Ultimatum extrasolar

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15 Alianzas bélicas y expansión espacial

Las órdenes que se dieron en común lo fueron en un principio a las propias fuerzas armadas por cada alto mando nacional, habiendo comenzado los países miembros del Consejo de Seguridad, incluyendo los islamistas que se retiraron, a hacer cumplir lo acordado por cada grupo, pues dispuestos unos y otros no cabía la disidencia; así que todos los gobernantes de la alianza mayoritaria o septentrional aceptaron sin demora, dadas las circunstancias, participar en la defensa del planeta, aun con la conciencia de enfrentarse a una fuerza inimaginablemente descomunal; pero también los menos o nada decididos a participar en esa pretendida defensa, pues entendiendo que si aquéllos se aliaban en tal beligerante defensa, y precisamente los que disponían de la mayor fuerza en la Tierra, era suficiente para sufrir todos la catástrofe derivada del ataque extrasolar o angelical, como podían creer esto último más que nadie los islamistas, si se precipitaban los septentrionales en el ataque antes de poder demostrar los islamistas su bienvenida a los ángeles extrasolares; para los cuales, no participar en esa alianza bélica euroamericana y extremoriental de nada les valdría sino anticipaban a tiempo la sumisión a los enviados de Alá. Y esa sumisión comenzó para ellos en declarar a los robots y a la industria de su producción en enemigos de Alá y de la Humanidad, de manera que en el Islam comenzó, antes que en los otros países, a destruirse lo destruible propicio de esa industria que pudiera parecerse a un ser humano, dejando el necesario automatismo de las máquinas industriales, domésticas y de los vehículos. Actividad que secundaron en Norteamérica y Europa los inmigrantes de su religión, aunque algunos se excedieran con ciertos electrodomésticos.

Los islamistas, pese a su postura neutral frente a los extrasolares, y aun de colaboración con estos llegado el caso, no sólo temían un ataque nuclear de los septentrionales sino que los estelares extendieran su castigo a todos los humanos, incluyéndoles, por convivir con los infieles. Considerando todo esto, desde los gobiernos de las naciones islamistas se propuso diligenciar una alianza total entre todos, fuesen chiítas o sunnitas o de cualquier otro pensamiento surgido entre ellos pero frente al enemigo común septentrional euroamericano, ruso, israelí, hindú, extremoriental e iberoamericano, concertándose una inmediata reunión de sus líderes en La Meca, distribuyéndose a todos ellos la primera frase del Sura de la Familia de Imran*, versículo 98 que dice: Ataos fuertemente juntos a la Alianza de Alá y no os dividáis en sectas.

Al mismo tiempo, desde la Unión Mundial (UM) y el Alto Mando Militar Internacional (AMMI), se ordenaba la rápida movilización de todas las fuerzas militares, policiales, de servicios, industriales, económicas y científicas, sin contar con la opinión democrática de sus pueblos, ni el apoyo y la disposición de unirse a la misma causa de algunos gobernantes de países menos importantes tanto de Hispanoamérica como de Europa y Asia, indecisos aún ante enfrentarse o no a la hipotética invasión venida de las estrellas.

Ahora había que convencer de grado o por fuerza a todos ellos de que no cabía otra alternativa que unirse en ese otro Alto Mando Militar Internacional (AMMI) creado por el Alto Mando Militar Aliado Antialienígena (AMMAA) de las Grandes Potencias, sin demora: era o preparar una rápida alianza defensiva mundial frente a un ataque venido del espacio exterior, o ante éste caer de rodillas, como se acusaba a los afroasiáticos musulmanes, para hacer de la Humanidad lo que los alienígenas quisieran.

Expuesto así desde los primeros intercambios internacionales de opinión con los islamistas y gobiernos remisos pertenecientes al ámbito o la influencia cultural septentrional, ya fueran euroamericanos, suramericanos o asiáticos, ante las protestas y acusaciones de poner en peligro de exterminio a toda la Humanidad e incluso al planeta mismo, un representante de los 19 del Consejo de Seguridad de los asignados a quedarse en las Naciones Unidas, cortó por lo sano frente a los indecisos:

―O estáis con nosotros o contra nosotros. Y en cualquier caso nuestra suerte será la vuestra. Si atacan a nuestro planeta, nos atacan a todos. Y si nos vencen seremos vencidos todos. No distinguirán porque no necesitan de vuestra colaboración ni neutralidad. Para ellos somos todos iguales, los mismos. Podemos todos perecer juntos o vencer juntos. Y si vencemos y no estáis con nosotros, seréis aborrecidos por los siglos de los siglos. No os prometemos la victoria, pero nos juramentamos para no ser esclavos. Hemos dicho.

Seguidamente comenzó a proyectarse una defensa internacional de la Tierra por el AMMAA y el AMMI, los dos Altos Mandos militares antialienígenas, cuyos primeros frentes se establecieron en la Luna y el espacio exterior Tierra-Luna mediante satélites artificiales y poderosas astronaves* y espacionaves* para lanzarse desde el satélite natural, donde iban siendo montadas en tiempo récord al recibo desde la Tierra de sus componentes, mientras comenzaban a realizarse estructuras fortificadas exteriores de defensa y se excavaban refugios que favorecían la explotación de los minerales selenitas*, y a levantarse en la misma Luna fábricas; a la vez que otras fábricas y astronaves se montaban en el espacio entre la Tierra y su satélite natural; todo previsto con anterioridad en unos planes internacionales que no tuvo que ver con la actual situación, pero que ahora se precipitó en su ejecución después que se conoció la llegada de las cinco cosmonaves extrasolares.

Aparte de ello, una de las primeras medidas que se tomaron fue el desalojo y desembarco en la superficie de la Tierra de los turistas espaciales que aún permanecían en los hoteles orbitando alrededor del planeta, que fueron tomados militarmente.

Otro proyecto al que se dio urgencia internacional por las potencias espaciales fue el envío de algunas unidades militares astronáuticas a Marte, para proyectar desde allí algún ataque o contraataque a los supuestos flancos o retaguardia cosmonáuticas alienígenas llegado el caso, o bien distraerles en su ataque o, más inverosímilmente, reanudar en el planeta rojo la supervivencia humana poniendo en ejecución acelerada su terraformación*.

Con el mismo esfuerzo y adelantando proyectos también se comenzó la construcción en el espacio de algunas astronaves de guerra, que habían de ocultarse más allá de Marte en el Cinturón de Asteroides, enviándose a sus inmediaciones siderales los componentes materiales prefabricados para montarlas, en la pretensión, no creída del todo, de poderlo hacer sin ser descubiertos por los extrasolares y antes de que estos atacaran. Y otros más, con sentido opuesto, para hacer idéntico montaje tras el planeta Venus.

Y, a más de todo ello, que ya resultaba un esfuerzo tecnocientífico de enorme magnitud, todas las grandes potencias que podían aportar los mejores científicos e ingenieros espaciales fueron llamadas a cooperar en el diseño y construcción de una primera espacionave diligentemente ingeniada, que habría de construirse o armarse en el espacio, entre los satélites de Júpiter, que habría de ser impulsada con fuerza nuclear, y cuantos en su realización intervinieran se integrarían en ella militarizados para la defensa de la Tierra, mandados por militares astronautas, que la mantendrían oculta entre los satélites del sistema jupiterino* hasta que la defensa de la Tierra la demandase, o, su destrucción y aniquilación humana si se diera, intentar entonces la colonización de algún astro propiciatorio, en el Sistema Solar o fuera de él. Atendiendo a esto, el personal tecnocientífico internacional enviado a este proyecto fue escogido de ambos sexos, para que la Humanidad pudiera continuar su existencia en caso de verse obligada a buscar un exoplaneta apropiado a la supervivencia humana. Por ello la espacionave fue proyectada como una nueva Arca de Noé espacial, en la que se almacenarían todos los ingredientes naturales y científicos para alargar la vida de sus ocupantes con aportación hibernante, más depósitos del genoma humano, animal, vegetal y microbiano, amén de los dispositivos necesarios para efectuar las clonaciones oportunas a recrear la vida terrícola, con aplicaciones eugenésicas*.

Pero la búsqueda de la supervivencia no sólo se orientó hacia el espacio, sino también en el interior del planeta, ingeniándose agrandar y blindar al máximo los búnkeres ya existentes, los refugios, y habilitando las grutas naturales, profundizando en ellas; e incluso en las sumergidas bajo los lagos, mares y océanos, para todo lo que no hubo reparo en utilizar y producir las máquinas robotizadas apropiadas a tales fines, aunque mayormente lo fueran las tuneladoras; mientras los robots inteligentes y androides fueron desactivados y paralizada su producción. Esto último fue un enfado para la India y sobre todo para Israel, que utilizaban en sus conflictos bélicos con los musulmanes a soldados-robots inteligentes.

Era todo una actividad frenética que empezó ocupando a la mayoría de la población humana, de grado o por fuerza, concienciándose en la necesidad de esa actividad, que, incluso y a pesar de la sujeción religiosa islámica en sus territorios, no pudo evitar una ocupación casi paralela que sus autoridades religiosas y políticas tuvieron que llevar a cabo, aludiendo al peligro no del ataque extraterrícola supuestamente angelical, sino al de las infieles superpotencias enemigas terrestres, adelantándose a la defensa angelical que esperaban; temiéndose una agresión como la sufrida por Corea del Norte; que, por cierto, ante la insistencia china y en la necesaria alianza con Pekín de Estados Unidos y Rusia, se volvió a las anteriores fronteras de las dos Coreas, abandonaron los estadounidenses las costas orientales norcoreanas y los rusos se retiraron a sus fronteras por el Norte. Mientras en la perspectiva de los países musulmanes se reforzó la actitud de éstos en una alianza defensiva por encima de sus conflictos ideológicos, religiosos, nacionales y económicos, acercándose sus líderes a esa cumbre propuesta entre ellos para definir los principios y actividades a seguir en conjunto.

 

Y de pronto surgió el temor entre los septentrionales de ser invadidos por los polos: el Ártico, semidescongelado, y el extenso continente helado de la Antártida, aunque ya se habían tomado ciertas medidas al respecto, pero ahora éstas se decidieron más diligentemente. Para el primero, el Ártico, casi en su totalidad ya un mar oceánico, se dio la misión de su vigilancia y defensa a los países del contorno: Canadá, Dinamarca en Groenlandia e Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia y Estados Unidos desde Alaska. En la Antártida la misión correspondió principalmente, además de a los Seis Grandes, a Australia, Nueva Zelanda, Chile y Argentina y a algunas otras expediciones europeas con bases en el continente antártico, como además de la británica y francesa era la española, y asiáticas con la china e hindú la japonesa.

A todas estas conclusiones se llegó con una rapidez nunca vista, pasando por alto de momento, por la angustia de sentirse bajo una amenaza pavorosa de aniquilación, las intervenciones que pedían la inmediata búsqueda de entendimiento entre sí de los terrestres y con los extrasolares; pensándose hallar a los Diez Insólitos para buscar su mediación con los últimos, creyéndose que podrían estar en la cosmonave todavía bajo las aguas del lago Titicaca, y que las tecnologías extrasolares mantenían intangible e invisible.

Y entretanto, en los principales búnkeres militares de la alianza septentrional, fueron recibiéndose escogidos personajes de las ciencias, la historia, el pensamiento, la literatura, el cine, las tecnologías y profesionales de sus ejércitos para encerrarse a estudiar, junto a enigmas del pasado y visiones en los cielos que pudieran dar pistas de visitas alienígenas anteriores; también las mejores películas y los mejores libros de cienciaficción en busca de ideas a poner en práctica frente al esperado ataque extrasolar; películas, libros e ideas de todos los considerados mejores autores del hemisferio norte: ya fuesen norteamericanos, europeos, rusos, hindúes, chinos o japoneses, incluso tanteándose lo proveniente que pudiera haber del mundo islámico, y, desde luego, rastreando en las mitologías clásicas y de los pueblos aborígenes, por muy extravagantes o ridículas que pareciesen.

Sin embargo una inquietante desconfianza fue en aumento entre los aliados euroamericanos y asiáticos, e incluso, y sobre todo, entre el mundo islámico: se sospechaba de las verdaderas intenciones de la República Popular de China respecto a los alienígenas, a pesar de las declaraciones y voto de su presidente en el Consejo de Seguridad.

Porque se recordaba, y volvía a acusársele, abierta o tibiamente a esa inmensa República comunista el haber causado, tal vez creado en laboratorio y favorecido de algún modo la expansión del virus de la pandemia Covid-19 que tantos estragos hizo en 2020; y que en la práctica dejó extenderse a todo el planeta; mientras a la vez se justificaban las autoridades chinas diciendo que el virus procedía de un murciélago que al comerlo un hombre había saltado a él y con él a la especie humana; y habiendo acudido a tiempo ofrecía unas cifras de mortandad causadas en China por ese virus increiblemente bajas, mientras ofrecía al mundo la venta de tests para identificarlo y cuantos artículos y medicamentos pareciesen controlarlo, incluso artículos tan sencillos como las mascarillas y guantes que era un escándalo necesitasen comprárselo en Europa, y muy especialmente en España, entonces bajo un gobierno socialcomunista ―cuando en la Unión Europea se tenía prohibido el comunismo juntamente con el nazismo―, que por su ineficacia permitió la mayor expansión del coronavirus en un país de sus dimensiones demográficas, médicas y económicas, en especial retrasando las medidas a combatirlo para permitir unas multitudinarias manifestaciones supuestamente feministas en el declarado Día Internacional de la Mujer, que sin duda elevó los contagios, empezando por las ministras de la cabecera de esa manifestación en Madrid y otras ciudades de España. Aun sin esto, el mayor número de contagios y defunciones se dio entre los mayores y en las residencias para mayores también en la capital de España y otras grandes ciudades, como Barcelona; y cierta culpa se tuvo en la Comunidad de Madrid por la decisión tomada durante la presidencia de la populista Aguirre dando a manos privadas muchas de esas residencias sin la debida vigilancia sanitaria, como luego se vio en algunas que no solía tratárseles como debía; culpa que compartió el vicepresidente del Gobierno Sr. Iglesias cuando esas residencias para mayores quedaron bajo su autoridad con el Estado de Alarma decretado, al tomar la presidencia de Asuntos Sociales durante la que aumentó la mortandad cebándose con los mayores a los que sus familiares no podían visitar; mientras se confinaba en sus domicilios a la población española y se provocaba una nueva ruina económica, según los pasos socialistas, con un desempleo aumentante y un escándalo en la previsión sanitaria.

Aparte de España fue Italia de las más castigadas por esa pandemia, también el Reino Unido y Estados Unidos donde se contabilizó el mayor número de contagiados y muertos, con Nueva York por delante. Y antes que en todas ellas en Asia fue Irán la que sufrió fuertemente ese azote. Mientras que China pareció salir, según sus autoridades, poco menos que indemne. Lo que no era creíble. De ahí que el presidente de Estados Unidos, Trumps, exigiera una investigación. Tanto más cuanto que fue la China no comunista, Taiwán, la primera en dar la voz de alarma que debió haberla dado la Organización Mundial de la Salud, cuyo presidente de nacionalidad etíope le debía esa posición a China comunista. Por eso el presidente norteamericano a la sazón, Trumps, decidió entonces salirse de la OMS*.

Prometieron a la vez entonces los chinos una próxima vacuna, casi ya obtenida según ellos, que contuviera y aparentemente venciera al Covid-19, no del todo, sino hasta su rebrote epidemiológico: observándose entonces ser esa una nueva pandemia a sufrir la humanidad periódicamente; y que puso al descubierto la equivocada política económica, industrial y tecnológica, especialmente europea, seguida bajo la propaganda de la globalización bendecida por las izquierdas, pero bajo el instinto del capitalismo en acumular mayores beneficios con los bajos salarios de China y países limítrofes: una experiencia que hizo dependientes de China a muchos de los países europeos en ese momento pandémico, como ya venía sucediendo en los complementos industriales.

Y ahora esa experiencia traumática recordábase y se filtraba en los medios de comunicación desconfiando de China, aun entre los políticos y militares del pacto antialienígena, no fuera a dar un paso más en su desmedida ambición por liderar como primera superpotencia dirigente nuestro planeta, aliándose o inteligenciándose de alguna manera con los extraterrestres para obtener de ellos a cambio de ofrecerles su influencia sobre la Tierra ―la influencia de dominio colonial extraterrestre―, compartir la tecnología extrasolar, o parte de ella. Observando muchos políticos, militares y medios audiovisuales haber sido una manera de ocultar sus verdaderas intenciones el virulento comportamiento acusatorio del presidente chino tras la declaración del ultimátum contra los islamistas ante la Asamblea General de la ONU, cuando se marchaban. Y por eso mismo desde el mundo islámico no se acababa de acusarle de filoalienígena* cuando ellos mismos no se oponían a la invasión alienígena por considerarla posiblemente de ángeles de Alá. En realidad, levantaron esas sospechas los islamistas, vengándose del presidente chino, extendiéndose las mismas hasta en el AMMAA, aun con poco crédito.

De ahí se preguntaron también algunos si no habría que haber insistido en exigir a China abrir sus fronteras a una investigación, tal como exigió el presidente estadounidense Trumps.

Y recordaron muchos la alianza militar que se llevó a cabo contra el régimen norcoreano anterior.

Aun así, siendo China demasiado poderosa y el peligro extrasolar muy evidente, a todos convenía hacer la vista gorda acallando esas voces, pues a fin de cuentas los chinos eran también terrestres y no había evidencias reales de comportamiento filoalienígena. A más de necesitarse su cooperación.

Y con todas esas especulaciones se les vigilaba cuando aún se tenía en el fondo del lago Titicaca una cosmonave alienígena.

16 Del Titicaca y la Europa eurábica

Los días y meses siguientes a los ultimátums

Mientras tanto unidades militares de Tierra, Aire y lacustres peruanas y bolivianas, reforzadas con otras estadounidenses, rodeaban las márgenes del lago Titicaca, navegaban por sus aguas y las sobrevolaban, incluso observándolas desde el espacio por la NASA, además de las agencias de programas espaciales ruso (ROSCOMOS) y chino (CNS), intentando todos descubrir en las profundidades lacustres la cosmonave extrasolar que permanecía en la Tierra y que no había manera de detectar ni conectar con sus supuestos ocupantes, entre los que se sospechaba podrían estar los Diez Insólitos humanos; lo que llevaba a pensar si realmente la cosmonave estaba allí y si es que disponía de una tecnología que la hacía invisible e indetectable. Porque ni siquiera los buzos y batiscafos que descendieron a lo más profundo del lago igual que a otros fondos menores, depresiones y cuevas subacuáticas descubrían la extrasolar nave, que por otro lado todos los que la detectaron atravesando la atmósfera terráquea y la siguieron en su trayectoria aseguraban que allí se había sumergido y, observando desde entonces el lago desde su superficie, sus orillas y por los satélites artificiales, allí debía permanecer intacta o accidentada.

Y llegando a estos resultados, a los tecnólogos y científicos norteamericanos más avanzados en descubrir lo invisible e indetectable uniéronse otros investigadores rusos, británicos, japoneses y chinos, con variantes tecnocientíficas a reforzar esa búsqueda subacuática, como aliados frente al alienígena, pero cuyos esfuerzos también resultaban sin los efectos deseables, y entre estos comprobar faltar la comunicación: ¿Es que no había nadie en la cosmonave, o había tenido ésta un accidente que la desintegró? Se temió por el deseado contacto con los Diez Insólitos, e incluso con los extrasolares, ese supuesto temido accidente que hubiera desintegrado a la cosmonave con todos sus ocupantes, aunque no hubiera indicios de ello. Pero de inmediato se desestimó porque la presencia ante la Asamblea de la ONU tanto de los Diez Insólitos como de los Diez Extrasolares desmentía aquel temor de algunos, pues se les vieron mucho después de haberse sumergido la cosmonave en el lago.

En la desesperación terrícola se buscó mediante las ondas electrónicas de comunicación por todo el planeta el rastro de los Diez Insólitos, por si acaso no se habían refugiado en la cosmonave alienígena, necesitando de ellos la interlocución y mediación ante los extrasolares, suponiendo a éstos todavía en la Tierra si se mantenía la quinta cosmonave bajo las aguas del Titicaca aunque no se la detectara, como no se detectaron las semanas pasadas las otras tres cosmonaves bajo las aguas marinas y una bajo las arenas del Kalahari mientras no emergieron, ni fue posible intercomunicarse con los cosmonautas de estas cuatro ahora supuestamente situadas en algún lugar del espacio solar, donde también resultaban indetectables e invisibles, y desde donde se las suponía vigilando atentamente la actividad humana.

Pero, ¿y los Diez Insólitos? ¿Qué había de ellos? Se insistía.

Mientras tanto los problemas sociales se multiplicaban, sobre todo en el hemisferio norte y principalmente en Norteamérica y la Unión Europea; aunque también en Rusia y áreas del Extremo Oriente y Suramérica. Se sabía la eliminación de ciertos cabecillas islamistas que no disfrutaban de la confianza en las potencias asiáticas de su religión o pretendían una nueva lectura del Corán. Pero la masacre se cebó con más virulencia que nunca en todo el mundo islamista contra los homosexuales, a los que en los lugares de Europa y América dominados por los musulmanes se sumaban a ellos diferentes colectivos europeos y americanos con el mismo fin, a lo que también sumaron con más animadversión si cabía la ejecución de transexuales, y en general a todos los de los colectivos LGTBI que hasta aquí se habían ido declarando a sí mismos. Y ahora eran los más proclives a sufrir las consecuencias del enloquecimiento que se apoderaba de la Humanidad entera. Incluso sus anteriores defensores eran ahora, si acaso, sus mayores ofensores.

 

Europa competía en sí misma con Eurabia*, la Europa árabe y musulmana; y lo mismo los de ésta que los de aquélla perseveraron en la persecución de esos colectivos más la de los cirujanos que operaban los cambios de sexo y las peticiones homosexuales; pues a la aprensión religiosa islamista por esas personas y prácticas empezaba a sumarse la de los políticos y creyentes cristianos, de fe o de cultura, temerosos ante la posible o probable intervención divina a través de los extrasolares: porque de alguna manera o por algunos medios habría de suceder el castigo divino revelado en el Apocalipsis. Y los otros países del Extremo Oriente igualmente consideraban esas prácticas sexuales una aberración, o tuvieron sus mismos temores a poderes desconocidos, incluso de antiguos dioses que podrían haber sido alienígenas, de forma que había que hacer desaparecer esas “aberraciones”.

Y, mientras, la población musulmana continuaba creciendo de manera exponencial, en tanto que la europea disminuía en la misma medida en su propio territorio y continuaba abandonando las ciudades temerosa de un apocalipsis nuclear procedente de los desconocidos extrasolares. Todos los multis*: raciales, culturales, religiosos, ideológicos, etcétera, que un sinsentido buenista democrático y humanista en extremo habían abrazado sin control social, intelectual, político ni económico ajustados a la razón, estaban o habían acabado con el estado de bienestar generado anteriormente y la paz paneuropea que se quiso generalizar; sobre todo en la mitad europea occidental, incluyendo el Reino Unido separado por el Brexit de la Unión Europea y en proceso de escisión sus reinos componentes.

Barrios y ciudades enteras estaban ya islamizados o bajo el dominio musulmán y la democracia ausente. La Unión Europea estallaba descompuesta. Sus países más orientales se retiraban con el establecimiento de rígidas fronteras y acercándose con muchas prevenciones a la nueva Rusia, muy firmes en sus posiciones frente al islamismo que se había venido introduciendo con la inmigración. No eran ya refugiados como los que produjo la guerra de Siria y dio su bienvenida Angela Merkel. Eran emigrantes, ahora en su mayoría africanos, los mejor física e intelectualmente preparados de sus países de origen, alentados unos por el esplendor que les seducía Europa en busca de mejor vida, siendo la mayoría islamistas, otros menos huyendo precisamente de esa expansión del islamismo, y unos terceros huyendo de la guerra expandida por casi toda África entre el islamismo y los otrora países coloniales europeos más Estados Unidos, y que apoyaban Rusia, China y Japón; sin importarles a ninguno de esos emigrantes el largo camino, que tras sufrir penalidades sin cuento atravesando desde el África subsahariana selvas, ríos y el desierto del Sahara hasta las costas de los países norteafricanos, invirtiendo en ese terrible viaje lo que con sus familiares pudieron recaudar para entregarlo en buena parte a mafias, de orígenes musulmanes, que finalmente los enviaron en malas embarcaciones, con la cooperación, se decía, de oenegés europeas, a cruzar el Mediterráneo rumbo ya a los países del Sur de Europa para desde éstos, si no se establecían, continuar hacia el centro y norte europeos.

A una Europa que ya no resistía tanta inmigración, en la que los derechos humanos iban en declive o tan extraviados como la misma democracia, todo precipitándose a un desastre que sólo podían ver por sufrirlo los europeos de a pie más conscientes. Y a todo ello juntóse en Europa y América una revolución llamada feminista que iba más allá de lo que en sí mismo significa ese término, y que el 8 de marzo del 2020, fecha que no se olvidaría en el país euroccidental más meridional, no tuvo escrúpulos de manifestarse en todo él en plena expansión de la reciente pandemia del Covid-19, expandiéndola con mortales resultados que especialmente se recordaban del gobierno socialcomunista de ese país entonces en el poder.

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