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Crear

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Bernardo Guerrero: ¿Cómo nace Alto Hospicio?

Francisco Pinto: El año 1987 en la Jorge Inostrosa, cerca de la Norte Hospital, había unos terrenos, no lo ocupaban, ya que se decía que ahí había un cementerio clandestino con muertos por la lepra, en realidad fiebre amarilla de comienzos del siglo XX. Nadie quería ocuparlo. La ciudad venía creciendo. Hubo un aumento de población, por la migración interna. Y había una crisis económica de gran magnitud, cerca del 30% eran pobres. La Zofri y la pesca eran los pilares de la economía. Había muchos migrantes venidos del resto del país y pocas ofertas habitacionales. Se produce mucho hacinamiento. Los pobladores se tomaron los terrenos cerca del Colorado y de la Endesa, 150 familias más o menos (Pinto). Las FFAA toman en camiones a esa gente y los abandonan en Alto Hospicio. Los dejan tirados a la intemperie, con calor por el día y frío en la noche. Los pobladores se dan cuenta de que hay una matriz de agua, la usan y se empiezan a instalar. Usan las maderas de la Zofri, cartones, redes para levantar sus casas. La mayoría se quedó. Luego empiezan a venir otros de Iquique. Los pobladores ingeniosos y optimistas bautizan a sus asentamientos con nombres como Nueva Esperanza, Génesis, nombres muy ocurrentes. Un funcionario de la municipalidad ve un nicho de negocios y vende 90 viviendas prefabricadas, conocidas como casas Urbina. Llegaron a Alto Hospicio migrantes de todo Chile. Las imágenes de la época son impactantes.

Se trabajó en un banco de herramientas financiado por Noruega. La idea era ayudar a que los pobladores construyeran sus casas. Así como hay bibliotecas que prestan libros, nosotros armamos una pero que prestaba herramientas: serruchos, martillos, alicates. Pero al igual que las bibliotecas, muchas herramientas no se devolvían. Pero la gente tuvo la posibilidad de mejorar sus construcciones con ese apoyo. Se trabajó en el proyecto de comercialización entre Alto Hospicio y Pisagua. Compraban el pescado fresco y luego lo transformaban en seco/salado. Este fue financiado por la Comunidad Económica Europea. Este fue el último financiamiento que tuvimos de la cooperación internacional.

Bernardo Guerrero: ¿Se pensó en un escenario post-dictadura?

Francisco Pinto: El año 1988, el Crear era muy conocido. Empezamos a pensar la región, qué queríamos. Invitamos a hacer un diagnóstico de la región. Pensábamos en un escenario post-dictadura. Todo ello a través de escuela de verano, de seminarios. En ese ambiente surge la idea de crear la carrera de Sociología. Todos nos identificaban como opositores a la dictadura. Nos tiraban panfletos en contra, nos intervenían la correspondencia. Eran años duros. Además, jugamos un rol fundamental en la campaña del No. Formamos apoderados, y en mi caso personal, junto a otras personas, entre ellas Francisco Murillo y Franklin Luza, armamos un centro de cómputo alternativo ese 5 de octubre, ello bajo el paragua de un programa que se llamaba Belén de la Iglesia católica.

Capítulo 3

Testimonios

Mucha gente ha pasado por el Ciren/Crear. Estudiantes, investigadores, nacionales como extranjeros, dirigentes deportivos, poblacionales, sindicales, de junta de vecinos, organizaciones de mujeres. La lista es larga.

Otros han ido a ocupar la biblioteca buscando algún dato singular sobre la región o bien sobre ciertos poblados indígenas. Los más generosos han ido a dejarnos sus fotos, entendiendo que aquí estarán bien resguardadas. Lorenzo Lay va cada mañana a consultar un diccionario filosófico y a buscar a alguien para jugar ajedrez. No son muchos, eso sí, que al terminar sus investigaciones han dejado en nuestra biblioteca sus publicaciones. Nos han regalado libros como lo hizo la familia Advis, con parte de la biblioteca de Patricio Advis. También contamos con una colección de vinilo obsequiados, por mediación del Dr. Ramsés Aguirre, por la familia Iturrieta y también la que en su ocasión nos donó Pablo Daud. Otros como Juan Pablo Mandarelis han aportado de modo desinteresado a la nueva figura legal del Crear. Lo mismo podemos decir de Mario Ignacio Cortés y tantos otros.

Esta casona, al decir de muchos, atrapa. Tiene un encanto. Nos recuerda a ese Iquique de los 30. Donde estamos hoy, vivió la familia Araneda, una familia arraigada en Iquique y ligada al deporte y a la educación. Luego funcionó hasta que el Crear la compró, un colegio: el Cinderella Scholl. Ello explica por qué las puertas y mamparas se abren hacia afuera. No olvidemos de que un tsunami nos puede visitar.

A partir de los años 90 nos instalamos aquí, en Obispo Labbé 1235. Desde esta casona, hemos visto los cambios que ha sufrido la ciudad. Y lo hemos sufrido en carne propia. Al lado un gimnasio que nunca entendió que comparte con una biblioteca. Al frente una torre de más de treinta pisos, nos conculca el derecho al paisaje.

A continuación, varios testimonios de estudiantes, hoy sociólogos, antropólogos, periodistas, gente de teatro, entre muchos otros que comparten con nosotros lo que para ellos fue y sigue siendo el Crear.

Crear: responsabilidad y convicción

En el frío invierno de 1982, recién asesinado el combativo líder de los empleados públicos, Tucapel Jiménez, a kilómetros del repleto campo de prisioneros de Pisagua y en un país con su sistema bancario quebrado y sumido en una profunda crisis económica, llegábamos a Iquique dos investigadores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-Chile) a trabajar conjuntamente con el Centro de Investigación de la Realidad del Norte (Ciren/Crear) en un programa de extensión ciudadana sobre desarme y desmilitarización.

La cálida hospitalidad de nuestros jóvenes anfitriones, el hipnótico ensayo de las diabladas y el compartido interés por seguir a la Roja en el mundial de ese año en España, nos hizo olvidar los peligros que enfrentábamos. Al mismo tiempo, quedamos inexorablemente atados a ese norte que siempre hemos tenido presente.


Reflexionando sobre la resiliencia y gran éxito de aquella entonces pequeña ONG, pensamos que sus orígenes locales e influencias políticas e intelectuales internacionales permiten entender cómo lograron materializar su enorme contribución en “promover y mejorar las condiciones de vida de los grupos más pobres de la región de Tarapacá”. La recepción por parte de sus fundadores de la obra eco-antropológica del sacerdote-obrero Johannes Van Kessel Brouwers (coincidentemente maestro en sociología de Flacso), les permitió entrelazar creativamente el compromiso social de cambio con el desarrollo académico de sus integrantes que los llevó a obtener el más alto grado académico. El entrenamiento de posgrado y doctorado en Holanda y en Chile les posibilitó una rica mirada multidisciplinaria, institucional, cultural y política que difícilmente hubieran podido integrar en otras latitudes. Con esa sofisticada caja de herramientas, comenzaron a escudriñar y hacer visibles las características únicas de su entorno en investigaciones y publicaciones, a través de la Editorial El Jote Errante, que los fueron ubicando como un referente académico de nota no solo en el norte sino en todo el país. Sus estudios sobre la singular realidad regional donde se podrían nombrar, entre tantos otros, aquellos sobre el movimiento pentecostal, la recuperación de las historias locales, el cambio y la identidad cultural, la pobreza, los problemas sociales, el impacto de la minería, Iquique en el mundo (el “Tani” Loayza), se fueron complementando con diversos soportes de difusión cultural como la fotografía y el cine. Esta expansión del trabajo académico de alto nivel y su creciente difusión masiva tienen escasos ejemplos similares en el país.

En 1990, iniciada la transición a la democracia, Crear y la Universidad Arturo Prat se asociaron para iniciar la carrera de Sociología en esta universidad estatal, iniciativa que evidenció el nivel de excelencia al que habían llegado las actividades de esta potente ONG, convertida ahora en Fundación Crear.

Esta notable institución ha sido el producto de una región dura, sometida a múltiples tensiones, luchadora, que no permite complacencias y en la que para sobrevivir solo se puede triunfar. Es quizás por estas razones que en Crear se combinan excepcionalmente raigambre, creatividad, compromiso social, fuerza institucional y excelencia académica.

Uno de los fundadores de la Sociología, Max Weber, en La política como vocación, nos indica que “la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción no son términos opuestos entre sí; son elementos complementarios que deben concurrir a la formación del hombre auténtico, a la formación del hombre que pueda tener ‘vocación política’”. Los constructores de Crear y los que han trabajado en ella desde sus inicios hasta el día de hoy, nos enseñan que es posible y es más fructífero, académica y políticamente, fundir ambas éticas en una sola práctica, dándole auténtico sentido al actuar.

Augusto Varas

Sociólogo

El Ciren/Crear

Corría 1982 y a pocos meses de regresar a mi tierra natal para cumplir funciones periodísticas en La Estrella de Iquique, tuve la oportunidad de conversar con Bernardo Guerrero Jiménez, sociólogo, titulado en la Universidad del Norte sede Antofagasta, quien se acercó al diario para difundir el trabajo que desarrollaba el Centro de Investigación de la Realidad del Norte, Crear.

Si bien esta organización no gubernamental nació en Iquique en mayo de 1980, tuvo raíces antofagastinas, a través de los Cuadernos de Investigación Social, editados desde 1975 por un grupo de estudiantes de sociología, liderado por el religioso y académico Juan Van Kessel (Johannes Van Kessel Brouwers). La perspectiva del tiempo permite aseverar que el Ciren surgió en el momento preciso, no solo para la recuperación de la memoria histórica de Iquique; también para emprender una empresa mayor, “promover y mejorar las condiciones de vida de los grupos más pobres de la región de Tarapacá”, como expresa su “certificado de nacimiento”.

 

El Iquique de 1982 poco había cambiado al que había abandonado once años antes. El olor nauseabundo de las pesqueras, numerosas calles sin pavimentos, locomoción aún deficiente, falta de fuentes laborales y la eterna espera de días mejores para una población formada por familias de antiguos pampinos, pescadores, profesionales, servidores públicos y trabajadores del área privada.


El comercio tradicional con tiendas hoy desaparecidas, la Zofri dando sus primeros pasos en el sector Siberia, el desfile escolar masivo el 21 de mayo y la visita a la boya de la Esmeralda, el pintoresco carnaval morrino y las fiestas de La Tirana y de Tarapacá. La Zona Franca provocaba la llegada de migrantes desde el sur del país, Deportes Iquique destacaba en la Copa Chile, mientras se gestaban las movilizaciones sociales en contra de la dictadura cívico-militar. La vida de barrio se mantenía.

Este era el panorama iquiqueño y de la región tarapaqueña cuando Ciren/Crear inició su labor al comenzar la década de los 80. Un prisma distinto para ver los problemas del norte. Perspectiva socio-antropológica para las realidades de Iquique y poblados del interior, especialmente de la comunidad aymara y para estudiar las prácticas socioculturales urbanas asociadas íntimamente a la religiosidad popular, el deporte, entre otras materias. Crear perfilaba su mirada regional a los problemas económicos, políticos y socioculturales del Norte Grande.

Isidro Morales

Periodista

El Crear

En mis primeros años como estudiante de sociología, el Crear era un espacio donde podías compartir ideas, reflexiones y conversaciones −sobre lo mundano y lo divino− con algún profesor de la carrera de sociología más allá de la formalidad universitaria determinada por la asignatura que impartía.

Esa casona típica de madera ubicada en el casco antiguo de la ciudad de Iquique, lograba que el tiempo y el espacio en su interior parecieran detenerse, mientras se producían una serie de transformaciones que se reflejaban en el espacio urbano, dejando al Crear al lado de un gimnasio con música de spinning y frente a un muro blanco de treinta pisos, pues como dijera aquel geógrafo inglés las ciudades ya no son espacios para vivir, sino lugares para invertir.


El Crear y sus moradores son expresión de ese enclave, de ese grupo de sociólogos ochenteros que retornó a costas locales para asentarse definitivamente en la calle Obispo Labbé de Iquique, creando uno de los pocos espacios de la sociedad civil regional dedicado a la reflexión y la historia local.

Al terminar mis estudios de doctorado en México, volví al Crear para presentar los resultados de la investigación−sintiendo incluso el mismo olor a madera antigua− donde realicé mis primeras reflexiones estudiantiles, pero ahora como colega de esos profesores que alguna vez conocí hace veinte años atrás, con quienes volvemos a hablar de lo mundano y de lo divino.

Cristian Jamett Pizarro

Sociólogo

El Centro de Investigación de la Realidad del Norte (Crear), fue significativo en mi formación profesional por dos razones. En primer lugar, su biblioteca y su centro de documentación fueron fuentes de datos importantes en algunas de las investigaciones que realicé en mi período de estudiante en la Universidad Arturo Prat. Es bien sabido que en Chile se lee poco, no abundan las librerías ni los espacios donde uno pueda leer, discutir, analizar libros, fotos, documentales. En el Crear, existe buen material y disposición para el diálogo crítico y constructivo. En muchas ocasiones, el Crear funcionaba como una extensión de la vida académica que muchos empezamos a desarrollar en la universidad. Asimismo, era un espacio en donde uno podía familiarizarse mejor con las producciones y realidades regionales. Mucho del conocimiento y de las producciones nortinas están disponibles ahí.

En segundo lugar, mi primera publicación fue a través de la Editorial Jote Errante. Como alumno de la carrera de sociología, en la cátedra de Identidad Cultural (en esos años, no sé si se seguirá haciendo), dictada por el profesor Bernardo Guerrero, se daba la oportunidad de desarrollar una investigación cultural, regional, en donde las mejores resultaban publicadas en un libro. Para muchas generaciones de alumnos de sociología, esa pequeña investigación fue nuestra primera publicación. Fue la primera vez que lográbamos un acercamiento entre la vida académica, la región que habitábamos y nuestros intereses y gustos personales. Esa experiencia fue, sin duda alguna, un incentivo para afianzar nuestro compromiso con la academia y con las realidades del norte del país.

Alexis Sosa

Sociólogo

Ser estudiante de sociología es algo muy particular, no hay muchos lugares donde te sientas cómodo, o quizás fue primero no sentirme cómodo y luego estudiar sociología, ya no sé. Desde siempre me ha sido difícil encontrar un lugar, mi lugar, he escapado mucho de los ruidos, de los gritos escandalosos, de la tele fuerte, de las ostentaciones y las amenazas, y de esa postura de seguridad que en todos lados se muestra y parece que es necesario mostrar.

Cuando llegué a estudiar sociología a la Unap, la noción del Crear tenía algo de secreto. La idea de una biblioteca paralela a la de la universidad, fue una esperanza cierta frente a la escasa disponibilidad bibliográfica de una carrera de sociología que se iniciaba recientemente luego de su cierre en dictadura en todo el país.

Mi primera visita fue temerosa, era un lugar silencioso que guardaba una estética que ahora entiendo correspondía a la épica de hacer ciencias sociales en los años 80. La mampara de la entrada me invitó más a la cocina que a la biblioteca; ahí encontré a otro compañero que ya estaba conversando y tomando mate, sillas de colegio, mantel de hule con rosas, lavaplatos enlozado y repisas de madera. Mi compañero, el Escobar, no era de los más extrovertidos, estoy seguro de que ese día en el Crear fue la primera vez que hablamos, luego compartimos por años un camarote en una pieza para estudiantes a 35 lucas cada uno.

Luego volví al Crear un día de fiesta en el año 93, una fiesta-cónclave-recepción de mechones todo junto y tres generaciones de la carrera; en el momento de los juegos con un balde de agua, mojé a un compañero de primer año, supongo que dijo algo muy incendiario e importante en la reunión que provocó en mí ese instinto bomberil; cada vez que nos vemos me lo recuerda… disculpa, Pelao. Ya de profesionales juntos, sin duda que en varias ocasiones cambiamos el mundo.

Al año siguiente, el Crear se quedó sin bibliotecaria y con mi amigo David se nos ocurrió ofrecer gratuitamente nuestros servicios para ocupar el puesto. Parece una idea genial, pero no creo que haya sido bien vista, ya que no nos aceptaron. Sin duda, nos vieron la cara de amantes de la lectura y los libros ajenos. Con David ya no nos vemos, pero nos unen historias más fervorosas que esta. Al poco tiempo se abrió una postulación para estudiantes y por 50 mil pesos mensuales me convertí en documentalista del Crear.

Clasifiqué gran parte de los libros (digan lo que digan, la mayor parte la hice yo), incluso clasifiqué las fotocopias, también clasifiqué las mías y las deje ahí. Leí más que en toda la carrera, incluidos aquellos textos inéditos del Crear que nunca verán la luz. Recuerdo un poema de amor que decía: “Eres para mí como La Tirana para los peregrinos...”. ¿Quién podría entender eso fuera de la región de Tarapacá?, poesía selecta solo para los elegidos del norte.

Como documentalista, encontré la respuesta a muchas preguntas de alumnos de doctorado, que del Crear obtenían datos perdidos en el tiempo, pero rescatados por la biblioteca, y para ellos en ese momento todo tenía sentido; en el Crear estaba la respuesta por la que habían recorrido el mundo. Encontré incluso la receta secreta del chumbeque, que unió culinariamente a Piura con Iquique.

Años después, cuando dejé el norte, una selección de mis libros fueron para el Crear; no fue triste dejar esos libros en la biblioteca, alguien los clasificará y descubrirá tesoros en ellos, alguien encontrará en el Crear un lugar seguro en el que se acoge a aquellos que buscan en silencio peregrinar por el saber.

Ppd. Al fulgor de este acto, reconozco que nunca devolví Las voces de Marrakesh, de Elías Canetti.

Yuri Bustamante

Sociólogo

Para quienes el Crear ha tocado a nuestras vidas, escribir sobre esta Fundación significa un desborde de nostalgia y orgullo. Este lugar creado a pulso por todos y cada uno de los admiradores del Norte Grande es la custodia de vidas, música, conocimientos, imágenes, objetos, símbolos, tiempos y lugares del universo tarapaqueño.

Su contribución hacia la sociedad nortina se transcribe en incontables iniciativas. Para quienes formamos parte del mundo de las ciencias sociales, como estudiantes o investigadores, el Crear es un espacio insignia en nuestra búsqueda de conocimiento. El mérito de enriquecer su caudal de libros, investigaciones y documentos, en plena etapa post-dictadura, nos dio la oportunidad de nutrir nuestra mirada crítica y ampliar la facultad para investigar. De este modo, el Crear se convirtió en bastión para la universidad regional y fuente de conocimiento de la realidad del norte.

Para el habitante nortino, el Crear es donde la historia no duerme, se vuelve a contar, a encontrar y a escribir. Para los escribidores es el refugio en el que las palabras aparecen, las ideas se construyen y las historias toman forma.

Para los barrios tarapaqueños, el Crear es su testimonio, su memoria y su registro. Con solo permanecer dentro de sus paredes y acceder a las profusas páginas que hospeda, se puede caminar cada calle, saborear las comidas, ver las formas y colores de las construcciones, modos de vida, bailes, deportes y poesía de cada rincón nortino. Y es que el Crear tuvo el atributo de atesorar lugares y se ha transformado en un lugar donde el encuentro y la conexión entre las almas cobran vida.

Para los sectores populares es la oportunidad para visibilizar sus necesidades, su multiculturalidad y sus identidades. Es el terreno donde se construyen propuestas a través del conocimiento profundo de sus entornos y de la activa participación de los propios implicados.

El Crear salvaguarda el patrimonio y es patrimonio. A lo largo de su existencia se ha convertido en protector de todo tipo de manifestaciones y expresiones culturales del inmortal Norte Grande. Podemos testificar que está en permanente proceso de registro de las principales tradiciones orales, de las fiestas religiosas, los saberes, artes y toda producción cultural que supo construir este gran pedacito del desierto.

El Crear genera identidad y se ha convertido en un nosotros. Es el espejo de la autoconcepción y autopercepción del habitante nortino. Es el grabado de quiénes somos y cómo somos y de la constante construcción del sentido de permanencia. Aunque grandes elefantes blancos se construyan a su alrededor tratando de bloquear el sol, el Crear seguirá dando luz porque su existencia es posible gracias a las personas que ostentan un intenso sentimiento hacia este lugar, porque esta Fundación ha hecho material lo inmaterial, visible lo invisible, comprensible lo ilegible, memorable lo olvidado, empoderado lo débil y ha convertido en un nosotros a lo individual.

Natalia Casadidio

Socióloga

Ya comienza el 2000, y había que tomar decisiones. ¿Qué estudiar?, ¿dónde irme? Ya con ciertos intereses más que definidos, áreas en las que me potenciaba, sociología en Iquique parecía era la mejor opción. Cuesta entender y explicar a la familia la opción. ¿Qué hace un sociólogo?, ¿qué es la sociología?, preguntas y respuestas que obviamente los primeros años de formación no tienen respuesta; de hecho, se profundizan y complejizan aún más esas dudas.

Las salas de clases eran muy pobladas, alzar o tomar la voz era un tema que denotaba bastante competencia y ego. El andar universitario se colmó de mucha más gente, y al igual que muchos de mis ahora colegas, había mucho de ser insociable. Todo fluía con muchas personas, rodeados de demasiados estímulos en el entorno.

Encontrar zonas de refugio, de apegos, era una misión propia de esta condición. Fue recién en segundo año que escuché hablar de un centro de investigación, de una biblioteca que contaba con información específica de la región y sobre todo de la disciplina. La fundación Crear resultaba ser un lugar de demasiada atracción, al menos en su transmisión mítica.

 

Llegar a la biblioteca reportó, primero, la impresión de que los refugios sí existían. Paredes que a través de voces empapeladas podías seleccionar cuál escuchar; todo ello sin la necesidad de contar con mucho contacto con más personas, había un trato directo con el encargado y se limitaba este diálogo.

Realmente me estimuló la creación y la producción que la sociología podía colmar. Hubo demasiadas respuestas, demasiadas posibilidades que la sociología podía encaminar. Este centro, este acceso, se han llenado de personas específicas, sujetos precisos que al momento son fundamentales en mi vida. En los giros, en estas vueltas no podía imaginar lo que este lugar ha reportado en mi construcción de vida.

Pasar de ser un estudiante, un practicante, un trabajador y ya ahora familia. Si algo me ha dado esta formación, gracias por Yuri, Julio y Bernardo, en la que Crear ha sido el articulador de esta amalgama de afectos, luces y muchos recuerdos.

Nada más que emoción sobrecogen las respuestas a que ¿qué hace un sociólogo?, ¿qué es la sociología?

Daymond Flores

Sociólogo

Conocí el Crear en junio del 2015, cuando comencé a trabajar en Tarapacá en El Mundo. Recuerdo que me llamó mucho la atención la cantidad de libros que había, me cuestioné por qué no lo había visitado antes y me convencí de que no todo estaba en internet. Ese día pensé que, de alguna u otra manera, la historia de la región de Tarapacá estaba contenida en esas paredes.

Desde ese invierno, ir al Crear todos los lunes era parte de mi rutina; se transformó para mí en un espacio formativo, un lugar bueno para pensar. Ahí he participado de reuniones y celebraciones, y gran parte del montaje del documental “La victoria de Los Morenos” lo realizamos ahí.

También he conocido a investigadoras e investigadores de distintos lugares y disciplinas, en búsqueda de información de la región; todos visitan con la certeza de que es ese el lugar donde pueden encontrar respuestas a sus preguntas.

Los diarios, revistas, libros, fotos, postales, videos, contenidos locales, que se encuentran en el Crear me han permitido conocer y reconocer el patrimonio cultural de la región. Ahora bien, el Crear no es solo el espacio y su contenido, son también las personas que lo hacen posible, y aquí hay que reconocer la labor que por años han realizado Bernardo, Juan y Francisco, para el mantenimiento y desarrollo de este lugar.

En pleno centro de Iquique, al lado de un gimnasio y al frente de un moderno edificio, el Crear, como centro de documentación e investigación, se ha consolidado como un lugar de encuentro único en la región. Versátil, cómodo e inspirador para todas y todos los que trabajamos con las memorias, identidades y patrimonios.

Ma. Francisca Basaure Aguayo

Antropóloga social

Ciren/Crear: vía de escape

Vía de escape es aquella única senda que te permite ver la luz al final del túnel, es asegurarte que el vaso no está medio vacío, que luego abordará, es encontrar el camino para lograr el gran escape; escape que no es huida, sino un reencuentro con la vida; es valorar la existencia de esperanzas, es reconocer hoy la existencia de esa vía, que muchos de repente olvidan.

Eso fue, es y será el Ciren/Crear, nacido como opción de verdad bajo la figura de las ONG (Organizaciones no gubernamentales), pero con identidad chilena y fundamentalmente tarapaqueña, en la época del gobierno militar.

Su objetivo, impulsado por sus gestores, era convocar a intelectuales, estudiosos e investigadores, y con sus impulsos organizar jornadas de reflexión, de política, de sociología y de cultura, apuntando a desenmascarar y denunciar medidas dictatoriales que a diario agobiaban al país.

Hoy, cobijado también bajo el alero de la Universidad Arturo Prat de Iquique (UNAP), es un encuentro con la historia, con la identidad, y con la realidad del norte, de nuestra Patria Chica. Aún es sostenido, como gruesas vigas, por algunos de sus creadores: Guerrero, Pinto, Podestá…

Es donde se acude para refrescar la memoria de nuestro pasado presente y para impulsar y construir nuestro futuro con la certeza de ejercer nuestro derecho de vivir en paz, como lo hizo canto nuestro Víctor Jara, víctima de la época en que nació esta voluntad de Crear, crear, crear…

Guillermo Jorquera Morales

Ex director del Tiun-Tenor

Exhibir el archivo: entre la política del almacenamiento y la difusión permanente

Sin duda, la construcción histórica de la ciudad de Iquique ha sido posible a través de la práctica de coleccionar archivos. Coleccionar dicha información es necesaria para la difusión, básicamente, de la identidad social y la memoria colectiva de la ciudad.

Iquique, ciudad capital de la región, cada cierto tiempo nos sorprende con la historia que lleva a cuestas y que en si misma narra importantes episodios de esta localidad y sus alrededores, demostrando el valor sustantivo que posee este ‘fichaje de información’ para expandir innumerables investigaciones que sustentan el patrimonio.

Uno de estos lugares donde nuestra herencia cultural puede ser obtenida, desde la práctica de archivos, es la Fundación Crear. Su concepto nos remite al Centro de Estudios de la Realidad del Norte que desde los años ochenta ha realizado varios esfuerzos para apoyar, principalmente, proyectos de valoración patrimonial dentro de la región para reconstruir las vivencias de nuestro ya conocido ecosistema desértico.

A través de una mirada sociológica del archivo, el Crear ha articulado sus redes de investigadores, publicaciones y una gran cantidad de pensadores que fortalecen la masa crítica local y una serie de aspectos fundamentales para la incipiente práctica de investigación social, cultural y política de la zona norte del país.

Es más, el archivo del Crear ha permitido patrocinar incontables diálogos con el contexto local, nacional e internacional; y adicionalmente ha sido el sitio para que diversos gestores, poetas y artistas visuales de nuestras fronteras cercanas como Perú, Bolivia y Argentina, dinamicen sus propias prácticas bajo el amparo de este espacio. Así, este archivo se ha transformado en un epicentro de estudios transfronterizos logrando garantizar una sólida red con una holgada proyección global.

En resumen el Crear es el sitio para encontrarse con los orígenes que, bajo esta reflexión, están interceptados por otras fronteras. Su política de investigación y difusión permanente, facilitan las instancias de diálogo dentro de esta ciudad que hoy está convertida en una de las más diversas, mercantilizadas e inmigradas del país.

Rodolfo Andaur

Curador

Las postales de Tarapacá

Al aterrizar en Iquique, días antes de los festejos de la virgen de La Tirana, en julio del 2017, fui invitada a descubrir parte del patrimonio de la Fundación Crear. Invitada a esa ciudad del norte de Chile por Rodolfo Andaur, en esa ocasión visité el lugar por primera vez junto a artistas locales y colegas de Brasil, Italia y México.

En preparación para la peregrinación, nos reunimos en el Crear para conversar y escuchar al Dr. Bernardo Guerrero, quien amablemente nos compartió sus experiencias con los bailes religiosos y procesiones en medio de la pampa del Tamarugal. Asimismo, habló también sobre la particular historia de esta virgen y los festejos que tienen lugar no solo en La Tirana sino en diversos puntos de la región.