El pequeño doctor

Tekst
0
Recenzje
Przeczytaj fragment
Oznacz jako przeczytane
Czcionka:Mniejsze АаWiększe Aa

Examina todo lo que el ser humano te ofrece

De tu entorno escoge lo mejor,

y de tus amigos recoge su experiencia,

en ellos aprovechará la sabiduría humana.

Todo lo que está en armonía

con las leyes de nuestro Dios,

no puede perjudicarnos,

y es una bendición.

Toma lo que la fuerza indivisible

de la planta entraña,

su jugo auténtico y puro

es un beneficio para tu salud.

Si con el tiempo aprendes a seguir caminando

y te es suficiente con la sabiduría del Creador,

trazarás, también con una alimentación sana,

tu mejor camino.

Sophie Vogel

De: «Das neue Leben» (La nueva vida; Mayo 1929)

Segunda parte
La fiebre como señal de alarma

Si la gente supiera que la fiebre es una señal de alarma de la naturaleza no trataría de luchar contra ella, como hoy en día sucede de manera tan frecuente. La fiebre actúa como factor defensivo contra invasores

-gérmenes- dañinos. En lugar de dejar actuar a la naturaleza, se lucha contra ella reprimiendo con un miedo mal entendido la ayuda que nos brinda. Demasiado pronto se recurre a la aspirina, a la quinina o a otros remedios semejantes para acabar con la fiebre lo antes posible. ¿Por qué pretendemos ser más listos que las leyes de la naturaleza que nos rigen? ¿Por qué no apoyamos a la fiebre? ¿Por qué no agradecemos lo suficiente su existencia? ¿Por qué no atendemos a los consejos de personas entendidas que han reconocido el valor de la fiebre? En la antigüedad ya se tenía conocimiento de los valores curativos que alberga la fiebre. De ahí las conocidas palabras dichas por un médico de la época: «Dadme el poder de producir fiebre y os enseñaré el camino para curar todas las enfermedades». Quizá esta frase sea un poco exagerada, pero en el fondo alberga una verdad profunda. Como excepciones, cabe mencionar la fiebre que se produce en casos de tuberculosis solapadas, enfermedad de Basedow, paratifus, inflamación de las válvulas del corazón y en la llamada fiebre por déficit de hierro en ciertas anemias. Es sabido que una baja respuesta térmica implica una situación de peligro para la salud. En aquellas personas con una escasa respuesta febril la intervención del médico suele fracasar tan pronto como empiezan a presentarse complicaciones. No resulta, pues, apropiado cerrarse a los puntos de vista de los médicos de la antigüedad y apreciar todo el valor que posee la fiebre. Debemos ser conscientes de que la fiebre es un compañero en la lucha contra invasores dañinos. No hay que olvidar jamás este hecho, a no ser que se trate de una fiebre iatrogénica producida por la toma de ciertos medicamentos alopáticos.

Pero, ¿qué hacer si al ir subiendo la fiebre crece el temor de peligro de muerte del individuo? ¿Acaso no hemos oído en la escuela que hay peligro de muerte si la fiebre alcanza los 42 °C? ¿Hay que quedarse esperando sin hacer nada?

Por supuesto que no, si prestamos un poco de atención a nuestras dotes de observación. No resulta difícil encontrar un ejemplo comparativo que nos ilustre de forma evidente sobre la eficacia de la fiebre. Todos sabemos que para que una estufa funcione el tiro deberá funcionar bien. Si la entrada de aire es buena, podremos aumentar el calor a voluntad sin ocasionar perjuicio alguno para la estufa. En cambio, si el tiro tiene dificultades y no funciona bien, se puede producir un calor sofocante, un sobrecalentamiento que puede llegar a producir daños irreparables. Si no se puede aportar aire fresco o renovado desde abajo y de forma continuada, la herrumbre de la parrilla puede llegar a arder. Pero si el aire circula bien y en cantidad abundante, entonces la parrilla no se pondrá al rojo vivo (incandescente) y no será necesario renovarla al cabo de poco tiempo.

Si trasladamos esta situación a nuestras funciones corporales, entonces comprenderemos como debemos comportarnos ante la fiebre. Esta, en el fondo, no es otra que un proceso de «combustión» aumentado. En el caso de la fiebre también se debe dejar libre el tiraje, si es que podemos llamarlo así. Hay que procurar que nada lo entorpezca y se pueda producir un estancamiento. Una de estas vías de salida es la intestinal, la cual es imprescindible que funcione correctamente. Así mismo, hay que procurar como sea que las vías renal y cutánea funcionen adecuadamente. La fiebre apenas ejercerá efecto nocivo alguno si atendemos correctamente estas tres vías de salida.

Si se presenta un estado febril, la medicina naturista se preocupa enseguida en limpiar a fondo el intestino mediante enemas, con tisanas de plantas medicinales y con la toma de laxantes naturales que, si no surten efecto, se aplicarán por vía rectal.

La toma de una planta diurética, entre las que destaca la vara de oro (Solidago) ayudará a estimular la función renal. Si no disponemos de esta planta, podemos recurrir a otra, como la cola de caballo7. También ejercen un efecto diurético las tisanas de perejil, cebolla o enebro. En casos de apuro podemos tomar incluso una tisana de escaramujo que, aunque posea una acción diurética débil, siempre es mejor que no tomar nada.

Si los riñones funcionan correctamente conviene activar también la piel. En estados febriles, la aplicación de envolturas hidroterápicas constituye una gran ayuda. Quienes desconozcan este método deberían guiarse por un buen libro sobre este tema o hacer un curso. Si no se procede correctamente y las envolturas no se aplican adecuadamente podemos hacer más mal que bien. Poner bien una envoltura en el tronco o en el pecho no resulta difícil si conocemos la técnica. Hay que evitar que queden espacios huecos entre la envoltura y la piel (han de estar bien ajustadas). Si aplicamos correctamente una envoltura a un enfermo febril, se favorecerá la aparición de la sudación deseada. Para aliviar a los pacientes febriles y favorecer su sueño, sin tener que esperar mucho tiempo, les aplicaremos envolturas frías en las pantorrillas o calcetines humedecidos con agua y vinagre. Así de sencilla es la solución natural. ¿Por qué recurrir entonces, por miedo o desconocimiento, a píldoras nocivas?

En la naturaleza todo es más sencillo de lo que creemos. En cambio, los seres humanos estamos habituados a buscar soluciones mucho más complicadas. Ante lo desconocido, merece más confianza lo que se denomine con palabras que suenan a latín que el simple proceder de la naturaleza. Se pretende que el efecto deseado sea más rápido que el que nos brinda la naturaleza. Esto puede tener consecuencias perjudiciales, aunque no suela atribuirse a la práctica de procedimientos erróneos. Lo sencillo, lo natural, lo que entiende todo el mundo y se puede realizar en el hogar cae en el descrédito y está mal visto.

Otro factor que debemos considerar durante el periodo febril es la alimentación. Normalmente, los enfermos con fiebre no suelen tener hambre ni desean comer ni tomar nada. La percepción natural del enfermo le insinúa que no necesita nada más que vencer la enfermedad que padece. Existe falta de apetito, y los órganos digestivos se comportan como máquinas paradas. Por ello, quien fuerce a un enfermo febril a comer no le hace ningún favor.

Sin embargo, no pocas veces encontramos a quien trata de estimular su apetito ofreciéndole diversos platos sabrosos, como bistec con huevos, huevos estrellados con queso u otros manjares parecidos con los que se pretende mostrar al paciente febril lo interesados que estamos por él. Se intenta por todos los medios, por ejemplo, que no le falte un vaso de leche caliente con miel. Sin embargo, ante un estado febril no hay que darle al enfermo ni proteínas ni nada que sea de difícil digestión. Tan solo debemos recurrir a los zumos de frutas. Si no disponemos de ellos, le daremos un poco de agua o una tisana que podremos endulzar con un poco de azúcar integral de caña. Por consiguiente, basta con agua fresca y clara y un remedio natural (suero láctico concentrado diluido o plantas medicinales). De todos modos, lo mejor son los zumos de frutas, por lo que suelen ser bien aceptados por todos los enfermos. Podemos emplear zumos naturales y frescos de naranja o de uva. Con ellos vamos a refrescar el organismo y a suministrarle sales minerales y vitaminas. Un zumo fresco, tomado despacio por el enfermo febril, a pequeños sorbos y ensalivándolos bien, resulta ideal en estos casos. Es difícil que haya enfermos que no los toleren. En caso de apuro, también puede ser administrado un buen mosto sin alcohol. La toma de suero láctico concentrado diluido también resulta muy beneficioso.

Consecuencias naturales

Si, en vez de reprimir la fiebre, la hacemos disminuir tranquilamente y sin prisas procediendo como hemos visto, esta no va a volver a subir en lo sucesivo, sino que tenderá a bajar poco a poco. No hay que pretender hacerla bajar rápidamente sino lentamente, pues todo lo que ocurre demasiado rápido no es natural. Si la fiebre aumenta, permanecerá elevada hasta que haya «quemado» todo lo que hay que quemar, tras lo cual va a volver a bajar. Este es su curso natural, la curva normal que debe seguir. Todo lo que se reprime de una forma demasiado rápida solo se oculta o se desplaza, pero no se elimina como uno podría creer. Solo se consigue una especie de «alto el fuego», pero no se eliminan las causas reales. Todo lo que no se elimine con el sudor, la orina o la defecación permanece en el cuerpo como veneno y puede desencadenar una recaída en cualquier momento. A veces, al pretender combatir un proceso febril con unas «maravillosas» tabletas, se han reprimido unas anginas y no se han eliminado las toxinas producidas por la amigdalitis, que pueden ejercer su efecto nocivo en otras partes del cuerpo, dando lugar, por ejemplo, a una pericarditis, un reumatismo articular o, eventualmente, una neumonía. ¿Quién no ha visto más de una vez como el fármaco más novedoso del mercado, que ha acabado rápidamente con una enfermedad, ha dado lugar a que otro mal o desarreglo hiciera su aparición en otra parte del cuerpo? La experiencia adquirida por la medicina académica sobre tales remedios «milagrosos» debería hacerla recapacitar sobre esta cuestión. La naturaleza impone sus leyes y no se la puede engañar ni violar, sin que ello dé lugar a consecuencias negativas. Cualquier animal salvaje sabe mejor que nosotros, personas cultivadas, como curarse y recuperar la salud de una forma natural. No nos dejemos guiar en el futuro, pues, por puntos de vista equivocados ni por instintos deteriorados. Si sabemos captar correctamente las leyes de la naturaleza, y las seguimos consecuentemente, conseguiremos una buena guía orientativa para cuando caigamos enfermos. En cambio, si reprimimos la ayuda que nos puede ofrecer la naturaleza, una especie de «venganza» puede hacer que, en lugar de conseguir la curación, aparezcan nuevos trastornos. Consideremos, pues, la fiebre como una señal de alarma de la naturaleza y no tendremos nada que temer. Si en lugar de reprimir sus servicios aprendemos a valorarla correctamente, podremos beneficiarnos de ella.

 

El dolor como señal de alarma

Así como la fiebre actúa como una señal de alarma de la naturaleza, también el dolor nos advierte de la existencia de un trastorno en la armonía de nuestro cuerpo. ¿Cómo nos comportamos cuando el dolor se presenta de forma inesperada? ¿Mostramos agradecimiento por disponer de una señal que nos advierte de que, en algún lugar de nuestro cuerpo, hay que restablecer el orden o el buen funcionamiento? ¿Se procede a buscar su causa verdadera lo más rápidamente posible para poderla combatir con los remedios más adecuados? No, pues lo consideramos demasiado enojoso o complicado. Ya de por sí, el dolor es tan molesto que nadie quiere tener que soportarlo en ninguna de sus manifestaciones. Tan pronto como se presenta, se trata de eliminarlo lo más pronto posible. Existen tantos remedios contra el dolor que parecería un descuido no utilizarlos y tener que soportar los dolores más tiempo de lo necesario. El ser humano piensa así por ser corto de miras. Sin embargo, cuando se trata de su coche o de cualquier otra máquina piensa y actúa de forma diferente. ¿Qué mecánico pensaría o creería que los defectos de un coche se solucionan tapándose los oídos para no tener que oír los chirridos ocasionados por un mal funcionamiento? ¡Seguro que, haciendo honor a su profesión, buscaría decididamente la causa de los trastornos para poder determinar la manera de solucionar el problema antes de que se pudieran producir males mayores! Mientras que a los materiales inertes se les dedican grandes cuidados, engañamos al sensible cuerpo humano al hacer caso omiso de la valiosa señal natural que representa la aparición del dolor y que en ningún caso debe desatenderse. Tratando únicamente de anestesiar el dolor no solo se engaña a la naturaleza, sino también, y de forma muy sensible, a nuestro cuerpo. Resulta interesante observar como la naturaleza se muestra siempre dispuesta a corregir ciertos comportamientos desacertados. Si no fuera por la ceguera del ser humano al desatender sus leyes, este podría aprender mucho de sus fracasos y sacar mejor provecho de dichas leyes. Sin embargo, apenas se les presta atención y, por lo tanto, no se sacan las conclusiones adecuadas cuando un analgésico comienza a fallar y pierde su anterior eficacia. En lugar de comprender que la toma de analgésicos nada tiene que ver con el proceso natural de la curación, el erróneo comportamiento humano recurre cada vez a remedios más potentes que acaben con el dolor de la manera que sea.

Proceder correcto

Cuando el médico actúa con seriedad, tratará de buscar e investigar las posibles causas del dolor.

Si el paciente se queja de dolores en la zona hepática o en la arcada costal derecha, el buen médico no prescribirá simplemente un remedio contra el dolor, sino que, basándose en los síntomas que presenta el paciente, investigará de qué tipo de trastorno del hígado se trata; averiguará cuál es el color de las deposiciones y preguntará si el paciente tolera bien o mal las comidas grasas. En resumidas cuentas, buscará las causas de los trastornos y prescribirá el remedio correspondiente; mandará una dieta adecuada y una buena cura de zanahorias. Solo se permitirá la toma de rábanos en cantidades muy pequeñas, ya que cantidades mayores pueden llegar a perjudicar el hígado cuando está afectado. El médico deberá informar a sus pacientes de todo lo que pueden hacer para ayudarse en la recuperación y cuidar de su salud.

De la misma forma procederá el médico responsable cuando una paciente se queja de dolores en la zona renal. Tratará de averiguar si el dolor es de tipo tensional. Le preguntará si siente tensión en la piel de esa zona, como si esta se hubiese estrechado. También se informará sobre el color y la cantidad diaria de orina. Si tras sus indagaciones deduce que se trata de una enfermedad renal, solicitará un análisis de orina del que podrá sacar valiosos datos: comprobar la presencia de albúmina, glóbulos rojos y blancos, quizá también la presencia de células cilíndricas o epiteliales de la vejiga urinaria, de la pelvis renal o de los propios riñones, así como de bacterias. Si existen pequeños rastros de todo esto, procederá preventivamente con las siguientes medidas: 1. Alimentación pobre en sal. 2. Vestimenta adecuada para protegerse de los enfriamientos. El método naturista recomienda las tisanas de cola de caballo7, hojas de abedul, raíces de grama de las boticas3 y también de perejil. Además, prescribirá envolturas calientes para poder resolver el estancamiento existente. De esta manera es como hay que afrontar la aparición del dolor y la forma de combatirlo.

Quien solo pretende amortiguarlo no le aporta ningún beneficio a su cuerpo. Hay personas que durante años están tomando remedios contra el dolor de cabeza sin pensar que podría estar relacionado con el pertinaz estreñimiento que padecen. ¿No podría ser que las toxinas del intestino debidas al estreñimiento pudieran ser las responsables del dolor de cabeza? ¿No sería conveniente, ante todo, procurar primero una buena actividad intestinal? Sin embargo, en lugar de proceder de esta manera se toman polvos y píldoras para el intestino y el dolor de cabeza de forma continuada.

Posibles consecuencias

No habría por qué tener que soportar todas las molestias que puede llegar a ocasionar una enfermedad grave si desde un primer momento tratamos de eliminar decididamente sus causas. Hubiera sido mucho más sencillo si se hubiera pensado en solucionar las causas y se hubiera procedido con un pensamiento y tratamiento holístico del estreñimiento en lugar de soportarlo durante años. Hay médicos que apenas conceden importancia a este trastorno y solo se dedican a prescribir laxantes en vez de combatirlo a fondo para poder acabar con él.

También ocurre que muchas mujeres apenas prestan atención a los dolores en el bajo vientre y no se tratan ni el flujo vaginal ni los espasmos menstruales que padecen al no considerar estos trastornos como posibles causas de estancamientos circulatorios en el bajo vientre.

Hay personas que, instintivamente, actúan mediante métodos naturales y proceden correctamente, mientras otras, por el contrario, no muestran capacidad de decisión propia y necesitan ser aconsejados y guiados correctamente.

Los baños de asiento ayudan a aligerar el bajo vientre y a resolver estancamientos sanguíneos. Al agua de estos baños se le añade preferentemente decocciones de heno o infusiones de manzanilla o agujas de enebro. La temperatura del agua de estos baños será de 37 °C, ya que si son demasiado calientes hacen subir la sangre a la cabeza. La duración del baño será de una media hora y, para mantener constantemente elevada la temperatura del agua, iremos echando de vez en cuando pequeñas cantidades de agua muy caliente. Los baños de asiento resultan muy beneficiosos, ya que pueden solucionar los estados espasmódicos e incluso, con el tiempo, hasta el flujo vaginal. ¿Por qué no ocuparse mejor de los estancamientos, irritaciones e inflamaciones del bajo vientre que pueden poner en peligro los importantes órganos que contiene? Con el paso del tiempo, la suma de pequeñas causas acaba teniendo grandes consecuencias. Si no se presta la debida atención a estos pequeños indicios, puede suceder que al final no quede otra solución que recurrir a una intervención quirúrgica. ¿No hubiera resultado más lógico y sencillo aplicar primero cuidados adecuados de tipo natural para no tener que padecer después consecuencias nada agradables?

Los seres humanos procedemos de una forma mucho más inteligente en el cuidado de nuestras plantas que cuando nos ocupamos de nuestro propio cuerpo. El propietario de un bosque no serrará las ramas que tiene que cortar cuando alcancen el grosor de un brazo si ha tenido la ocasión de hacerlo cuando estas empezaban a brotar. Lo habitual es que cuide y combata cualquier trastorno que pueda afectar a sus árboles antes de que se hagan demasiado grandes. Sabe, por experiencia, que pequeñas causas pueden tener grandes consecuencias. Lo mismo nos sirve para el caso del dolor si este se manifiesta tempranamente. No basta con anestesiarlo simplemente, sino entenderlo como señal de alarma de la naturaleza para buscar sus posibles causas y poder combatirlo o eliminarlo como es debido.

Importante para futuras madres y puérperas

Cuán a menudo oímos decir que durante el embarazo y después del parto (puerperio) pueden aparecer una serie de problemas como flebitis (inflamación de las venas afectadas), trombosis (coágulos intravasculares) y embolias (desplazamiento de coágulos), trastornos que pueden alcanzar una cierta gravedad y enturbiar la alegría natural propia, tanto de las embarazadas como de las recientes mamás.

He aquí unos pequeños consejos que, a buen seguro, podrán ser de ayuda para quienes se encuentran en esta difícil situación. Existen plantas que, combinadas entre sí, ejercen un buen efecto sobre las venas. Actúan de forma tan excelente en casos de flebitis, varices (dilatación de las venas afectadas) y trombosis39 que futuras madres y puérperas podrán sacar un gran provecho de ellas. Nos referimos a las siguientes plantas:

Hipérico o hierba de San Juan (Hypericum perforatum)

Milenrama (Achillea millefolium)

Flor de árnica (Arnica montana).

La infusión o tisana preparada con estas tres plantas medicinales nos proporcionará buenos resultados ante los trastornos mencionados. De todos modos, aún actúan mejor y de forma más intensa los jugos o extractos obtenidos a partir de las plantas frescas (es decir, recién recolectadas).

En cientos de casos, sus efectos positivos en puérperas se han presentado al cabo de muy poco tiempo, por lo que todas las futuras madres deberían conocer estos sencillos remedios.

Veamos ahora cómo actúan cada una de estas tres plantas. Los extractos obtenidos de planta fresca de las flores y yemas del hipérico8 ejercen un efecto curativo sobre las heridas, al igual que sucede con el aceite de hipérico. Dan buenos resultados en dolores intensos resultantes de una lesión nerviosa, en caso de conmoción cerebral, en padecimientos de la médula espinal con agresión traumática de los nervios, contra los dolores subsiguientes a una intervención quirúrgica y contra dolores de tipo nervioso, especialmente los dolores de cabeza parietales (laterales) tras un sobreesfuerzo psíquico o intelectual.

Árnica (Arnica montana)

 

Milenrama (Achillea millefolium)

Hipérico o hierba de San Juan (Hypericum perforatum)

La milenrama9 es un típico remedio para los trastornos circulatorios sanguíneos. Ante todo, actúa contra las dilataciones venosas, hemorroides, varices, estancamientos de sangre venosa en el bajo vientre y en las piernas, contra la congestión o acumulación de sangre en la cabeza, en las hemorragias nasales intensas y repetitivas, así como en las hemorragias de la vejiga urinaria.

El árnica10 es un remedio que actúa también sobre el sistema venoso, especialmente ante estancamientos de la sangre, heridas y dolores por agotamiento. La gran acumulación de sangre en las venas que se puede producir antes del parto puede combatirse y solucionarse muy bien con el árnica. El árnica ha resultado ser también un excelente remedio en casos de úlceras varicosas de las piernas, siempre que empleemos los extractos frescos de sus raíces, no de sus flores. Las flores de esta planta, así como la tintura obtenida de ellas, solo se destinan a las aplicaciones externas.

La pulsatila es una planta que se emplea en el tratamiento de ciertos trastornos circulatorios. Se trata de una ranunculácea muy potente, casi tóxica, por lo que no debe emplearse para preparar tisanas con ella; solo debe emplearse en dosis homeopáticas. En cambio, las otras tres plantas mencionadas son empleadas a menudo en fitoterapia y forman parte del patrimonio de plantas medicinales de uso corriente.

El extracto de tintura de las semillas del castaño de Indias silvestre es un buen remedio para el sistema venoso (producido también en forma de tabletas). La acción favorable del castaño de Indias sobre la circulación venosa ha sido probada tanto de forma experimental como clínicamente. Así mismo, también con la administración por vía interna y externa de Hamamelis se pueden obtener buenos resultados en trastornos venosos. Por su parte, el meliloto produce un aumento de la resistencia capilar y mejora el reflujo de la sangre venosa.

Para tratar los típicos vómitos del embarazo, disponemos de tres sencillos remedios. La Nux vomica D4 suele combatir con eficacia las desagradables náuseas a los pocos días de tomarse. Si sus resultados no son suficientes podemos recurrir a la Ipecacuanha D4 o al Apomorphinum D4. No hay por qué padecer durante semanas o meses un trastorno tan desagradable que enturbia la alegría natural que supone el estado de buena esperanza de la futura madre, habiendo como hay remedios homeopáticos eficaces.

Para conseguir un embarazo y parto sin complicaciones, además de las plantas citadas, se tomará un complejo de ortigas y calcio y un preparado vitamínico natural.