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A la mañana siguiente los llama, salieron, “Caramba”, piensa, “esperé demasiado”, deja un mensaje para que ella se ponga en contacto, no recibe llamada, vuelve a comunicarse pero ya han dejado la habitación, “¿Qué diablos significa esto?”, se dice, y pocos días después la llama a Oregón y dice que verla a ella y a su familia fue una de las mejores cosas que le ocurrieron jamás, y que ha estado pensándolo y le encantaría ir a verlos a todos por una semana o algo así algún verano, incluso menos, pero no este, ya que sería tan pronto después de haberla visto y sabe que tienen planes para Alaska y le gustaría darles mucho margen para prepararse, emocionalmente incluso podría decirse, para su visita, y no es que esté diciendo que sería un problema para ellos, o un peso, quiere decir, o algo por el estilo... él es independiente, “Orgullosamente, como dicen, pero no orgulloso”... esos días se terminaron hace mucho si es que alguna vez comenzaron... y sería la última persona en el mundo en estorbar o alterar las cosas o entrometerse o inmiscuirse, y no hay ningún problema acerca de quién le preparará el desayuno o le cocinará algo, si ella quiere, y de hecho hasta podría tener que pelearse con él sobre quién cocinará para todos durante su estadía, era solo una broma, y también solamente bromeaba al asumir que habría una estadía, y ella pregunta qué quiere decir con eso, le encantaría recibirlo pero no tienen tanto espacio en su casa, por muy cómodo que sea el lugar... cada niño tiene su propio dormitorio y no hay living ni sala de juegos que se pueda convertir, esa habitación se transformó en la oficina de Glen en casa y el sótano en su carpintería, y los únicos otros lugares son un desván sin ventilación y un semisótano sin aire, pero tal vez los dos más chicos puedan compartir y él pueda quedarse en uno de sus dormitorios por unos días. “No quiero molestar a nadie... puedo dormir en el porche si es que tienes porche y si el clima no es demasiado húmedo o frío”, no conoce Portland ni en realidad ninguna parte de los estados al oeste del cordón de Shenandoah, así le parece que se llama, que él visitó con un amigo y los padres de su amigo hace más de cincuenta años, “Dormíamos en tiendas de campaña diminutas, cocinábamos tocino en un fuego a leña”, pero tal vez se ponga como allí en verano –frío, a diferencia de aquí– y ella dice que sí, tienen un porche al frente de la casa, pero no tiene mosquiteros y si es la temporada de bichos –lo cual depende, por lo menos, de cuán molestos se pongan los bichos, de cuánta lluvia tengan esa primavera y de cuán fresco resulte el verano– se harán un festín con él, así que dormir en el porche queda descartado porque, o son los bichos o es el frío, así que simplemente no tienes chances de ganar, aparte de que su casa está sobre una calle de tránsito relativamente pesado. De todos modos, dice él, algo se ha puesto en marcha –quiero decir, comenzó, en los planes– y él ya está deseoso de hacerlo, si funciona, muy bien, y si no funciona, a no preocuparse, mi amor, él lo entenderá de sobra, y cuelga y piensa que ella no quiere verlo allá, o que el que no quiere es Glen o que son los dos, o son los niños, y ya lo hablaron con sus papás y no quieren que un viejo de no sé qué vaya a quedarse en la casa, ni siquiera por una semana, y los padres o uno de ellos estuvo de acuerdo con los chicos, pero nunca va a pasar, cualesquiera sean las razones sencillamente él sabe que nunca irá, eso es todo. Caramba, si la cosa se pone peor y llega a tener tantos deseos de verla, lo cual sabe que sucederá, puede tomarse un avión sin decirles nada, quedarse en un hotel por ahí cerca y llamarla desde el hotel para avisarle que llegó, siempre quiso ver la Costa Oeste y ni hablar de morirse sin haberlo hecho alguna vez en su vida, y si desean verlo –no, no quiere resultar tan rudo–, desde luego que él también quiere verlos y había planeado hacerlo, pero si ellos tienen algo mejor que hacer –no “mejor”; “algo más importante”, no, ni siquiera eso, simplemente algo ya planeado, que no puede postergarse, como otro viaje a Alaska mañana mismo o esta vez al Pacífico Sur o Japón–, él lo entenderá y verá Portland por sí solo y luego continuará su viaje hacia el sur en autobús, durante lo que reste de sus dos semanas, hasta San Francisco y lugares como México y Los Ángeles.

Al final de ese otoño –llama a su hija más o menos una vez por semana y hablan un par de minutos, y él usualmente le pide hablar con uno de los chicos– entra un hombre joven en la hamburguesería, no más de dieciocho años –pero con Margo cosas del estilo de “¿Cómo están?”, “Todos bien”, “¿Cómo está el tiempo?”, “Podría ser peor”, “¿Supiste algo de tu mamá?”, “Ella siempre está bien: no podría estar mejor”, “¿Cómo va el trabajo?, ¿la escuela?, ¿cómo está todo en Portland por estos días? He estado leyendo el mapa del clima últimamente y viene diciendo que les va a llover a mares”, a veces charlas de deportes con los chicos para lo cual tiene que leer los diarios o hablar con alguno de los clientes a fin de saber algo al respecto, durante una semana mucho sobre el viaje de ellos a Alaska: fueron muchas horas de auto, a él no le parecía demasiado interesante para todos esos kilómetros, un montón de focas, un oso suelto o dos, alguna clase de antílope o alce, podrían haberlo visto en un zoológico moderno, incluso como el que hay en su ciudad pero eso no lo dijo–, directo al mostrador mirando alrededor –“Sabes, fui a visitar la tumba de Julie hace pocos días, trato de hacerlo cada dos semanas, pero a veces me encuentro yendo dos o tres días seguidos, pongo algunas flores, simplemente me paro ahí, a oír cómo sopla el viento y esas cosas, todo se ve muy bien, lo mismo la de tus abuelos: en perfecto estado”, “Eso es bueno; lamento tanto no haberla visitado mientras estuve allá, solía hacerlo con mamá mucho antes de que nos mudáramos, todo era muy triste, especialmente porque fue tan poco tiempo después de que ella murió”– y algo anda mal, casi que sabe lo que está por venir, le robaron hace un par de años en la calle al volver a casa desde el trabajo: “Dame el dinero”, “Aquí tienes, muchacho”, porque eran dos, con escopetas recortadas al parecer, un poquito exagerados, le gustaba bromear después, “¿Qué habrías hecho si solo hubiese sido uno?”, le preguntó alguien, “Simplemente lo que hice: entregárselo con una sonrisa, ¿o qué crees?”, los ojos del tipo: movimientos sospechosos, suspicaces, nerviosos, la cara sudorosa –y ninguna mención más sobre su viaje a Portland algún verano, así que supone que es asunto cerrado–, él dice: “¿Sí, señor?”, no hay ningún otro cliente, desde donde está parado no se ve a nadie mirando adentro desde la calle, el patrón y su mujer salieron a comprar carne y fiambre para la semana, Dios cómo le gustaría tener una pistola, algunas veces, bajo el mostrador, para cuando su vida está en juego, o por lo menos un palo, “¿Puedo ayudarlo en algo?, ¿desea algo de comer, o... qué?”, y el hombre saca una pistola, él no sabe de dónde pudo salir tan rápido, tal vez de dentro de la manga de su abrigo –eso es lo que tendría que haberles dicho a los detectives para hacerlos reír: “Registren a todos los agentes teatrales de la ciudad, el ladrón era un mago, a la pistola le siguieron conejos y palomas”– y dice: “Esto es un asalto, mantén tu grasosa boca cerrada, nada de movimientos estúpidos, las manos donde yo pueda verlas y dame todo lo que tengas en la registradora, rápido, y en los bolsillos y si tienes una caja fuerte en la parte de atrás entonces ábrela o vas a ser una gran verga muerta”, y él dice: “¿Un asalto?, ¿un asalto?, ¿en este antro?, vamos, sal de aquí”, y mira a su alrededor en busca de algo con lo que asustar al tipo, y alguna cosa bombea en su interior, donde podría jurarse que es capaz de arrancar con sus manos el mostrador entero y los doce taburetes unidos a él y arrojárselos al chico, la sartén de hierro está fuera de su alcance, el martillo que a veces usa para clavar cosas está en la punta del mostrador, dentro de una caja de zapatos, hay cuchillos por ahí pero son cortos y él no sabe cómo lanzarlos, y los grandes para carne están en el fregadero, agarra una gran espátula junto al gratinador que tiene al lado y la agita en el aire diciendo: “Te dije que te largues o te voy a arrancar los putos sesos, maldito imbécil, ¿con quién te crees que estás tratando?”, y cuando el hombre no se mueve, le arroja la espátula y la pistola se dispara, eso es todo lo que recuerda de lo que sucede: oye –la pistola– y ve –el fogonazo que sale de ella–, y tal vez ni siquiera lo recuerda sino que solo lo imaginó, y es atendido en el suelo por los paramédicos y llevado al hospital, ningún recuerdo de nada en el restaurante o la ambulancia después de que le dispararan, solo se le volvió todo negro, sin dolor, ningún dolor después, salvo un par de días más tarde cuando un médico residente del piso, que se refería a otro paciente, le dijo a una enfermera que había que retirarle los calmantes y, ¡muchacho, vaya si gritó durante un rato!, antes de que volvieran a dárselos, le dijeron que había entrado alguien, un tipo con una pila de folletos de una mensajería nueva en el vecindario, probablemente venía a tirarlos un momento después de que el tipo se fue, no hay dónde ponerlos... la punta del mostrador y encima de la máquina de cigarrillos, atiborrados como están... y nadie se lleva esas cosas salvo para pegar sus chicles adentro, y en todo caso quién los quiere volando al suelo cada vez que se abre la puerta con un poco de viento detrás, o simplemente cada vez que un cliente pasa rápido a su lado... el hombre llamó: “¿Hay alguien? Me gustaría dejar algo si no le molesta”, puso los folletos sobre el mostrador para dejarlos ahí, lo vio tirado en el suelo allí atrás, salió corriendo a la calle gritando: “Hay una persona herida, debe haber sido un robo, auxilio, alguien, lo apuñalaron o le dispararon, un hombre detrás de la pared, un hombre detrás de la pared”, es lo que no dejaba de repetir, probablemente en lugar de “detrás del mostrador”, y señalaba el restaurante pero no quiso entrar cuando algunas personas que estaban en la calle lo hicieron, la registradora vacía, los bolsillos intactos, adiós al reloj barato, el ladrón debía de estar bromeando sobre la caja fuerte o de lo contrario no tenía ni idea de lo modesto que era el lugar, la policía dijo que pudo haber sido alguna de las personas que entraron corriendo para ayudar o para verlo a él quien se llevó el dinero y el reloj, o varios de ellos, porque normalmente cuando un ladrón te hiere tan gravemente se va lo más rápido posible y no pierde siquiera un segundo extra en buscar la plata, ¿y para qué querría llevarse un reloj barato?, “aunque tal vez había sido un combo de las dos cosas: ladrón y transeúnte”, su patrón la llama y le dice lo que pasó, y que quiere que sepa que él no es una persona a quien le guste dar malas noticias, pero que Nat le dijo que lo hiciera si alguna vez le pasaba algo como esto, “pues usted sabe que una vez le robaron con armas hace unos años, y estaba preocupado de que pudiera sucederle otra vez y no resultase tan afortunado”, y ella dice: “No, nunca me lo dijo, aunque desde luego usted debe saber lo que pasó años atrás con su hija menor, mi hermana Julie”, y el patrón dice: “Nat lo mencionó alguna vez, eso es todo, pero no su nombre, aunque alguien me dijo que purgó condena unos años por algo relacionado con esa historia, como acabar con los tipos que la mataron, pero en lo que estaba completamente en lo justo, ¿y quién no habría hecho lo mismo de haber podido?, así que eso nunca me detuvo para seguir teniéndolo conmigo en el negocio”, y ella dice: “Estoy segura de que él lo aprecia por eso, ¿pero realmente solo habló de mi hermana una vez, refiriéndose a aquello, en todo el tiempo que trabajó para usted?... es sorprendente, porque parecía ser lo que preponderaba siempre en su mente”, y el patrón dice: “Dos, incluso tres veces, no más de cuatro, pero rápidamente, como cuando lee un diario en el trabajo con un artículo parecido donde un niño inocente muere al quedar entre traficantes callejeros –fuego cruzado, eso que hoy sale tanto en los diarios– y entonces le revuelve aquello y dice algo como ‘Sabes, algo parecido le pasó a mi pequeña’, y apenas si toca el asunto pero yo puedo ver por su cara, y porque pasa enseguida a algún otro tema u otra noticia, que no quiere profundizar más, así que yo... pero sabe, también me dijo que la llamara si llegaban a pasarle algunas otras cosas que parecían preocuparlo un poco, como tener un ataque al corazón, no es que no fuese fuerte como un viejo toro antes de que le dispararan, o simplemente que no contestara su teléfono cuando no apareciera a trabajar y resultara, como dijo que había sido el caso de un par de viejos toros que él conocía, que se había muerto en la cama de un ataque la noche anterior, en un segundo piso... pero en todo caso, señorita, parece estar reponiéndose muy bien, como ya le dije por todo lo que me han dicho, probablemente esté en el hospital un par de semanas más, pero no se esperan complicaciones, dijo la enfermera que atendió el teléfono en la unidad de cuidados intensivos donde llamé, así que quédese tranquila por ahora y tan pronto como me permitan verlo... en cuidados intensivos no me dejarán porque no soy pariente, pero debería salir muy pronto de allí... le diré que hice lo que él me pidió que hiciera y eso es hablar con usted”, y ella dice: “Por favor llámeme por cobro revertido a cualquier hora del día, si se entera de que su condición ha empeorado o directamente llámeme por cobrar después de que lo haya visto, cuando tenga un momento libre, y desde luego trasmítale nuestro amor”, y anota el número de teléfono de su casa y el número de la UCI donde está su padre.

 

Su brazo bueno le queda casi completamente paralizado por el disparo así que no puede volver a trabajar, trata de conseguir un empleo como cajero en otros restaurantes pero no hay trabajo o son tiempos difíciles, así que deben reducir algunos puestos y excusas por el estilo o simplemente no quieren tomarlo, piensa, porque ya no se ve saludable y eso no es bueno para el apetito de los clientes o lo que sea, y su ropa está vieja y pasada de moda y el brazo tieso como lo tiene, y su aspecto general desprolijo y posiblemente con cuotas más altas, para ellos, del seguro de salud y accidente por causa de la edad y las heridas, y tal vez piensen en una posible recaída médica en pleno trabajo, o sepan lo que les hizo a esos asesinos años atrás y sientan que de alguna manera la nueva herida se la ha buscado, y no quieran a un arrebatado trabajando para ellos y además si vas a contratar a un cajero o a un tipo para que cuelgue los abrigos o cosas por el estilo, incluso a alguien para atender a los caballeros en los baños de los restaurantes de clase alta, mejor tener a uno que pueda echar del lugar a los indeseables no demasiado amenazantes, o que al menos se vea como que podría hacerlo, encuentra más económico retirarse que trabajar, al menos por el momento, y tomar la pequeña pensión del sindicato que le darán y el seguro contra accidentes por haber sido baleado en el trabajo, que no está tan mal, y dentro de un año la seguridad social completa con la cobertura que ofrece el gobierno, Medicare o Medicaid, la llama a menudo pero después de las cinco y los fines de semana porque puede costar carísimo, es algo que lo aflige, por decir lo menos, que ella siga hablándole del mismo modo formal en que ha venido haciéndolo desde algunos años después de que él entrara en prisión –no solía ser así, con ella, antes, pero entonces era solo una niña y desde luego las cosas eran muy diferentes: él vivía con Lee, una familia, Julie, tenía un buen trabajo y no era un maníaco transitorio y de hecho bastante buen padre, más o menos como el promedio, pensaba, bastante relajado y para nada del tipo intimidante o criticón–, le pide hablar con sus hijos y con Glen casi todas las veces después de hablar con ella pero no hay mucha charla tampoco allí, Glen como que silencioso y, ¿cuál es la palabra?, incómodo o algo por el estilo y reservado, los chicos portándose siempre con timidez o es que no lo conocen lo suficiente, así que no ven por qué deberían pasar tanto tiempo en el teléfono con él, lo cual tiene bastante sentido y él probablemente sentiría lo mismo en su lugar, le dice lo cerca que ha llegado a sentirse de su familia casi exclusivamente por teléfono, ¿no es gracioso?, y que aún le gustaría ir a verlos si es que ella no va a pasar más o menos pronto por su ciudad, pero pensándolo bien ahora mismo no puede costear el pasaje... “Aunque sigo teniendo separado el mismo dinero solo para ti o la escuela de los chicos, quiero que lo sepas, o incluso para ti y Glen si llegaran a perder sus empleos o solo lo perdiera uno de ustedes, y se vieran repentinamente cortos de efectivo... no es demasiado, entiendes, así que no vayas a depositar tus esperanzas, cuando yo muera, de comprar con eso una piscina o construir un ala adicional para tu garaje”, y ella dice: “No albergo esa clase de pensamientos macabros o calculadores, y menos aún sobre lo que obtendré monetariamente gracias a la muerte de quien sea, y no es que no vayas a vivir más allá de los cien, y además solo tenemos un auto y lo dejamos en la calle –Glen toma gustosamente el autobús para ir a trabajar– y por regla general no somos partidarios de la construcción de piscinas privadas en nuestra zona... hay muy pocos días de auténtico calor, es una comunidad más bien artística o profesional, con una manada de doctores en medio, y de mente bastante ecológica, y hay varias piscinas públicas bastante buenas y a precios módicos”, y él: “Era solo una broma, cariño, bromeaba nada más, sobre el garaje y la piscina y mi muerte también”, y ella dice: “Lo sé, pero sentí que tenía que decir algo sobre cómo y dónde vivimos, para que en el futuro no te veas en la posición de prejuzgarnos, eventualmente, o de entendernos mal, y escucha, papá, si tienes tantas ganas de visitarnos, usa los ahorros que guardas para nosotros en un pasaje de avión, y nosotros te acomodaremos al menos por una semana”, y él dice: “No, tengo que dejarte algo, es un absoluto deber en mi mente, después de todo lo que no hice... tal vez gane alguna lotería o buena parte de ella, pero si lo hiciera significaría que habría jugado, y siempre pensé que tirar la plata así era un desperdicio tremendo y un escape idiota... discúlpame, espero que tú y Glen no jueguen a eso”, y ella dice: “Por favor, y ni siquiera sé si tenemos juegos de esos por aquí”.

Hablan por teléfono durante dos años más, de vez en cuando una carta o una postal entre ellos y siempre tarjetas y regalos para Navidad de parte de él, un par de veces ella dice que cree que van a ir al este por una convención, o a visitarlo con uno o dos de sus hijos y tal vez incluir Nueva York y Washington D.C., pero luego escribe o llama por teléfono para decir que sus planes se cancelaron, o se vinieron abajo por razones personales de las que no quiere hablar cuando él le pregunta cuáles son, “Bueno, pensé que podía tratarse de mí... una disputa entre ustedes dos, por ejemplo, aunque no sabría por qué, realmente soy un tipo inofensivo y bienintencionado... o algo relacionado con ustedes dos que te lo impida, aunque también sobre eso estoy en la oscuridad total, con mi pésima memoria para las cosas más recientes que una semana”, y ella dice que no y que para referirse al asunto por última vez, eso es todo lo que va a decir, ¿de acuerdo?, y él dice que seguro, “Yo solo decía, no hablaba en serio, entonces te llamaré, cariño, adiós”, y como un mes después ella recibe la llamada de una funcionaria de la ciudad en la que él vive (hubo una cantidad de razones por las que no habían hablado desde su última conversación, cuando ella le dijo que sus planes se habían venido abajo y él pensó que podría tener que ver con él: estaban a la mitad del verano y cuando él llamó se habían ido a pasar dos fines de semana consecutivos en la casa que la madre de Glen tenía en la playa, otra noche estaban cenando en un restaurante a la hora en que él llamó, y después estaba cansado e hizo una siesta que terminó convirtiéndose en seis horas de sueño, y cuando despertó le pareció que era demasiado tarde para llamar incluso con las tres horas de diferencia, otra vez uno de sus hijos tomó el mensaje de que él había llamado pero olvidó dárselo a ella, otra vez fue Glen el que tomó el mensaje después de un breve intercambio, “¿Entonces cómo va?”, “Todo bien”, “Dile que llamé”, “Seguro”, pero discutió con ella cuando volvió del trabajo y después de eso seguía tan enojado que no quería decirle nada, y a la mañana siguiente planeaba decirle que había llamado su padre pero sobre todo hablaron de cómo el sueño suele alisar cualquier mal sentimiento que pueda quedar de las peleas del día anterior, y entonces se olvidó hasta tres días más tarde cuando se dijo: “¿Para qué molestarse?, probablemente vuelva a llamar hoy de todos modos”, ella lo llamó ese día pero él había desenchufado el teléfono porque tenía gripe intestinal o le había hecho mal algo que comió, pero en cualquier caso estaba demasiado débil como para contestar el teléfono, y no quería ser despertado por él ni oír sonar su timbre siquiera, los chicos se habían ido al campamento diurno y ella gritó desde el dormitorio: “¿Estás interesado en hacerme una visita?”, “Eso puedes apostarlo”, y más tarde el teléfono sonó mientras estaban haciendo el amor, y Glen se estiró hacia el teléfono y ella dijo “Déjalo”, y él dijo: “¿Qué pasa si es importante?”, y ella dijo: “Si lo es, volverán a llamar”, compraron una contestadora que grabó su mensaje pero algo funcionó mal ese primer día, o tal vez fuese la manera en que ella la instaló o la conectó a la pared, pero toda la cinta de la jornada se borró y al día siguiente, sin que le hicieran nada nuevo excepto desenchufarla de la pared y volver a enchufarla otra vez, funcionó perfectamente, ella llamó pero él no estaba, pensó en llamarlo dentro de más o menos una hora, pero luego sucedieron varias cosas –llamó Glen y tuvieron una larga charla, uno de sus hijos estaba invitado a dormir en la casa de un amigo y ella tenía que empacarle unas cosas y darle de cenar temprano, porque sabía que no le darían de comer mucho, allá donde iba, salvo caramelos, y luego lo llevó, decidió que la ensalada de papas para el picnic la haría hoy en lugar de mañana, uno de los comederos para pájaros se vino abajo y se rompió, y tomó cierto tiempo arreglarlo y volver a colgarlo en un árbol, en la radio estaban pasando una sonata para piano de Mozart que le resultaba familiar, y quería oírla hasta el final para saber qué número de opus era, se interesó en el último de una serie de artículos sobre el bienestar y los pobres, y entonces se puso a buscar en la pila de diarios de los dos días anteriores los artículos uno y dos– y nunca encontró tiempo para hacerlo, él llamó pero la línea estuvo ocupada durante horas y horas, y se rindió después de casi veinte intentos y se fue a la cama, pensando que la llamaría al trabajo al día siguiente solo para volver a oír su voz y para saber cómo iban las cosas con ella y su familia, después de casi un mes sin hablarse, o incluso más temprano a su casa, si es que se acuerda de llamarla, pongamos, entre las once y diez y las once y cuarto, hora de su ciudad, pero en el correr de esa noche se murió), parece que murió mientras dormía, de ningún modo puede decirse que haya el menor indicio de algo turbio, y puede haber estado muerto entre tres y cuatro días –“Discúlpeme, pero si todo esto le resulta demasiado”, dice la funcionaria, “aunque usted es la persona con quien realmente deseo hablar, puedo conversar de esto con su marido”, y ella dice: “No, está bien, hace tiempo que no veo a mi padre, más de un mes desde la última vez que siquiera hablé con él, y no hemos estado cerca durante muchos años, y no quiero que se decida nada sobre él sin mi intervención directa, así que por favor continúe y si llega a ser demasiado para mí, se lo haré saber”, y la funcionaria dice: “Como le estaba diciendo, y si soy demasiado directa por favor discúlpeme, no es el trabajo sino mi manera de ser... tres o cuatro días puede haber estado... la policía tuvo que romper su puerta porque la vecina a la que le había dejado un juego de llaves extra para emergencias como esta, así como él también tenía un juego de llaves de ella para ese mismo fin, estuvo todo ese tiempo fuera de la ciudad, y porque nadie más en el edificio lo había visto por un largo rato, o el olor... nunca me quedó claro cuál de las razones... en fin, esa no es la cuestión ahora... pero así es como finalmente lo encontraron”– y aunque él dejó dinero suficiente con instrucciones para que su cuerpo fuese cremado y para una pequeña ceremonia en el cementerio, con los familiares y los amigos cercanos, en la que sus cenizas han de ser enterradas sin ninguna inscripción junto a la tumba de su hija Julie, ¿tal vez ella quiere que se haga alguna otra cosa? “Sus instrucciones, junto con dónde está su pasaporte y su cuenta corriente y su número de asociado al sindicato para ayudar con los costos del funeral, y cosas por el estilo, todo eso estaba en un sobre dentro del cajón de su mesita de noche, pero no habían sido certificadas por escribano, las instrucciones quiero decir, o siquiera debidamente atestadas, de manera que usted puede tener la última palabra”, y ella dice: “¿Por qué querría contradecir la voluntad de mi padre”, y la funcionaria: “Según las leyes de sanidad tenemos que darle la chance, siendo usted, hasta donde sabemos –sus instrucciones dicen que lo es y vamos a hacer más comprobaciones– su única heredera, de modo que incluso tenemos que hacerle firmar una autorización para la cremación o entierro regular o la modalidad que finalmente usted decida”, y ella dice: “Eso es a lo que me refiero... ¿qué otra cosa podría querer que no sea lo que él decidió?”, y la funcionaria dice: “Podría no querer que lo cremen, por ejemplo, porque eso fuera contrario a sus creencias, religiosas o de otra clase... consideraciones como esa, en las que usted podría no haber pensado todavía, debido a lo repentino de la noticia”, y ella: “No, así es como quiero proceder yo también... es más fácil para todo el mundo”, y la funcionaria dice: “De acuerdo, y eso es lo que su padre escribió en sus instrucciones, además... él, lo cito, no quiere causarle una molestia a nadie, fin de la cita, pero otra cosa es la ceremonia –y en esto solo estoy tratando de ayudar, no forma parte de mi trabajo habitual–, él escribió que no quiere que ninguna persona religiosa de profesión oficie... que alguien, lo cito, laico y no remunerado, fin de la cita, como él dice, puede hacerlo fácilmente y de esa manera, además, lo cito, le ahorraría a mi hija los costos del ministro o rabino u oficiante, fin de la cita”, y ella dice: “También está bien para mí, quienquiera que él haya elegido... ¿eligió a alguna persona, en esas instrucciones?”, y la funcionaria dice: “Él escribió aquí que la casa de sepelios se hará cargo de la cremación y del servicio en el cementerio, pero no nombró a nadie como orador ni la clase de servicio que quería, secular o de alguna otra clase, así que asumo que eso depende de usted... tal vez, si puedo meter un poco más mi nariz, esa vecina amiga suya sabrá quién era su amigo más cercano –ella tal vez– y quién puede hablar de un modo que se le entienda y llevar adelante un servicio... pero el lugar del sepelio podría ser algo que también deba usted considerar... la verdad es, querida, que aunque su padre mantuvo y pagó a perpetuidad, según dice en sus instrucciones, la tumba de su hermana y varias otras a su alrededor, más algunas parcelas vacías, usted podría no querer que sus cenizas sean sepultadas allí, y en cambio llevárselas consigo en el avión”, y ella dice: “Ahora que lo menciona, para mí no tendría sentido ir al este, tan solo por una ceremonia con gente que mayormente no conozco, y sin siquiera un ataúd al que mirar ni realmente mucho más que ver, excepto las lápidas de mi hermana muerta y de unos abuelos que nunca conocí, de manera que tal vez puedo hacer que la mitad de sus cenizas sean enterradas junto a la tumba de ella, y que el resto me sea enviado y enterrado sin ninguna inscripción con las tumbas de la familia de mi esposo... solo ocuparía una parte pequeña del lugar y estoy segura de que a su familia no le importará, y de esa manera podré rendirle mi homenaje cada vez que quiera, ya que no veo cuándo volaré de nuevo al este, ahora que él ya no está, y estaría, o al menos sus cenizas estarían, la mitad de ellas, sepultadas junto o cerca de mí, ya que no dudo que yo también terminaré enterrada aquí”, y la funcionaria dice: “Estoy segura de que todo eso puede arreglarse a través de la casa de sepelios que se ocupará de la cremación, pero una última cosa, querida, con su permiso: si no se propone venir al este pronto, entonces es mejor que empiece a pensar qué quiere que se haga con su departamento, o habitación más bien”, y ella dice: “¿Sus pertenencias podrían, por un precio, ser desechadas, aquellas que no valgan nada, y el resto entregadas a la caridad o a alguna tienda de beneficencia que las acepte?”, y la funcionaria dice: “Eso tendrá que ser arreglado entre usted y el propietario del lugar, pero no veo por qué no podría hacerse... en cuanto a sus papeles privados, si los tiene”, y ella: “Oh, estoy segura de que los tiene: cartas de mi madre de antes de que se casaran, fotos de la familia y de cuando era niño, y sin duda algunos objetos personales de mi hermana Julie, desde su primer día de vida”, y la funcionaria dice: “Esas cosas, entonces, más algunos objetos de importancia práctica para usted, como su libreta y su chequera, y su certificado de nacimiento y el título de sus parcelas en el cementerio, y tal vez incluso algún ahorro escondido o acciones o certificados de bonos o cosas de esa índole que pueda haber acumulado a lo largo de los años, aunque esperamos que haya pagado el impuesto a la renta...”, y ella: “Dudo que tenga algo de eso... no solamente apenas se las arreglaba, digamos, así que era demasiado pobre para comprar alguna de esas cosas, sino que además desaprobaba esa clase de ingresos, como jugar en la bolsa, dinero que es nada más que papel, y si resulta ser dinero auténtico cuando es liquidado, en ese caso dinero ganado sin haber trabajado duro por él... así de anticuado era, en eso, por lo poco que hablé con él sobre el juego y los modos de ganarse el sustento, estoy segura”, y la funcionaria dice: “Como sea, pero una vez que firme y me remita los documentos que le envío, si realmente no va usted a venir, entonces se quitará el candado de su departamento y usted podrá designar a un subrogante para que se ocupe de eso y le envíe las cosas de naturaleza más práctica o financiera que este subrogante pudiera encontrar... en cuanto a las fotos y las posesiones de su hermana que su padre pudiera haber tenido...”, y ella dice: “No se trata de lo que ella poseía sino de lo que él haya podido conservar de ella... murió cuando tenía cinco años, sabe, asesinada por un loco; estábamos en el mismo auto en ese momento... un carnaval de tiros delirante, en una autopista”, y la funcionaria dice: “No lo sabía, y lo siento mucho, querida, muchísimo”, y ella: “Oh, sí, eso es lo que originó todos los problemas de mi padre... ruptura de su matrimonio, esencialmente me abandonó, algunas peculiaridades y obsesiones, perder su empleo y demás”, y la funcionaria dice: “Tampoco sabía eso, querida, lo siento... en todo caso, esas cosas, las que son tan solo de un posible valor personal, en fin, a menos que usted venga y las reclame, o se las haga enviar o le pida al propietario que las conserve hasta que él considere –dado que nadie está viviendo allí– que necesita desocupar el lugar para poder levantar la renta, entonces me temo que también se dispondrá de ellas como desechos”.

 

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