El pequeño doctor

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Regulaciones notables

Dentro del reino vegetal podemos apreciar las mismas regulaciones respecto a la adaptación y creación de las fuerzas defensivas e inmunitarias. Una prueba de ello es la experiencia extraída del empleo del DDT. Hace años, esta sustancia aniquilaba prácticamente a todos los insectos, excepto a dos especies. Actualmente la cantidad de especies que son ya resistentes a este insecticida supera las cuarenta. Durante mi estancia en California pude ver por mí mismo que, para conseguir un resultado exitoso, era necesario utilizar insecticidas cada vez más potentes y concentrados. La triste consecuencia de esto fue la muerte de millones de pájaros y abejas, mientras que los insectos nocivos se adaptaban rápidamente a los nuevos venenos. En estos últimos años, un amigo residente en Guatemala nos informó de que una industria próxima a sus colmenas había empleado unos potentes insecticidas que habían provocado indirectamente una terrible mortandad de sus abejas. Estas intromisiones o ataques al equilibrio biológico de la naturaleza suelen traer consigo desastres irreparables, sin que los perjudicados tengan la menor posibilidad de ser compensados por las pérdidas sufridas.

Según la mencionada regulación de las leyes biológicas, hay que suponer que en cincuenta años los indígenas de la Amazonia ya no morirán de sarampión, pues su capacidad de resistencia a esta enfermedad será entonces tan potente como es ahora la nuestra. Mientras que los indígenas puedan mantenerse alejados de las desventajas de la civilización, la incidencia de sus enfermedades típicas será mínima. La mortalidad por gota, diabetes, obesidad, cáncer y la temida esclerosis múltiple será insignificante en el seno de dichas comunidades, mientras que entre nosotros va aumentando sin cesar.

Cada vez hay más médicos y biólogos perspicaces que, hoy en día, nos muestran la manera de protegernos contra tales males mediante un estilo de vida natural y tomando alimentos no desnaturalizados.

La toma necesaria de antibióticos naturales
Creación de defensas

Es bien sabido que el organismo, especialmente cuando está afectado el hígado, posee una menor capacidad defensiva de lo normal. Por ello, es estrictamente necesario recurrir a antibióticos naturales para dotar al cuerpo de la posibilidad de hacer frente a las infecciones, aun a pesar de la debilidad causada por un deficiente funcionamiento del hígado. No podemos impedir que nos afecten algunas infecciones al tomar ciertos alimentos o al respirar aire contaminado por gérmenes patógenos, especialmente en las ciudades. En un solo centímetro cúbico de aire se pueden encontrar miles de gérmenes infecciosos. También los insectos pueden ser portadores de gérmenes patógenos, entre los que destacan moscas y mosquitos; ni tomando las mayores precauciones podemos estar seguros de vernos libres de estos peligros, pero sí que podemos mejorar la capacidad defensiva de nuestro organismo para resistir y protegernos convenientemente de la acción de los gérmenes nocivos. Diversas plantas, en especial las que contienen aceites esenciales, así como algunas plantas utilizadas como condimentos, pueden mejorar nuestras defensas frente a una gran variedad de bacterias.

Efectividad de diversos antibióticos

El descubrimiento de los antibióticos (penicilina, estreptomicina, auromicina y otros preparados similares presentes en el mercado farmacéutico) ha significado el hallazgo de sustancias especialmente efectivas en la lucha contra las infecciones bacterianas. Estos productos han servido para salvar vidas en numerosas ocasiones, sobre todo en caso de enfermedades infecciosas tropicales. Sin embargo, empleamos estos fármacos ante cualquier pequeñez, como faringitis e infecciones sin importancia que podrían combatirse fácilmente con otro tipo de sustancias. Esta situación puede llegar a ser peligrosa para nuestra salud: en primer lugar, porque nuestro cuerpo se habitúa a estos productos, a la vez que las bacterias se vuelven resistentes a su acción, por lo que ya no podremos obtener resultados satisfactorios cuando se presente una infección grave; y, en segundo lugar, porque el uso de antibióticos deteriora la flora intestinal, que puede llegar a ser destruida.

Del mismo modo que la asimilación de las sustancias nutritivas necesita la presencia de determinadas bacterias en el intestino, también las plantas necesitan de una flora bacteriana concreta para la absorción de sus nutrientes y para poder desarrollarse correctamente. Así, por ejemplo, no conseguiremos una buena cosecha de soja si al sembrar sus semillas no introducimos en el suelo determinadas bacterias que permitan un buen desarrollo de las plantas. Los bosques de abetos no prosperarían sin la presencia en el suelo de las bacterias necesarias. Con nuestro intestino sucede lo mismo: también necesita diversos tipos de bacterias. Por este motivo, el yogur resulta recomendable en los cuidados del intestino, en especial si contiene el lactobacilo acidófilo que protege y fomenta el desarrollo de la flora bacteriana intestinal y, al mismo tiempo, destruye las bacterias perjudiciales presentes. Las bacterias ácido-lácticas nos son provechosas, pues colaboran fraternalmente con las bacterias intestinales. Pero si tomamos antibióticos, como los antes mencionados (penicilina, estreptomicina, auromicina o como se llamen), tendremos que contar con el inconveniente de que también atacan a nuestra flora bacteriana intestinal. A menudo sucede que las bacterias más útiles e importantes para nuestra salud resultan ser precisamente las más sensibles a los antibióticos, mientras que otros gérmenes menos favorables, pero más resistentes, se desarrollan más fácilmente en nuestro intestino, y pueden producir una inflamación intestinal crónica. Al afectarse la flora intestinal, las bacterias recién llegadas pueden actuar de forma intensa y hacerse más peligrosas, con lo que la persona afectada se encontrará más desprotegida.

Al administrar nuevamente estos potentes antibióticos puede suceder que el cuerpo no reaccione más a ellos, lo que nos deja indefensos ante enfermedades más graves porque incluso reducen la eficacia de otros métodos conservativos.

Antibióticos naturales

Puesto que los enfermos del hígado, a modo de ejemplo, deben estar especialmente protegidos, es necesario ayudar a su organismo mediante el uso de sustancias naturales de efecto antibiótico. De este modo podremos defender el organismo debilitado.

Esto no solo es de vital importancia en los enfermos de hígado, sino también para los que corren riesgo de contraer tuberculosis, los pacientes de cáncer y de otras muchas enfermedades.

Hace ya varios decenios realicé interesantes experimentos con el rábano rusticano, los berros de agua27, los mastuerzos e incluso con la capuchina28. Pude observar que, con la toma regular de estas plantas, el organismo se hace más resistente y padece menos catarros y otras enfermedades infecciosas. Por cierto, el hecho de que la capuchina puede ser útil también en el ámbito alimentario resultó gracioso para algunas personas. En aquella época todavía no conocíamos los fundamentos científicos de la benéfica acción de estas plantas, lo que sigue sucediendo con otros procedimientos terapéuticos naturales. Uno observa los buenos resultados conseguidos en los pacientes y los aplica en beneficio de estos, aunque no dispongamos aún de los fundamentos científicos que nos lo aclaren. Con no poca satisfacción he encontrado, en la moderna literatura especializada, la confirmación de que observaciones que hice en otros tiempos no eran incorrectas. Aquellas burlas, a propósito de las ensaladas con adición de capuchina, han ido desapareciendo a partir del momento en que la investigación científica ha demostrado taxativamente las virtudes de esta planta, especialmente los trabajos del profesor Winter29, de Colonia (Alemania).

Uno de los fenómenos que observé por aquellos años fue el hecho de que la capuchina destruye también los parásitos animales. Los experimentos realizados con extracto crudo de capuchina en fumigaciones contra pulgones y otros parásitos animales dieron excelentes resultados. Estas observaciones me mostraron que la capuchina contiene una sustancia especialmente activa, confirmada en nuestros días por investigaciones científicas. Además, creo que tanto la capuchina como el berro de agua contienen otras sustancias de efectos aún más intensos que el de los antibióticos que acabamos de mencionar. Quizá sus efectos sobre los parásitos animales se deban a la presencia de estos principios activos más potentes y que todavía no han sido objeto de estudios científicos. Por su parte, el berro de agua produce efectos similares a los de la capuchina; me lo han confirmado muchos años de investigaciones acerca del berro de agua alpino que crece junto a los arroyos de montaña de la región de Engadina. El consumo de berro de agua crudo nos hace prácticamente más inmunes ante catarros y enfermedades infecciosas en general.

Aún más satisfactorias resultaron las experiencias que realicé con una planta no investigada hasta ahora. Se trata de una especie de liquen denominada Usnea. Acostumbraba a comer esta planta con regularidad cuando practicaba esquí, y pude observar que también hacían uso de ella ciervos, corzos y gamuzas; cuando había mucha nieve estos animales consumían toda la que estaba a su alcance. Investigaciones más detenidas han mostrado que esta planta, como otras variedades de líquenes, poseen un elevado contenido en hidratos de carbono, es decir, féculas, por lo que su valor nutritivo no es precisamente escaso; virtud que saben aprovechar también los animales salvajes, con lo que mejoran sus defensas gracias al efecto antibiótico de esta planta. Con frecuencia he podido observar que la Usnea combate rápidamente los catarros. Por ello, nos va a ir bien mascar esta planta en cuanto percibamos los primeros síntomas de catarro, como dolor de garganta y expectoración. Sus efectos son tan rápidos que de regreso de nuestro paseo podremos vernos libres de una incipiente infección catarral. Estas valiosas experiencias me revelaron la necesidad de examinar con más detenimiento esta sencilla planta. Cada vez utilizo más su extracto para la elaboración de caramelos. La experiencia me ha enseñado que la toma regular de este producto reduce sustancialmente la propensión a padecer resfriados y catarros. ¿Por qué razón debemos correr el riesgo de tomar potentes fármacos que cada ventaja que nos aportan va acompañada de dos inconvenientes? Si la naturaleza nos proporciona plantas alimenticias y plantas de montaña de las que podemos extraer sustancias activas beneficiosas para nuestra salud, si las tomamos en proporciones correctas y con arreglo a principios establecidos que jamás pueden perjudicarnos, ¿por qué no vamos a utilizarlas?

 

¿Por qué exponernos a algún tipo de riesgo? Estos antibióticos naturales no dañan la flora intestinal en modo alguno y su ingestión regular no produce resistencias por parte de los gérmenes patógenos. Resulta muy recomendable para sanos y enfermos, especialmente para los enfermos de cáncer, introducir en sus dietas cotidianas ensaladas elaboradas a base de berros de agua27, mastuerzos y capuchina28, plantas con las que también podemos confeccionar saludables bocadillos. También la sal marina A.Vogel con plantas aromáticas y hortalizas frescas para condimentar contiene estas plantas, por lo que su uso resulta muy recomendable; con ella podemos condimentar bocadillos, ensaladas, verduras y sopas. Solo hay que evitar su cocción, pues afectaría negativamente a las sustancias vitales que contiene. A la ensalada de zanahoria haremos bien en añadirle siempre un poco de rábano rusticano finamente rallado, con lo que no solo nos resultará más aromática, sino que también estará enriquecida. Si nos acostumbramos a consumir los alimentos mencionados nos haremos más resistentes y menos propensos a padecer infecciones. La toma de estas sustancias nutritivas y terapéuticas incluso puede llegar a vencer rápidamente una infección ya declarada. Si una vez recuperada la salud subimos a montañas por encima de los mil metros de altura, no hay que olvidar el mascar la planta barba de capuchino (Usnea barbata) durante nuestras excursiones alpinas.

Otra planta con un gran poder terapéutico es la petasita o sombrerera (Petasites officinalis)20 de especial importancia para los enfermos de cáncer. En cambio, su uso como condimento no resulta apropiado, pues su acción es demasiado intensa. Se trata de una planta poco corriente que crece preferentemente a lo largo de las riberas de arroyos de algunos valles montañosos. La manera más apropiada de aprovecharnos de sus virtudes es tomando los preparados que se elaboran con ella.

Como aumentar el valor de los alimentos crudos

Algunas personas que se reían y compadecían de nosotros por adoptar un régimen dietético crudívoro, puede que ahora tengan que pensárselo un poco mejor. El hecho de que diversas sustancias antibióticas pierdan su efecto por acción de la cocción justifica la afirmación de los defensores de los alimentos en estado crudo de que muchos agentes beneficiosos activos son sensibles al calor; no solo las vitaminas, sino también otras sustancias conocidas y desconocidas que son necesarias para nuestra salud. Por lo que toda persona que desee cubrir sus necesidades en estas importantes sustancias activas debería consumir habitualmente una cierta cantidad de alimentos crudos. En este caso son las sustancias defensivas que nos pueden proteger de enfermedades infecciosas. Quienes tengan la suerte de disponer de un huerto o jardín propio harían bien en cultivar plantas como las antes mencionadas (berros de agua, mastuerzos27 y capuchinas28, así como rábano rusticano) para poder disponer diariamente de una cierta cantidad de estas plantas. Con ellas podemos preparar ensaladas o añadirlas crudas a las sopas, pero finamente picadas, o mezclarlas con el requesón o emplearlas para preparar bocadillos. El rábano rusticano finamente rallado proporciona, como ya apuntábamos antes, un toque refrescante a la ensalada de zanahoria, aunque también combina bien con otras clases de ensaladas. Quienes encuentren el sabor de la ensalada de zanahoria demasiado dulce pueden añadir un poco de rábano rusticano, con lo cual verán que es más aromática. No solo resultará más apetecible, sino que además nos proporcionará valiosas sustancias antibióticas.

Para todos los defensores de la fitoterapia y de las virtudes de la alimentación natural, que saben apreciar el valor salutífero de los alimentos crudos, resulta apropiada la vieja sentencia: «¿Por qué andar buscando por todo el mundo, cuando lo bueno se encuentra tan cerca?».

Cuidar de la salud: la mejor prevención contra las enfermedades del aparato respiratorio
Causas diversas

En el curso de mis viajes he visto con sorpresa que muchos países que tenían unas buenas condiciones sanitarias presentaban una gran cantidad de enfermos tuberculosos30. Me llenó de estupor el hecho de que en Grecia, a pesar de su clima soleado, se tuviera que luchar todavía contra esta enfermedad. También en los Países Bajos, sobre todo en diversas islas, hay muchos enfermos de los pulmones. Los médicos no se equivocan al afirmar que el clima húmedo contribuye a ello, lo que no quiere decir que todo aquel que viva bajo esas condiciones climáticas tenga que enfermar necesariamente de los pulmones. Hay otros factores que también pueden influir, como una alimentación monótona. Toda persona que conozca las causas que provocan su enfermedad podrá prevenirla mejor, lo que siempre será preferible a tener que curarse después. Quienes no estén enfermos harán bien en seguir los consejos expuestos a continuación, mientras que los menos favorecidos van a mejorar sustancialmente el pronóstico de su enfermedad.

En primer lugar, cabe destacar la importancia de la alimentación, como nos muestra la experiencia adquirida por todo el mundo. Hay regiones, y sorprendentemente incluso en nuestras montañas suizas a las que otras personas acuden en busca de curación, donde la gente enferma de tuberculosis a pesar de la altitud. A modo de ejemplo, conocí al guardián de un refugio alpino, buen esquiador, que había contraído tuberculosis pulmonar a pesar de vivir durante todo el invierno a unos 2000 metros de altitud. La causa hay que buscarla en su alimentación, errónea por monótona, excesivamente rica en proteínas, en alimentos en conserva y desnaturalizados, como la harina blanca y el azúcar. También la mala calidad del aire del refugio contribuyó a ello, debido principalmente a que los muchos esquís allí presentes se enceraban y el refugio no estaba suficientemente ventilado a fin de ahorrar combustible, olvidando que es necesario aportar aire fresco en los aposentos donde se habita.

Es importante disponer de una buena capacidad defensiva e inmunitaria para protegernos convenientemente de las enfermedades de los órganos respiratorios, ya que no siempre podemos evitar que nos pueda afectar algún tipo de infección. Tienen razón los investigadores que afirman que difícilmente podría encontrarse en Europa una persona que no haya padecido alguna vez una pequeña infección tuberculosa que hubiera podido derivar en una verdadera enfermedad. Por lo tanto, el objetivo principal es conseguir una buena inmunidad.

De las experiencias mencionadas se deduce que la mejor manera de protegernos ante una enfermedad es fortaleciendo nuestra salud, lo cual es posible si tomamos en consideración los siguientes factores: a una alimentación natural hay que añadirle mucha luz, aire, sol, movimiento y respiración. Cuanto más naturalmente viva y se alimente una persona, menos se dejará encerrar en espacios estrechos y tanto más empleará su tiempo libre en respirar y moverse al aire libre, con lo que ¡correrá menor riesgo de enfermar! Son reglas de salud que hay que seguir en cualquier circunstancia.

Alimentación adecuada

En lo que a alimentación se refiere, es importante que esta sea rica en calcio y en vitaminas. Ante todo, es necesario comer muchas ensaladas de col blanca, repollo, zanahoria, remolacha roja y muchas ensaladas verdes, por su riqueza en minerales, vitaminas y calcio. Entre las frutas, en primer lugar tenemos las bayas, especialmente las fresas de cultivo biológico, por su aporte de calcio. También es importante y necesario alimentarse de productos naturales, como el pan integral y alimentos elaborados con trigo, centeno y arroz integral. En cuanto al tema del azúcar, es de suma importancia no consumir azúcar blanco, sino azúcar de caña realmente integral. Aún sería mejor tomar, en su lugar, miel y la glucosa y la fructosa que nos proporcionan las uvas pasas y otras frutas dulces. Estos azúcares se transforman rápidamente en glucógeno; incluso un hígado dañado puede emplear la fructosa. Así mismo, es importante elegir bien entre las grasas; no deben usarse las de los riñones, la grasa de cerdo ni otras grasas animales ni tampoco las grasas endurecidas (mediante el proceso de hidrogenación) ni las margarinas elaboradas con ellas. Lo más adecuado es emplear aceites no refinados, mantequilla fresca sin sal, almendras y frutos secos. En cuanto a los condimentos, es absolutamente necesario ser muy riguroso en consumir poca sal común. En cuanto a especias, como la pimienta y la nuez moscada, hay que evitarlas en lo posible. Es preferible utilizar plantas condimenticias que uno mismo pueda cultivar en su huerto o jardín, como ajedrea, tomillo, mejorana, albahaca o cilantro. Un excelente condimento es el extracto de levadura, que además contiene el complejo vitamínico B. Con estos condimentos se pueden elaborar salsas que presentan un sabor parecido a las salsas con carne y representan un excelente complemento culinario y dietético. Para evitar fermentaciones intestinales, es importante no mezclar frutas y verduras en una misma comida. Lo mejor es tomar fruta con pan u otros productos integrales en el desayuno y en la cena, que podremos complementar con miel, mantequilla y muesli de fruta elaborado, si es posible, con frutas de temporada. Hay que tener un cierto cuidado con las frutas de hueso y tomar poca cantidad de ellas. En la comida del mediodía se debería tomar a menudo arroz integral, patatas y otros cereales con verduras al vapor y muchas ensaladas crudas. Hay que limitar, en lo posible, el consumo de fritos y grasas sometidas a elevadas temperaturas. Quienes deseen comer carne, la más adecuada es la de ternera y vacuno en general y, a ser posible, asada, mientras que los embutidos y la carne de cerdo deberían evitarse.

Como aporte complementario de calcio, disponemos del preparado de calcio y ortiga, mientras que el aporte de ácido silícico nos lo puede proporcionar la planta denominada Galeopsis. Por otra parte, los caramelos con extracto de Usnea se han mostrado útiles para aumentar y mejorar las defensas frente a enfermedades del aparato respiratorio. Se preparan a partir del liquen barba de capuchino que se desarrolla en algunas coníferas alpinas. El efecto de los ácidos de este liquen, en combinación con otras sustancias, ha dado excelentes resultados. Otros remedios naturales que refuerzan nuestras defensas son la Petasites20 de la sombrerera y el Viscum album del muérdago1. En el apartado dedicado a los antibióticos naturales se entra en más detalle sobre otras valiosas sustancias defensivas.