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Crear

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A más de veinte años de esta iniciativa, el balance es de dulce y de agraz. El Ministerio de Educación de los gobiernos democráticos nunca valoró esa experiencia. Sin embargo, ambas actividades bajo el signo de la etno-educación sirvieron para activar mecanismos de cooperación interculturales, que a la distancia constituyen una buena experiencia. Muchos de los niños que leyeron el Vizcachín, son ahora dirigentes aymaras y valoran positivamente esa experiencia.

Es dable suponer que, en el actual escenario de empoderamiento de las comunidades, que no necesariamente es reetnificación, este tipo de prácticas puedan ser sistematizadas, mejoradas en la calidad de la impresión, y usada como apoyo al proceso de enseñanza-aprendizaje, no solo de las comunidades andinas, sino que de la sociedad regional y por qué no decirlo, también, de la sociedad nacional.

La interculturalidad debe tener una misión y una visión. En otras palabras, debe estar orientada por una ética que tienda a mejorar las condiciones de vida de los habitantes, del respeto y reproducción activa de su identidad, de salvaguarda de sus recursos hídricos.

Desde la década de los años 90, la Universidad Arturo Prat de Iquique implementó la carrera de Educación Intercultural Bilingüe, primero con el apoyo de Terranova, una organización italiana, y luego con el concurso del Ministerio de Educación. Formar profesores con pertinencia cultural, era y sigue siendo el motor de esta propuesta. Revalorar la lengua, prácticamente en desuso funcional, ha sido una de sus grandes motivaciones.

El Instituto de Estudios Andinos Isluga, por su parte, a través de la investigación, capacitación, asesorías y acompañamientos a la dirigencia andina y comunidad, ha realizado, no sin problemas, una extensa labor en aras de la recuperación de la lengua y de la puesta en valor de la identidad. Identidad étnica que parece ahora “explotar”. Se cuestiona el monopolio de lo aymara, con la aparición en los valles y quebradas de población que se autodefine como quechua. Ahora, con apoyo del Estado, los andinos más empoderados sienten que su situación puede mejorar.

En tiempos actuales en que la sociedad chilena se define como multicultural, es preciso afirmar más que la diversidad étnica, la diferencia como un valor positivo. Y sobre todo a que la cultura dominante se abra a las influencias de las culturas no hegemónicas. Sin embargo, ninguna de estas instituciones valoró y menos utilizó el Vizcachín como material de lectoescritura. En otras palabras, se le invisibilizó.

En el pueblo de Chiapa, la socióloga Yerny González Caqueo desarrolló una interesante labor en la organización de los llamados grupos de abastecimiento cooperativo destinado a mejorar las relaciones comerciales entre esa comunidad, a través de sus productos, con el mercado iquiqueño. Fortalecer y consolidar una organización social que contribuya a superar la fragmentación interna de las comunidades del sector, aglutinando los intereses locales en torno al problema de las relaciones de intercambio con los mercados urbanos, era el objetivo general.

Yerny González publicó un Cuaderno de Investigación Social sobre el uso de las aguas en esa comunidad (1985). El terremoto del 8 de agosto de 1987, que destruye buena parte de este pueblo, es asistido gracias a la cooperación internacional y al aporte del arquitecto Manuel Marchant Rubilar, en su reconstrucción. Esta actividad, además de Chiapa, a la comunidad de Illaya y Jaiña.

El Ciren/Crear, además, organizó encuentros con campesinos aymaras en la localidad de La Tirana, encuentros con jóvenes aymaras, entre otras labores. Este se realizó desde el 26 al 28 mayo de 1988 y tuvo por título “El nuevo amanecer de los aymaras”. Lo medular de este encuentro fue evaluar los diversos programas que el Crear mantenía en la zona. Sin embargo, lo más relevante fue esbozar un programa campesino pensando en un escenario post-dictadura. Participaron comunidades de Quebe, Chiapa, Villablanca, Coscaya y Centro de Residentes Hijos de Chiapa, además de quince jóvenes aymaras, hombres y mujeres.

Además, publicó una cartilla con herramientas campesinas, tanto agrícolas como ganaderas.

El mundo urbano y popular

No todos los que formamos el Ciren/Crear, y que habíamos egresado de la Universidad del Norte, teníamos como área de especialización el así llamado mundo andino. Otros optaron por temas que podríamos llamar urbanos y populares. Es el caso de Francisco Pinto Madariaga (que estudió sociología en Concepción, luego en Antofagasta y que por razones políticas terminó en Ecuador), Víctor Guerrero Cossio y Rafael Miquel Ormeño, además de Edgardo Barría Barría, educador popular, quienes fueron los encargados de crear e institucionalizar esta área del trabajo. Otra área se le sumaría y que tenía que ver con la realidad de los jóvenes inmigrantes aymaras en Iquique, labor que realizó Julián González y que sistematizaría en un Cuaderno de Investigación Social (González, 1987).

El año 1985 se edita el primer Boletín Poblacional, cuyo primer titular no dejaba de ser provocativo: “¿Hay o no hay pega?”. En un documento de Crear del año 1986, se expresan los objetivos de esta publicación:

a) Desarrollar mediante la comunicación y participación popular mecanismos que tiendan a la consolidación de una consciencia crítica sobre la realidad poblacional.

b) Consolidar el Boletín como un medio de expresión popular, tendiente a revitalizar los sectores marginales, sobre todo aquellos sectores más reticentes en la búsqueda de la participación popular.

c) Demostrar la efectividad del trabajo colectivo y solidario, en contraste con un trabajo espontáneo e individual, lo que debe llevar a terminar con la atomización de la vida social (Ciren, 1986: 11).

A este proceso se le acompañaba de un taller de corresponsales populares, destinado a enseñarles los principios básicos de la comunicación popular. Uno de los más connotados corresponsales escribía bajo el seudónimo de La Sombra. Se editaron 56 boletines, con una periodicidad de una vez al mes.

Hay que destacar que, en Santiago y en otras ciudades, las protestas contra Pinochet empezadas en el año 1983, sobre todo en las poblaciones marginales, hicieron pensar que los pobladores, ante la ausencia de una clase obrera y de un movimiento estudiantil organizado, iban camino a constituirse como movimiento social, cuestión que no sucedió (Tironi, 2016); nos inspiró a trabajar con estos actores, los únicos visibles en el escenario nacional. Coorganizamos una Coordinadora de Pobladores e instalamos en la población Rubén Godoy, una Casa de la Cultura. Gran parte de esta experiencia la iríamos a aplicar años más tarde y en la década de los 90, al acompañamiento a los pobladores en el naciente núcleo urbano de Alto Hospicio.

Este boletín se distribuía en el sector norte de la ciudad que, según nuestros diagnósticos, era el sector más marginado y vulnerable de la ciudad. Nos referimos a la población Jorge Inostrosa, Villa Quitasoles, Centenario, Cantera, Dínamos, Ex-cementerio 2, y luego se le sumaron las Quintas II y III.


Este proceso de comunicación popular iba acompañado, además, de talleres de teatro, fotografía, entre otros. Un buen análisis sobre esta experiencia la realiza González (2007), en su tesis de licenciatura en sociología. Pero, además, se insertaba en una problemática mayor que el Crear definió como prioritaria, como es el caso del crecimiento urbano y el problema de la vivienda en la ciudad. Un tema que además fue tratado en varios seminarios, como el del 7,8 y 9 de octubre de 1987: “Crecimiento urbano y vivienda en Iquique: ¿Desarrollo o problema?”5. Y en varias escuelas de verano este tema se volvió a tocar. La participación de investigadores como Sergio Galilea fue vital para el desarrollo de esta área. Francisco Pinto Madariaga jugó un rol clave en el armado de esta línea de investigación, pensando en el crecimiento de la ciudad y sobre todo de los sectores populares. Pinto fue, en los gobiernos de la Concertación, secretario regional ministerial de Vivienda y Urbanismo, luego de Bienes Nacionales y gobernador Provincial, en el último gobierno de Michelle Bachelet (2012-2016).

En forma alternativa al Boletín Poblacional, se diseñaron otros micro-medios informativos como “La semilla poblacional”, “Vamos mujer”, “Mujeres Unidas”, y se prestó apoyo a otras publicaciones que empezaron a emerger en la ciudad. Otra iniciativa importante fue la edición de “Estación Iquique”, una publicación mensual con comentarios y análisis de la realidad regional. En los 90 se trató de reeditar ahora en formato digital, pero fracasó. Eran otros tiempos que, más adelante, analizaremos. Varios de los investigadores de nuestra institución participan como comentaristas en radio Iquique, la única con voz y postura crítica a la dictadura. Su director, insistimos, Fernando Muñoz Marincovic, jugó un destacado rol en esta dirección. En convenio con la desaparecida radio Cavancha, cada domingo emitimos el programa “Raíces andinas del Norte Grande de Chile” como una forma de que los auditores conocieran en profundidad la lógica de la cultura aymara.

Siempre en la búsqueda de nuevos formatos para generar opiniones y sobre todo para dar a conocer la realidad poblacional de la región, Crear reflota una vieja tradición de la radiotelefonía: el radioteatro. Es así como, bajo la dirección de Juan Podestá Arzubiaga, se crea “Población, dulce, población”. Las voces eran de los mismos pobladores que trabajaban en el Boletín Poblacional. Se emitía una vez a la semana por la radio del Terminal Agropecuario, los sábados al mediodía, hora y lugar donde más gente se concentraba. Estos programas se grababan en los estudios de los Oblatos en la Gruta de Cavancha. Además de lo anterior, en la población Rubén Godoy, se arrendó un inmueble para el funcionamiento de una casa de la cultura.

 

Las primeras ocupaciones y tomas en Alto Hospicio en el año 1986, provocadas por la expulsión de pobladores del sector del Colorado, hace que el Crear piense y problematice esa realidad, toda vez que entregamos nuestro apoyo a las primeras tomas del sector. Un proyecto financiado por el reino de Noruega permitió la instalación de un banco de herramientas, con la finalidad de prestarles herramientas a los pobladores para la construcción de sus casas. Capacitación en diversas áreas prestamos en búsqueda del logro de viviendas dignas para esos pobladores, hombres y mujeres, que fueron arrojados a vivir en la pampa sin la menor consideración.

El Boletín Poblacional se insertaba dentro de una lógica de la comunicación popular. Un intento por quebrar el monopolio de las noticias que controlaba el gobierno y la derecha. A partir de los años 80, gracias a la labor de las organizaciones no gubernamentales, y sobre todo desde Santiago, se empiezan a diseñar e implementar lo que se denominó micro-medios. Medios pequeños, de tiraje limitado, administrados por grupos sociales como estudiantes, pobladores, mujeres y trabajadores. Con la tecnología de la época, mimeógrafo, esténciles y en el mejor de los casos fotocopias, se producían y distribuían de mano en mano. Se les llamaba corresponsales populares a los que asistían a cursos de capacitación, tanto en el manejo de la redacción periodística como en la fotografía. Estos desde sus lugares escribían e informaban sobre sus quehaceres. Se enseñaba a hacer comidas económicas, a valorar la organización y muchos de ellos, a pesar de los momentos duros, se la tomaban con humor. En el caso del Boletín Poblacional, Gerardo Segovia Rojas creó el personaje Don Yiyo, un obrero que con ironía opinaba sobre lo que ocurría en la ciudad. Por cierto, el talento de Hervi y de Palomo, entre otros, servía de referencia, sin contar con Quino y su Mafalda.

“La canasta” del club deportivo La Cruz fue el primero en aparecer en el año 1981; detrás de esta publicación estaban los sociólogos del Ciren/Crear. Luego aparece “El Chasqui de la Iglesia católica”, “El Perforo y Barco de Papel” de Cepaat, “La voz de Cidec y Abrelatas”, “Ocho por Ocho” de los mineros de La Cascada, además de una serie de publicaciones, sobre todo poemas, que se editaron al alero de la Agrupación Cultural Tarapacá. La Comisión de Derechos Humanos también publicó sus materiales, al igual que el Colegio de Profesores.

El Ciren/Crear, además, editó “Vamos mujer”, “La semilla poblacional”, “Mujeres unidas” y “Estación Iquique”. Esta última duró hasta los años 90 y tuvo un intento de convertirse en un periódico digital, pero fracasó. Juan Gabilán Córdoba, sociólogo del Crear, publicó Edición Cero, publicación bilingüe, y Mallku. Como se advierte, había una intensa actividad editorial, a pesar de las limitaciones de la época. Muchas de estas publicaciones están en el centro de documentación del Ciren/Crear.

Junto a Víctor Guerrero Cossio, sistematizamos estas actividades, las que están en un trabajo sin publicar, “Prensa oficial, prensa alternativa y prensa popular” (1990).

La producción académica del Centro de Investigación de la Realidad del Norte

Ha habido, en efecto, una especie de consenso acerca del “descubrimiento” que los cientistas sociales han hecho del mundo andino, y que dice relación con la emergencia de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en los años 80, en la región de Tarapacá, que tuvieron como centro de atención y de reflexión a los aymaras. Estamos hablando, particularmente, de una generación de jóvenes sociólogos y antropólogos, que desplegaron y siguen desplegando aún, un esfuerzo por seguir entendiendo este complejo mundo que se nos presenta, no tan solo en el altiplano, sino que también en la ciudad. Hacemos hincapié en la forma disciplinaria de estos actores, por cuanto la arqueología y la historia habían empezado hace mucho tiempo a interesarse en este mundo.

Las publicaciones del Centro de Investigación de la Realidad del Norte, Ciren/Crear, han tenido como tema de estudio la realidad social de Tarapacá, la primera región. Pero, más que nada y sobre todo en su primera etapa, lo que más llamó la atención fue la zona rural de esta región y, sobre todo, su población aymara.

De lo anterior es fácil advertir que los primeros temas considerados tengan que ver con elementos religiosos, educativos y tecnológicos del mundo aymara del Norte Grande de Chile. Hay también, por cierto, motivaciones por estudiar también temas de religiosidad popular, sobre todo los que tienen que ver con los centros de peregrinación como la fiesta de La Tirana.

Un hilo conductor recorre estas primeras publicaciones, sobre todo los Cuadernos de Investigación Social del 1 al 2. Son realizados por estudiantes de sociología de la Universidad del Norte de Antofagasta, y están articulados en torno a una investigación mayor del Dr. Juan Van Kessel, que habría de concluir el año 1980 con la publicación de su tesis doctoral Holocausto al progreso: los aymaras de Tarapacá, editada por el Cedla de Holanda. Esta obra habría de marcar un modelo teórico para analizar la situación de los aymaras.

El impacto del Holocausto...

La aparición en Chile del libro de Juan Van Kessel, el año 1980, significó una importante contribución a la historia social y económica de los aymaras de Chile. Rápidamente esta obra se constituyó en una especie de “manual de cortapalos” para todo aquel que se interesara por estudiar esa cultura. Además, esta publicación, en el contexto político en que apareció, sirvió como un perfecto estímulo para la labor científica y también política. El libro entregaba argumentos por todos buscados para desarrollar una estrategia de defensa de los aymaras. Coincidiendo con ese período, los aymaras de Lirima se ven envueltos en una lucha por el derecho de las aguas contra una minera canadiense. Holocausto… −como su nombre lo indica, enfatizaba la desestructuración del mundo aymara en aras del progreso−, hacía una ardiente defensa de los aymaras y, a la vez, ponía en el centro de la discusión el rol que cabía a los estudiosos frente a la sociedad aymara. De allí que puede parecer lógico que gran parte de los temas analizados por Ciren/Crear acerca de los aymaras está marcado por una visión que enfatiza la desintegración de los aymaras. Temas como el pentecostalismo, la educación, el trabajo y la tecnología son vistos en esta dimensión.

Además, no hay que olvidar que esta década y la anterior están fuertemente tensionadas por la situación de ciencias sociales que Manuel Antonio Garretón describe en la presentación del Cuaderno de Investigación Social Nº 4. Dice:

Pese a todo, en los aspectos mencionados, alejados de las Universidades, junto con retomar la tradición pluralista, crítica y pluri-disciplinada de las ciencias sociales, ha ido naciendo una nueva forma de trabajo intelectual cada vez de mayor importancia en el país y de creciente reconocimiento internacional. Los trabajos incluidos aquí son una expresión de las dificultades e insuficiencias de este esfuerzo, pero también de su seriedad, grandeza y trascendencia nacional (Garretón, 1981:4).

En esta época, también el campo de reflexión de Crear no es solo andino, ya que existe un interés deliberado por incorporar otros aspectos de la realidad regional, con temas emergentes. Es así como, en el Cuaderno de Investigación Social Nº 3, aparece un artículo sobre la Zona Franca, y en el Cuaderno de Investigación Social Nº 7 un artículo sobre los campamentos mineros, y más adelante en el Nº 7 un artículo sobre el ciclo salitrero. Ya en el año 1989 se empiezan a problematizar temas tales como la actividad pesquera y minera, los recursos hídricos, estudios sobre Arica e historia de los pueblos guaneros del litoral de Iquique, cambios en la estructura urbana de la ciudad (Guerrero, 1995).

Paralelos a los Cuadernos, el Crear empieza a editar una serie de libros de trece títulos. Libros de Van Kessel y de Tennekes en coedición con la Universidad Libre de Ámsterdam dan cuenta del pentecostalismo santiaguino, de la fiesta de La Tirana y de la actividad de los pescadores. Libros sobre identidad cultural, de la historia del deporte iquiqueño y otros sobre los aymaras (tradición oral y seminarios), le dan una dinámica de publicidad difícil de repetir.

Para una público más extenso, Crear publica la serie de Crónicas de once títulos. Todas escritas en claves narrativas y de fácil lectura, en lo posible entretenidas. Los temas van desde la cultura aymara a la cultura popular, pasando por problemas de vivienda, agua y minería, entre otros.

Finalmente, tres Documentos de Trabajo que contienen recensión de libros y de seminarios internos que la institución creó para discutir temas como el medio ambiente y la tecnología.


TemasCISLibrosCrónicasDoc. Trabajo
Andinos
Pentecostalismo521--
Educación41----
Familia2------
Cosmovisión1------
Comunicación1------
Trabajo2------
Demografía1------
Tecnología2----1
Etno-arqueología1------
Género1------
Juventud1--1--
Salud2------
Planificación/Desarrollo2------
Religiosidad popular71----
Recursos hídricos2------
Minería3--1--
Pesca213--
Cultura popular----1--
Municipio----1--

Los temas ya identificados constituyen los motivos de preocupación de los investigadores del Crear. Habrá que notar la extraordinaria amplitud de temas, lo que señala la vocación por hacer de lo regional un ámbito de importancia. Paralelamente a ello, en la línea de la investigación-acción, esta institución desarrolló proyectos de comunicación alternativa como el Boletín Poblacional, que alcanzó una edición de 45 números; del Boletín Aymara,con 25 ediciones, además radioteatros y una serie de micro-medios como “La Canasta”, “La semilla poblacional”, “Vamos mujer”, entre otras. Hay que señalar, además, el apoyo a la creación de organismos de pobladores como la Coordinadora de Pobladores (COP), Comité de Allegados, entre otros.

Tanto la experiencia académica como la generada por la praxis social articulada entre sí, permitió la elaboración del documento “Desarrollo regional, identidad y organización en la región de Tarapacá” (1986), que precisaba el pensamiento de Crear con respecto a los grandes temas y preocupación por los problemas de Tarapacá en un contexto de advenimiento de la democracia.


Enfoques teóricos y metodológicos

En la vasta literatura producida por el Crear es dable encontrar una diversidad de enfoques teóricos y metodológicos. Desde la temprana etapa de estudiantes, marcada por una mirada de la realidad, en donde el modelo de la desintegración combina elementos funcionalistas y marxistas, hasta enfoques explícitamente funcionalistas, constituyen un común denominador.

Sin embargo, lo que más llama la atención es el énfasis que se le otorga a los temas que podríamos llamar de la cultura y de la religión. Y en algunos otros casos, si se observan otros fenómenos como, por ejemplo, la tecnología o el trabajo, serán desde una óptica cultural. Esto está señalando, de uno u otro modo, una óptica por reconocer la relativa autonomía de los fenómenos de la cultura, evitando así caer en un reduccionismo. Hay también, muy ligado a lo anterior, una preocupación por los temas de la historia, ya sea en su formulación clásica o en el intento por escribir historia más en claves de tipo narrativa, no épica ni militar, por cierto. En síntesis, más que adscripción a modelos teóricos en forma explícita, hay procesos de búsqueda. Pero, lo que define en muchos casos la orientación de lo que se escribe tiene que ver con una opción valórica, es decir, una toma de partida por lo que se conoció como “la visión de los vencidos”. A este respecto, un documento interno de Crear manifiesta:

 

1. Una relevancia práctica para los investigados. 2. Un análisis crítico en la interpretación del dato, estructuras y procesos definidos como subdesarrollo. 3. Una opción metodológica que se inscribe en tomar partido por la situación social de los grupos más marginados y dominados de nuestra sociedad (Región). La que se puede enmarcar en la opción de ‘los vencidos’ o de la visión ‘desde abajo’. Además, se debe contemplar fenomenológicamente, la importante relación dialéctica entre investigadores e investigados, de tal forma de hacer de ellos una unidad comprometida en sus aspiraciones. La validez de nuestros estudios debe responder a lo antes mencionado, es por ello que hemos definido nuestra motivación investigativa como ética-teórica, un ethos y no como paradigma, pues no hay una validez implícita en los postulados, sino que ella está dada por los ‘sujetos de estudio. Entendemos como matriz, a una ordenación de postulados en forma estructurada que orienta el quehacer investigativo y conductual en general. Esto significa concebir, tanto a nivel teórico como metodológico, unas ciencias sociales comprometidas, enfatizando con ello la imposibilidad tanto teórica como fáctica de unas ciencias sociales neutras o libres de valores (Ciren, 1990: 3).

Esta postura habría de tener, por supuesto, una implicancia en lo metodológico. Esto es así, ya que gran parte de las publicaciones de esta institución son de tipo cualitativo o interpretativo. Los “datos” con los cuales se trabaja, el mundo de la cultura ya lo dijimos, motiva más la hermenéutica que otro tipo de actitud. No obstante lo anterior, hay investigaciones con metodologías más clásicas. No hay que olvidar que, en la década de los 70, la sociología chilena, al igual que la de América Latina, está tensada entre la teoría de la dependencia y la sociología de la modernización. De esas opciones nos alimentamos. Con la instalación de la dictadura, la sociología de la modernización hegemonizó la agenda. En los 80, tanto en el exilio como en Chile, la discusión giró en torno a explicar la catástrofe del 11 de septiembre de 1973, y de paso a releer el marxismo, sobre todo a través de Antonio Gramsci.

Mujeres y la lucha por la democracia

En la década de los ochenta, el tema del género adquirió visibilidad en el marco de las luchas antidictatoriales. En la capital, surgieron varias ONG dedicadas a estos temas, a la defensa de las demandas específicas de las mujeres. Estas demandas en el Norte Grande cayeron en suelo fértil. En la historia de las luchas sociales de buena parte del siglo XX, varias mujeres lograron, a pesar de la invisibilización que padecían, alzar la voz. La más importante, la agitadora anarco-feminista Belén de Sárraga; en el ámbito local, Elena Caffarena, Teresa Flores; en la literatura, María Monvel lograba poner su voz de poeta en un mundo poblado de hombres. En los ochenta, en Iquique, la labor de Baldramina Flores, Rosa Tassara, Silvia Urtubia, Miriam Salinas, Laura Salinas, Gladys Oyanadel, Ximena Brain, Patricia Low, María Eugenia Alvarez, Elisa Mendoza, María Balcárcel, Leonor González Reinoso, entre tantas otras, fue vital en la lucha contra la dictadura. El Crear se hizo cargo de estos temas en la persona de la asistente social Lily Peñafiel, de gran compromiso social y político. Junto a otras realizaron varios encuentros, entre el que se destaca “Mujeres por la democracia”, efectuado el año 1989. En la publicación que sistematiza esa experiencia, una asistente se expresa de este modo:

Desde hace mucho tiempo que las mujeres deseamos tener un espacio propio, un lugar de encuentro permanente, una comunicación sincera sobre lo ocurrido durante estos años. Queremos reconocernos, identificar nuestras angustias, contarnos nuestras esperanzas. Este primer paso lo comenzamos a través de este encuentro, con un objetivo preciso llegar a constituir un grupo para ser protagonistas de nuestra propia historia.

La tarea no es fácil son muchos años de dominación, sobre todo hoy en una sociedad en que heredamos valores autoritarios, sin embargo, es nuestro deber impulsar, motivar, incrementar esta tarea (Crear, 1989).

Fue clave en este proceso la antropóloga María Inés Arratia, formada en Canadá, quien aportó tanto en el trabajo rural como en el urbano. Lo mismo que los estudiantes de la Universidad Austral de Valdivia, Maximiliano Pacheco y Patricio Arriaza, ambos antropólogos. Este último, autor de una excelente guía para el estudio de los aymaras de Chile (1991).


María Inés Arrieta con grupo de mujeres

El Jote Errante

Con la finalidad de encauzar nuestras publicaciones, el año 1987 formamos la Sociedad Periodística El Jote Errante. A través de esta editorial, hemos construido un catálogo de publicaciones que nos sitúa como una de las pocas editoriales en regiones con un ritmo de publicaciones sistemáticas. Hemos editado trabajos con claro sello regional, que van desde la historia, la antropología, la sociología, la literatura, entre otras áreas.

Además, se han reeditados libros difíciles de encontrar, como es el caso de la novela Tarapacá, editada el año 1903, y dos testimonios de la matanza del 21 de diciembre de 1907, Los mártires de Tarapacá de Vera y Riquelme, y 21 de diciembre de Leoncio Marín. Lo mismo con los trabajos de Fredy Taberna, además de la traducción de la novela de T. Plivier Revuelta en la pampa salitrera, traducida por Pedro Bravo Elizondo y Judith Berry-Bravo. Publicaciones sobre el mundo de La Tirana, del deporte, del indigenismo, de la música popular, la memoria, constituyen nuestra actuales preocupaciones. Varias de nuestras publicaciones están en formato de libro digital con descarga gratuita.Nuestro catálogo en: http://crear.cl/jote-errante/


En relación al Crear y al Jote Errante, Rosa Tassara del Castillo expresa:

El Crear fue, para mí, un espacio de libertad y luz en un momento oscuro de nuestra historia. Fue una manera de resguardar nuestra identidad regional, mediante investigaciones y publicaciones, especialmente a través de la editorial El Jote Errante, uno de los pocos espacios independientes en tiempos que la libertad de prensa era una utopía. Asistimos a tantas actividades que se realizaban en ese espacio, lo que nos permitía no solo cultivar amistades que atesoro hasta hoy, sino también sentir que manteníamos ideales comunes que nos daban esperanzas de un futuro de democracia y libertad.

En una de las últimas visitas al Crear, ya en tiempos de democracia, pude realmente constatar el enorme patrimonio cultural que existe allí y cómo es un referente obligado para el conocimiento de nuestra historia regional.

Recuerdo con admiración y afecto al grupo de sociólogos que se atrevieron en esta cruzada, Bernardo Guerrero, Juan Podestá, Juan Van Kessel, Francisco Pinto, Víctor Guerrero, Barry y otros (22 de agosto de 2018, correo electrónico).

La lucha por la democracia

Como se ha podido apreciar, el trabajo del Ciren/Crear nunca estuvo ausente de las luchas democráticas que vivía el país. Sus integrantes compartían un sentimiento antidictatorial, aunque había diferencias políticas entre sí. Había posiciones acordes con la Alianza Democrática y otros con el Movimiento Democrático Popular. Lo anterior, sin embargo, nunca obstaculizó nuestras labores. En su conjunto, apoyamos el trabajo por el No. Prestamos nuestras instalaciones, equipos, vehículos y personal para la formación de apoderados que fiscalizaran el proceso para asegurar la transparencia de ese acto del 5 de octubre de 1988. Francisco Pinto Madariaga jugó un rol crucial en ese proceso. Nos cuenta:

Ante tal situación se constituyó en un lugar de iglesia un sistema de computación, con unos discos blandos que existían en ese momento, varios televisores y radios. Llegó una persona directamente contratada por el obispado a capacitarnos para el funcionamiento del lenguaje CP, e introducir los datos en una matriz. Se trabajó sigilosamente, organizamos un grupo de no más de seis personas de confianza de la iglesia. Se llenaban unas planillas que se entregaban a Francisco Murillo y Yanet Gómez, y estas las traspasaba directamente a Santiago a través de un computador, entendiendo que los datos llegaban directamente a una mesa central, informando a los obispos. Así, en el día de la votación, el tiempo se hizo tenso. A la vez nos informábamos por radios bolivianas y del norte de lo que estaba ocurriendo en el país. Entendíamos que todo lo que se transmitía por los medios nacionales estaba manipulado. El tema fue en la noche cuando todo Chile sabía que había perdido la opción Sí, y se atrasaban lo cómputos. Una llamada telefónica de Santiago nos decía que debíamos irnos tranquilos. Todo había salido bien, y que pronto se reconocería el triunfo del No. Los cinco que estábamos nos abrazamos. Franklin (Luza), en su calidad de sacerdote, hizo una pequeña homilía; un silencio albergaba el lugar, ya era de noche. En una citroneta, que tenía Murillo, nos fue a dejar a cada uno. La noche estaba silenciosa. Ambos vivíamos en Playa Brava (Entrevista a Francisco Pinto).