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100 Clásicos de la Literatura

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XLIX

De la provincia de Kesimur (Cachimira)

Es una provincia que aún tiene idólatras. También con idioma propio. Se entregan a toda especie de encantamientos, brujerías y artimañas diabólicas. Hacen hablar a los ídolos. Por sus consejas hacen cambiar el tiempo y pueden producir la oscuridad en la atmósfera. Hacen mil cosas por poder de magia o por ciencias ocultas. Son jefes de otras tribus idólatras y les abastecen de ídolos. Desde este país se podría ir al mar de Indias. Los naturales son morenos y delgados: las mujeres, muy bellas y morenas también. Sus alimentos consisten en carne y arroz. Es tierra templada, en donde no hace frío ni calor. Tienen bosques frondosos. Son autónomos, y su rey hace observar la justicia. Hay ermitaños que viven en sus cenobios y observan abstinencia absoluta; son muy castos y no pecan contra su fe. Los tienen por muy santos; viven muchos años, y la abstención de pecar la hacen por amor a sus ídolos. Han construido muchas abadías y monasterios de su religión.

En esta comarca se venden más corales que en ninguna otra parte.

Dejaremos esta provincia y no continuaremos hacia la India. No quiero aún tocar este punto, porque a la vuelta os hablaré de todo lo referente a la India. Por eso retrocedamos a nuestra provincia, hacia Balacian, porque es imposible ir por otra región.

L

Del gran río Balacian (Badakchan)

Dejando a Balacian, se navega doce jornadas entre Levante y sobre un río que es del hermano del señor de Balacian, en cuyas orillas hay muchas casas y castillos. Los hombres son valientes y rezan a Mahoma. Al cabo de las doce jornadas se llega a una provincia, que no tiene mucha extensión, pues se recorre en tres jornadas en todos sentidos, y se llama Vocan. Tienen idioma propio y sus habitantes son de raza guerrera. Tienen por jefe a un señor que llaman None, lo que en español significa conde, pero son vasallos del señor de Balacian. Tienen animales en cantidad, caza y venados de toda especie.

Alejándonos de este lugar, caminamos doce días hacia Nordeste, por sitios montañosos, y llegamos a un lugar que es el más elevado del mundo. Allí hay un valle entre dos montañas, por el cual corre un magnífico río y las mejores praderas de ricos pastizales, pues un animal flaco engorda en diez días. Hay gran abundancia de fieras. Multitud de carneros salvajes, muy grandes, con cuernos hasta de seis palmos y, por lo general, de tres o cuatro. De estas astas hacen los pastores cuencos, en los cuales comen; aquí encierran a sus animales en cercados. Esta meseta se llama de Pamir, y durante doce jornadas no hay ningún poblado, y conviene que los viajeros lleven provisiones. No hay pájaros voladores por la latitud y el frío. El fuego no es tan claro como en otras partes por el frío intenso, y las cosas tardan mucho en cocer.

Dejemos este relato para entreteneros de otras cosas hacia Nordeste y Levante. Al cabo de las doce jornadas conviene cabalgar otras cuarenta más entre Nordeste y Levante por montes, cuestas y valles, vadeando ríos, recorriendo desiertos sin habitaciones ni manera de aprovisionarse, por lo que le conviene al viajero llevar consigo víveres. A esta región la llaman Belor. Los hombres viven a una latitud muy elevada. Son idólatras y muy salvajes; no viven de la caza; son malísimos.

Dejemos esta inhospitalaria región, para contaros de la provincia de Cascar.

LI

Del reino de Cascar (Caschgar)

Cascar fue antaño un reino; ahora pertenece al Gran Khan. Las gentes adoran a Mahoma. Hay muchas poblaciones y castillos, y la más importante ciudad es Cascar. Están también situados entre Nordeste y Levante; crecen muchas plantas de algodón y salen de esta región mercaderes que van por todo el mundo haciendo negocio con esta planta. La población es miserable y pobre, muy sobria en el comer. En este país hay cristianos nestorianos, que tienen su Iglesia y su credo. Los de la provincia hablan un idioma propio. En su totalidad se recorre en cinco jornadas. Dejémosla para tratar de Samarcanda.

LII

De la gran ciudad de Samarcanda

Samarcanda es una grande y noble ciudad. Los habitantes son cristianos y sarracenos, y son vasallos del sobrino del Gran Khan, que, no obstante, no es su amigo, pues varias veces ha probado su enemistad hacia él. Es el verdadero amo. Os contaré un gran milagro que sucedió en esta ciudad.

Hace en verdad poco tiempo que Ciagatai, hermano carnal del Gran Khan, se hizo cristiano. Era señor de esta región y de varias otras comarcas. Cuando los cristianos de la ciudad de Samarcanda se enteraron de que su señor era cristiano, se llenaron de alegría y construyeron en esta ciudad una gran iglesia en honor a San Juan Bautista. Tomaron un bello trozo de piedra que pertenecía a los sarracenos y lo pusieron como pilar a una columna que había en medio de la iglesia y que sostenía la bóveda de la misma. Mas sucedió que Ciagatai dejó de existir, y cuando los sarracenos supieron que había muerto, airados por saber esa piedra en la iglesia cristiana, se dijeron que la arrebatarían a la fuerza. Lo que les era muy fácil, pues sobrepujaban quince veces en número a los cristianos. Entonces las personas principales entre los sarracenos fueron a la iglesia de San Juan, expusieron sus títulos ante los cristianos y les exigieron la devolución del pilar. Los cristianos replicaron que le darían cuanto quisieran, pero les suplicaban les dejasen esa piedra, pues sería gran lástima se la quitaran de la iglesia. Los sarracenos replicaron que no querían ni oro ni tesoro, sino esa piedra a todo trance. El mando y señorío pertenecía a ese sobrino del Gran Khan. Éste ordenó que dentro de dos días fuera devuelta la piedra a los sarracenos. Y cuando esta orden llegó a los cristianos, se encolerizaron y no supieron qué hacer… Pero se produjo el milagro que os voy a contar: Cuando llegó la madrugada del día fijado, la columna que descansaba sobre el pilar, por voluntad de nuestro Señor Jesucristo se apartó del pilar y se elevó en el aire casi a tres palmos de tierra, y así se sostuvo, como si la piedra hubiera estado debajo. Desde aquel día la columna quedó suspendida, y así permanece todavía, lo que por todos fue considerado un gran milagro.

Dejemos esto para contar las particularidades de una provincia llamada Yarcan.

LIII

Aquí trata de la provincia de Yarcan (Yarken)

Yarcan es una provincia que se recorre en cinco jornadas. La población obedece a la ley de Mahoma. Hay algunos cristianos nestorianos. Pertenecen a la jurisdicción del sobrino del Gran Khan, del cual os hablé anteriormente. Viven en la abundancia, pero no hay nada notable que contar; por eso pasamos de largo y os hablaremos de Cotan (Khotan).

LIV

De la provincia de Cotan (Khotan)

Cotan es una provincia entre Levante y Nordeste, larga diez jornadas. Pertenece al Gran Khan. Los habitantes adoran a Mahoma. Hay numerosos castillos y ciudades, y la más noble entre ellas, cabeza del reino, se llama Cotan. Hay abundancia de productos, algodoneros en cantidad; tienen propiedades, viñas y jardines. Viven del comercio y la industria. No son guerreros.

De aquí salimos para Pem, otra provincia de la cual os hablaremos.

LV

De la provincia de Pem

Pem es una provincia que se recorre en cinco jornadas entre Levante y Nordeste; los habitantes adoran a Mahoma y son vasallos del Gran Khan. Es rica en ciudades y castillos, y la capital del reino se llama Pem. Hay un río en ella, cuyas aguas llevan el diaspro y la calcedonia. Hay abundancia de productos. El algodón crece por doquier. Viven del comercio y de la industria. Tienen una costumbre singular: cuando una mujer tiene un marido que se separa de ella para ir de viaje por más de veinte días, tiene derecho a escoger otro marido. Así es la costumbre.

Esta provincia de Cascar pertenece hasta ahora a la Gran Turquía. Dejemos éstos para contaros de la provincia de Ciarcian.

LVI

Aquí empieza el relato de la provincia de Ciarcian

Ciarcian es una provincia de la Gran Turquía, entre Nordeste y Levante. Los habitantes adoran a Mahoma. Posee numerosas ciudades y castillos, y la más hermosa de entre ellas es la capital, llamada Ciarcian.

Hay un río que lleva en sus aguas el diaspro y la calcedonia, que se vende en Catá, y produce mucha riqueza, porque lo hay en cantidad y es excelente. Toda esta provincia es arenosa, y de Cotan a Pem hay dunas de arena, así como en el mismo Pem. Hay aguas estancadas y amargas, pero también las hay potables y dulces. Cuando llega un ejército enemigo, se refugian con sus mujeres e hijos y caballerías entre las dunas durante dos o tres días, en donde saben que hay agua y podrán subsistir. Nadie puede descubrir su paradero, porque el viento borra los rastros por donde han pasado, como si jamás hubiera habido una pisada humana por esos parajes. De esta forma escapan al enemigo. Y si sucediera que un ejército pasara por ahí y que fuera un ejército amigo, esconden a los animales, pues no quieren que los cojan y coman, pues los guerreros no suelen pagar lo que toman.

Desde Ciarcian hay cinco jornadas de marcha entre las dunas, donde hay aguas fétidas y amargas. No hay nada digno de mención, por lo demás, en esta provincia. Al cabo de cinco días se encuentra una ciudad al extremo del desierto, donde es menester que los hombres se aprovisionen de víveres para poderle pasar.

Prosigamos el relato y dejemos esto.

LVII

De la ciudad de Lop

Lop es una gran ciudad a orillas del gran desierto llamado de Lop, entre Levante y Nordeste. Esta ciudad pertenece al Gran Khan. Los habitantes adoran a Mahoma. Los que desean pasar el desierto descansan en ésta durante una semana para refrescarse y aliviar la carga de sus cabalgaduras. Al cabo de la semana se abastecen de víveres para un mes y dejan la ciudad para entrar en el desierto.

 

Éste es tan inmenso, que en un año no se llega a recorrerlo en toda su extensión.

En donde es más estrecho hay que emplear un mes en la travesía. Está lleno de dunas, montañas y valle No hay nada que comer en él. Al cabo de un día y una noche de marcha se encuentra, sin embargo, agua, de sabor algo agrio, pero que puede apagar la sed a unos 50 o 100 hombres, con sus caballerías. Sólo en otros dos sitios se encuentra agua amarga; las otras son buenas, y hay hasta 28 abrevaderos. No hay fauna ni pájaro alguno, porque no encuentran qué comer.

Pero oiréis de él una maravilla que os contaré: Si cabalgando de noche por ese desierto alguien se aleja de la caravana y se queda distante de sus compañeros para dormir o para otra necesidad, al querer alcanzarlos oye voces que le hablan como si fueran sus compañeros de viaje, y que le llaman hasta por su nombre. Esto les hace perderse más y más, de forma que se extravían por completo. De este modo perecieron y se perdieron muchos viajeros. Hasta durante el día oís las voces de esos espíritus y os parece oír instrumentos extraños, así como tambores.

Así se pasa el desierto con grandes fatigas. Dejémosle, pues os he contado sus particularidades, y os mencionaré la provincia que se encuentra en este desierto.

LVIII

De la provincia de Tangut

Después de tres días de marcha en el desierto ya nombrado, se encuentra una ciudad llamada Saciú, que pertenece al Gran Khan; la provincia se llama Tangut. En ella son todos idólatras. Hay, sin embargo, algunos cristianos nestorianos. También hay sarracenos. Los idólatras tienen un lenguaje propio. No viven del comercio, sino de la agricultura. Hay muchas abadías y monasterios llenos de ídolos de muchas clases, a los cuales sacrifican y por los que sienten gran reverencia. En cuanto a un hombre le nace un hijo, engordan un carnero para ofrecérselo al ídolo. Al cabo del año, en el día de la fiesta del ídolo, el que ha criado el cordero se lo lleva en gran pompa con sus hijos al templo. Luego le cuecen, le llevan ante el dios con gran respeto y le dejan ahí hasta hacer sus oraciones, para que el ídolo proteja a su niño, pues creen que los ídolos comen la sustancia de la carne. Después de esto cogen la carne, se la llevan a su casa en triunfo y convidan a parientes y amigos a comerla con gran alboroto, y cuando han comido la carne guardan cuidadosamente los huesos en un armario, en lugar seguro, porque fueron tocados por el ídolo.

Los idólatras de todo el mundo se hacen incinerar cuando fallecen y les llevan después de muertos al sitio en donde han de ser quemados. En un lugar indicado hacen sus parientes una casita de madera, que cubren de seda y telas de oro, y cuando el difunto está depositado en este túmulo la concurrencia le trae vinos y viandas. Lo hacen esto porque pretenden que así le han de recibir en el otro mundo. También cuando el cadáver llega al sitio donde tiene que ser quemado, sus parientes y allegados hacen cortar en papel formas humanas, caballos, monedas grandes como bizancios, y otros simulacros, que hacen quemar junto con el cuerpo del difunto, y pretenden que en el otro mundo el muerto tendrá tantos carneros, esclavos, animales y objetos como los que queman en efigie de cartón.

Cuando llevan el cuerpo a incinerar tañen cuantos instrumentos tienen y hacen música a su alrededor.

Otrosí; cuando estos idólatras mueren, los deudos llaman a los astrólogos, les dicen la fecha del nacimiento, el mes, el día y la hora, y según eso los astrólogos adivinan, por arte diabólico, cuál es la fecha en que han de quemar el cuerpo. Y así permanece el cadáver en su casa una semana, un mes y hasta seis meses sin quemar, pues jamás le incinerarían sin que el adivino les advirtiera que era llegada la hora. Mientras tanto queda el cuerpo depositado en la casa del modo siguiente: hacen una caja con gruesos tablones de un palmo bien calzado, ponen en ella el cuerpo del difunto y le cubren de lienzos empapados en alcanfor y otras materias aromáticas, de forma que el cuerpo no despida mal olor.

Los parientes del difunto, tantos días como guardan el cuerpo en su casa, tantos como le hacen participar de las comidas, poniendo el ataúd cerca de la mesa, dándole de comer como si estuviera vivo. Este simulacro dura un rato, porque pretenden que el alma coma de estos alimentos. Algunas veces el astrólogo les dice que no conviene que el muerto salga por la puerta, y la hacen cegar con una plancha, sacándole por otra puerta o a veces abriendo un boquete en la pared.

Todos los idólatras tienen estas mismas costumbres.

Dejaremos esta materia para tratar de otras ciudades que están allende en el desierto.

LIX

En donde se menciona la provincia de Camul (Khamil)

Camul es una provincia que fue antaño un reino con ciudades y castillos numerosos; su capital se llama Camul igualmente. La provincia está enclavada en el desierto; de un lado hay el gran desierto y de otro uno más pequeño, que se recorre en tres jornadas. Los indígenas son idólatras y tienen idioma propio; viven de fruta, pues la hay en abundancia, alimento que ellos venden también a los viajeros que pisan por allí. Son hombres de carácter alegre, que no saben más que cantar, tocar toda clase de instrumentos y darse a las delicias del cuerpo. Son hospitalarios, y si un extranjero viene a hospedarse en su casa, están encantados, ordenando a sus mujeres que hagan la voluntad del huésped. Ellos se van de la casa a ocuparse de sus asuntos, no regresando en dos o tres días. El forastero queda solo en casa de la mujer y hace lo que le parece; se acuesta con ella como si fuera su mujer propia, y ellos lo toman esto a mucha honra. Todos los de esta ciudad son burlados por sus mujeres, pero no se ofuscan por eso. Las mujeres suelen ser hermosas y muy alegres.

Y aconteció que en tiempos de Mongu Khan, señor de los tártaros, le fue referido que la gente de Camul permitía a sus mujeres cometer adulterio con los forasteros. Y Mongu les prohibió, so gran pena, de no albergar más a extranjeros en su casa. Cuando esto oyeron los de la población se indignaron. Se reunieron todos en consejo y decidieron lo siguiente: llevar a Mongu un gran presente, pidiéndole que les dejara usar de sus mujeres como bien les parecía, según la costumbre de sus antepasados, que les mandaban dejar a los extranjeros disfrutar de sus mujeres y de sus bienes. Que los ídolos veían este proceder con complacencia y con eso se multiplicaban sus haberes en vez de menguar. Cuando Mongu Khan oyó estas razones, dijo: «Puesto que queréis vuestra vergüenza y vituperio, tenedlos». Y consintió que hicieran su voluntad y mantuvieran sus costumbres, como lo hacen hasta nuestros días.

Dejemos Camul y vamos hacia tramontana, a una provincia perteneciente al Gran Khan.

LX

En donde se habla de la Provincia de Gkingkintalas

Gkingkintalas es una provincia que está más hacia Poniente cerca del desierto, a una distancia de dieciséis jornadas. Pertenece al Gran Khan; hay en ella castillos y ciudades y tres clases de religiones: los cristianos nestorianos, los que adoran a Mahoma y los idólatras.

En el confín de esta provincia hay hacia Poniente una montaña en la cual se encuentran filones de acero y ónix.

También de la misma se saca el mineral que sirve para hacer la salamandra (el amianto). Y sabed que la salamandra no es un animal como se dice, sino lo que os voy a explicar. Es cierto que ningún animal puede vivir en el fuego, porque su naturaleza está compuesta por los cuatro elementos. Como la gente no sabía lo que era una salamandra, decían que era un animal, pero no es así. Tenía un compañero de viaje cuyo nombre era Curficar, un turco muy sabio que vivió tres años con el gran Khan para explotar la salamandra, el ónix, el acero y otras cosas. El Gran Khan le había encargado de gobernar durante tres años esta provincia, para ocuparse de la salamandra, y mi compañero me explicó el hecho y le vi con mis propios ojos. Cuando se taladra la montaña se saca un mineral que, una vez desmenuzado, se mantiene unido por filamentos como la lana. Por eso cuando se tritura este mineral se deja secar, luego se machaca en grandes morteros de cobre, luego se lava bien y se seca y quedan esas hebras de las cuales os hablo. Luego ese hilo que se parece a la lana se hila y con él se hacen hermosas telas. Estas telas no son, empero, muy blancas. Más las ponen en el fuego y las dejan allí algún tiempo y se vuelven blancas como la nieve. Es menester, sin embargo, que esta tela de salamandra no tenga costura alguna, ni roto, para poderla meter en el fuego y que se vuelva blanca. Ésta es la verdad; la salamandra y todo lo demás son cuentos y fábulas. Os diré además que en Roma hay un gran lienzo que el Gran Khan envió al Papa como presente para poner en él el sudario de nuestro Señor Jesucristo.

Dejemos esta provincia y os contaré de otra entre Levante y Nordeste.

LXI

De la provincia de Succu

Alejándonos de esta provincia por el espacio de diez jornadas entre Levante y Nordeste no se encuentra poblado alguno. Nada hay digno de mención; al cabo de estas diez jornadas nos encontramos con una provincia llamada Succu, en la cual hay numerosas ciudades y castillos, y la capital tiene por nombre Succu. Hay en ellas cristianos e idólatras; son vasallos del Gran Khan. La provincia a la cual pertenece ésta, y que mencioné más arriba, se llama Tangut. Por las montañas que la cubren se recoge el ruibarbo en cantidad. Allí lo adquieren los mercaderes para llevarlo a vender por el mundo. Los indígenas viven de la agricultura. Dejando estos lugares, os hablaremos de una ciudad llamada Campiciú.

LXII

De la ciudad de Campiciú

Campiciú es una ciudad que se halla en Tangut. Sus habitantes son idólatras y algunos de entre ellos adoran a Mahoma. Hay también cristianos que tienen tres grandes y hermosas iglesias. Los idólatras también tienen sus templos y rezan según sus ritos. Poseen una cantidad de ídolos; los hay enormes, los unos de madera, los otros de piedra o de barro, todos cubiertos de oro y muy bien labrados. El ídolo gigante está en medio de varios otros pequeños que parecen rendirle pleitesía. Y ya que os hablo de los ídolos, voy a contaros más pormenores sobre ellos.

Sabed que el clero regular de los idólatras vive más honestamente que las demás gentes. Evitan la lujuria, aunque no la tienen por gran pecado. Pero si un hombre yace con una mujer contra natura, lo condenan a muerte. Tienen un almanaque para contar las lunas y los meses como nosotros. Hay una época del lunario en la cual los idólatras no matan a los animales ni a los pájaros durante cinco días, ni comen de una res que haya sido sacrificada durante esos días, y viven durante ellos más honestamente que los demás días. Tienen derecho a tener treinta mujeres, más o menos, según la proporción de su matrimonio y puedan mantenerlas. Los hombres dan a sus mujeres para su manutención ganado, esclavos y dinero según sus medios. Por lo general tienen a la primera mujer por la mejor. Si ven que una de sus mujeres no tiene buena conducta o deja de gustarle, pueden, repudiarla y hacer según su albedrío. Se casan con sus primas y también con las viudas de sus padres. No tienen en cuenta ciertos pecados graves para nosotros, porque viven como los animales.

Hagamos punto y os contaremos otros hechos hacia Poniente. Micer Nicolás, micer Mafeo y micer Marco vivieron un año en esta ciudad por un hecho que es inútil mencionar. Y prosigamos a sesenta jornadas hacia Poniente.

LXIII

De la ciudad de Eçina

Partiendo de Campiciú, se cabalgan doce jornadas hasta llegar a una ciudad llamada Eçina, que está limitando con el desierto de arena hacia tramontana y pertenece a la provincia de Tangut. Los indígenas son idólatras. Tienen ganado caballar y lanar. Se crían excelentes halcones laneros, alfaneques o negris. Viven de la agricultura y no se dedican al comercio.

En esta ciudad hay que abastecerse para cuarenta días, pues en dejándola se atraviesa un desierto hacía Poniente durante cuarenta días, donde no hay ni habitaciones, ni ventas, ni rastros humanos, más que en verano en los valles y montañas. Se encuentran, sin embargo, a menudo burros salvajes y animales extraños. Hay también bosques de pinos. Después de cuarenta días por este desierto se llega a una provincia hacia Poniente, y oiréis cuál.

 

LXIV

De la ciudad de Caracoron

Caracoron es una ciudad que tiene tres millas de circunferencia. Es la primera plaza fuerte que los tártaros arrebataron al enemigo al salir de su patrimonio. Os contaré las gestas de los tártaros de cómo conquistaron al mundo y cómo realizaron su expansión. Los tártaros vivían hacia Poniente en los alrededores de Ciorcia; en esta región había una gran llanura pelada, sin habitaciones ni ciudades ni fortalezas: pero los pastos eran excelentes, los ríos caudalosos. No tenían señor, pero es lo cierto que pagaban un tributo a un señor que en su idioma llamaban Khan, lo que en español significa el gran señor. Y fue éste el Preste Juan, del cual hablan todos en el gran Imperio. Los tártaros le daban una renta de diez cabezas de ganado, y adivino que se multiplicaron, y cuando esto vio el Preste Juan, decidió dividirlos en varias regiones. Envió a ellas para regentarlos a sus barones. Y cuando los tártaros oyeron lo que hacía con ellos el Preste Juan, montaron en cólera. Emigraron entonces todos juntos y fueron hacia el desierto de tramontana, adonde el Preste Juan no podía ni alcanzarles ni perjudicarles. Se declararon en rebelión, no pagaron ya sus alcabalas y así quedaron por algún tiempo.

LXV

De cómo Gengis fue el primer Khan de los tártaros

Y sucedió que en el año de 1187 de la Encarnación de Jesucristo los tártaros eligieron como rey a un hombre que en su lengua se llamaba Gengis Khan. Era hombre de gran valor, de buen sentido y valiente como el que más. Y cuando le eligieron rey, todos los tártaros del mundo que se hallaban desparramados en países extranjeros se llegaron a él y le aclamaron como gran señor. Y Gengis Khan mantenía su autoridad franca y llanamente. Los tártaros acudieron numerosísimos, y cuando Gengis Khan vio que había tal multitud, se calzó las espuelas, se armó de arco y coraza y fue a la conquista de otras partes del reino. Y conquistaron ocho jornadas de tierra. Pero como con los vencidos usaba de clemencia y no les hacía daño alguno, se sumaban a sus huestes y proseguían la conquista de otros pueblos. De esta manera conquistaron la multitud de pueblos que habéis oído mencionar, y las gentes, viendo el buen gobierno de este señor y su bondad, se sometían voluntariamente a él. Cuando tuvo como súbditos a tanta multitud de gentes capaces de cubrir la tierra entera, dijo que quería conquistar la mayor parte del mundo. Entonces envió emisarios al Preste Juan, y esto fue en el año 1200 del nacimiento de Cristo. Y le propuso de tomar por esposa a su hija. Cuando el Preste Juan oyó que Gengis Khan le pedía la mano de su hija: «¿Cómo no tiene vergüenza Gengis Khan de pedirme a mi hija por mujer? ¿No sabe él, por si acaso, que es mi siervo y vasallo? Volved a él y decidle que antes quemaría a mi hija que dársela por esposa. Decidle también que le condeno a muerte por traidor y desleal a su señor». Luego instó a los embajadores que se fueran y no volvieran a reaparecer más en su presencia. Partieron los emisarios a toda prisa y no pararon hasta hallarse en presencia de su señor, contándole cuanto les había dicho el Preste Juan, sin omitir palabra.

LXVI

De cómo Gengis Khan arma su gente para ir contra el Preste Juan

Y cuando Gengis Khan oyó las palabras violentas que Juan pronunciara contra él, le pareció que de rabia iba a estallársele el corazón dentro del pecho, pues os repito que era un gran señor. Y habló enfurecido a los que le rodeaban, diciendo que todo lo abandonaría, su dominio y señoría, si no le hiciera pagar bien caro al Preste Juan la afrenta que le había hecho, y que pronto le demostraría si era o no su siervo. Y reuniendo a su gente, juntó el mayor ejército que nunca se viera, con todos los armamentos temibles de que disponía, e hizo saber al Preste Juan que iba en contra suya con todas sus fuerzas y que se preparara a defenderse. Cuando el Preste Juan supo que venía contra él con todas sus huestes, dijo con aire socarrón que aquello no era nada, que no eran guerreros y que no había por qué temerles; sin embargo, se preparó con un esfuerzo supremo, no queriendo morir de muerte infame, e hizo convocar a todas las gentes de países extranjeros. Así reunió a un numeroso ejército. Y de este modo se preparaban de una parte y otra. Y Gengis Khan desplegó sus fuerzas en una gran llanura llamada Tangut, que pertenecía al Preste Juan. Y allí sentó sus reales. Y eran sus hombres en tan gran número que no podían contarse. Allí supo con regocijo que el Preste Juan venía a su encuentro y se holgó de que fuera en esta bella y ancha llanura donde podía librar una gran batalla; ya le tardaba en luchar cuerpo a cuerpo con él. Y dejemos a Gengis Khan y sus huestes y volvamos al Preste Juan.

LXVII

De cómo el Preste Juan, con sus gentes, fue al encuentro de Gengis Khan

Y cuentan que cuando el Preste Juan supo que Gengis Khan venía a su encuentro con toda su gente, caminaron tanto hasta llegar a la llanura de Tangut y asentaron el campamento a la vera del de Gengis Khan, a 20 millas de distancia. Cada ejército descansó para estar dispuesto el día de la batalla.

Y así, prontos a la lucha, esperaban los dos ejércitos. Un día Gengis Khan hizo venir a su presencia a sus astrónomos, el uno cristiano y el otro sarraceno, y les hizo decir cuál sería el vencedor en la contienda. Los astrólogos consultaron los signos de las estrellas. El astrólogo sarraceno no supo decirle la verdad, pero el cristiano fue más feliz y se la enseñó abiertamente. Cogió una caña, que partió en dos pedazos iguales, y las puso de un lado y otro sin que nadie las tocara. La una llevaba una inscripción con el nombre de Gengis Khan y la otra con el del Preste Juan. Y dijo a Gengis Khan: «Señor, mirad esta caña que lleva vuestro nombre, así como la otra del Preste Juan; cuando hayamos hecho nuestras invocaciones de las dos, la que venza es la que indicará el que gane la batalla». Gengis Khan dijo que ansiaba ver el resultado, y apresuraron la experiencia lo antes posible. Los astrólogos tomaron el salterio y leyeron ciertos salmos e hicieron sus invocaciones. Entonces la caña de Gengis Khan, sin que nadie la tocara, se puso encima de la del Preste Juan. Y cuantos presenciaron el hecho esto vieron. Y al verlo, Gengis Khan no cabía de gozo y alegría. Y como tenía a los cristianos por hombres honrados, les colmó de honores y les tuvo la mayor consideración como caballeros honestos y veraces.

LXVIII

De la gran batalla entre el Preste Juan y Gengis Khan

Después de dos días, las dos partidas se armaron y batieron duramente. Y fue la batalla más grande y encarnizada que jamás vio el género humano. Y hubo grandes bajas de una parte y otra, mas al fin venció Gengis Khan la batalla y en ella pereció el Preste Juan y fue desposeído, y Gengis Khan continuó sus conquistas. Después de la victoria reinó seis años Gengis Khan y se apoderó de castillos, ciudades y provincias. Mas al cabo de seis años fue a un castillo llamado Coagin y fue herido por una flecha en la rodilla, de cuyas resultas murió. Y fue esto una gran desventura, porque era sabio y valiente.

Os he contado de cómo los tártaros eligieron a su primer gran señor, de cómo vencieron al Preste Juan. Ahora os contaré de sus usos y costumbres.

LXIX

Relato de los Khanes que reinaron después de Gengis Khan

Después de Gengis Khan reinó Cui-Khan; el tercero, Batui-Khan; el cuarto, Ocati-Khan; el quinto, Mongu Khan; el sexto, Cublai-Khan, que es el más grande y poderoso de todos ellos, pues todos juntos no tuvieron tan gran poder como este Cublai, y aun más que todos los emperadores cristianos, moros y sarracenos no podrán tener ni tendrán tanto poder como Cublai. Y os lo demostraré en este libro.