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Bernardo Guerrero: Pero, sin embargo, pareciera que el tema recurrente en el bolero, por no decir el tema obsesivo del bolero, es el amor y todos los añadidos en que ello implica. No hay elementos, por ejemplo, contestatarios como algunos podrían encontrar en otro tipo de estilos; no hay boleros de protesta por decirlo de alguna manera poco académica. ¿Qué piensas tú al respecto de eso?

Juan Podestá: Yo no sé. Yo diría, así como Neruda o Huidobro, que la poesía es la poesía, el bolero es el bolero. El bolero es una lectura que hay de la vida, y la vida se lee no más, la vida no se lee ni en son de protesta ni en son de conformidad, la vida se lee y cuando tú lees la vida, tú sufres, y yo creo que, cuando me dices que lo central del bolero es el amor, yo creo que en el fondo lo central de la vida, es el amor. Y el bolero no hace más que eso (2007). Entonces, hablar de boleros de protesta o boleros conformistas o conservadores, o boleros tipo A o tipo B, no nos lleva a ninguna parte. El bolero es el bolero y es una visión que ellos tienen de la vida. Ahora, mucho de la vida transcurre entre la relación hombre-mujer, hombre-hijo, hijo-amigo. Al hablar del amor, están hablando de todo.

Estamos hablando de la vida cotidiana y de la vida trascendental. Lo relevante que tiene el bolero es que tú lo puedes entender de una manera distinta a como lo entiendo yo, y las dos maneras son, absolutamente, válidas y ojo, si uno lee bien el bolero, o sea, claro, es el amor, pero en el amor hay vida, en el amor hay amistad, en el amor hay pobreza, en el amor hay autopercepción, en el amor hay religión, en el amor hay tiempo, en el amor hay espacio, en el amor hay libertad, en el amor hay conclusiones de vida, en el amor hay conflictos, en decir, yo creo que, es cierto, hay un énfasis al centrar todo en el tema afectivo o sexual hombre-mujer, pero los boleros van más allá de eso.

Bernardo Guerrero: En este estudio, tú perfilas algunas cosas relativas a una producción regional en cuanto a boleros, es decir, ¿qué hay de eso? ¿Has hecho un seguimiento? ¿Qué queda de eso, de esa producción regional, estoy pensando en Carlos “Sentimiento” Avalos y toda esa gente.

Juan Podestá: Sí. Lamentablemente, me desvinculé del estudio sistemático del bolero y me puse más tonto y me puse a estudiar temas como más serios, pero Carlos Avalos, Manolo Alfaro, después están las mujeres, Daisy Ruiz. Yo creo que, y debe haber muchos más, si lo que pasa es que cómo Lucho Barrios accede al mercado, a la industria, o Lucho Gatica, nosotros estamos plagados, o sea, cuando uno va a una fiesta, en cada una de las familias populares del norte chileno hay alguien que canta; entonces, hay una producción regional que también se da en la literatura, con Hernán Rivera Letelier, Patricio Jara, qué sé yo. Entonces yo creo que hay mucho y que se van perdiendo, pero lo que ellos dicen queda escrito en la tradición oral, queda reseñado, queda ahí guardado y, de repente, alguien llega, lo impulsa y, nuevamente, emerge y toma forma en la discusión familiar y se mantiene.

Bernardo Guerrero: Aparte de lo que tu decías de un sujeto popular, hay acá también un saber popular, un saber que no se deja atrapar por las coordenadas científicas, de la razón y ese tipo de cosas, y que, además, es un saber popular que tiene muchas contradicciones, muchas paradojas y ahí está, precisamente, la riqueza de esos saberes. Por eso, a veces el bolero o el tango o la ranchera, tienden a llamar la atención casi de una manera hereje al saber ilustrado, que anda buscando siempre pensamientos casi mecánicos o no contradicciones en su discurso.

Juan Podestá: Así es. Tanto en este tema del bolero, de la canción regional por así decirlo, como en el tema de la tradición oral aymara, hay elementos en común. Ambos, canción regional y tradición aymara, son formas de entender la vida, de explicarse la vida, de resolver conflictos también; son formas de decir ciertas cosas y, recordando el pasado, construir el futuro. Hay varias señas en común entre ambos elementos. Por así decirlo, la literatura o tradición aymara con la literatura y el cancionero popular.

Bernardo Guerrero: En esa perspectiva, la moda en el que está hoy en día el bolero, obviamente movida por toda la industria cultural por detrás, también señala un poco la vigencia de un género que ha sabido interpretar al mundo popular, que ha sabido interpretar, básicamente lo que tú mencionas, los temas del amor.

Juan Podestá: Claro que sí. Por otro lado, hoy día el bolero tiene una cierta vigencia, porque la gente también trata de explicarse cosas que no entiende, por un lado y, por otro, hay cosas que no entiendes producto de este tema de la globalización, producto de tanta cosa en inglés, que el mall, que el shopping. Entonces, es un mundo que no entendemos, es un mundo que no es el nuestro y tratamos nosotros de explicarnos y de resolver los conflictos que nos suponen un nuevo tipo de sociedad. Ahí se revalora este instrumento musical, esta forma de ver la vida que es el bolero; por ahí va el tema del resurgimiento. Escuchando boleros, tengo claridad para enfrentar el futuro. Yo sé que el futuro se enfrenta con amor, con familia, con ganas, me explico el mundo, entonces yo sé para adelante qué es lo que soy, y yo creo que el bolero, al igual que la literatura, nos permite pararnos de mejor manera en la cancha, como diría un relator deportivo. Por eso hay muchos de los leídos que no se paran bien en la cancha, porque no tienen esta cosa que viene de la tradición oral, que es o el tema de la literatura, o el tema de la música centrado en el bolero, que nos permite mirar para adelante y entender lo que está pasando.

Bernardo Guerrero: Hay un trípode sobre el cual se levanta la cultura popular musical en América Latina: el bolero, el tango y la ranchera, que tienen elementos en común.

Juan Podestá: Son tres tipos de tradiciones orales.

Bernardo Guerrero: Claro, y también muestran un extraordinario dinamismo. Por ejemplo, en la ranchera Los Tigres del Norte en México, y el tango con toda una generación nueva de artistas que empiezan a inventar nuevos estilos musicales. Conversemos ahora acerca de tu libro La invención de Tarapacá. Estado y desarrollo regional en Chile”, que es producto de tu tesis doctoral que defendiste en la Universidad de Leiden el 18 de septiembre del año 2003, y que la Universidad Arturo Prat, a través de ediciones Casmpvs, la ha editado para el público nacional. Este libro, tal como dice el subtítulo, es un análisis acerca de las relaciones entre Estado y región, sobre todo con Tarapacá. ¿Qué significó para ti escribir este libro? ¿Qué es la invención de Tarapacá? O, mejor dicho, ¿por qué la invención de Tarapacá?

Juan Podestá: Es increíble lo que debe costar escribir doscientas cincuenta o trescientas páginas. Segundo, yo creo que en lo más afectivo, es como reencontrarse con uno mismo. Uno comienza a entender cosas que siempre escuchó, cosas que dijeron, alguna cosa que leí en el diario, entonces de repente uno empieza a tener una visión más global. Y tercero, cuando uno presenta un documento como este para obtener el grado de doctor, en el fondo es como cerrar un ciclo de vida. Hoy día el ser doctor, visto en la cultura que tenemos en Chile, poca gente se entusiasma y te felicita. Son gratificaciones que tienen que ver con el desarrollo personal de uno y con cerrar espacios de vida. Y, por último, yo podría decir que este libro significó ponerse a prueba frente a la vida y ver si uno es capaz de entender cuáles son las principales señas que uno tiene, en este caso, en la región de Tarapacá.

Bernardo Guerrero: ¿Y cuáles serían esas señas? ¿Qué elementos debería tomar en cuenta el extraño que nos visita para entender Tarapacá? ¿Cuáles son las claves para entender Tarapacá como región?

Juan Podestá: Yo he identificado siete señas, podrá haber más, pero ubico siete. Una es que esta es una región conquistada, y conquistada por un ejército regular y formal, no es la conquista de los españoles en Santiago, no es la conquista de los hispanos respecto de todo el mundo latinoamericano, no, esta es una conquista que se hizo en 1879, eso le da un carácter muy especial, y quien quiera estudiar esta región, tiene que partir de que es una región conquistada, y que se la quitamos a otro país. Es decir, Antofagasta, Calama y Tocopilla eran de Bolivia, Iquique y Arica eran de Perú y se lo quitamos y ganamos. Fue una guerra, un conflicto bélico, pero eso tiene hasta el día de hoy gravísimas consecuencias. Segundo, producto de eso, quien quiera estudiar esta región, tiene que estudiar extraordinariamente el pensamiento del ministerio de Defensa, particularmente de los militares, y el pensamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores, es decir, debe estudiar lo que es la clase militar y lo que es la tecnocracia gubernamental, esa es una segunda cosa. Tercero, producto de que es una región conquistada, no olvidemos que el año 29 se iba a hacer el plebiscito, plebiscito que nunca se hizo, pero que se iba a hacer. El año 1929 en todo Chile ya había comenzado el proceso de industrialización con Carlos Ibáñez del Campo, con su ministro de Hacienda Pablo Ramírez. Había comenzado la industrialización. Se inicia el 27’ y eclosiona en Chile el 33’. El Estado comienza a crear múltiples empresas y acá, sin embargo, había cero aporte, porque era un territorio todavía en conquista; entonces, una tercera clave es que, como tuvimos un ingreso tardío a la industrialización, eso nos afectó en forma sustantiva. Una cuarta seña que tiene que ver con eso es que, como se inició tardíamente la industrialización, esta es una región, a diferencia de la Segunda, de la Cuarta, a diferencia de Arequipa, a diferencia de Santa Cruz de la Sierra, donde, en el buen sentido de la palabra, no encontrábamos nosotros el concepto de burguesía regional; como diría Marx, un concepto de burguesía, o sea, un grupo con mucho poder económico, pero es capaz de tener alianzas con el mundo militar, con el mundo político, con el mundo religioso. En Arequipa, por ejemplo, o en Santa Cruz de la Sierra, tú ves que, desde la burguesía regional cruceña o arequipeña, de la familia sale alguien que es ministro del Interior, alguien que es obispo de o cardenal de la Iglesia, alguien que es rector de la Universidad de Lima; Vargas Llosa siendo arequipeño llegó a ser figura. Entonces, nosotros lo que tenemos en esta región, desde el punto de vista comercial, industrial, son grandes empresarios, buenos comerciantes, buenos industriales, pero no tenemos este concepto de burguesía regional, no hay una clase. Si no hay una clase, y eso se ve clarísimo en el caso de Arica, tampoco puede haber un movimiento social fuerte. En consecuencia, no tienen cómo pararse, cómo intermediar con el Estado, eso sería una cuarta. Una quinta, y que cada vez es más importante porque en Europa se está estudiando, la globalización funciona, pero la globalización queda entrampada en algunas regiones denominadas fronteras. Chile-Perú, Chile-Bolivia son una región fronteriza. Tarapacá es una región fronteriza y la globalización está llegando de manera distinta a cómo llega en Copiapó, en Valdivia, en Trujillo, en Bogotá. Acá la globalización tiene ciertas particularidades de región fronteriza. Y la séptima señal que es interesante, es que, desde sus orígenes, esta región ha tenido un patrón de desarrollo económico muy complicado. Entre 1879 y 1930, Iquique vivió una riqueza sustantiva; si revisamos los antecedentes en Arica, Arica vivía en la pobreza. Entre 1930 y 1950, Arica e Iquique empatan porque el Estado se olvida, hay un abandono estatal y el Estado se va, se va porque acá todavía se estaba conquistando, recién se había definido el plebiscito del año 29’, el Estado ya tenía la propiedad de la zona, pero se va porque, no es que se descubre, comienza a caer el valor del salitre, pero comienza a subir el valor del cobre y el Estado apuesta todas sus fichas a Chuquicamata. Entre el 53’ y el 70’, Iquique vive en la más absoluta de la pobreza, período de las banderas negras, pero Arica vive la más absoluta de las riquezas del puerto libre. Y, entre el año 74’ y el 2000, para ponerlo de una manera, Iquique vive un muy buen momento económico y Arica vive un muy mal momento económico. Entonces, el patrón de desarrollo tiene que ver con períodos de crisis y períodos de bonanza. Y yo me pregunto en algún momento −y en alguna intervención lo he hecho ver, que cuando de repente recorro la Zona Franca y veo que de cada diez módulos hay cinco que están cerrados−, ¿no será una figura anticipada de lo que fue la crisis del salitre?, ¿no estaremos en presencia del inicio de un nuevo ciclo recesivo? Hay que estudiarlo, pero no veo que nadie lo haga. Ojalá que no se inicie un nuevo ciclo...

 

Porque las cosas hoy día se van juntando de a poco, desapareció un poco la pesca, desapareció un poco el negocio de Zofri, disminuye un poco el negocio inmobiliario y el negocio minero no es un negocio nuestro. El negocio minero es un negocio de las mineras y tiene que ver con capitales de afuera, pero es un tema que hay que estudiar, son siete señas. Yo no sé si estarán todas profundizadas, creo que no, pero por lo menos hay que ponerlas. La meta de una investigación de doctorado es que otros continúen discutiendo lo que tú dijiste.

Bernardo Guerrero: Ahora, hay una afirmación tuya aquí en la página doscientos sesenta y siete que dice lo siguiente: “En América Latina el Estado no fue creación de los habitantes originarios”. ¿Eso tiene que ver con la idea de la invención de Tarapacá? ¿A eso se refiere la idea de la invención de Tarapacá? (2004).

Juan Podestá: Claro, y esa es una idea que yo rescato de, si hay algún profesor de historia va a poder decir, hacer su reparo, pero Claudio Véliz señala: “llegan los españoles y nos conquistan y ellos lo que hacen es trasladar, no solamente una cultura, un ejército, sino que también trasladan un Estado, una institucionalidad pública y la imponen”. Entonces yo digo, lo mismo pasó en esta región, lo mismo pasó acá. Era una zona desértica, pocos habitantes aymaras, bolivianos en específico, algunos africanos, algunos europeos, llegan los chilenos, sacan a esta gente y construyen este Estado, esta institucionalidad y esta historia. Lo que dice Claudio Véliz, que llegan los hispanos y nos imponen su Estado; una de las discusiones que hay es que ya los incas tenían un Estado, pero haciendo esa salvedad, los nombres son más para ilustrar los fenómenos; esta zona era un desierto, llega un país que expulsa a otro país y construye su propio país. Entonces, Chile inventó esta región. Y es concreto. Creo que la inventó, como en las primeras señas, la inventaron los militares, y por eso los militares la cuidan, y por eso yo digo que hay que estudiar el pensamiento militar y el pensamiento de relaciones exteriores.

Bernardo Guerrero: En ese sentido, cuando tú hablas de la invención de que hay que entender el pensamiento militar, solamente de esa manera se explica la invención de la Zofri en el año 75’, por factores geopolíticos y por formar, no sé si tú usas esa expresión, fronteras vivas, porque lo que había no eran fronteras vivas. ¿Cómo se explica ese proceso?

Juan Podestá: Los militares el año 74’ estaban muy complicados, porque tenían el poder, con un Chile con una economía protegida, economía cerrada, querían abrir la región, abrirla al comercio internacional; de hecho, la abren, pero quedan con esta región encapsulada. Entonces, ¿cómo abren esta región a la globalización?, sin perder de vista que geopolíticamente es complicada, están los militares peruanos y los militares bolivianos. La Zofri permite traer muchos empresarios; en su tiempo llegaron empresarios panameños, israelitas, norteamericanos, pakistaníes, en fin, entonces qué mejor que entre Chile, Perú y Bolivia, una frontera complicada, conflictiva, colocar un murallón de capitales provenientes del extranjero. Y tercero, que se suponía que la Zona Franca iba a traer mucha población, entonces esto se iba a transformar. Por ahí tú no te acuerdas, pero hace muchos años, conversando con el general René Peri en Antofagasta, él decía que “el mejor ejército para defender una frontera es la población civil que ahí radica”. Creo que ellos pensaron de esa manera la Zona Franca, colocar acá un gran dispositivo urbano poblacional financiero que permitiera alejar los peligros con Perú y con Bolivia. Y te quiero decir que en alguna parte del libro se narra cómo el 11 de septiembre del año 73’, el Estado mayor del general, del presidente de Perú en ese tiempo, Juan Velasco Alvarado, le dice: “Presidente, en este momento que hay golpe de Estado en Chile es el momento de invadir Arica”, y ahí Velasco Alvarado señala: “No, miren, por consideraciones políticas quedémonos acá”, pero los militares chilenos saben eso; entre el 11 de septiembre del 73’ y el 11 de septiembre del 74’, Arica acusa un tremendo golpe en su escasa actividad económica, todos los efectivos son retirados desde Arica y son instalados acá en Baquedano. Arica sufre, y eso lo reconocen todos los empresarios; se van diez mil, quince mil militares que estaban viviendo en Arica, que en la noche dejan de consumir, el comercio local siente ese efecto, y por eso se explican también todos estos líos, que el año 75’ Pinochet se reúne en el llamado abrazo de Charaña y le ofrece mar a Bolivia, porque la situación de Chile era súper complicada.

Bernardo Guerrero: Este hecho de producir una institucionalidad por parte del Estado, viene a ser una institucionalidad siempre bastante precaria, ¿no?

Juan Podestá: Claro que sí, porque la región no se administra en la región. La región se administra en Santiago. Yo he trabajado en el aparato público; yo sé que todos los días en la mañana el intendente lo primero que hace, y eso lo estoy diciendo en cámara, cuando llega a las ocho de la mañana, donde ya tiene todos los diarios leídos, es comunicarse con la Subsecretaria del Interior, el Ministerio del Interior y dice cuál es el estado de la región, porque desde allá se decide. Cuando yo digo institucionalidad pública incompleta es porque se administra en Santiago. Si decimos Arica, hay tres o cuatro ministerios que Arica no tiene, y tiene que ir el Secretario Ministerial a Arica desde Iquique, yo no sé si hoy día se ha creado ya, por ejemplo, en Arica como la institución del Ministerio de Economía, por ejemplo, el Ministerio de Hacienda, el Ministerio del Trabajo, el Ministerio de Justicia, pero hasta el año 2002 eran los Secretarios Ministeriales que iban a Arica a cumplir esa función.

Bernardo Guerrero: Dentro de esa perspectiva, entonces, es posible entender de que el espíritu anti-centralista que hay en esta zona, solamente se da en esta zona, producto de la historia que tiene esta región y que bien podría ser otra cosa típica o característica de Tarapacá, un fuerte sentido anti-centralista, que por acá en una entrevista que tú planteas de Max Barreda dice que “el centralismo provoca una dependencia”; uno quiere que toda la solución venga de Santiago y que eso podría venir a explicar la emergencia de fenómenos populistas, por ejemplo, que toman la bandera del regionalismo para agitarla, o sabiendo que hay una población que es bastante sensible al tema del centralismo.

Juan Podestá: Obviamente, uno escribe los textos y después tiene que seguir trabajando. Yo no sé qué tanto, en la población regional, se haya desarrollado una actitud anti-centralista, pues no tenemos que olvidar, como lo dicen Claudio Véliz y María Góngora, que en Chile hay una cultura Estado-céntrica, es decir, Chile nos educó; particularmente los que hemos vivido todo el período del Estado de Compromiso, el Estado moldeó nuestras culturas, nuestras conductas, nuestros hábitos, nuestra forma de ser en una cultura Estado-céntrica, entonces yo no sé si tendremos de verdad una vocación anti-centralista, porque esta cultura Estado-céntrica se expresa en una actitud de ética instrumental. El empresariado le pide al Estado y le agradece al Estado. Igual el mundo popular le pide al Estado y le agradece al Estado, y acá el Estado sabe cuándo castiga y cuándo recompensa. Creo que esto de ser hijos de una cultura Estado-céntrica, de ser hijos del Estado, no sé si nos permite hoy día hablar de una cultura anti-centralista, primero. Segundo, respecto a lo que tú decías, de estos fenómenos populistas, algo mejor es cierto, el fenómeno de Iván Paredes en Arica, o en su momento de Santiago Arata, o el mismo Jorge Soria acá, a lo mejor el populismo no necesariamente supone una mentalidad regional anti-centralista, a lo mejor es un intento que ellos hacen por protestar, por rebelarse, que no llega a mayores, pero que la gente reconoce como válidos y dice que en mi cultura Estado-céntrica, si yo pido, me dan, me dan, yo pido. A lo mejor la gente reconoce el esfuerzo de Arata, de Paredes, de Soria, pero no lo sigue en esta actitud anti-centralista.

Bernardo Guerrero: Pero, por ejemplo, uno podría decir que el Estado-centrismo de un talquino o de un puertomontino es diferente al Estado-centrismo que vivimos aquí, ¿no?

Juan Podestá: Acá hay otro fenómeno que uno podría decir que es como una octava señal. Aquí en el norte nosotros nos sentimos chilenos. Y con todo lo que supone que mi papá, por ejemplo, me decía que no me tocaran la oreja, y el que te pega, pégale tú y todo eso, nos enseñan a ser aguerridos, achorados. Soy chileno, pero yo también me siento ariqueño, y tú te sientes iquiqueño, y el compadre de allá se siente ariqueño y el otro se siente, bueno, en primer lugar me siento chileno y, en segundo lugar, me siento ariqueño; tercero me siento nortino, me siento distinto al sureño, me siento distinto al huaso, acá es el norte, acá no llueve, acá es rico, en el norte se come pescado, la virgen de La Tirana es del norte, no solamente de Iquique. Entonces, soy chileno, soy ariqueño, soy nortino, pero además me siento perteneciente a un mundo que va más allá de Chile y que involucra a Perú y a Bolivia. Y tú y yo sabemos, hemos tenido amigos peruanos y bolivianos, lo que hemos disfrutado, lo que hemos compartido, y las utopías que uno construye y lo cerca, afectivamente, que uno muchas veces se siente con peruanos y con chilenos comparado a como uno se siente con un santiaguino. Entonces, esto de la cultura anti-centralista tiene que ver también, o este tema de la cultura Estado-céntrica, con que no solamente poseemos una identidad para con, sino que, también, yo siempre digo que la identidad es como una suerte de torta de milhojas, tiene distintos niveles. Entonces, por un lado, me siento chileno, pero también ariqueño, también nortino, también habitante de una región transfronteriza y a lo mejor también soy ariqueño, soy iquiqueño, pero también soy aymara, a lo mejor soy ariqueño, chileno, habitante de una región, pero además soy un migrante de una colonia extranjera, chino, italiano, qué sé yo. Ese es un tema que me faltó hacer en las reseñas, de que el habitante del norte es distinto, o sea, somos radicalmente distintos al resto.

 

Bernardo Guerrero: Además, sumémosle una ciudadanía global, de vivir en un mundo globalizado.

Juan Podestá: Es que siempre, no solamente en la Zona Franca, el puerto libre también traía esto.

Bernardo Guerrero: Y la industria del salitre también.

Juan Podestá: Espera, no había pensado en ese factor, desde sus orígenes hay acá una combinación de lo local y lo global.

Bernardo Guerrero: Y sobre todo una intersección de los elementos de lo local con lo global, que García Canclini lo desarrolla muy bien cuando dice, por ejemplo, cómo explicar los cruces culturales de la gente que está metida, que tiene dos patitas, por decirlo, en el mundo.

Juan Podestá: Pero, antes de eso, fíjate que, en Arica, si tú te acuerdas, Arica en 1830, 1840, antes, 1650 a 1750, 1780, fue el gran centro de exportación de Potosí; siempre hemos estado marcados por vínculos que van más allá de nuestras fronteras.

Bernardo Guerrero: Siempre hemos estado conectados al mundo y eso da características a este lugar.

Juan Podestá: Si cuando el santiaguino va a Mendoza, es como si saliera a, no sé, acá siempre estuvimos con Perú, con Bolivia, con Ecuador, con los chinos.

Bernardo Guerrero: Incluso, uno lo registra en el habla, ¿no? Se ve la incorporación de muchos otros elementos que uno tiene en términos cotidianos, pero te iba a hacer un alcance. Fíjate que se va a celebrar la semana ariqueña en junio y me tocó leer un folleto del alcalde donde usa una expresión muy identitaria, o en búsqueda de una identidad o de construcción de una identidad, dice “la semana del ariqueñismo”. Estamos hablando de iquiqueñismo, estamos hablando de ariqueñismo, ¿qué significan esas clases, esos “ismos”?

Juan Podestá: Es tan arrollador el avance de la globalización, y a no todos nos gusta la globalización; acá hay gente en la región que le gusta, en fin, pero la globalización tiene unos impactos afectivos, y de repente la ciudadanía desarrolla estos “ismos” como una manera de pararse frente a la globalización; en algún momento, no sé cómo será en el caso de Alto Hospicio, cómo se le dirá, pero hoy día el tema del ariqueñismo, que tiene a lo mejor que ver con esto también, soy chileno, soy nortino, soy ariqueño, etcétera, entonces me paro y digo el ariqueñismo. Creo que es una respuesta al tema de la globalización, todavía incipiente, porque no se ve desde hace mucho, pero por ahí va.

Francisco Pinto Madariaga

Empezó estudiando sociología en la Universidad de Concepción. Estuvo, para el golpe de Estado de 1973, preso en Pisagua y relegado al interior de Arica. Intenta continuar sus estudios en la Universidad del Norte, de Antofagasta, pero debe, por razones políticas, emigrar a Quito. En esa ciudad, termina su carrera. El año 82 regresa a Iquique.

Bernardo Guerrero: ¿Cómo te enteras del Ciren?

Francisco Pinto: Yo había estudiado con Juan Podestá, Víctor Guerrero y contigo en la Universidad del Norte; cuando regresé nos contactamos y de ahí y hasta hoy, soy del Crear. Recuerdo muchas actividades que hicimos a puro ñeque y amor propio.

Bernardo Guerrero: ¿Cómo era el Ciren/Crear en esos años?

Francisco Pinto: Éramos amigos todos. Todos nos conocíamos y teníamos una mística muy especial. Nos juntábamos en tu casa, a veces en la mía, otras donde Juan Gabilán. En fin. Arrendamos una casa en la calle Bolívar, al lado del Wagón. Una casa vieja del tiempo del salitre. No teníamos nada. Algunas sillas y bancas. Teléfono ni para qué hablar. Pero el hecho de ser todos amigos no nos impidió formalizarnos, cumplir horarios, etcétera.

Cuando Juan Podestá y tú se van a estudiar a Holanda, yo me hago cargo del Ciren. Es el año 1983. Me tocó atender en Iquique a una persona de la agencia Hivos de Holanda y le presentamos algunos proyectos. Todos tenían como común denominador la investigación-acción. No éramos solo académicos, sino que además teníamos vinculaciones con el mundo popular y con los aymaras.

Primero te cuento algo que ahora tiene sentido. Siempre me gustó el teatro. En la secundaria, en el Instituto Comercial, armamos un grupo de teatro. Y luego en la Norte de Antofagasta seguí en lo mismo. A la vez estar en el grupo de teatro me permitía poseer algunas becas y beneficios. Siempre me gustó el mundo urbano popular. El Ciren, por influencias de Van Kessel, estaba más metido con los aymaras. De allí que empezamos a trabajar en la cultura popular urbana.

Bernardo Guerrero: ¿Y qué hacían?

Francisco Pinto: Aprovechando mi experiencia en el teatro, y que trabajo en el Tiun de Guillermo Jorquera, nos fuimos a la Jorge Inostrosa y armamos un grupo de teatro y presentamos una obra. Nos ayudó una monja que nos prestó una sala y el cura Franklin Luza que actuó como aval, si es que se puede decir así.

Bernardo Guerrero: ¿De qué trataba la obra?

Francisco Pinto: Era una obra de creación colectiva. La idea era desarrollar autoestima de esos pobladores que ya estaban estigmatizados. Se hablaba también de la drogadicción. Eran jóvenes de entre 12 a 18 años. Uno de ellos es el actual alcalde de Alto Hospicio, Patricio Ferreira. Fueron ocho meses de trabajo y la presentamos en la Navidad del año 1984.


Héctor Espinoza "La Sombra" junto a otros corresponsales populares

Bernardo Guerrero: ¿Y qué viene después?

Francisco Pinto: Enseguida pensamos en trabajar en temas de las comunicaciones, sobre todo popular. No olvides que había un cerco informativo impuesto por la dictadura. La prensa no era libre. Y fue así como surgió el Boletín Poblacional (BP).

El Boletín Poblacional era hecho por los pobladores y distribuidos por ellos mismos. El BP era social, trataba temas de salud, higiene, se relataba la vida de los pobladores. La municipalidad de Iquique nos controlaba y nos seguía. No querían que diéramos a conocer esas cosas. El BP enseñaba cómo cuidarse, cómo alimentarse. El BP develaba la pobreza de esa manera.

Bernardo Guerrero: ¿Se capacitaba a los pobladores?

Francisco Pinto: Hacíamos seminarios y talleres en los que se les enseñaba a redactar y cómo hacer una noticia. La Gruta de Cavancha nos prestaba sus salones para eso. Se integra al equipo Edgardo Barría, el compañero Barry, que hacía un trabajo en la base súper interesante. También se integra Víctor Guerrero y luego Rafael Miquel. Pero todo el Crear trabajaba. Publicamos cerca de 45 boletines. Incluso hay una tesis de un estudiante de sociología sobre esta experiencia (ver Bibliografía). Tuvimos corresponsales populares de lujo. Leokán Jaramillo que nos contó la historia de la Jorge Inostrosa, el viejo Joaquín Naranjo, y uno muy especial que firmaba bajo el seudónimo de La Sombra. Era tramoya del Tiun, dirigente deportivo y muy inteligente. Era de las Quintas y gracias a él nos ampliamos al sector sur y popular de la ciudad. Luego en esa misma onda, Juan Podestá, junto a otros pobladores, crea el radioteatro “Población, dulce población”. Los textos eran colectivos, y trataban temas de coyuntura como el déficit de vivienda, salud, drogadicción, medioambiente. Y eran los mismos pobladores los que actúan. Este programa se grababa en la Gruta de Cavancha. No sé si lo recuerdas: en la población Rubén Godoy muy cerca de la casa del viejo Ponce, instalamos una casa de la cultura.