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Todo es resuelto, los papeles son enviados, firmados y remitidos, la mitad de sus cenizas enterradas junto a la tumba de Julie, sin ninguna ceremonia ni invitados porque ella no veía la más mínima razón para un servicio simple, siquiera, en el cementerio, ya que la vecina amiga ni siquiera sabía si alguien más asistiría, o cómo haría ella misma para llegar hasta ahí en caso de que fuera la única, y con lo que quedaba de parientes en la región –Margo recordaba haberle escuchado decir– él había perdido todo contacto y nunca les cayó especialmente bien para empezar, o al menos no desde que se había convertido en un chico bastante tranquilo y tímido, y habría sido hipócrita pedirles que asistieran a una ceremonia si ella misma no iba a estar allí, la otra mitad de sus cenizas enviada a ella en una lata y enterrada entre dos lugares vacíos en la parcela de la familia de su marido en el cementerio, después de un breve servicio tan solo con sus hijos y esposo y con los padres de él y el enterrador de allá, en el que fue su esposo quien ofició, y dijo: “Fue una buena persona, de acuerdo con todo lo que oí sobre él y las pocas horas que pasé en su compañía una vez en un restaurante y las muchas charlas telefónicas que tuvimos, no obstante sucintas como fueron la mayoría de ellas... honesto y trabajador y devoto de sus hijas, la que le sobrevive, Margo, la fallecida Julie, seguramente ningún hombre habría podido amar más a sus hijos, y que tal vez por causa de ese amor... pero lo que en cualquier caso se convirtió en una gran desgracia, una perturbadora calamidad, si acaso no una tragedia realmente, a la que tal vez ninguna palabra pueda hacer justicia, o describir siquiera así que para qué intentarlo...” –“Bien dicho”, dice su padre– “como que metió la pata hasta el fondo, para ser coloquial pero directo, pero se recuperó de, seamos sinceros en esto y no ocultemos nada en un lugar donde nada debería ser inauténtico, la cárcel... pagó su deuda con la sociedad, como diría el Estado, y tal vez pagó esa deuda inmerecidamente pero no nos corresponde a nosotros, en nuestro insignificante poder y demás, decirlo, para vivir una vida respetable y significativa, por lo que sabemos de ella, y debería ser perdonado...” –“Amén”, dice su padre– “es perdonado, estoy seguro, desde nuestro punto de vista, y si existe un ser superior, como mis padres y tal vez mis hijos creen que lo hay, ¿y quién puede saber?, entonces imploramos que sea perdonado también por Él... eso es todo lo que puedo decir ahora, y creo que es suficiente, gracias a todos por venir, y no quiero acaparar, aunque quiero que sepan que fue la única sobreviviente del difunto quien me solicitó que condujera esta ceremonia, así que si alguien más quiere decir algo acerca de Nathan Frey, por favor siéntase libre de hacerlo”, y todos sacuden las cabezas, sus hijos se miran unos a otros con una expresión de “No se referirá a nosotros, ¿verdad?”, y su padre dice: “¿Qué podríamos decir que añada algo a tus palabras, Glendon?... fue un panegírico delicado y al grano, y lo resumió maravillosamente, y dicho de memoria o improvisado, nada menos”, “Improvisado”, dice Glen, “pensé que simplemente todo me vendría, y que esa era la manera en que debería ser”, “Bien, buen trabajo, hijo”, la vecina amiga dice que está demasiado débil para hacer ningún esfuerzo (“Tu papá probablemente nunca me mencionó, a mí ni a mi condición y mi edad, pero soy una vieja vaca encogida y enferma, por quien se preocupaba un poco cada vez que podía, yendo a buscarme provisiones y medicamentos, y acompañándome a diferentes doctores y esas cosas”), así que una prima segunda de Margo que vive en un suburbio no tan lejos del edificio de su padre, a cambio de cierto precio, acepta rebuscar en su habitación y enviarle lo que vaya a querer de allí, “Hay una mecedora”, dice la prima por teléfono, “muy vieja y en buen estado, ¿la quieres?... se ve prácticamente como una antigüedad”, “Debe haberla encontrado en la calle; sé que no es ninguna herencia, la suya no era esa clase de familia, y todo lo del matrimonio que tenía algún valor se lo quedó mi mamá, así que no, quédatela o dónala”, “Hay una fantástica cafetera exprés, parece realmente cara y con uno de esos cañitos para la leche al vapor, podría meterla en una caja y enviártela vía UPS”, “Ya tenemos una y me sorprende que él la tuviera... tal vez se la hayan dado en alguno de los restaurantes en los que trabajó, donde por algún tiempo la hayan usado... pero eso no suena muy a mi papá durante los últimos veinte años: café au lait, espresso, espiral de limón en cucharita demitasse, no lo creo; quédatela si es tan linda, pero sin ningún descuento sobre lo que arreglamos, ya me entiendes”, “Una pila de cartas a tu madre y otra pila para ti... copias por lo que pude ver de un par de ellas; ¿las quieres, junto con las que hay en una tercera pila que tiene las que tú le mandaste?”, “No veo para qué, porque las cartas a mi madre me resultarían incómodamente amorosas, o injuriosas si algunas de ellas no son sencillamente deletéreas, y de las que son para mí, probablemente yo tengo los originales todavía en alguna parte, metidos en algún libro que estuviese leyendo en ese momento, una costumbre mía... tan a menudo cuando abro un libro que ya he leído cae una carta, pero no puedo decir que las relea”, “Las cartas para ti parecen remontarse a cuando estaba en prisión y tú eras una niña”, “Eso es demasiado pasado para mí, cuya mayor parte, si no la he recordado o si denodadamente he tratado de no hacerlo, quiero seguir olvidándola, así que gracias pero no”, “Fotos de él, supongo, y de unos que deben de ser sus padres por la manera en que le sonríen y lo abrazan tan efusivamente, y una de él, porque la cara es la misma que en las otras, o de alguien que se le parece mucho, sobre un burro o caballo enano que me parece que los fotógrafos comerciales solían llevar por las calles para sacarles fotos a los niños, montados encima... ¿de qué otro modo pudo llegar el animal ahí?, porque está tomada frente a un edificio de departamentos y con autos viejos alrededor, pero que probablemente entonces eran nuevos”, “Seguro, inclúyelas, todas las fotos, porque sería un error tirarlas o dárselas a algún negocio de cachivaches para que la gente se ría al mirarlas, y a mis propios hijos les van a encantar, por el parecido con él si es que lo hay, a esa edad, y tal vez con el papá de él y el papá de su papá, y también por la significación y el interés cultural... cómo vivía la gente de la ciudad por ese entonces, aquellos fotógrafos sin tienda y los músicos callejeros de los que solía contarme, cuando él era chico, bandas de percusión completas que iban de calle en calle y carros tirados por caballos con el hielo para las congeladoras, y frutas y verduras y creo que hasta leche, aunque lo último debe haber sido cuando su padre era niño”, “Montones de monedas de antes del 54... un gran frasco entero, un par de peniques son de plata y algunas de las otras monedas se remontan a las décadas del diez y del veinte, solo dando una mirada rápida, así que hasta podría haber algunas mejores, y me parece que vi un penique con una cabeza de indio, antes de que se perdiera entre las otras monedas, y sé que había una de veinticinco con una mujer alada, la vi por un segundo”, “Sí, envíalas todas... una vez hace muchos años dijo que desde que se pasaba el día con monedas, en el restaurante, había iniciado una colección para ayudar a pagar mis estudios, así que si son de algún valor las usaré para mis propios hijos... asegura esa caja por algunos cientos, por favor”, “Han llegado varias facturas... teléfono, servicios públicos, un limpiador de ventanas y justo hoy una carta de Honolulu”, “Envíalas y yo me ocuparé de ellas, pero lo del limpiador de ventanas es un chiste... que llamara a uno con la vista que me dijo que tenía... tan solo más edificios como el suyo, ¿y qué había, dos ventanas?”, “Tres, más la chiquita del baño pero es ahumada”, “La carta, quién sabe qué significa... tal vez un cliente que estaba de paso y una vez que llegó allá se sintió solo... si le escribo que mi padre murió tal vez no sabría de quién le estoy hablando... reenvíala al remitente diciendo ‘destinatario fallecido’... ¿algún libro?, no, ya tengo todos los que querría leer, o las librerías y las bibliotecas los tienen, a menos que uno o dos parezcan extremadamente antiguos... de hecho, ¿sería demasiado pedirte que pongas los libros hacia abajo, uno por uno, y pases las páginas rápidamente y los sacudas en esa posición?... te pagaré algo extra si hay más que apenas unos pocos... porque para mí que debe haber guardado en ellos algunos tesoros y recuerdos”, “Una corbata de seda con el aspecto de ser muy cara, dice cien por ciento, y sin uso porque sigue en su caja, envuelta en papel tisú, y de una de las tiendas más finas de aquí, y del resto de su ropa lo único que todavía se ve en buen estado es un cinturón de cuero casi nuevo, talle 34”, “Ese es el talle de mi esposo, pero dudo que quiera usar el cinturón de mi papá... en cuanto a la corbata, puesto que la que usaba la última vez que lo vi estaba manchada y vieja, se la debe haber regalado algún amigo después de eso... ¿una dama tal vez? No lo creo, parecía haberse vuelto algo así como casto, siempre en su casa como una suerte de recluso ascético, así que tal vez de su patrón como regalo de Navidad, o de alguno de sus clientes permanentes que no dejan nada durante el año pero en cambio obsequian algo así de espléndido como presente anual, aunque era una cafetería barata por la manera en que la describía, así que tampoco creo que sea eso... o tal vez la compró para la siguiente vez que lo viéramos, eso tendría sentido porque puedo verlo derrochando por nosotros, pero no me imagino a mi esposo Glen ni a ninguno de mis hijos yendo por ahí metido en algo de él... a los chicos les parecería tétrico, las ropas de un muerto... así que haz lo que quieras con la corbata, decora un árbol con ella ya que hablamos de Navidad, solo estaba bromeando... ups, ahí tienes, el ‘solo estaba bromeando’ que era tan de él, así que es curioso, por qué se me habrá pegado y cómo vino a salir ahora por primera vez”, “Un directorio telefónico con no demasiados nombres”, “No, la vida pasada... ¿y qué podrían significar esos nombres para mí, si es que no los tengo ya?, así que a desecharlo, pero sobre sus fotos, nunca lo dijiste, pero... ¿había alguna de Julie o mía?... de chiquitas, ella tenía flequillo desde que era bebé y era extraordinariamente bonita, como una niña modelo, y yo siempre tenía el pelo largo peinado hacia atrás, en una cola de caballo o una trenza y era la más alta pero también la más sencillita de las dos, mi pelo marrón contra su rubio claro y mis lentes desde los tres años contra su rostro sin ellos”, “Muchas, y las dos eran adorables, pero di por descontado que las querías de modo que iba a incluirlas, dijeras que lo hiciera o no”, “Mi madre, otra belleza, ¿alguna de ella o de los dos como pareja, y con nosotras, en dúo o solas?”, “Unas pocas, en todas las posibles combinaciones familiares”, “Solo por curiosidad, pero... ¿a quién dirías que Julie y yo nos parecíamos en esa época?”, “No lo puedo decir con certeza, como mucho hay partes de ustedes en los dos, y también se parecían entre ustedes, a pesar de los lentes y el pelo”, “Hay una de mis padres juntos que recuerdo especialmente, de hecho la sacaba del cajón de las fotos en su vestidor y la observaba con detenimiento cuando todavía éramos cuatro, probablemente porque en ella se veían tan felices, que era lo que yo quería, porque en realidad, así como tenían una buena relación, aparentemente sólida, solían discutir mucho y a menudo yo tenía miedo de que rompieran... pero el brazo de él alrededor de su hombro y los dos inclinados hacia adelante, chasqueando los dedos al compás de algún tema de música popular, al parecer, algo como una rumba pero eso tuvo su apogeo antes de su época, y parados al lado del auto nuevo que acababan de comprar, frente a una cabaña de verano que estaban alquilando”, “No, no está entre las que encontré, y me parece que ya revisé todo, no es que tu padre tuviera gran cosa”, “Él llevaba unas bermudas de senderismo, una camiseta de polo a rayas y sandalias, y se veía esbelto y fuerte como un levantador de pesas, y con el pelo alborotado y un bronceado saludable, ella antes de tenerme a mí, con un bikini escueto, una figura realmente preciosa, largas piernas suaves, vientre de adolescente, cintura minúscula y un gran busto perfecto, su pelo cayendo por todos lados, y descalza, los dos con esas sonrisas como si estuvieran pasando o acabaran de pasar –tal vez incluso estaban recién levantados, o caídos de la cama, esa clase de diversión– el mejor momento de sus vidas”, “Solo hay tres fotos de ellos dos solos, a menos que esa de la que estás hablando esté pegada detrás de alguna otra, y no es una de ellas”, “Mi madre dice que ella tampoco la tiene, ¿y por qué la tendría?, a menos que quisiera pruebas del cuerpazo que tuvo alguna vez, ¿pero por qué las querría?, y que incluso sigue teniendo ahora, a su edad, un poquito arrugada en las piernas y esas cosas pero todavía está bastante bien, así que me pregunto qué pasó con esa... tal vez en un ataque de rabia después de que ella lo dejó... bueno, él estaba en prisión en ese entonces, pero podría haberla llevado consigo, ella se veía tan bien... la rompió, o tal vez podría estar en su billetera, cortada al tamaño de la billetera, o tal vez la miraba y la toqueteó tanto que se gastó”, “Tampoco está en la parte de las fotos en su billetera, que te estoy mandando entera tal como está, dicho sea de paso, quiero decir incluso los papelitos sueltos y las entradas de cine y teatro guardadas allí, a menos que esa foto, otra vez, esté pegada a la parte de atrás de otra imagen en una de las fundas para fotos, pero... ¿por qué no...? si no te molesta que pregunte... en fin, no, probablemente yo misma puedo responder”, “¿Qué?”, “El hecho de que no volvieras a mirar esa foto del cajón del vestidor desde que la familia quedó incompleta, si he entendido bien, se debió a la muerte de tu hermana, ¿no?, y tú no querías ver...”, “Es verdad, supongo... por lo que quiera que atraviese un niño a esa edad al morir la persona más cercana a ti –a mí–, por lo mismo debió pasar mi padre de otra manera supongo... y también la manera en que ella murió –bang, bang– quiero decir, dormimos en camas una al lado de la otra desde que ella dejó la cuna y a veces en las vacaciones en la misma cama, y festejábamos nuestros cumpleaños juntas aunque cumplíamos años con un mes de diferencia... Dios mío, solíamos jugar juntas ocho horas al día sin parar, algunos días, dibujando y recortando cincuenta figuras de papel o más, y haciéndolas actuar con distintas voces hasta quedar afónicas, creando shows completos de muñecas desde cero, quiero decir, no solo haciendo los personajes de papel maché, sino también el decorado y el escenario y pensando toda la obra... yo no podía... ¿qué estaba por decir, cinco?, tal vez ni siquiera te lo estaba por decir a ti, pero ella murió a los seis... pero yo no podía... seis años, por supuesto... apenas podía soportar dormir en nuestro viejo dormitorio, pero era el único que teníamos... de hecho tuvieron que llevarse no solamente su cama sino también la mía, porque eran gemelas y pusieron una nueva para mí... mi papá ni siquiera era consciente de eso, estaba tan metido en su propio mundo buscando a los vengadores... no, el vengador era él, ellos eran... oh, bueno, eran esto y aquello, ¿de qué puede servir eso?, escorias, ratas... pero yo ni siquiera podía, lo que te estaba por decir, mirar la foto de ella enmarcada que mi madre tenía junto a su cama... Julie, en una playa en traje de baño, con el flequillo volando al viento sobre su cabeza, sonrisa alegre, los dedos entrelazados por debajo de su mentón, los ojos, olvidé mencionarlo, bien negros contra los míos verdes... ‘Antes ponla del revés’, solía decirle y a menudo gritarle a mi madre, si ella me llamaba a su habitación por algo o me mandaba a buscar su collar en el vestidor, digamos, y años más tarde, mucho después de que ella volvió a casarse y tuvo otra hija y yo no solamente tenía otra casa y otra zona horaria en las que vivir, sino también una cama nueva, y seguía haciendo eso, ella de repente dijo: ‘¿Qué tienes, estás loca?... es solo una foto, una foto hermosa, está ahí para nuestro placer, tu queridísima hermana, mi dulce tesoro, supéralo ya, al menos ese aspecto’, y juro que puso la foto contra, o solamente delante de mi cara... debe haber sido delante o tal vez incluso a treinta o cincuenta centímetros, pero encarándome cara a cara, y después de eso pude mirarla incluso menos, y tal vez ni siquiera ahora podría mirar esa en particular... pero sus provisiones de cocina, utensilios, sabes, porque trabajó en restaurantes y puede haber tenido algunos muy robustos, profesionales, ¿algo de eso?”, “Eh, ¿qué vendría a ser?”, “Cuchillos de trinchar, cucharones, tablas de picar, grandes sartenes y ollas, cosas de cocina, ¿algo de eso, ahí, en su casa?”, “Un par de cuchillos de untar y tenedores y cucharas, una de sopa y una de té, y una espátula de plástico, cuchillo para el pan, tamiz... ese ¿cómo se llama?”, “¿Colador, escurridor?”, “... con un agujero involuntario así que no muy útil, y poco más... palo de amasar, quién sabe para qué, porque no hay fuentes de horno ni budineras”, “Tal vez para espantar a los asaltantes”, “Creo que para eso tenía un bate, escondido debajo de su cama... oh, aquí hay un cuchillo de pelar, lo veo, y un pisapapas, y realmente eso es todo, abrelatas, destapador, sacacorchos, trastos sin valor realmente, no vale la pena gastar en envío, por barato que sea UPS, y lo mismo con la vajilla, servicio para dos o uno, y un par de jarras de cerveza supongo que para todo, desde cerveza hasta café pasando por agua y té, ya que no hay, si puedes creerme, pocillos ni tazones de café”, “Tal vez el cuchillo de trinchar, bien envuelto para que no corte el embalaje... tengo el presentimiento de que es bueno”, “¿Quién dijo algo de un cuchillo de trinchar?... de pelar, de untar, para pan, más el portátil con pincitas y escarbadientes de su llavero”, “¿Afiches, pinturas, fotos artísticas en la pared o en alguna parte?”, “Solo cosas de revistas, quiero decir cosas que provienen de revistas, y posiblemente catálogos de arte, reproducciones de pinturas o cosas a lápiz y tinta de algún museo o exposición, según parece, pero de colores brillantes en buen papel, así que se ven bastante reales, no menos de cincuenta de esas, pegadas o clavadas en las paredes por todo el lugar”, “¿Pero estás segura de que ninguna es real?”, “Picasso, Chagall, Matisse, Orozco, Tintoretto, Signorelli, Queso Parmesano o algún nombre italiano por el estilo, como ese del angelito y su amiguita... la mayoría de los pintores hasta yo los reconozco... tu padre tenía toda una colección, deben valer varios millones”, “Gracias entonces, Jane, me parece que ya abarcamos todo... envía lo que acordamos por UPS y cualquier cosita de último momento que te parezca que hay que agregar, y también una nota diciendo cuántas horas te llevó, pero me ahorraste un montón de gastos y de trabajo, además de sacarme un gran peso de la mente”, “¿A qué te refieres?”, “Simplemente saber que nada que valiera algo, emocional o monetariamente o lo que fuera, fue a parar a la basura o donado o dejado para que el propietario anduviera hurgando”, “Oh”.

 

Durante semanas sueña casi noche por medio cosas relacionadas con su padre... en uno de los sueños él dice: “Sálvame, me estoy ahogando en la mugre”, en otro la saluda con un apretón de manos formal, cuando ella le tendía los brazos para abrazarlo y besarlo, le pide que ahueque las manos, ella lo hace y él con una cuchara le vierte una pirámide de tierra en cada palma, y dice: “¿Una vez más?”, en otro recibe un telegrama que dice así: “Mi queridísima hija, estoy completamente en pedazos y descerebrado sin motivo, ¿hay alguna rima por no decir una estación por la cual tú no estés también desconsolada?, mis más profundos respetos a esas autoridades allá arriba que podrían ser capaces de hacer algo para enderezar esto, tu papote que te quiere, Nat”, en otra él es un chico de unos siete años sentado sobre su falda y se supone que ella es su madre, piensa en el sueño: “¿Pero cómo es posible?, ya que él es eso y yo soy suya”, cuando él dice: “Mamá gramática, divididos somos rengos, juntos contaminamos, ¿conoces ese estacazo histérico?... ¿quién lo dijo segundo?, ah, nunca pude enseñarte nada”, y se sumerge en un hoyo en el sofá y desaparece, en otro aparece en la distancia montado a caballo, grita: “Arre, mi Margo, arre”, y se acerca al galope revoleando una espada sobre su propia cabeza, se detiene bajo la ventana del dormitorio de ella sin dejar de gritar arre arre, su marido se revuelve en la cama en el sueño y dice mientras duerme: “Largo, atención a la roña, preciso lombrices, dales las cruces, tamiza lesiones”, ella dice: “Glendon, despierta, arriba, tenemos que empezar a hacer algún sentido”, y a su padre desde la cama: “Papi, escóndete, ahora, agáchate”, y su padre dice desde abajo, todavía sentado sobre el caballo pero con la espada envainada: “Queridísima Julie, quiero decir queridísima Margo, estoy tan solitario, separado, tírame una cuerda, quiero trepar y reunirme contigo”, la misma noche en otro sueño él está de pie hablando con ella cordialmente, parece una inauguración de arte en una galería, y luego un cóctel en la casa de ella, él parece ser un amigo de una pareja a la que ella invitó, y hace tintinear su copa con la suya y dice: “Así que... ¿cómo es el clima por allá?”, “¿Así de alta soy para ti?”, “Hablo del clima real, señorita: neblinas, tornados, tormentas eléctricas”, “Discúlpeme, pero... ¿quién lo trajo, los Kahn, los Kane?”, “Yo sigo refiriéndome al clima, damita, al clima”, “¿El clima?, ¿dónde?, los dos estamos en el mismo lugar y somos consanguíneos, padre, aquí adentro”, “Ardua, terrestre, cementalmente, es tan oscuro como una persona puede ver, aunque te amo hasta decir basta, bastamente, quiero decir, bestialmente”, y de pronto se convierte en una rata, del mismo color y tamaño que las ratas pero con la cara de su padre, y salta sobre su pecho y comienza a rasguñarle los ojos y ella se lo sacude de encima y corre fuera de la casa, y su marido en pijama –cuando en su sueño ella piensa: “Qué curioso, siempre duerme desnudo”– grita desde la ventana del dormitorio: “Regresa, está trepando por la parra, te dije que deberíamos cortarla, ahora va a entrar por la ventana, no me dejes ser una mota solitaria con él, todavía tiene todos sus dientes y la rata puede morder”, en otro su padre es un mosquito que zumba alrededor de su cabeza y ella dice: “Apártate, apártate ya... de acuerdo, no digas que no te lo advertí, porque puedo ser asesinamente alérgica a los bichos, y tener ataques como jamás has visto”, y trata de aplastarlo entre las manos pero no deja de fallar, luego no lo ve ni lo oye, y cuando está mirando alrededor y tratando de escuchar su vuelo, aterriza en su brazo, ella lo mira enterrar su probóscide, “Espera hasta que extraiga sangre”, piensa, “aun cuando haya un poco de dolor valdrá la pena”, cuenta hasta seis, susurra: “Tiempo”, y da un golpe seco, y levanta la mano para ver lo que piensa que será su cadáver aplastado, sanguinolento incluso si es un macho, pero no hay nada y ella aúlla: “Malditos pozos de aire, malditos si están ahí, malditos si no están, pero aun así podría haberle arrebatado una punta si acaso no aplastarlo, y está muerto o agoniza en el suelo y todo lo que tengo que hacer es pararme sobre él”, cuando empieza a zumbar alrededor de su cabeza y ella dice: “Puedo aguantarlo, no me molestas así que no vayas a creer que lo haces, puedo aguantar mucho más que eso de modo que vas a tener que dar tu mordida de serpiente y luego largarte a zumbar por tu cuenta, porque no voy a desperdiciar otro gesto de mi mano en ti”, en otro ella está durmiendo sola y él abre la puerta del dormitorio, empujándola con su cabeza, y se arrastra por la habitación hasta ella y le dice al oído: “Te extraño, extraño a tu hermanita de la manera más persistente por no hablar de ti, lo que se seca no es un grito, lo que se desdeña no es sueño, puedo inventármelos mucho después de que estés lo bastante harta de ellos y de mí, frita, seca, comprendes, así que produce más significado a partir de mí, mi dulce, suéltame, déjame ya, Margo”, y ella dice en su sueño medio dormida: “Pero eres tú, maldita sea, tú, yo hice todo lo mejor que pude, lloré, me sequé, así que ya, no volé, pero eso ya fue y se acabó así que ahora déjame dormir”, y se le cierran los ojos y en sus sueños sueña con mariposas y abejas que revolotean, y un jardín de flores con un ciervo que se come las arvejas dulces, y unos cien más atrás un viejo granero, con varios agujeros grandes en el techo y sin puertas, y una calesa en el cubículo de una vaca que se ve a través de la abertura, y nada más alrededor salvo pastura con la hierba alta que el viento agita, y ella piensa: “Apacible, me gusta, incluso las arvejas, por Dios, hasta el cielo azul con nubes mullidas, y por todos los cielos nada de él”, en otro, junto a una Julie crecida entran en una cabaña de campo que ella y su familia alquilan durante dos semanas todos los veranos, se pregunta dónde está el mobiliario destartalado que prácticamente hace al lugar, además de la estufa a leña faltante y los cuadros, hechos con postales de obras de arte que ella enchinchó en los marcos de las puertas y que hasta ahora el propietario no sacó, oye golpetear debajo del suelo y dice: “¿Qué es eso?”, “¿Qué pasa?”, dice Julie, “no oigo ni veo nada”, “Ese tap-tap, tap-tap, incluso se oye más fuerte ahora, y podría ser un código de alguna clase, morse, perdido, desde abajo de las tablas del suelo”, y Julie dice: “Estás viendo cosas otra vez, cariño, porque ¿cuál suelo, quién entabla?”, y ella dice: “Y perdóneme, mi más cercana señorita, pero o bien ha perdido usted todos sus poderes sensoriales o no sé qué, poderes inferiores, infrapoderes”, y dice, hablando al piso: “Dile con golpecitos o palabras si hay alguien ahí abajo, porque no quiero parecer dura de sentimientos”, y él dice: “¡Sí!, soy yo, papi, el de las dos aunque ustedes están tan alejadas, escondido de ustedes mientras me escondo de uno de los Ejes, y si me encuentran, particularmente los nazis, seré arrojado a una caída infinita como todos los de mi clase, primero me dispararán, apuñalarán o gasearán, o me darán de comer a los perros, o dos de esas cosas o tres”, “Tal vez Julie pueda ayudarlo, señor, pero tengo que informarle que no soy esa clase de hija, y no veo cómo podría serlo alguna vez, de hecho ahora que sé que usted está ahí, y que lo buscan, si no digo nada estaré arriesgando las vidas de todos nosotros por la suya... incluso la mía, déjeme decírselo, lo cual tengo que admitir que es para mí de mucha menos importancia, ya que en el fondo siento que ser la última de mi línea y de la clase es lo único que hay”, “Por favor, ya basta de franquezas y panoplias filosóficas, abre con una palanca las putas tablas, ayúdame a salir y a escapar, que estoy podridamente débil para hacerlo, y llévame a la concha de mi madre donde no hay cosas como axiomas y nazis, entonces seré libre y nunca más tendré que solicitarte nada para mí”, “No es posible”, y Julie dice: “¿A quién le estás hablando, mi amor, a mí?”, y ella dice: “Sip, tup, nop, yop, tal vez, poco claro, encima, abajo”, en otro levanta un balde de un pozo y él está apretado dentro de él, el mentón clavado en sus rodillas, raspándose los nudillos y aparentemente dormido, las junturas del balde estiradas y abollándose, en otro él le dice en un páramo sin casas ni otra gente alrededor: “El tiempo ha estado tan inclemente aquí afuera, no puedo ver estrellas fugaces este año, quedan unos pocos días antes de que el apogeo de la lluvia se acabe, ojalá pudiera volver adonde empecé para verlo mejor, ¿podrías comprarme un boleto?”.

 

A la mañana siguiente le dice a Glen: “De vuelta, otro de esos mortales sueños con papá, ¿qué pasa con ellos?, anoche quizás hayan sido dos, o tres... sabes, ya no lo puedo soportar, quiero decir, probablemente sea capaz de aguantarlo mientras no pierda con eso un montón de horas de sueño, pero no quiero aguantarlo más, el muy podrido no va a dejarme en paz, y creo que sé lo que significa todo esto, no ‘podrido’, eso es solo algo que había en mi último sueño, o en uno que recuerdo como último, el muy podridamente malhablado, pero ya sabes a lo que me refiero, y no es, lo juro –¿qué te parece eso?, ‘jurar’, ‘maldecir’–, pero no es que yo crea en espíritus o nada por el estilo, y sé perfectamente que los cementarianos o como se llamen –eso es de otro sueño que tuve con tumbas, la palabra inventada quiero decir, si es que es inventada– no meten gran cosa de las cenizas de la persona cremada en esas latas de sopa, tal vez una décima parte de eso dijo alguna vez alguien que estaba al tanto, así que en mi caso tal vez un quinto para dos latas, pero casi puedo sentir que sus cenizas me hablan, a su manera, o es su espíritu el que está hablando por sus cenizas, o no es ninguna de las dos cosas, que probablemente sea el caso, porque esa clase de cosas no pueden ser, ¿o pueden?, y es únicamente mi cabeza que me parece que no se va a poner más o menos normal tal vez durante meses, a menos que tome sus cenizas y polvo y fragmentos de huesos y globos oculares, por el amor de Dios, y lo que sea, y lo vuelva a poner todo junto, dos latas, no estoy planeando mezclarlas y ponerlas en una sola, eso sería demasiado complicado e inmundo y probablemente hediondo, y no es algo que le pediría a alguien que haga por mí, y yo por cierto no lo haré, pero una arriba de la otra o al lado de la otra, pero al menos tan cerca como dos latas pueden estar enterradas en un mismo sitio”, y él dice: “Entonces tienes que hacer algo al respecto, ¿qué más puedo decirte?”, y ella dice: “Un buen consejo para viajar en avión, y lo que estaba pensando: ¿crees que puedes hacerte cargo de los chicos, durante como mucho dos días?”, y llama al trabajo y dice que no va a estar ni hoy ni posiblemente al día siguiente, y conduce hasta el cementerio, en la oficina pregunta si podría cavar ella misma para sacar la lata, ella sabe exactamente dónde está y además trajo una pala de jardinero, y la persona a cargo dice que van a meterse en toda clase de problemas con el sindicato de los enterradores si la dejan hacer algo con la pala, salvo remover la tierra alrededor de los ligustros o sacar algunas malezas, y ella dice: “Bien, entonces lo hará un enterrador profesional, no me importa cuánto cueste si se hace dentro de la próxima hora, aunque espero que sea usted justo, no es un ataúd lo que le estoy pidiendo que desentierre, sino una pequeña lata que está como mucho, o lo estaba cuando la pusimos ahí, a medio metro bajo tierra”, un enterrador es relevado de otra tarea y la lata desenterrada y ella se la lleva a casa en la caja de zapatos con la que vino, la envuelve en varias capas de papel de aluminio y bolsas de plástico, llama al cementerio de su padre y les dice el motivo por el que irá, y ellos le dicen que no hay problema aunque desde luego tendrá que haber algún costo, llama a su agente de viajes, arregla con una amiga para que esté en su casa cuando los chicos lleguen, y llama a Glen para decirle que se está yendo, “Estuve pensando”, dice él y ella dice: “Ya tomé mi decisión así que no trates de cambiarla”, “No es eso, ¿pero no puede esperar hasta el fin de semana, cuando estaré más libre para ocuparme de los chicos, y el hecho de que te vayas no sea un shock tan grande para ellos, y tú también puedas tener más tiempo para pensarlo, pues hasta donde sabemos tus malos sueños podrían acabarse esta misma noche”, “Ya hice todos los arreglos, y no es que esa clase de cosas no puedan cambiarse, pero no quiero conservar la lata dando vueltas por la casa durante tanto tiempo, no sería justo para los chicos ni bueno para mí, y tampoco me veo llevándola otra vez al cementerio y pidiéndoles que la vuelvan a enterrar, así que simplemente quiero que la cosa quede definitivamente hecha, y si todo sale bien estaré en casa mañana a media tarde”, conduce hasta el aeropuerto, toma un avión para el este con la lata envuelta en su equipaje de mano, se queda en un hotel cerca del aeropuerto, la lata en la bañera, detrás de la cortina de la ducha mientras ella duerme, se levanta temprano y no recuerda haber tenido ningún sueño sobre su padre o sobre Julie, o con tumbas o agujeros o nada que aluda a ellos, desayuna y toma un taxi hasta el cementerio y le dice a uno de los propietarios que ella no sabe dónde está enterrada la otra lata, excepto que debe ser alrededor de la tumba de su hermana, de manera que si no tienen ningún registro de la ubicación exacta, lo cual no quiere decir que la lata no haya podido desplazarse bajo tierra, probablemente tengan que ir por un enterrador para que la busque, algo, dijo ella, que probablemente habrían hecho de todas maneras, dado el posible conflicto laboral con el sindicato de los enterradores, y mientras dos hombres escarban con pértigas alrededor de la tumba de Julie, ella piensa en su hermana y cierra los ojos y dice en voz baja: “Sabes, yo no rezo, quiero decir, nunca, déjame decirte, tal vez desde que era una niña y le tenía miedo a Dios, y pensaba que él iba a matarme si yo no rezaba, así que me sentía forzada a hacerlo, pero ahora lo estoy haciendo por ti, mi querida hermanita, así que si estás cerca y me oyes, por favor sabe que te quiero y que siempre te he querido, más de lo que puedo decir o expresar de la manera que sea, y que siento que recibiste el trato más cruel que alguien pueda recibir en este mundo, y solamente espero que nunca haya dolido, y que las cosas, ahí donde te encuentres ahora, sean buenas para ti, y lamento no haber venido a verte desde hace no sé cuántos años, cuando todavía era una adolescente, creo, la última vez, pero vivo muy lejos y no es fácil, pero esa no es excusa por todos estos años, y también te extraño, quiero decir que te extraño bastante a la manera en que papi solía decir que te extrañaba, lo dijo en palabras y cartas que me envió, y también en mis sueños desde que se murió, cuánto me extrañaba pero especialmente a ti, y mami tú debes saber cuánto te ama, porque sé lo seguido que te visita, aun cuando vive a varios cientos de kilómetros, y por supuesto ya sabes lo que estoy haciendo hoy, y si no lo sabes, es que ahora todos sus restos, o lo que queda de ellos, y espero que su espíritu también si es que existe, van a estar junto a ti, y además pienso tanto en lo que habría podido ser para mí si hubieses vivido, eso lo he estado pensando desde poco después de que te mataron, y desde entonces nunca he dejado de pensarlo realmente, lo que habría sido para las dos, realmente, las dos, así que, con eso basta, podría haber más pero no creo que pueda seguir con esto, espero que lo hayas oído si estás aquí, o que la esencia del mensaje haya llegado hasta ti o que simplemente te haya llegado, o que en algún momento lo haga de alguna manera, la esencia o la totalidad”, gime, alguien le palmea el hombro pero ella no ve quién es, rompe a llorar, se aleja caminando para estar sola, lamenta no haber traído flores para Julie y su padre y sus abuelos a los que nunca conoció, piensa que vio un puesto de flores como a ochocientos metros por la calle que sale del cementerio, pero es demasiado tarde para eso y recoge algunas flores de las que rodean otras sepulturas que no se ven desde la tumba de Julie, hay montones de ellas alrededor de este lugar y parecen flores de crecimiento rápido, y abundantes y saludables, así que no cree que los dueños de la tumba se molesten, vuelve a la parcela de su familia, “La encontramos”, dice uno de los enterradores, mientras ella está arreglando algunas de las flores en la tumba de su abuela, y él sostiene una lata oxidada, del mismo tamaño y clase de la que lleva en su bolso de mano, y ella dice: “¿Le parece que estará bien si yo hago los honores?... es para lo que vine”, “Está en su derecho, supongo, yo no tengo objeción, y el hoyo no es tan ancho o profundo como para que se caiga adentro”, ella le pide que ensanche un poquito el agujero, desenvuelve su lata, intercambia las latas detrás de su espalda hasta que no sabe cuál es cuál, no las mira hasta que solo ve las partes de arriba en la tierra, las entierra lado a lado, tocándose entre sí, empuja la tierra encima de ellas hasta que el hoyo está lleno, apisona la tierra alrededor de él, hasta que queda chata, y dice: “Muy bien, papá, ahora descansa en paz”, y regresa a la oficina del cementerio y le pide a la recepcionista que le llame un taxi para que la lleve al aeropuerto.

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