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100 Clásicos de la Literatura

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El deseo del padre de arrancar un pedazo de la plancha de hojalata pudiera ser representación de su falta de honradez comercial pero el mismo sujeto del sueño nos da otra explicación distinta, revelándonos que es un símbolo del onanismo. Esta interpretación coincide con nuestro conocimiento de los símbolos; pero, además, está perfectamente de acuerdo con ella el hecho de que el secreto en que se han de realizar las prácticas masturbadoras queda expresado por la idea antitética (puede arrancar abiertamente lo que quiera). Tampoco extrañamos ver al hijo atribuir al padre el onanismo, del mismo modo que le ha atribuido la interrogación de la primera escena del sueño. El foso acolchado es interpretado por el sujeto como una representación de la vagina, con sus suaves y blancas paredes, interpretación a la que nuestro conocimiento de los símbolos nos permite añadir que el descenso al foso significa, como en otros casos, la realización del coito.

La circunstancia de hallarse el primer foso seguido de una larga plataforma, al final de la cual hay otro nuevo foso, nos la explica el sujeto por un detalle biográfico. Después de haber tenido frecuentes relaciones sexuales, se halla privado de ellas por inhibiciones patológicas que le impiden realizar el coito y espera que el tratamiento a que se ha sometido le devuelva su perdido vigor. Hacia su final se hace el sueño más impreciso, induciéndonos a sospechar la influencia, ya desde su segunda escena, de un nuevo tema, al que se refiere el comercio del padre, su poco escrupuloso proceder y la vagina representada por la primera fosa todo lo cual nos mueve a suponer una relación con la madre del sujeto.

4. Simbolización de los genitales masculinos por personas y de los femeninos por un paisaje (1911).

(Sueño de una mujer perteneciente a la clase popular, casada con un agente de Policía. Comunicado por B. Dattner.)

«…Alguien se introdujo entonces en la casa y, llena de angustia, llamo a un agente de Policía. Pero éste, de acuerdo con dos ladrones, había entrado en una iglesia, a la que daba acceso una pequeña escalinata. Detrás de la iglesia había una montaña, cubierta en su cima de espeso bosque. El agente de Policía llevaba casco, gola y capote. Su barba era poblada y negra. Los dos vagabundos que tranquilamente le acompañaban llevaban a la cintura unos delantales abiertos en forma de sacos. De la iglesia a la montaña se extendía un camino bordeado de matorrales, que se iban haciendo cada vez más espesos, hasta convertirse en un verdadero bosque al llegar a la cima.»

5. Sueños de castración soñados por sujetos infantiles (1919).

a) Un niño de tres años y cinco meses que ha recibido con visible disgusto la noticia del regreso de su padre, después de una larga ausencia, despierta una mañana muy excitado y repitiendo sin cesar la pregunta: «¿Por qué llevaba papá su cabeza en un plato? Esta noche llevaba papá su cabeza en un plato.»

b) Un estudiante, enfermo hoy de una grave neurosis obsesiva, recuerda que a los seis años tuvo repetidas veces el sueño siguiente: va a la peluquería a cortarse el pelo. De pronto aparece una mujer de alta estatura y severo rostro y le corta la cabeza. En esta mujer reconoce a su madre.

6. Simbolismo urinario (1914): El dibujo reproducido a continuación y titulado Sueño de la niñera francesa procede de una serie de ellos que Ferenczi halló en una revista humorística húngara (Fidibusz) y reconoció como muy apropiado para ilustrar la teoría de los sueños. O. Rank lo ha utilizado ya en su trabajo sobre la acumulación de símbolos en los sueños provocados por un estímulo exterior que acaba por interrumpir nuestro reposo (pág. 99).

Hasta la última viñeta, que muestra el despertar de la niñera a consecuencia de los gritos del niño, no descubrimos que las siete anteriores representan las fases de un sueño. La primera reconoce el estímulo que ha de interrumpir el reposo. El niño siente una necesidad y solicita la ayuda correspondiente. Pero el sueño cambia el lugar de la acción, sustituyendo la alcoba por un paseo. En la segunda viñeta, la sujeto ha arrimado al niño a una columna; el niño orina y ella puede, por tanto, continuar durmiendo. Pero el estímulo despertador no cesa; antes bien, se hace más fuerte; el niño, al ver que no le hacen caso, chilla con más energía. Cuanto mayor es la energía con la que reclama el despertar y la ayuda de la niñera, más seguramente hace ver a ésta su sueño que todo se halla en orden y que no tiene necesidad de interrumpir su reposo, amplificando el símbolo en proporción a la intensidad del estímulo despertador. La líquida corriente que el niño emana se hace cada vez mayor. En la cuarta viñeta navega ya sobre ella un bote; luego, una góndola, un barco velero y, por último, un gran vapor. La lucha entre la imperiosa tenacidad de dormir y el infatigable estímulo despertador queda descrita en el dibujo por el gracioso artista.

7. Un sueño de escaleras (1911).

(Comunicado e interpretado por Otto Rank.)

Al mismo colega que me comunicó el sueño de estímulo dental que más adelante expondremos debo el relato del siguiente sueño de polución, análogamente transparente:

«Corro escaleras abajo detrás de una niña para castigarla por algo que me ha hecho. Al final de la escalera la detiene alguien (¿una persona adulta femenina?). La cojo y no sé si le llego a pegar, pues de repente me encuentro en.mitad de la escalera, donde (como si flotara en el aire) realizo el coito con la muchacha. En realidad no es un coito completo, sino que me limito a frotar mi pene contra sus genitales exteriores, apareciéndoseme con extraordinaria claridad tanto esto como la cabeza de la muchacha, vuelta e inclinada hacia un lado. Mientras tanto, veo colgando a mi izquierda y por encima de mí (también como en el aire) dos cuadritos que representan un paisaje, una casa entre verdes árboles. El más pequeño de tales cuadros muestra en el ángulo inferior, donde el pintor debía haber colocado su firma, mi propio nombre, como si me estuviera dedicado como regalo por mi cumpleaños. De los dos cuadritos cuelga, además; una tarjeta, en la que se lee que hay también cuadros aún más baratos (después me veo muy imprecisamente como acostado en una cama situada en un descansillo de la escalera). Al llegar aquí despierto con una sensación de humedad, provocada por la polución.»

Interpretación. La tarde inmediatamente anterior al sueño había estado el sujeto en una librería y se entretuvo mirando unos cuadros que representaban motivos pictóricos análogos a los de su sueño. Un cuadrito muy pequeño le gustó más que los restantes y se aproximó para ver el nombre del pintor, que le resultó por completo desconocido.

Aquella misma tarde oyó contar de una criada nacida en Bohemia que, hablando de un hijo natural que había tenido, se vanagloriaba de que «se lo habían hecho en la escalera». Extrañado el sujeto ante una circunstancia tan poco corriente, inquirió detalles de la historia y supo que la criada de referencia había ido un día con su novio a casa de sus padres y, no habiendo encontrado ocasión de realizar allí el coito, lo había realizado, a la salida, en medio de la oscura escalera. Modificando entonces el sujeto la frase corrientemente usada para expresar que un vino ha sido falsificado y no procede de los viñedos que su marca indica, dijo en tono humorístico que aquel niño «había nacido en la escalera de la cueva».

Estas conexiones con sucesos diurnos, que aparecen representadas en el sueño, son espontáneamente reproducidas por el sujeto. Pero al mismo tiempo reproduce también, con igual facilidad, un fragmento de un recuerdo infantil que ha sido asimismo utilizado por el sueño. La escalera que éste le muestra es la de la casa en que pasó la mayor parte de su infancia y en la que trabó su primer conocimiento con los problemas sexuales. Uno de sus juegos consistía en dejarse resbalar, con otros niños de su edad, a horcajadas sobre el pasamanos, ejercicio que despertaba en él excitación sexual. En su sueño baja igualmente la escalera con enorme rapidez; tanta, que, como dice al relatarlo, no toca los escalones, sino que bajaba «volando» y «resbalando». Este comienzo del sueño parece representar el factor excitación sexual de dicho suceso infantil. En tales escaleras y en la casa a la que correspondían había el sujeto jugado de niño con sus compañeros a juegos violentos (luchas, guerras, etc.) de encubierto carácter sexual, en los que hubo de hallar una satisfacción de este género, lograda en forma análoga a la del sueño.

Conociendo por las investigaciones de Freud sobre el simbolismo sexual (cf. Zentralblatt f. Ps., A, número 1, página 2) que las escaleras y el subir o bajar por ellas simbolizan casi siempre, en los sueños, el coito, se nos hace este sueño por completo transparente. Su fuerza impulsadora es, como nos lo muestra la polución a que da origen, de naturaleza puramente libidinosa. En el estado de reposo, despierta la excitación sexual (representada en el sueño por el rápido bajar o resbalar por la escalera), cuyo matiz sádico, basado en los juegos violentos del sujeto cuando niño, queda indicado en la persecución y el abuso de la niña. La excitación libidinosa va tomando incremento e impulsa a la acción sexual (representada en el sueño por los actos de apoderarse de la niña y conducirla a la mitad de la escalera). Hasta aquí sería el sueño un puro símbolo sexual, y como tal, nada transparente para los interpretadores poco experimentados. Pero esta satisfacción simbólica que había salvaguardado hasta entonces la tranquilidad del reposo, no basta a la intensísima excitación libidinosa. La excitación conduce al orgasmo, quedando así evidenciado todo el simbolismo de la escalera como una representación del coito. Este sueño parece confirmar, con especial claridad, la opinión freudiana de que el aprovechamiento sexual de dicho simbolismo rítmico de ambos actos, pues el sujeto manifiesta en su relato que el ritmo de su acto sexual con la niña constituyó el elemento más claro y preciso de su sueño.

 

Hemos de hacer todavía una observación sobre los dos cuadros del sueño que, aparte de su significación real, posean, en sentido simbólico, la de «mujeres» (Weibsbild, literalmente «imagen de mujer»), y por extensión corriente, «mujer», cosa que resulta ya del hecho de tratarse de uno grande y otro pequeño, como en el contenido manifiesto, de una mujer (adulta) y una niña («una pequeña»). El que haya también cuadros más baratos conduce al complejo de las prostitutas, como, por otro lado, el nombre de pila del sujeto y la idea de que le han regalado el cuadro por el día de su cumpleaños (Geburtstag, literalmente, «día del nacimiento»), al complejo de los padres (nacido en la escalera, creado en el coito). La imprecisa escena final, en la que el sujeto se ve acostado en una cama situada en el descansillo de la escalera y siente humedad, parece aludir, retrocediendo más allá del onanismo infantil, a períodos más tempranos de la infancia del sujeto y tener, probablemente, como modelo escenas análogamente placenteras en las que quedó mojada la cama.

8. Un sueño de escaleras, modificado (1911).

Hago a un paciente mío, un abstinente gravemente enfermo, cuya fantasía se halla fijada a su madre y que ha soñado varias veces ir subiendo una escalera en su compañía, la advertencia de que una masturbación mesurada le sería probablemente menos perjudicial que su forzada abstinencia. La influencia de este consejo mío provoca el sueño siguiente:

«Su profesor de piano le reprocha que descuide su práctica de dicho instrumento y no ejercite los estudios de Moscheles ni el Gradus ad Parnassum, de Clementi.»

Con referencia a este sueño observa el sujeto que el Gradus es asimismo una escalera y que el teclado lo es también, puesto que contiene una escala. Puede decirse que no hay ningún círculo de representaciones que rehúse la simbolización de hechos sexuales.

9. La sensación de realidad y la representación de la repetición (1919). Un individuo de treinta y cinco años relata un sueño que recuerda perfectamente, no obstante haberlo soñado según cree cuando tenía cuatro años: El notario en cuyo estudio se hallaba depositado el testamento de su padre al que perdió cuando tenía tres años trajo dos hermosas peras, de las cuales le dieron a él una para comer. La otra quedó, sobre el alféizar de la ventana. El sujeto despertó con el convencimiento de la realidad de lo soñado y pidió tenazmente a su madre la otra pera, que estaba sobre el aféizar de la ventana..La madre se echó a reír ante el absurdo convencimiento del niño.

Análisis. El notario era un anciano de carácter jovial, y cree recordar el sujeto que en una ocasión le trajo realmente unas peras. El alféizar de la ventana era tal y como lo vio en su sueño. Con esto terminan sus ocurrencias y asociaciones con respecto al mismo, agregando únicamente que su madre le había relatado, poco tiempo antes, otro sueño, en el que, viendo dos pájaros posados sobre su cabeza, esperaba que se decidirían a emprender de nuevo el vuelo; pero en lugar de hacerlo así, volaba uno de ellos hasta su boca y chupaba de ella con el pico.

La falta de ocurrencia del sujeto nos da el derecho de intentar la interpretación por sustitución de símbolos. Las dos peras pommes ou poires son los pechos de la madre, que le ha amamantado. El alfeizar es la curva saliente del seno, análogamente a los balcones en los sueños que nos presentan cosas. Su sensación de realidad al despertar está justificada, pues la madre le ha amamantado realmente, e incluso mucho más tiempo del acostumbrado, y el niño cree que aún le daría el pecho si se lo pidiera. El sueño puede, pues, traducirse en la forma siguiente: «Mamá, dame (enséñame) otra vez el pecho del que antes mamaba.» El «antes» es representado por el acto de comerse una de las peras, y el «otra vez» por la petición de la otra. La repetición temporal de un acto se convierte siempre, en el sueño, en la multiplicación del número de un objeto.

Es, naturalmente, harto singular que el simbolismo desempeñe ya un papel en el sueño de un niño de cuatro años; pero esta circunstancia, lejos de constituir una excepción, es regla general. Puede decirse que el soñador dispone ya desde un principio del simbolismo.

El siguiente recuerdo, exento de toda influencia, de una señora de veintisiete años, nos muestra cuán tempranamente se sirve el hombre, aun fuera de la vida onírica, de la representación simbólica: no ha cumplido aún los cuatro años. La niñera la lleva al retrete, en unión de su hermano, once meses menor que ella, y de una primita de edad intermedia entre las de ambos, con el fin de que todos ellos hagan sus necesidades antes de salir a paseo. Ella, como la mayor de los tres, se sienta en el retrete, y los otros dos, en orinales. Entonces pregunta a su primita: «¿Tienes tú también un portamonedas? Walter tiene un choricito, y yo un portamonedas.» Respuesta de la primita: «Sí; yo tengo también un portamonedas.»

La niña ha oído toda la conversación y la relata, riéndose, a la madre, tal cual regaña a los niños con gran enfado.

Intercalamos aquí un sueño cuyo precioso simbolismo permitió interpretarlo sin recurrir apenas a la ayuda de la sujeto.

10. Aportación al problema del simbolismo en los sueños de personas sanas (1914).

Una de las objeciones mas frecuentemente expuestas por los adversarios del psicoanálisis y últimamente también por Havelock Ellis es la de que el simbolismo constituye, quizá; un producto de la psiquis neurótica, pero no existe en los individuos normales. Mas la investigación psicoanalítica no conoce diferencias de principio y sí únicamente cuantitativas entre la vida anímica normal y la neurótica, y el análisis de los sueños, en los que sea normal o neurótico el sujeto, actúan del mismo modo los complejos reprimidos, muestran la completa identidad, tanto de los mecanismos como del simbolismo..Puede incluso afirmarse que los sueños de los normales contienen con frecuencia un simbolismo mucho más sencillo, transparente y característico que los de personas neuróticas, en los cuales es mucho más atormentado, oscuro y difícil de interpretar, a causa de la más severa y enérgica actuación de la censura y de la más amplia deformación onírica resultante. El sueño que a continuación comunicamos servirá para ilustrar este hecho. Procede de una muchacha no neurótica, honestísima y de carácter más bien serio y retraído. En el curso de la conversación averiguo que está prometida, pero que hay ciertos obstáculos que se oponen, por el momento, a la celebración de su matrimonio y habrán, seguramente, de retrasarlo. Espontáneamente me relata el sueño que sigue:

I arrange the centre of a table with flowers for a birthday («Arreglo con flores el centro de una mesa para una fiesta de cumpleaños.») A preguntas mías responde que en el sueño se hallaba como en su casa natal (que ahora no posee) y experimenta una sensación de felicidad.

El simbolismo «popular» me permite interpretar para mí el sueño. Trátase de la expresión de sus deseos de novia. La mesa con el centro de flores es un símbolo de la sujeto misma y de los genitales. La sujeto representa realizados sus deseos para el futuro, ocupándose ya con la idea del nacimiento de un hijo ( Geburtstag, «cumpleaños», o literalmente «día del nacimiento»). Por tanto, tiene que haberse celebrado la boda hace ya algún tiempo.

Le hago observar que la expresión the centre of the table es muy poco usual, reconociéndolo ella; pero, naturalmente, no puedo seguir interrogándola de un modo directo. Evité con todo cuidado sugerirle la significación de los símbolos y me limité a preguntarle lo que se le ocurría con respecto a cada uno de los fragmentos del sueño. Su carácter retraído y poco comunicativo cedió el paso, durante el análisis, a un gran interés por la interpretación y a una espontánea franqueza. A mi pregunta de cuáles habían sido las flores de su sueño, respondió primero: Expensive flowers; one has to pay for them. («Flores caras, por las que hay que pagar.») Y luego; que eran lilies of the valley, violets and pinks or carnations («lirios del valle, violetas y claveles»). Supuse que la palabra lirio aparecía en este sueño con su significado popular de símbolo de la castidad, y la sujeto confirmó esta hipótesis asociando a lilie, purity (pureza). Valley, el valle, es un frecuente símbolo onírico femenino, y de este modo, la reunión de ambos símbolos en el nombre de una flor se convierte en un símbolo onírico, destinado a acentuar su preciosa virginidad expensive flowers, one has to pay for them y a expresar la esperanza de que el hombre al que se halla prometida sabrá estimar su valor. La observación expensive flowers, etc., tiene, como más adelante veremos, una distinta significación con respecto a cada uno de los tres símbolos florales.

Sentando una hipótesis que al principio me incliné a juzgar atrevida en exceso, intenté buscar el sentido secreto de las violets, aparentemente tan asexuales, en una relación inconsciente con la palabra francesa viol (violación). Mas, para mi sorpresa, asoció la sujeto la palabra inglesa violate (violar), de idéntico sentido. La gran analogía causal de las palabras violet (violeta) y violate (violar) que sólo se distinguen en la pronunciación por una diferencia de acento en la última sílaba es utilizada por el sueño para expresar, «por medio de la flor», la idea de la violencia de la desfloración (palabra empleada asimismo por el simbolismo de las flores) y quizá también un rasgo masoquista de la.muchacha. Tenemos aquí un interesante ejemplo de los «puentes de palabras» por los que atraviesan los caminos hacia lo inconsciente. El one has to pay for them significa la vida, con lo cual podrá la sujeto pagar el convertirse en mujer y madre.

Con respecto a los pinks (claveles), que la sujeto denomina también carnations, pienso en la relación de esta palabra con lo «carnal». Pero lo que a esta palabra asocia ella es colour (color), añadiendo que su prometido le había regalado con frecuencia y en grandes cantidades tales flores. Al final de la conversación me confiesa de pronto, espontáneamente, no haberme dicho antes la verdad, pues lo que hubo de asociar a carnations no fue colour, sino incarantion (encarnación). Esta palabra es la que yo había esperado que asociase. De todos modos, tampoco puede considerarse muy lejana la asociación colour, pues se halla determinada por la significación de carnation (color de la carne), o sea por el mismo complejo. La insinceridad de la sujeto nos muestra que es en este punto en el que la resistencia era mayor, correlativamente a una mayor transparencia del simbolismo y a una máxima intensidad de la lucha que en torno a este tema fálico se desarrolla entre la libido y la represión. La observación de que su prometido le ha regalado muy frecuentemente tales flores constituye, con la doble significación de carnation, una nueva indicación del sentido fálico de las mismas en el sueño. La ocasión (cumpleaños) en que es hecho el regalo sirve para expresar la idea del regalo sexual y correspondencia al mismo. La sujeto regala su virginidad y espera, en correspondencia, una rica vida de amor. El expensive flowers, one has to pay for them, podría tener también aquí una significación realmente financiera. El simbolismo floral del sueño contiene, pues, el símbolo virginal femenino, el masculino y la relación a la desfloración violenta. Indicaremos de paso que el simbolismo floral sexual, extraordinariamente extendido, simboliza los órganos sexuales humanos con las flores, que son los órganos sexuales de las plantas. El regalarse flores, tan acostumbrado entre los que se aman, tiene, quizá, en general, esta significación inconsciente.

La fiesta de cumpleaños que en sus sueño prepara la sujeto significa el nacimiento de un niño. De este modo se identifica ella con su prometido y la representa preparándola para un nacimiento; esto es, realizando con ella el coito. La idea latente podría, pues, ser ésta: si yo fuera él, no esperaría, sino que desfloraría a la novia sin consultarla, violentándola. A esta idea alude el violate, quedando así de manifiesto el componente sádico de la libido. En un más profundo estrato del sueño, el I arrange, etc., podría tener también una significación autoerótica, o sea infantil.

La sujeto tiene en su sueño un concepto de su cuerpo sólo en sueños posible. Se ve, en efecto, plana como una mesa, y esta circunstancia motiva una mayor acentuación del precioso valor del centre (en otra ocasión lo denomina a center piece of flowers), o sea de su virginidad. La horizontalidad de la mesa pudo también aportar un elemento al símbolo. La gran concentración de este sueño, en el que nada sobra, siendo cada palabra un símbolo, merece especialísima mención.

 

Posteriormente aporta la sujeto un nuevo elemento del sueño: I decorate the flowers with green crinkled paper («Adorno las flores con papel verde rizado»), y añade que este papel era el llamado fancy paper (papel de fantasía), con el que se suelen revestir las macetas ordinarias. Luego prosigue: To hide untidy things;.whatever was be seen, which was not pretty to eye; these is a gap, a little space in the flowers. O sea: «Para ocultar cosas sucias que no son nada agradables a la vista; una hendidura, un pequeño espacio entre las flores.» The paper looks like velvet or moss («El papel parece terciopelo o musgo»). A decorate asocia decorum (decoro), como yo esperaba. Al color verde asocia Hope (esperanza), nueva relación al embarazo. En esta parte del sueño no domina la identificación con el prometido, sino que se imponen ideas de pudor y sinceridad. Se arregla para él y se confiesa sus defectos físicos, de los que se avergüenza y que intenta corregir. Las asociaciones «terciopelo» y «musgo» prueban que se trata de las «crines pubis».

El sueño es una expresión de ideas que apenas conoce el pensamiento despierto de la sujeto. Ideas cuyo tema es el amor sexual y sus órganos. Es «preparada para un día de nacimiento» (cumpleaños), o sea objeto del coito; expresa su temor a la desfloración y, quizá, también el dolor acentuado de placer; se confiesa sus defectos corporales y los compensa y supera por la superestimación del valor de su virginidad. Su pudor excusa la naciente sensualidad, pretendiendo que el objeto de la misma es el niño. Al mismo tiempo quedan también expresadas otras reflexiones materiales, ajenas al sentimiento amoroso. El afecto de este sencillo sueño la sensación de felicidad muestra que han hallado satisfacción en él enérgicos complejos sentimentales.

Ferenczi (1917) ha hecho observar, muy acertadamente con cuánta facilidad dejan adivinar el sentido de los símbolos y el del sueño total casos como este último, en los que el sujeto no puede siquiera sospechar las ideas que constituyen el contenido latente.

El análisis que a continuación exponemos de un sueño de una personalidad histórica contemporánea es incluido aquí por aparecer en él clarísimamente caracterizado como símbolo fálico, merced a la agregación de una determinante, un objeto apropiado ya de por sí para la representación del miembro masculino.

El «infinito alargamiento» de una fusta no puede significar fácilmente cosa distinta de la erección. Este sueño constituye, además, un acabado ejemplo de cómo son representadas por material sexual infantil ideas graves y lejanas de lo sexual.

11. Un sueño de Bismarck. (Doctor Hanns Sachs.) (1919.) 6En sus Pensamientos y recuerdos comunica Bismarck una carta dirigida por él al emperador Guillermo I, con fecha 18 de diciembre de 1881, de la que tomamos el siguiente párrafo:

«Lo que V. M. me escribe me anima a relatarle un sueño que tuve en la primavera de 1863, cuando la gravedad de la situación política había llegado a su punto máximo y no se vislumbraba salida ninguna practicable. Así las cosas, soñé una noche y a la mañana siguiente comuniqué mi sueño a mi mujer y a otras personas que iba a caballo por una angosta senda alpina, bordeada a la derecha por un abismo y a la izquierda por una roca perpendicular. La senda fue haciéndose cada vez más estrecha, hasta el punto de que el caballo se negó a seguir adelante, resultando también imposible, por falta de sitio, dar la vuelta o apearme. En este apuro, golpeé con la fusta que empuñaba en mi mano izquierda la roca vertical y lisa, invocando el nombre de Dios. La fusta se alargó infinitamente, cayó la roca y apareció ante mis ojos un amplio camino, al fondo del cual se extendía un bello paisaje de colinas y bosques, semejante al de Bohemia, por el que avanzaba un ejército prusiano con sus banderas.desplegadas. Al mismo tiempo surgió en mí el pensamiento de cómo podría comunicar rápidamente tal suceso a V. M. Este sueño, del que desperté contento y fortificado, llegó luego a cumplirse.»

La acción que el sueño desarrolla aparece dividida en dos partes. En la primera llega a encontrarse el soñador en un grave aprieto, del que es luego salvado, en la segunda, de un modo milagroso. El apurado trance en que el sueño presenta al jinete y a su montura es una deformación onírica fácilmente reconocible de la crítica situación del hombre de Estado, la cual debió pesar especialmente sobre el ánimo de Bismarck al reflexionar, la tarde anterior al sueño, sobre los graves problemas que la política le planteaba por aquellas fechas. Con la misma imagen utilizada como representación por el sueño, describe Bismarck en el párrafo antes copiado de su carta al emperador («no se vislumbra salida ninguna practicable») su apurada situación, prueba de que dicho giro le era usual. Este sueño nos presenta, además, un acabado ejemplo del «fenómeno funcional» de Silberer. Los procesos que se desarrollan en el ánimo del sujeto, cuyas tentativas de solución tropiezan todas con obstáculos insuperables, pero que no puede ni debe, sin embargo, apartar su espíritu de la reflexión sobre los problemas planteados, quedan exactamente representados por el jinete, que no puede avanzar ni volver atrás. El orgullo que le prohíbe ceder y renunciar a sus proyectos se manifiesta en el sueño por medio de las palabras «imposible dar la vuelta o apearme».

Por su continua y dura labor, puesta constantemente al servicio del bien ajeno, podía Bismarck compararse al caballo, cosa que hizo, en efecto, repetidas veces, por ejemplo, en la conocida frase: «Un buen caballo muere ensillado.» Así explicada, la frase «el caballo se negó a seguir adelante» no significa sino que el sujeto, fatigadísimo, experimentaba la necesidad de apartarse de los cuidados de la actualidad, o, dicho de otro modo, que se hallaba en vías de libertarse de las cadenas del principio de la realidad por medio del reposo y del sueño. La realización de deseos, tan enérgicamente lograda en la segunda parte, queda ya preludiada en la primera con las palabras «senda alpina». Por aquellos días tenía ya Bismarck el proyecto de pasar sus próximas vacaciones en los Alpes en Gastein. El sueño que allí le trasladaba le libertaba, pues, por completo de todos los abrumadores negocios del Estado.

En la segunda parte muestra el sueño doblemente realizados los deseos del sujeto, una vez franca y comprensiblemente, y otra, simultánea, en forma simbólica. Simbólicamente, por la desaparición del obstáculo, en lugar del cual le muestra un amplio camino, o sea la salida buscada, en su forma más cómoda; abiertamente, por la vista del ejército prusiano en marcha. Para el esclarecimiento de esta profética visión no es preciso establecer conexiones místicas; basta con la teoría freudiana de la realización de deseos. Bismarck ansiaba ya, como la mejor solución de los conflictos internos de Prusia, una guerra victoriosa con Austria. Mostrándole al ejército prusiano en marcha a través de Bohemia, o sea del territorio enemigo, le presenta su sueño la realización de tal deseo, conforme al postulado de Freud. Desde el punto de vista individual, la única circunstancia importante es la de que el sujeto del sueño no se contentó en este caso con la realización onírica, sino que supo conquistar la real. Un detalle que ha de llamar necesariamente la atención de todo conocedor de la técnica de interpretación psicoanalítica es el de la fusta que se «alarga infinitamente». La fusta, el bastón, la pica y otros muchos objetos de.este género son corrientes símbolos fálicos. Pero cuando además se atribuye a la fusta la cualidad más singular del falo, esto es, la de dilatarse, no podemos abrigar ya la menor duda. La exageración del fenómeno hasta el «infinito» parece corresponder a una concepción infantil del mismo. El empuñar la fusta es una clara alusión al onanismo referido, naturalmente, no a las circunstancias actuales del sujeto, sino a épocas muy pretéritas de su infancia. Nos resulta en este caso muy valiosa la interpretación hallada por el doctor Stekel de que la izquierda significa en el sueño el delito, o sea en el caso presente, la masturbación infantil practicada contra una expresa prohibición. Entre este más profundo estrato infantil y el más superficial, constituido por el tema de los planes diurnos del hombre de Estado, descubrimos aún otro, intermedio y relacionado con los dos. Todo el proceso de la salvación conseguida con la ayuda de Dios, golpeando la roca, recuerda evidentemente una escena bíblica, aquella en que Moisés salva a su pueblo de la sed haciendo brotar agua de una peña al golpe de su vara. Bismarck, perteneciente a una piadosa familia protestante, familiarizada con los textos bíblicos, tenía que conocer tal escena, y por aquellos días de conflicto podía muy bien compararse con Moisés, pues ha puesto, como él, todas sus energías al servicio de su pueblo y se ve también recompensado con el odio, la ingratitud y la rebelión. Esta circunstancia hubo de facilitar el enlace de sus deseos actuales con el citado pasaje de la Biblia, el cual contiene, por otro lado, algunos detalles muy susceptibles de ser utilizados en la fantasía masturbadora. Contraviniendo el mandato de Dios, empuña Moisés la vara, y esta desobediencia es castigada por el Señor con el anuncio de que morirá sin pisar la tierra de promisión. La desobediencia a la prohibición de empuñar la vara inequívocamente fálica en el sueño, la producción de un líquido por el acto de golpear con ella y la amenaza de muerte: he aquí reunidos todos los factores de la masturbación infantil. Muy interesante es en este caso la elaboración que ha soldado, por medio del pasaje bíblico, tales dos imágenes, heterogéneas, procedente una de ellas de la psiquis del genial hombre de Estado, y la otra de los impulsos de la primitiva alma infantil, logrando, además, borrar todos los factores displacientes. La circunstancia de que el empuñar la vara es un acto prohibido y rebelde queda indicada simbólicamente por el hecho de ser realizado dicho acto con la mano izquierda. Pero en el sueño manifiesto acompaña al mismo la invocación a Dios, como para rechazar lo más ostensiblemente posible toda idea de ilicitud. De las dos predicciones que Dios hace de Moisés, la de que dará vista a la tierra prometida y la de que no llegará a pisarla, queda claramente representada la realización de la primera (vista de un paisaje de colinas y bosques), y, en cambio, la otra, en extremo displaciente, no es siquiera mencionada. El agua ha sido suprimida, sin duda, por la elaboración secundaria, que aspiraba a la unificación de este escena con la precedente y queda sustituida por la disgregación de la roca misma. El final de una fantasía onanista infantil, en la que aparece representado el tema de la prohibición, ha de ser, a nuestro juicio, el deseo de que las personas a cuya autoridad se halla sometido el niño no averigüen nada de lo sucedido. En el sueño se muestra representado este deseo por su contrario, el de comunicarlo en seguida al rey. Pero esta inversión se armoniza perfectamente y sin esfuerzo alguno con la fantasía victoriosa contenida en el estrato más superficial de las ideas latentes y en una parte del contenido manifiesto. Tales sueños de victoria y avasallamiento son con frecuencia encubridores de deseos eróticos de.conquista. Algunos rasgos de éste (por ejemplo, el obstáculo que se opone el avance del sujeto y desaparece después del empleo de la fusta, «que se alarga infinitamente», quedando sustituido por un amplio camino) indicarían algo semejante, pero no son suficientes para concluir la existencia de una orientación ideológica y optativa determinada de todo el sueño. Este nos ofrece, desde luego, un acabado modelo de deformación onírica perfectamente conseguida.