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Vida, pasión y muerte en Pisagua

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Hoy en Pisagua viven cerca de 38 familias. Son los Jaramillos, los Demetris, los Cañas, los Jiménez, los Santana, y todos ellos se dedican a la pesca artesanal.

La pesca artesanal es el medio de subsistencia. Hoy hay pescadores de Tal Tal, Coquimbo, La Serena, San Antonio y de otros lugares de Chile.

Todos ellos han logrado un buen pasar, y frecuentemente están agradecidos de la hospitalidad de Pisagua.

Al respecto doña Celeste Vega Román, dice que “él que llega calato a Pisagua, sale vestido”. Y entre tantos ejemplos que tienen, se le viene a la cabeza el de Luis Uribe, funcionario municipal, “que llegó con una chaqueta de brin y salió pinteado”.

Este hecho de la hospitalidad y de la buena suerte, contraste notablemente con su historial de dolor y de muerte. Doña Edda Mollo nos cuenta que en tiempo de General Ibáñez del Campo, llegaron recluidas decenas de homosexuales, que en la noche eran “fondeados” en alta mar. Se le obligaba a la gente del pueblo a apagar todas las luces. El silencio de la noche hacía posible oír el ruido de las anclas que se elevaban y enfilaban a alta mar a cumplir su fatídica misión. Detrás de cada ventana, cada visillo, los ojos y oídos de los pisaguinos empezaron, a parecer a acostumbraron a la muerte.

En Iquique, en la calle Esmeralda con Vivar funciona desde el 9 de febrero de 1952, el Centro de Hijos de Pisagua; tienen su propio loca y Personalidad Jurídica. Se reúne los martes de cada semana, y se organizan para ir al puerto-caleta dos veces por año. Una de ellas es el Primero de Noviembre para conmemorar el Asalto y Toma de Pisagua, y la segunda, el 11 de febrero para visitar a la Virgen de Lourdes, que es la Patrona del Pueblo.

Le preguntamos a Doña Edda Mollo, presidente del Centro de Hijos de Pisagua, acerca del futuro de este puerto-caleta, y nos dice enfáticamente que no tiene ninguno. A Pisagua le hace falta postación, viviendas, agua, industria. Pero, no cree ella que ningún gobierno invierta en este lugar. Ellos mismos dieron la lucha para evitar que se retirara el Ferrocarril. El 11 de marzo de 1952, el diario El Tarapacá de Iquique señalaba en una noticia “Que no se levante la línea FC de Aguada a Pisagua”. Pero al final, igual se levantó.

Solo les queda la esperanza, tan típica de los nortinos, de esperar que algunos extranjeros se instalen con industrias para de ese modo, tratar de alcanzar el progreso que alguna se tuvo. Por ahora queda la esperanza y aquella estrofa del himno escruto por el militar retirado, Santiago Polanco Nuño, quien también escribió el Himno de Iquique. Él nos dice: “…Si en verdad soportaste el ocaso / hoy de nuevo te vemos reír / y el progreso vendrá de seguro / en estable y seguro existir / Y si un día Pisagua pudiste / ese absurdo sublime cumplir / es porque en tu bahía se encierran / muchas glorias para el porvenir…”

Himno a Pisagua

Letra y Música de Santiago Polanco Nuño

En la aurora de un dos de Noviembre

muchos buques se vieron surgir

y de varios rincones del puerto

los cañones se hicieron sentir.

Sin embargo, los nuestros subieron

con el lema “vencer o morir”

y al llegar Torreblanca a la cumbre

nuestra enseña se vio relucir.

Coro

Pisagua de mil recuerdos,

espejo de la eternidad,

tu gloria jamás ha muerto

pues tiene celebridad.

Cien naves en tu bahía

marcaban prosperidad

en los años del salitre

que algún día volverán.

Si en verdad soportaste el ocaso

hoy de nuevo te vemos reír

y el progreso vendrá de seguro

en estable y seguro existir.

Y si un día Pisagua pudiste

ese absurdo sublime cumplir,

es porque en tu bahía se encierran

muchas glorias para el porvenir.

Pisagua de mil recuerdo….

Pero, este himno, el de Polanco Nuño, es el oficial; los habitantes de Pisagua reconocen como suyo otro que comienza con el “Oh Pisagua dormida / entre los riscos”. Desconocemos quién es el autor de este himno. En otro de sus párrafos dice, “Tu puerto natural merecería / la atención preferible del patriota / porque eres ojo abierto que resguarda / al país de los Andes a la Costa”.

Pisagua: Los muertos que vos matasteis gozarán de buena salud o la verdadera historia de Johnny Good

Juan Podestá Arzubiaga

Prefacio

En Iquique, durante los últimos años se han filmado varios videos, y la particularidad de todos ellos es que se trata de producciones documentales, que nos muestran toda la tragedia ocurrida en ese puerto, con sus más mínimos detalles, a través de multiples videos nos hemos enterado de la infructuosa búsqueda que duro bastantes años, conocimos el desesperado esfuerzo de los personeros de la Comisión Chilena de Derechos Humanos de Iquique por encontrar desaparecidos, conocimos varios hallazgos equivocados de cementerios chinos, hasta que en uno de los últimos videos conocimos la fosa, la dimensión de esta, el meticuloso trabajo del arqueólogo, la disputa de los médicos legistas, las mediciones hechas por la policía civil, el devenir de los carros fúnebres y a muchos de los familiares esperando ver aparecer el cuerpo de uno de los suyos.

Sin embargo, durante el mes de Agosto de 1990, se presentó en Iquique un video diferente, cuyo nombre era un desafío para la imaginación: “La verdadera historia de Jonnhy Good”, cuyas imágenes señalaban parte de la historia del viejo puerto de Pisagua, pero lo hacía de una manera muy especial, narrando las destrezas existenciales que un grupo de presos políticos de aquel entonces tenían que realizar, con el afán de sobrevivir anímica y espiritualmente. Alrededor de una obra de teatro, de gansters, heroínas y desfalcos, los presos políticos del campamento de Pisagua mostraban las mil maneras que tenían de sobrevivir a la adversidad, la prepotencia, el desánimo, y la posibilidad de la muerte.

Obviamente que todos estos videos circulaban entre gente de izquierda, y lo que me llamo la atención fue lo duramente criticado del video de Jonnhy Good, se rechazaba su connotación poética, su estructura argumental, en suma, que este video no representaba fielmente los hechos acaecidos en ese campo de concentración.

Dicha opinión, compartida por numerosos grupos de la ciudad, muy crítica por lo demás, pero altamente positiva por cierto, oculto a nuestro entender, más de un detalle importante, como por ejemplo, que el video de Jonnhy Good era el único que hablaba de aquellos compañeros que permanecieron vivos en Pisagua, este video hablo de los hombres que lloraban, reían y soñaban, fue un documental que nos mostró como el las puertas de la muerte, los hombres podemos desarrollar la inventiva, la creatividad, incluso el buen humor. La filmación de la Historia de Jonnhy Good fue la única que nos habló que en ese campo de concentración de Pisagua también hubo mujeres presas y torturadas.

En síntesis, en torno a los diferentes videos sobre el tema de Pisagua podemos observar algunas concepciones e ideas que tenemos sobre la realidad y el devenir de ésta.

En uno de ellos, el Jonnhy Good, se enfatizó a los que quedaron vivos, se mostró a los que lloraban y a los que mediante su palabra nos permiten reconstruir la historia, pero también nos mostró a esos mismos individuos diecisiete años después, de una u otra manera, nos graficó la vida que hubo en ese sitio y también nos señala que la vida, independientemente a los acontecimientos continua su camino, en suma, privilegio la vida por sobre la muerte. En forma diferente, los otros videos, si bien son perfecto testimonio histórico, concentro sus imágenes en los muertos, en los que infortunadamente ya no están, mostro la muerte más verdadera, la realidad más muerta que viva, omitiendo la presencia de los vivos y las vivas, esos videos ignoran a quienes hoy día pueden contar la verdadera historia de Pisagua, en suma, privilegian la muerte por sobre la vida.

Creo que ambos estilos documentales grafican en forma muy genuina las formas que tenemos de entender y percibir nuestra realidad, ambos videos reproducen una suerte de esquematismo sobre la realidad social, o si queremos decirlo en otras palabras, expresan una fragmentación en nuestra visión del mundo: lo blanco y lo negro, el bullicio y el silencio, la esperanza y la tristeza, la vida y la muerte, pero mostrándolos como valores antagónicos y contradictorios, excluyentes entre si e incluso los visualizamos como incompatibles.

Creo que el detalle de los videos comentados expresa, de manera realista, lo que sucede con la influencia de ciertos símbolos por vía de la costumbre, la socialización, los medios de comunicación, el arte y la política, a través de los cuales terminamos por integrar a nuestras mentes esa fragmentación y esquematismo, y que día a día comenzamos a reproducir, trasmitir y socializar.

Es entorno a ciertos símbolos ambivalentes que comenzamos a educar a nuestros hijos, comenzamos a tejer nuestras vidas y a repetir esquemas de acción y conducta.

 

Creo que durante los dieciséis años de dictadura nos hemos acostumbrado a vivir con fantasmas en el alma, nos hemos acostumbrado a cohabitar interiormente con fosas y cadáveres, y es en ese contexto que nuestras utopías enfatizan más la muerte que la vida. Creo que esta cultura de la muerte, difundida y fortalecida durante dieciséis años nos impulsa a soslayar los detalles de la vida cotidiana, a ignorar la riqueza de los mil detalles que ocurren día a día en nuestro derredor. Soy de la hipótesis que nuestra cultura tiende a articularse en la ambivalencia, aquella que oscila entre la vida y la muerte, pero concibiendo ambos como conceptos rígidos y anquilosados, no siendo capaces de distinguir la fundamental diferencia entre la vida y la muerte, entre el ruido y el silencio, como tampoco somos capaces de diferenciar entre los distintos tonos de la vida, y los distintos colores de la muerte.

Desde el punto de vista del conocimiento y de la cultura nos queda como desafío el re-definir y resolver esa fragmentación y ambivalencia, debemos ser capaces de entender que la muerte da paso a la vida, pero que la vida engendra la muerte, y entre ambos conceptos se desarrolla la existencia del ser humano, y en ese contexto el desafío humano es prolongar la vida, humanizarla y hacerla merecedora de una muerte capaz de engendrar vida más digna. Privilegiar uno de los dos elementos no es más que negar la realidad no solo de la cotidianeidad sino la realidad de lo trascendental.

Desde ese punto de vista nos queda el desafío de comenzar a redescubrir la vida y sus tonalidades, así como su radical diferencia con la muerte, pero también debemos entender que la muerte tiene distintas formas y debemos bregar por la existencia de la muerte digna y humanizada; mientras no seamos capaces de asumir y responder a ese desafío, no seremos capaces de construir nada.

Y vaya que es importante el desafío, porque ahora, justo en el momento del ocaso de las utopías, de la crisis de los referentes socialistas, del auge neo-liberal y el retroceso de las esperanzas de los postergados, justo en este momento debemos resolver nuestra opción vital, opción por recobrar la vida y sus matices, entendiendo que el estadio de vida y muerte son formas de dan continuidad a nuestra existencia, y que la lucha por una vida justa merece, indudablemente, una muerte justa, y ello hay que enfrentarlo con la opción de privilegiar la co-habitación desordenada de la vida y la muerte, viviendo en el sobresalto de no saber que es la vida y que es la muerte, mezclando todo en un mismo entresacado de símbolos e imágenes.

Vaya toda esta retorica introducción para plantearnos nuestro tema, y es el que dice relación con nuestra motivación por pensar en cómo dar paso a la vida entre tanto símbolo mortuorio, en cómo asumir el desafío de entender que la vida engendra la muerte y que ésta es una etapa natural del devenir de la historia.

Sostengo que es una tarea que debe ser pensada en múltiples niveles, que no se agota en la mera muerte física, sino que la excede en mucho, donde por ejemplo, debemos ser capaces de reactivar nuestro agonizante sistema educacional, tenemos que reanimar nuestra lucha no solo por una patria más justa y digna para todos, también nuestra lucha por recuperar las raíces de la identidad cultural que la perdemos a pasos agigantados. Debemos hacer el esfuerzo por fortalecer nuestra capacidad de autodeterminación, como también incentivar la recuperación de la verdad, y ello sin perder de vista la necesidad de humanizar nuestra economía, luchar porque vida y muerte no dependa de terceros ni deningun tipo de consejo, ni de paz ni de guerra, en suma, nuestra tarea es recuperar la vida para que ésta engendre más vida, y colocar finalmente, la muerte en el sitial que le corresponde, es decir, lo que sobreviene al agotamiento de las fuerzas físicas.

Es en ese contexto que me interesa problematizar Pisagua. Quizás en tono de utopía, de sueño, de búsqueda, de locura, de lo que sea. Pero quiero dejar de pensar en Pisagua como ancha y natural carroza fúnebre, quiero pensar en ese viejo puerto como algún día la imaginaron los viejos changos o los gastados pirquineros, es decir, como lugar de vida fértil y de muerte natural. Y ese desafío a pensar, lo quiero asumir en la perspectiva de lo que este puerto significa para la historia política nacional, en especial de aquellos que aun hoy en día mantienen la esperanza de la solidaridad, el quehacer conjunto y la mancomunión de intereses.

1. Una idea inicial

Pisagua, en todos sus periodos históricos, ha estado marcado por infortunio, siendo lugar de encierros, muertes y desolación. Pisagua se asocia, irremediablemente, a la dimensión histórica y política del país.

González Videla y Pinochet han dejado su triste impronta en este sitio: persecución de las ideas, a la democracia y a la vida, son el triste derrotero que pareciera que por siempre ha marcado a este puerto. Los hechos ocurridos desde la década de los 40 hasta la fecha, así lo corroboran.

El presente artículo nace motivado por pensar Pisagua de manera distinta a la manera como se ha hecho hasta hoy en día. La trágica experiencia vivida estos 16 últimos años, nos impulsa a buscar la vida en cualquiera de sus manifestaciones, y más que ello, a transformar la Cultura de la Muerte en Cultura de la Vida.

2. Hipótesis central

Pisagua se incorporó a la cultura, la historia y la política de nuestro país; nuestra memoria colectiva, con la que enfrentamos el presente y definimos el futuro, se nutre del recuerdo de las luchas y combates que de alguna manera terminaron con ese puerto. Pisagua para la política chilena, es, ha sido y podría seguir siendo símbolo de muerte y de sangre. Es decir, es un lugar que permanentemente puede estar reproduciendo la fragmentación y ambivalencia entre la vida y la muerte, pero necesitamos que Pisagua enfatice la vida fértil y la muerte natural.

Pisagua cristaliza el recuerdo perenne de los retrocesos en la lucha social, y se ha convertido en la nutriente que nos recuerda que los avances sociales y políticos tienen un costo, expresado en vidas mutiladas, familias fragmentadas, encierros forzosos y búsquedas interminables.

Este puerto tiene una importancia simbólica, extremadamente importante para el socialismo y la democracia chilena. Pisagua representa un símbolo que tiende a reproducirse como eje articulador del discurso de la política chilena, llegando a convertirse en uno de sus referentes obligados.

En ese contexto, Pisagua es la expresión más fiel del discurso antes dicho, basado en la ambivalencia y la fragmentación; Pisagua se visualiza como lugar de vida estéril y de muerte fecunda, y Pisagua en tanto símbolo puede ser considerado una trampa, puesto que está significando anclarse en la historia de la muerte, e impidiendo avanzar en la renovación del concepto de vida, y como consecuencia de los antes dicho, puede ser un obstáculo gravitante en el desarrollo del pensamiento sobre la democracia chilena.

Sostengo que lo que ha ocurrido en el puerto nortino no ha sido problematizado y proyectado hacia el país, reduciéndose su capacidad simbólica hacia grupos o actores sociales vinculados al socialismo y la izquierda chilena. Pisagua sigue perteneciendo a la izquierda, ello es correcto y legítimo, pero debemos ser capaces de proyectar la experiencia de Pisagua no solo hacia Iquique, sino que hacia Chile, hacia la democracia, hacia el siglo XXI e incluso la humanidad toda.

Cuando hablo de proyectar Pisagua hacia Chile, significa decir que este problema de muerte y sangre, así como sus orígenes y consecuencias, no es solo pertinente a la izquierda, sino que es un tema y un problema que pertenece a todo Chile. Debemos ser capaces de convertir el tema de Pisagua, que en el fondo es el tema de los derechos humanos, es el tema del equilibrio entre la vida y la muerte en un tema nacional, en un problema que nos hermane a todos, incluyendo a todos sus habitantes, a todos sus actores sociales, a todas sus fuerzas políticas y a todas las organizaciones sociales, culturales y gremiales, convirtiendo al país en un amplio espacio educativo sobre el tema.

Creemos que hechos como el de Pisagua, así como los ocurridos en otras zonas del pais, no deben volver a repetirse. Debemos ser capaces de proyectar la vida y la democracia y para ello nada mejor que convertir a estos lugares, y a Pisagua en particular, de un lugar de muerte y de sangre, en un lugar de educación, producción, encuentro, alegría y esperanza, es decir, en un espacio de vida que engendre muerte fértil, muerte útil, muerte que genere más vida.

El punto es ¿Cómo convertir Pisagua en un recurso didáctico para la vida y la democracia? ¿Cómo convertir Pisagua en un centro generador de vida y riqueza? ¿Cómo en Pisagua podemos encontrar el equilibrio entre la vida y la muerte como estadios de la vida cotidiana?

3. Propuesta

La tarea es difícil, pero debe ser asumida por toda la comunidad, y ello puede tener cuatro ejes, por un lado imaginar a Pisagua como espacio educativo formal; por otro, como un espacio de estímulo y fomento a los derechos humanos; también como espacio recreativo y turístico; finalmente, concebirlo en la dimensión de centro económico-productivo.

3.1 Pisagua como espacio educativo

Este puerto, por sus características ecológicas, climáticas, culturales e históricas, tiene toda la potencialidad para ser concebido e implementado como un gran recurso didáctico. Pisagua puede ser convertido en una gran colonia escolar, que funcione durante los meses veraniegos, convirtiéndose en un espacio que albergue a cientos de escolares de todos los niveles.

La caleta debe ser ocupada durante los meses de verano por grandes contingentes de jóvenes y niños, que guiados por monitores e instructores puedan dar rienda suelta a su alegría y su fe en el futuro. Los niños y jóvenes del norte podrían cohabitar durante cierto tiempo con la pampa y los secretos del desierto, así como disfrutar del mar y la pesca artesanal. Hay que imaginarse veladas nocturnas con teatro, folklore, literatura infantil, música, poesía, títeres, etc. Durante el día no sería difícil realizar tareas de reforzamiento escolar, clases de natación, deportes, excursiones, etc.

Debemos pensar en poblar ese centro por la niñez, allí está parte de la vida, y es bueno que ese lugar, que tanto ha conocido la muerte, se impregne de la alegría de la vida que nace. Pisagua, en esta dimensión puede ser el recurso didáctico por excelencia, están los elementos para clases de ecología, de geografía, de artes plásticas, literatura, educación física, y por cierto, clases de historia, para que esos niños sepan qué acontecimientos sucedieron allí.