Masculinidades, familias y comunidades afectivas

Tekst
0
Recenzje
Przeczytaj fragment
Oznacz jako przeczytane
Czcionka:Mniejsze АаWiększe Aa

En la expresión de los sentimientos, pareciera ser que la rabia es de los pocos canales o puertas para contactarse con la experiencia y tramitar las tensiones o molestias que surgen, permitiéndosele a los hombres actuar con rabia y resolver desde ahí. Un aspecto a considerar es la condición contradictoria respecto a esta; por un lado, se establece cierta permisividad y, a la vez, se instala una suerte de censura social que la cataloga como emoción “negativa” que conduce a desarrollar un control sobre esta vivencia. Situación que lleva a que las rabias se acumulen en el cuerpo como una especie de olla de presión donde se van depositando las molestias. Este mecanismo aleja de la conciencia la posibilidad de entender la rabia, de entender lo que las origina y luego poder expresarlas sin conflicto.

A veces también uno se estalla y acumula y acumula y acumula y llegó un día después que yo salí… (silencio y respiración tipo suspiro), no le pegué, porque realmente no le pegué, después de ahí más nunca le pegué, sí le alcé la mano una vez pero fue que lancé una broma y ella, eso, fue cuando me puso preso y que le pegué con una broma y que le salió un hematoma (E7: 23 años, TSU, trabajando).

Vemos la rabia como una reacción inherente al carácter y a la forma de ser del sujeto, lo cual conduce a establecer una relación tensa y marcada por la incapacidad de contenerse ante las diferentes situaciones del día a día, a pesar de reconocer que en muchos de los casos se trataba de una “tontería” que no ameritaba tales las respuestas.

Soy muy fuerte de carácter. Hay cosas pequeñitas que yo sé que tienen solución y las pongo grandes y las veo difícil, aunque al final del camino me doy cuenta que lo que está sonando lo solucioné y todo bien, pero a veces no me contengo, me molesto (H8: 25 años, profesional, trabajando).

Una aproximación para entender la conexión directa con la rabia como emoción central se encuentra en la concepción del hombre como poseedor inmanente de la razón, en contraposición de lo femenino como soporte de lo subjetivo–emocional, relación que conecta con la concepción de lo femenino ligado con la histeria, es decir, a la trama patológica que ubica en la mujer un comportamiento inherentemente biológico y carente de control racional por estar dominadas por el libre fluir de las emociones. Tal condición conlleva a asumir una disposición en lo social y en la conformación de las relaciones donde el hombre, al asociarse y atribuirse tener la razón, procedería con la verdad y, por ende, no puede equivocarse debido a que tal situación se asocia con demostrar debilidad o vulnerabilidad.

Siento que es natural, normal, equivocarse no, y yo cuando me equivoco siempre creo que tengo la razón, ahí es donde tengo el problema. Yo tengo que reconocer a veces que estoy equivocado, y entonces, este… eso de alguna manera me molesta, entonces recurro a la violencia. Conscientemente sé que la violencia es arma de los que no tienen la razón (E3: 22 años, bachiller, trabajando).

LA IMPOTENCIA POR NO RESOLVER

La disposición masculina a enfrentar las dificultades se posiciona en los esquemas de conducta y de respuestas como una suerte de imperativo, que en muchas ocasiones los conduce a no poder encontrar una opción o salida diferente que no sea la rabia. Lo masculino se circunscribe en un orden rígido de respuestas al entorno, marcado por ser un sujeto de acción, en tanto se conduce por un sentido práctico de pensarse y hacer en lo cotidiano, basado en demostrar qué se tiene o posee; se actúa y se responde. Puede distinguirse un mecanismo habitual utilizado por ciertos hombres, caracterizado por no permitirse experimentar emociones cuando están o transitan por el malestar, debido a la presencia inmanente de pensamientos, los cuáles en su mayoría deambulan entre el por qué sucedió, los quizás y qué hacer, condenándolo a deambular en un torbellino.

Significa mucho en el sentido de que me arrepiento, me pongo a pensar, pienso demasiado que no debí haberlo hecho que ¿por qué lo hice?, que yo creo que eso es la salida, no es la forma, no debió haber sido, que quizás hubiera tomado otro tipo de acción y hubiese sido mejor, e igualito hubiese dado resultado, entonces es eso, implica eso, sentirme mal, sentirme mal. (E4: 26 años, bachiller, cesante).

El hombre, perseguido por el pensamiento que invade con una cantidad de cosas, posibilidades, nociones, ideas, búsqueda de soluciones, en general cree en el deber de tener todas las soluciones.

A veces nosotros durábamos hasta dos tres o cuatro días en que ni nos hablábamos. Y yo pensaba cualquier cantidad de cosas y de hecho pensaba cómo hablarle, cómo tratar de solucionar el problema, uno piensa y medita un poco y trata de solucionar el problema (E2: 22 años, TSU, trabajando).

Junto al deber y la exigencia personal de tener que solucionar las cosas, hallamos su correlato directo que es no fracasar, experiencia que es vivida como una pérdida y, por ende, como señal de no haber sido capaz de cumplir y responder.

La tristeza puede venir porque me dejó la jevita, y fue una vaina muy loca y fue como la sensación de fracaso, como esa sensación de tristeza que sientes que estás mal porque todo se acabó, y pensaba cómo me voy a enamorar, cómo voy a sentir esas vainas y sentí una gran vergüenza que me haya dejado esa jevita, y que después ande diciendo que yo no sirvo (H3: 22 años, bachiller, trabajador).

En estos testimonios vemos cómo mostrarse y presentar una imagen positiva ante el mundo es un aspecto compartido en varios relatos. Se expresa la frustración de no presentar una imagen como persona formada y preparada, mediante la evasión de las emociones que colocan en entredicho esa figura. También puede ubicarse en la estabilidad económica la manera de atenuar las emociones fuertes y en la evasión de lo que ocurre, y no es del agrado personal tomar distancia alejándose de lo que genera malestar.

Si yo estuviera estable monetariamente no hubiera botado tanto dinero, hubiera establecido mi broma, no hubiera sido tan cabeza loca tampoco. Me hubiera ido y me voy, y yo no le paro porque yo soy así, “ojos que no ven corazón que no siente”, claro que me iba a doler cuando me entere de cosas, bueno, pero si no la estoy viendo por qué me va a doler (E8: 25 años, profesional, trabajando).

Las emociones que emergen comienzan a mermar la identidad masculina, siendo su presencia una señal inequívoca de la pérdida del statu quo, conminando al hombre a no desfallecer, y los recursos más utilizados son la evasión, la minimización y la racionalización, situándose ante esta irrupción desde la convicción de que un hombre no puede echarse a morir, hay que levantar cabeza, salir adelante y hay que ser guapos asociados con la valentía, el que responde ante las adversidades, el que sabe y genera respeto, el que todos quieren llegar a ser.

Todos quieren y deben ser alegres y guapos, y yo como varón tengo que ser guapo y alegre y ese es el prototipo, el modelo al que debo acercarme. Hay que ser guapo no solo de belleza sino el valiente y que las jevas se derritan por uno (H1: 22 años, estudiante de licenciatura, trabajando).

EL ESPACIO DONDE SE CUELAN LAS EMOCIONES TUTELADAS

Sucede que me canso de ser hombre.

PAbLO NERUDA, “WALKING AROUND”.

Se aprecia cómo las emociones son inherentes a la vida, al vivir y al sentir, por lo que están presentes en cada instante, fluyen como torrentes, que pueden ser conducidos por diques que, en ocasiones, operan como canalizaciones donde circulan armónicamente: un espacio íntimo, el uso del alcohol para ahogar las penas, la música como una red simbólica para procesar las emociones.

Verga, mano, me voy para mi cuarto, o de repente una que otra curdita por ahí, una vaina así, de repente cuando estoy triste me pongo a escuchar música. Tuve la oportunidad de alejarme de mi noviecita de tanto tiempo y llegué y me fui triste y andaba triste de sentimiento, de tristeza, que tú dices que cónchale chamo, qué bola ese sentimiento de querer llorar, de querer votar lágrimas, esa es la misma emoción de la tristeza ¿o no? (H5: 22 años, estudiante de licenciatura, trabajando esporádico).

La música, en especial la salsa y la balada, son géneros que tienen gran aceptación y valoración en los jóvenes. Escuchar salsa erótica acompañado de un trago de ron representa para muchos hombres el único espacio para mostrar sensibilidad, para expresar amor y sentimientos, que son coartados cuando se comparte en grupo.

Ese tipo de salsa son canciones que a uno le llegan al corazón, de sentimiento. Escucho canciones como de perro, como de maltripear una mujer… pero me gustan más las de sentimiento, como enamorar a una mujer, le hablo en el oído, le canto esas canciones para atraparla. Canciones como “Me fascina esa mujer”, que dice “me fascina esa mujer, esa mirada, esa manera de amarme” (E3: 22, bachiller, trabajando).

Escucha la lírica de esa canción, mira, ve cómo te toca el alma, yo cuando ando en despecho me encierro en mi cuarto y la pongo a todo volumen (E7: 23 años, TSU, trabajando).

Son muchas las experiencias cotidianas que conectan directamente a los hombres con las emociones y una muy significativa es el ejercicio de la paternidad, que hoy ya no se ejercería solamente desde la expresión de una figura de autoridad distante y fría; más bien podemos encontrarnos con despliegues de afectos y de expresiones mucho más libres y diversas.

El otro día tuve un problema con mi hija, ella me dijo que yo no la quería porque varias veces le había dicho que era una cualquiera igual que su madre, y bueno, a lo que me dijo eso me desarmó y le pedí perdón, que nunca más lo iba a hacer y que eso lo hice sin pensar y que no era verdad y en esa época estaba muy equivocado, le pedí un abrazo y ella no quería y lloraba, la menor estaba ahí al ladito también llorando y se acercó y me abrazó y luego se acercó la mayor. Allí estuvimos un rato abrazados y llorando (H10: 27 años, TSU, trabajando).

 

En la mayoría de relatos es posible apreciar cómo es necesaria la presencia de un estímulo externo para conectarse con la sensación inspiradora de las emociones, al recurrir a grandes sucesos para reconocerlas y permitir que se expresen en la cotidianidad; esta realidad nos muestra una suerte de analfabetismo emocional que deviene desconexión cultural en la que están inmersos los hombres.

Para poder conectarme con las emociones, pensando en ellas como aquello que te inspira, necesito sentir algo trascendente y en los últimos años eso ha ocurrido en pocas ocasiones, con el nacimiento de mi hija, la guerra en Irak (H6: 23 años, estudiando licenciatura, sin trabajo).

A MODO DE CONCLUSIÓN

La contribución central de esta investigación radica en mostrar cómo el campo de las emociones continúa siendo un tabú y un escenario obviado y evitado por las masculinidades, condicionadas y limitadas por la necesidad de demostrar constantemente la seguridad y el poder, asociados con el control y el manejo de las emociones.

El miedo y el dolor a la pérdida de la imagen de sí conecta a los hombres con los aspectos incómodos y desestabilizadores de su aparente tranquilidad, que se asocia con la sensación de seguridad y control del entorno. Cada relato nos sitúa ante la necesidad que atraviesa a cada hombre, desde sus masculinidades, de tener que luchar para mantener el statu quo, considerado como un espacio libre de contrariedades y no necesariamente de dificultades, las cuales significarían un aliciente para el crecimiento; en cambio, las contrariedades son señal de pérdida asociada con la incapacidad para manejar los asuntos cotidianos, quedando en evidencia un hombre frágil y vulnerable que no sería capaz de alcanzar la tranquilidad.

Un aspecto fundamental de la construcción de las masculinidades es asumirse como hombres con carácter, y es la rabia la que prevalece como emoción ante cualquier situación de malestar, expresada con el golpe, la descalificación, cargando sus cuerpos de ira; repertorio de conductas que resultan inflexibles y rígidas. También se observan las formas de negociación o gestión de esta emoción, que en cierta medida se basa en la acumulación e intento de controlar las sensaciones incómodas, proceder de modo introspectivo y evitar exteriorizar sus sentimientos.

El hombre intenta responder a las asignaciones establecidas por la masculinidad hegemónica, como dicta la norma, pero aquellas están en movimiento y en negociación con diferentes situaciones como el tiempo, el contexto, la historia de la relación, la función paterna, entre otras sujetas a modificación, a medida que la mujer se posicione en diferentes espacios y asuma otras responsabilidades.

El hecho de profundizar en las vidas cotidianas de diez hombres nos permitió constatar cómo las vivencias de las emociones responden a condiciones multifactoriales que delimitan las formas de pensar, sentir y actuar, adhiriéndose a una estructura y una imagen de sí, al ser producidas y reproducidas en un contexto cultural, social e histórico particular donde, como sostiene Butler (2002), no proceden como un acto único sino como un acto performativo “que no puede ser entendido fuera de un proceso de iterabilidad, una regulada y limitada repetición de normas […] esa iterabilidad implica que el performance no es un acto, o evento, singular, sino una producción ritualizada” (p.95). En este escenario reducido de movimientos el hombre desplegará su imagen de sí y sus esfuerzos irán orientados a mantener indemne su figura y así proteger su lugar en el mundo de lo público, como aquel que debe ser seguro de sí.

REFERENCIAS

Bonino, L. (2004). Obstáculos y resistencias masculinas al comportamiento igualitario. Una mirada provisoria a lo intra e intersubjetivo. Actes Séminare International Les Hommes en changements: les resistances masculines aux changements dans une perspective d´égalite. Université de Toulouse–Le Mirail, 177–180.

Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.

Bourdieu, P. (2010). El sentido práctico. Buenos Aires: Siglo XXI.

Butler, J. (2002). Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”. Buenos Aires: Paidós.

Butler J. (2007). El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.

Dussel, E. (2007). Para una erótica latinoamericana. Salamanca: Sígueme /El Perro y La Rana.

Foucault, M. (1987). Historia de la sexualidad 3: la inquietud de sí. México: Siglo XXI

Fuller, N. (1995). En torno a la polaridad marianismo–machismo. En L.G. Arango, M. León & M. Viveros (Comps.), Género e Identidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino. Santa Fe de Bogotá: Tercer Mundo /Uniandes / UN / Facultad de Ciencias Humanas.

Gutmann, M. (1998). Ser hombre de verdad en la Ciudad de México. Ni machista ni mandilón. En T. Valdés & J. Olavarría (Comps.), Masculinidad y equidad de género en América Latina. Santiago de Chile: FLACSO.

Heritier, F. (2007). Masculino / Femenino II. Buenos Aires: FCE.

Kimmel, M. (1997). Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina. En T. Valdés & J. Olavarría. (Eds.), Masculinidad/es. Poder y crisis. Santiago de Chile: Ediciones de las Mujeres, 24, Isis Internacional/FLACSO.

Leverenz, D. (1986). Manhood, humillation and public life: Somestories. Southwest Review, 71(4), 442–462.

Monsiváis, C. (2004). Comentario/ Crónica de aspectos, aspersiones, cambios, arquetipos y estereotipos de la masculinidad. En Desacatos, 2004 (otoño–invierno). Recuperado el 23 de julio de 2014, de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13901606 ISSN 1405-9274.

Salas, J. M. & Campos, A. (2001). La masculinidad en el nuevo milenio. Conferencia inaugural del Primer Encuentro Centroamericano de Masculinidades. Recuperado de http://www.sexologia.com/

Seidler, V. (2006). Masculinidades, culturas globales y vidas íntimas. Madrid: Ediciones de Intervención Cultural.

Strauss, A. & Corbin, J. (1990). Bases de la investigación cualitativa. Técnicas y procedimientos parar desarrollar la teoría fundamentada. Medellín: Universidad de Antioquia.

Taylor, S. & Bogdan, R. (1986). Introducción a los métodos cualitativos de investigación. La búsqueda de significados. Buenos Aires: Paidós.

El amor y desamor masculinos: una expresión de género de las emociones y los sentimientos de los hombres en las canciones de bolero

FERNANDO HUERTA ROJAS

Resumen: El objetivo de este trabajo es desarrollar algunas primeras reflexiones sobre las concepciones, creencias y prácticas socioculturales de género que los hombres tienen del amor y el desamor, contenidas en algunas letras del género musical bolero. Metodología: se consideran los siguientes escenarios: I. Las canciones del amor sincero y verdadero. II. Las canciones del tránsito del amor sincero al control sentimental de la amada. III. Las canciones como el amor y desamor masculinos transaccionan a las mujeres, entre el grupo juramentado.

Palabras clave: bolero, amor y desamor masculinos, grupo juramentado.

Abstract: This purpose of this paper is to develop some preliminary reflections on the sociocultural conceptions, beliefs and practices that men have about love and heartache, as expressed in the lyrics of the musical genre known as bolero. Methodology: The following scenarios are examined; I. Songs about true, genuine love. II. Songs about the transition from genuine love to sentimental control of the loved one. III. In songs about masculine love and heartache, women are exchanged among the sworn group.

Key words: bolero; masculine love and heartache; sworn group.

AFINANDO LA VOZ

El amor y el desamor constituyen una de las experiencias más contradictorias e intensas en la vida de las personas, y en especial de los hombres. En este trabajo se desarrolla una aproximación a algunas letras del bolero mediante las cuales se expresan sentimientos y emociones que dan sentido y significan las formas como los hombres, desde la experiencia de vida de su condición genérica masculina, expresan la realidad sociocultural e histórica en la que aprenden la estética, los estilos, las formas, las representaciones, los usos, los alcances y significados del amor y desamor. En este sentido, el bolero es una forma, expresión y género musical mediante el cual los hombres interpretan, usan y se apropian de canciones, cuyas narrativas comunican y simbolizan la experiencia de vida, la sexualidad, la subjetividad, la identidad, la performancia y estética sentimental de ser y estar en el mundo.

Cada hombre, desde la diversidad y desigualdad de su condición de género, situación vital de clase, posición política, cultura, sexualidad, etnia, escolaridad, conyugalidad, actividad laboral, territorialidad, religión, lengua, experimenta la complejidad afectiva de las emociones y los sentimientos vividos en los diferentes momentos de sus vidas y con distintas personas. De esta forma, comparten las alegrías y las tristezas, la felicidad y la infelicidad, el encanto y la desilusión como desde el grupo juramentado se interpreta la canción romántica. De ahí la importancia de investigar acerca de cómo estos viven, de forma diversa, diferenciada y desigual la experiencia emocional y sentimental del amor y desamor. El análisis e interpretación seguidos aquí dan cuenta de la orientación heterosexual de las relaciones entre las mujeres y los hombres, lo cual responde a una de las exigencias mandatadas por la cultura e ideología patriarcales que los hombres y las mujeres deben cumplir.

Consideramos que la experiencia sentimental de la heterosexualidad masculina es parte del proceso complejo como los hombres, en tanto sujetos de género e integrantes del grupo juramentado, aprenden, introyectan, conceptualizan, semantizan, musicalizan y hacen cultura, el sentido y contenido de la racionalidad heteronormativa del deseo sexual, cuyas expresiones del orden emocional y sentimental se enmarcan en contextos y realidades socioculturales específicos. Por ello, otro de los objetivos planteados es conocer, analizar y comprender de qué forma el amor y desamor masculinos constituyen discursos contradictorios sobre las expresiones afectivas significadas en la estructura y composición de algunas letras de canciones del género bolero.

Las canciones consideradas aquí se basan en la experiencia, gusto personal y en la revisión y escucha de varias y varios de su intérpretes, así como su análisis, son resultado de inquietudes, acercamientos y preguntas que guiaron esta primera exploración sobre las formas musicales como los hombres cantan, desde el poder de su sexualidad, el accionar simbólico hegemónico de la diferenciación sexual que les define, subjetiva e identitariamente, como sujetos de amor ilimitado, totalizador, chantajista, autovictimizador y transaccional.

Deseamos especificar que todo lo relacionado con los planteamientos teóricos sobre el bolero, las emociones, los sentimientos, la condición genérica y situación vital de los hombres y el grupo juramentado son desarrollados a pie de página, y se retoman para el análisis y la reflexión que se van haciendo de las letras de las canciones.

CONTEXTO SOCIOCULTURAL Y ECONÓMICO–POLÍTICO

Se considera las décadas de 1930 y 1960 como el periodo de mayor presencia, desarrollo, auge y audiencia en este país, de géneros musicales procedentes, principalmente, del Caribe, como son el danzón, el mambo, el chachachá y el bolero. Esto no implica que antes o después de este periodo la interpretación, el baile y el canto de estos tipos musicales no hayan tenido, o tengan aún, diversos intérpretes, medios y espacios de expresión.

Durante estas décadas, México vivió diferentes procesos de cambios significativos (basados en la desigualdad) que le permitieron tener un desarrollo y crecimiento centrados en los ámbitos de: i) Lo económico: poniendo el énfasis en la implementación de un modelo moderno de crecimiento basado en la industria y lo financiero. Así, la industria petrolera, que fue nacionalizada, se convirtió en el principal bastión de la productividad, acompañada de otras industrias como la textil, la automotriz, la eléctrica. El llamado milagro mexicano del desarrollo económico sentó las bases para la consolidación de una burguesía mejor estructurada y fortalecida que contó con el beneplácito de una clase política que se debatió entre la creación de una cultura e ideología nacionalistas, y la necesidad del apoyo de una fuerte inversión de capitales financieros, tanto extranjeros como nacionales. ii) Lo político: se trata del periodo en el que el desenlace del proceso revolucionario (calendarizado de 1910 a 1917) se institucionaliza bajo los principios de una ideología y una cultura nacionalistas con las que el estado y sus instituciones se presumen y orientan como modernos, así como por la conformación, trasformación y adecuación de un partido político ad hoc (Partido Nacional Revolucionario, Partido de la Revolución Mexicana y el actual Partido Revolucionario Institucional) que pretenden, en la simultaneidad de generar una supuesta voluntad popular e identidad nacional homogéneas, garantizar la concreción e implementación de un proyecto nacional político, emanado y sustentado en los fundamentos de una revolución interrumpida, plantearía Adolfo Gilly (1977). iii) Lo social: la apuesta del crecimiento económico basado en la industria generó un proceso caracterizado por desigualdades de todo orden: el desarrollo y expansión paulatinos de las ciudades las convirtieron en los centros primordiales para la concentración de una población que creó formas y condiciones socioculturales de vida urbana y subordinó las rurales, con lo cual, grupos y sectores sociales, en sus expresiones y composiciones diversas, como el de las obreras y los obreros, el magisterio, las y los jóvenes, las mujeres y agrupaciones de colonos, entre otros, emergieron como las y los actores sociales principales de la vida y el movimiento de y en las ciudades. Esto comprendió, entre otros aspectos, una recomposición de las clases sociales en el país donde, además de lo ya mencionado, los proyectos de política pública y empresariales acentuaron la división de clases en cuanto al acceso y lugar asignado a la vivienda, la salud, la educación y la diversión de los habitantes del país, privilegiando a las clases medias y altas. iv) Lo cultural: igual que los anteriores ámbitos, este también se distinguió por una serie de contradicciones de desigualdad y de una creatividad e impronta vastas, innovadoras, contestatarias, multidisciplinares y significativas en diferentes grupos y sectores sociales del país. Expresión de lo anterior se encuentra en la propuesta de educación pública integral del aprendizaje, de cuño vasconcelista, centrada, inicialmente, en la enseñanza primaria y posteriormente ampliada a los niveles de secundaria y media superior, la cual se significó por difundir una cultura de nacionalismo revolucionario alentada, entre otros, por Moisés Sáenz, Samuel Ramos, Manuel Puig, Rafael Ramírez, Andrés Molina Enríquez, Manuel Gamio. Como parte importante de esta historia y contexto académico, se encuentra la era moderna de la educación superior, con la creación de la Universidad Nacional Autónoma de México como una de sus instituciones más representativas.

 

En cuanto al mundo de las artes, en las plásticas sobresalen creadoras y creadores de la talla de: Frida Kahlo, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Leonora Carrington, Remedios Varo, Nahui Ollin, María Izquierdo, José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Fernando García Ponce, Vicente Rojo, Alberto Gironella, Teresa y Ana María Pecanins, Juan O’Gorman, Pablo O’Higgins. En lo que toca al cine, la gama también es amplia: Gabriel Figueroa, Emilio Fernández, Julio Bracho, Roberto Gavaldón, Ismael Rodríguez, Luis Buñuel, Cantinflas, Tin Tán, Pedro Infante, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz, Resortes, María Félix, Dolores del Río, Blanca Estela Pavón, Marga López, Andrea Palma, Sara García, Tongolele, Ninón Sevilla, Silvia Pinal, Elsa Aguirre, Jacqueline Andere, Ofelia Medina, Isela Vega, Julio Alemán, Jorge Rivero, El Piporro, El Santo, Blue Demon, Julián Soler, entre otros. En la fotografía destacan: Manuel Álvarez Bravo, Luis Márquez Romay, Agustín y Raúl Martínez Solares, Alex Phillips.

En cuanto a las letras, la gama también es amplia: Alfonso Reyes, Salvador Novo, Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia, Agustín Yáñez, Juan Rulfo, Octavio Paz, Renato Leduc, Efraín Huerta, Jaime Sabines, Jaime Torres Bodet, Carlos Fuentes, José Revueltas, Juan de la Cabada, Jorge Ibargüengoitia, José Emilio Pacheco, Fernando del Paso, José Agustín, Carlos Monsiváis, Guillermo Samperio, José Carlos Becerra, Rosario Castellanos, Elena Garro, Pita Amor, Margo Glantz, Elena Poniatowska.

Con respecto a la música, las expresiones comprenden varios géneros y sus intérpretes, entre los que destacan: a) aquellos que musicalizaron el proceso de la conformación del nacionalismo revolucionario, como Blas Galindo, Silvestre Revueltas, José Pablo Moncayo, Carlos Chávez; b) las y los que, en contrasentido conservador a las demandas zapatistas contenidas en el Plan de Ayala, exaltaron y reivindicaron la vida rural hacendaria y campesina, con representaciones folclóricas de docilidad light, mediante la creación e interpretación del corrido y canto ranchero, y entre cuyas figuras destacan: Tito Guízar, Lucha Reyes, Pedro Infante, Jorge Negrete, José Alfredo Jiménez, Luis Aguilar, Antonio Aguilar, Javier Solís, Cuco Sánchez, Amalia Mendoza La Tariácuri, Flor Silvestre, Chavela Vargas, Lola Beltrán, Lucha Villa; c) las y los que cantaron y bailaron con sabor a trópico, en salones de sexualidad fichera, al ritmo del danzón, el mambo, el chachachá, como Tongolele, Ninón Sevilla, Rosa Carmina, Meche Barba, Dámaso Pérez Prado, Acerina y su Danzonera, Carlos Campos, Celia Cruz, La Orquesta Aragón, Orquesta de Enrique Jorrín, Lobo y Melón, Mariano Mercerón, la Orquesta de Pablo Beltrán Ruiz; d) las y los que le cantaron, en la simultaneidad sentimental de tríos y requintos del bolero, al amor, la alegría, la ilusión, el desamor, la tristeza, la desilusión, como Agustín Lara, Los Panchos, Los Tres Ases, Los Tres Caballeros, Álvaro Carrillo y Pepe Jara, María Luisa Landín, Amparo Montes, Toña La Negra, Consuelo Velázquez; e) las y los que, entre girones de rebeldía sin causa, irreverencia de identidad y subjetividad juvenil, de la consolidación de lo urbano y la ciudad como espacios contemporáneos de vida, cantaron y bailaron al compás del rocanrol junto al dique meloso de la balada moderna, como lo fueron Enrique Guzmán y Los Teen Tops, Alberto Vázquez, César Costa, Johnny Laboriel, Manolo Muñoz, Los Rebeldes del Rock, Los Locos del Ritmo, Los Hooligans, Angélica María, Julissa, Leda Moreno, Vianey Valdez, Carlos Lico, Armando Manzanero, Roberto Jordán, Leo Dan, Julio Iglesias, Raphael, José José, Los Ángeles Negros, Los Terrícolas, Roberto Carlos.

Desde este contexto histórico, económico y sociocultural cabe señalar que el mundo de la denominada música popular y romántica va de la mano con el desarrollo de una parte de las industrias culturales, cuyas innovaciones e incorporaciones del orden tecnológico está presente, entre otros ámbitos, en el de la radiofonía, la producción discográfica, el cine y la televisión. En este sentido, y con base en el estudio de De la Peza Álvarez (2001), se puede mencionar lo siguiente: el radio, como una de las primeras industrias culturales y trasmisoras de aquellos géneros musicales que considera como más rentables, en lo económico y sociocultural, tuvo en el bolero uno de los géneros musicales que contribuyeron, a nivel nacional, a la difusión de formas tradicionales de concepciones, prácticas y sensibilidades de las emociones y los sentimientos, entre cientos de hombres y mujeres radioescuchas. Las sintonías de estaciones radiofónicas como XEW, XEQ, XEb, La B grande de México, XERC y El Fonógrafo resultaron ser los canales principales del canto bolerístico con cobertura nacional y significación popular, mediante la sintonía de bandas (más) de amplitud modulada (AM) y (menos) de frecuencia modulada (FM). La experiencia cultural y tecnológica de la radio en la vida cotidiana de mujeres y hombres fue conformando una memoria musical colectiva en la que el bolero ocupó, y ocupa, un lugar importante al contar con un espacio en el que la repetición, la retórica y musicalización (mediante los programas, las complacencias musicales, las entrevistas a los artistas, el relato de sus anécdotas, entre otros aspectos) grabaron en las mentes de los radioescuchas la narrativa, la semántica y las representaciones del amor y desamor hechos bolero.