Gestión auxiliar de reproducción en soporte convencional o informático. ADGG0408

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5. Plásticos

Además de su uso generalizado para impresión en papel común, tanto en reprografía como en impresión digital de sobremesa, se está empezando a extender la realización de copias de fotografías digitales, ya que se han convertido en elementos esenciales en cada hogar.

El sustrato más utilizado tras el papel común es el papel fotográfico. Su tamaño común sigue siendo el A4, aunque empiezan a extenderse máquinas de impresión que aceptan el tamaño de papel fotográfico estándar para la fotografía de 10 x 15 cm a 20 x 30 cm aproximadamente. Este papel fotográfico, al fin y al cabo, no deja de ser un tipo de soporte derivado del plástico, tanto en su acabado mate como el satinado o el brillo.

Además, también se está empezando a extender la impresión de pequeños adhesivos para el uso particular impresos sobre vinilo autoadhesivo, de formato generalmente A4, y basado en sustratos poliméricos o monoméricos provenientes de la industria del plástico.

Es de sobra conocido el uso de otros elementos derivados del petróleo como los acetatos para todo tipo de impresiones, tanto en reprografía como en impresión digital de pequeño formato. Estos acetatos son utilizados para su utilización en proyectores, pero sobre todo como elementos intermedios necesarios como negativos para las películas en serigrafía o en offset para crear las mallas y pantallas que darán sentido a estos tipos de impresión tradicional indirecta.

Son por tanto los vinilos, materiales plásticos monoméricos o poliméricos con trasera autoadhesiva para su aplicación sobre todo tipo de superficies.

Estos vinilos son de diferentes características según sea su destino final y se pueden encontrar de varios tipos, destacando los vinilos en acabado brillo o mate, opacos, removibles, de fácil aplicación, transparentes o translúcidos.

Los vinilos, generalmente en color blanco, son aptos para todo tipo de impresoras de chorro de tinta y fotocopiadoras con el consabido inconveniente de las conocidas impresoras de base agua que no permiten que estos sean aplicados en exteriores ante un periodo prolongado de tiempo.

Sin embargo, y aunque existen vinilos preparados para las tintas de base agua, su uso es más común para los demás sistemas de chorro de tinta, donde se pueden encontrar vinilos con acabado brillo o mate, para adecuarse a las preferencias del cliente o consumidor, y a su vez permitir diferentes características según la finalidad a la que vayan destinados.

Los vinilos opacos, como su nombre indica, están ideados para ser aplicados sobre fondos de color, sobre antiguas rotulaciones o, simplemente, son vinilos pensados para que el cliente se asegure de que no va a permitir transparentar cualquier forma o dibujo sobre el que se pegue.

Su acabado es similar al de los otros vinilos, y tienen también su vertiente brillo, satinada o mate, con la diferencia de que los vinilos considerados de trasera blanca pueden llegar a transparentar el fondo de donde han sido aplicados, y los opacos, al ser por su cara posterior de color negro o gris, no permitirán transparentar nada de la superficie dónde han sido aplicados.

Los translúcidos, por otro lado, son vinilos ideados para permitir pasar la luz, y por tanto muy usados para rótulos luminosos, banderolas de luz, paradas de autobús retroiluminadas, etc. Son vinilos de constante uso y muy solicitados, sobre todo, por clientes del sector publicitario.

Los vinilos transparentes están ideados para ser aplicados sobre cristal o sobre lugares para permitir que el fondo sea visible. Este tipo de soporte, como su nombre indica, permite que a través de él se pueda observar todo lo que se coloque detrás, por lo que tiene un serio inconveniente: que la impresión que se realice sobre él permitirá pasar la luz o mostrará el fondo u objetos que se encuentren tras él.


Importante

No confundir nunca translúcidos con transparentes. El primero de ellos, pese a su base en color blanco, permite el paso de la luz cuando es retroiluminado (iluminado por su parte trasera); el segundo, es completamente transparente.

Para evitar este efecto se suelen troquelar vinilos blancos que se aplican tras la impresión con la misma forma que el elemento impreso, opacando ese objeto pero no el resto del vinilo transparente donde no ha sido aplicado; o bien existen un tipo de impresoras de chorro de tinta que contienen, además de los consabidos colores primarios CMYK, tinta blanca que, pese a no ser muy común, están fabricadas con este fin.

Existen otro tipo de vinilos de impresión que por sus características no se diferencian de los ya citados en cuanto a su acabado, pero son considerados de última generación ya que poseen una serie de diferencias en su uso que los convierte en distintos: son los vinilos de fácil aplicación, o easy apply, y los vinilos removibles.

Los primeros se caracterizan por ser ideados para que cualquier persona, aun no siendo un profesional del sector, pueda aplicar el vinilo sin la necesidad de estropearlo o sin la inestimable ayuda de un operario de rotulación. Estos vinilos pueden ser satinados, brillo o mate, al igual que los demás, y pueden ser opacos o sin trasera oscura; pero, al contrario que los anteriores, ideados para los profesionales del sector, y por tanto difíciles de aplicar para alguien ajeno, permiten ser adheridos a cualquier superficie con cierta facilidad.

Su trasera, compuesta por un adhesivo con cierta repulsión al aire exterior, permite la aplicación del mismo expulsando con cierta facilidad el aire que queda tras él, evitando las indeseables pompas o arrugas que afean el vinilo cuando no se aplica como debe hacerse. Como principal inconveniente está que suele ser más caro que los vinilos de impresión monoméricos y poliméricos habituales.

Mientras, los vinilos removibles se caracterizan porque el adhesivo que compone su reverso no es tan abrasivo ni de tan fuerte sujeción como los anteriormente indicados y, por tanto, son más fáciles de retirar y no dejan restos de pegamento en la superficie a la que fueron fijados. Este tipo de vinilos con acabado en brillo, mate y satinado, y en sus vertientes opacas y con trasera blanca, son muy útiles para campañas de corta duración en las que se pretende poder retirar los mismos sin necesidad de tener que usar alcoholes o disolventes para eliminar trazas de adhesivo en las superficies sobre las que han sido utilizados.


Nota

Los vinilos de fácil aplicación y los removibles son ideales para eventos efímeros como stands de ferias o congresos. Al ser fabricados con este motivo, apenas dejan trazas de adhesivo una vez han sido retirados y son muy fáciles de aplicar y de retirar.

Quizá el soporte más utilizado junto a los vinilos, y también fabricado con derivados del petróleo, sea la lona. Estas lonas son muy utilizadas en el sector de la impresión digital de chorro de tinta de gran formato. Este tipo de soporte es muy usado para grandes campañas publicitarias o gigantografía. Generalmente, se pueden encontrar en material plástico, resistente al agua y muy duraderas al paso del tiempo y a las inclemencias del exterior, pero también existen lonas con base textil, de cáñamo o de algodón, entre otras.

Las lonas más conocidas son las denominadas frontlit, backlit, blockout o doble cara, y microperforadas.

Las lonas de tipo frontlit son las más comunes y utilizadas en el sector, y se caracterizan por ser un tipo de lona de color blanco con gramajes no muy pesados, oscilando los 440 g o 510 g generalmente, muy apta para colocación en fachadas de edificios sobre remolques de grandes vehículos como camiones, y resistente a los elementos dañinos del exterior.

El nombre proviene del argot de impresión norteamericano, y se trata de una abreviación de las dos palabras anglosajonas front (frente, de frente) y light (luz). Con ello quieren referirse a que son lonas de exterior, iluminadas por la luz solar o por focos, pero de manera frontal; o lo que es lo mismo, que no permitirían ser retroiluminadas, sino que necesitan de una luz natural o artificial dirigida hacia ella para poder ser observadas.

Son las más utilizadas y de más fácil manejo, y se pueden encontrar en casi todos los tamaños citados con anterioridad, oscilando desde pequeñas bobinas de 80 cm a las enormes de 500 cm de anchura.

Las lonas conocidas como backlit, por el contrario, son aquellas destinadas a ser retroiluminadas o iluminadas desde atrás con luz eléctrica artificial. Su nombre proviene de las palabras anglosajonas back (trasera) y light (luz). Son muy comunes y de extensa utilización para la fabricación de rótulos luminosos; y, como las anteriores, son muy duraderas y soportan con mucha corrección el paso y las inclemencias del tiempo. Se pueden encontrar también en todos los tamaños posibles y en diferentes gramajes no muy pesados, siendo las más comunes las de 510 g.


Nota

 

Podemos encontrar este tipo de soporte definido tanto como backlight como backlit, siendo más común la segunda apreciación, por ser una forma abreviada de origen norteamericano.

Las lonas blockout son aquellas destinadas a ser impresas por ambas caras, pudiendo ser definidas en castellano como lonas a doble cara. El término anglosajón blockout, o bloqueador, viene referido a su característica principal que permite ser impresa por ambas caras, sin que la una pueda ser transparentada sobre la otra cara ejerciendo un mal efecto de acabado.


Consejo

Cuando se imprime sobre lona doble cara se ha de tener muy clara la dirección de la segunda de las caras antes de ejecutar la impresión, ya que se han estropeado muchos trabajos por haber impreso la cara interior completamente bocabajo o girada con respecto a la primera de sus caras.

Este tipo de lona, muy utilizado para campañas publicitarias o políticas para colocación en farolas, banderas o postes, permite que se muestren ambas caras impresas sin tener que confeccionar el sustrato. Esto se debe a que este tipo de lona se crea gracias a tres capas diferenciadas, donde las caras de anverso y reverso permiten ser impresas y tienen un acabado blanco para ese fin, pero a su vez, a modo de sándwich, la capa interna se compone por un tejido o malla de color generalmente negro, que no permite transparentar lo impreso en una de sus caras al reverso de la misma, gracias a la opacidad de la propia capa.

Pero este soporte suele ser más pesado que los anteriores, siendo la de uso más común la lona doble cara de 800 g, aunque excepcionalmente se encuentran lonas de inferior calidad y de uso similar en gramajes mucho menores tales como 620 g o 510 g, lo que no garantiza su total opacidad ni perdurabilidad temporal al exterior. Las medidas también abarcan todo el ancho de bobina existente en el mercado, desde las lonas de menor anchura a las más grandes.

La principal ventaja es que se obtiene la impresión en ambas caras sin la necesidad de confeccionar la lona; o lo que es lo mismo, sin tener que imprimir dos lonas de tipo frontlit y después coser una cara con la otra mediante hilos o soldándolas con calor. Pero, como principal inconveniente, antes de poder imprimir la segunda de las caras, la primera de las mismas debe haber secado correctamente, ya que este tipo de lona de uso generalizado en las máquinas de impresión digital de gran formato de tipo chorro de tinta suelen estar destinadas a la impresión en impresoras de tipo UV, látex o solvente.

En el caso de las impresoras de chorro de tinta de tipo solvente se encuentra el inconveniente del tiempo de secado. Este tiempo variará según los diferentes factores que rodeen en ese momento a la impresión, siendo los más relevantes la temperatura y la evaporación de los gases o disolventes. No se puede hablar de un tiempo de secado estimado y generalizado para toda impresora de tipo solvente, sino que la experiencia será la que nos indique cuándo podemos insertar en la máquina la segunda de sus caras sin temor a la pérdida total del trabajo.

El caso más común es el de precipitarse en el tiempo entre la impresión de una cara y otra, no dejando evaporar completamente los gases de la primera de las caras y, por tanto, dejando peligrosamente húmeda la primera de las impresiones. Tras la impresión de la segunda de las caras podríamos encontrarnos entonces con la consecuente desgracia de que la primera de las caras se ha pegado con la segunda impresión, aún fresca, invalidando y destrozando nuestra tirada.


Consejo

Se recomienda un periodo de tiempo de secado entre una y otra cara en impresoras de chorro de tinta de tipo solvente de, al menos, 48 horas.

Por último, se encuentran unos tipos de sustrato poco comunes, pero cada vez en mayor uso, como son el polipropileno y los backlights. El primero de ellos se caracteriza por ser un material plástico muy flexible y de mucha dureza a la vez que permite que pueda ser manipulado con fuerza, dándose el caso de que tirando a la vez con las dos manos hacia ambos lados diferentes, podemos conseguir que se doble pero no parta, por lo que es muy útil cuando se pretende una larga duración de la impresión o campaña, ante posibles inclemencias temporales o vandalismos, así como para su constante recogida y posterior exposición con el paso de los días.


Nota

A veces, la superficie de un papel de tipo brillo puede confundirse con un rollo de polipropileno si ambos no se están correctamente etiquetados. La mejor manera de diferenciarlos es coger una de sus esquinas y partir una pequeña cuña de material; si no se secciona es polipropileno.

Los materiales conocidos como backlights, al contrario que en el caso de las lonas antes mencionadas, se trata de materiales plásticos compuestos por dos capas, una capa transparente plástica y brillante que será la que quede al exterior, y un reverso de polyester en material mate, que será la capa sobre la que se imprimirá a modo de negativo, ya que constituirá la parte posterior del material para ser colocado sobre una caja de luz. La luz, por tanto, incidirá sobre esta capa, permitiendo que la imagen sea vista a través de su lámina transparente del otro lado que, a la vez que intensifica la calidad de la impresión, permite que se pueda manipular sin dañar la impresión.


Aplicación práctica

Trabaja en una empresa de impresión digital de gran formato y un cliente le pide un vinilo translúcido para colocar en el escaparate de su tienda, convenientemente troquelado y con la forma de una mariposa. Cuando viene a recogerlo advierte su error, puesto que él quería que la imagen fuese pegada de dentro hacia a fuera, para que nadie pudiese arrancar la mariposa de su escaparate desde su lado exterior. ¿Qué ha podido ocurrir?

SOLUCIÓN

Evidentemente, el cliente no se ha expresado correctamente, ya que lo que pretendía adquirir, puesto que quería que se rotulase desde dentro el vinilo, era adhesivo transparente con trasera troquelada de color blanco. Solo de este modo se puede pegar un vinilo desde dentro del escaparate con la finalidad de que el motivo no sea sustraído o arrancado desde fuera.

6. Digitales

La reproducción en formatos digitales permitirá, sobre todo, el traspaso de información, archivos o documentos de un equipo a otro.

Los soportes de reproducción digital más clásicos, totalmente en su práctico desuso en la actualidad son los conocidos como disquetes. El disquete, disco flexible conservado en una carcasa plástica que, en sus tamaños de 5 ¼ o de 3 ½, permitían almacenar pequeños archivos de hasta un máximo de 1,44 megas. Más tarde aparecieron con el mismo formato los disquetes conocidos como Zip, con unos almacenajes superiores de hasta 750 megas. Este tipo de disco fue inventado por Iomega en 1994, y se consolidó como una clara mejora del disquete tradicional, aunque su uso nunca llegó a extenderse a nivel usuario, siendo solo utilizadas por las empresas. Es por eso que se trata de un desconocido periférico digital.

Pero antes del disquete, se utilizaron las cintas de casete de película de hierro y cromo como herramienta de conservación de datos digitales en primigenios ordenadores personales tales como el Amstrad, Spectrum o Amiga, entre otros.

No fue hasta la llegada del Compact Disc o CD cuando se extendió el uso de los periféricos digitales y empezó a hablarse de algo tan básico y normal hoy día como el compartir archivos a nivel comunitario y de usuario.

Estos discos compactos, fruto de las ideas de Kees Immink, de la empresa holandesa Philips y del japonés Sony Toshitada Doi, nacieron en 1979, pero fueron implantándose muy lentamente en el mercado, no siendo hasta finales de los 80 y en la década de los 90 de un uso generalizado y como formato digital común para el traspaso de archivos.

Hoy día, este tipo de discos compactos se encuentran también prácticamente en desuso. Se puede apreciar con facilidad cuando un soporte deja de tener vigencia o está camino a su extinción cuando los propios equipos informáticos eliminan de sus periféricos los lectores de dichos formatos. En la actualidad los equipos informáticos (no solo los dispositivos portátiles), no provienen provistos con lectores ni de CD/DVD ni, por supuesto, de disquete.

Las diferentes evoluciones entre los discos compactos se produjeron en los 90 con el DVD, y ya a finales de esa década y principios de 2000 apareció el conocido Blue-Ray. Ambos formatos permiten, entre otras cosas, un aumento de capacidad de los 700 a 900 megas que permitía almacenar un CD a los 4,7 gigas del DVD o la friolera de 50 gigas que permite almacenar el formato Blue-Ray.


Sabía que...

El Blue-Ray debe su nombre al lector láser de su sistema, que es de color azul.

Más tarde, y de mayor uso en la actualidad, aparecieron los discos duros externos, las memorias extraíbles o pendrives y las tarjetas digitales tales como las SD, mini SD y micro SD, MS, MSD, MSPD, MC, MMC y demás siglas que se encuentran en el mercado en diferentes capacidades siendo las más comunes para su uso las de 8, 16, 32 o 64 gigas.

Los pendrives son memorias con salida USB que pueden conectarse a cualquier equipo informático que se precie, incluso directamente a impresoras y fotocopiadoras si poseen entrada de puerto de ese tipo (USB), con capacidad de hasta 256 gigas.

Por último, los discos duros externos permiten el almacenamiento de archivos y documentos portátiles con una capacidad altísima para la transmisión y guardado de documentos digitales; desde los 250 gigas a varios teras, siendo la máxima capacidad actual que se pueden encontrar en discos duros de este tipo (sellado por helio) de 14 terabytes, siendo por tanto la joya de la corona en cuanto a los periféricos de almacenamiento de datos.

Los discos duros de última generación son conocidos también como discos duros de tipo estado sólido o SSD (Solid State Drive). Las principales diferencias entre los discos duros clásicos o tipo HDD y los de tipo SSD son:

La diferencia más notable es que mientras que los discos duros clásicos o HDD utilizan componentes mecánicos que se mueven, los de tipo SSD almacenan los archivos en microchips con memorias flash interconectadas entre sí, en un sistema que se podría considerar más parecido y por tanto, como una evolución, de las memorias USB o pendrives.

Pero en la actualidad, casi todo usuario hace uso de una nueva forma mucho más cómoda de guardar y transmitir información digital como es a través de la nube.

La definición de la nube está basada en un término metafórico que se utiliza para describir cómo están interconectados una red mundial de servidores donde se almacena toda información digital que se desee.

No se puede considerar a la nube como una entidad física en sí, ya que se trata de una red de servidores remotos enorme y a través de todo el mundo, que están interconectados para que estas funcionen como un único entorno. Los servidores que se encuentran interconectados en la nube están diseñados para almacenar y administrar los datos, pero también para ejecutar aplicaciones o acceder a los contenido previamente subidos.

Así que para acceder a los archivos y datos desde un equipo no es necesario un periférico como tal, ya que se accedería a esos datos en línea desde cualquier dispositivo conectado a internet, siempre y cuando las personas que suben la información decidan compartirla con uno o varios usuarios.

 

Existen varios métodos o sistemas para poder mantener recursos en la nube. Hay cuatro tipos de nube: nube pública, nube privada (comparte servicios a través de una red interna privada), nube híbrida, que comparte servicios entre las diferentes nubes públicas y privadas, y la conocida como nube comunitaria, que solo comparte y recibe recursos entre organizaciones de cierto calado, como instituciones, organismos, gobiernos, etc.

La nube se ha convertido en el sistema más utilizado para compartir información de manera digital y sin la necesidad de usar periférico alguno. Han existido muchas, desde Dropbox a Mega, pasando por Mediafire o Fileserve, y el uso de este tipo de recursos es tan habitual que incluso compañías como Google ofrecen su Drive o Mac su iCloud que no son más que una nube al servicio y disposición de usuarios de Google o Apple desde cualquier periférico con acceso a internet (móvil, tablet, ordenador, televisión…).

Pero la nube también tiene su lado negativo. No hay que olvidar que todos los datos que el usuario comparte, se alojan en esos servidores virtuales (o físicos), esparcidos por todo el mundo, por lo que aunque se prometa la privacidad de los mismos, es muy probable que tal privacidad no exista por completo. Es cierto que para que un usuario pueda acceder a los documentos alojados debe tener permiso de aquella persona que subió tal información a la nube, pero nadie puede garantizar que nadie al servicio de esos alojamientos en la nube, puedan acceder o no a esa información privada. Muchos gobiernos de hecho, han hecho uso de sus servicios de espionaje para acceder a datos de la nube que en principio, debían ser privados.

Queda mucho por avanzar al respecto, pero a día de hoy, es el sistema más utilizado, entre otros motivos, porque nuestros dispositivos móviles están dotados de acceso a la nube. Por tanto, todas nuestras fotografías e información, se están alojando directa o indirectamente, con nuestro permiso o no, en la nube, y la información digital permanece o es rescatada de la nube según el uso que le den los diferentes usuarios.

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