Tanto Jewel como el sacerdote se sobresaltaron cuando la puerta de la oficina se abrió tan fuerte que golpeó la pared haciendo que varias fotos y una cruz chapada en oro se cayeran.
Steven se paró en la puerta y los miró a los dos. Sin embargo, el moretón en la mejilla de Jewel hizo que Steven se enfureciera. âAmbos necesitan venir conmigoâ.
Las rodillas de Jewel se debilitaron al ver al misterioso hombre todavÃa vivo. HabÃa pensado muchas veces que él habÃa sido asesinado por vampiros, desde que huyó de él. Varias veces incluso se habÃa arrepentido de haber corrido hasta el punto de llorar. Ahora que podÃa respirar más fácilmente, querÃa gritar.
¿Por qué cada vez que venÃa a hablar con el sacerdote en confianza, tenÃan una emergencia? Estaba menos asustada de este cambiante de lo que estaba de su novio con pistolas, y hasta que oyera alarmas de incendio o viera una cara con colmillos, ella no iba a ninguna parte.
âNo esta vezâ, le informó Jewel cruzando sus brazos sobre su pecho.
âNo puedo dejar la iglesia desatendidaâ empezó el anciano, pero Steven lo interrumpió rápidamente.
Caminó decididamente hacia escritorio mientras hablaba: â¿Acaso ha hecho un trato con el diablo y ha decidido alimentar a los vampiros con los miembros de su parroquia? ¿Está usted quemando sus cuerpos en el cuarto de calderas?â Cuando el sacerdote abrió la boca pero no dijo nada Steven continuó: â¿O son los pecadores a los que usted predica que han cometido asesinatos en masa en su sótano y han excavado un túnel para Escapar por ahÃ?â
âOh, cielosâ, el viejo dio a Steven una mirada sombrÃa. âSi dejo la iglesia, ¿cuánto tiempo tendré que esperar hasta que pueda regresar?â
âDeme su número de teléfono. Lo llamaré dentro de un par de horas. No vuelva hasta que hayamos despejado todoâ. Suspiró sabiendo que habÃa ganado la discusión cuando el anciano empezó a hurgar en sus cajones tomando cosas que consideraba lo suficientemente importantes como para llevarse con él.
Jewel trató de permanecer perfectamente tranquila mientras se dirigÃa hacia la puerta todavÃa abierta. Libertad... ¿por qué estaba huyendo de hombres locos siempre?
âNo me hagas perseguirteâ, gruñó Steven mientras sacudÃa la cabeza hacia un lado y la miraba fijamente. âDije que él podÃa irse a casa... no túâ.
La boca de Jewel se abrió y quedó congelada a medio camino. ¿Cómo se atreve él a darle una orden? Ella apretó los dientes al darse cuenta de que le habÃa obedecido de todos modos. Alzó la barbilla en señal de desafÃo y llegó a una conclusión. En el momento en que se escapara, correrÃa sin parar... alejándose de todos ellos, incluso de su padre.
â¿Qué vas a hacer con ella?â, preguntó el sacerdote indignado.
âVoy a hacer lo que usted no puede hacer... mantenerla a salvoâ, gritó Steven sin querer pelear por esto. El moretón en el rostro de Jewel le habÃa destrozado literalmente sus nervios y de ninguna manera él la iba a enviar de vuelta al hombre que le habÃa hecho eso.
âNo necesito otro protectorâ, Jewel se volvió para irse, pero se detuvo brevemente al ver a dos hombres de aspecto peligroso bloqueando la puerta.
Dean habÃa sentido la angustia de Steven desde abajo y ahora que estaba mirando a la chica que lo estaba causando, podÃa ver por qué. Leyendo su alma, captó una mirada fugaz del esquivo ángel de la muerte.
âEstás equivocadaâ. Ãl se movió tan rápido, que incluso los dos cambiantes en la habitación casi ni lo vieron hacerlo. âDe verdad que sà necesitas un protectorâ.
Jewel ahogó un grito cuando la palma del hombre presionó su mejilla dolorida y sus ojos se volvieron del color del mercurio. La frÃa mano que habÃa encerrado su corazón con dedos helados por tanto tiempo se derritió. De repente, recordó sentimientos que habÃa olvidado que existÃan... calor, seguridad... amor.
El sacerdote tuvo que recostarse en su escritorio cuando una sombra de alas salió de la espalda del hombre, parpadeó brillantemente y luego desapareció.
âEstaré abajoâ, dijo Dean mientras el viento se apresuraba a llenar el espacio donde él estaba antes de desaparecer.
Steven no sabÃa por qué Dean habÃa elegido ese momento para revelar su poder, pero estaba contento de que los caÃdos lo hubieran hecho. La mejilla de Jewel se curó y el sacerdote parecÃa que acababa de ver la luz.
âTenemos que irnos... ahoraâ, dijo Nick desde la puerta.
Steven agarró la mano de Jewel y se encaminó hacia la puerta, contento de que el shock le hubiera quitado las ganas de pelear por el momento.
âEsperaâ, dijo el sacerdote, haciendo que Steven y Nick se detuvieran para mirarlo. â¿Fue eso...?â, titubeó, señalando el lugar donde Dean habÃa estado momentos antes.
Steven sonrió genuinamente ante la emoción en los ojos del viejo sacerdote. âSÃ, lo fueâ.
El sacerdote sonrió cuando Steven y Nick salieron de la habitación con Jewel a cuestas. Asintió una vez y comenzó a recoger las herramientas que necesitarÃa. En su mente, Dios estaba preparando la tierra para Su regreso.
Steven y Nick salieron de la iglesia, pero Steven detuvo a Jewel para poder ver hacia la ventana de la oficina. Suspiró de alivio cuando vio que la luz de la oficina se apagaba.
âParece que el viejo está siguiendo tu consejoâ, dijo Nick.
Steven sacudió la cabeza, âMás como que él vio lo que era Dean y está teniendo algún tipo de experiencia religiosa. Me dio su número de teléfono; lo llamaré cuando no haya moros en la costa.
âNo creo que un par de horas sea suficiente tiempoâ, Nick le informó.
âLas cosas son como sonâ, respondió Steven. âAhora, volvamos al club para poder darles las noticias a Warren ya Quinnâ.
Dean se sentó en el techo de la catedral y sonrió al ver al trÃo mientras se alejaban de la iglesia. Le habÃa dado a Steven toda la ayuda posible, pero el hechizo calmante que habÃa hecho a la chica no durarÃa para siempre. PodÃa sentir la oscuridad bajo el edificio aumentando mientras los vampiros comenzaban a salir de su túnel.
A diferencia de aquellos de la otra noche, éstos estaban siendo influenciados por algo aún más oscuro, más siniestro, que Dean nunca habÃa enfrentado.
Dean frunció el ceño preguntándose por qué no lo habÃa percibido cuando acabado con el primer grupo que habÃa estado viviendo aquÃ. Esta influencia era muy antigua y muy poderosa. Tan pronto como la percibió, la oscuridad se fue y sólo podÃa sentirse la presencia de los vampiros.
Los caÃdos tuvieron acceso de nuevo en la iglesia para ver cómo estaba el anciano y cerciorarse de que habÃa salido de ahà con vida.
CapÃtulo 4
Trevor y Kat habÃan seguido al vampiro que habÃan descubierto a mitad de camino por la ciudad.
â¿Qué diablos está haciendo?â, susurró Kat, empezando a sospechar.
âParece que va de comprasâ, respondió Trevor cuando el vampiro se detuvo frente a una ventana de la tienda y miró el oscuro escaparate.
Este vampiro era joven, apenas tendrÃa dieciocho según parecÃa. TenÃa el pelo lacio negro y llevaba gafas redondas. Con el pelo hacia atrás, se veÃa casi presentable, excepto por su pálida piel.
Los dos aceleraron el paso cuando el vampiro se alejó abruptamente de la ventana y comenzó a caminar por la calle de nuevo. Incluso con las tiendas cerradas, las aceras estaban llenas de gente a esta hora de la noche.
HabÃan descubierto el cuerpo de la última vÃctima del vampiro tendido en un césped bien cuidado. Con su sentido del olfato, habÃan sido capaces de alcanzar a ese chupasangre justo cuando el vampiro llegaba a Rodeo Drive. A partir de ahÃ, Trevor tuvo que retener a Kat un poco explicando que habÃa demasiada gente alrededor para que ellos simplemente pudieran correr sin pensar.
Ahora, aquà estaban, a pie siguiendo a un vampiro y ninguno de los dos con ánimos de conversar. Lo siguiente que supieron fue que estaban en un autobús sin realmente prestar atención a su destino. Finalmente, el vampiro levantó la mano y tiró de la cuerda para bajar. Kat y Trevor bajaron en la siguiente parada y reanudaron su persecución. El vampiro siguió caminando y Kat gruñó de frustración.
âEstoy empezando a pensar que este vampiro está drogado. Casi hemos hecho un cÃrculo completo. Se quejó. âEstamos a sólo unas cuadras del clubâ.
â¡Allà va!â exclamó Trevor y corrió hacia un callejón donde el vampiro desapareció de repente.
Las tenis de Trevor hicieron un chirrido cuando llegó a la entrada del callejón y miró adentro. Kat se paró a su lado, se agachó un poco para que ambos pudieran dar un vistazo por la esquina.
âMaldiciónâ, Trevor maldijo y sacó su 9mm.
âAun no entiendo por qué llevas un armaâ dijo Kat, aunque sabÃa que Nick llevaba una también. No era el arma en lo que Nick confiaba... eran las balas especiales de madera que llevaba dentro. âEsas cosas son inútiles contra los vampirosâ.
Trevor sonrió, âOlvidaste para quién trabajo. Estas balas están especialmente diseñadas para explotar al impactar y el centro está hueco y lleno de un poco de ácido muriático. Esa mierda se come casi cualquier cosaâ.
â¿Por qué el ácido no se come las balas entonces?â, preguntó Kat para recoger información secretamente y poder sobornar a Nick.
âHay una carcasa interna colocada dentro de la bala cuando está hueco que el ácido no puede comerse o derretir. No recuerdo el nombre en este momentoâ explicó Trevor. âEs lo suficientemente fuerte como para no ser dañado por el ácido pero lo suficientemente frágil como para romperse cuando choca con algoâ.
Kat se puso de pie lentamente â¿Vamos a entrar?â
Trevor apretó el arma y empezó a caminar adelante seguido por Kat, que tenÃa una daga afilada en cada mano; cortesÃa de Trevor. Revisaron todo el callejón y se dieron cuenta de que el vampiro habÃa desaparecido.
Trevor se relajó un poco y dejó caer el arma. â¡No está!â
Kat lanzó un suspiro de frustración, âBueno, ya que estamos tan cerca, bien podrÃamos regresar al clubâ.
âEsta noche me he divertido tanto llevándolos a ustedes dos idiotas por toda la ciudadâ dijo una voz detrás de ellos. âQue tengo que insistir en que se quedes a cenarâ.
Kat y Trevor se dieron la vuelta y se congelaron cuando vieron al vampiro que habÃan estado siguiendo junto con otros cinco.
âEl hijo de puta sabÃa que lo seguÃamosâ, gruñó Trevor mientras levantaba el arma y la estabilizaba.
Con paredes por tres lados y los vampiros delante de ellos, Kat sabÃa que ella y Trevor tendrÃan que luchar para salir de aquÃ. Se agachó cuando los vampiros se acercaron rápidamente a ellos. Uno con el pelo rojo fuego saltó esperando poder caer directamente sobre ellos y derribarlos.
Kat inmediatamente se levantó y se enfrentó al vampiro a medio salto. Sus uñas largas ahora parecÃan garras, aunque no habÃa habido ningún cambio. Se estrellaron contra el suelo con el vampiro de espaldas debajo de ella.
El chupasangre apretó su muñeca derecha tan fuerte, que ella sintió que los huesos se comenzaban a moler unos a otros dolorosamente. Tratando de soportar el dolor descomunal, sacudió su muñeca hacia abajo, metiendo la daga en la muñeca del vampiro como revancha. Libre de nuevo, Kat no perdió tiempo en meter su mano derecha en el pecho del monstruo y sacar su corazón.
Trevor apuntó y disparó contra el vampiro que habÃan estado siguiendo durante toda la noche. La bala le dio a la criatura en la garganta y, por un momento sólo miró a Trevor con una expresión de incredulidad, luego empezó a gritar y agarrarse su propia garganta. El grito se interrumpió abruptamente cuando el ácido liberado de la bala alcanzó las cuerdas vocales del vampiro.
Trevor no vio realmente lo que sucedió después, ya que fue atacado inmediatamente por otro vampiro. Su cuerpo fue lanzado contra la pared del callejón por la que se deslizó hasta el suelo. Su 9mm voló mientras intentaba no contar las estrellas que veÃa frente a sus ojos. El otro vampiro se acercaba cuando Trevor sintió algo en su pierna. Mirando hacia abajo, vio la cabeza del vampiro al que acababa de disparar y la agarró.
Tomando la cabeza decapitada por el cabello, Trevor lanzó esa cosa que todavÃa no terminaba de desintegrarse hacia el chupasangre que se aproximaba. La criatura lo esquivó y le gruñó, lista para atacar. Algo brillante resplandeció en sus ojos y Trevor vio una larga daga que salÃa de su pecho. Girando la cabeza, Trevor vio a Kat de pie, parecÃa un desastre.
â¡Cuidado!â Gritó Trevor.
Kat levantó su otra daga y gritó de asombro cuando el vampiro tomó su mano y la arqueó hacia abajo, llevando la daga directamente a la parte interna de su muslo. El dolor solo le dio la fuerza para quitarse al vampiro de encima. Rápidamente tropezó sobre Trevor y logró sacar la daga de su muslo. Sintió el lÃquido caliente salir rápidamente y recorrer su pierna.
Trevor sabÃa que habÃa que hacer algo. Ambos estaban heridos ahora. PodÃa sentir el dolor en las costillas y el hombro y le resultaba difÃcil respirar. Mirando a Kat, que estaba de pie frente a él, pensó en su siguiente movimiento.
Necesitaba transformarse en algo lo suficientemente grande y fuerte como para luchar contra ellos y sobrevivir. La desventaja era que si cambiaba, revelarÃa su verdadera naturaleza a Kat. Su raza nunca se habÃa llevado bien con las otras tribus de cambiantes debido a su diversidad. PodÃan mezclarse con cualquiera de los clanes y desaparecer sin dejar rastro, a veces durante décadas a la vez. Ellos eran las armas perfectas en una guerra.
Debido a esto, cualquier animal que él eligiera serÃa siempre diez veces más fuerte que ese animal en particular. En su forma humana las mismas reglas se aplicaban, pero no les habÃa ayudado mucho hasta ahora. Sin embargo, si él no cambiaba, sus traseros estaban perdidos.
De pronto Kat dejó caer su arma y se inclinó. Debido a sus lesiones, el cambio fue segundos más lento de lo normal. Su cuerpo se movió hasta que estuvo de cuatro patas. La ropa se cayó de su cuerpo y un bello abrigo de piel manchado negro tomó su lugar.
Uno de los vampiros restantes atacó y Kat se levantó sobre sus patas traseras, bloqueándolo con algún tipo de llave de lucha libre. Sus garras se clavaron en los hombros de la criatura y descubrió ante ella sus largos dientes. Sin pensarlo dos veces, Trevor eligió ese momento para el cambio.
Los dos restantes vampiros siseaban enojados cuando el ser humano que estaban a punto de atrapar se transformó en un oso Kodiak. Trevor lanzó una de sus gigantes garras sobre el que estaba más cerca y de un zarpazo le arrancó la mitad del cuerpo, dejando caer las piernas sin vida. Sabiendo que el vampiro no estaba muerto, Trevor se acercó a él y aplastó su cabeza con sus poderosas mandÃbulas.
Se levantó para ir a ayudar a Kat cuando los dos últimos vampiros lo atacaron con toda su fuerza. Trevor retrocedió unos pasos antes de rugir en voz alta y lanzar a uno de ellos, tirándolo por el callejón. Volvió a rugir cuando el último vampiro hundió sus dientes en su omoplato. Oyó el grito de jaguar de Kat, sintió como el muro de ladrillo caÃa en el costado de su sien y cayó luego del impacto.
*****
Quinn y Warren habÃan peinado toda la zona en un radio de cinco millas desde el club.
âNo hay nada alrededorâ, dijo Quinn tratando de dejar de lado su frustración. Algo no estaba bien... podÃa sentirlo en el aire.
Warren oyó la tensión en la voz de Quinn. âDespués de la pelea en el almacén, no estoy tan sorprendido.â Su teléfono zumbó causando que ambos hombres saltaran y se dieran cuenta de lo tensos que estaban. Sacó el celular del bolsillo de sus jeans.
âHolaâ, contestó Warren y luego asintió con su cabeza después de un momento. âEstá bien, vamos a comprobarloâ. Colgó y guardó el teléfono en el bolsillo. âEra Nick, parece que encontraron un túnel debajo de la iglesiaâ.
âDeberÃamos ir a verloâ, dijo Quinn tratando de ignorar el hecho de que su piel estaba llena de adrenalina y no tenÃa ni idea de dónde habÃa venido.
El grito caracterÃstico de un jaguar atravesó la tranquila noche haciendo que ambos hombres se congelaran de repente. Volvieron sus cabezas en dirección al sonido antes de mirarse.
-¡Kat! -exclamaron al unÃsono.
Warren inmediatamente sacó el teléfono celular de su bolsillo y lo puso en una funda elástica alrededor de su tobillo.
No vacilaron ni un instante y en segundos los dos hombres se habÃan transformado y corrÃan por la calle. La gente gritó y corrió para alejarse de los enormes gatos, causando una gran conmoción. Quinn tomó la delantera y corrió hacia el tráfico causando que un auto frenara en seco. El auto detrás de él se estrelló contra el primero golpeándolo por detrás, creando una reacción en cadena.
Warren saltó el capó del primer auto y miró para asegurarse de que la gente estuviera bien antes de continuar siguiendo a Quinn por la carretera.
El conductor del auto estaba temblando por lo que acababa de suceder y tomó su teléfono celular.
*****
Jason estaba mucho más que aburrido. Nada habÃa sucedido realmente en los últimos dÃas y con Tabby y Envy fuera de la ciudad, se estaba volviendo loco.
Cuando sonó el teléfono, casi se muere del susto y contestó rápidamente.
âEstación de guardabosques,â Jason dijo con voz de aburrimiento.
âSÃâ, respondió una voz temblorosa. âMe gustarÃa informar de algo inusualâ.
Jason mentalmente suspiró y agarró una pluma y papel. âDe acuerdo señor, dÃgame qué fue lo que vio.
âLo más tenebroso que he visto en mi vidaâ, dijo el hombre sin aliento. âAcabo de ver a un puma y un jaguar corriendo sueltos en medio de la ciudad. Frené de golpe cuando el puma salió corriendo delante de mà y un jaguar saltó sobre en el capó de mi auto, me miró y después se fue detrás del puma.
âProbablemente se escaparon de nuevo del zoológicoâ, dijo Jason, lo cual era una mentira que le decÃan a la gente para ocultar el hecho de que la ciudad parecÃa estar en negocios con peligrosos especÃmenes de la vida silvestre en estos dÃas.
âNoâ, exclamó el hombre. âEl jaguar tenÃa un teléfono celular atado a su tobillo traseroâ.
Jason miró al otro guardabosque que estaba en la oficina con él, Jacob Savage.
â¿Me está diciendo que el jaguar tenÃa un teléfono celular atado a la pierna?â, preguntó Jason.
Jacob casi se atraganta con su café y bajó su taza, limpiándose la nariz indicando que parte del lÃquido se habÃa metido por ahÃ.
â¡Eso es exactamente lo que estoy diciendo!â. El hombre gritó lo suficientemente fuerte como para que Jacob lo oyera.
Jason asintió, âMuy bien, señor, cálmese. Dijo que ya se fueron, asà que usted está a salvo. Gracias por llamar, vamos a investigar qué fue lo que pasóâ.
Jason colgó el teléfono apresuradamente y lo miró por un momento, como si el aparato fuera a saltar y se lo fuera a comer.
âMuy bienâ, pudo al fin decir Jacob después de que acabó con su ataque de tos.
*****
Warren finalmente alcanzó a Quinn justo cuando se acercaban a un callejón donde el perfume de Kat se percibÃa más fuertemente. Al doblar de la esquina, llegaron justo a tiempo para ver a Kat desgarrar la garganta de un vampiro y a un enorme oso incrustar sus enormes garras en el pecho de otro. Una de las garras del oso salió por la parte trasera del vampiro, llevando en ella guindado el corazón ensangrentado del vampiro, para luego apretarlo como si fuera un globo de agua.
Kat parpadeó, dándose cuenta de algún modo durante la pelea... que los vampiros se habÃan multiplicado. Apenas tuvo tiempo de tomar aire antes de ser atacada por otro de los vampiros. Lanzó un grito casi primitivo cuando los afilados colmillos se clavaron en su costado. Sus garras atravesaron la parte trasera del vampiro que la atacaba, tratando de quitárselo de encima. De repente, el peso que sentÃa en su costado desapareció y ella cayó, desmayada por el dolor, la pérdida de sangre, y el agotamiento.
Quinn vio al vampiro atacar a Kat y sintió que la rabia explotaba en su pecho. Corrió por el callejón sin importarle si Warren estaba con él o no. Derribó de golpe al vampiro, y le gruñó de forma amenazante en su cara antes de destrozarle el cuello con sus dientes afilados. PodÃa sentir como le clavaba sus garras lleno de pánico, pero no le importó y continuó despedazándolo. Echando la cabeza a un lado, se volvió hacia Kat y gruñó.
Trevor habÃa hecho un breve trabajo en el último vampiro, destrozándolo hasta que no quedó más que un torso sin cabeza ni extremidades. Levantó la vista cuando oyó a Kat gritar y luego vio a un puma embestir al vampiro que la habÃa atacado. Cuando ella se transformó de nuevo a su forma humana, Trevor fue a colocarse junto a su cuerpo desnudo e inconsciente, agachándose luego para protegerla de algún otro ataque.
Un gruñido profundo llamó su atención y se encontró con la mirada de un puma enfurecido que caminaba sigilosamente con una intención muy obvia de matar a... Quinn Wilder.
Debido a la pelea, Trevor estaba cansado y sus reflejos lentos. No fue capaz de hacer a Quinn a un lado y recibió toda la fuerza del ataque en su costado. Trevor fue lanzado a través del callejón contra la pared de ladrillo por segunda vez esa noche.
Trevor gruñó y pudo ponerse de pie sobre sus patas traseras por dos segundos antes de inclinarse hacia atrás y deslizarse hasta el suelo. Quinn se acercaba y no querÃa transformarse en frente del puma, pero sabÃa que tenÃa que hacerlo. Kat al fin y al cabo se lo dirÃa de todos modos... ¿qué tenÃa que perder? Incapaz de ver sus heridas bajo el pelaje, se transformó lentamente y trató de levantarse de nuevo.
Quinn hizo una pausa cuando vio al macho humano del bar... Warren lo habÃa llamado Trevor. Siseó cuando su sentido del olfato le dijo que Trevor no era un cambiante normal... o por lo menos no de algún tipo que él hubiera conocido. El no saber a qué se enfrentaba no ayudaba mucho a calmar sus estribos.
Dio un paso más pero Warren se atravesó en su lÃnea de visión y se acercó a Trevor, mientras volvÃa a la forma humana. Cuando Trevor se balanceó, Warren lo agarró por el brazo y lo llevó sobre su hombro. No vio ninguna razón para permitir que Quinn hiciera leña del árbol caÃdo.
Trevor miró a Warren y sonrió cuando se dio cuenta de su situación. âBonito lÃo, ahora todos estamos desnudosâ, murmuró y enseguida se desmayó.
Warren sacudió la cabeza y no pudo evitar sonreÃr porque Trevor habÃa hecho una observación muy válida. En momentos como este se alegraba de haber traÃdo su teléfono celular y de haberlo llevado atado de la manera en que lo habÃa hecho. Suavemente colocó a Trevor contra la pared y estaba a punto de tomar el celular cuando oyó que Quinn empezaba a gruñir.
Quinn se habÃa movido y estaba mirando por encima de una Kat inconsciente. Su ropa estaba a pocos metros de distancia, destrozada por su transformación e imposible de usar otra vez. Quinn decidió pensar en eso más tarde, y empezó a examinarle sus heridas y se detuvo cuando vio que la sangre todavÃa brotaba de la parte interna de su muslo.
Movió la pierna de Kat lo suficiente como para examinar de dónde venÃa la sangre, y quedó paralizado cuando vio una marca de apareamiento. El gruñido estalló de su garganta antes de que pudiera detenerlo. Alguien se habÃa apareado con Kat, le habÃa dejado su marca y la habÃa abandonado.
Quinn sintió que los celos brotaban desde lo más profundo en su interior y se inclinó un poco para olfatear su piel para ver si aún mantenÃa el olor. Eso sólo lo enfureció aún más... no olÃa a otro hombre, olÃa fantástico.
Mirando al otro hombre con el que Warren estaba, Quinn se preguntó si la marca de apareamiento habrÃa sido dada por ese oso rubio.
Warren sacó su teléfono celular y decidió ignorar por el momento la pequeña rabieta de Quinn. Kat necesitaba ayuda y no era el momento para decirle a Quinn a quién pertenecÃa esa marca de apareamiento. Prefirió dejarlo pasar por el infierno de averiguarlo por sà mismo.
â¿Señora Tully?â, preguntó Warren, y luego sonrió. âEstoy muy bien señora. Me preguntaba si nos podÃamos encontrar en el Moon Dance. Mi hermana y su amigo Trevor están heridos y necesitan atención médica que solo usted les puede darâ.
Warren se quedó callado por un momento y luego asintió con la cabeza. âGracias, señora Tullyâ.
âNo sabÃa que conocÃas a Tully âdijo Quinn en voz baja. Ãl habÃa conocido a Tully poco después de que las familias se habÃan separado.
Warren sonrió mientras marcaba otro número. ¿Acaso Quinn pensaba que era el único que podÃa espiar? âNick se ha metido en más problemas de los que puedo recordar. La señora Tully siempre lo está âremendandoâ y su casa siempre está abierta si necesitamos un lugar donde ocultarnos.
âMe sorprende que no nos hayamos encontrado en el camino antesâ. Quinn respondió sospechando algo más.
âNick, estamos en un callejón diez cuadras al oeste del club y necesitamos que vengas por nosotros. Trae ropa para tres hombres y para tu hermana, y ven en el Hummerâ. Warren colgó el teléfono sin esperar a que Nick respondiera y dirigió su atención hacia Trevor de nuevo.
â¿Es él quien le dejó a Kat la marca de apareamiento?â, preguntó Quinn.
âAmigo mÃo, no me corresponde a mà contar esa historiaâ Warren dijo misteriosamente.
CapÃtulo 5
Nick acababa de dejar a Steven y Jewel en el Night Light cuando recibió la llamada. Jewel habÃa estado muy callada desde el pequeño acto de Dean en la iglesia, pero podÃa darse cuenta de que lo que fuera que habÃa hecho el caÃdo para mantenerla tranquila empezaba a perder efecto. Cuanto más lejos de la iglesia estaban, más paranoica se habÃa vuelto. Sólo podÃa imaginar el infierno por el que su amigo estaba a punto de pasar.
Saludando a Steven, Nick rápidamente tomó su teléfono e hizo malabares con él, y por poco se le cae. Finalmente lo cogió en la tercera vuelta y lo abrió.
âHablaâ, gruñó. Su expresión se transformó en una de profunda preocupación antes de pisar el acelerador hasta el fondo. Afortunadamente, él habÃa decidido conducir al Hummer para llevar a Steven y Jewel de nuevo al Night Light.
Hizo un rápido inventario mental y dio un pequeño suspiro de alivio cuando recordó que Warren todavÃa tenÃa algunos juegos de ropa adicionales en el vehÃculo desde su último viaje de campamento. Nadie se habÃa molestado en sacarlos de ahà y le evitó a Nick el viaje de vuelta a casa. Era algo bueno que Warren y Quinn fueran de la misma talla... no habÃa nada peor que intentar meterse en ropa que fuera demasiado pequeña.
Encendiendo el GPS en su teléfono, consiguió la ubicación exacta de Warren. Girando en la siguiente esquina sin frenar, Nick supo que no le iba a gustar lo que iba a ver una vez que llegara allÃ.
Por si acaso, Nick sacó su teléfono celular y llamó a Devon para informarle los nuevos acontecimientos. Devon pudo haber dejado la ciudad voluntariamente, pero habÃa hecho que Nick le prometiera que lo llamarÃa varias veces al dÃa para mantenerlo al tanto de todo.
*****
Steven consiguió que Jewel entrara en el club y la acompañó escaleras arriba. Cuando llegaron a su habitación, cerró la puerta pero no la puso llave. No querÃa que ella se sintiera atrapada.
Jewel parpadeó y observó detenidamente la habitación a la que la habÃan traÃdo. La cama era de tamaño king con un edredón de color verde profundo extendido sobre ella. Un par de almohadones estaban sobre la cama y, entre otras cosas, un animal de peluche... un puma. Ella no pudo evitar que le hiciera mucha gracia y una risita nerviosa escapó de su boca antes de que pudiera detenerla.
La cómoda tenÃa un acabado de laca negra con un gran espejo y en el centro habÃa una pequeña planta de bambú. En el otro lado de la habitación habÃa un par de sillones puff, una enorme televisión de pantalla plana montada en la pared y una consola de juegos con numerosos juegos esparcidos por ahÃ.
Jewel no podÃa entender por qué se sentÃa tan tranquila, pero lentamente su tranquilidad empezaba a ser reemplazada por temor. ¿Qué demonios estaba haciendo aquÃ?
â¿Por qué me trajiste aquÃ?â, preguntó Jewel, dándole la cara a Steven.
âPorque estarás a salvo aquÃâ, respondió Steven. âNo volverás donde tu prometido ni donde tu padreâ.
Lo que quedaba de esa sensación de calma en su ser desapareció inmediatamente y Jewel sacudió la cabeza con fuerza. â¡No, tengo que volver! Si no lo hago, Anthony me mataráâ.
âNo puede matarte si no te encuentraâ, dijo Steven con una voz tan frÃa que pareció como si se hubiera tragado algo del calor que habÃa en la habitación.
â¿Y qué hay del padre Gordon?â, preguntó Jewel, levantando la voz. âSi van donde él, descubrirán dónde estoyâ. Jewel empezó a caminar de un lado a otro. âPapá va a estar tan enojado y Anthony... No quiero ni pensar en lo que va a hacerâ.
Steven tuvo un flashback del enorme moretón en forma de mano que lucÃa ella antes. â¿Por qué diablos protegerÃas a tu papá cuando obviamente él no te protege a ti?â