El pequeño doctor

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Chucrut (col ácida o fermentada) con calcio en polvo

Para quienes presentan un déficit de calcio en su organismo, quisiera ofrecerles una receta para elaborar un excelente preparado de calcio, especialmente pensado para las personas que viven en el campo.

Quienes se preparen el chucrut procurarán emplear poca sal en su elaboración, pero, en cambio, deberán hacer un mayor uso de condimentos naturales, como mejorana, tomillo, bayas de enebro y, sobre todo, granos de mostaza, elementos que contribuyen mucho a la conservación de la col fermentada junto con otros condimentos naturales elaborados con determinadas plantas. La col fermentada, elaborada a partir de la col blanca, es en sí misma muy rica en calcio y un excelente remedio para la salud si se consume cruda. Para aumentar notablemente el contenido en calcio y para elaborar directamente un preparado de calcio, añadiremos y mezclaremos bien, por cada kilo de chucrut, media cucharada sopera de cáscaras de huevo pulverizadas. También podemos emplear las conchas de las ostras, una vez lavadas y pulverizadas, que podremos obtener en un buen comercio de productos dietéticos. Podemos mezclar este polvo con la col blanca cruda rallada, al igual que hacemos con las plantas condimenticias citadas. Con la fermentación que se origina a continuación se produce una combinación natural del calcio y el ácido láctico, que es de muy fácil asimilación. Quienes consuman cada año con su familia una cierta cantidad (un pequeño barril) de col fermentada, preparada de esta forma, después de uno o dos años ya no padecerán una falta de este mineral. Quienes no puedan hacerse su propio chucrut y lo compren pueden añadir una cucharadita rasa de este polvo por kilo de col fermentada y mezclarlo bien. Podemos echar una cucharadita llena de uno de estos dos polvos al chucrut conseguido en tiendas de productos dietéticos, elaborado de una forma natural y sin mucha sal. Se mezcla bien y se deja reposar durante un día, tras lo cual ya puede comerse la col fermentada cruda. El efecto de la toma de calcio elaborado de esta forma es reducido, pero siempre es mejor que el conseguido con los preparados de calcio usuales. También podemos añadir estos polvos (basta una punta de cuchillo) en una salsa para la ensalada que contenga zumo de limón. Los ácidos del limón permiten disolver algo de este calcio natural y lo hace asimilable.

Ortigas

Otro excelente suministrador de calcio son las ortigas. No se debería olvidar nunca en primavera, cuando aparecen los brotes jóvenes de las ortigas, añadir unas cuantas finamente picadas a las ensaladas que vayamos a tomar. Podemos utilizarlas como guarnición, bien picadas, sobre patatas, puré de patata u otros platos en lugar de la cebolleta picada. Apenas nadie se dará cuenta de que no se trata del habitual perejil o apio. También puede añadirse a las sopas, antes de comerlas. De este modo, podemos tomar un poco de ortigas con regularidad, lo que resulta especialmente importante por su contenido en calcio y ácido fosfórico. Así mismo, se puede añadir ortiga cruda picada a las espinacas, antes de servirlas, es decir, sin que la ortiga se haya cocido con ellas. De este modo conseguiremos un aporte adicional de vitamina D, calcio y otros minerales importantes. En tiempos pasados di a conocer estos consejos sobre las ortigas en mi revista «Noticias de Salud», tras lo que recibí numerosos informes por parte de campesinas de la zona de Berna de como, con estos sencillos remedios, sus hijos habían recuperado el color de sus mejillas, la salud y la capacidad de resistencia de su organismo. ¿Por qué no utilizar remedios sencillos y baratos para conseguir un determinado fin?, ¿por qué comprar preparados caros, si existen otras vías abiertas a cualquier ama de casa que se preocupa y piensa un poco en estos temas? De hecho, representa menor dedicación o esfuerzo que tener luego que ocuparse de los largos tratamientos que precisan los niños con déficit crónico de calcio. Estos niños son más propensos a padecer catarros, y cada corriente de aire frío representa un peligro para ellos; cuando hay alguna enfermedad infecciosa en el entorno, son los primeros en contagiarse y enfermar, por lo que siempre resultará mejor y más económico prevenir que tener que curar.

Nuevas funciones del calcio

Todos conocemos la importancia del calcio como material de construcción para los dientes y huesos de nuestro cuerpo. Sabemos que unos niveles bajos de calcio en nuestro organismo indican un estado deficitario de este mineral y, con el tiempo, puede dar lugar a problemas óseos y dentarios. En las mujeres embarazadas, este déficit se manifiesta de forma tan drástica que ya en tiempos de nuestras bisabuelas se decía que cada niño le cuesta un diente a la madre. También sabemos que unos niveles bajos de calcio en sangre pueden abocar en la aparición de manifestaciones de tetania, contracturas y espasmos.

El calcio no solo actúa como material de construcción, sino también como componente de unión, gracias al cual podemos eliminar por la orina residuos metabólicos nocivos, especialmente de naturaleza ácida. Pensemos por un momento en el ácido oxálico, que puede jugar un papel destacado en la formación de cálculos renales. La combinación de este ácido con el calcio, en forma de oxalato cálcico, permite su transporte y eliminación por parte del sistema urinario.

Un aporte suficiente de calcio nos protege de la escrofulosis35 y de la propensión a padecer una tuberculosis. Mucho podrían contar al respecto los médicos especialistas en este campo. Unos niveles de calcio en sangre normales hasta nos pueden proteger en gran medida de la acción nociva del radiactivo estroncio 90. Este hecho es nuevo para muchos de nosotros, pero resulta tranquilizador saber que con una medida tan fácil es posible conseguir un buen nivel de calcio, y podemos contrarrestar hasta influencias nocivas. Los motivos para abastecernos de una cantidad suficiente de un mineral tan importante como el calcio son lo suficientemente convincentes y razonables como para no dejarlos pasar por alto.


Argentina (Potentilla anserina)


Vara de oro (Solidago virgaurea)

Los cereales integrales y las hortalizas crudas, así como los productos lácteos, son buenos suministradores de calcio, por lo que debemos tomarlos a diario. Lamentablemente no podemos asimilar el calcio disuelto en agua, como sucede con otras formas de calcio inorgánico. Por ello, debemos tener siempre presente aportar a nuestro cuerpo calcio en su forma orgánica, especialmente el que nos ofrecen diversas plantas que lo contienen. Debido a que esta es la forma más fácilmente asimilable de este importante mineral, preferiremos la forma orgánica a todas las demás. No obstante, quienes a pesar de seguir una buena alimentación presentan un estado deficitario de calcio deberían, además de adoptar una dieta rica en calcio, tomar un buen preparado biológico de calcio, como un compuesto de calcio y ortiga. Este calcio de las ortigas constituye una forma ideal para mantener unos buenos niveles de calcio en niños y en adultos, pues contribuye a que nuestro organismo pueda captar y emplear mejor el calcio que nos aportan los alimentos. Quien ha probado una vez este compuesto de calcio y ortiga y ha visto los resultados no va a olvidar más este sencillo remedio agradable de tomar. También personas agotadas, afectadas por un exceso de trabajo y debilitadas por su estado de salud, a las que no les han ayudado otros remedios, verán como con la toma de este compuesto se recuperan sus fuerzas y salud. Como es tan importante para nuestro organismo un buen balance de sus componentes minerales, siempre deberemos tener en cuenta los consejos aquí apuntados para conseguirlo.

Nuestra misteriosa sangre

La Biblia nos dice que el alma se encuentra en la sangre y el poeta, sintiendo su misterioso efecto, nos dice de ella que es un fluido sumamente especial, un punto de vista que expresaba el poeta mucho antes de que lo confirmaran diversos trabajos de investigación de nuestra época. Las declaraciones de un famoso investigador, de las que se deduce que se puede determinar el estado de una persona a partir de una gota de su sangre, pues en ella se puede reconocer el estado de salud y enfermedad que presenta una persona, me hicieron reflexionar sobre el tema. Sin embargo, las investigaciones al respecto no han llegado tan lejos como para utilizar estas valoraciones como un método diagnóstico aceptable por todos. El método de la cristalización sensible de la sangre ha mostrado un camino que no se debería pasar por alto. Seguramente aparecerán otros métodos, y no parece lejano el tiempo en que se podrán detectar en un estadio de desarrollo inicial, es decir, mucho antes de que se manifiesten sus síntomas clínicos, la mayoría de enfermedades como el cáncer, la tuberculosis, el reuma, la gota y muchas otras. Si bien la sangre se ha clasificado en diversos grupos sanguíneos, se ha descubierto en ella el factor Rh, y que, al igual que sucede en la piel, en la que hay poros finos y gruesos, existen sangres de grano fino y de grano grueso. Lo cierto es que las particularidades de la sangre y las variaciones individuales de su contenido y estructura todavía son un gran misterio que esperamos que los investigadores aclaren con el paso del tiempo.

 

Si se hubiera avanzado más en la investigación de este misterioso fluido no se producirían en América casi 20 000 defunciones anuales debidas a transfusiones de sangre. Es de suponer que en un futuro próximo los médicos emplearán sustitutos de la sangre y del plasma sanguíneo cada vez mejores, y que conocerán mejor qué riesgos puede haber en las transfusiones de sangre humana. A este respecto cabe mencionar, sobre todo, la frecuente aparición de la hepatitis, la temida inflamación del hígado con ictericia de tipo infeccioso, a consecuencia de una transfusión de sangre. Un problema de las transfusiones sanguíneas, aún en vías de solución, es la prevención de la hepatitis sérica. Pensemos también en los contagios de sida, ocurridos en los últimos tiempos, debidos a una transfusión de sangre. Cuando incluso el director médico de un banco de sangre americano se ha expresado seriamente sobre los riesgos que puede ocasionar una transfusión de sangre, y cuando muchos médicos, que han tenido experiencias poco satisfactorias, no quieren responsabilizarse de los riesgos que puede conllevar emplear sustitutos del plasma, los pacientes tienen motivos suficientes para expresar sus puntos de vista, hablar de ello con el médico y poder tomar una decisión al respecto.

¿Cómo podríamos conocer los seres humanos todos los secretos de la sangre, cuando no la hemos creado nosotros mismos? Solo aquel que la creó conoce sus secretos. En su tutela divina y paternal prohibió de forma terminante la toma de sangre a los supervivientes del Diluvio Universal. Este mandamiento pasó más tarde a su pueblo escogido y no fue cancelado por los miembros dirigentes de la iglesia primitiva en tiempos de Pablo, sino que se volvió a repetir como vinculante, por lo que su validez y promoción siguen vigentes también desde la era cristiana hasta nuestros días. Así mismo, la mejor protección contra el sida es una moral sexual elevada, tal como se expresa por mandato divino en la Biblia.

Analizando más a fondo los diversos mandamientos podemos comprobar que albergan no solo una utilidad formadora o educadora, sino también de tipo salutífero, tanto si los seres humanos desean cumplirlos como si no. En todo caso, el cumplimiento obediente de estas peticiones impuestas sirve de protección al individuo. Quienes se nieguen a incorporar en su organismo alguna forma de sangre, sea por mandato divino o por una cuestión de salud, verán que, con el paso del tiempo, nuevas investigaciones y mayores conocimientos en este campo les darán la razón.

La linfa, el fluido sanguíneo blanco

Si bien, en su conjunto, los vasos linfáticos son mucho más largos que todo el sistema vascular sanguíneo, el conocimiento que se tiene sobre los primeros es más bien modesto. Los vasos linfáticos transportan la linfa (fluido sanguíneo blanco), se hallan repartidos por todo el cuerpo y son más finos que los vasos sanguíneos. Los vasos linfáticos conducen la linfa en una sola dirección y terminan vertiéndola al torrente circulatorio sanguíneo. De forma esquemática podríamos dividir el cuerpo en cuatro partes resultantes del cruce de dos líneas en el ombligo, una vertical o longitudinal y otra horizontal o transversal. Cada cuadrante posee una red linfática que desemboca en una zona ganglionar importante; cada cuadrante superior, en su axila correspondiente, y cada cuadrante inferior, en su zona inguinal correspondiente. También encontramos agrupaciones ganglionares más pequeñas a derecha e izquierda por debajo de la mandíbula. Acercándose a las zonas ganglionares importantes, la linfa forma pequeños nudos que alcanzan su mayor tamaño en las agrupaciones ganglionares.

Funciones de la corriente linfática

El sistema linfático mantiene en orden el líquido corporal junto con el líquido sanguíneo y el cerebral. El conjunto de los fluidos de nuestro cuerpo asciende aproximadamente al 60% del peso corporal. Además de esta función reguladora, la linfa desempeña otra función de vital importancia, como es la de actuar como una especie de policía local que combate la penetración de intrusos extraños que pueden poner en peligro el conjunto de células que forman nuestro cuerpo. Nos referimos a bacterias que pueden ser más o menos peligrosas y que, en algunos casos, pueden ser una amenaza para nuestra vida. Cuando, por ejemplo, nos cortamos o un clavo oxidado ha herido nuestra protectora superficie cutánea, penetran millones de bacterias en el interior de nuestro cuerpo, como si se hubiera roto una puerta protectora. Los finos vasos linfáticos externos quizá no son lo suficientemente fuertes para detener la avalancha, por lo que las bacterias invasoras alcanzan los ganglios linfáticos. En estos se movilizan entonces elementos defensivos, produciéndose una reacción inflamatoria con una notable hinchazón en los ganglios axilares o inguinales (según el cuadrante afectado) que puede alcanzar el tamaño de un huevo. Si la acción de linfocitos, fagocitos, células emigrantes o como se llamen todas esas células defensivas no pueden solventar su trabajo, se produce una inflamación de la zona ganglionar afectada con hinchazón, enrojecimiento y dolor al presionarlo. Hablamos en este caso de una infección de la sangre, aunque las sustancias nocivas producidas se encuentran dentro del sistema linfático. Si todas las toxinas y bacterias alcanzaran el torrente circulatorio sanguíneo, el resultado sería que el ser humano fallecería ya durante la infancia.

Las amígdalas y el apéndice vermicular están conectados también a las vías linfáticas, donde ejercen también una acción limpiadora y bactericida. Se trata, en cierto modo, de dos filtros que no deben ser extirpados a la ligera, pues representan dos bastiones que tienen su importancia en la lucha contra bacterias invasoras nocivas.

Cuando se liberan células cancerosas en la práctica de una toma de muestra (biopsia) o en la extirpación quirúrgica de un tumor, estas van a parar con frecuencia al interior de los vasos linfáticos hasta quedar retenidas en las zonas ganglionares, donde nuestros elementos defensivos tratan de acabar con ellas. Si no se consigue, las células cancerosas comienzan a crecer y a desarrollarse, dando lugar al temido linfogranuloma o cáncer linfático. Esta es la razón por la que el cirujano extirpa cuidadosamente los ganglios linfáticos en las operaciones de cáncer, especialmente en los cánceres de mama.

Otra función del sistema linfático es captar la grasa emulsionada y cederla a la sangre en pequeñas y adecuadas cantidades. El sistema linfático se encarga también de producir todos los anticuerpos que nos hacen inmunes ante determinadas enfermedades infecciosas, por lo que es de gran importancia que este sistema funcione bien. Un fallo parcial del sistema linfático puede ser responsable también de algunos trastornos cardíacos, renales y vasculares.

Métodos terapéuticos de apoyo

El mejor apoyo que podemos proporcionar al sistema linfático reside en la práctica de ejercicio físico y en respirar al aire libre. También el sol de altura y el aire de mar actúan de forma beneficiosa sobre la circulación linfática cuando se dosifican correctamente.

Un remedio vegetal recomendable como refuerzo o apoyo del sistema linfático lo encontramos en la planta subtropical de la equinácea. Tomado por vía oral y aplicado externamente, constituye una buena y rápida ayuda en caso de inflamación de los ganglios linfáticos. En las aplicaciones externas podemos emplear las hojas recién recolectadas y machacadas de esta planta o aplicar un apósito empapado de su tintura. En casos agudos, se deben tomar, cada hora, diez gotas de dicha tintura disueltas en un poco de agua. Los buenos efectos de esta planta hacen que la tintura obtenida a partir de plantas de equinácea recién recolectadas no debiera faltar en ningún botiquín familiar.

Cuestiones interesantes sobre la linfa

Sin la existencia del sistema linfático y de la linfa, que podría denominarse como fluido sanguíneo blanco, los seres humanos seríamos en poco tiempo víctimas mortales de los ataques de las bacterias. Los linfocitos actúan como fuerzas de policía del organismo y se encargan de eliminar, sobre todo, bacterias que hayan podido penetrar por alguna herida de la piel. A su vez, participan muy activamente en los trabajos de restauración de grupos celulares dañados. El sistema linfático vascular supera con mucho la longitud global del sistema vascular sanguíneo. También las mucosas, especialmente la mucosa intestinal, poseen una red de vasos linfáticos muy fina y extensa.

Amígdalas palatinas y apéndice vermicular del intestino ciego

No todo el mundo sabe que las amígdalas y el apéndice poseen una buena red de vasos linfáticos, estructuras relacionadas con el sistema linfático que actúan como filtros y estructuras aniquiladoras de bacterias. Mientras se mantenga su capacidad funcional no deben extirparse, ya que son muy importantes para el cuerpo. En caso de que estas estructuras enfermen, hay que procurar su curación con métodos conservativos para que sigan cumpliendo sus importantes funciones en nuestro organismo.

Ganglios linfáticos

En el sistema linfático se encuentran pequeños engrosamientos que son conocidos como ganglios linfáticos. Actúan como filtros que tratan de frenar y destruir sustancias nocivas como bacterias y toxinas. Si las primeras estaciones de filtro no son suficientes para realizar su cometido, actúan las colocadas a continuación. Al producirse una mayor penetración de bacterias en su interior, puede formarse una especie de cordón endurecido, enrojecido y doloroso al presionarlo que da lugar a un engrosamiento en las zonas ganglionares, como, por ejemplo, en el codo cuando el brazo está afectado, y que puede llegar a alcanzar el tamaño de un huevo de gallina y ser sensible a la presión. Se trata de una acumulación de células linfáticas rodeadas por fibras musculares y de tejido conjuntivo, con signos inflamatorios típicos. Si esta primera estación no detiene la infección, esta pasa a afectar a la estación de filtro siguiente, como la existente a nivel de la axila. En el caso de una infección en el pie, puede llegar a percibirse el citado cordón a lo largo de toda la pierna y formarse un engrosamiento notable en los ganglios del interior de la ingle.