es bastante más discreta y menos glamorosa.

En el año 2007, el mafioso siciliano Salvatore Lo Piccolo fue capturado. Entre los documentos que se le encontraron destaca un decálogo de honor y fidelidad a la Cosa Nostra:

1 Nadie que no esté vinculado a la Cosa Nostra podrá hablar con ningún miembro sin un tercero que lo presente.

2 No desearás la mujer del prójimo.

3 Se prohíbe cualquier tipo de relación con la policía u otros cuerpos de seguridad del Estado.

4 No se deben frecuentar bares, tabernas ni círculos sociales.

5 Hay que estar disponible en todo momento, aunque la propia esposa esté dando a luz.

6 Hay que ser siempre puntual y respetar todas las citas.

7 Hay que respetar a la esposa.

8 Hay que decir la verdad siempre ante cualquier situación.

9 No apropiarse del dinero de otras personas o familias.

10 Queda prohibida la pertenencia a la familia a aquellos hombres que tengan parientes cercanos en los cuerpos de seguridad del Estado, a aquellos que hayan traicionado a su mujer y a los que no tengan buen comportamiento ni valores morales (Cantino, 2015).

En la década de 1990, ante la escala de hechos violentos de parte de la Cosa Nostra, el Gobierno italiano libró una batalla frontal contra el crimen. Entre las acciones violentas de uno y otro lado destacó el magnicidio del juez Giovanni Falcone en 1992, quien se convirtió en un símbolo en la lucha antimafia por su compromiso y aportes a la justicia y su trágica muerte.

Los esfuerzos antimafia dieron origen a un gran juicio, que ha sido conocido como “el maxijuicio”. Aunque la mafia fue golpeada, hay muchos indicios de que, con prácticas mejor adaptadas, aún sigue operando.

4.4.2 Tríadas chinas

El símbolo del crimen organizado chino es un triángulo que representa la relación entre el cielo, la tierra y el hombre. Es por este símbolo que se les conoce como tríadas. Estas organizaciones se han formado a partir de sociedades secretas que han sobrevivido a diversas circunstancias temporales.

Su origen está asociado a un mito o leyenda romántica. Cuando los monjes Shaolín de Fujián, en 1671, fueron convocados por el emperador para defender el imperio de ejércitos bárbaros, ellos habían perfeccionado la técnica del combate con las manos: kung-fu. Tuvieron éxito y regresaron al templo, pero las intrigas generaron el temor del emperador, quien, recelando una rebelión interna, en 1674 ordenó la destrucción del monasterio y el asesinato de los monjes. Solo sobrevivieron cinco, los Tigres Shaolín o Patriarcas. Estos sobrevivientes extenderían una sociedad secreta del cielo y la tierra que daría origen así a las Tríadas o mafia china (Riera, 2010).

La integración de las Tríadas con la comunidad es alta, al punto de que hay una frase muy popular que ilustra su cohesión: “El ejército protege al emperador, pero las Tríadas protegen al pueblo” (Gayraud, 2007, p. 321).

Con la llegada al poder de Mao Tse Tung, las Tríadas abandonaron la China continental y se expandieron a Hong Kong, Taiwán, Macao y Singapur. Esto les permitió extender su ruta internacional. El ascenso al poder de Deng Xiaoping y sus reformas económicas les dieron a las Tríadas la oportunidad de volver a China continental. Asimismo, la devolución de Hong Kong les brindó la posibilidad de tener nuevos espacios de acción.

 

Esta organización tiene mucha influencia en la migración de sus connacionales. Esto podría tener alguna explicación: “La sociedad secreta ofrece a los inmigrantes, les guste o no, una seguridad en un medio desconocido, incluso hostil en ocasiones” (Gayraud, 2007, p. 117).

Esta alta relación con sus comunidades migrantes les ha permitido dedicarse al tráfico ilícito de drogas, al tráfico de armas, a la trata de personas, a la prostitución, al juego, a la piratería, a la extorsión a su comunidad, entre otros. Su presencia en el mundo es coincidente con la presencia de su comunidad en el exterior.

4.4.3 Yakuza

Una versión muy extendida del porqué de su nombre sugiere que Ya-Ku-Za es la combinación de los números 8 (Ya), 9 (Ku) y 3 (Za). Estos números están relacionados con un juego de cartas conocido como Hanafuda, en el que la peor mano de cartas es la que está integrada por Ya Ku Za, por lo que Yakuza es sinónimo de perdedor (River, 2017).

La aparición de esta organización está rodeada de mitos y leyendas. Una de las más difundidas está asociada con la desmilitarización de los samuráis. En los tiempos en que Japón empezaba a modernizarse, en la época Tokugawa o periodo Edo, los samuráis empezaron a desaparecer. Algunos de ellos se convertirían luego en samuráis sin amo y asaltantes en los caminos. Los Yakuza serían samuráis que protegían a la ciudad de estos bandidos. Ellos se reclaman, asimismo, como guardianes de los valores tradicionales del Japón: el bushido (Gayraud, 2007).

Esta visión tradicionalista de la sociedad los hace muy cercanos a ideologías conservadoras y nacionalistas. Hay un sistema de valores coincidente entre estos grupos políticos y los Yakuza.

La derrota y posterior ocupación japonesa después de la Segunda Guerra Mundial significó la oportunidad de los Yakuza para dominar el mercado negro que se generaría a partir de las drogas, la prostitución y la reconstrucción de un país que tenía ciudades en escombros.

4.4.4 Albania

La comunidad de países que se comunican en el idioma albanés está constituida por Albania, Macedonia, Serbia, Montenegro y Kosovo. Alguna vez se especuló que la unión de algunos de estos países podría dar origen a la Gran Albania.

Hay algunas razones que nos permiten comprender el surgimiento del crimen en Albania. Este país ha mantenido estrechos vínculos culturales con Turquía e Italia, en los que el crimen organizado ha alcanzado un alto desarrollo. Su ubicación geográfica lo pone como un eslabón importante entre la heroína que viene de Asia y Turquía. Adicionalmente, la gran migración albanesa ha fortalecido los tentáculos internacionales de las organizaciones criminales. La guerra de Kosovo y el caos posterior facilitaron el ingreso y la organización del crimen en esa región (Gayraud, 2007).

Además de esto, Albania estuvo por más de 50 años bajo una dictadura comunista muy dura. Al finalizar el comunismo, el atraso y la pobreza eran los símbolos de este país del sur de Europa. Estas circunstancias solo han agravado la constitución de un Estado de derecho en Albania. La relación entre el crimen y la política es bastante fuerte.

En los últimos años, el Estado albano ha buscado integrarse a la Unión Europea. Estos esfuerzos se encuentran con la objeción de que este país no es seguro y no hace los esfuerzos suficientes por combatir a las organizaciones criminales.

La policía británica ha reconocido que el 70% de la industria del sexo, prostíbulos y salones de masaje de Londres está en manos de las bandas albanesas (Gayraud, 2007, p. 110). La presencia de la mafia albanesa en la trata de personas es tan alta que queda retratada en el mundo del cine en la película Taken (Búsqueda implacable en español).

4.4.5 La mafia rusa

El crimen organizado ruso debe ser uno de los más complejos del mundo. Se dice que en Rusia los mafiosos se divierten jugando al ajedrez, lo que nos da una idea de la sofisticada delincuencia a la que hay que hacer frente.

Los orígenes del crimen ruso pueden ubicarse desde el tiempo de los zares. En una sociedad en la que todo está bajo el dominio del zar, el quebrantamiento de la ley y la propiedad es visto como un delito de rebelión. Ese mundo del crimen era conocido como el vorovskói mir o mundo de delincuentes. Este era opuesto al orden establecido y, por supuesto, al zar (Galeotti, 2018).

El surgimiento del Estado totalitario de Stalin le declaró la guerra al crimen e implantó las condenas de muerte, gulags y cárceles. Al llegar la Segunda Guerra Mundial, la URSS le propuso pelear en las filas soviéticas a cambio de obtener su libertad. Aceptar el pacto del Gobierno era traicionar al vorovskói. Esto dividió el mundo del crimen entre quienes traicionaron al hampa y quienes pactaron con Stalin por su libertad. Al ganar la guerra, Stalin no cumplió con su palabra, lo que generó una guerra silenciosa en el interior de las prisiones. Aunque debilitado, el vorovskói no había desaparecido (Galeotti, 2018).

Durante el régimen soviético se desarrolló un sistema de contrabando que permitía comercializar todo lo que el comunismo prohibía. Al caer el comunismo, el sistema se vino abajo, lo que ocasionó una grave crisis que afectó a todos los estamentos de la sociedad rusa.

Al disolverse la URSS, el recurso humano altamente calificado que se preparó en medio de la Guerra Fría se quedó sin empleo, con deudas y sin un horizonte claro. De pronto, profesionales sumamente calificados pasaron a colaborar con el crimen en busca de oportunidades.

Los elevados niveles de calificación de los exsoviéticos les permitieron ingresar en el crimen del más alto nivel a la mayor escala. En 1994, Vladimir Levin, por ejemplo, un ingeniero graduado en matemáticas, hackeó las cuentas del Citibank (Hansell, 1995). El mercado internacional de armas se vio inundado por los fusiles AK-47, que el crimen organizado ruso introdujo en lugares tan distantes como Medio Oriente o América (Anthony, 1998).

Súbitamente, de las ciudades en las que años atrás muchas jóvenes soviéticas eran entrenadas para ser deportistas calificadas, trabajadoras de las fábricas, o soñaban con algún día ser astronautas, ahora eran reclutadas como damas de compañía y llevadas a diversas partes de Europa y Medio Oriente. A estas chicas y a este fenómeno se les conoce como natashas. Este es el modo en que se denomina, en términos generales, a las mujeres de este lado del mundo que son parte de redes internacionales de prostitución (Napoleoni, 2008).

5. Crimen en América Latina

El crecimiento del crimen organizado no ha sido ajeno a América Latina. La región andina, por ejemplo, concentra a los tres países productores de hoja de coca: Colombia, Perú y Bolivia (UNODC, 2019). Esta circunstancia de la naturaleza permite que las organizaciones que producen derivados cocaínicos se establezcan, precisamente, en estas zonas, generando narcotráfico y demás problemas afines que atentan contra la seguridad, el desarrollo y el Estado de derecho.

Es verdad que el cultivo de hoja de coca es ancestral y que el tráfico de drogas no existió siempre, pero actualmente este es un problema mundial y globalizado, pues, si por un lado en los países del sur está la producción, son los países del norte los principales consumidores de estos narcóticos. Para entender la dimensión de este fenómeno en América Latina es importante comprender las dinámicas de dos países importantes: Colombia y México.

Otro fenómeno inédito es el poder que han adquirido las pandillas transnacionales en Centroamérica. En países como El Salvador, Honduras y Guatemala esto se ha salido de control. Miles de jóvenes son parte de estas organizaciones y actúan organizadamente, al punto de que El Salvador ha tenido que negociar la paz con sus líderes y Honduras ha recurrido a que sus militares patrullen las calles.

5.1 Narcotráfico: Colombia y México

Mucho antes de que se asociara a Colombia con el narcotráfico, este país era sinónimo de café, flores y contrabando. Las redes de contrabando que el país cafetero había extendido por toda América del Sur eran importantes. Desde allí se daba el contrabando de cigarrillos, whisky y de algunos otros productos. Años después, ante el surgimiento del tráfico de cocaína, estas mismas redes serían usadas para promover este nuevo mercado.

El surgimiento del narcotráfico en Colombia transformó el país, especialmente la aparición de un capo de la droga que convulsionó a la sociedad colombiana. La revista Semana, cuando habla de Pablo Escobar, lo reseña así: “No dejó gobernar a tres presidentes. Transformó el lenguaje, la cultura, la fisonomía y la economía de Medellín y del país. Antes de Pablo Escobar los colombianos desconocían la palabra sicario. Antes de Pablo Escobar Medellín era considerada un paraíso. Antes de Pablo Escobar el mundo conocía a Colombia como la tierra del café. Y antes de Pablo Escobar nadie pensaba que en Colombia pudiera explotar una bomba en un supermercado o en un avión en vuelo. Por cuenta de Pablo Escobar hay carros blindados en Colombia y las necesidades de seguridad modificaron la arquitectura” (Semana, 1994). La ley de los dos metales, plata o plomo, es también parte de su oscuro legado.

El mismo Pablo antes de ser narcotraficante se dedicó al contrabando. Sus capacidades para el mal lo llevaron a convertir el tráfico de drogas en un negocio a escala. Estados Unidos era su principal mercado, y también ahí sus acciones causaron estragos. Para poder llevar su producto hasta Florida tuvo que pasar por países como Nicaragua, Panamá y Cuba, y por varias otras islas caribeñas.

Después de la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS, Estados Unidos emprendió una firme cruzada antinarcóticos que brindó un mayor apoyo de la DEA a Colombia y terminó con la muerte de Pablo Escobar y la desarticulación de los carteles de Medellín y Cali. Esto provocó el cierre de la ruta Florida y el inicio de un nuevo escenario internacional para el narcotráfico. Ante el cierre de una ruta tan importante, una nueva ruta se hacía necesaria: fue así que México cobró importancia.

México ha sido tradicionalmente un gran contrabandista de productos dirigidos a Estados Unidos. En los tiempos de la prohibición del alcohol, los mexicanos proveían de estos productos a los estadounidenses (Grillo, 2012). Desde inicios del siglo xx, los consumidores de este país cruzaban la frontera para comprar marihuana. Figuras emblemáticas como Ignacia Jasso dominaron este negocio ilegal desde, aproximadamente, 1925. Cuando los tiempos cambiaron, la alianza con los colombianos les permitiría comercializar un nuevo producto: la cocaína.

Inicialmente un gran cartel, el Cartel de Guadalajara, con el padrino del narcotráfico mexicano, Miguel Ángel Félix Gallardo, dirigió el mercado de la marihuana. El padrino fue apresado en el año 1989. A partir de ahí, y con el ingreso de la cocaína como nueva droga para comercializar, el número de carteles se multiplicó y surgieron rivalidades entre ellos.

Al finalizar la década de 1990, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) culminó un periodo de 70 años en el poder. El inicio del nuevo siglo tendría un nuevo partido en el poder, el Partido Acción Nacional (PAN). En el año 2006 el entonces presidente Felipe Calderón inició la guerra contra las drogas. Esta medida fue apoyada por diferentes sectores, pues se esperaba que en un primer momento aumente la violencia para luego ver derrotado al narcotráfico mexicano. Sin embargo, esto no fue así.

En el interior de los carteles mexicanos el incremento de la violencia de parte del Estado generó que los carteles también se armaran militarmente. El Cartel del Golfo, por ejemplo, contrató como órgano de seguridad a los ex-GAFE, las fuerzas especiales mexicanas. Estos exmilitares formarían luego el Cartel de los Zetas, con las terribles consecuencias que significaría esto para la sociedad mexicana (Corcuera, 2012).

El Cartel de los Zetas fue entrenado en la doctrina contrasubversiva francesa que, en buena cuenta, cree que el terror se combate con más terror. Así, de pronto empezaron a surgir en Tamaulipas ensabanados, descuartizados, grabaciones de torturas, entre otros.

En México se libraron, por tanto, dos escenarios de guerra: a. la guerra contra el Estado y b. la guerra entre los carteles. El resultado de este violento escenario ha sido el aumento exponencial de víctimas y desaparecidos, el incremento desmesurado de la violencia de los carteles y el surgimiento de nuevos carteles y plazas del narcotráfico.

 

A todo lo antes dicho, debemos sumarle que algunos de estos carteles, como los Zetas, han diversificado sus actividades criminales; es decir, además del narcotráfico se han dedicado a trata de personas, prostitución, tráfico de armas, tráfico de tierras, entre otras. Esta diversidad del crimen hace más difícil acabar con la violencia en México, pues en una eventual legalización de las drogas los otros delitos con dominio territorial de estas organizaciones no terminarían automáticamente.

Al finalizar el gobierno de Felipe Calderón, ha quedado claro que la guerra contra las drogas que promovió tuvo un saldo negativo. En una de sus últimas entrevistas, al ser interrogado por una periodista sobre si volvería a implementar su iniciativa, el expresidente perdió la calma y respondió: “¡Y qué querías que hiciera, que los invitará a tomar un café!” (Astorga, 2015).

La situación en México es tan difícil que se han generado autodefensas y algunos sectores consideran que la negociación con el crimen podría ayudar a dar un mayor proceso de estabilidad a la sociedad. Es decir, que el Estado acepte que han perdido el monopolio de la violencia y la autoridad en su territorio.

5.2 Centroamérica: Maras en El Salvador y Honduras

Aunque cuando se habla de pandillas juveniles se suele pensar en Centroamérica, el surgimiento de las pandillas es más bien norteamericano.

Estados Unidos es un país de inmigrantes. La aparición de pandillas se puede verificar desde sus orígenes con los primeros grupos de irlandeses. Posteriormente, aparecerían grupos promotores de la supremacía blanca y el Ku Klux Klan. Esto generó el surgimiento de las Panteras Negras y una especie de lucha se vivió en sus calles. En ese mismo contexto, la migración mexicana, impulsada por la revolución de la década de 1920, contribuyó a que los jóvenes migrantes y chicanos —estadounidenses hijos de migrantes mexicanos— formen la pandilla mexicana estadounidense conocida como La Eme. Este es un contexto complejo en donde las minorías se enfrentaban entre sí en las calles. Blancos, afros y latinos en permanente conflicto.

En la década de 1980, El Salvador vivió una guerra interna. El ejército se enfrentaba al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). La guerra en un país tan pequeño tenía resultados sangrientos, como la masacre vivida en El Mozote. Esto motivó una intensa migración de salvadoreños a Estados Unidos. Al llegar a Los Ángeles, los jóvenes salvadoreños encontraron pandillas en las que ellos no encajaban y se convirtieron en los marginados de la marginación. Así, algunos de ellos fueron incluidos en la 18th Street. Una pandilla de mexicanos y otros formaron la Mara Salvatrucha o MS. En El Salvador, la 18th es conocida como Los Números y la MS como Las Letras (Savenije, 2007).

La palabra mara se usa para denominar a un grupo de personas, salva es la abreviatura de salvadoreño y trucha es la denominación que se emplea para definir a una persona que es lista o que tiene agilidad mental. Así, la Mara Salvatrucha es el grupo de salvadoreños listos. Queda claro que la autoafirmación como salvadoreños es propia de la migración en la que están inmersos.

La pandilla tiene una lógica de confrontación y conflicto. Una pandilla se define, también, por su rival. Tienen rituales y simbología parecida, pero una rivalidad muy presente. Entre la MS y la 18th se vivió una rivalidad constante. Las calles del oeste de Los Ángeles fueron testigos de este conflicto, hasta que algo cambió.

A inicios de la década de 1990, después de la caída del muro de Berlín, el Gobierno de El Salvador firmó un acuerdo de paz con la guerrilla. Poco tiempo después, Estados Unidos deportó a un importante número de salvadoreños, entre ellos pandilleros de los dos grupos en disputa.

Los pandilleros deportados regresaron a un país con sus fuerzas del orden debilitadas, con proliferación de armas y altos niveles de pobreza. Rápidamente se organizaron barrialmente, en clicas, y crearon hermandades que se extendieron por todo el país, hasta que cada una de las pandillas empezó a controlar territorios enteros y a imponer sus códigos, el vacile o vida loca.

Las pandillas han crecido tanto y han adquirido tanto poder que, en el año 2012, el Gobierno salvadoreño y los líderes de las pandillas llegaron a una “tregua”. En un caso inédito, un Gobierno negociaba la paz con los pandilleros de su país.

Ambas pandillas se han dedicado a la microcomercialización de drogas y a la extorsión: la ley del cora (cora es la moneda de 25 centavos de dólar americano). En El Salvador, la economía esta dolarizada. En las zonas donde domina una pandilla, todos deben pagar un cupo extorsivo, por más pobres que sean. Al menos deben pagar un cora a la semana; si su situación económica mejora, el monto del cupo aumentará. Esto, además de la trata de personas, el tráfico ilegal de migrantes, el robo, los hurtos, entre otros.

Estas pandillas se han extendido a El Salvador, Honduras, Guatemala. Aunque tienen presencia en otros países, no alcanzan los niveles de los países antes mencionados.

Referencias

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Modernidad delictiva:

juventud y ciberdelito