El pequeño doctor

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Sarampión

Solemos considerar el sarampión como una enfermedad infecciosa infantil más bien banal. En cambio, puede llegar a ser mortal, por ejemplo, para los niños indios de regiones donde esta enfermedad es desconocida. El agente causal es un virus, uno de los agentes patógenos más pequeños que existen, muy por debajo de las dimensiones de las bacterias, por lo que fue desconocido durante mucho tiempo. No es visible en el microscopio normal, como las bacterias teñidas, por lo que solo puede estudiarse debidamente mediante el microscopio electrónico. De todos modos, siempre se ha considerado el sarampión como una enfermedad infecciosa, por el curso de la enfermedad y por la facilidad de contagio entre los niños. La mayoría de las madres suelen reconocerlo por las amplias erupciones cutáneas que se producen junto con la fiebre. Al principio no es fácil saber si se trata de esta enfermedad, a no ser que se aprecien las llamadas «manchas de Koplik». Se trata de unas manchas de dos a tres milímetros de diámetro, de color rojo claro, con puntitos blancos que se localizan en la mucosa bucal, cerca de los molares. Aparecen uno o dos días antes de que surja la erupción (exantema) típica de la enfermedad.

Una vez contagiado, el periodo de incubación dura unos catorce días, tras el cual irrumpe la enfermedad, por lo que no es de extrañar que después de diez o doce días se produzca un nuevo caso en la familia o en el vecindario.

Los primeros síntomas de la enfermedad no son siempre los mismos. Muchas veces se inicia con un aparente resfriado con estornudos, hemorragias nasales, catarro de las vías respiratorias y enrojecimiento de la conjuntiva ocular con fotofobia, sensación de ardor y lagrimeo.

Pronto se presenta la fiebre, que llega a subir hasta los 39 °C; luego hacia el cuarto día desciende y vuelve a subir hasta los 40,5 °C. La fiebre no suele descender hasta que hace irrupción la típica erupción cutánea del sarampión. Si la fiebre se mantiene más de tres o cuatro días después de aparecer la erupción, hay que proceder de forma más enérgica para evitar posibles complicaciones. Para evitar que se produzca una complicación de tipo séptica daremos al niño, lo antes posible, Lachesis D10 y aplicaremos compresas muy calientes (de serpol) sobre la piel. Para favorecer el curso de la enfermedad y que irrumpa mejor y de forma más intensa, se practicarán envolturas muy calientes en estos niños. Mientras dure la fiebre no se les dará otra cosa que zumos de fruta, especialmente de naranja, uva o zanahoria. Este último, además, tiene un efecto favorable sobre el hígado. Si no disponemos de fruta, siempre podemos recurrir a darle al niño una tisana suave endulzada con miel. Como en todas las enfermedades infecciosas, es importante también practicar ciertos cuidados bucales. En niños pequeños, pasaremos por las encías, mucosa bucal y lengua (casi siempre suele estar «sucia») un dedo envuelto en un paño limpio que habremos sumergido en suero láctico concentrado algo diluido. En niños mayores, podemos realizar esta operación con un cepillo de dientes pequeño.

Los remedios que emplear serán los siguientes:

Aconitum D4: cinco gotas cada media hora. En cuanto comience la aliviadora sudoración y la fiebre haya descendido se darán estas dosis de forma mucho más espaciada.

Ferrum phosphoricum D6 (en niños muy pequeños: D12): una tableta cada hora.

Belladonna D4: en caso de congestión sanguínea en la cabeza, tos perruna, conjuntivitis y complicaciones en los oídos. Se darán cinco gotas cada hora.

Antimonium sulf. aureum D4 o D6: este remedio se administra después de la bajada de la fiebre y si no aparece ninguna complicación suele ser suficiente para conseguir la curación. En un principio se tomará una tableta cada dos horas y, después de unos tres días, dos tabletas tres veces al día.

Para eliminar mejor las toxinas por los riñones, se pondrán cinco gotas para los riñones en cada una de las bebidas (zumos de fruta) que tome el niño.

Cuprum aceticum D4 y Antimonium sulf. D4: se darán de forma alterna cuando se sospeche que puede surgir una tos ferina en el niño

Coccus cacti D4: actúa también de forma rápida contra la tos ferina, siempre que se administre lo más pronto posible, es decir, cuando tras un sarampión aparezcan los primeros síntomas de tos ferina. Con este remedio muchas veces se consigue cortar totalmente una tos ferina sin daño alguno para el paciente.

En niños débiles con tendencia a la tuberculosis por causas hereditarias y que presentan a menudo ganglios linfáticos hinchados daremos, de forma preventiva:

Calcium phosphoricum D4, alternándolo con D6, a razón de dos tabletas, tres veces al día.

El preparado de ortiga y calcio resulta todavía más potente, y tomado durante meses puede producir resultados sorprendentes.

El Arsenicum jodatum D4 se da en niños delgados que crecen de prisa alternándolo durante meses con un preparado de calcio y ortigas.

El Kalium phosphoricum D6 se dará en caso de complicaciones que afecten a bronquios y pulmones.

El Sulfur D4 se administrará cuando la erupción cutánea no termina de manifestarse, aunque se hayan empleado envolturas para provocar su aparición.

Una vez superado el curso normal de la enfermedad y que haya desaparecido, no dejaremos que estos niños entren inmediatamente en contacto con el aire frío. En invierno se dejará al niño unos ocho días todavía en la cama o, por lo menos, en una habitación caliente, pero bien ventilada. Estas recomendaciones deben ser especialmente atendidas en niños débiles para evitar que pudieran surgir complicaciones más tarde.

Parotiditis (paperas)

La parotiditis, llamada también paperas, es una enfermedad infantil bastante frecuente, pero inocua la mayoría de las veces. Afecta a las parótidas, es decir, las glándulas salivares situadas debajo de las orejas. A veces puede afectar también a los testículos de los niños. Si quien resulta afectado de paperas es un joven adulto, esta complicación puede tener serias consecuencias ocasionadas por la destrucción de los tejidos testiculares y puede dar lugar a esterilidad.

Contra las paperas utilizaremos remedios como Mercurius solubilis D10, a razón de dos a tres gotas, o una tableta cada dos o tres horas. Posteriormente se administrarán de dos a tres gotas de Aconitum D4 y Belladonna D4, alternativamente, cada media hora. También resultan muy efectivas las envolturas derivativas colocadas en las pantorrillas, humedecidas con suero láctico concentrado, siempre que se tengan los pies calientes. Así mismo, resultan muy eficaces los baños de asiento de temperatura creciente de 36 a 44 °C seguidos de una envoltura seca. Si el intestino no evacua con regularidad, recurriremos a poner un enema o lavativa. Para aliviar los dolores en estos niños, aplicaremos compresas húmedas muy calientes, a las que habremos añadido unas gotas de extracto de árnica o de caléndula. Conviene que estos niños hagan gárgaras con suero láctico diluido. Las aplicaciones de aceite de hipérico caliente son un viejo remedio que siempre suele dar buenos resultados. Se unta un pequeño paño con él o, todavía mejor, preparamos una masa de arcilla de este aceite y le colocamos encima una bolsa de agua bien caliente, con lo que se alivia el dolor y se ejerce, a la vez, un efecto curativo. Mientras tanto, daremos una tableta de Silicea D12, tres veces al día, hasta conseguir la curación completa.

Tos ferina

Muchas veces se trata esta enfermedad como si fuera un trastorno secundario, sin concederle una gran importancia a la tos perruna y profunda que afecta a estos niños. Es necesario prestar una mayor atención a la tos ferina, ya que si no se trata correctamente pueden producirse graves efectos secundarios y lesiones duraderas. Para combatir esta enfermedad, disponemos de remedios fitoterápicos y homeopáticos sencillos. Los padres de los niños afectados de tos ferina deben poner todo su empeño en aplicarles un tratamiento natural. No se puede cortar de golpe y acabar totalmente con ella con un remedio, pero sí podemos frenar en parte sus fuertes ataques y hacer que sean menos duraderos, siempre que nos preocupemos de eliminar las toxinas producidas en el curso de las enfermedades infecciosas, como sucede también con el sarampión, la escarlatina, la gripe y otras. Podemos combatir la propensión, debilidad o tendencia de ciertas personas a padecer enfermedades infecciosas con facilidad o repetidamente. Suele suceder que tras la tos ferina se presenta otra enfermedad, por lo que resulta muy importante tomar medidas de prevención para así tener un buen estado de salud. Hay casos en los que los ataques de tos desaparecen totalmente al cabo de pocos días. A veces todavía es necesario dar un preparado biológico de calcio a estos niños. Así mismo, hay que activar los riñones para favorecer la eliminación de los nocivos residuos metabólicos. Los preparados homeopáticos Ipecacuanha D4 y Coccus cacti D4 han dado buenos resultados. Una vez que hayan desaparecido los ataques de tos podremos ir dejándolos poco a poco. En cambio, deberemos persistir un poco más con el jarabe de yemas de abeto, si bien luego también lo iremos dejando progresivamente. No hay que prescindir nunca de las envolturas de pecho en el tratamiento de estos pacientes. Podemos preparar una sencilla envoltura de pecho, humedeciéndola con una decocción de heno o, en casos más graves, recurriremos a una envoltura con cebolla. Las envolturas con rábano rusticano actúan de forma todavía más intensa, al igual que las envolturas de mostaza. Una envoltura de mostaza bien puesta o un baño con mostaza ha sido, a menudo, la única salvación posible en casos muy graves de la temida bronquiolitis del lactante (inflamación y obturación progresiva de las vías respiratorias más finas de los pulmones), cuando se iba poniendo azul y trataba desesperadamente de respirar. Cuando utilicemos la mostaza (harina de mostaza), deberemos procurar que la piel no esté demasiado tiempo en contacto con ella. Lo adecuado es que se produzca un buen enrojecimiento de la piel, pero sin que se lleguen a formar jamás ampollas. Si efectuamos el tratamiento aquí expuesto podremos preservar a estos niños de graves trastornos o lesiones.

 

Equinácea (Echinacea purpurea)


Consuelda (Symphytum officinale)

Enfermedad de Herter (celiaquía)

Esta enfermedad recibe también el nombre de celiaquía14 o infantilismo intestinal. Se trata de un padecimiento que exige mucha dedicación y ocasiona muchas preocupaciones, por lo que para muchas madres será un verdadero alivio saber de qué manera han de actuar en estos casos. Como a todos los catarros intestinales y diarreas en lactantes y en niños pequeños la trataremos de la manera siguiente:

El remedio por excelencia son gotas para la diarrea a partir de la tormentilla, que se dará en dosis de dos a cinco gotas, de tres a cinco veces al día, según la edad y la sensibilidad de cada uno de los pequeños pacientes. La dosis puede aumentarse progresivamente hasta que las deposiciones fecales tengan una consistencia normal. Como medida de apoyo, utilizaremos los baños de asiento calientes, que se tomarán a menudo, o bien se aplicarán envolturas calientes en el vientre humedecidas con una infusión de manzanilla o de cola de caballo.

En cuanto a lo referente a la alimentación se seguirá, ante todo, una dieta a base de arroz integral. Para preparar la crema de arroz no se empleará nunca arroz blanco, sino únicamente arroz natural (integral). A la crema o mucílago producido se le añadirá un poco de zumo de zanahoria, aunque también puede ser sustituido por media cucharadita o menos de concentrado de zanahorias.

Mientras dure la enfermedad, tanto los niños como los adultos deberán seguir una dieta carente de gluten. Por ello, el mejor cereal para esta enfermedad es el arroz. A estos enfermos no hay que darles productos hechos con harina o sémola blanca. En cambio, pueden comer patatas cocinadas con la piel y preparadas en forma de puré, al que se le añadirá zumo de zanahoria fresco. Respecto a las verduras, se empezará poco a poco con un poco de puerro al vapor, y no se recomienda tomar otras verduras hasta que la diarrea no haya desaparecido del todo.

En cuanto a las frutas, pueden tomarse manzanas ralladas, que podremos mezclar con un poco de plátano crudo. También las bayas de arándano resultan recomendables en estos casos. Una vez pasadas las manifestaciones agudas podemos dar también un poco de zumo de pomelo15.

La cantidad de los alimentos será bastante restringida. Se irá aumentando lentamente a medida que se vaya normalizando la digestión, es decir, hasta que las deposiciones tengan la consistencia y el color adecuados. Lo que está muy claro es que, si se toma una gran cantidad de alimentos, los resultados son mucho peores que comiendo una cantidad moderada. Si alguno de los alimentos mencionados produjera algún tipo de trastorno en estos niños, deberíamos adaptarnos a su particular sensibilidad y elegir aquellos alimentos que no les causen problema alguno. Una vez que las deposiciones vuelven a estar en orden, iremos dejando los remedios paulatinamente e iremos introduciendo progresivamente una dieta normal. Si se produjera algún tipo de recaída, aunque fuera pequeña, habrá que volver a ser más severos con la dieta. En algunos casos, también la leche de almendras ha dado buenos resultados. Si nos atenemos a las recomendaciones aquí expuestas y nos ajustamos a la sensibilidad individual de cada niño conseguiremos con paciencia y constancia la curación total.

Parálisis infantil (poliomielitis)

Desde que se administra la vacuna de la polio, por vía oral, la incidencia de esta enfermedad es muy escasa entre la población infantil. Su agente causal es muy activo y produce potentes toxinas que llegan a destruir las células nerviosas y pueden dar lugar a parálisis. La enfermedad, como tal, dura de catorce días a tres semanas aproximadamente. Lo que se presenta después son las consecuencias de la enfermedad, las temidas parálisis. Por ello, es muy importante actuar a fondo y lo más pronto posible. Es del todo improcedente esperar a ver qué pasa. Con cierta frecuencia me llegan relatos o informes que me hacen ver lo necesario que resulta escribir nuevamente sobre este tema, para que tanto profanos como profesionales no pierdan de vista las reglas básicas que les evitarán las temibles consecuencias de esta enfermedad.

No hace mucho, un padre de familia de la Suiza central me informaba de que su hijo fue internado en un hospital para controlar y observar mejor la enfermedad. El médico dejó pasar días y días sin hacer nada hasta que comenzaron a presentarse las primeras parálisis, que llegaron a afectar a los pulmones del chico. No hubo más remedio que colocarlo en un pulmón de acero y, a pesar de que era fuerte y robusto, murió al cabo de pocas semanas. Con los tratamientos actuales no se hubiera dado un caso como este. Muchos fisioterapeutas famosos, entre los que se encuentra la conocida enfermera Kenny16, han mostrado que, en estos casos, una rápida actuación es importante para poder salvar la vida de estos enfermos. Si solo se procede a esperar, se da tiempo al agente causal de la enfermedad a que destruya las células nerviosas con sus toxinas. A poco que se presenten los primeros síntomas de la enfermedad conviene hacer sudar al paciente, sea en una «caja sudorífica», con un baño sudorífico, sea en la sauna, mediante un baño hipertérmico (baño de Schlenz) o, sencillamente, con una envoltura sudorífica de larga duración. El método empleado no importa; lo realmente importante es producir una rápida y abundante sudoración en estos niños. De este modo, podemos impedir que aparezcan las temibles secuelas de esta enfermedad, parálisis incluidas. Si en el caso antes citado se hubiera procedido según el método de la enfermera Kenny, seguramente el joven muchacho no hubiera perdido la vida. Ante enfermedades peligrosas como esta no deberían pasarse por alto los buenos resultados conseguidos por estos terapeutas, aunque uno tenga una mentalidad conservadora a la hora de actuar terapéuticamente. Hay que actuar rápidamente ante la aparición de los primeros síntomas; los comienzos de esta enfermedad semejan a los de una gripe, con gran sensación de cansancio, dolor de cabeza, pesadez en brazos y piernas, vómitos, inapetencia y otros síntomas. Poco importa si se ha establecido ya el diagnóstico de polio o todavía no. Los síntomas son determinantes y exigen una actuación inmediata, a saber: provocar la sudoración. Con ello beneficiamos al paciente, se trate de una posible poliomielitis o de otra enfermedad. No hay que preocuparse de si se ha hecho un diagnóstico erróneo, ya que la actuación inmediata no es perjudicial y puede impedir la progresión de tan grave enfermedad.16

Otra buena ayuda es emplear remedios de apoyo, como el Gelsemium D6, así como preparados de ortiga y calcio, ya que en estos casos siempre resulta conveniente un aporte de calcio. Podemos emplear Nux vomica D4 para combatir la sensación de malestar. Todos estos remedios constituyen unas buenas medidas de apoyo. Para no sobrecargar los órganos del paciente, podemos recurrir a una dieta a base de zumos. De todos modos, lo más importante es la eliminación en forma de sudoración mantenida, a la vez que se procura que exista una buena actividad renal e intestinal. Los buenos resultados conseguidos con este proceder hace que no debamos prescindir de él, aunque utilicemos también otras buenas terapias.

La parálisis infantil se presenta periódicamente y por zonas. Parece ser que los días veraniegos de bochorno o calor sofocante favorecen el desarrollo de su agente causal. De ahí que la enfermedad presente una mayor incidencia de casos en verano17 que en los meses fríos del año. En las regiones tropicales la enfermedad se da durante todo el año. Científicos expertos en ella han observado que muchas personas, especialmente niños, son portadores del virus causante, pero no enferman, ya que disponen de un estado defensivo-inmunitario suficientemente eficaz. Raramente se presenta esta enfermedad en los pueblos indígenas o en los que viven en íntimo contacto con la naturaleza, de lo que se deduce que diversos hábitos o costumbres erróneos de nuestra civilización aumentan la predisposición a contraerla y disminuyen la capacidad de resistencia a la misma. ¿Cómo podemos protegernos de esta temible enfermedad? Resulta muy conveniente adoptar una serie de medidas preventivas para protegernos de las enfermedades infecciosas. Es básico y fundamental practicar una forma de vida lo más natural posible, junto con una sana actividad física. Nuestros fieles acompañantes serán, a ser posible, la luz, el aire y el sol. Como se sabe con bastante seguridad que la puerta de entrada habitual del virus de la polio es la cavidad nasofaríngea, en tiempo de epidemias no olvidaremos pincelar a fondo la garganta de los niños con un concentrado de suero láctico para protegernos mejor de las enfermedades infecciosas y para aumentar nuestra capacidad defensiva. Si la enfermedad ya ha aparecido, la base del tratamiento reside entonces en desintoxicar y eliminar. De este modo se crean las condiciones idóneas para superar la enfermedad sin graves consecuencias posteriores.

Consejos contra la gripe

Por suerte no todas las epidemias de gripe son como la que asoló Europa en los años 1918 y 1919, y que ocasionó más víctimas que la Primera Guerra Mundial. En la mayoría de los casos se trata de una enfermedad de escasa gravedad. Sin embargo, como muchas veces no se procede correctamente contra ella ni contra las enfermedades infecciosas en general, los consejos que se exponen a continuación van a ser una buena ayuda para muchas personas. Lo que aquí se menciona para la gripe nos sirve también para otras enfermedades infecciosas.

En primer lugar, ante toda enfermedad infecciosa, hay que empezar con una buena evacuación (limpieza) intestinal mediante un laxante vegetal.

Mientras dure la fiebre, el paciente deberá ayunar. Para calmar la sed y favorecer la eliminación de toxinas, se tomarán zumos de fruta, especialmente de naranja, pomelo15 y uva. Si el hígado también estuviera afectado, sustituiremos los zumos de fruta por el zumo de zanahoria. En ningún caso recurriremos a preparados químicos para hacer bajar la fiebre, ya que esta constituye una ayuda para el cuerpo, un apoyo defensivo para aniquilar o «quemar» sustancias patógenas y toxinas bacterianas. Es totalmente necesaria una derivación hacia los riñones para poder eliminar, cuanto antes, las toxinas producidas. Para ello, se darán tisanas renales con vara de oro (Solidago) o gotas para los riñones. Se apoyará la acción de la fiebre con envolturas sudoríficas. Si al paciente le cuesta sudar, se le administrarán infusiones bien calientes de flor de saúco con zumo de limón.

Para que el paciente se encuentre mejor y pueda dormir mejor y más tranquilo, aplicaremos envolturas frías en las pantorrillas, junto con las envolturas calientes.

Si el corazón se ve afectado por la enfermedad, se tomará un tónico cardíaco biológico o zumo de fruta endulzado con miel. De todas formas, también pueden suministrarse al paciente infusiones endulzadas con miel o, simplemente, agua con miel. También la fructosa (zumo de uva concentrado) actúa rápidamente, proporcionando vigor a la musculatura cardíaca.

 

Conviene lavar con regularidad el cuerpo del paciente con infusiones de tomillo o de agujas de enebro, aunque solo sude o haya sudado de forma moderada.

Ante una gripe fuerte resultan útiles los remedios siguientes: Podophyllum D4 y Taraxacum (diente de león), por actuar favorablemente sobre el hígado. Como ya se ha mencionado anteriormente, no debe faltar nunca el zumo de zanahoria para mejorar la función hepática. Por la noche, se aplicarán sobre la zona hepática hojas de col machacadas.

Si se trata de una gripe que afecta especialmente al cerebro y al sistema nervioso, deberemos administrar Avena sativa y Acid. phosp. D4 junto con un preparado biológico de calcio. En casos rebeldes daremos un preparado de equinácea. La aplicación de hojas de col machacadas sobre la nuca actúa de forma excelente.

Se debe observar una buena higiene bucal en el transcurso de todas las enfermedades infecciosas, incluida la gripe. Hay que cepillar los dientes con regularidad, con un cepillo de dientes adecuado y también la lengua, que suele estar «sucia» en estos casos. Las gárgaras con suero láctico concentrado constituyen otra medida de apoyo para favorecer el proceso curativo.

Como sucede con las enfermedades infecciosas, debemos procurar que la habitación de estos enfermos esté bien ventilada, ya que los pulmones se ven forzados a trabajar más para favorecer los procesos de «combustión» interna. Si los pacientes están bien tapados, siempre es preferible una habitación atemperada que una que esté sobrecalentada.

Una vez desaparecida la fiebre, la dieta del paciente se iniciará con fruta y con alimentos vegetales crudos; les seguirá una alimentación sencilla de tipo vegetariano y, pasada ya la convalecencia, el paciente adoptará la dieta usual, a ser posible, lo más natural posible.

De este modo conseguiremos superar rápidamente la gripe sin que aparezca ninguna secuela posterior para el cuerpo, como, por ejemplo, una gran sensación de cansancio y otros síntomas que, a veces, se presentan una vez pasada la enfermedad.