Muy personal con... Bibiana Belsasso

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¿Cuál ha sido el día más feliz en tu vida?

El día que nació mi hija Catalina.

¿El día más triste?

El día que murió mi mamá.

¿El amor de tu vida?

Ángeles Mastretta.

¿Qué te gusta comer?

Bueno, me gusta comer… para empezar, un whisky.

¿Para divertirte?

Para divertirme… conversar, leer, y ver series con Ángeles.

Completa esta frase, Héctor Aguilar Camín es…

Un escritor chetumalense, contra todos los pronósticos.


Pepe Aguilar
Cantante
Los tatuajes del alma en el cuerpo

Todo cambia todo el tiempo. Que uno no se dé cuenta es otra cosa. Pero cuando los cambios se hacen con un propósito, a veces salen bien. Y el rodearme de gente tan capaz para este proyecto fue una gran decisión. El salirme un poquito de la zona de confort, para meterme a un lugar donde puedo crecer y aprender más.


Carlos Almada
Embajador
El embajador de las mil batallas

Tú eres de Sinaloa, creciste y estudiaste la carrera ahí, ¿cómo fueron esos años?

Fueron años muy gratos, en provincia, muy tranquila, pequeña, agrícola. Mis recuerdos más entrañables son de cuando tenía cinco años y en el pueblo de Guasave caminaba de mi casa al kínder. El pueblo entero me cuidaba, me regalaban un veinte o un dulce. Recuerdo ahora el proverbio africano que dice: “para educar a un niño se necesita toda una aldea”, fui educado por una aldea y una familia entrañable.

A Lolita, tu mamá, todo el pueblo la conocía.

Todo el pueblo conocía a mi mamá y a mi papá.

¿Lolita, sigue allá o ya está en la Ciudad de México?

Tiene una casa allá, tiene 93 años, por su edad no puede viajar; pero no le duele nada; Lolita siempre fue muy alegre, querida, simpática, y bailadora como buena sinaloense, también guapa.

¿Y tu papá?

Era un ingeniero muy lector, y agricultor. Un apasionado por la educación, cuando lograba que un muchacho saliera de aquellos pueblos y viniera a estudiar al Politécnico, le conseguía una beca, era el hombre más feliz de la vida.

Estudias la primaria, la secundaria, incluso Administración de Empresas allá en tu tierra. ¿Qué tal eran esos años de estudiar en Sinaloa?

Soy egresado de la Universidad Autónoma de Sinaloa y eran años muy gratos, a mí me tocó todavía la Vieja Casona, en la que estaba la pequeña universidad entonces, no me tocó la Ciudad Universitaria, fueron años muy felices, pero también turbulentos, de agitación social, eran los años del 68 y posteriores a éste, esos ánimos revolucionarios los había también en la universidad, una gran radicalización.

¿Y es ahí donde te empieza a interesar la política?

Sí. Inicio en el Ayuntamiento de Culiacán trabajando con una persona que ya murió, el doctor Mariano Carlón, de quien guardo un recuerdo entrañable. Puedo decir que mis cariños más profundos, a pesar de que he viajado mucho por el mundo y he vivido en muchos lugares, están en mi infancia y en mi juventud en Sinaloa.

Y también es la cuna del narcotráfico.

El narcotráfico en Sinaloa empieza desde la Segunda Guerra Mundial, cuando los norteamericanos le piden al gobierno mexicano que, en el llamado Triángulo de Oro, entre Chihuahua, Sinaloa y Durango, que reúne condiciones óptimas, se produzca opio para producir morfina para los heridos de guerra. Así inicia históricamente el narcotráfico en Sinaloa. Cuando termina la guerra, los norteamericanos dijeron “ya no produzcan”, pero ya la gente se había acostumbrado.

Sin duda llegaste a convivir y a ver a muchos narcotraficantes, porque convivían con toda la sociedad.

Era algo relativamente normal en aquella época. No había los niveles de violencia que posteriormente se dieron. En alguna zona de Tierra Blanca, en Culiacán, sabíamos todos que esto ocurría, algunas familias lo hacían y era parte del paisaje en el que vivíamos. Afortunadamente no había episodios tan duros como los que hoy conocemos.

Terminas la carrera, eres un hombre, muy culto, preparado, llegas a la Ciudad de México y después te vas a París.

Llego a la Ciudad de México y prácticamente de inmediato me voy a París. Llego a trabajar primero, por cierto, con Dionisio Meade, padre de José Antonio Meade, cuando de pronto surge una convocatoria para ir a estudiar a Francia y de inmediato presento mi solicitud.

¿Qué estudiaste en Francia?

Administración Pública. Estudié allá más de tres años, primero en el Instituto Internacional de Administración Pública y después en La Sorbona, en la Universidad de Derecho. Fueron años felices, de educación y de pobreza. Decía Hemingway que “París es el único lugar del mundo donde se puede ser pobre y feliz a la vez”, yo digo que para eso hay que ser joven y hay que ser estudiante también.

¿Fue espectacular estar allá?

Fue espectacular, el mejor campus del mundo, la ciudad de París.

¿Y regresas a México a trabajar en la función pública?

Regreso a México para ser secretario ejecutivo del Instituto Nacional de Administración Pública, en 1979. Lo hago con mucho entusiasmo cuando había aquel Programa de Reforma Administrativa, en el que se creía profundamente. Ingreso a la vida académica, soy profesor y después me voy al Banco Obrero, luego al Estado de México, como secretario de Administración.

Te conocí cuando trabajaba en Estados Unidos para cbs y tú eras vocero del presidente Zedillo.

Conocía a tu familia, como he dejado testimonio de ello, y le tuve gran aprecio y, efectivamente, ahí nos conocimos. Fui vocero del presidente, dicen que el primer vocero o el primero que tuvo tal título de manera oficial, fueron años muy intensos.

Y debe haber sido muy difícil porque el presidente Zedillo odiaba las entrevistas y no le gustaba hablar ante los medios de comunicación.

La comunicación social siempre es difícil y es complicada la Presidencia de la República, pero es un gran honor. Siempre digo, que es probablemente el más grande honor de mi vida pública, pero no quisiera volver a ser vocero.

¿Cómo le decías al presidente Zedillo tenemos que hablar de tal tema, tiene que hacer tal entrevista?

Había forma de comunicarme con él, había disponibilidad. Hay diferentes temperamentos en los presidentes, creo que él fue respetuoso de los medios y de la libertad de expresión.

Platícame anécdotas de esta época.

Hubo muchas, recuerdo en particular el levantamiento del epr, por ejemplo. Fue un momento de gran tensión y también recuerdo la Reforma Política, la Constitucional, el gran propósito de fortalecer la vida democrática del país. Por supuesto que el 95 fue un año durísimo.

El año de la crisis económica terrible, sobre todo para poderlo comunicar porque la gente estaba furiosa.

Efectivamente, en particular el primer semestre de 1995 fue muy duro. A partir del segundo semestre de 1996, cuando la economía empezó a repuntar, también empezaron a repuntar los números del entonces presidente.

¿Cómo se vivía en el cuarto de guerra, sobre todo el tema de comunicación?

Se vivía con gran dificultad, fueron años muy complicados, el país vivió una caída del Producto Interno Bruto, si mi memoria no me falla, del ocho por ciento, una cosa espantosa, una inflación muy alta, elevación de impuestos, pérdida de empleos, intereses altísimos; afortunadamente se superó. Pienso que las reformas que se hicieron desde el sexenio del presidente Salinas, durante el de Zedillo que fueron continuadas muchas de ellas, nos han convertido en un país con gran capacidad exportadora, manufacturera. Dependíamos en un 80 por ciento del petróleo para nuestras exportaciones, hoy dependemos en un ocho por ciento, creo que hay cosas que son difíciles en México, pero también hay éxitos, hay claros, hay puntos brillantes y éste es uno de ellos.

Si a la fecha continuáramos dependiendo del petróleo de esa manera, ahora con el precio que tiene, sería una tragedia.

Habría sido una verdadera catástrofe. Mis amigos en Japón, y los empresarios con los que trato ven a México con una óptica de simpatía y mucha confianza de largo plazo.

Termina la administración del presidente Zedillo, hay alternancia en el gobierno, ¿qué pasa contigo?

Voy a trabajar al Instituto Nacional de Administración Pública, me dedico a la academia, a algunas cosas de carácter personal y finalmente trabajo durante siete años en Nuevo León, donde tuve años muy gratos. Monterrey es una gran ciudad, la cual vivió momentos muy difíciles en los que me tocó estar presente, asumir situaciones, diría yo, de elevado riesgo.

También fuiste embajador en Portugal,¿eso cuándo fue?

 

Fue al final de la Presidencia de Zedillo, tuve ese gran honor. Fui antes director general de un pequeño organismo internacional de Ciencias Administrativas, el inap del mundo, digamos, en Bruselas, en años anteriores, de 1988 a 1991. Es un puesto internacional de cierta relevancia, pero embajador de México solamente lo he sido dos veces.

Estuviste como subsecretario de Comunicaciones y Transportes en México, ya en el gobierno del presidente Enrique Peña.

Así es, dos años, un tema muy complejo, la logística es fundamental para el funcionamiento de la economía, transporte ferroviario, autotransporte, aviación, aeropuertos, control de tráfico aéreo. Dos años de intenso aprendizaje.

¿Por qué te designan embajador de México en Japón?

Entiendo que las consideraciones que se hicieron es que tenía ya una experiencia internacional, me gustan mucho los proyectos estratégicos, trabajar con los empresarios extranjeros y los mexicanos.

Hay una relación muy importante entre México y Japón.

Es una relación estratégica. Japón es uno de los socios más importantes de México, 930 empresas niponas funcionan u operan en nuestro país. Han invertido mucho en la industria eléctrica, electrónica, automotriz, y también en algunos sectores de energía. La inversión japonesa en el país es de 20 mil millones de dólares, les vendemos cada año cuatro mil millones de dólares, entre ellos, mil millones de productos agropecuarios. Son socios muy importantes, gente muy seria. Vienen pensando en México con confianza a largo plazo.

¿México qué exporta a Japón?

Fundamentalmente productos agropecuarios, también algunos camiones y componentes que ellos mismos procesan en México, y productos pesqueros. Poca gente sabe que nueve de cada diez aguacates que se consumen en Japón son mexicanos.

Sí, sin duda están introduciendo muchísimo dinero a México todos estos productos agrícolas que mandamos a países tan lejanos, ¿cuánto cuesta un aguacate, un melón en Japón?

Los melones pueden parecer prácticamente obras de arte o piezas de joyería, un melón puede costar 20 o 30 dólares, ¡un solo bello melón! Pero el tema obviamente está en la cantidad, en la calidad, es un mercado, el más grande del mundo en la importación de productos agropecuarios, del mundo desarrollado, pero también es muy exigente en los temas fitosanitarios y, por ejemplo, ahora tenemos una muy buena noticia: Japón considera que toda la república Mexicana está libre de fiebre aftosa del puerco, por lo que podremos elevar sustancialmente nuestras exportaciones de carne de puerco desde toda la República a Japón, en donde ya somos uno de los principales proveedores.

Te vas a Japón, una sociedad mucho más conservadora incluso que la mexicana, tienes una novia de la cual te enamoras perdidamente y te casas rapidísimo.

Me casé por esa razón. La gente se casa porque se enamora y afortunadamente elegí bien, me casé con Mara Madero, estamos muy contentos en Japón, compartimos una experiencia y una oportunidad maravillosa y trabajamos duro, no es turismo, no es socialité, es un esfuerzo muy serio por representar dignamente a nuestro país y por trabajar en todos los temas de la relación bilateral.

A Mara, ¿cómo la conoces?

Llegué a casa de mi hermana inocentemente a comer una pizza y salí prendado de una de las chicas, y resulta después que hay un café, después una copa y después todo lo demás.

¿Cómo fue haber llegado a Japón juntos, estos primeros meses? Porque me imagino que no hablas japonés.

Unas pocas palabras, el japonés es un idioma muy arduo. Han sido meses muy interesantes, es un gran país, en el que México es muy apreciado, muy valorado desde hace siglos.

Incluso el arte mexicano es muy valorado en Japón.

El arte mexicano es muy conocido, por ejemplo, el gobernador de Tokio empieza a ser un amigo personal porque a él le interesan Siqueiros, Tamayo, Toledo, Frida Kahlo, Sergio Hernández, y está atento a la pintura mexicana. A su majestad, la emperatriz de Japón, le interesa y le gusta mucho, asombrosamente, la pintura mexicana. Hay presencia nuestra en museos, nos quieren, nos respetan, los queremos, los respetamos.

Vamos a hablar de preguntas más personales, ¿qué te gusta leer?, ¿qué estás leyendo ahora?

Estoy leyendo en este momento una historia de Japón, que es el quinto o sexto libro que leo sobre este tema, he tratado de leer sobre historia de Japón desde perspectivas diferentes, una obra de un americano, de un francés, ahora estoy leyendo la de unos profesores australianos. Soy aficionado a la lectura y siempre estoy leyendo dos o tres cosas adicionales, también estoy leyendo a Kawabata, que es uno de los grandes escritores, premio Nobel japonés, una novela sobre la antigua ciudad de Kioto.

¿En música?

En música, para nosotros, Tokio es un paraíso. Nos gusta toda la música, la popular, la internacional, la clásica. En Tokio se presentan las mejores orquestas del mundo, las mejores óperas y por alguna razón, les gusta invitar a los embajadores y siempre estamos presentes, a cinco o siete minutos de la residencia de México, en la Suntory Hall, escuchando lo mejor del mundo. Es un prodigio.

¿Cuál ha sido el día más feliz de tu vida?

El día que nació mi nieto Mateo, ahí sentí que mi esfuerzo por sacar adelante a mis hijos, todo el amor que les había dado, se prolongaba en una generación, que seguramente llegará, así lo espero, al siglo xxii.

¿El más triste?

El más triste es el inverso, es el día en que perdí a un hijo.

Completa esta frase, Carlos Almada es…

Un mexicano de clase media que pretende ser ilustrado y servir a su país.


Hiram Almeida
Secretario de Seguridad Pública de la cdmx
El abogado y policía que quería ser boxeador

¿Qué me quita el sueño? Que no haya control en algunos temas de la delincuencia, que no alcancemos las metas como institución, pero en eso estamos trabajando, para que las cosas no me quiten el sueño y las metas sí las logremos, para que combatamos a la delincuencia.


Ricardo Anaya
Candidato presidencial
El joven “maravilla”, que quiere ser presidente

Creciste en Querétaro, ¿cómo fueron esos años?

Nací en la Ciudad de México y muy chiquito me fui a vivir a Querétaro, me siento queretano, porque en esa entidad estudié la primaria, la secundaria, la prepa, estudié en la universidad pública del estado. Le debo todo a Querétaro y le tengo una enorme gratitud.

¿Tus abuelos y tu familia se quedan aquí en la Ciudad de México?

No, eventualmente ellos también se van a Querétaro, mis abuelos maternos, dos arquitectos ya retirados. Y mis abuelos paternos, ellos sí se quedan en la Ciudad de México.

¿Tu papá en qué trabajaba en Querétaro?

Es ingeniero químico, se dedicó a esto al inicio de su profesión, después incursionó en la industria del calzado; fabrica y vende, sobre todo, zapatos. Mi mamá es arquitecta, durante muchísimos años se dedicó fundamentalmente a construir y vender casas habitación. Curiosamente en mi familia nadie se dedicaba a la política, ni se imaginaban que alguien se iba a dedicar a esto.

¿De dónde surge tu interés por la política?, porque tampoco empiezas estudiando Ciencias Políticas, inicias estudiando Derecho.

Siempre tuve claro que a eso me quería dedicar. Cuando escogí ser abogado me estaba preparando para el servicio público. Siempre pensé que desde cualquier profesión se puede hacer el bien: el médico puede curar a los pacientes que lo van a ver, y el arquitecto puede construir casas para que la gente viva. Siempre he creído que el espacio desde el que se puede hacer muchísimo bien a los demás, donde realmente se le puede cambiar la vida a miles y millones de personas desde algunas responsabilidades, o dicho al revés, donde quien ejerce mal la profesión afecta y destruye la vida de miles y de millones, es desde la política.

¿A los cuántos años acabas la carrera?, porque a los 21 años ya eres diputado.

En realidad entré a los 18, siempre combiné el trabajo con la política y muchas cosas las hice siendo estudiante.

Antes de los 21 años, para llegar a ser diputado, ¿qué hiciste?

Cuando entro a la carrera, esto es a los 18 años, trabajo con quien fue el primer presidente municipal panista en Querétaro, Paco Garrido, yo era el director del Instituto Municipal de la Juventud. Muy temprano en las mañanas iba a la facultad y saliendo me iba a la oficina. Después, en el propio gobierno municipal, en la siguiente administración, fui director de Vinculación Social de Seguridad Pública, una responsabilidad que me marcó mucho porque era responsable de hacer todas las reuniones con los vecinos, de escuchar los problemas de seguridad que vivían, toda la instalación de los módulos con un modelo que teníamos en aquel entonces que se llamaba Policía de Barrio. Me permitió entender el problema de la seguridad, no en macro sino en el problema diario, lo que la gente vive y padece todos los días.

Después llegas a la Ciudad de México, haces una maestría en Derecho Fiscal, terminas también un doctorado en Ciencias Políticas en la unam. ¿Con mención honorífica? ¿Eras muy nerd o qué?

Sí, la verdad es que siempre he sido estudioso. Soy apasionado, me meto en las cosas y cuando me propongo algo, lo hago a fondo y lo hago en serio, entonces, sí fui medio nerd en mis épocas de estudiante.

Ahora te has propuesto a hacer ejercicio, vi unas fotos tuyas donde te sostienes con una mano haciendo yoga.

Me gusta mucho, creo que el yoga es una buena combinación porque es un balance de tres cosas. No hago yoga desde ninguna creencia sobrenatural, lo hago por el ejercicio de concentración que permite el tema de la respiración; por la elasticidad, la flexibilidad que es buena para el cuerpo; y la fuerza. Creo que es un ejercicio muy completo y sí, procuro practicarlo con la mayor frecuencia posible.

También es un tema de retos, Me voy a concentrar para poderme parar de cabeza, así eres en la vida real, me voy a concentrar y quiero ser diputado, quiero acabar la carrera con mención honorífica, eres muy tenaz. ¿Se tienen que hacer las cosas como tú quieres?

Estoy convencido de que en la vida un tema fundamental es, además de ser apasionado, ser muy perseverante, creo que hay que tener objetivos clarísimos y perseguirlos con toda fuerza. Si algo pudiera transmitirles a mis tres hijos sería eso, que escojan en absoluta libertad lo que les guste y lo hagan con muchísima pasión; que cuando empiecen las cosas las terminen y que hagan un esfuerzo serio por dar lo mejor de ellos mismos en lo que quieran y, es lo que intento en mi propia vida.

¿A los cuántos años te casaste con Carolina?

Me casé joven, a los 26, fuimos novios desde la prepa.

Es administradora.

Sí, estudió Administración de Empresas, trabajó mucho con su papá al principio, él se dedica al ámbito de los hoteles y restaurantes, y ahora ella se dedica ciento por ciento a la familia, a estar al pendiente de los hijos, a la casa, eso es a lo que se dedica de tiempo completo.

¿Le gusta la política?

Le apasiona ver lo que hago, pero en la casa no nos dedicamos a hablar de eso, hablamos de otros temas, la conversación central suelen ser los niños, eso te da un buen balance.

¿Llegas en la noche, y ya a punto de dormirse no te pregunta, si has pensado en el 2018?

 

Siempre me pregunta y le platico muchísimo de lo que hago, se involucra en términos de apoyo, pero me permite tener el balance de poder cambiar de tema, es una relación muy equilibrada la que tenemos.

¿A qué hora ves a tus hijos?

Esa es mi fascinación en la vida. Mi debilidad, en el buen sentido de la palabra, es mi familia, el espacio, el refugio, lo que más cuido. Yo, francamente, no creo en esta idea del político tradicional, de que hay que trabajar hasta altísimas horas de la noche, tener a la familia completamente descuidada y cada vez que dan un informe abrir pidiéndole perdón por todo el tiempo que le han quitado. Creo que hay que ser equilibrados y que la familia requiere tiempo, esfuerzo, que, si uno quiere ayudar al país, lo primero que tiene que hacer es formar bien a sus propios hijos para que sean buenos ciudadanos. De tal manera que, para mí, es una altísima prioridad, en términos de convicción. No disfruto nada más en la vida, si ahorita me dijeras “tienes un día libre, ¿qué quieres hacer con él?” estar con mi esposa y con mis tres hijitos.

¿En dónde?

Nos gustan muchísimo las actividades en el exterior, si ahorita tuviera que escoger algo, se me antojaría un paseo largo en bicicleta. Santiago y Mateo, aunque están chiquitos son buenos para la bici, tienen sus bicis de velocidades y toda la cosa; Carmen en mi bici tiene una sillita especial.

¿Quiénes han sido tus grandes maestros políticos?

Sin duda, el gran ejemplo para mi generación en el pan fue don Luis H. Álvarez, porque era un político muy bien formado y que toda su vida se mantuvo con una rectitud absoluta, es decir, murió a sus más de 90 años después de haber ocupado distintos cargos importantísimos. Fue presidente nacional del pan, fue alcalde en su municipio, fue candidato a presidente de la República, sin una sola acusación de corrupción, un hombre que jamás se enriqueció de manera ilícita, no tendría duda en decirte, don Luis, como el gran referente de a lo que yo aspiraría.

Pero eso es aspiracional, generacionalmente es muy distinto, por ejemplo, alguien con quien hayas trabajado.

Paco Garrido quien fue gobernador de Querétaro, fui su secretario particular. Sin duda un referente, un hombre con un pensamiento ordenado como pocos que haya podido conocer, con una enorme capacidad para resolver problemas. La verdad es que Querétaro durante el tiempo en que él gobernó y que tuve la oportunidad de acompañarlo, estuvo muy bien en términos de seguridad, de crecimiento económico, de infraestructura. Le aprendí mucho a Paco.

Tienes otros personajes cercanos ahorita, por ejemplo, Santiago Creel, Gustavo Madero...

De todo mundo se aprende, cada vez que uno tiene la oportunidad de discutir con otra persona hay algo que aprender. No me gusta idealizar a las personas porque creo que todos tenemos algo que aportar, no creo en el blanco y en el negro, sino que son pocos los personajes como Don Luis, que son casi puras luces, la mayoría de los seres humanos son una combinación de luces y sombras con tonos de gris. Más que idealizar a un personaje y decir: “Éste es mi gran referente y yo haría todo lo que esta persona diga”, procuro ir tomando lo mejor de cada quien y en conjunto tomar las mejores decisiones en las responsabilidades que tengo.

Sí, porque finalmente en la vida, como bien dices tú, no hay ni blanco ni negro, hay muchos matices alrededor y así tiene que ser, si no imagínate qué aburrido sería.

Los seres humanos así somos, tenemos virtudes, defectos. Entre más alto sea el nivel de conciencia que uno tenga para reconocer sus propios defectos, para acompañarse de gente valiosa que ayude a tomar buenas decisiones, creo que mejor le va a uno en la vida.

Entre más alto sea el nivel que alcances, ¿más enemigos tienes?

No necesariamente, si uno se conduce con honestidad, porque en ciertas responsabilidades, por ejemplo aquí en la dirigencia Nacional, se toman decisiones dificilísimas cuando tenemos procesos internos. Déjame tomar el caso de Chihuahua, donde el candidato fue Javier Corral. Había seis aspirantes originalmente, estábamos sentados en la mesa con todos ellos que cuentan con trayectorias muy importantes, entonces ir tomando decisiones, ir encaminando los procesos, por supuesto que tiene costos. Pero cuando se le habla a la gente de frente, viéndola a los ojos, con honestidad, empeñando la palabra y cumpliendo la palabra empeñada, puede haber momentos en los que no se comprenda la decisión, pero no queda un agravio que implique una enemistad. Yo trato de no tener enemigos y no tener odios.

¿Cuál ha sido el día más feliz de tu vida?

Es difícil escoger un día, porque sí lo asocio definitivamente a cuando me casé y cuando nacieron mis hijos. Pero no dejan de ser procesos, porque llevaba ocho años de novio con mi esposa y la boda se planea con tiempo. La boda es el momento en el que se sintetiza ese amor de novios extraordinario y el nacimiento de los hijos es el inicio de la parte más bonita de la vida. A mí no me ha pasado algo mejor, a lo mejor habrá quien diga: “El día que gané una elección”. No, para mí, por encima de cualquier logro profesional, está el tema de la familia. Después de esos dos, probablemente el día que fui electo presidente nacional del pan, porque es la responsabilidad más importante que he tenido en términos públicos y es la responsabilidad más grande que he tenido para poder construir el bien común que es a lo que siempre he aspirado.

¿El más triste?

Cuando se murió mi abuela materna, la quise muchísimo, fuimos cercanísimos, fue una mujer a la que le tuve una profunda admiración, siempre he creído que estaba adelantada a su tiempo, era una profesionista, una mujer muy brillante, arquitecta. Murió a los 80 años, todavía con una obra pendiente, ella seguía yendo a supervisar sus propias obras y fue un poquito trágico porque estaba muy bien de salud. Estaba fumigando su casa, porque hacía todo por su cuenta, se cayó y a mí me tocó encontrarla, el impacto fue muy fuerte, lo recuerdo como un día muy duro. Era un domingo e íbamos a ir a comer, fui a recogerla y cuando entré la encontré.

¿Y qué hiciste?, ¿le hablaste a la ambulancia?, ¿ya sabías que había fallecido?

No falleció en el momento, estaba completamente inconsciente, pero llamamos a la ambulancia y llegó al hospital, fue un proceso difícil de unas cuantas semanas, ya nunca recuperó bien la conciencia y finalmente se nos fue. Pero la recuerdo con enorme gusto y como alguien que fue un ejemplo de tenacidad y sobre todo de honradez, una mujer verdaderamente de primera en términos de valores.

Completa esta frase, Ricardo Anaya es…

Muy apasionado. En lo que creo que debo hacer, pongo todo mi esfuerzo, todo mi entusiasmo. Y alguien que trata de superarse todos los días.