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La transformación de las razas en América

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Las ideas capitales de la civilización en el momento que pasa

LA VIDA Y EL BIENESTAR

En el siglo XIV, en el que 25:000.000 de habitantes – casi la mitad de la población de Europa – sucumbieron de la peste negra, los peligros que asediaban permanentemente al habitante, provenían de los poderes sobrenaturales a los que les eran atribuidas las sequías, las inundaciones, las epidemias, los terremotos, las pestes, las cosechas y los triunfos de la guerra.

Tres horas diarias de pensamiento y de acción, en término medio por cada hombre y cada mujer, estaban empleadas en precaverse de los males y asegurarse los bienes individualmente, y un ejército permanente de teólogos en la más radical ignorancia de la higiene la agricultura, la pedagogía y la mecánica, estaba dedicado a asegurar el bienestar general por procedimientos místicos, percibiendo en compensación, coercitivamente, el diez por ciento de la producción ajena y voluntariamente otro tanto en donativos.

Era como si cada persona llevase sobre sus espaldas una plancha de plomo de diez a veinte kilos de peso, para asegurarse la posibilidad de andar, suponiéndola imposible sin esa carga, y la diferencia más importante entre los colonizadores anglosajones y latinos del nuevo mundo fue el mayor gasto inútil de éstas en el seguro de vida, por el mayor empleo y el mayor costo de los servicios espirituales obligatorios e indispensables para estar "en gracia de Dios" y a cubierto de los demonios. Se explicaría así el ningún resultado de la libertad política para labrar el bienestar general, hasta que sobrevino por la instrucción pública el descreimiento, que llevó a emplear en mejoras agrícolas el dinero que se malograba en la compra de indulgencias, y en médico y boticas lo que se gastaba en pagar curaciones imaginarias a los santos.

Que la multiplicación de los templos y de los teólogos en una región no tiene influencia de ninguna clase sobre los caracteres del suelo y del clima, ni sobre la criminalidad, ni suprime los terremotos y los tiranos, ni detiene las epidemias ni las pestes, cualquier persona sensata podría observarlo; pero el que mostraba síntomas de sensatez era perseguido a muerte por los poderes públicos, y el mismo Blas Pascal, que se hacía torturar las carnes con un cilicio, para asegurarse la salud a la moda del tiempo, no se vio libre de persecuciones.

En esas condiciones de la vida medioeval, ningún progreso era posible, porque la imbecilidad humana era igual a la capacidad humana, y gravitando más duramente allí donde el clima era menos clemente, la insurrección empezó en los arenales del Brandemburgo, y prosperó en la Alemania del Norte, desde que los príncipes vieron en la Reforma el medio de apoderarse de los cuantiosos y codiciados bienes de las iglesias, que producían el empobrecimiento universal por el expendio del consuelo universal.

Del mismo modo en Inglaterra, la necesidad de contener las extracciones de dinero a Roma, (ascendentes en la Francia del siglo XVI a 700.000 escudos anuales), que enflaquecían al país para retornar en reliquias e indulgencias, indujo a prescindir del milagro, substituido por "la angustia mental" que inutilizó el domingo inglés, y a confiar en el "self-help", que paulatinamente trasladó al hombre del rol pasivo al rol activo, de la devoción a la acción, desalojando a la Providencia en la política y en la producción, para iniciar esa prodigiosa transformación de la agricultura rutinaria en la agricultura científica, que culmina en Norte América.

El remanente de riqueza retenido para las necesidades nacionales por la supresión del "drenage del ahorro para la expiación del pecado", vino a ser para las naciones del Norte de la Europa Central, que habían sido hasta entonces las más pobres, el comienzo de una prosperidad creciente hasta nuestros días, particularmente acelerada con el refuerzo del "self-help" por el empleo del vapor, que "es casi un inglés", como dijo Emerson.

La civilización medioeval consistió en el empleo de las fuerzas sobrenaturales captadas por procedimientos teológicos para la defensa de la vida, y la civilización moderna consiste en el empleo de las fuerzas naturales captadas por procedimientos físico-químicos. Los países musulmanes y los cristianos del Oriente, Armenia y Abisinia han quedado fieles al primer plan, y los cristianos del Occidente han empleado simultáneamente los dos, en proporciones tan diferentes, que en la actualidad, mientras la América del Norte tiene diez escuelas por cada iglesia y cuatro caballos de vapor por cada habitante, la Rusia y mucha parte de la América del Sur tienen todavía diez iglesias por cada escuela nacional y un décimo de H. P. por habitante. Nosotros tenemos cerca de cuatro escuelas por cada iglesia (5.000 y 1.290).

Hasta el siglo XVIII, la enseñanza primaria, secundaria y universitaria estaban arregladas para conferir al educando un poder indirecto sobre el ambiente por la consecuencia de la gracia divina y el patronato de los santos, a fin de que éstos cambiaran o predispusieran los fenómenos naturales en manera favorable a los intereses personales del respectivo devoto, y la enseñanza arreglada para conferir al hombre un poder directo sobre los recursos ambientes por medio de los instrumentos, las máquinas y los procedimientos científicos, sólo empezó a acentuarse desde los comienzos del siglo XIX. Se inicia entonces francamente la decadencia de las ciencias sobrenaturales y el desarrollo creciente de las ciencias naturales, y de sus aplicaciones a la defensa de la vida y la sociedad, al ensanche de la producción y de las comunicaciones, al mejoramiento de las relaciones entre los individuos y entre los pueblos por la comunidad de artes y de ciencias, aun en la disparidad de creencias, y el carbón de piedra engorda prodigiosamente a los más mientras los otros siguen enflaqueciendo por el empleo del milagro, "costoso y de rendimiento incierto".

Como el poder actual de las naciones depende de la proporción de fuerzas naturales que han puesto al servicio de la vida nacional, por el cultivo y el empleo de la inteligencia humana, la "Reina del Océano" en el siglo XVI, no tiene hoy ni escuadra, y el más remoto país, que era entonces desconocido, pero que ya practicaba por una feliz intuición de la ciencia moderna el aseo personal, ha llegado a ser una de las grandes potencias de la era presente, en sólo cuarenta años de no emplear ninguna parte de los recursos fiscales en pagar auxilios imaginarios y de invertirlos íntegramente en la apropiación de las energías naturales, primer caso en el mundo de aplicación de los métodos modernos de vida con prescindencia casi absoluta de los métodos medioevales.

En cambio, parece que, por compensación o por la urgencia de recuperar el tiempo perdido, los pueblos que se despiertan más tarde del supernaturalismo al racionalismo, se despiertan más completamente. Así la Francia, así el Portugal, que han expulsado a los frailes, cuando Inglaterra no puede todavía establecer la enseñanza laica y obligatoria que tienen aquéllas, porque la resisten los obispos y sus hechuras en la Cámara de los Lores, y se ve aventajada por los norteamericanos y los franceses en las industrias que requieren una mayor inteligencia en el obrero.

Del mismo modo, parece también que la más cristiana de todas las virtudes cristianas, que es la imprevisión espontánea en el salvaje, deliberada en el anacoreta, es reemplazada por la más anticristiana, que es la previsión, con mayor empuje en los pueblos que llegan más tarde a practicarla.

No obstante la conminación evangélica a vivir como el lirio del valle y el pájaro del bosque, sin pensar en el mañana, sin sembrar y sin guardar, fue posible el ahorro desde que cesó la costumbre de invertir el dinero sobrante de esta vida en la otra y se le ocupó entonces en la industria o el comercio y en préstamos a los gobiernos extranjeros. Y el capital inglés, el primeramente formado, fomentó el progreso de todo el mundo y particularmente en la América del Sur que sin él estaría aún en la barbarie.

Luego, a proporción que los franceses dejaban de preocuparse de las tribulaciones de los antepasados para atender a las de los descendientes, la Francia que había sido, al estallar la gran Revolución, el país de menos capitales y de más bellas deudas, pasando de un extremo al otro y yendo hasta economizar el número de hijos para aumentarles la dote, ha llegado a ser el país que tiene más capitales y más préstamos a cobrar.

Las otras naciones, donde el ahorro ha seguido aplicándose a la obtención de las energías sobrenaturales para asegurar la salud de los vivos y el bienestar de los muertos, Rusia, España, Turquía, Portugal, Austria-Hungría, no han pasado aún de las condiciones de prestatarios a la de prestamistas.

LA VIDA Y LA SALUD

(El costo de las velas)

Enjaezado por una manera particular de concebir la vida y sus incidencias, el individuo está determinado en el curso de su existencia por sus respectivos arneses mentales, llevando las riendas, de ordinario, las necesidades sobrenaturales en el que las padece, las naturales en todos y alternativamente los gustos, los vicios, las virtudes, el amor o el odio preponderantes en cada momento dado. Toda la diferencia con el caballo de tiro está en que uno lleva los arneses por fuera y a la vista y el otro los lleva por dentro e invisibles, salvo, por supuesto, los que llevan el duplicado del espíritu en el traje profesional.

Diferencias mentales insignificantes de individuo a individuo, se hacen enormes cuando son, por acumulación, diferencias de millones a millones de individuos. Muchas hebras de paja reunidas detienen el paso de un elefante y muchas menudencias acumulativas detienen la marcha de una nación.

En su forma originaria, el misticismo era la subordinación de la salud del cuerpo a la salud del alma, de modo que toda disminución de aquello debía importar necesariamente un mejoramiento de la vida.

 

El espíritu práctico, que fue la característica del pueblo romano en la antigüedad, resurgió en oposición al espíritu místico y llegó a ser una característica de los pueblos que se plegaron a la Reforma, particularmente de los anglosajones, mientras el espíritu medioeval continuó siendo la característica de los pueblos que quedaron fieles al misticismo medioeval.

Y acentuándose con el andar del tiempo la nueva tendencia, se ha llegado en el más práctico de los pueblos modernos a hacer de la religión misma un instrumento de sugestión mental para la salud corporal, en la llamada "Christian Science" de Mrs. Eddy.

En virtud de la doctrina de la expiación del pecado por el sufrimiento, y en repudio de las costumbres paganas, el desaseo fue erigido en virtud religiosa, y más tarde Mahoma estableció las abluciones como una práctica religiosa.

Con esto, en la lucha por la salud, este elemento de superioridad quedó de parte de los musulmanes, que conquistaron dos grandes porciones de la Europa, estableciendo en ellas una civilización más alta que la que habían desalojado.

Esa ventaja fue después contrarrestada y superada por el mayor desenvolvimiento de las ciencias y las artes entre los cristianos, al influjo del racionalismo naciente, con más fuerza o contra menores resistencias en algunas regiones, en manera que dos o tres siglos más tarde las naciones cristianas de Europa eran muy desigualmente poderosas.

En el siglo XII, la defensa de la salud se realizaba por las oraciones y los amuletos en el Oriente; por las oraciones y las reliquias en el Occidente. La Reforma, que fue un movimiento de carácter económico para la abolición del comercio de indulgencias y reliquias, descalificó el milagro para descalificar el vehículo de la extorsión, y por esta coyuntura pudo renacer la higiene pagana en la fórmula del "mens sana in corpore sano", por el baño y los sports, a punto de que puede decirse que la higiene por métodos naturales renació protestante y anglo-sajona principalmente.

Cuando los enfermos sanaban por milagro solamente, tenían razón de ser y no existían la higiene y la terapéutica, que estaban condenadas por la Iglesia en defensa de la castidad y de la taumaturgia respectivamente; la mortalidad igualaba a la natalidad y el crecimiento vegetativo de las poblaciones era nulo o insignificante, estando la salud de los vivos encomendada a la voluntad de los muertos en la heroicidad o la santidad.

Decreció en cambio la población de alimañas y parásitos externos, de los inquilinos del desaseo, colaboradores inconscientes de la salvación medioeval, con el empleo del jabón y de la camisa visible y lavable que inventó Burmmel, novedades que se han abierto camino muy lentamente allí donde el sentir de los teólogos había encontrado su complemento popular en el viejo refrán "chancho limpio nunca engorda".

Definiendo la nueva manera de realizar la defensa de la vida contra la insalubridad ambiente, los norteamericanos decían que "la civilización de un país se mide por el consumo de jabón", y consiguientemente, la incivilización debía medirse por el consumo de velas a los santos para el mismo objeto.

Cuando el milagro era el agente exclusivo para la conservación de la salud, la mortalidad excedía del 30 por mil, y en razón de la enorme mortalidad infantil, el término medio de la vida humana no pasaba de quince años, que se han doblado primeramente para los anglosajones, porque la higiene experimental ha hecho descender la mortalidad a cerca de 15 por mil, mientras excede todavía del veinticinco en la cepa española. Calculando para ésta un promedio de 20:000.000 de habitantes en el siglo XIX, y tomando la cifra sajona para la gente que ha muerto inevitablemente, y su diferencia con la cifra española e hispanoamericana para la que ha muerto evitablemente, la higiene mística nos habría costado veinte millones de vidas, prematuramente aniquiladas en el siglo en que se ha consolidado la higiene racional.

Y a continuar en la misma relación, otros veinte millones de vidas, con otros dos mil millones de pesos se perderán, evitablemente, en holocausto a la fe en la higiene y la terapéutica sobrenaturales.

"La principal industria de la Edad Media, dice Seignobos, era la cría de abejas por la cera para alumbrar las iglesias, y la miel para endulzar los vinos". En Rusia, donde el pueblo analfabeto es el 97 % y se sigue practicando la defensa de la salud por medio de las velas de cera, de cada mil niños, 495 mueren antes de los 5 años. En dos años de administración norteamericana, la mortalidad, que era de 132 0|00 bajo la dominación española, descendió a 22 0|00 en Cuba9.

Según las informaciones telegráficas de Santiago de Chile, el mes pasado han perecido allí setecientos niños de menos de un año, pero todo el horror de este hecho queda fuera de los arneses mentales del hispanoamericano, como estuvieron antes fuera del alcance de sus sentimientos la tortura, la servidumbre, la esclavitud, el despotismo, la ignorancia y la miseria consecutiva.

Para el modo de ver de un teólogo soltero, esos niños habrían ido derechamente al cielo o al limbo, según que estuviesen bautizados, y "san" se acabó. La pérdida que ello importa para el país y para la raza, siendo una ganancia para el cielo, no se toma en cuenta, pues para el que tiene arneses de ir al otro mundo, judío, cristiano, musulmán, etc., los intereses de este mundo quedan fuera de la respectiva carretera, cuando las anteojeras son muy grandes y puede aún llegar al punto de destino sin haber dado un paso en este planeta. Vale decir que, en un solo mes y de una sola procedencia, la población de aquellos parajes se habrá aumentado con 700 párvulos a perpetuidad por consignación eclesiástica.

LA RELIGIÓN Y LA CIENCIA

El objetivo de la ciencia es la vida que transcurre en el mundo natural, y el de la teología es la que transcurre y la que no transcurre, y está en primer término.

Como la vida y las leyes naturales son las mismas en todas partes, hay una sola ciencia verificable de la vida y más de cuatro mil religiones o ciencias inverificables de la vida y de la muerte.

Si la salvación depende de no comer jamón o de no beber alcohol, o de beber tres gotas diarias de orines de vaca sagrada, o de no comer vaca profana en día viernes, son asuntos que están fuera de la ciencia positiva, porque los problemas imaginarios sólo pueden ser planteados y resueltos por las ciencias imaginarias.

Porque la mente tiene el privilegio de salir de la realidad, construirse realidades mentales, poblar con ellas el mundo natural, y arreglar a ellas la conducta personal, pudiendo desacertar en mayor o menor medida, lo que tendrá una influencia más o menos desfavorable sobre el sujeto y sus alrededores y ninguna sobre su teología, pues todo el mal que de ésta resulte será considerado como una fatalidad inevitable o como infinitamente inferior a los bienes inverificables. Por esto la ciencia es buscada como el pan, en razón de las utilidades reales que proporciona a todo el que la use, y la religión se hereda como el color de la piel y se la aguanta, por mucho que reduzca las posibilidades individuales y nacionales, por las utilidades imaginarias que proporciona al que la cree y que no proporciona al que no la cree y que por esto no la busca, ni la quiere o la repudia.

La vida puede ser reducida o rebajada en diferente porcentaje por un andamiaje de terrores y esperanzas ilusorias o por la disminución de los sentidos o del intelecto, o por las dos desgracias juntas, y el saldo será diferente pero la conformidad será igual, correspondiendo a cada diferente plan de vida un coeficiente de duración diferente también.

"La mente que va paralela con las leyes de la naturaleza estará en la corriente de los acontecimientos, y fortalecida con las fuerzas de éstas", dice Emerson. Y la que no vaya paralela no será fortalecida, y la que vaya en contra será debilitada por ellas, pues el hombre puede hacer su verdad y extraviarse con ella, pero no puede hacer la verdad del mundo exterior y extraviarlo en la misma dirección.

Como los peligros y las defensas sobrenaturales sólo existen por creación del espíritu humano, son diferentes en especie y en grado en todas las gestiones y latitudes y susceptibles de ser abandonados o mantenidos, disminuidos o aumentados, por simple cambio del pensamiento, sin que cambie en el mundo otra cosa que el empleo de la vida del sujeto mismo, que cesará de gastar en ellos si cesa de creer en ellos, o gastará el doble si cree el doble, en perjuicio o en beneficio de los respectivos intermediarios, por esto instintivamente interesados en mantener en la más alta tensión el terror sobrenatural para ordeñarlo con más provecho, a cuyo efecto hacían creer antes a las gentes que el mundo existía por y para las creencias y se acabaría si ellas cesaban.

Como en la Europa central y occidental los teólogos no lograron mantener en tensión máxima universal el terror religioso, la inteligencia humana pudo emanciparse del peligro teológico y llegar a engrandecerse con todo el poder de las energías cósmicas, que trabajan gratuitamente para todo el que aprende a gobernarlas.

En los males imaginarios, el empresario del remedio es, por supuesto, el más entusiasta y el más infatigable propagandista del peligro: cada cual se preocupa de hacer creer en la realidad del infierno de que puede sacar penados, siendo al mismo tiempo el más ardoroso negador de la existencia de los otros infiernos de que sacan otros especialistas.

Pero resulta que sobre los peligros y los temores sobrenaturales del pasado están injertadas, no solamente las instituciones religiosas, sino también las instituciones políticas del pasado, con lo que hay dos grandes y poderosos interesados en su mantenimiento, desde que su cesación comportaría el derrumbamiento de entrambos. Y la mayor complicación proviene de la competencia internacional, que impone la educación del pueblo, so pena de anularse brusca o lentamente el país que la suprima o la reduzca. El dilema es inevitable: ser comido lentamente por los frailes, los derviches, los bonzos, con elevada mortalidad y miseria grande, para ser luego despojado o absorbido de golpe por los rivales o levantarse y andar como ellos.

Y la solución que se ha encontrado para cultivar los poderes intelectuales sin destruir o disminuir el miedo a los peligros sobrenaturales, obviando el antagonismo entre la casualidad natural y la sobrenatural, es la enseñanza religiosa de las ciencias profanas; el cultivo de la memoria sin despertar el raciocinio, por la ingestión de explicaciones depuradas en respuestas hechas, aprendidas y almacenadas en la mente para responder a preguntas hechas, a fin de que el educando atraviese la escuela, el colegio y la universidad con anteojeras de mula, "con sujeción estricta a los textos", viendo lo que ponen delante y no lo que le substraen o queda a los costados, como Renan, que recibió las órdenes menores en San Sulpicio sin saber que había existido la revolución del 89.

Pero el individuo habilitado solamente para repetir como un fonógrafo, con o sin variaciones, lo que le han enseñado en la ciencia circunscripta por la fe, no podrá ser más que un loro sabio, de grande o aun de maravilloso vocabulario, y el país que cultive todos los poderes intelectuales del habitante estará siempre mucho más arriba del que sólo cultive alguna parte. Aun edificando el saber sobre la capacidad pasiva de asimilar conocimientos, la enseñanza religiosa corre graves riesgos de despertar inopinadamente la capacidad activa, suscitando en un seminarista un Combes, y un France en un discípulo de los asuncionistas.

Mariano Moreno, el alma de la revolución de Mayo, era doctor en teología de la Universidad de Chuquisaca, como Voltaire era discípulo de los jesuítas, porque la misma educación calculada para atrofiar las alas del espíritu, fracasa en las inteligencias descollantes no habiendo procedimiento que valga para transformar los cóndores y las águilas en aves de corral.

De la casualidad milagrosa, que es la base de la escuela eclesiástica, no ha salido ningún invento, ningún descubrimiento, pero han salido todos los actores de la Revolución Francesa, los terroristas, los nihilistas, y los anarquistas; y de las Universidades fundadas y regenteadas por obispos, salieron todos los emancipadores de la América del Sur, consistiendo así su único mérito en haber servido para lo que no fueron establecidas.

 

A consecuencia de esto, y a precio de rebajar la mentalidad nacional por la enseñanza anticientífica de la ciencia, a menudo equivalente a escamotearla, y de que son víctimas en primer término los huérfanos y las clases conservadoras, los poderes dogmáticos sólo consiguen aplazar su derrumbe para hacerlo más completo en definitiva. Bajo la enseñanza religiosa, la Francia monárquica llegó a ser más republicana y más librepensadora que la Inglaterra liberal, cuyo Parlamento votaba, en 1840, 30.000 libras para escuelas y 70.000 para las caballerizas del rey.

Abrazando la causa del liberalismo, la casa de Saboya levantó la monarquía levantando a la Italia, y apoyándose en el clericalismo, la casa de Braganza perdió la corona, atrasando, empobreciendo y endeudando a Portugal.

La América del Sur se encuentra en plena evolución del espíritu místico al espíritu práctico en algunas partes, y en plena regresión en otras. Para la prosperidad de las poblaciones, un ferrocarril, un puerto, una escuela, un banco, son infinitamente más eficaces que un obispado, y es con ellos que, en sesenta años de liberalismo tibio, la Argentina ha hecho descender el precio del oro del 2000 al 227 0|0, mientras Colombia lo ha hecho ascender al 5000 0|0 y perdido a Panamá en 18 años de reaccionarismo rabioso. Con su prodigioso santuario, Catamarca no ha podido aún salir de la pobreza consuetudinaria, y con la agricultura científica, Mendoza ha aumentado sus recursos de medio a cuatro y medio millones de pesos en 25 años, aún teniendo adentro, como las manzanas averiadas, a los más hábiles despojadores de viudas ricas y beatas, que pagan el más alto tributo al miedo religioso, en dinero acumulado por sus maridos descreídos que pasa al activo de la riqueza eclesiástica.

La penetración de los instrumentos materiales de la civilización moderna es inevitable aun en los países en que el hombre vive sintiendo, pensando y pereciendo en los viejos moldes y en pos de aquellos va la infiltración de las métodos mentales de que proceden. El vapor, el ferrocarril, el automóvil, son los precursores del régimen constitucional y del librepensamiento en Turquía, en Persia, en China, en Rusia.

Se ve cuán profundo era el pensamiento de lord Acton, el famoso católico inglés, cuando decía, en referencia al gran pontífice que dejó nacer y crecer al modernismo: "Pienso que León XIII es el primer Papa que haya sido bastante sabio para desesperar, y sentido que debía empezar una nueva partida y gobernar por extrañas estrellas sobre mares desconocidos".

9En la ciudad del Rosario, la mortalidad que es de 14 0|00 en las secciones que tienen obras sanitarias, alcanza en las que tienen la higiene de la edad media la horrorosa cifra de 160 0|00 en niños menores de cinco años – dice el doctor don Juan Álvarez.