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100 Clásicos de la Literatura

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De esta ciudad, que ya no tiene nada que mentar, vamos a la de Ciangli, que está hacia Mediodía. Y os contaremos sus hechos.

CXXXIV

De la ciudad de Ciangli

Ciangli es una ciudad de Catai, hacia Mediodía. Está a cinco jornadas de Ciangiu; pero este trayecto está cubierto de aldeas, villas y castillos, que pertenecen al Gran Khan, y son tierras fertilísimas. En medio de la ciudad de Ciangli pasa un gran río, que transporta gran cantidad de mercaderías, sedas, especias y otras cosas de gran valor.

Y nos iremos de esta ciudad, para llegar a Tandinfu.

CXXXV

De la ciudad de Tandinfu

A seis jornadas de Ciangli, hacia Mediodía, atravesando villas, fortalezas y castillos de grandes proporciones, llegamos a la ciudad de Tandinfu. Los naturales son idólatras y queman a sus muertos. Pertenecen al Gran Khan y usan papel moneda. Viven de negocios y de industria. Tienen víveres en abundancia.

Tandinfu era la capital de un gran reino; pero el Gran Khan la conquistó y la tomó por las armas, y aunque sufrió rudo cerco es, a pesar de todo, la más noble ciudad de la región. Sus habitantes son riquísimos mercaderes. Hay tanta seda en la comarca, que es maravilla.

La ciudad está cubierta de preciosos jardines, llenos de árboles frutales. De la ciudad de Tandinfu dependen 11 villas imperiales, que están bajo su señorío.

En el año 1272 de la Encarnación del Señor, el Gran Khan envió a esta ciudad y su provincia a un barón llamado Liitan Sangón, y puso a su mando 80.000 hombres a caballo para guardarla. Toda vez que Liitan sentó sus cabales y permaneció un poco de tiempo entre esa gente, le pasó una mala idea por la cabeza y pensó en cometer una gran villanía y traición. Reunió a su Consejo y a los notables de la provincia y les sugirió rebelarse contra el Gran Khan. Y así lo hicieron, y todo el pueblo se sublevó contra el gran señor, y ya no le obedeció. Enterado de esto, envió el Gran Khan a dos de sus barones, que tenían por nombre Anguil y Mongatai, a la cabeza de 100.000 hombres, para combatir al traidor. Liitan sufrió una gran derrota, y fue decapitado, con todos sus secuaces. El Gran Khan hizo luego abrir una encuesta, y a los culpables que habían tomado parte en la sedición les hizo morir de muerte violenta, y a los inocentes les perdonó y vivieron tranquilos, sometidos al gran señor, como buenos vasallos.

Y dejemos a esta ciudad, para adentrarnos hacia Mediodía y hablaros de la ciudad de Singiumato.

CXXXVI

De la noble ciudad de Singiumato

Partiendo de Tandinfu hacia Mediodía y cabalgando tres jornadas por ciudades y castillos hermosos y poblados amenos, en una región industriosa, llegamos a una gran ciudad llamada Singiumato, llena de bellas cosas de arte e industria. Son idólatras y pertenecen al Gran Khan. Usan papel moneda. La ciudad está dividida en dos partes por un gran río, y sus habitantes se han arreglado de modo que en la parte donde las aguas miran a Levante éstos llevan sus mercaderías a Levante, y en la orilla opuesta se dedican al comercio con Poniente. De modo que unos llevan sus productos a Mangi y los otros a Catai, y hay multitud de naves y galeotas que surcan dicho río. No son muy altas de carena, porque así lo pide la corriente. Pero estas flotillas llevan a Mangi y a Catai abundantes cargamentos.

Y cuando regresan, vuelven cargados de otras mercancías, y es maravilla ver todas cosas que se llevan por este río arriba y abajo.

Y nos iremos de Singiumato y os contaremos de otra comarca, hacia Mediodía, y ha de ser la provincia llamada Lingin.

CXXXVII

De la gran ciudad de Lingin

Partiendo de la ciudad de Singiumato se va ocho jornadas hacia Mediodía, encontrando ciudades, aldeas y poblados ricos en comercio e industria. Son idólatras y hacen quemar a sus cadáveres. Pertenecen al Gran Khan. Usan papel moneda. A las ocho jornadas, como os dije, se encuentra una ciudad llamada Lingin y es la capital del reino. Sus habitantes son diestros en guerrear. Hay comercio e industria en abundancia; tienen toda clase de víveres, y se halla también a orillas del río que os nombré más arriba; aquí las naves son mayores que las de la ciudad anterior. Dejemos esta ciudad para ir a otra llamada Pingiu.

CXXXVIII

De la ciudad de Pingiu

Partiendo de Lingin y pasando siempre por numerosas ciudades, villas y castillos, se llega, a las tres jornadas hacia Mediodía, a la ciudad de Pingiu. Los habitantes son de Catai; son idólatras, queman a sus muertos, tienen papel moneda y pertenecen al Gran Khan.

Hay muy rica caza y venado. Tienen cuanto necesitan para la vida en gran abundancia. En la ciudad de Pingiu hay mucha industria de la seda. Esta ciudad se halla en la embocadura de la provincia de Mangi y tiene gran tráfico con ésta, por medio de carretas, en las cuales transportan las mercaderías. Esta ciudad es de gran provecho para el Gran Khan, porque paga enormes tributos. Pero como no hay otra cosa digna de mencionar, nos iremos y os contaremos de otra ciudad situada al Mediodía y que es llamada Cingiu.

CXXXIX

De la ciudad de Cingiu

A dos días después de Pingiu, y siempre por valles fertilísimos y ciudades florecientes, se halla la ciudad de Cingiu, rica en comercio e industria. Sus habitantes son idólatras y hacen quemar sus cadáveres. Su moneda es papel. Son vasallos del Gran Khan. Los campos y llanos son fertilísimos; es un delicioso país, en el que crecen el trigo y otros cereales. Y vamos a otras tierras.

Cuando se aleja uno de la ciudad de Cingiu, se andan tres jornadas al Mediodía por un paisaje cuajado de villas, castillos y alquerías. Son idólatras y sujetos al Gran Khan.

A las tres jornadas se encuentra el río de Caramoran, que nace en tierras del Preste Juan. Es río muy caudaloso y que mide una milla de anchura. Y sabed que es muy profundo, y por él pueden navegar grandes galeras y bajeles. Tiene peces grandes y en cantidad. Por este río navegan 15.000 bajeles, pertenecientes al Gran Khan, para transportar tropas al mar, que se halla a una jornada de distancia. Cada galera tiene de dotación 20 marineros y 15 hombres, con sus caballos y sus víveres. Aquí y allá hay diseminadas ciudades por las orillas de este río; una es llamada Coigangiu; un poco más distante está Caigiu, y sabed que una es gran ciudad y la otra pequeña. Y en adelante, pasando el río, se entra en la gran provincia de Mangi, y os contaré cómo conquistó el Gran Khan a esta provincia de Mangi.

CXL

De cómo conquistó el Gran Khan la provincia de Mangi

El rey de esta provincia era Facfur, grande y poderoso señor, rico en cuantiosos tesoros, tierras y gentes, como los hay pocos en el mundo exceptuando al Gran Khan. Pero no era valiente; las mujeres hacían sus delicias, y era muy bondadoso y caritativo con los pobres. En su provincia sus vasallos no estaban acostumbrados a guerrear, ni había armas ni pertrechos de guerra, porque la provincia de Mangi es un lugar bien fortificado; todas las ciudades están rodeadas de anchurosos fosos, llenos de agua, de modo que no hay ciudad que no tenga una zanja más ancha que un tiro de ballesta y bien profunda que la defiende. De suerte que si los hombres hubiesen sido valientes, jamás la hubieran perdido. Pero como eran cobardes y no estaban acostumbrados a pelear, la perdieron. A todas estas ciudades se llega por un puente.

Y sucedió que el año 1268 de la Encarnación de Cristo, el Gran Khan que reinaba en ese entonces, es decir, Cublai, envió a un barón llamado Baian Cincsan. Baian quiere decir cien ojos. Y al rey de Mangi le habían vaticinado los astrólogos que no perdería su reino más que por medio de un hombre que tuviera cien ojos. Y Baian se vino a Mangi, provisto por el Gran Khan de numerosos hombres de a caballo y a pie. También tenía una flota con hermosísimas naves, que transportaban hombres y caballos y cuanto era menester. Y cuando apareció Baian con toda su gente a la entrada de Mangi, es decir, en la ciudad de Coigangiu (en donde nos hallamos al presente, y de la que hablaremos más tarde), les puso cerco y les intimó a que se rindieran al Gran Khan. Éstos respondieron que no lo harían, y viendo esto Baian, no dijo nada, pasó de largo y se fue a otra ciudad, que tampoco quiso rendirse, y continuó así su marcha. Esto lo hacía porque sabía que el Gran Khan enviaba a retaguardia un poderoso ejército, y así anduvo de villa en villa y de ciudad en ciudad, hasta contar cinco de ellas, sin poderlas tomar y sin que se rindieran; pero a la sexta Baian la cercó y la tomó por la fuerza, y así otra y otra más, hasta llegar a doce, una tras otra, y no quiero extremarme, pero sabed sólo que cuando Baían hubo conquistado todas estas ciudades se fue derecho a la ciudad del reino llamada Quinsai, en donde se hallaban a la sazón el rey y la reina. En cuanto el rey vio a Baian y a su ejército, fue presa de gran terror y se escapó de la ciudad con sus hombres, embarcando sobre un millar de naves, e hizo vela hacia el Océano para refugiarse entre las islas que hay en él. La reina, que se había quedado en la ciudad, por el contrario, hacía cuanto esfuerzo podía por defenderla. Entonces la soberana preguntó por curiosidad cuál era el nombre del ejército que venía en contra de ellos, y le dijeron que Baian, o sea cien ojos. Recordó entonces la profecía del astrólogo, que decía que un hombre así llamado le arrebataría el reino. Y se rindió a Baian, y con la reina se rindieron las demás ciudades, y el resto del reino no opuso más resistencia. Y fue una conquista espléndida, pues en todo el orbe no había un reino que valiera la mitad que aquél.

Y os diré las cosas notables que producía y lo que el rey gastaba del inmenso patrimonio.

 

Cada año hacía dar de comer a 20.000 niños, y os diré por qué. En esta provincia las mujeres pobres que no pueden dar de comer a sus hijos los abandonan al nacer en mitad de la calle. El rey los hacía recoger e inscribir en un registro. Hacía que el escriba apuntara bajo qué constelación y qué signo y planeta había nacido, y los hacía criar en diferentes sitios, teniendo muchas amas a este propósito. Cuando un potentado no tenía hijos, iba a ver al rey y se hacía entregar cuantos niños quisiera, y escogía entre los que más le gustaban. Y en llegando a la edad de casarse, el rey escogía al joven y a la moza que hablan de casarse y les instituía una renta para que pudieran vivir con holgura. Y de esta manera educaba a más de 20.000 jóvenes de ambos sexos. Y más hacía este buen rey: cuando cabalgaba por un camino y encontraba dos buenas casas y entre ellas había una más modesta, preguntaba por qué esta casa era más pequeña y no alcanzaba a las otras, y le contestaban que pertenecía a un pobre hombre que no tenía los medios para hacerla mayor. El rey mandaba entonces que la casita fuera construida tan bella y alta como sus vecinas.

Este buen rey se hacía servir por 1000 damiselas y doncellas. Permitía que los comercios quedaran abiertos toda la noche, y estaban tan bien surtidos como de día. No es posible contar la inmensa riqueza de este reino.

Os conté del rey; ahora debo deciros algo de la reina. La reina fue conducida a presencia del Gran Khan, y cuando el señor la vio le hizo rendir toda clase de honores y servir como a dama de gran calidad. Pero del rey su esposo jamás volvió a oír hablar desde su huida a la isla del Océano, donde murió.

Y por eso dejaremos a la familia real y sus vicisitudes, y volveremos a la provincia de Mangi, a referir sus costumbres y modas. Y las fiestas que tuvieron lugar en lo sucesivo. Y empezaron por la ciudad de Coigangiu.

CXLI

De la ciudad de Coigangiu

Coigangiu es una gran ciudad, noble y rica, que está a orillas de la provincia de Mangi. Los naturales son idólatras y hacen quemar sus cadáveres. Pertenecen desde entonces al Gran Khan. En ella mojan gran cantidad de bajeles, naves y galeras, pues ya sabéis que la atraviesa el río Caramoran. Y afluye a ella gran cantidad de mercancías, pues todas las ciudades las mandan allí para repartirlas luego por el mundo. En ésta se hace la sal, de la cual se benefician lo menos 40 ciudades. El Gran Khan tiene una conspicua renta de esta ciudad, que paga muchas alcabalas entre la sal y los negocios de toda especie que se contratan allí. Y ahora que os he contado de esta ciudad, nos iremos y os contaré de otra llamada Pauchin.

CXLII

De la ciudad de Pauchin

Cuando se abandona Coigangiu, durante una semana se costea un camino que está a la entrada del Mangi; la calzada está hecha de bellísimas piedras, y debajo y por un lado y otro hay agua. No se puede entrar en la provincia más que por esta calzada. Al cabo de un día se encuentra una ciudad llamada Pauchin, que es muy bella y grande. Sus habitantes son idólatras e incineran a sus cadáveres. Son súbditos del Gran Khan y emplean papel moneda. Viven del comercio y la industria. Tienen seda en abundancia, bayetas de seda y oro de todas clases. Víveres, cuantos quieran. Y ya que no queda más que mentar, dejaremos estas provincias y hablaremos de otra llamada Caiu.

CXLIII

De la ciudad de Caiu

Cuando se deja la ciudad de Pauchin, se va hacia el Sudeste, hallando una ciudad llamada Caiu, espaciosa y bella. Son idólatras, tiene papel moneda y pertenecen al Gran Khan. Viven del comercio y la industria. Tienen abundancia de víveres, especialmente pescado y caza. Tres faisanes valen un veneciano de plata.

Nos iremos de esta ciudad y os contaremos de otra llamada Tingiu.

CXLIV

De la ciudad de Tingiu

Sabed que cuando se deja la ciudad de Caiu, a una jornada se encuentran muchas alquerías, campos y bellos paisajes, hasta llegar a la ciudad de Tingiu, que no es muy vasta, pero sí rica en frutos de la tierra. La gente es idólatra, pertenece al Gran Khan y tiene papel moneda. Viven del comercio y la industria y sacan mucho provecho de los negocios que les procuran sus mercaderías. Tienen muchas naves y peces y pájaros a porfía.

A izquierda, hacia Levante, a tres jornadas de distancia está el Océano. Y en toda la costa hasta aquí hay salinas, explotadas por los indígenas. Hay una ciudad en ese lugar que se llama Tingiu, que produce tanta sal como para satisfacer las necesidades de toda ella, y en verdad que el Gran Khan saca buen provecho y sumas tan enormes de tributo, que no podía creerse si no se viera.

Y de aquí volveremos a Tingiu y a otra ciudad llamada Yangiu.

CXLV

De la ciudad de Yangiu

Partiendo de Tingiu, se camina por una región fertilísima, poblada de castillos y granjas en gran cantidad, y se llega a una ciudad populosa, llamada Yangiu. Es tan grande, que bajo su dominio tiene a 27 señoríos. Villas grandes y buenas y de gran comercio. A esta ciudad la gobierna uno de los 12 barones del Gran Khan, porque es la elegida por uno de los 12 sabios. Y micer Marco Polo, el mismo del que trata este libro, la rigió durante tres años. Son todos idólatras y la moneda es la del Gran Khan. Viven del negocio y de la industria. Los talabarteros de la ciudad hacen arneses y equipos para los caballos y hombres de guerra, de las más finas labores y recamados con gran fantasía. Y en la ciudad y sus alrededores viven hombres importantes y magnates. Ya no hay nada digno de mención, y nos iremos a dos grandes provincias, que pertenecen al mismo Mangi. Éstas son hacia Poniente, y como hay muchas cosas que contar de ellas sobre sus usos y costumbres, empezaremos por Nanghin.

CXLVI

De la provincia de Nanghin

Nanghin es una provincia de Poniente, que pertenece a Mangi; es muy noble y rica. Son idólatras. Tienen papel moneda y pertenecen al Gran Khan. Viven del comercio y la industria. Tienen seda en abundancia y tejen el paño de oro y la seda de todas suertes. Hay mucho trigo en sus graneros y muchos víveres, pues es una provincia opulenta. También tienen abundante caza. Queman los cadáveres. Hay muchos leones en el campo. Hay ricos marchantes, que pagan grandes impuestos y, por tanto, contribuyen a aumentar las rentas del gran señor.

Nos iremos, pues ya no hay nada digno que mencionar, y os contaremos de la muy noble ciudad de Saianfu, digna de ser inscrita en este libro por su importancia capital.

CXLVII

De la ciudad de Saianfu

Saianfu es una ciudad admirable, que tiene bajo su señorío a dos grandes ciudades extensas y ricas. Es muy industriosa, y su comercio próspero. Son idólatras y emplean papel moneda. Hacen incinerar a sus muertos y son vasallos del Gran Khan. Fabrican en cantidad el brocatel de oro y de seda y toda suerte de tafetanes. Son ricos en caza y en cuanto conviene a una noble ciudad.

Y os diré que ésta resistió tres años, después de que todo Mangi se hubo entregado. Y eso que la cercó un innumerable ejército del Gran Khan. Pero como éste no podía desplegarse, debiendo tenerse a orillas de un inmenso lago muy profundo, el ejército del Gran Khan no podía cercarla más que por tramontana, y las otras tres partes de la ciudad estaban al amparo del lago y se surtían en él de víveres. Y no hubieran levantado el cerco si no fuera por lo que voy a contaros: Cuando el ejército del Gran Khan le puso el cerco durante tres años, el gran señor entró en mucha cólera, no pudiendo ocuparla en todo este tiempo. Entonces micer Nicolás, micer Mafeo y micer Marco dijeron: «Encontraremos el medio de que se rindan». Y el ejército dijo que esto les llenaba de gozo. Todos estos discursos se cruzaban en presencia del Gran Khan, pues los parlamentarios habían venido a decir al gran señor que no lograban rendir la plaza, porque los sitiados siempre tenían donde aprovisionarse. El gran señor dijo turbado: «Es menester inventar algo para tomar la ciudad». Entonces los dos hermanos y micer Marco, su hijo, replicaron: «Gran señor, tenemos con nosotros en nuestras casas hombres que harán tales máquinas que lanzarán piedras tan gordas, que los de la ciudad no podrán resistir y cederán». El Gran Khan dijo a micer Nicolás y a su hermano que lo vería con agrado; que hicieran esa máquina de guerra lo antes posible. Entonces micer Nicolás y su hermano e hijo, que tenían en su casa a un alemán y a un cristiano nestoriano que sabían hacer ingeniosamente estas cosas, les ordenó que hicieran dos o tres catapultas para lanzar piedras de 300 libras. Y estos dos hombres hicieron tres piezas magníficas. Y cuando estuvieron listas las hizo llevar al ejército que cercaba a Caianfu y no lograba rendirla. Cuando hicieron armar las máquinas de guerra, les pareció a los tártaros la mayor maravilla del mundo. ¿Y qué os diré? Cuando las catapultas se irguieron y empezaron a funcionar lanzando la primera piedra en la ciudad, la primera que llegó alcanzó una casa, aplastándola, y esto suscitó gran tumulto. Y los hombres de la ciudad, que veían esta nueva desventura que se les venía encima, se llenaron de espanto y asombro y no sabían qué hacer, ni decir. Se reunieron en Consejo, no sabiendo qué partido tomar para escapar a este nuevo artificio de guerra. Se dieron todos por muertos si no se rendían, y decidieron capitular. Entonces mandaron un pregón o heraldo para decirle al jefe del ejército que querían rendirse, como lo habían hecho las demás ciudades de la provincia, y ser vasallos del Gran Khan, y el general y el capitán dijeron que así lo deseaban, y recibieron a una delegación de parlamentarios, que los invitaron a entrar en la ciudad. Esto lo consiguieron los tártaros gracias a micer Nicolás, Mafeo y Marco, y no es poco decir, pues sabed que ésta es una de las mejores provincias que posee el Gran Khan y le procuran mayor renta y provecho.

Os he referido de cómo la ciudad se rindió, gracias a las catapultas que hicieron armar micer Nicolás, micer Mafeo y micer Marco. Y dejaremos está materia para tratar de la ciudad llamada Singiu.

CXLVIII

De la ciudad de Singiu

Sabed que cuando se parte de la ciudad de Yangiu y se tuerce hacia Sudeste 15 millas se encuentra una ciudad llamada Singiu; no es muy grande, pero hay en ella muchísimas naves y muchas mercaderías. Los habitantes son idólatras, sometidos al Gran Khan. Tienen papel moneda. Está situada sobre el río mayor del mundo, llamado Cuian. En ciertos puntos es ancho diez millas; en otros, ocho, y en otros, seis, y largo más de cien jornadas. Por este río es por donde surcan las galeras que traen a la ciudad muchas preciadas mercancías y, por consiguiente, tiene el Gran Khan renta y tributos pingües de esta ciudad. Os digo que este río va tan lejos y a tantas partes y pasa por tantas ciudades que por él afluyen las mayores riquezas, y por sus aguas navegan más bájeles que por todos los mares y ríos de la cristiandad. Pues yo doy fe que vi más de 5000 bajeles navegando a la vez por este río. Os podéis imaginar que teniendo esta pequeña ciudad un tal tráfico, ¿qué no serán las demás? Pues este río pasa por más de 16 provincias, y hay en sus orillas 200 ciudades muy grandes, que tienen más naves que éstas en sus aguas.

Estas naves son cubiertas y tienen una sola arboladura o mástil; pero son de mucha cala y pueden llevar hasta 4000 cántaros y hasta 12.000 barricas de pescado, según contamos en nuestro país.

Nos iremos de aquí, pues referimos cuanto hay de notable, y contaremos de otra ciudad llamada Caygiu; pero se me olvidaba mentaros una cosa: sabed que todas las naves, cuya arboladura está llena de cabos de cáñamo, así como las velas, tienen como amarras, con las cuales las sacan a la orilla, unas cañas largas y gruesas, que a veces miden 15 pies, y con esas mismas vuelven a ponerlas a flote en el río. A éstas las cortan por el medio y las atan fuertemente unas a otras, y así consiguen hacerlas largas hasta 300 pies. Y estas cañas son más fuertes que los cabos de cáñamo.

Dejemos esto y volvamos a Caygiu.

CXLIX

En donde se trata de la ciudad de Caygiu

Caygiu es una pequeña ciudad que está situada hacia Sudeste. Los habitantes son idólatras y pertenecen al Gran Khan. Tienen papel moneda. Está también a orillas del río. En esta ciudad se recoge gran cantidad de arroz y de trigo, y desde ella se va navegando a la ciudad de Cambaluc, a la corte del Gran Khan. Y no por mar, sino por el río y un lago. El trigo que llega por esa vía viene principalmente de la corte del Gran Khan, y el Gran Khan ha hecho que esta vía fluvial sea navegable hasta Cambaluc. Hizo dragar y cavar un gran foso muy profundo, de un río a otro y de un lago a otro, y de esta manera es navegable. Sobre él van grandes naves desde Mangi hasta la ciudad de Cambaluc. También se puede ir por tierra, costeando el río, pues no hay una calzada, y así, tanto por tierra como por agua hay medio de llegar. En medio de este río existe una isla, escarpada de rocas, en la cual hay un monasterio de ídolos, en donde están cobijados 200 monjes. Y sabed que este monasterio manda a muchos otros, de modo que es como un arzobispado.

 

Pasemos el río y os contaremos de otra ciudad llamada Cinghianfu.

CL

De la ciudad de Cinghianfu

Cinghianfu es una ciudad del Mangi. Sus gentes son idólatras y súbditos del Gran Khan. Tienen papel moneda. Viven del arte y del comercio. Tienen bastante seda. Tejen rasos y rasetes, paños de oro y sedas de todas clases. Hay mercaderes ricos y de mucha consideración. Hay caza, trigo en cantidades y cuanto necesita para vivir con holgura. Hay dos iglesias de cristianos nestorianos y éstas se alzaron el año 1278 de la Encarnación de Cristo, y os diré cómo se construyeron. En verdad que no hubo nunca ni iglesia ni fieles hasta 1278, época en que fue gobernador del Gran Khan durante tres años Marsarchis, que era cristiano nestoriano y es este Marsarchis quien mandó hacer estas dos iglesias, y desde entonces hubo dos iglesias cristianas allí donde jamás existieron.

Y dejaremos esta materia para tratar de otra gran ciudad llamada Cangiu.

CLI

De la ciudad de Cangiu

Cuando se sale de Cinghianfú hay tres jornadas hacia Sudeste y salen al paso ciudades, castillos, ricos en arte y en industria; son todos idólatras y sirven al Gran Khan. Al cabo de tres jornadas se yergue la noble ciudad de Cangiu. Tienen bastantes sedas y fabrican tela de oro, grodetures, rasos y rasetes, bayetas de seda y damasquino.

Tienen venados y caza menuda y aves en cantidad. No carecen de nada, pues tienen tierra gorda y fecunda.

Os contaré una mala acción que hicieron estas gentes y lo cara que la pagaron. Cuando la provincia de Mangi fue conquistada por los hombres del Gran Khan, y Baian quedó como jefe de la misma, envió una partida de su gente, que eran alainos y cristianos, para cercarla. Y aconteció que los dichos alainos la tomaron y entraron en ella, encontrando muy buen vino, y tanto bebieron, que se emborracharon y se durmieron profundamente.

Cuando los habitantes de la ciudad se percataron de que los que la habían tomado estaban tan ebrios que parecían muertos, los mataron a todos alevosamente y no escapó ni uno solo.

Y enterado Baian, el señor del gran ejército, de que sus hombres habían sido diezmados tan miserablemente, mandó a otro puñado de hombres, que tomaron a saco la ciudad y pasaron por las armas a todos sus habitantes. Y de esta manera, como habéis oído, murieron tantos en esta ciudad.

La dejaremos y os contaremos de una ciudad llamada Sugiu.

CLII

De la ciudad de Sugiu

Sugiu es una hermosa ciudad. Sus habitantes son idólatras y sujetos al Gran Khan. Tienen papel moneda, viven del comercio e industria. Tejen ricas sedas para sus vestimentas. Hay en ella poderosos negociantes. Es tan grande, que mide de circunferencia 40.000 millas. Y el número de sus habitantes no se puede contar. Os digo que si estos hombres fueran guerreros hubieran conquistado el mundo. Pero no son militares, sino ingenios sutiles y vivos mercaderes diestros en todas las artes. Son también dados a la filosofía y a las ciencias y conocen todos los secretos de la Naturaleza. Os digo en verdad que esta ciudad posee más de 6000 puentes de piedra, por los cuales puede pasar una galera o dos. En los arrabales, en la montaña, crece el ruibarbo y el jengibre en gran abundancia, y por un marco veneciano tendréis 40 libras de jengibre fresco, que es exquisito. Sabed que esta ciudad tiene bajo su señoría a 16 ciudades muy grandes e importantes, y su nombre, que es Sugiu, quiere decir en español la tierra, y otra ciudad vecina se llama el cielo, y tienen ese nombre hiperbólico por su gran nobleza. Así que ahora describiremos la otra ciudad llamada el cielo. De Sugiu nos dirigirnos a Vugiu, que dista una jornada de Sugiu. Es hermosa ciudad, muy industriosa y comercial. No hay nada nuevo que mencionar; nos alejaremos de ella y contaremos de otra ciudad llamada Vughin.

Vughin es otra preciosa ciudad. Sus habitantes son idólatras y súbditos del Gran Khan. Usan papel moneda. Hay seda en cantidad y muchas otras materias preciosas que suelen mercar. Son cultos, mercaderes hábiles e industriosos.

Dejemos a esta ciudad y describamos la ciudad de Ciangan. Sabed que esta ciudad es grande y rica. Sus habitantes son idólatras y vasallos del Gran Khan. Emplean también el papel moneda. Viven del comercio y de las artes. Tejen cendales de todas clases y hechuras, y en gran número.

No queda nada que mencionar y os contaremos de otras ciudades, y será la muy noble ciudad de Quinsay, que es la capital del rey de Mangi.

CLIII

En donde se habla de la muy noble ciudad de Quinsay

Partiendo de Ciangan desfilan durante tres días ante nosotros, en un paisaje risueño y fecundo, castillos ciudades y villas ricas y nobles, que viven del comercio y sus artes. Los habitantes son idólatras y pertenecen al Gran Khan. Como los demás del reino, usan papel moneda. Tienen víveres a granel. A las tres jornadas se entra en Quinsay, que quiere decir en español la ciudad del cielo. Y ya que hemos llegado a ella os contaré su magnificencia, pues es, sin mentir, la más noble y bella ciudad del mundo. Y os expondremos sus cualidades tal y como la reina de esta región se las puso por escrito a Baian cuando la conquistó, y Baian a su vez se lo transmitió al Gran Khan para qué respetaran a esta ciudad y no la destruyesen y la echaran a perder. Según el contenido del escrito os lo he de contar, y puedo dar fe de su veracidad según la vi yo mismo, Marco Polo, con mis propios ojos.

Decía el escrito: Que la ciudad de Quinsay tiene cerca de 100 millas de cintura y 12.000 puentes de piedra y mármol, por cuyos arcos pueden pasar la mayoría de las naves y por los menores las embarcaciones de menor importancia. Y nadie se maraville que tenga tantos puentes, pues está toda sobre el agua y rodeada de agua y para transitar en ella se necesitan estos puentes.

Hay 12 ramos de industrias u oficios, uno de cada arte, y éstas tienen sus correspondientes casas y almacenes. De modo que para la venta hay 12.000 casas de éstas y otros 12.000 almacenes. Éstos están regidos por un maestro, que tiene a su cargo 10, 20, 30 y hasta 40 oficiales.

Esta gran actividad es debida a que toda la provincia se surte de esta ciudad y además otras muchas ciudades del reino. Hay muchos ricos mercaderes en ella que hacen muy grandes negocios. Los hombres que rigen estos almacenes son personajes importantes, y ellos y sus mujeres no trabajan manualmente y viven como si fueran reyes. Sus mujeres son muy bellas, transparentes y angelicales. El rey ha establecido que cada cual debe seguir el oficio de su padre y aunque poseyera 100.000 bizancios de oro no podría elegir otro oficio sino el que tuvo su padre.

Y tengo que deciros que hacia Mediodía hay un lago de 300 millas de cintura, rodeado de maravillosos palacios y grandes y espaciosas casas, tan bien construidas, que no podía pedirse mayor proporción ni más riqueza. Éstas pertenecen a los grandes señores y gentiles hombres. Hay también numerosos monasterios y abadías y templos de ídolos. En medio del lago hay dos islas en las cuales hay un palacio espléndido, tan bien adornado que parece el de un emperador. Y cuando quieren celebrar una boda o un banquete, van a ese palacio y celebran sus bodas o ágapes, encontrando los enseres destinados a tal efecto, es decir: vajillas, manteles, jarros, garrafas y escudillas.