El pequeño doctor

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Gangrena

La gangrena es un grave padecimiento que debe ser combatido con prontitud. No hay que esperar a que la piel de las piernas comience a adquirir una tonalidad rojo-azulada, se vuelva brillante y dura y que de tanto en tanto aparezca una desagradable sensación de calor que trastorna el sueño y el descanso nocturno. Con el paso del tiempo, las molestias pueden llegar a ser tan pesadas que muchos pacientes, sin saber ya qué hacer, recurren a sacar los pies fuera de la cama para conseguir alivio con el aire frío del exterior.

La gangrena se puede producir al llegar a la vejez si uno se ha expuesto al frío y a la humedad de forma duradera durante la etapa juvenil o, incluso, si no se prestó suficiente atención al padecimiento de ligeras congelaciones. En estos casos, los vasos sanguíneos y las células de los pies pueden sufrir daños permanentes. También, la obliteración de las varices en la juventud puede favorecer la aparición de gangrena al llegar a la vejez. En las personas mayores que padecen gangrena, un trabajo que les obliga a permanecer de pie o sentados mucho tiempo seguido les resulta perjudicial, pues favorece el mantenimiento de los estancamientos circulatorios. En cambio, las ocupaciones que exigen andar o mover las piernas a menudo resultan más beneficiosas y puede suceder que los dolores desaparezcan transitoriamente. Aunque una enfermedad de este tipo no resulte ya curable del todo, sí que es posible ejercer una influencia beneficiosa sobre ella mediante procedimientos naturales y que el paciente no perciba molestia alguna durante muchos años.

Podemos actuar positivamente sobre este trastorno aplicando compresas humedecidas en agua caliente a las que habremos echado cinco gotas de Arnica D1. Un excelente apoyo a este tratamiento externo es la toma de equinácea y Lachesis D10, en alternancia diaria, remedios que se tomarán con un poco de agua durante mucho tiempo y de forma continuada por la mañana y por la noche. También hemos observado buenos resultados con la toma regular de la tintura de semillas de castaño de Indias y Ginkgo biloba21.

Estos pacientes deben arroparse bien para evitar enfriamientos que les puedan perjudicar, por lo que tendrán que estar atentos a los cambios de tiempo y de temperatura. En cuanto a la dieta, es conveniente tender hacia una alimentación más abundante en vegetales, lo cual no resulta difícil, y más teniendo en cuenta los beneficios que le pueden aportar los consejos aquí expuestos.

Hemorroides

Se trata de trastornos que, a menudo, acompañan a un estreñimiento crónico. Toda la mucosa intestinal se halla atravesada por una estrecha red o malla de venas. Si se produce una retención en el recto de heces endurecidas, estas presionan sobre las venas más próximas. Los estancamientos de sangre producidos dan lugar a dilataciones en ellas, es decir, se producen varicosidades en las venas afectadas, lo que se conoce con el nombre de hemorroides. Puede suceder también que la presión ejercida por heces duras sobre las venas ocasione erosiones en ellas que las hagan sangrar. Hablamos entonces de hemorragias hemorroidales. En estos casos suele producirse una pequeña salida de sangre clara, junto con las heces, en el momento en que se hace de vientre. Si no se resuelve favorablemente esta situación se produce una inflamación y un endurecimiento de los tejidos afectados, lo que da lugar a nódulos hemorroidales. Las heces duras pueden presionar sobre dichos nódulos y hacerlos salir hacia el exterior del ano haciéndolos visibles; es posible, incluso, que estos nódulos puedan transformarse en abultamientos del tamaño de una ciruela. Quienes son conocedores de este trastorno saben muy bien que suele acarrear grandes molestias y que aquellos que lo padecen agradecen mucho poder librarse de él.

En muchas mujeres, estos nódulos hemorroidales suelen presentarse después del parto. Ya durante el embarazo, todo el sistema venoso se ve sometido a una mayor presión que puede abocar en la formación de varices y en el agravamiento de las ya existentes. En las últimas semanas de la gestación, la cabeza del niño presiona las venas de la pelvis, lo cual afecta negativamente a las venas del recto. Durante el parto, este problema se agudiza mucho. Los nódulos hemorroidales suelen, por tanto, hacer acto de presencia después del alumbramiento. ¿Qué podemos hacer para combatir este problema?

Métodos de tratamiento

Lo primero que hay que hacer es combatir el estreñimiento, pues mientras siga presente cualquier tratamiento solo va a conseguir un éxito parcial. A menudo se debe a una alimentación errónea, en la que escasea el consumo de pan integral, frutas y hortalizas crudas, o no se recurre al empleo de algún remedio vegetal que regule el tránsito intestinal y las defecaciones. A veces también puede deberse a espasmos intestinales de origen anímico influidos por problemas vitales no resueltos. La tensión que padece una persona se manifiesta externamente; de igual manera, también el intestino se ve afectado por ella, al tratarse de un órgano muy ligado al sistema nervioso vegetativo simpático. Una vez vencido el estreñimiento resulta fácil combatir con éxito las hemorroides, ya que disponemos de un excelente remedio natural para ello. La tintura de semillas de castaño de Indias es un buen remedio para la circulación, y ha ayudado a algunas personas a combatir sus problemas de varices, por lo que también resulta útil para combatir las venas dilatadas (varices) presentes en el intestino. Estos remedios ayudan a reducir la presión que dificulta la circulación en las venas afectadas, lo que beneficia también al resto del sistema venoso.

Otra buena ayuda nos la brindan el Millefolium9, el extracto obtenido de milenrama recién recolectada, así como la Hamamelis virginiana y el Calcium fluoratum. En caso de hemorragias hemorroidales de gran intensidad pueden ayudar a combatirlas la bolsa de pastor (Bursa pastoris) o la tormentilla. Para el alivio y el tratamiento local, se pueden emplear supositorios antihemorroidales que contienen, sobre todo, hamamelis y manteca de cacao. También nos van a ayudar a combatirlas la toma de una tisana de tormentilla31 y ortiga. Las aplicaciones de agua fría en la zona anal, realizadas cada mañana, actúan de forma preventiva contra las molestias producidas por las hemorroides, lavados que conviene realizar aun cuando las hemorroides se hallen ya presentes.

El incansable corazón

Nuestro corazón empieza a latir antes incluso de tener conciencia de nosotros mismos, es decir, antes del parto, y continúa latiendo día y noche, pase lo que pase, durante toda la vida; cumple sus funciones de forma incansable y fiel hasta que su propietario cierra definitivamente sus ojos en el lecho de muerte, y, sin embargo, qué desagradecidos y desconsiderados solemos ser con este órgano tan fiel y trabajador, que nos sirve durante sesenta o noventa años, sin descansar ni un instante de su infatigable trabajo.

Una actividad sin parangón

¿Dónde podríamos encontrar un motor cuyo rendimiento se pudiera comparar con el de nuestro corazón? Es inevitable quedarse perplejo ante el genio creador de la estructura de la musculatura cardíaca. Cada una de las fibras musculares del corazón consta de pequeños filamentos, las fibrillas, a modo de cables provistos de tabiques transversales y una cubierta elástica que rodea dichas células. Las paredes del corazón están formadas por miles de estos cables elásticos. A través de este cableado bien ordenado se extiende una fina red de vasos sanguíneos y nervios estimuladores. Ante esta asombrosa estructura deberíamos reflexionar seriamente un momento y reconocer que este prodigio presente en nosotros merece un poco más de atención que la que habitualmente le dedicamos. ¡De qué forma tan despreocupada e irresponsable actúan muchos jóvenes y deportistas con esta obra maravillosa presente en nuestro cuerpo! Y no son únicamente los excesos físicos los que afectan al corazón, también lo debilitan y perjudican las muchas inquietudes y preocupaciones que cargamos sobre él. El conocido sistema nervioso vegetativo simpático actúa estimulando el corazón, mientras que el nervio vago (parasimpático) ejerce un efecto inhibidor o relajante. Ambos sistemas actúan a un ritmo regular que se incrementa o decrece según las exigencias del momento, lo que hace latir más deprisa o más despacio al corazón. Entre latido y latido, el corazón permanece quieto durante una sexta parte de un segundo, aproximadamente, que es la única pausa de la que puede gozar. Sin embargo, este pequeño descanso no compensa o no llega a equilibrar el ritmo constante e infatigable que durante toda nuestra vida ha de soportar el corazón. ¡Qué asombrosa resulta esta pequeña obra maravillosa tan tenaz y perseverante de la que hacemos uso durante tanto tiempo!

No hay que sorprenderse demasiado de que actualmente más del 50% de la población no disponga de un corazón que funcione con normalidad. El ser humano moderno lleva una vida muy agitada que no le deja tiempo para el sosiego, mientras que puede comportarse de forma muy negligente respecto a sus deberes. De este desorden no resulta precisamente una vida equilibrada, como la que podemos observar todavía en las personas para quienes el trabajo no es una obligación, sino un placer. Una vida agitada perjudica el corazón, mientras que la constancia de una vida ordenada lo beneficia.

 

Las glándulas de secreción interna, en particular la tiroides, influyen sobre la función cardíaca, como se observa especialmente en la enfermedad de Basedow. Mediante un electrocardiógrafo, que es un aparato eléctrico que registra en unas tiras de papel (electrocardiograma) las oscilaciones y alteraciones del ritmo que sufre el corazón, podemos detectar algunas anomalías de la función cardíaca. En ocasiones puede suceder que el electrocardiograma muestre dos registros, como si hubiera dos corazones latiendo simultáneamente. ¿En qué casos podemos observar este fenómeno? Sencillamente, cuando se le practica un electrocardiograma a una mujer embarazada. Si aparecen tres registros, es que se trata de un embarazo con gemelos.

Dificultades a tener en cuenta

Un hecho que resulta interesante es que el corazón pueda seguir latiendo en una persona que ha fallecido. También puede suceder lo contrario: que el corazón se pare aunque no se haya muerto todavía el paciente, como sucede en los casos de muerte aparente. Una intensa descarga eléctrica, por ejemplo, puede provocar un paro cardíaco, interrumpiendo su funcionamiento. La muerte se produce más tarde, cuando el organismo deja de percibir oxígeno y se acumula en él dióxido de carbono al dejar de funcionar los mecanismos que lo expulsaban hacia el exterior. Vesalio, el padre de la anatomía moderna, para averiguar la causa de la muerte de una persona de la nobleza que él había tratado, se dispuso a abrir el cadáver. Mientras practicaba la disección, advirtió con estupor que el corazón seguía funcionando. Los testigos que presenciaron este hecho lo denunciaron y fue condenado a muerte por un tribunal por haber diseccionado a una persona que aún estaba viva. La vida o el aliento vital no se corresponden siempre con la actividad cardíaca. Aunque se haya producido la muerte, los ojos se hayan enturbiado y haya desaparecido el aliento vital, puede suceder que el corazón siga latiendo durante un corto período de tiempo, aunque también puede suceder que el corazón se detenga antes de que la vida se haya realmente extinguido en aquella persona. Este hecho se ha observado en algunos criminales condenados a la silla eléctrica en Estados Unidos. Un médico que conocía este hecho solicitó una autorización, que le fue concedida, para inyectar a uno de estos muertos un preparado que pudiera resolver la parada cardíaca producida por la silla eléctrica. Reanimado con ello, el muerto aparente tuvo que pasar por el penoso trance de volver a sufrir los efectos de la silla eléctrica por segunda vez. Mucho se podría contar sobre sucesos extraordinarios relacionados con el corazón. Siempre van saliendo a la luz nuevos hechos asombrosos sobre este tema, sea por un hecho casual o como resultado de estudios científicos.

Remedios interesantes

A una de estas casualidades se debe el descubrimiento de la llamada hormona cardíaca. Un profesor húngaro hizo el siguiente experimento: durante un largo espacio de tiempo estuvo inyectando a un carnero viejo un extracto del corazón de un animal joven recientemente sacrificado. A consecuencia de este tratamiento el animal viejo recuperó sus fuerzas, su ritmo cardíaco se hizo más intenso y se vio capaz de volver a subir por las praderas, como si se hubiera producido en él una especie de rejuvenecimiento. Cuando se sacrificó al carnero, se constató que el supuesto rejuvenecimiento había tenido realmente lugar, pues se detectaron en él células cardíacas jóvenes con núcleos celulares que se estaban segmentando, hecho que solo sucede en animales jóvenes en etapa de crecimiento. La causa desconocida de este rejuvenecimiento ha sido atribuida a una hormona cardíaca43, nombre que pareció el más indicado para este misterioso agente activo. Como, además, se trataba de una sustancia inocua y no tóxica, se supuso que también funcionaría de la misma manera en los seres humanos. Los experimentos realizados en este sentido resultaron totalmente satisfactorios. Sin embargo, esto no significa que podamos dejar de preocuparnos por el corazón, ya que este tratamiento hormonal no permite solventar o resolver los daños causados por un desgaste inmoderado al que hayamos podido someter a aquel. La mejor y más razonable ayuda que podemos proporcionar al corazón es cuidar bien de él; este motor fiel funciona de forma maravillosa y totalmente automática si no se le sobrecarga demasiado durante años. La llamada cura hormonal cardíaca, al igual que los buenos remedios obtenidos en el campo de la fitoterapia y de la homeopatía, constituyen una buena ayuda en casos de necesidad. Disponemos de diversos remedios de origen vegetal, como el Crataegus, Cactus grandiflorus, Strophantus, Spigelia, el remedio homeopático Calcium carbonicum y también oro finamente diluido. Un tónico cardíaco a base de estos remedios puede constituir un alivio para el corazón. En algunos casos la Convallaria33 y la Scilla maritima34 e, incluso, la modesta tisana de las pieles o tabiques internos de las nueces pueden actuar beneficiosamente sobre algunas molestias de origen cardíaco.

Quienes no abusaron de su corazón en su juventud, mediante un abuso de actividad deportiva o de ciertos placeres, no tienen por qué temer que este le pase factura al llegar a la vejez.

Lycopus europaeus contra las palpitaciones

La poco conocida planta medicinal Lycopus europaeus, denominada popularmente como menta de lobo o pie de lobo44, posee un gran poder terapéutico. En las regiones alpinas lo encontramos en algunos lugares hasta una altura de 1000 metros. Un poco más a menudo se encuentra en algunos valles del Tesino y en el Poschiavo (ambos en Suiza). Nuestro Lycopus europeo es muy similar en su composición y, por tanto, en sus efectos a la clase de Lycopus oriunda de América (Virginia).

En caso de padecer una ligera hiperactividad de la glándula tiroides (hipertiroidismo), asociada con frecuencia a fuertes palpitaciones, el Lycopus resulta un extraordinario remedio. Bastan de cinco a diez gotas de este producto para producir un gran efecto calmante, incluso en casos de intensas palpitaciones y de gran nerviosismo. Si la hiperactividad de la tiroides existe desde hace tiempo, es recomendable tomar también un compuesto de calcio y ortiga. Los pacientes propensos a sufrir fuertes palpitaciones, que se excitan fácilmente ante cualquier nimiedad y que presentan un pulso acelerado suelen mostrar bajos niveles en calcio. Con frecuencia he conseguido, con la ayuda de Lycopus y un tratamiento con preparados de calcio, excelentes resultados en pacientes que creían estar gravemente enfermos del corazón. La acción combinada de Lycopus y de un aporte de calcio puede llegar incluso a normalizar un metabolismo basal ligeramente elevado si se toma también un preparado homeopático de algas, como por ejemplo el Kelp D3. Estos pacientes deben poner especial atención en evitar rigurosamente el consumo de sales yodadas. La toma de dos remedios naturales e inocuos como el Lycopus y un preparado de calcio y ortiga, va bien contra la hiperexcitabilidad cardíaca, bastante frecuente en nuestros días. Normalmente, el efecto suele ser bastante rápido, pero es conveniente seguir tomando ambos remedios durante un tiempo más o menos prolongado si queremos conseguir un éxito duradero.44

Es muy importante adecuar la dosificación del Lycopus a la sensibilidad personal de cada enfermo. Las personas muy sensibles que muestran una gran excitabilidad y fragilidad no deben tomar más de cinco gotas de este remedio tres veces al día. De todos modos, como este remedio es inocuo, se puede ir aumentando la dosis de cinco hasta veinte o treinta gotas (tres veces al día) si no se produce el efecto calmante esperado.

Si el cardiólogo no detecta ninguna enfermedad orgánica, aunque el paciente crea estar gravemente enfermo del corazón, debe seguir los consejos anteriores, pues el Lycopus es, sin duda, el remedio más adecuado e inocuo para resolver la inquietud interior y para eliminar las palpitaciones que van produciéndose con una cierta repetición.

Venenos actuales para el corazón
Vida estresada

Uno de los mayores venenos para el corazón es la vida cada vez más estresada de nuestros días. Aunque, por lo común, no se trabaje más que antes, existe una tendencia general a concentrar muchos trabajos en un espacio de tiempo más reducido, como ha sucedido con la reducción de la jornada laboral. Además, el mayor tiempo libre obtenido no se suele dedicar al descanso o a actividades moderadas como escuchar música, realizar trabajos manuales, estudiar o formarse en las horas libres o cualquier otra actividad preferida. En lugar de esto, las prisas y la ansiedad de las horas de trabajo se proyectan en el tiempo libre, y los fines de semana se dedican al frenesí automovilístico. El resultado de este proceder es acabar agotados en lugar de conseguir un estado de reposo y recuperación. La conducción rápida de un vehículo motorizado produce un estado de tensión interna demasiado intensa que repercute muy negativamente sobre el corazón. Encima, el estrés automovilístico no solo nos produce un desasosiego enervante, sino también el tener que respirar los gases contaminantes que se producen y que resultan nocivos para el corazón y para los vasos sanguíneos. Especialmente perjudicial para el sistema cardiocirculatorio ha sido durante muchos años la gasolina con plomo. Sería mucho más razonable utilizar el coche para acercarnos tranquilamente a un bosque o una montaña y realizar un paseo reparador por colinas boscosas o terrenos montañosos. Esto sí que sería sano para nuestros vasos sanguíneos y para nuestro corazón. De este modo, podríamos volver frescos y relajados a nuestras obligaciones cotidianas, en vez de hacerlo a disgusto, como suele suceder cuando empleamos el tiempo de ocio en cansarnos innecesariamente. Lo mismo podemos decir del tiempo que nos tomamos para ir al trabajo. Suele ser demasiado apretado, lo que nos hace estresarnos inútilmente. Deberíamos acostumbrarnos a salir de casa con tiempo de sobra para ahorrarnos el agobio del metro, el tranvía o el autobús. Ir con prisas y cargados con bolsos, carteras o maletas puede ser más perjudicial para nuestro corazón de lo que podríamos creer. Las personas obesas deberían ser doblemente precavidas y seguir la sabia sentencia de «vísteme despacio que tengo prisa». La fuerza de la costumbre nos hace sentir poco menos que obligados a andar siempre con prisas, como si tuviéramos que escaparnos de un fuego, aunque luego dediquemos el tiempo de sobra del que disponemos en charlar con la vecina sobre trivialidades. No podemos decir, pues, que este sea un comportamiento inteligente. El corazón es un motor y si abusamos de él haciéndole pasar de revoluciones, lo estamos maltratando. Incluso las personas jóvenes pueden perjudicar su corazón con un esfuerzo físico o deportivo exagerado, que puede abocar en un corazón excesivamente dilatado. Desgraciadamente, hoy en día la competición deportiva no se basa en la pureza y belleza del estilo, sino en un ritmo desorbitado, fuera de medida. Este ritmo enloquecido de incesante incremento lleva consigo riesgos sobre los que nadie se para a pensar. Amenaza que se agrava en aquellas personas que no están muy bien entrenadas y cuyas consecuencias, por desgracia, no suelen poderse subsanar.

La reducción de la semana laboral también resulta perniciosa para el corazón, pues se ve obligado a trabajar a un ritmo más elevado, al tener que realizar en cinco días la tarea que antes se llevaba a cabo en seis. Esta disposición solo beneficiaría a nuestro corazón si en esos días se trabajase al ritmo razonable que era habitual en otros tiempos. De todos modos, parece ser que con el tiempo se irá evolucionando en esa dirección. Más de una empresa se queja ya de que en la semana de cinco días no se produce lo suficiente, prueba de que nos es fácil hacer en cinco días lo que antes se hacía en seis. Mientras la reducción de la jornada laboral sea a base de acelerar el ritmo de trabajo se verá resentida la salud, tanto de los trabajadores como la de los empresarios.

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