El juego infantil y su metodologia. SSC322_3

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4. La función del educador

La función del educador en Educación Infantil está dirigida hacia la planificación de actividades lúdicas para potenciar el desarrollo de todos los ámbitos del niño.

La principal herramienta didáctica que posee el educador es la de la metodología basada en la actividad lúdica. Este tiene que organizar situaciones donde el juego sea variado y enriquecedor, utilizando la diversidad existente de juegos psicomotrices, juegos simbólicos, juegos cooperativos, juegos tradicionales y juegos multiculturales, bien sea en grupo o individualmente, utilizando material didáctico o sin material.

El educador debe intentar que el juego sea placentero y divertido y tener presente que es más importante que el niño asimile los procesos de aprendizaje, tanto explícitos como implícitos, que el resultado final.

La actitud del educador debe provocar en los niños una conducta de libertad, de independencia y autonomía, además de potenciar la creatividad para que los niños inventen y elaboren sus propios juegos y juguetes.

Para que la intervención del educador tenga la máxima eficacia, este debe tener presente los siguientes aspectos:

1 Debe elaborar los contenidos y las estrategias a partir del momento evolutivo en el que se encuentra el niño. Los contenidos adaptados a la etapa evolutiva guiarán la planificación, favoreciendo así el aprendizaje significativo.

2 El grado de dificultad que se exige en los juegos debe ser el idóneo, y el educador debe estar seguro de ello. Se han de proponer a los niños actividades complejas, pero superables, ya que si fueran demasiado difíciles lo frustrarían, y si fuesen demasiado fáciles provocarían la falta de atención de los alumnos. El juego, como metodología, permite la utilización del sistema ensayo-error, ya que el educador guiará las respuestas y acciones del niño cuando se equivoque para no provocar en este un sentimiento de fracaso.

3 Para que el niño viva las actividades como un juego, el educador debe presentárselas de forma atractiva. Una buena planificación de las actividades ha de partir de situaciones reales y del entorno cercano al niño. Los recursos deben ser variados y el ambiente debe favorecer los estímulos pero sin excederse, ya que provocaría falta de seguridad y dispersión. El educador debe estar informado sobre la variedad existente de juegos y juguetes, para utilizar el más adecuado según los aprendizajes y estrategias que se quieran desarrollar. Para que se produzca una intervención educativa efectiva, esta dependerá de que la elección y puesta en práctica de los juegos y juguetes sea la adecuada.

4 Cuando el educador conoce las necesidades educativas de los niños, es capaz de personalizar la ayuda para conseguir su aprendizaje. Mediante la observación se conoce a los niños y es posible ofrecerles actividades lúdicas que respondan a sus necesidades respetando su ritmo y tiempo de aprendizaje. El autoritarismo no es positivo para el desarrollo del juego. Una actitud relajada será más eficaz para que los niños mejoren y perfecciones sus habilidades, con el fin de ir desarrollando la autonomía del pequeño.

5 El educador ha de favorecer un ambiente donde los niños interaccionen mediante las actividades lúdicas. Debe planificar los recursos didácticos para facilitar el aprendizaje entre iguales mediante las actividades grupales. Utilizando, sobre todo, el refuerzo verbal, debe estimular a los niños para que se desenvuelvan solos lo máximo posible, fomentando así su independencia del adulto.

6 A lo largo de la educación infantil, el niño debe aprender a aprender y, para ello, el educador debe favorecer el aprendizaje significativo. La mayoría de los contenidos que deben aprender son de carácter procedimental, y estos requieren unas actividades secuenciadas y su puesta en práctica a través de la observación, experimentación, manipulación, etc.

Por tanto, el papel del educador dentro del contexto de pedagogía lúdica, es el de figura organizadora de ambiente de enseñanza-aprendizaje. Debe prestar atención tanto a la organización espacial del aula y del centro, como a la selección y distribución de los recursos.

En los centros, donde el juego es una premisa principal para el aprendizaje, se debe tener en cuenta que los espacios sean estimulantes, acondicionados al niño, libres para actuar en ellos, etc. Por otro lado, se les ofrece a los niños tiempo para jugar y, además, los juguetes y materiales seleccionados responden a las necesidades, intereses, y ritmos de desarrollo de los niños.


“El juego es la más alta forma de desarrollo en la niñez, porque es en sí mismo la más libre expresión de lo que habita en el alma del niño”. Friedrich Froebel (1782-1852).


Sabía que...

Los educadores y educadoras deben provocar en los niños y niñas estímulos que favorezcan la seguridad de estos.

El papel del educador es el de garantizar estas condiciones para que el juego se lleve a cabo. Por ejemplo, en los juegos motores o simbólicos, el educador proporcionará a los niños experiencias positivas que les ayuden a crecer como personas. En los juegos de construcción, ayudará a superar las dificultades motrices y de orientación. En los juegos de regla, el educador debe explicar las normas del juego. En los juegos al aire libre debe fomentar la transmisión oral.

5. La evaluación en el juego

Como hemos visto anteriormente, el juego es el principal medio de intervención en la educación infantil. A través de este, se ponen de manifiesto los progresos, dificultades y limitaciones del niño. Por todo esto, la actividad lúdica es la experiencia más adecuada para llevar a práctica la evaluación.

La evaluación nos informa sobre si se han cumplido los objetivos previstos y sobre la calidad y la adecuación de la intervención realizada.

La técnica más adecuada para la recogida de estos datos durante la actividad lúdica será la observación.

Esta observación permite al educador obtener información de las características de los pequeños y de los diferentes elementos de la intervención educativa.

A partir de la información obtenida de la observación de las actividades lúdicas, el educador reflexiona sobre el grado de acierto de su intervención o de la necesidad de adaptar algún elemento didáctico utilizado. De esta forma, el educador realiza una auto-evaluación de su trabajo educativo.

A lo largo de la actividad lúdica, el educador realizará la observación directa y sistemática de las conductas y situaciones de los niños. Todo ello será analizado y servirá para evaluar la efectividad o no de la práctica educativa y guiará las decisiones que se tomen al respecto.

La evaluación irá en función de las características personales de cada niño, es decir, el educador prestará más o menos ayuda dependiendo de las necesidades de los niños. El educador debe ir conociendo el avance del niño para readaptar las actividades a las necesidades de estos y así conseguir el grado de aprendizaje que se pretende.

Es necesario saber lo que ocurre en la intervención educativa en cada momento. Por esto, la evaluación será global, continua y formativa. Global en cuanto deberá referirse al conjunto de capacidades expresadas en los objetivos generales de la etapa, adecuados al contexto sociocultural del centro y a las características propias del alumnado. Tendrá un carácter continuo al ser un proceso en el que el tutor o tutora recoge, de modo continuo, información sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje. Y asimismo, tendrá un carácter formativo, al proporcionar una información constante que permitirá mejorar tanto los procesos como los resultados de la intervención educativa.

Además de estas características, dependiendo del momento en el que se lleve a cabo la evaluación, esta se hará de forma inicial, continua y final.

1 La evaluación inicial se llevará a cabo al comienzo de la fase educativa y de cada aprendizaje.

2 La evaluación continua se llevará a cabo diariamente en cada una de las actividades lúdicas y a lo largo de todos los procesos de enseñanzaaprendizaje.

3 La evaluación final se realiza al final de la fase de aprendizaje y nos informa de los progresos del niño, de su grado de aprendizaje y de sus dificultades.

Para concluir este apartado, indicamos la necesidad de realizar por parte del educador una autoevaluación de su práctica educativa. Esta información servirá como reflexión y análisis del educador mediante la valoración de:

1 Si los diferentes elementos de la intervención educativa (programación, actividades, recursos,...) han sido adecuados para lograr los objetivos propuestos.

2 Si el alumno ha alcanzado los objetivos didácticos o si, por el contrario, es necesario una adaptación de la intervención realizada.


Evaluación inicialEvaluación continuaEvaluación formativa
Qué evaluarEl conocimiento que tiene del nuevo aprendizaje.La progresión de los distintos aprendizajes.El grado de aprendizaje de los contenidos propuestos.
Cuándo evaluarAl comienzo de la actividad.Durante la actividad.Al terminar la actividad.
Cómo evaluarObservación directa.Observación directa.Observación directa.

6. Resumen

Todo juego conlleva aprendizajes y, en el centro escolar, el docente es quien plantea las actividades lúdicas para que los niños construyan aprendizajes escolares. Sí, el educador es el que debe dirigir los juegos para dar el sentido educativo a la actividad lúdica.

 

Dada la importancia del juego, ha sido tratado en prácticamente todas las leyes de educación que han salido en los últimos años.

La función del educador en Educación Infantil estará dirigida hacia la planificación de actividades lúdicas para potenciar el desarrollo de todos los ámbitos del niño.

El educador realizará la observación directa y sistemática de las conductas y situaciones de los niños a lo largo de la actividad lúdica. Todo ello será analizado y servirá para evaluar la efectividad o no de la práctica educativa y guiará las decisiones que se tomen al respecto. Dependiendo del momento en el que se lleve a cabo la evaluación, esta se hará de forma inicial, continua y final.

Además, es necesario que el educador practique una autoevaluación con el fin de tratar de corregir posibles errores metodológicos.


Ejercicios de repaso y autoevaluación

1. Una de las principales finalidades de la educación infantil es...

1 ... ayudar al niño en el juego, para que se divierta.

2 ... ofrecer al niño experiencias y actividades lúdicas.

3 ... motivar al niño para que le guste la escuela.

4 ... ofrecer al niño el material necesario para el juego.

2. ¿Qué aspecto, para que la intervención del educador tenga la máxima eficacia, es falso?

1 Partir del momento evolutivo.

2 El grado de dificultad que se exige en los juegos.

3 La contextualización de los contenidos.

4 El niño debe aprender a aprender.

3. La evaluación continua se lleva a cabo...

1 ... al comienzo de la fase educativa y de cada aprendizaje.

2 ... en cada trimestre.

3 ... diariamente en cada una de las actividades lúdicas.

4 ... al final del aprendizaje.

4. Completa.

Para llevar a cabo una ________ _________ satisfactoria, el _______ tendrá en cuenta los factores de componente _______ y componente_________.

5. Completa.

El educador/a debe intentar que el juego sea __________ y _________.

Unidad Didáctica 5

Relación con la evolución infantil

1. Introducción

Juego y trabajo, desde el punto de vista de las leyes de la evolución humana, son fenómenos con una estrecha interdependencia. El comportamiento del niño en el juego nos informa sobre la manera en la que se integrará más tarde a la vida. La única distinción entre el juego del niño y el trabajo del adulto es que el trabajo se basa en la utilidad que de este exige el mundo externo, y el juego nace de impulsos y sin necesidad de defender la utilidad de esta actividad frente al mundo.

La misma tranquilidad que el niño manifiesta en el juego, cuando sea adulto, se observará en su trabajo. En el juego, el niño imita lo que vive y experimenta a través del mundo de los adultos, aprende a andar y a hablar por imitación. Así pues, es importante que los adultos realicen las actividades ante los niños de forma que despierten los impulsos que necesitan.

2. El juego y la evolución infantil

Aproximadamente hasta los siete años, el juego constituye para los niños su manera de aprender. Así pues, la enseñanza intelectual es inadecuada y prematura en esta etapa.

En la mayoría de los casos, los padres adoptan una manera de instruir que corresponde a su propio estado de conciencia adulta, ya que les resulta más cómodo, pero es necesario que los adultos aprendan a jugar de nuevo. Así el niño, que actúa por imitación, si ve jugar a los padres, jugará también y podrá adquirir facultades más fácilmente. En este sentido, se debe tener en cuenta el carácter formativo de aspectos tales como las buenas costumbres, la moralidad y la fantasía, que deben inculcarse dentro del juego.

Los primeros siete años de la vida del niño se distinguen por tres periodos de juego. Estos periodos se caracterizan por una conquista del mundo mediante el juego activo. Esta actividad le ofrece multitud de sensaciones, impresiones sensoriales, observaciones prácticas y, de ahí, representaciones, experiencias y conocimientos. Este aprendizaje es universal y se revela al adulto mediante la observación.

Una característica importante de estos primeros años de vida del niño es su entrega total al mundo que le rodea. Esto se manifiesta principalmente en su gran capacidad de imitación y en el hecho de que los sentimientos infantiles, ahora más que nunca, están relacionados con los sucesos y objetos de su alrededor.

Por todo esto, es fácil comprender la importancia de las impresiones que el niño tiene del contacto directo con las personas que le rodean.


Los niños deben unir las experiencias libremente sin ser reforzados.

Teniendo en cuenta la importancia del juego en la etapa de infantil, por ser una actividad vital e imprescindible para el desarrollo de las capacidades básicas del niño, será necesario explicar cómo evolucionan niños y juegos, y cuáles son las características de cada juego a lo largo de los distintos estadios que definen la etapa infantil.

La mayoría de los autores está de acuerdo en la teoría de Piaget. Por esto, se utilizará como base para la clasificación de juego.

Los tipos de juego que analizaremos serán los siguientes:

1 El juego funcional.

2 El juego simbólico.

3 El juego de reglas.

4 El juego de construcción.


Los juegos deben ser siempre acordes al desarrollo evolutivo del niño/a.

Relacionando los estadios evolutivos con los diferentes tipos de juego, recordaremos la siguiente clasificación:

1 Estadio sensorio-motor (de 0 a 2 años). El juego funcional es característico de esta edad.

2 Estadio preoperacional (de 2 a 6 años). El juego simbólico es característico de esta edad, el juego funcional continúa en este periodo.

3 Estadio de operaciones concretas (de 7 a 12 años). Este periodo no está dentro de la etapa de Educación Infantil, pero es necesario hablar de él para completar el conocimiento de otros juegos como el de regla.

De manera análoga, se tratará el juego de construcción, el cual estará presente en todas las edades.

3. Estadio sensorio-motor: el juego funcional

El juego funcional, según Jean Piaget, es la actividad lúdica por excelencia del estadio sensorio-motor. En este estadio, el niño actuará mediante actos reflejos, a través de acciones repetitivas para obtener placer, ejercitando sus esquemas mentales centrando estos en la repetición de un resultado interesante que le produzca placer, presentando los primeros rasgos de intencionalidad, egocéntricamente, y construirá imágenes mentales de la actividad lúdica para crear medios que le permitan alcanzar una solución.

En este periodo (sensorio-motor de 0 a 2 años), el juego funcional en el niño se desarrollará a través de las acciones del niño y dependiendo de sus capacidades y limitaciones.

La actividad lúdica se presenta en el niño a través de una conducta principalmente motora, sin representación interna de los acontecimientos externos. Dado que el niño no piensa en conceptos, usará sus sentidos y sus capacidades motrices para jugar.

También se debe tener en cuenta el juego de construcción, que aparecerá a partir de los primeros 12 meses de vida, para permanecer en todos los estadios que trataremos.

Subestadio I: Reflejos (0-1 mes)

Desde que nace, se observan en el niño los actos reflejos. El recién nacido aprende a llamar la atención con rapidez.

Los papás y las mamás son las primeras personas con las que el niño inicia su actividad lúdica. Este actúa de forma innata, sin intencionalidad. Así, dado que el juego se caracteriza por ser intencional, es muy difícil observar juego en este subestadio.

Subestadio II: Reacción circular primaria (1-4 meses)

Aunque todavía no se puede considerar que el niño tenga intención de jugar, en este subestadio es evidente que el niño emite respuestas a los estímulos que le hacen sentir placer.

Todavía el niño no es capaz de dominar las manos para coger las cosas, así que se distrae observando los rostros que hay a su alrededor, los sonidos que escucha, etc.

En estas edades, para el niño, cualquier objeto es parte de él mismo. Si pierde el contacto con él, dejará de interesarle. Su propio cuerpo es un objeto de juego, principalmente las manos (las abre y las cierra, entrelaza los dedos, mira las manos, las junta, las separa...). Por otro lado, las personas que están a su alrededor también hacen la función de juguete, la forma de moverse y los tonos de voz hacen que el niño preste más o menos atención según tenga una sensación agradable o no.

El niño comienza a mantener los sonajeros, los muñecos..., y los mira con atención, comienza a repetir conductas por puro placer, es decir, se lame los dedos y, si ha tenido una sensación agradable, lo volverá a repetir.

Subestadio III: Reacciones circulares secundarias (4-8 meses)

Las primeras manifestaciones de actividad lúdica en este periodo, seguirán centradas en el logro y repetición de un resultado interesante, que le produzca placer. El tiempo de juego estará relacionado con la satisfacción que encuentre el niño al realizar la actividad.

En este periodo, es capaz de llevarse objetos a la boca, acercárselos y mantener la mirada fija sobre algo que le interese. Descubre los pies y los utiliza para jugar con ellos.

El niño demuestra alegría jugando con las personas que conoce, por ejemplo, cuando la mamá le hace una carantoña y el niño responde sonriendo.


El primer juguete del bebé es su cuerpo.

Cuando el niño pierde de vista un objeto (juguete), este deja de existir para él, el niño debe visualizar sus actos y los objetos, para diferenciarlos como algo externo a él. El niño, además, reconoce un objeto viendo parte de este.

En este periodo, el niño necesita tener objetos a su alcance, no solo su cuerpo. El bebé necesita utilizar sus manos para el desarrollo de la actividad lúdica. Debe obtener placer de su juego y esto lo conseguirá sobre todo con acciones manipulativas como, tocar, chupar, gritar, etc... El niño explora y vive sus experiencias a través de los sentidos.

En este periodo, además de utilizar como juguete su propio cuerpo y el de las personas de su entorno, sería conveniente que pudiera utilizar bolas de plástico de colores, llaves de plástico, anillos mordedores, peluches..., todo esto sería bueno colocarlo en una manta y a su alcance.


Sabía que...

Sobre los seis o siete meses el niño es capaz de distinguir entre sus seres conocidos y otros no conocidos.